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DIMENSIONES DEL SER HUMANO

SUSANA LORENA OSPINA MALDONADO

UNIVERSIDAD SIMON BOLIVAR

PROGRAMA DE MICROBIOLOGIA

2020
Dimensiones del ser humano.
Es grato pensar que en conjunto somos una gran maquinaria, capaz de realizar
múltiples acciones y poseemos la mágica habilidad de pensar. Esto nos hace
afortunados, lo somos, y más de lo que pensamos, el ser humano cuenta con la
capacidad de ser integro en diversas áreas y eso lo hace único.
Tengamos en cuenta, el imprescindible valor de la historia del hombre en su
consolidación como especie en cuanto ha transcurrido el tiempo. Si nos remontamos a
la antigüedad, veremos como el hombre, desde la era del renacimiento era considerado
el centro del universo, y todo giraba en torno a él, un pensamiento bastante excluyente,
pero a su vez, bastante útil para que se dieran los avances tecnológicos y científicos de
la época, que hicieron que el hombre brillara y convirtiera este periodo histórico en una
edad de oro.
El ser humano siempre ha buscado la supervivencia y lamentablemente bajo el mando
del individualismo Hayek (1989), citado por Vergara Estévez (2009, p.19), describe
que: “el hombre existió mucho tiempo en pequeñas bandas de cazadores, que
compartían sus alimentos y que mantenían un estricto orden de autoridad en un
territorio común y protegido de la banda”. Es decir, no existía cierta equidad.
Sin embargo, "Nada de individualista tiene el salvaje: su instinto es y ha sido siempre
gregario. Nunca existió en nuestro planeta esa supuesta 'guerra de todos contra todos'"
(Ibíd., párr. 19).
Según la filosofía Aristotélica, el hombre es un ser de naturaleza social y requiere de
apoyo para garantizar su transitoriedad en la sociedad, Aquí entra la dimensión
sociopolítica, la cual hace referencia a la forma en cómo podemos convivir entre
nosotros y de tal forma se pueda transformar el entorno sociocultural en el que
moramos.
Hablar de estado o sociedad vendría a suponer una relación directa o similar ya que el
estado es en sí, la reunión de individuos que buscan un bien común, pero, ¿Qué
sucede cuando cada individuo no busca el bien común, sino el bien personal?
Debemos tener en cuenta que el ser humano actúa de acuerdo a su realidad y no está
bien tampoco generalizar, porque hay personas con principios distintos y realidades
complejas de entender.
Como lo menciona Cortina (1986), “la satisfacción de los sentimientos altruistas
constituye uno de los mayores placeres para quien los cultiva debidamente” (p.26).
Es un gran dilema, ya que, como individuos nuestra naturaleza tiene un sello
característico, la libertad. Hablar sobre libertad es un aspecto más sobre la moral,
Hayek (1988) “Para el individuo, la libertad significa él saber de antemano las reglas
que debe obedecer para no ser coaccionado por el gobierno”. (Vergara, 2009, p. 23).
En mi opinión la libertad es un obsequio personal, que tiene un contexto histórico y que
nos da las riendas para actuar o no. La concepción preestablecida de las normas que
nos dominan son la clave para actuar con restricción y una moderada libertad, o actuar
con libre albedrío, que, en mi concepto, tiene principios de desinformación e
incoherencia. No puedo determinar si la naturaleza de nosotros como seres humanos
es ser colectivos o individualistas, pero si me atrevería a afirmar que la razón de
nuestro actuar se debe a las características de nuestra sociedad, que es producto de la
construcción de periodos históricos y la sencilla razón que el ser humano por más que
idee reglas o normas, su sentido dual siempre lo llevara a cuestionarse, adicionándole
su conocimiento sobre el bien y el mal he ahí cuando este determinara como debe
actuar.
De hecho, el individualismo es una postura que afirma que “el carácter y naturaleza de
los hombres está determinado por su existencia en la sociedad" (ibíd.).
La libertad a su vez constituye conocimiento, una vez obtenido el conocimiento se
puede llegar a una verdad certera y esa verdad constituye el poder que obtendremos
como individuos, ya que la verdad nos hará libre, Juan (8:31-38). El hecho de que
estamos dotados de abundante libertad y tenemos derechos que nos respaldan nos
abre un amplio margen de posibilidades para actuar a nuestro favor. “Cada hombre
tiene la propiedad de su propia persona. Nadie, fuera de él mismo, tiene derecho sobre
ella" Locke (1980), citado por Jorge Vergara Estévez.

Este mismo afirmo algo muy claro y es que Dios nos creó como almas errantes,
destinadas a labrar nuestro destino, muy distinto al libre albedrío. Platón (trad. en 1865)
menciona la historia de Giges, un pastor que tras descubrir un anillo mágico, que al
darle la vuelta, le volvía invisible, lo usó para seducir a la reina y, con ayuda de ella,
matar al rey, para apoderarse de su reino. (libro II de La república).
Podemos concluir en base a este aparte que el ser humano por muy noble que sea su
naturaleza, si se le muestra una realidad distorsionada que le es desconocida pero
asombrosa porque le proporciona un ideal utópico, que lo beneficia solo a él, este,
perderá la noción critica de actuar y no pensara como razonante que busque beneficiar
la sociedad, sino que buscara un medio para saciarse a sí mismo.
Esto se convertiría en un individualismo más irreflexivo, de hecho, considero que el
individualismo es válido, y bastante relevante, pero viéndolo desde el punto de vista de
enfocarte en ti para identificar tus fallas como individuo, mejorar tu realidad desde la
meditación y cambiar la sociedad, pienso que esto es algo inocuo y fundamental.
La introspección es uno de los procesos más sanadadores que podemos hacer y una
vez logremos eso, cambiaremos totalmente nuestro mundo, estaremos más
comprometidos con el ejercicio de opinar y sobretodo de aceptar y respetar a las
demás personas.
Hagamos esto y practicaremos mejor el ejercicio de ser una “sociedad”. Si nos
comprometemos y practicamos bien el ejercicio de la democracia, si aceptamos de
manera respetuosa y asertiva las opiniones de los demás, habrá equidad, ya que, tal
como lo expresa Aristóteles (trad. En 1180): “Si los ciudadanos practicasen entre si la
amistad, no tendrían necesidad de la justicia” (p. 15).
Vivimos en una era desenfrenada, saturada y consumista, he escuchado muchas veces
personas decir: es mejor una persona buena a una persona que sea inteligente pero
mala persona, sin embargo, aquella persona que tenga la capacidad de razonar, sabrá
que el actuar de forma correcta conducirá a la armonía y buena convivencia, aquí es
cuando hablamos de la dimensión ética. Por otro lado
hablar de moral es un tema bastante polémico, por ejemplo, en nuestro país, es
escasamente visto que se realice énfasis en la moral o el comportamiento, de hecho,
diría yo que es uno de los factores considerados menos relevantes.
Según Solzhenitsin (1974), nuestro mayor error como democracia occidental, es la
ausencia de una instrucción de la ética, solo predomina la lucha de clases, la
preponderancia de la obtención de bienes y el incesante egoísmo, razón. Que justifica
nuestro declive y la categorización de países tercermundistas.
Desde que somos niños, se nos enseña sobre nuestro comportamiento y su incidencia
en nuestros semejantes, las concepciones del comportamiento varían de acuerdo al
contexto, por ejemplo, en múltiples ocasiones he escuchado decir a mi abuela de 92
años: “esto en mi época no era así, los tiempos cambian”; efectivamente mi abuela
tiene la razón, los tiempos si cambian y la concepción de moral también.
Esos cambios son producidos por la época en la que estamos, existen ciertas
situaciones que nos engloban y definen nuestro margen de comportamiento, aquí es
donde hablamos de la dimensión ética.
Haremos énfasis en la diferencia entre ética y moral, cuando hablábamos de la
dimensión sociopolítica y mencionábamos el tema de la libertad, decíamos que este
era ejercido por la moral, entonces, lo que entenderíamos por moral serian todos
aquellos preceptos que vienen de generación en generación y proponen una
generalidad para nuestro comportamiento, sin embargo, cuando hablamos de ética, ya
nos referimos a un aspecto más filosófico y reflexivo, la ética constituiría la razón
desde la percepción de cada uno.
Por ejemplo, en el ámbito personal, ya se tiene preestablecido que moralmente es
incorrecto que robemos algo, yo eso sé que está mal, pero si yo lo hago, quiere decir
que no tengo ética personal. La moral debería ser vista desde el raciocinio
introspectivo, pero esta se ha constituido en una dispersión de ideales que a fin de
cuentas solo son motor para la aceptación.
“La conciencia que nuestra época tiene de la moralidad no es unitaria. A través de ella
se expresan valoraciones diversas, que, en ocasiones, parecen rayar en la disparidad y
situar al ético en las puertas del relativismo”. (Cortina, 1986, p. 21).
Teniendo claro los conceptos de ética y moral, es momento de preguntarnos ¿Por qué
usar la moral?, la clave está en discernir y hacerle un seguimiento lógico a nuestras
acciones para seguir la moral, solo en caso que este correcta y no atente con nosotros
o con la sociedad, y así mejoremos nuestra ética.
El objetivo de la ética estriba en hallar, si la hay, una razón suficiente de la forma moral.
(Cortina, 1986, p.33).
Nuestro carácter y personalidad se forja esencialmente en la niñez, y es en la
adolescencia donde empiezan a florecer en el campo de nuestra vida, aquellas semillas
que darán sus frutos en la adultez. La dimensión afectiva viene en juego.
En nuestra era contemporánea, se han creado diversas estrategias para medir los
niveles de “inteligencia”, y estos vienen dados por cantidades numéricas, los famosos
IQ que determinan “que tan genio eres”. La realidad a la que estamos inmersos es en
gran medida excluyente, no fue hace menos de unos años que la importancia de la
inteligencia emocional ha tomado el lugar que merece.
Nuestro rendimiento en cualquier actividad depende de ciertos procesos que en
conjunto permiten nuestra efectividad. Aunque las personas consideren más importante
la parte lógica activa, nuestras emociones están estrechamente ligadas con la parte
cognitiva. Cada acción o decisión que tomamos viene regulada por interacción de
nuestras neuronas, sistemas endocrinos, en ocasiones estos juegan tanto un papel tan
sustancial en nuestras emociones, que pienso que sería primordial que nos demos un
cuidado general, desde nuestra alimentación hasta como nos estamos relacionando
intra e interpersonalmente.
En una era de atajos, el tiempo va a mayor velocidad y nuestras emociones se dejan
de lado, quisiera hacer énfasis en la vitalidad que juega esta dimensión, porque es en
nuestras emociones donde radica la razón de nuestro comportamiento y reflejo ante la
sociedad, puede ser analizada desde un punto de vista biológico, es decir mediatizado
por la bioquímica de nuestro cuerpo, pero a su vez por factores externos que
deberíamos darle mayor atención, desde un punto de vista psicológico.
La dimensión afectiva hace referencia a el conjunto de posibilidades del ser humano
para relacionarse consigo mismo, con los demás y con el entorno, con base en el
afecto, que es la energía y motor del desarrollo humano.
Según Gardner (1993), las formas de inteligencia emocional deberían ser consideradas
como primarias y deberían ser los principales conceptos para determinar la inteligencia.
El conocernos, perseverar y actuar con discernimiento es la clave para el triunfo y
mejorar como individuos y como sociedad, es importante tener presente que se puede
aprender a manejar nuestras emociones.
Por eso recalco que es indispensable estudiarnos, sé que este puede resultar en el
arte más complejo de hacer, pero es el primer paso para el cambio.
Se dice que: en pacientes que han sufrido accidentes o enfermedades, “la falta de
participación emocional en el enjuiciamiento de las situaciones lleva a decisiones
incorrectas, y que la carencia de emociones puede socavar el sentido común de las
personas” (Doris Martin& Karin Koeck,2003, p.36).
Cuando tomemos conciencia haremos que esta dimensión se convierta en el pilar de
nuestra vida cotidiana, cuidemos la mente, pero también cuidemos el contenido que
ingresamos a ella.
Nuestras emociones son esas flores que nos darán la posibilidad de llenar el jardín y
hacerlo prospero, no hagamos que el campo este seco y no exista una sola flor para
apreciar.

Si hablamos con nuestros abuelos y le preguntamos cómo era el sistema de


enseñanza antes, probablemente nos contesten diciendo que antes era más metódico,
la educación ha cambiado, pienso que es mucho mejor el sistema actual empleado.
Antes, una persona “inteligente”, era una persona hasta cierto punto alfabetizada y con
el dominio de codificar letras y escribir, no tenía la necesidad de ilustrarse demasiado,
porque si sus estudios llegaban hasta la primaria era socialmente aceptado.
Como todo, los tiempos van variando y la sociedad fue creciendo y se fue haciendo
indispensable contar con individuos competentes capaces de transformar
positivamente nuestra realidad.
Se le denomina a la dimensión cognitiva como el conjunto de potencialidades del ser
humano que le permiten entender, aprender, construir y vivir en su realidad.
Según Roberto Colom &Carmen Flores Mendoza “los factores para definir la
inteligencia o los procesos cognitivos son: la memoria, la velocidad del procesamiento y
la simplificación”. (2001, p. 45).
Teniendo claro esto, ¿porque algunas personas desarrollan más estas capacidades
que otras?, esto depende de la retención de cada individuo, nuestros procesos lógicos
dependen de la destreza para simplificar las cosas, así es, simplificar, como un
rompecabezas que se debe armar, solo hace falta encontrar las piezas claves.
La inteligencia ha tenido concepciones altas y muchas veces estas tienden a herir
susceptibilidades, muchas veces no es necesario tener las mejores calificaciones para
definir tu grado de inteligencia, es la manera en como empleas esos factores que
inciden en tu inteligencia como totalidad y la manera en como los manejas para
solucionar un problema o situación a la que te enfrentes.
Esta dimensión va de la mano con la dimensión afectiva y en ocasiones el mal manejo
de nuestras emociones afecta nuestro raciocinio y no saber cómo emplear nuestros
desarrollos cognitivos nos conducen a tomar una decisión errónea.
Nuestra sinapsis entre dendritas, es la velocidad del procesamiento, y eso varía en
cada individuo, la forma en que percibimos la realidad es un código escrito en un papiro
de antaño que desde que estamos en el vientre de nuestra madre estaba plasmado. El
desarrollo de esta dimensión es gracias a la estimulación, esto desarrolla un sistema de
defensa y atención, que el feto en el vientre experimentara.
Nuestra forma de idear estrategias o descodificar es producto de los estímulos, de
nuestro contexto o realidad, todos estos elementos reúnen la cualidad de inteligencia.
En mi concepto, resulta mejor ser sabio, ya que, al reunir experiencias, estas utilizando
la memoria, al archivarlas las procesas para convertirlas en emociones y luego la
simplificas cuando se te avecina una situación similar.
Por eso es necesario que tengamos un control y usemos siempre la razón equilibrada,
no la razón mal entendida definida como la exclusión total del lado emotivo atrofiando
nuestra capacidad sensitiva y afectiva, es mejor no llegar al extremismo.
Los hombres hablaban una sola lengua, pero cuando la codicia invadió sus corazones,
desearon construir un edificio que llegara al cielo y de esta manera el SEÑOR los
dispersó desde allí por toda la tierra, y por lo tanto dejaron de construir la ciudad. Por
eso a la ciudad se le llamó Babel, porque fue allí donde el SEÑOR confundió el idioma
de toda la gente de la tierra, y de donde los dispersó por todo el mundo. Génesis (11,1-
19).
Lo más admirable del ser humano es su habilidad para comunicarse, proceso que
gracias a la dimensión cognitiva podemos ejercer.
La comunicación ha cambiado, en la globalidad de nuestro siglo es más sencillo
compartir gustos por medio de portales como las redes sociales, lo único que extraño
de la comunicación en épocas antañas es el tacto que ya no existe.
Es importante la comunicación para mejorar nuestras relaciones interpersonales, una
vez comprendemos la forma de transmitir nuestras ideas, será más efectiva la forma de
comunicarnos.
Pienso que la razón por la que estamos tan fragmentados en distintos idiomas es
debido a que debemos hacer algo a lo largo de nuestras vidas que nos cuesta trabajo
hacer, entender al otro.
Así es, entender al otro, veámoslo de esta forma, cuando aprendemos un nuevo idioma
nos estamos adecuando no solo al saber expresar ideas, sino también a tomar el
contexto del idioma desde sus periodos históricos, tenemos la oportunidad de conocer
su cultura, incluso, hasta aprendemos parte de su filosofía de vida y comportamientos.
La forma en que los antiguos imperios se destruían era debido a la falta de
comunicación, pues claro es más sencillo hablar con espadas que con palabras ¿no?
En nuestra vida cotidiana sufrimos de conflictos por el hecho de no tener un manejo de
nuestra lengua, es aquí donde entra la dimensión comunicativa.
Cuando en la antigua Grecia, se respiraba un aire de intelectualidad y poder, y los
grandes pensadores hacían sus asambleas, el poder más grande de convencimiento
que poseían era la palabra.
El poder de la palabra es inmenso, y hemos podido evidenciar como en el transcurso
de la historia, múltiples dirigentes han manipulado al pueblo y se han ganado su
respeto por su capacidad de oratoria, entonces podemos decir que esta dimensión
tiene la vil habilidad de la persuasión.
“Quien dispone de los medios de comunicación, de la imagen, de todos los medios que
operan, los diferentes sistemas de signos, dispone de las personas” (Serrano, 1983,
p.17).
Nuestros medios venden ideas interconectadas, dando mal uso de esta dimensión,
persuadiendo a las personas, no exactamente para que piensen de manera crítica y
asertiva, sino desde la manipulación y controlándolas, la lengua es el vehículo para
comportarnos como humanidad y en lugar de dividirnos, buscar la unión antes de
buscar construir torres que fragmenten nuestros pueblos.
El cuerpo se ha constituido en centro de atención y de cuestionamiento, ha sido
apreciado, pero a su vez ha sido denigrado, nuestro cuerpo es la manifestación de
nuestro ser, y en la actualidad representa una fuente de explotación de los medios.
Según Sartre (1953), citado por Castro, García y Rodríguez (2006), “es una necesidad
ontológica para la realidad humana que el Ser esté-ahí. Es decir, en algún específico
lugar en la que su corporalidad se ubica en tiempo y espacio”.
Muchos filósofos, obviaban la existencia del cuerpo, dándole poca importancia, por
ejemplo, Platón en el Gorgias y en el Fedón (trad. En 1983), citado por Castro, García
y Rodríguez (2006b), “el alma de los seres humanos pensantes, como los filó sofos, en
alguna medida desprecian al cuerpo, establece un modelo que dificulta al hombre
aceptarse como un ser carnal”.
Entendemos como dimensión corporal al reconocimiento de la presencia de personas
a partir de su corporalidad, incluyendo también la posibilidad de intervenir en procesos
de formación y desarrollo físico y motor.
El cuerpo puede ser visto desde un punto de vista sociológico, es decir, el cuerpo
también es la unión de factores culturales que permite que se interprete mejor esta
dimensión, convirtiéndola en relativa.
“Las representaciones del cuerpo muestran una intencionalidad y una serie de códigos
en los que éstas se inscriben” Moran Luis (s.f p.144).
A nivel de contexto nuestra interpretación del cuerpo varia, no es lo mismo entender un
cuerpo en una obra de arte que en un lugar donde se vende el cuerpo como juguete
para saciarse sexualmente, la interpretación que le brindaremos será distinta.
A su vez, la posición social también juega un rol delicado en la forma como le damos
una imagen a nuestro cuerpo, de ahí la importancia de entender esta dimensión.
En ella están inmersos valores culturales, juicios y estereotipos: “la posición con
respecto a los medios de producción material se refleja en el hábitus visible de los
miembros de la sociedad” Moran Luis (s.f p.145).
Debemos entender al cuerpo como ese mágico reflector de nuestro ser, aquel que por
medio de la dimensión comunicativa nos podemos comunicar con palabras, pero aquel
que, a su vez, nos brinda el enorme privilegio de usar nuestros sentidos para procesar
e intercambiar información.

En reunión de todo, somos un universo que puede ser explicado desde un gesto, como
una mirada, hasta el cálido sentir de un abrazo. El cuerpo es un templo y la forma en
como lo respetemos y valoremos da mucho que decir de nuestro ser.

Esto no quiere decir que debamos vivir de apariencias, pero también debemos apreciar
nuestra encarnación ya que ahí habitaremos hasta que se nos expire el plazo de vida.
“La vida es solo soportable cuando el cuerpo y el alma viven en perfecta armonía,
existe un equilibrio natural entre ambos y se respetan recíprocamente” Herbert
Lawrence (s.f).

Como sociedad nos hemos edificado bajo los principios de la apariencia, mediatizada a
partir de las grandes edificaciones y las cosmopolitas elitistas, desde la antigüedad
hasta nuestros días hemos moldeado una esfera enorme sobre que puede ser
percibido como bello o no, y bajo esa premisa, hemos concebido distintas percepciones
que han variado en el transcurso del periodo histórico.
A partir de la estética tenemos el privilegio de conocer la experiencia y vivencia de un
autor determinado o incluso de una población en específico, la estética es
enriquecedora y bajo sus principios filosóficos es capaz de trascender un poco más de
lo que puede ser visible para nosotros.
Una de nuestras tristes realidades es que en la actualidad hemos perdido la
sensibilidad, y no me refiero a sensibilidad por susceptibilidad, porque de hecho se nos
ha nombrado como: “generación débil”, sino por el hecho de que la gran incidencia de
nuestros acelerados ritmos de trabajo nos ha convertido en esclavos y la indiferencia
es nuestro mayor apego debido a que nuestra misma era llena de tecnología y
facilidades nos acomodó en un confort absoluto y ya no somos capaces de apreciar
aquellas simplezas de la naturaleza, sabemos leer posts en las redes, pero no
comprendemos una pintura abstracta.
La dimensión estética es la rama de la filosofía que tiene por objeto el estudio de la
esencia y la percepción de la belleza. En mi opinión, la estética es el conjunto de
procesos que derivan de una compresión uniforme de aquello que apreciamos con
nuestros sentidos, palpamos, vemos, escuchamos y olemos y se constituyen en un
valor determinante de acuerdo a nuestras experiencias. Lo más característico de esta
dimensión es que por más que nuestra sociedad intente imponer sellos, siempre va a
existir variedades de opiniones, para mi algo que es hermoso puede ser desagradable
para ti. Es muy interesante estudiar la percepción de belleza que tienen los animales,
me llama sutilmente la atención el hecho que ellos son seres migratorios en este
mundo y no necesitan crear estándares o categorías de lo que es bello o no, en
definitiva, la belleza de estos seres reside en sus almas, porque en ellos hallamos el
más claro ejemplo de belleza.
La percepción de la belleza cobra sentido de acuerdo al espacio histórico, por ejemplo,
en la antigua Grecia las mujeres usaban peinados característicos y eso presentado en
sociedad era muestra de belleza, en la actualidad la situación es distinta, poner en
discusión los patrones de la actualidad es algo excluyente, pienso que en la variedad
existe la plenitud, es mejor tener semillas de variedades de frutos, que en cada lugar
encontremos un árbol del mismo fruto.
El hombre en sus inicios debía recrear todo aquello que era visto por sus ojos, gracias
a esta dimensión podemos recrear un espacio de la historia, gracias a que el hombre
documenta sus experiencias y luego fabrica un juicio a partir de lo vivido, con el tiempo
el hombre ha conocido la forma más clara de ilustrar a partir de la estética. Según,
Raymond Bayer (1961) los antiguos artistas prehistóricos, obedecían a ciertas normas
dictadas por la concepción de las representaciones que ellos observaban en los
animales y que a su vez presenciaban en ellos mismos, esto era con fines prácticos,
pero también para plasmar una idea de lo bello.
Cada paso, movimiento es producto de las energías, porque vivimos bajo las energías
del cosmos, cada pieza de nuestro cuerpo constituye la unión de la vida orgánica que
perdura en nuestra madre naturaleza desde siglos, y descubrir la fuerza que nos
enlaza es la razón de nuestra implacable búsqueda.
Somos más que la manifestación del espíritu hecho carne, a pesar de que no nacemos
con el libro de nuestra vida, sin duda alguna, mientras labramos nuestro camino, vamos
conociendo cual es nuestro propósito en la vida.
La justificación más clara por la que siempre es fundamental acudir a esta dimensión,
la cual nos dice que existe una realidad aún mayor a la nuestra, que lleva a buscar a
través de un camino interior la esencia de nuestro ser y existencia para descubrir el
significado de la vida, la conexión con las otras personas, es debido a que el ser
humano Constantemente se siente vacío, y la única forma de llenar aquel vacío es a
partir de la búsqueda de una fuerza divina, que nos de poder.
Esta dimensión es generalmente asociada con la religión, la cual es un conjunto de
ritos, celebraciones, ideadas por los humanos para mantener la cercanía de las
personas a su búsqueda espiritual, sin embargo, no es el fanatismo religioso lo que nos
dará una proximidad a la plenitud espiritual.
Hay autores que resaltan que La religión lo que hace es:
crear y ofrecer las condiciones necesarias para permitir a todas las
personas y comunidades sumergirse en la realidad divina y alcanzar una
experiencia personal del Espíritu Creador. Lamentablemente muchas de
ellas han enfermado de fundamentalismo y doctrinarismo que dificultan la
experiencia espiritual.
(Boff,2012, p. 36)
Desde un punto de vista más metafísico, nosotros estamos regidos por niveles de
conciencia, y eso lo adquirimos a partir del manejo de nuestra mente, una de las
grandes exponentes de la metafísica, Conny Méndez (1977), dice que cada gesto,
cada acción o palabra es un mandato que se deposita en nuestro subconsciente y
posteriormente matizara nuestra realidad y nuestro actuar en el diario vivir,
Debemos entender la vida, entender a los demás, ser empáticos y respetar nuestra
naturaleza, que es el nido en donde nacimos. Nuestra sociedad está inundada de
soledad y tristeza, es necesario que busquemos nuestra parte espiritual, aquella que
trasciende nuestros sentidos y eriza nuestros poros, aquella que nos hace similares a
la noble naturaleza y que nos vuelve apacibles, aquella que une fronteras, que une
ideas, porque la idea no es confrontarnos por cual ideología es más acertada o no, sino
buscar la paz y la unión como humanidad, aceptando que si existe una fuerza, llamada
con diversos nombres, que es superior a nosotros, y que rige por medio de principios
físicos todas las leyes de la naturaleza, que trae paz a nuestros días y que es la
máxima incógnita que buscamos despejar. El día que estemos unidos y que no
existan diferencias de clase o de ideología que nos separen, ese día seremos una
verdadera humanidad, ese día con la fuerza que reuniremos seremos grandes,
trascenderemos y brillaremos ante la oscuridad de las tinieblas que nos azotan.

El hombre es la reunión de elementos de la naturaleza, es la viva esencia de la


creación de fuerzas invisibles, es una especie que razona, que siente, que necesita de
la compañía del otro, es compleja, es brillante, es única.
Es importante conocer la razón de ser de estas dimensiones, porque su pilar reside en
abrazarnos como especie y darnos la oportunidad de conocernos de manera
trascendental.
Es importante que todos realicemos el ejercicio de valorar cada una de estas
dimensiones, su importancia en nuestro valor histórico y valor actual es indispensable
para comprender nuestra naturaleza.
Al estudiar cada una de las dimensiones se puede concluir que cada una está
conectada, y es clara la dependencia que cada una posee, nunca olvidemos el sentido
de nuestra existencia, siempre busquemos una razón para labrar nuestro camino, una
obra de arte para valorar, una democracia limpia no solo enfocándote en ti mismo, un
cuerpo a quien cuidar, unos principios que defender, sobretodo un alma para cuidar en
todo momento.
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