Está en la página 1de 2

La importancia del dibujo

para diseñadores y comunicadores visuales

A menudo se da por sentado lo esencial y otras veces es cuestionado, sin conseguir una respuesta
contundente: ¿un diseñador debe saber dibujar? Es la pregunta que se encuentra en muchos foros
de internet. ¿Se precisan también otras cuestiones similares (y elementales) como: un escritor
debe saber leer o un físico debe saber matemáticas? Igual que las palabras, igual que el lenguaje
matemático, el dibujo es una forma de abstraer y representar la realidad.

Las habilidades de abstracción y representación, presentes en todos los seres humanos,


dan forma al pensamiento. Son, como apuntó Saussure, padre de la lingüística (aaaa, Saussure):
“el vaso que contiene al agua”. Así, saber conectar conceptos, resolver ecuaciones o representar
con claridad lo que se ve, agudiza y limpia las ideas.

El dibujo es también un puente de procesos: sirve para ejercitar la observación y bocetar


resultados finales de lo que sea: una pintura, una escultura, un logotipo, ropa, artefactos, edificios,
etcétera. Además, es una técnica artística completa en sí misma, con una gran diversidad de
materiales disponibles para usarse: lápices, colores, crayones, pasteles, gises, plumones, tintas.

En este breve ensayo se ahondará en las razones principales por las que el dibujo no sólo
es importante para la labor de los diseñadores y/o comunicadores visuales sino para cualquier ser
humano. O, como en su momento Gianni Rodari (en su Gramática de la fantasía) defendió las
habilidades de expresión escrita: “No para que todos sean artistas, sino para que nadie sea
esclavo” (aaaa, Rodari).

Por supuesto, el vínculo que el dibujo tiene, tanto con la comunicación visual como con el
diseño, no puede ser pasado por alto: el dibujo es el origen de toda expresión visual.

El ser humano es un animal simbólico (AAAA, Eco). Basa su cultura en símbolos, es decir, hace su
experiencia intercambiable a través de formas cargadas de significado. Para que la cultura ocurra,
el ser humano (incluso antes de hablar) transfiere objetos y acontecimientos a ideas (de esos
mismos objetos o acontecimientos) y, después, a un signo que pueda reconocer como tal. Esto
sucede de diferentes formas. Pondré aquí tres ejemplos:

1) Las palabras. La palabra vaso, por ejemplo, refiere a un utensilio de forma cilíndrica que
sirve para contener un líquido. Esta idea, sin embargo, es una idea diferente a la de una
botella o a la de un envase. Y a su vez, contiene una diversidad de vasos en sí misma.
2) La asociación de acontecimientos. La idea de navidad incluye en sí misma varios
significados que, por lo regular, varían de cultura en cultura: a) una fecha (25 de
diciembre, asociada de por sí a un sistema de significación temporal), b) la historia de la
mitología cristiana sobre el nacimiento del hijo de Dios, c) el invierno, d) el árbol de
navidad, e) Santa Clos, y etcétera; mientras, de forma individual, cada persona asocia el
concepto de navidad con experiencias personales que ha tenido en esa época del año.

3) El dibujo. Para poder realizar el dibujo de un caballo, se necesita primero tener la idea de
un caballo y corresponder a la misma con el resultado. Así es que el dibujo puede
realizarse en distintos niveles: abstracto, icónico, figurativo, realista.

---

El dibujo es de un lenguaje sencillo, directo: “una obra privada, que solo guarda relación con
las propias necesidades del artista” (AAAA, Berger). La experiencia del dibujo es íntima. No la
de una obra terminada: la de un descubrimiento. Al dibujar se intenta plasmar algo que en la
mente sucede de cierto modo; en el papel, de otro. Esta insistencia en que la reproducción sea
fidedigna (es decir, que se parezca lo más posible a lo que se quiere reproducir) es la que
produce el encuentro del dibujante con la obra: o mejor aún: del dibujante consigo mismo.

También podría gustarte