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“La Piedad Popular consiste en las diversas manifestaciones de índole cultural y religioso que

expresan la fe y las creencias de un conglomerado humano, no con los ritos propios de la


Liturgia sino con las prácticas y formas particulares derivados del modo de ser y de la cultura
de un pueblo. Cuando los contenidos dicen referencia a la fe cristiana y se inspiran en ella,
estas expresiones adquieren un gran valor y deben ser tratadas con respeto y aprecio, pues
manifiestan la fe del pueblo sencillo y conllevan a veces grandes sacrificios” (Xª Carta Pastoral
“La Fiesta de Dios” n. 14).

1. Los Santuarios manifiestan la memoria viva y profética de Dios.

El SANTUARIO es un espacio sagrado donde el peregrino hace la experiencia del encuentro con
Dios que lo recibe, lo acepta y lo escucha. Es el lugar más propio para la expresión de la mística
y contemplación popular. Es el lugar que conserva la experiencia de la fe de un pueblo que
cuida su identidad personal y comunitaria; y que va forjando en cada momento, festivo o
cotidiano, como un arca que guarda el tesoro de la memoria histórica de aquel pueblo que se
valora y reconoce en las manifestaciones de su fe.

Por eso, el Templo es imagen (ícono) de la identidad de un pueblo creyente como memoria
viva de su fe, y a la vez, es memoria viva de la historia de los brazos alzados al cielo de esa
feligresía que los ha levantado en la angustia de una enfermedad, en la alegría de un
nacimiento, en la tristeza de una muerte y en los momentos de una lucha diaria por vivir llena
de esperanza. “Esas paredes contienen muchas historias de conversión, de perdón y de dones
recibidos, que millones podrían contar” (DP 260).

2. La PEREGRINACIÓN es un signo del paso sencillo y reverencial que convierte a la persona en


peregrino, le hace consciente de su fe y le invita a expresarla. La permanencia del peregrino en
los ‘lugares sagrados’ por los que atraviesa, con su mente dirigida a la meta final, lo hacen
permeable y disponible a la recepción de los dones sagrados.

Esta apertura a Dios lo lleva a experimentar momentos de profundo diálogo con Él en el


ejercicio de las diversas expresiones de oración.

Por ejemplo, en los Santuarios donde se realizan danzas religiosas, el peregrino danzante por
su baile religioso y sus vestimentas rituales ‘conversa y platica’ con el Señor, la Virgen María y
el Santo Patrono, llegando a “tomar decisiones definitivas que marcan toda su vida” (DA 260).

“La decisión de partir hacia el Santuario ya es una confesión de fe, el caminar es un verdadero
canto de esperanza, y la llegada es un encuentro de amor” (DA 259).

3. La Ofrenda es la expresión más querida y buscada en la Piedad Popular.

Se puede presentar en formas muy variadas: una vela o veladora encendida, la misma
peregrinación, la promesa de la danza e ir al Santuario, las flores, los bienes materiales
propios, etc. Este acto de Piedad Popular introduce a los sencillos en una auténtica
espiritualidad de configuración con Cristo, y da sentido a la vida ordinaria, pues la libra de la
rutina, y la coloca en contacto permanente con Dios.

Es una auténtica manifestación de estar disponibles a la salvación y colaborar en ella con


Cristo.

CONCLUSIONES

Las diversas manifestaciones de la Piedad Popular son momentos de un auténtico encuentro


con Dios, porque en la expresión sencilla y vital, cargada de devoción y confianza filial el
discípulo lleno de humildad dialoga con el Señor, quien se inclina como un Buen Padre a
platicar con sus hijos pequeños.

Con seguridad podemos decir que las devociones populares son verdaderos momentos
festivos donde Dios hace fiesta con los sencillos de corazón, los reconoce sus hijos y los
acompaña en su camino. ¡Dios es El Padre Providente!

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