El siguiente relato fue contado por un alumno de 5° grado a
su maestra, durante el recreo.
Mi mamá está enferma, tienen que llevarla dos veces al mes
a un doctor que está en la capital del estado. No me quieren decir qué tiene pero yo sé que es algo feo porque mi papá está muy preocupado y una vez lo vi llorar. Cuando se van me dejan en casa de mi tía Gloria y mi primo Alfredo. Mi tía se va a trabajar muy temprano. Cuando regreso de la escuela, mi primo me llama para ver la tele, yo siento un piquete en el estómago. Mi primo se sienta junto a mí en el sillón para ver la tele pero se acerca mucho, yo me empiezo a hacer a un lado hasta quedar en la mera orillita del sillón, pero Alfredo se sigue acercando y comienza a agarrarme la pierna. Mi tía regresa ya muy noche de trabajar. Ya mero voy a cumplir 11 años, de regalo voy a pedir que ya no me dejen en casa de mi tía. Este relato fue contado por una niña de 6° a su maestro durante el descanso.
Estoy en una escuela nueva. Espero que aquí no se burlen de
mis ojos, ni de mi pelo, ni que tengo voz chillona (mi hermana mayor me dice que no haga caso, que mi voz es como la de una sirena bebé que cuando crezca va a cantar muy hermoso). Hasta las niñas que yo creía que eran mis amigas un día se empezaron a burlar y cuando yo les decía algo hacían como que no me oían, como si yo no existiera y así hicieron casi todo el curso. Mis papás decidieron cambiarme de escuela porque un día me escondieron la mochila y ahí llevaba todos mis exámenes y el dinero que me habían regalado en el día del niño, les reclamé a las niñas que eran mis amigas… y todavía me duele un golpe que me dieron en la espalda. Mañana vamos a ir con el doctor. Este relato fue contado por un niño de 3° de primaria a su maestro el lunes por la mañana.
Tengo 8 años. Me gustan mucho las galletas de chocolate con
leche. Tengo dos hermanos mayores. Ellos juegan futbol. A mí me cuesta trabajo el fut porque no veo bien de lejos (le dijo el doctor a mi mamá que tengo algo con un nombre bien chistoso: ¿midía? ¿mitía?), entonces cuando mi papá nos lleva al campo a practicar pases o penaltis, yo prefiero ponerme a jugar otra cosa; pero eso no le gusta a mi papá, se me queda viendo y cuando hace eso ya sé que se me va a acercar, me va a agarrar del brazo, muy fuerte, y me va a llevar al auto. Por eso, siempre que vamos al campo traigo mis luchadores escondidos en los calcetines, así puedo jugar mientras regresa mi papá. Este relato fue contado por una niña de 4° al grupo durante una dinámica de integración.
Cuando empiezan las vacaciones me pongo muy contenta
porque me llevan al pueblo de mi abuela y yo me divierto mucho con ella. Aunque tengo 9 años, mi abuela dice que soy muy lista y que se ríe mucho conmigo (con mi abue, a veces, puedo decir hasta una grosería chiquita). En las mañanas hace café con leche y desayunamos pan dulce y unos huevitos con jamón que sabe que son mis favoritos. Me baño, me pongo los broches para el pelo que ella me guarda en su casa y nos salimos al mercado para comprar la comida y de paso, una nieve de cajeta que es la que más me gusta. Quiero mucho a mi abuela y yo sé que ella me quiere mucho a mí.