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El viento silbaba en aquella terraza, se escuchaba el murmullo de los carros al pasa por la carretera

principal como un recordatorio que no estaba solo, que había alguien allá afuera que llevaba una
vida ajetreada y normal, pero eso no amainaba su sentimiento de exclusión y zozobra, se levantó
de su cama y camino hacia su escritorio, con un resoplo extenso como si con ello liberara toda su
carga se sentó y vio hacia el techo, recordando lo que su psicólogo le había dicho esa misma tarde,
se enderezo dispuesto a avanzar en su recuperación con un tono de optimismo que comenzaba ya
hacer un poco más común en él, vio su cuaderno de notas.

“hay que hacerlo, que puedo perder” pensó

Tomo con la mano derecha su cuaderno ya un poco gastado y remendado con el paso de los días
desde que lo adquirió, como si en la mismísima portada se relatara los intentos que había hecho
por no ceder a la oscuridad que le aquejaba. Tomo su lapicero negro y se dispuso a escribir,
súbitamente como en un viaje en el tiempo su mente fue hacia atrás, emergieron en su memoria
los colores oscuros de aquellos recuerdos de cuando llego a la ciudad hace ya unos años cuando se
dispuso a probar la vida de adulto en un entorno diferente, el desasosiego que sentía en aquella
ocasión de nuevo se hizo palpable en su ser, es más atrás pensó, y su mente se remonto a sus
tiernos recuerdos de la infancia, aquella casa donde vivía con sus padres, los aguaceros y los
juegos en aquella piscina improvisada de lodo y ranas, esa imagen le hizo sonreír brevemente
pero abruptamente cual apagón de energía vino a su mente lo que estaba tratando de recordar
una de sus memorias de cuando la oscuridad comenzó a entrar en su cabeza, con avidez escribió.

“Hoy 24 de marzo del 2016 tuve una consulta con el psicólogo, me recomendó que escribiera los
recuerdos que tengo de “el problema” no sabría en dónde empezar le conteste, … “trata dijo” y
por eso intento escribir ahora…

Veamos,

Hace unos 15 años ahora tengo 24 recién cumplidos, cuando iba a la escuela estaría yo en cuarto
primaria cuando hablaba con dos viejos conocidos, Marco y Jaime, Marco relataba una anécdota
de cómo había besado a alguien, no sé si en realidad existiese aquella niña pero embelesados
escuchamos la historia mientras el daba los detalles de aquella gran hazaña, de cómo tocaba aquí
y allá recuerdo que sentí la inocente curiosidad de experimentar esa humedad que él sintió entre
sus dedos.

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