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CARLOS JAVIER ARÉVALO FERNÁNDEZ

MINERÍA Y MEDIO AMBIENTE


AREANDINA
INGENIERÍA DE MINAS

LA NUEVA REFORMA A LA MINERÍA NACIONAL

Con la expedición del Código de Minas, ley 685 de 2001, se pretendía fomentar la exploración
técnica y la explotación de los recursos mineros de propiedad estatal y privada, sin embargo, varios
puntos de vista han coincidido en que esta ley es insuficiente para promover la inversión extranjera,
agilizar los trámites de titulación y, además, que la misma no promueve garantías al medio
ambiente. En vista de estas deficiencias y como medida de corrección, el Gobierno presentó un
proyecto de ley reformando el Código Minero.

Mediante la mencionada reforma se pretendía en parte atender a las deficiencias normativas en el


marco de protección ambiental, principalmente con la formalización de minería tradicional ya que
es de conocer que la práctica de minería informal e ilegal es generadora no solo de problemas
ambientales sino también sociales y económicos, ya que este ejercicio se aparta del seguimiento de
cualquier protocolo que obligue al resarcir los daños ecológicos que causa la explotación, no
obstante, los mecanismos propuestos por esta ley como lo son la ampliación de plazos para
exploración, la aceptación de solicitudes y los cambios en los procedimientos para la legalización
de áreas y la prórroga de las concesiones, no fueron los adecuados, pues por ejemplo, los requisitos
para una concesión minera fueron reducidos a la presentación de documentos básicos sin un estudio
de forma sobre la idoneidad, la capacidad técnica y la capacidad económica de la propuesta de
explotación.

Ahora, respecto a las deficiencias de la normatividad en el marco financiero mencionadas


anteriormente, hay que decir que es necesario tener en cuenta en la evolución normativa del
ejercicio minero la correcta aplicación del concepto de desarrollo sostenible, que involucra que el
sector considere generar la integración de tres componentes primordiales en sus estrategias dirigidas
al aumento en la rentabilidad de sus operaciones y en la creación de cadena de valor en los
productos, estos son, la integración del componente económico, el ambiental y finalmente, el
componente social, ya que la correcta articulación de estos factores en las zonas de explotación
minera conduce a reducir la necesidad de redefinir la gestión y control de recursos naturales tanto
de las zonas sujetas a explotación, como de las áreas de influencia, que son las que normalmente se
ven gravemente afectados por dicha actividad.

Sumado a lo expuesto, la Ley 1382 del 2010 que reformo de manera transitoria la Ley 685 de 2001,
contenía artículos que pretendían mejorar la fiscalización técnica y ambiental de las unidades
mineras, formalizar la actividad de los pequeños mineros tradicionales, y restablecer el derecho del
Estado a reservar ciertas áreas para ofrecerlas al operador más idóneo, aunque calificando en un
sentido más estricto, esta reforma enunciaba una serie de propuestas para solucionar problemas que
no atendían a principios básicos como lo explicare seguidamente.

Como consecuencia de las irregularidades y el desacato de principios constitucionales la reforma al


Código de minas fue declarada inexequible mediante Sentencia C-366 del 2011 de la Corte
Constitucionalidad, pues según el Tribunal, se omitió la realización de una consulta previa con las
comunidades étnicas que podrían verse afectadas ante este proyecto de ley y como consecuencia de
dicha imprevisión se violaba el principio de universalidad que tiene como fin concretar el principio
de dignidad humana, reconociendo la posibilidad de aplicaciones diversas como en el caso de los
indígenas, que a su vez involucra el reconocimiento expresiones culturales, religiosas, políticas y
organizativas diferentes a las de la cultura mayoritaria.

Con el fin de mitigar los daños que ocasiona la inexequibilidad de esta normativa, la Corte resolvió
diferir los efectos del fallo a dos años, y le solicitó al Gobierno realizar la consulta en ese mismo
término y promover una política minera eficiente y protectora de los derechos y principios
constitucionales. vencido este plazo, el Ejecutivo mediante el entonces Ministro Federico
Renjifo solicitó una prórroga para la presentación del nuevo código debidamente socializado,
argumentando que durante el periodo conferido fue imposible realizarla, sin embargo, esta petición
fue negada por la alta Corte.

Como medida de emergencia, el Gobierno expidió cuatro Decretos con fuerza de Ley, el 933, 934,
935 y 943 del 2013, que fijan parámetros para desarrollar la actividad minera. Por un lado, el
Decreto 943 determinó que ninguna autoridad regional, seccional o local puede establecer zonas del
territorio que queden excluidas de minería de manera permanente o transitoria, lo que ha creado una
enorme polémica, ya que, de acuerdo con la norma, esa decisión les compete exclusivamente a las
autoridades mineras y ambientales, que deben tomarla con base en estudios técnicos, económicos,
sociales y ambientales, bajo principios de desarrollo sostenible y a juicio de otros, es inaudito que la
minería está por encima del agua, la agricultura, la ganadería, las relaciones sociales.

Finalmente, y mientras se llega a un consenso en la discusión sobre la necesidad de expedir un


nuevo Código o nuevas disposiciones que establezcan con seguridad los límites y alcances que tiene
la minería en el país, se debe atender a los recursos jurídicos que están ya establecidos y con estos
lograr una correcta armonización en los conceptos mineros y los ambientales que se consagran en el
Código de Minas y la Ley 99 de 1993, regulados los dos por el Decreto 1076 de 2015 y también
teniendo en cuenta al Código de Recursos Naturales Renovables y de Protección al Medio
Ambiente y el Decreto único sector minas y energía con el fin de realizar prácticas de explotación
de recursos naturales que sean conscientes de la necesidad de generar desarrollo ambiental, social y
económico en Colombia.

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