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El desencanto ante la vida puede que sea casi tan viejo como el optimismo
ante la desventura. Aunque el pesimismo como doctrina filosófica
encuentre su baluarte en la resaca de una Europa de posguerra ya un el
siglo XX en pleno movimiento, el sentimiento de impotencia ante el
padecimiento de existir es arrastrado por el hombre desde, quizá, el
comienzo de las eras, y no son extraños los registros textuales que han
sobrevivido la época, plena o desgraciada, que motivó a sus autores a
plasmar casi siempre de forma fatal y sentenciosa que un mejor bien que el
llevar una vida colmada de virtud y buena ventura es sencillamente nunca
haberlo hecho, el no haber venido al mundo, e incluso como escribe el poeta
Eduardo Lizalde: “Mejor hubiera sido,/ de una buena vez,/ haberme dejado/
en piedra,/ en cosa”.1
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Soto Garnica Gil Imanol Griego
“—Perezca el día en que nací y la noche en que se dijo: “¡Un varón ha sido
concebido!”. Sea aquel día tinieblas. Dios no pregunte por él desde arriba ni
resplandezca la claridad sobre él. (…)» ¿Por qué no morí en las entrañas, o
expiré al salir del vientre? ¿Por qué me recibieron las rodillas? ¿Para qué los
pechos que mamé? Pues ahora yacería y estaría en quietud. Dormiría y
tendría reposo junto con los reyes y los consejeros de la tierra que
reedificaron ruinas para sí; o con los príncipes que poseían el oro y que
llenaban de plata sus casas. ¡Oh! ¿Por qué no fui escondido como un
abortivo, como las criaturas que nunca vieron la luz?”2
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Soto Garnica Gil Imanol Griego
“El no haber nacido triunfa sobre cualquier razón. Pero ya que se ha venido
a la luz lo que en segundo lugar es mejor, con mucho, es volver cuanto antes
allí de donde se viene. Porque, cuando se deja atrás la juventud con sus
irreflexivas locuras, ¿qué pena se escapa por entero? ¿Cuál de los
sufrimientos no está presente? Envidia, querellas, discordia, luchas y
muertes, y cae después en el lote, como última, la despreciable, endeble,
insociable, desagradable vejez, donde vienen a parar todos los males
peores”.4
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Soto Garnica Gil Imanol Griego
Nietzsche en el que el gran rey frigio Midas conoce a Sileno que cuando
borracho era tomado como el más sabio de los seres al cual pregunta sobre
el mayor bien al que un hombre puede aspirar:
“(…) Rígido e inmóvil el demón guarda silencio; hasta que, obligado por el
rey, acaba prorrumpiendo en estas palabras, en 1nedio de una risa
estridente: «Miserable especie de un día, hijos del azar y del cansancio,
¿por qué me obligas a decirte lo que para ti sería muy provechoso no oír ? Lo
mejor de todo es totalmente inalcanzable para ti: no haber nacido, no ser, ser
nada. Y lo mejor en segundo lugar es para ti - morir pronto”5
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Soto Garnica Gil Imanol Griego
Como bien decía Plutarco “se podrían citar miles y miles de ejemplos
semejantes sobre la misma materia, pero no hace falta que seamos
prolijos”, Grecia como cuna y crisol del pensamiento occidental ha tenido
en su seno un gran racimo de pensamientos tan distintos, tan bastos y
desbordados en sí mismos que sería de lo más lamentable no poseer
mínimamente un pesimismo del que el hombre pudiera nutrirse
irónicamente en su dejo amargo ante la impotencia del tener que existir.
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1 Lizalde, E. (1974). La Zorra enferma. Distrito Federal: Joaquín Mortiz (Las Dos Orillas).
2 Santa Biblia. Versión de Casiodoro Reina (1569) Revisada por Cipriano Valera (1602) -
Revisión 1960. Philadelphia, Pensilvania, USA: Sociedades Bíblicas en America
Latina, National Publishing Company.
3 Romera, A. (22 de Agosto de 2015). Teognis de Megara, Antología. Recuperado el 20 de
Madrid: Alianza.
6 Sonna, V. (2018). El hedonismo pesimista de Hegesias. Symploké, 17-25.
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Trabajos citados