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Soto Garnica Gil Imanol Griego

Nociones sobre pesimismo en pensadores de la Grecia clásica

El desencanto ante la vida puede que sea casi tan viejo como el optimismo
ante la desventura. Aunque el pesimismo como doctrina filosófica
encuentre su baluarte en la resaca de una Europa de posguerra ya un el
siglo XX en pleno movimiento, el sentimiento de impotencia ante el
padecimiento de existir es arrastrado por el hombre desde, quizá, el
comienzo de las eras, y no son extraños los registros textuales que han
sobrevivido la época, plena o desgraciada, que motivó a sus autores a
plasmar casi siempre de forma fatal y sentenciosa que un mejor bien que el
llevar una vida colmada de virtud y buena ventura es sencillamente nunca
haberlo hecho, el no haber venido al mundo, e incluso como escribe el poeta
Eduardo Lizalde: “Mejor hubiera sido,/ de una buena vez,/ haberme dejado/
en piedra,/ en cosa”.1

Siendo titánica e insensata la tarea de recopilar todo aquella pena


escrita por el hombre desde el principio de los tiempos, he de delimitar en
cantidad y tiempo mi rango de investigación, atendiendo entonces,
solamente a aquellos filósofos de la Grecia clásica en cuyos escritos pueda
encontrar estos destellos de pesimismo del que se puede estar seguro,
ninguna cultura puede ni debe estar exenta:

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Soto Garnica Gil Imanol Griego

“—Perezca el día en que nací y la noche en que se dijo: “¡Un varón ha sido
concebido!”. Sea aquel día tinieblas. Dios no pregunte por él desde arriba ni
resplandezca la claridad sobre él. (…)» ¿Por qué no morí en las entrañas, o
expiré al salir del vientre? ¿Por qué me recibieron las rodillas? ¿Para qué los
pechos que mamé? Pues ahora yacería y estaría en quietud. Dormiría y
tendría reposo junto con los reyes y los consejeros de la tierra que
reedificaron ruinas para sí; o con los príncipes que poseían el oro y que
llenaban de plata sus casas. ¡Oh! ¿Por qué no fui escondido como un
abortivo, como las criaturas que nunca vieron la luz?”2

Declara entonces Job caído ya en desgracia en uno de los pasajes más


sombríos del Tanaj en el judaísmo y en el antiguo testamento del
cristianismo. La idea e ideal de nunca haber sido se repetirá más de una vez
en las escrituras judeocristianas: “Y felicité a los muertos, los que ya
murieron, más que a los vivos, los que aún viven. Pero mejor que ambos
está el que nunca ha existido, que nunca ha visto las malas obras que se
cometen bajo el sol” increíblemente coincidente con lo escrito por Teognis
de Megara:

De todas las cosas la mejor es no haber nacido


ni ver como humano los rayos fugaces del sol;
y una vez nacido cruzar cuanto antes las puertas del Hades,
y yacer bajo una espesa capa de tierra tumbado.3

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No siendo exclusivas del canon bíblico, encontramos en Grecia ideas


similares en construcción pero de idéntico sentimiento trágico, primero
propuesta en la literatura trágica y desenvuelta y tratada por distintos
filósofos como se verá más adelante. Véase por ejemplo lo que propone
Sófocles en la siguiente antistrofa de Edipo en Colono:

“El no haber nacido triunfa sobre cualquier razón. Pero ya que se ha venido
a la luz lo que en segundo lugar es mejor, con mucho, es volver cuanto antes
allí de donde se viene. Porque, cuando se deja atrás la juventud con sus
irreflexivas locuras, ¿qué pena se escapa por entero? ¿Cuál de los
sufrimientos no está presente? Envidia, querellas, discordia, luchas y
muertes, y cae después en el lote, como última, la despreciable, endeble,
insociable, desagradable vejez, donde vienen a parar todos los males
peores”.4

Recordemos que al escribir el anterior pasaje Sófocles contaba ya con


una edad avanzada siendo Edipo en Colono una de las últimas tragedias
que escribiría. Es seguro que los estragos del paso del tiempo
experimentados en sus propias carnes hayan influido en la idea de una vejez
terrible y quimérica.

No circunscribiéndose solo al ámbito literario, encontramos en


algunos de los mitos nociones similares, véase aquel rescatado por
Aristóteles en el Eudemo posteriormente reconfigurado por Ovidio en el
libro XI de su metamorfosis y tratado en el nacimiento de la tragedia de

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Nietzsche en el que el gran rey frigio Midas conoce a Sileno que cuando
borracho era tomado como el más sabio de los seres al cual pregunta sobre
el mayor bien al que un hombre puede aspirar:

“(…) Rígido e inmóvil el demón guarda silencio; hasta que, obligado por el
rey, acaba prorrumpiendo en estas palabras, en 1nedio de una risa
estridente: «Miserable especie de un día, hijos del azar y del cansancio,
¿por qué me obligas a decirte lo que para ti sería muy provechoso no oír ? Lo
mejor de todo es totalmente inalcanzable para ti: no haber nacido, no ser, ser
nada. Y lo mejor en segundo lugar es para ti - morir pronto”5

Pasando al ámbito propiamente filosófico encontramos a un


exponente anecdótico del cual no permanece más obra que el impacto y
recuerdo de sus coetáneos; discípulo de la escuela de Aristipo de Cirene,
Hegesias, el peisithánatos, como se le conocía termina por hacer una
inversión del hedonismo propuesto por Aristipo, ya no es la búsqueda del
mayor placer, sino la ausencia del dolor y sufrimiento lo que Hegesias
predica: “Dado que la felicidad es inalcanzable y el placer es tan escaso y
difícil de obtener, el objetivo deja de ser la búsqueda del placer y pasa a
ser un ideal de indiferencia: vivir ni dolorosa ni penosamente. Esta
actitud se radicaliza si reparamos en los comentarios de los doxógrafos
que adjudican a Hegesias directamente una apología del suicidio, lo que le
valió el mote de peisithánatos”.6

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El pensamiento de Hegesias recogido por historiadores y pensadores


posteriores como Diógenes Laercio y Marco Tulio Cicerón nos muestra
como este pensador logra colocarse en la Antípodas del pensamiento
cirenaico-hedonista abogando ya no por la búsqueda de placer sino por la
indiferencia ante él, incapaz de satisfacernos por completo ya que siempre
el sufrimiento y en plural, los sufrimientos, superan en número e intensidad
a los placeres, tomando entonces una postura paralizante ante la vida, ante
placer y dolor.

Como bien decía Plutarco “se podrían citar miles y miles de ejemplos
semejantes sobre la misma materia, pero no hace falta que seamos
prolijos”, Grecia como cuna y crisol del pensamiento occidental ha tenido
en su seno un gran racimo de pensamientos tan distintos, tan bastos y
desbordados en sí mismos que sería de lo más lamentable no poseer
mínimamente un pesimismo del que el hombre pudiera nutrirse
irónicamente en su dejo amargo ante la impotencia del tener que existir.

Aunque en menor producción que otras posturas intelectuales


clásicas, no parece imposible que estos destellos de nihilismo no hayan
calado en pensadores posteriores, pues es notable que en casi todos los
pesimistas pueda escucharse un eco lejano de lo que propugnaba Hegesias,
declaraba Sófocles o sentenciaba Sileno a Midas.

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Soto Garnica Gil Imanol Griego

No hay que dudar tampoco en que muchos de estos pensadores no


estuvieran de acuerdo con aseveraciones posteriores como el vuelco a la
tesis de Leibniz por Schopenhauer de descubrirnos viviendo en el peor de
los mundos posibles o la contra-naturaleza intrínseca a la conciencia
humana deseando lo que jamás tendrá e imposibilitado de intentar
conseguirlo como lo planteaba Peter Wessel Zapffe.

También podría considerarse que este pesimismo ante la vida es


precursor del antinatalismo filosófico que se verá en repetidas veces
plasmado tanto en los mismos pesimistas de siempre como en otros filósofos
contemporáneos como David Benatar,
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1 Lizalde, E. (1974). La Zorra enferma. Distrito Federal: Joaquín Mortiz (Las Dos Orillas).
2 Santa Biblia. Versión de Casiodoro Reina (1569) Revisada por Cipriano Valera (1602) -
Revisión 1960. Philadelphia, Pensilvania, USA: Sociedades Bíblicas en America
Latina, National Publishing Company.
3 Romera, A. (22 de Agosto de 2015). Teognis de Megara, Antología. Recuperado el 20 de

Noviembre de 2019, de Museo Literario:


http://museoliterario.blogspot.com/2015/08/teognis-de-megara-antologia.html
4 Sófocles. (1981). Tragedias. Madrid, España: Gredos.
5 Nietszche, F. (2012). El nacimiento de la tragedia. Traducción: Andrés Sánchez Pascual.

Madrid: Alianza.
6 Sonna, V. (2018). El hedonismo pesimista de Hegesias. Symploké, 17-25.

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Trabajos citados

• Lizalde, E. (1974). La Zorra enferma. Distrito Federal: Joaquín Mortiz


(Las Dos Orillas).
• Nietszche, F. (2012). El nacimiento de la tragedia. Traducción: Andrés
Sánchez Pascual. Madrid: Alianza.
• Romera, A. (22 de Agosto de 2015). Teognis de Megara, Antología.
Recuperado el 20 de Noviembre de 2019, de Museo Literario:
http://museoliterario.blogspot.com/2015/08/teognis-de-megara-
antologia.html
• Sófocles. (1981). Tragedias. Madrid, España: Gredos.
• Sonna, V. (2018). El hedonismo pesimistade Hegesias. Symploké, 17-25.
• Santa Biblia. Versión de Casiodoro Reina (1569) Revisada por Cipriano
Valera (1602) -Revisión 1960. Philadelphia, Pensilvania, USA:
Sociedades Bíblicas en America Latina, National Publishing Company.

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