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Jean-Claude Milner

La obra clara
Lacan, la ciencia, la filosofía

BORDES MANANTIAL
JEAN-CLAUDE MILNER

La obra clara
Lacan, la ciencia, la filosofía

Traducción de Diana Rabinovich

MANANTIAL
Título original: L '<Euvre claire.
Lacan, Ja science, Ja philosophie
© Éditions du Seuil, febrero de 1995
Índice

Diseño de tapa: Estudio R

Introducción......................................................................... 7

CAPÍTULO l. Consideraciones sobre una obra.................. 13

CAPÍTULO II. El doctrinal de ciencia ...... ......... ................ .. 35


1. La ecuación de los sujetos y la ciencia 35
2. La teoría de lo moderno ......... ......... .......... .......... .. ....... . 39
3. La estilística historicista 45
4. La episteme antigua 48
Impreso en la Argentina 5. Que el historicismo no es necesario .. .. ................. ..... ... . 56
Hecho el depósito que marca Ja ley 11.723 6. Literalidad y contingencia 63

© Abril de 1996, Ediciones Manantial SRL CAPÍTULO III. El primer clasicismo lacaniano ................ . 81
Av. de Mayo 1365, 6° P. l. El lenguaje del corte 81
(1085) Buenos Aires, Argentina 2. El paradigma de la estructura 95
Tel. 383-7350 383-6059 3. Lo serio de la estructura 105
FAX. 813-7879 4. Hacia una lectura trascendental 112

CAPÍTULO IV. El segundo clasicismo lacaniano 123


l. Las inestabilidades del primer clasicismo ....... ... .......... . 123
ISBN 950-9515-98-1 2. El materna .................................................................... . 129
3. La matemática .............................................................. . 138
4. La visibilidad de lo literal... ......................................... . 147
5. La antifilosofía 153
Derechos reservados
Prohibida su reproducción total o parcial
CAPÍTULO v. La desconstrucción ...................................... . 167
Introducción

No me propongo esclarecer el pensamiento de Lacan. No


tengo ni la autoridad ni la calificación para ello. Además, el
proyecto de una tal dilucidación no parece especialmente ur-
gente. Lacan es, como él mismo lo dice, un autor cristalino.
Basta leerlo con atención. Tales lecturas exigen ser guiadas, lo
creo de buen grado, pero hay para ello instituciones serias y
textos excelentes. A decir verdad, la bibliografía lacaniana se
distingue por la cantidad y calidad de sus títulos. Si se conside-
ran las necesidades presentes, los comentarios de los que hoy
se dispone son ya perfectos. Con la salvedad de que los mejo-
res no son ni los más accesibles ni los más conocidos.
Es verdad que un Lacan según el orden de las razones no
existe. Fueron necesarios dos siglos para que Descartes fuera
expuesto de acuerdo con los principios que él mismo había for-
mulado. Kant requiere en cada período relecturas atentas; por
más encorsetada que fuese la forma escolástica que le legó
Wolf, ella no impidió los desvíos. Se puede suponer, por lo tan-
to, que algún día, quizá cercano, habrá que retomar a Lacan,
como Lacan mismo debió retomar a Freud. El error de lectura
es aquí previsible y, sin duda, necesario; forma parte de la se-
riedad de los destinos. Además hay que darle tiempo para des-
plegarse. En Francia, en todo caso, faltó tiempo (no diré lo
mismo de las Américas, pero no escribo para ellas).
No es oportuno, por ende, dar una presentación de Lacan
8 LA OBRA CLARA INTRODUCCIÓN 9

que lo capte en su lógica interna -ya sea ésta de hecho consis- cuestión de la ciencia fuese decisiva -al punto que se ha de
tente o no- y lo exponga de manera tan completa que se corri- volver a ella de manera repetida- y cual si fuese suficiente-
jan eventuales contrasentidos. Mi designio es harto diferente: mente ajena, empero, a lo esencial, como para que un garante
no esclarecer el pensamiento de Lacan ni rectificar lo dicho externo -Koyré, principalmente- sea suficiente. De manera
sobre él, sino hacer que se constate claramente que hay pensa- comparable, el paradigma de la lingüística estructural revistió
miento en Lacan. Pensamiento; es decir algo cuya existencia la importancia que se conoce y, no obstante, en ningún mo-
se impone a quien no lo pensó. mento llega uno a persuadirse de que Lacan haya frecuentado
Los servidores de la exactitud y la claridad suponen dada los trabajos propios de esta disciplina: como si su mera y sim-
esta existencia. Tienen razón. Suponen también que el mejor ple existencia fuese suficiente, glacis exterior que cierra y
método es, para ellos, esclarecer a Lacan por Lacan; tienen protege los espacios por conquistar.
nuevamente razón. Cualesquiera que sean las obras, las dilu- Ahora bien, sostengo que hay un buen uso de la exteriori-
cidaciones más irreprochables obedecen a dicho principio. Sin dad. Lacan mismo la puso en práctica; es legítimo ponerla en
embargo, cuando la existencia no se da por supuesta, hay que práctica en lo que le atañe.
proceder de otra manera. La doctrina lacaniana de la ciencia deriva de Koyré, al que
El único soporte que da fe de la existencia de un pensa- utiliza empero para fines que le son ajenos. Debido a ello,
miento son las proposiciones. Decir que hay pensamiento en manifiesta propiedades de la doctrina de Koyré que a veces
Lacan es decir, por ende, que existen en él proposiciones. Pe- permanecían en estado latente en los textos de referencia. De
ro nada existe si no tiene propiedades. Y nada tiene propieda- igual manera, Lacan hace surgir propiedades de la doctrina
des si éstas no son, parcialmente al menos, independientes del estructural, en la medida exacta en que se mantiene, respecto
medio. Hay que establecer que existen en Lacan proposicio- de ella, en una paradójica posición de inclusión externa. Si,
nes suficientemente sólidas como para ser extraídas de su pro- por el contrario, se parte de la doctrina de la ciencia y de la
pio campo, para soportar cambios de posición y modificacio- estructura, haciendo el esfuerzo de desplegar por sí mismas
nes del espacio discursivo. Sin embargo, no es necesario ser sus tesis discriminantes, su exterioridad permite violentar el
exhaustivo; basta con que algunas propiedades de ese tipo lugar natural de las proposiciones lacanianas; aparecen de esta
sean reconocidas para algunas proposiciones. Así caracteriza- manera propiedades objetivas y cuasi materiales.
do, el programa se define en exterioridad y en incompletud. Para darse de cabeza contra la pared no es necesario, decía
Intento tan sólo restituir ciertas articulaciones; intento ade- Lacan, conocer el plano de la casa. Digamos más aún: para en-
más no reinsertarlas en un dispositivo de conjunto que preten- contrar los muros allí donde están, más vale no conocer el pla-
diese descubrir la construcción general de la obra (se verá en no o, si por ventura se lo conoce, más vale no tomarlo en cuen-
qué sentido la palabra «obra» puede entenderse aquí). Me ve- ta. Hay dos maneras de reconocer la figura de un objeto. Se
ré llevado, por ejemplo, a otorgar cierta importancia a la cues- puede partir del interior de ese objeto y, por una ley o compo-
~ión de la ciencia. Se sabe que Lacan la abordó con alguna in- sición de leyes, generar sus contornos. De este modo procede
sistencia; sin embargo, no es cierto que a partir de ella pueda el geómetra, trazando un círculo; de este modo procede el lin-
deducirse, en su detalle, el conjunto de los conceptos funda- güista, construyendo una gramática. También se puede partir
mentales del psicoanálisis. Además, acerca de esta cuestión, de los lados y del exterior; tomar en cuenta la presencia de
Lacan no cesa de no autorizarse por sí mismo. Como si la cuerpos vecinos; establecer el modo como esos cuerpos, por
10 LA OBRA CLARA INTRODUCCIÓN 11

su disposición lateral, determinan la forma de un espacio en ser percibido. Ni temor ni esperanza. Ni admiración ni desdén
el que se aloja el objeto. De esa manera proceden los ríos y ni indiferencia. Ni memoria ni olvido. No creí adecuado dar
las ciudades, materialmente organizados por los obstáculos a entender lo que pienso personalmente de Lacan o, gracias a
que los rodean y los ignoran. Se ha elegido aquí la segunda Lacan, de la coyuntura que lo incluye y que él esclarece. Ha-
vía; describir algunos relieves exteriores con los que tropezó bía que adoptar el punto de vista de la corriente de agua, que
el discurso lacaniano y que este discurso contorneó, erosionó, hace existir al paisaje. No es, necesariamente, que no piense
no sin recibir su forma y no sin conferirles una. Se puede lla- nada sobre las cosas de las que hablo -me explayé al respecto
mar a esto un materialismo discursivo. en otras circunstancias-, pero un pensamiento personal no ten-
Después de todo, de este modo se legitiman, efectivamen- dría aquí ninguna pertinencia.
te, las técnicas de lectura tan características de Freud o de La- Suponiendo que alguna vez tenga alguna. En efecto, estoy
can. Desplazar los acentos para que se escuche mejor lo real cada vez más convencido de que el pensamiento es cosa de-
de la matriz rítmica. Romper los vínculos visibles a fin de re- masiado seria como para dejársela a las personas, salvo a títu-
velar mejor los vínculos reales. Hacer que se desvanezcan las lo excepcional. Lacan, sin duda, es una de esas excepciones;
significaciones articuladas y completas, para hacer que emer- hay algunas otras; por definición, sólo valen por su rareza. En
ja el sentido, siempre lacunar. todo caso, dispensan a quienes hablan del pensamiento, de
Aún un detalle: no se requiere exhaustividad. Admitida la exigir para sí la más mínima excepción. Si ha de haber pensa-
exterioridad del punto de vista, se estimará satisfecho el ma- miento en el curso corriente del mundo, considero que es una
terialismo discursivo y ejecutado su programa, siempre y máxima ética aceptable actuar de manera tal que haya lo más
cuando hayan sido halladas algunas propiedades de algunas posible. Lo que implica también que su existencia se imponga
proposiciones. No ha de causar asombro, por ende, que se di- al mayor número posible de seres pensantes. Tal es, a decir
gan pocas cosas acerca de puntos manifiestamente primordia- verdad, la única justificación que puede darse para que exista
les en lo concerniente a una lógica doctrinal interna. No se algún texto, más bien que ninguno. Con una condición, empe-
abordarán ni el deseo ni el objeto a ni el falo ni, de manera ro: que, salvo excepción, el pensamiento sea únicamente el de
general, nada que legitime la existencia de proposiciones clí- los objetos.
nicas. Si algo falta, empero, ello no será un defecto, y no lo
será sobre todo si lo que falta es indispensable.
La grandeza de todos los materialismos auténticos está en
no ser totalizantes. Que De natura rerum y El Capital estén
inacabados, es obra del azar y, por esta razón, es tributario de
una necesidad sistemática. Su incompletud autoriza a que
también se los trate de manera parcial. A las obras no totali-
zantes les convienen lecturas no totalizantes. Si está permiti-
do comparar grandes cosas con grandes cosas, el Lacan que
propongo se descubrirá confirmado si se descubre tan incom-
pleto como Lucrecio o Marx.
Consecuencia última: ningún compromiso personal ha de
CAPÍTULO I

Consideraciones sobre una obra

Lo que se llama habitualmente la obra de Lacan se presenta


bajo dos formas. Se dispone, por una parte, de los textos escri-
tos por Lacan para ser publicados; se dispone, por otra, de los
seminarios transcriptos y editados por otros que Lacan; algu-
nos de ellos bajo el control directo de Lacan. Los textos ante-
riores a octubre de 1966 han sido reunidos en un volumen titu-
lado Escritos; los textos posteriores más importantes -aunque
no todos- fueron publicados en la revista Scilicet, Considero
que todos los textos escritos para la publicación tienen un esta-
tuto comparable, cualquiera que sea su lugar o su fecha; me
tomaré la libertad de llamarlos a todos en su conjunto: los
Scripta. Alrededor de los seminarios se han suscitado diversas
querellas; por razones de fondo, que aparecerán rápidamente,
me atendré a la edición en curso de publicación en Seuil, cuyo
título es El Seminario, constituyendo cada volumen un libro
de ese conjunto unitario, identificado por un número romano y
un título 1.
Es imposible no interrogarse acerca de la relación entre es-
tas dos masas de textos. Lo que equivale, en verdad, a interro-
garse sobre lo que se llama la obra de Lacan. No sólo sobre lo
que la compone materialmente, sino más radicalmente sobre
lo que autoriza a que se hable de obra a propósito de Lacan.
Hice como si esta pregunta fuese simple. Ahora bien, ella me-
rece un examen atento.
14 LA OBRA CLARA CONSIDERACIONES SOBRE UNA OBRA 15

mas ha de pagarse un precio: renunciar a inscribirse en la cultu-


La noción de obra es moderna. Al menos si se la toma en ra. Se puede entonces hablar de locura; de esta manera ha de
un sentido estricto, como ese principio de unicidad que permi- ;ntenderse la definición de Foucault: la locura como ausencia
te introducir en lo múltiple de la cultura 2 un balance y dife- de obra. Se define así, al mismo tiempo, a la locura como límite
renciaciones. Esta unicidad se centra en torno de un sistema ; xtemo de la cultura. Lo que no significa, evidentemente, que
de nominaciones -el nombre del autor y el título de la obra- la cultura no tenga energía para reabsorber las producciones
que subsumen producciones materiales, texto en particular, de la locura; le basta para ello con reinscribirlas en la forma de
bajo el régimen del Uno. La cuestión de saber si hay uno o obra, pero, en ese mismo instante, el nombre de locura dejará
varios textos es, por lo demás, totalmente secundaria, dado de ser pertinente. Los ejemplos, se sabe, sobreabundan, y el ró-
que es la nominación la que los constituye en Uno: en otras tu lo de art brut no fue inventado con otros fines .
palabras, la obra no es necesariamente un libro, ni siquiera ne-
cesariamente un libro . La obra no es una materia, es una for- Sin embargo, la locura, con su cortejo de sufrimientos y
ma, y es una forma que la cultura organiza. dramas, no es lo único en cuestión. Al revés de lo que podría
. Un marxista consecuente consideraría que la obra es, en el creerse, sectores enteros de los escritos modernos se desplie-
orden del pensamiento, el equivalente de la forma mercancía gan, con toda tranquilidad, al margen de la forma de la obra.
en el orden de las cosas. Así como la riqueza de las socieda- Globalmente, los que dependen de la ciencia y de su paredro,
des en las que reina el modo de producción capitalista se la técnica. En este sentido, en efecto, se debe tomar la creen-
anuncia como una inmensa acumulación de mercancías (se cia recurrente de que ni la ciencia ni la técnica pertenecen a la
habrá reconocido la primera frase del primer libro de El Capi- cultura. Muy lejos de tener que denunciar esto como un pre-
tal), la cultura para los modernos se anuncia como una inmen- juicio de ignorantes o de humanistas (lo que no siempre fue lo
sa acumulación de obras; cada una de ellas cuenta como una, mismo), hay que discernir al respecto una relación estructural:
a través de la garantía que confiere a esa unicidad la asocia- la mutua exclusión de dos sistemas que se definen por esta
ción de un autor (generalmente nombrado, pero el anonimato misma exclusión. Una consecuencia: lo que actúa en la cien-
es una variante admisible) y de un título (generalmente puesto cia no se inscribe en la forma de obra; esa forma, es verdad,
por el autor, aunque no siempre); en el orden de los escritos adviene a veces, pero en un tiempo ulterior, cuando la eficacia
esta asociación es estabilizada por la publicación, que pone de como ciencia cesó. Einstein se constituye en obra sólo en el
manifiesto la homología de la obra y la mercancía: así como instante en que la ciencia considera que, habiéndolo absorbi-
la mercancía sólo existe propuesta para el intercambio, así do, tiene derecho a olvidarlo. Tan sólo entonces la cultura, co-
mismo, en sentido estricto, sólo hay obra una vez publicada. mo fuera-de-ciencia, toma el relevo de la amnesia sistemática
No siempre fue así. Pero, en los tiempos modernos, el dispo- de la ciencia en progreso, como fuera-de-cultura 3 .
sitivo que se acaba de describir prevalece e incluso se extiende, Basta entonces que un moderno se descubra convocado a
mutatis mutandis, a todas las partes de la cultura; las diferentes la vez por la ciencia y por la cultura para que la cuestión de la
artes están sometidas en lo sucesivo a la forma de obra, deter- obra se le plantee y requiera una decisión. Entre ambas, la elec-
minando cada una qué funciona para ella como equivalente de ción fue en ciertas oportunidades crucial. Tal era la opción
la publicación (representación teatral, exposición, salida por te- que se les proponía a los alumnos de Saussure. Es sabido que
levisión, censura, etc.) . Es posible escapar a este dispositivo, se inclinaron por la obra, considerando que la sola recopila-
LA OBRA CLARA CONSIDERACIONES SOBRE UNA OBRA 17
16
ción de los trabajos científicos no bastaría para salvar un luboratorios, y la preferencia otorgada al libro, es decir a la
nombre propio al que se sentían ligados. De allí nació ese «to- forma de obra y a la cultura; de ello, como libro, dará testimo-
do orgánico» llamado Curso de lingüística general, sin que se nio la Traumdeutung. De hecho, la monografía y el libro se
sepa si este título fue concebido como un singular o como un f'u ndan en el mismo paradigma -por ello la primera puede
plural*. El éxito de los editores se marca justamente en el he- «representar» al segundo-, pero, fundándose en el mismo pa-
cho de que el singular se impuso para todos (se dice el Cur- radigma, se oponen mutuamente, como lo harían dos fone-
so); en lo sucesivo hay, en efecto, una obra de Saussure, cons- 1nas. Su oposición repite la de la ciencia y la cultura, en el
tituida por la asociación de un nombre de autor y de un texto, punto de la obra. Freud había partido, ciertamente, a la con-
percibido como unitario; en lo sucesivo, Saussure asume su quista de la ciencia biológica iflectere Superas); con dicho fin
usó el arma de la monografía; pero se lo rechazó o, al menos,
puesto en la cultura4 .
En cuanto a Freud, debió elegir por sí mismo. Se le puede se lo desdeñó. A su estrategia inicial debió sustituir la del li-
atribuir, incluso, una estrategia; todo sucede cual si hubiese bro, pero el libro es aquí tan sólo el testimonio empírico de la
preferido el rodeo por la forma de obra para establecer lo que forma de obra, inscripta en el campo fúnebre de la cultura
la publicación propiamente científica no le permitía. Al res- (Acheronta movebo).
pecto, el sueño de la monografía botánica (L' lnterprétation Se conoce la continuación: la cultura fue suficientemente
des reves, París, PUF, 1967, cap. V, págs. 153 y sgtes.) mere- fuerte como para imponérse a la ciencia y a la técnica médi-
ce ser recordado. «Escribí la monografía de cierta planta. Ese cas. La forma de obra había vencido a la monografía.
libro está delante de mí, paso precisamente una página, etc.». No sin un precio muy caro: el de la «banda salvaje» a la
Las asociaciones giran alrededor de un fracaso: «hice en otro que Freud debió acomodarse; él, que soñaba con el laborato-
tiempo algo así como la monografía de una planta; era un tra- rio, con la honesta colaboración científica, con alumnos fieles
bajo sobre la coca, atrajo la atención de K. Koller sobre las y jubileos. Se sabe también que Freud se dedicó por todos los
propiedades anestésicas de la cocaína. Yo mismo había indi- medios a adecuar el psicoanálisis a la ciencia normal; la con-
cado esa utilización, pero sin profundizar en el tema ... » quista del universo moderno exigía ese tributo. La Internacio-
(ibíd.). Así le llegaron a Koller la gloria y el éxito que el vo- nal fue el medio electivo de esta estrategia.
lumen conmemorativo que Freud acaba de recibir esa misma Que fuese una figura adecuada a la ciencia normal puede
mañana testimonia. Freud piensa entonces con melancolía en ciertamente ser puesto en duda; en muchos aspectos, la ciencia
su propio libro (la Traumdeutung misma) que tarda en termi- normal se distingue precisamente por ser suficientemente ro-
nar: «si pudiera ( ... ] verlo terminado delante de mí» (pág. busta como para no tener necesidad de crear instituciones tales;
155). Finalmente, evoca su propia pasión juvenil por los li- la nitidez de los paradigmas, unida a la red heredada de las uni-
bros: «quería coleccionarlos, tener muchos ... » (pág. 155). versidades medievales y, digámoslo, de la Iglesia, eran sufi-
Interpretación: la monografía y el libro están en conjun- cientes para determinar todo. Más que en la ciencia, a decir ver-
ción-disyunción; el sueño descifra la renuncia a la monogra- dad, la IPA de los siete ani1los 5 hace pensar en los juegos de
fía, es decir a la ciencia normal, en la que existen jubileos y estadio -con sus cinco anillos olímpicos- y en sus imperiosas
federaciones. Sin embargo, se puede asegurar lo siguiente; por
* La palabra cours en francés es válida tanto para el singular como exorbitante que fuese respecto de las buenas costumbres de la
para el plural (n. del t.).
ciencia normal, la Internacional -según Freud al menos- debía
18 LA OBRA CLARA CONSIDERACIONES SOBRE UNA OBRA 19

ocupar el lugar de esas costumbres. Se puede resumir el mapa bli cado y de las heces, se dejan descifrar a esta luz. Que el de-
de la siguiente manera: ni en el psicoanálisis ni en la ciencia secho sea lo mismo que el brillo apropiado para enganchar al
habrá obra, fuera de la de Freud; sólo habrá monografías. deseo es ciertamente decisivo (teoremas del objeto a), pero
Lacan, también, tuvo que elegir. Al final de la Segunda poco importa aquí.
Guerra, la Internacional salía exitosa; el psicoanálisis estaba Ahora bien, Lacan aceptó publicar; es decir que consintió
inscripto en el universo organizacional de la ciencia normal y, ·n la obra, es decir que consintió en la basura. Sus motivos te-
como toda ciencia digna de este nombre en el universo mo- nían que ser graves.
derno, había secretado su propia técnica. ¿Debía consentirse, Sólo las exclusiones de 1963 revisten la gravedad requeri-
pues, con la sola monografía? Se sabe que, más advertido y da. Un vez más la ciencia normal había cerrado sus puertas,
más auténticamente modesto que muchos otros, Lacan dudó. au nque fuese bajo los rasgos de imitadores no confesos; una
A favor del silencio, a veces: «y después de Fontenelle me he vez más había que recurrir a la cultura para romper los sellos;
abandonado al fantasma de tener los puños llenos de verdades una vez más Orfeo debió cantar para cruzar el Aqueronte. A
para cerrarlos mejor sobre ellas» (Acerca de la causalidad · llo responden los Escritos de 1966, es decir el libro, en lo
psíquica, E., pág. 142). A favor también de la revista erudita; que tiene de más clásico.
que fue durante largo tiempo su modelo -La Psychanalyse se Como Freud antes de él, Lacan necesitaba de la cultura pa-
asemeja todo lo posible a la breve y majestuosa empresa de ra hacerse escuchar. Más netamente que Freud, sabía que era
las Recherches philosophiques, con la que Lacan estuvo aso- elegir la vía de lo fúnebre y del desecho. No sólo la lápida que
ciado en los años '30. Ahora bien, este modelo se opone dia- cada libro presenta, con su tapa que lleva, cual un epitafio, el
metralmente al de la obra: toda revista digna de ese nombre se nombre de un individuo, sus títulos (el del texto hace las ve-
funda en la forma monografía. ces de todos los demás), una fecha, un lugar; no sólo el cadá-
Ahora bien, los Escritos se publican en el horizonte de la ver de papel (caro data vermibus), sino lo que no tiene nom~
obra. Lacan había, pues, elegido. Al mismo tiempo, afirmaba bre en ninguna lengua: el libro en tanto que funtor de olvido
que habría al menos una obra más en el psicoanálisis. El gesto (poublier, dice también Lacan*). Más abiertamente aún que
sorprendía tanto más cuanto que iba en contra de un movi- en el caso de Freud, la elección había sido impuesta por la de-
miento propio de Lacan. cisión explícita de una Autoridad 6 .
Lacan desarrolló el tema de la «poubellication». Encubre Lacan tuvo éxito contra la Internacional. Se puede afirmar
una doctrina de la obra: considerar que la publicación depen- que hay, en el psicoanálisis, al menos una obra fuera de la de
de del basurero [poubelle], es considerar que lo publicado de- Freud: la de Lacan. Esto es lo que marca la verdadera victoria
pende del desecho; como sólo hay obr.a publicada, se conclu- de Lacan y la verdadera derrota de la Internacional. No tengo
ye que toda obra, en cuanto tal, depende del desecho. Se que pronunciarme acerca de la cuestión empírica de saber si
reconoce ahí una teoría de la civilización, surgida de Bataille: habrá otras obras. No tengo que pronunciarme acerca de la
pertenecer a la civilización, en oposición al bárbaro que la re- cuestión teórica de saber si una obra puede dejar de serlo. Fal-
húsa o al loco que se exceptúa de ella, es saber tratar la basura ta establecer solamente qué hace obra en Lacan.
y el excremento. La cultura, como elemento de la civílización,
la obra como elemento de la cultura, la publicación como di- * Escritura homofónica de publier, «publicar», que incluye oublier,
mensión de la obra, el papel como soporte electivo de lo pu- «olvidar» (n. del t.).
20 LA OBRA CLARA CONSIDERACIONES SOBRE UNA OBRA 21

obra, en sentido estricto y moderno, permanece vinculada di-


¿Es acaso el conjunto de las publicaciones, Scripta y Semi- ' cctamente a una enseñanza hablada y a un calendario anual
nario tomados en su doble integridad? ¿Es acaso el solo con- l'Xplícitamente publicado? ¿Qué relación hay entre los Scripta
junto de los Scripta, si no incluso el volumen único de los los Seminarios? Si los segundos, pese a su multiplicidad sin
Escritos? ¿Acaso es la sola serie de los seminarios, por el orden visible, eran tributarios de la obra, ¿podían serlo por las
contrario? Bajo ciertas querellas subalternas que se han decla- inismas razones? ¿Si para nada lo eran, qué eran?
rado, se puede de esta manera restituir una pregunta real. Los precedentes más convincentes venían de la Antigüe-
Creí durante largo tiempo que El Seminario de Lacan era dad. Tomados en conjunto, también Platón y Aristóteles ha-
una obra; que era, a decir verdad, la única verdadera obra de bían producido comentarios y escritos tributarios de dos esta-
Lacan. Aprobaba por lo tanto el título general que su editor le lulos diferentes. Documentos antiguos, ciertamente, pero la
había dado -sustantivo singular y artículo definido-; aprobaba filo logía tal como se constituyó en el Renacimiento, y la cul-
que las divisiones fuesen presentadas como «libros» numera- 1ura tal como se constituyó en el siglo XIX, se apoyan, ambas ,
dos y titulados; que las subdivisiones de esos libros no fuesen por principio, en un anacronismo: verdadero o falso, hay que
presentadas como «sesiones» o «lecciones» sino como capítu- actuar como si la Antigüedad fuese también pasible de la for-
los, ellos mismos numerados y dotados de un título; que estos rna de obra. La comparación estaba, pues, autorizada.
capítulos fuesen a su vez subdivididos en partes, también ellas Pero pensar en Platón y Aristóteles es, de inmediato, pen-
numeradas; aprobaba el plan de publicar su texto siguiendo sar en la combinación de dos distinciones: la distinción entre
las reglas más probadas de la filología erasmiana (exhaustivi- 1·nseñanza escrita y enseñanza oral, por una parte; la distin-
dad, precisión, exactitud), pues la filología forma parte de la ;ión entre escritos exotéricos y escritos esotéricos, por otra.
emergencia de la obra: confiere el estatuto de obra a aquello Admitiendo que la relación entre ambas distinciones se esta-
de lo que trata, al menos en la época en que lo trata (de esta blece del siguiente modo: lo exotérico es escrito, lo esotérico
manera Erasmo debe insertar los Evangelios en la forma de l'S oral (eventualmente transcrito).
obra, desde el momento en que los somete a las reglas de la Se sabe que la cuestión de lo esotérico le importaba a La-
filología; es por ello, para Lutero, un impío radical); como ean, quien evoca a menudo la famosa lección sobre el Bien,
contrapartida, la forma de obra requiere de la filología para núc leo de lo que para cierta tradición constituye la enseñanza
asegurar su aprehensión sobre cualquier texto (la obra de un secreta y no escrita de Platón. De igual manera, sentía el más
contemporáneo - Breton, Proust, Attali- estará realizada como vivo interés por la cuestión del Aristóteles perdido 7 , tesis ésta
obra a partir del día en que se hayan planteado y reglado, en que se resume así: la mayor parte de lo que Aristóteles escri-
lo que la concierne, los problemas filológicos clásicos -fecha- hió se ha perdido; esos textos adoptaban, la mayoría de las ve-
jes, establecimiento del texto, clasificación de las variantes, :cs, la forma del diálogo y eran consi<lerados un milagro de la
relevamiento de las imitaciones y préstamos, etc. Tal es la lengua griega; desarrollaban una enseñanza exotérica; lo que
función usual de La Pléiade*). Icemos bajo el nombre de Aristóteles no fue escrito por él y
Quedaba aún el sentimiento de una inadecuación. ¿Qué ·onstituye una transcripción, hecha por sus discípulos, de la
so la enseñanza oral y esotérica. De ello se deduce una oposi-
* Colección especial de la editorial francesa Gallimard destinada a ;ión simple entre Platón y Aristóteles: del primero se conoce
publicar a autores cl ás icos y modernos consagrados (n. del t.). toda la obra escrita exotérica y nada de la obra esotérica (su-
22 LA OBRA CLARA CONSIDERACIONES SOBRE UNA OBRA 23
poniendo que ésta haya existido); del segundo sólo se conoce l'ra, en efecto, respecto de los Scripta, como el texto conser-
la obra esotérica, aparte de algunos fragmentos exotéricos re- vado de Aristóteles respecto del Aristóteles perdido (o la
transmitidos por la tradición manuscrita. lWCntual enseñanza perdida de Platón, respecto del Platón
La oposición, conocida por todos, anuncia en ciertos aspec- l'Onservado): era esotérico, mientras que los Scripta eran exo-
tos lo que distingue a Freud de Lacan: dado que del primero 16ricos. Concluía, por ende, que El Seminario era indispensa-
sólo se tienen escritos, sólo existiría en lo que a él respecta lo ble para la interpretación de los Scripta y, en consecuencia,
exotérico (Las Actas de la Sociedad de Viena, publicadas tar- para la terminación de la obra. Como la publicación de El Se-
díamente, no revelan aparentemente nada demasiado nuevo); minario estaba incompleta, ello significaba que la obra tam-
dado que del segundo no sólo se cuenta con los escritos sino bién lo estaba; su interpretación no podía, por lo tanto, preten-
con una enseñanza oral, se tendrían de él dos enseñanzas: lo der nada definitivo; nada de los Scripta podía esclarecer El
exotérico de los Escritos, lo esotérico del Seminario, cuyo pe- Seminario; sólo El Seminario podía, por derecho, esclarecer
so material no cesa de crecer con el paso de los años. W Seminario y sólo se podían utilizar los Scripta para hacer
conjeturas sobre la parte aún no publicada de El Seminario.
La distinción entre exotérico y esotérico, es cierto, es cual- Al respecto, estaba de acuerdo con el conjunto de los intér-
quier cosa menos clara. Desde un punto de vista descriptivo pretes. Algunos llegaban aún más lejos; no temían dar a enten-
existe acuerdo acerca de lo siguiente: la enseñanza exotérica der que, en tanto escritos, los Scripta eran tributarios de una
de Aristóteles se dirige a quienes están fuera de la filosofía instancia inferior, en comparación con la enseñanza hablada
(exo) y no han elegido (¿todavía?) el modo de vida teórico; la - la famosa Palabra que, desde Sócrates o Jesucristo, hace dis-
enseñanza esotérica se dirige a quienes están en la filosofía cípulos y encierra un tesoro incomparable-. Ésta es la razón
(eso) , y han elegido el modo de vida propio de ella y realiza- ele los comentarios indefinidos sobre las marcas del habla, que
do ya el recorrido que se supone necesario. Respecto del con- se suponían constitutivas del Seminario. A partir de este punto
cepto, en los escritos exotéricos no podría haber nada más se pasa fácilmente a la Presencia y a la figura de un Maestro
completo o más preciso o más claro que en las transcripciones cuya Apología se trata de hacer; cuyo Proceso, cuando no su
esotéricas; al contrario, en las transcripciones esotéricas pue,. Pasión, se trata de conmemorar, y cuyos gestos o dichos me-
de haber algo más completo, más preciso, más claro. Si hay , morables se trata de comunicar.
algo más en los escritos exotéricos respecto de las transcrip- Hoy, después de haber leído atentamente y en varias opor-
ciones esotéricas, ese algo más no podría responder al con- tunidades lo que se ha publicado del Seminario, considero que
cepto sino a otra cosa, cuyo nombre se conoce: la protréptica. me había engañado. Los seminarios de Lacan son exotéricos y
Es decir, ese procedimiento discursivo cuya función es arran- no esotéricos, los Scripta son los esotéricos -en el sentido en
car al sujeto de la doxa para volverlo hacia la theoria. Esto es que lo es el corpus aristotélico-. Los primeros están tejidos de
exactamente lo que Aristóteles, según los antiguos, habría lo- protréptica -alusiones, ornamentos literarios o eruditos, diatri-
grado y llevado a su punto de perfección más alto (cf. W. Jae- bas, desconstrucción de la doxa-; los segundos tienden a des-
ger, Aristóteles, Fondo de Cultura Económica, México, 1984, pojarse de ella. Los primeros buscan capturar al oyente (pro-
cap. IV). También, dicen algunos modernos, constituye la yectado, por la transcripción, a la situación material de lector,
apuesta única de los diálogos de Platón. pero poco importa) en el punto de imaginario donde la coyun-
Admitido todo esto, sostenía yo que El Seminario de Lacan tura del momento lo ubicó; habiéndolo capturado, buscan de-
24 LA OBRA CLARA CONSIDERACIONES SOBRE UNA OBRA 25

salojarlo de ese sitio natural por un movimiento violento que, 1il singular gramatical y el artículo definido del título El
en Lacan, a diferencia de Platón, asume preferentemente la \1·111i11ario no deben ser leídos como las marcas de la obra.
forma de la diatriba, cuando no de la invectiva: diálogos mo- 1>1•signan solamente la unicidad de una institución que se
nologados y descorteses 8 . Los segundos pueden entrañar cier- 11111111uvo, en sitios diversos, a lo largo de los años. Si se pien-
tamente la protréptica, pero lo que tienen de decisivo es indi- 1, empero, en los textos transcritos, el plural sería más ade-
ferente a ella: el lector (que tiene todo por hacer, menos 1 1111do; de este modo, yo hablaría más bien de los seminarios.
proyectarse como oyente ficticio) debe descifrar, eventual- ttw· el contrario, el plural gramatical del nombre Scripta toma
mente entre líneas, una tesis de saber. 1 11 cuenta solamente la dispersión material de los textos; no
Es cierto que los seminarios se dirigen a los analistas y a 1lt·be prejuzgar acerca de la existencia o la inexistencia de la
los analizantes. Se podría, pues, suponerles esa forma de clau- uhra, que depende tan sólo de criterios de pensamiento.
sura interna que caracterizaba a lo esotérico de las escuelas ¿Quién no anhelaría leer el conjunto de los diálogos de
griegas. Sin embargo, el punto es que Lacan estima que sus Aristóteles? De igual manera, la publicación de los seminarios
oyentes no han logrado ocupar su posición en el análisis. La 1 l·v iste una importancia documental incomparable. Sin embar-
finalidad general de cada seminario particular es que el ana- ¡•,o, no es seguro que pueda facilitar el acceso a los Scripta por
lista se ponga por fin en analista y el analizante en analizante, vías protrépticas, pues la protréptica es circunstancial; una vez
que cada uno entre verdaderamente en análisis. Supone un pasadas las circunstancias, puede transformarse en opacidad.
movimiento muy exactamente análogo al que, en la protrépti- 1\sto es lo que sucedió con los diálogos de Platón, que devi-
ca, hace pasar de lo exterior del bios theoretikos (exo) al inte- ni eron oscuros en lo que tienen de exotérico. Por lo tanto, es
rior (eso). En los Scripta, se estima que el movimiento ya se posible que los seminarios oscurezcan los Scripta (así como,
ha realizado. después de todo, la Teodicea es menos clara que la Monadolo-
Existe, pues, en Lacan, al igual que en Aristóteles, lo esoté- Mfa, o los Prolegómenos menos claros que la Crítica de la ra-
rico y lo exotérico: existe también lo escrito y lo hablado. Pero, 6n pura, o la Correspondencia de Flaubert menos clara que
de Lacan a Aristóteles, la relación se entrecruzó y propiamente Un corazón simple, o los Pastiches menos claros que la Bús-
se invirtió: lo esotérico es escrito, lo exotérico es hablado y 7ueda). Nadie cuestionará que en esto mismo puede residir
transcrito. Por lo tanto, cabe concluir: desde el punto de vista una fuente de interés apasionado, pero conviene no equivocar-
del pensamiento, no hay ni habrá nunca en los seminarios nada se acerca de la naturaleza de las cosas.
más que en los Scripta. Pero siempre puede haber algo más en Es cierto que la división entre exotérico y esotérico exige
los Scripta que en los seminarios. Nada en los seminarios pue- ella misma ordenamientos. Supone una repartición clara entre
de modificar la interpretación de los Scripta, todo en los Scrip- los textos. Pero esa repartición se deja restituir con menos ni-
ta es importante para la interpretación de los seminarios. tidez de la que expresé. Para ser exactos, hay que considerar
De ello se sigue una consecuencia inevitable en lo que con- que la línea divisoria recorre los Scripta y los seminarios mis-
cierne a la obra de Lacan. Si dicha obra existe, está entera- mos. En cada uno de los dos conjuntos se puede reconocer la
mente en los Scripta. Ahora bien, por definición, todos los copresencia de ·proposiciones tributarias de la protréptica y de
Scripta han sido publicados. Es decir, la obra existe desde el proposiciones tributarias de la doctrina. Las primeras, a dife-
vamos toda entera en el momento en que escribo, pese a la rencia de Platón y Aristóteles, no asumen la forma del diálo-
publicación inacabada de los seminarios. go9, cosa que se explica fácilmente: la técnica del diálogo se
26 LA OBRA CLARA CONSIDERACIONES SOBRE UNA OBRA 27

perdió, sencillamente porque, en los modernos, toda técnica 1 su inclinación de lengua, hacerle desconfiar de las sucesio-

literaria es obsoleta. Norden (Die antike Kunstprosa, Leipzig, nes lineales y de las disposiciones simétricas, obligarlo al sa-
1898, I, pág. 48) había planteado como teorema que ningún ber que vendrá.
escrito antiguo es un atechnon; la recíproca es verdadera: to- A los excursus incesantes, a las frases complejas que pre-
do escrito· moderno, al menos por ser moderno, es un atech- paran las vías del saber, se anudan las proposiciones tributa-
non. Ello hace que sea siempre único en su género, donde se rias de la transmisibilidad del saber. Son muy diferentes 11 • Su
reencuentra la marca del Uno insustituible, característico de la diferencia salta a la vista cuando Lacan recurre a las escrituras
forma de obra. matemáticas. Pero, ya antes del materna propiamente dicho, la
Ahora bien, Lacan es un moderno. Usa, por lo tanto, libre- proposición transmisible se deja reconocer -señalada por su
mente los poderes del atechnon y de lo insustituible. Semejan- sintaxis (lo más sencilla posible) y por su recurrencia. Es có-
te en esto a André Breton, cuya Nadja constituye el horizonte, modo designarla con el nombre de logion, término tomado de
apenas percibido mas sin embargo determinante, de todo es- la filología de los Evangelios, pero con fines totalmente lai-
crito lacaniano. El atechnon reina, pues, ya se trate de los se- cos.
minarios o de los escritos. Lacan se inclina a dejar de lado Se concluirá, de la existencia de los logia, que Lacan, lec-
hasta el residuo de las technai escolásticas, legado por la tra- lor de Leo Strauss 12 , no practicaba sistemáticamente el arte de
dición universitaria (partes, capítulos, párrafos en tanto que escribir y no exigía las técnicas de lectura que Leo Strauss
distintos de las frases) -no por ignorancia ni por desprecio, si- afirmaba haber restituido. Esas artes y esas técnicas suponen,
no porque no serían pertinentes-. La protréptica asume, en el en efecto (1) que las proposiciones verdaderamente importan-
espacio del párrafo escrito, la forma atécnica de la conversa- tes aparezcan en forma completa muy pocas veces en una
ción erudita, tomada de Macrobio, por intermedio de La Mo- obra (eventualmente nunca); (2) que, por regla general, las
the Le Vayer (citado por ejemplo en Kant con Sade, E. , pág. proposiciones frecuentemente repetidas no lo sean sin cierta
766). Y como esta conversación no puede asumir ya la forma variación, eventualmente ínfima, pero siempre reveladora; (3)
del diálogo, sólo le queda la forma que no lo es: .e l excursus 10 • que las proposiciones repetidas en forma estrictamente idénti-
En el espacio de la frase , la protréptica negativa sólo dispo- ca (cuando existen) se designen por dicho carácter como ine-
ne de los recursos de la acusación y la diatriba para desalojar, senciales o fragmentarias; (4) que el carácter principal de las
en su movimiento violento, a la doxa adormecida de su lugar proposiciones repetidas (con o sin variación) sea casi siempre
de reposo. Aparecen entonces los procedimientos calificados su chatura, su inadecuación grosera respecto de los datos más
habitualmente de «gongorinos». Un mínimo de conocimientos evidentes, cuando no su incoherencia (éstos son los rasgos
basta para percatarse de que nada tienen que ver con Góngora. que han de suscitar la atención y justificar una lectura de «Se-
Desde el estricto punto de vista de la historia de los estilos, se gundo tiempo»); (5) que una obra compuesta de esta manera
trata mucho más de la escritura artista, mantenida viva desde esté tejida mayoritariamente de proposiciones inesenciales,
los Goncourt, en el ámbito confinado del mundo hospitalario, anodinas e ilógicas (en esto reside el enigma que ha de desen-
gracias al cuidado de los médicos cultos, aficionados .a las co- trañarse); (6) que en general toda proposición de una tal obra,
sas bellas (Clérambault, Du Boulbon). Excepto que Lacan la para ser referida a lo importante, coherente y no trivial, deba
utiliza con otros fines; el lexema raro, el semantema inhabi- ser leída como un fragmento por completar; el método consis-
tual, la sintaxis tortuosa han de impedir al lector abandonarse te en conectarla con otras proposiciones de la obra, aparente-
28 LA OBRA CLARA CONSIDERACIONES SOBRE UNA OBRA 29
mente poco compatibles, si no contradictorias, con la proposi- ces, para que la mesa no quede vacía, hay que dividir la
ción estudiada, pero igualmente parciales 13 • 1puesta, fingir que se coincide con Leo Strauss, quien cree só-
Nada de todo esto es verdad de los logia: son a la vez recu - lo en el medio-decir y reserva el logion a Dios. En consecuen-
rrentes, verídicos, esenciales y susceptibles de ser interpreta- l'ia , habrá partidas más modestas, en las que sólo se gana al
dos íntegramente por sí mismos. No son ni anodinos ni incon- 111ultiplicar los intentos.
sistentes ni incompletos. No son enigmáticos. Si le parecen De esta manera, se entrelazarán las frases de estatuto dife-
tales a un lector no cuidadoso, es porque su afirmación está rente: rodeos protrépticos y proposiciones de saber. Pero su
siempre en anticipación del pensamiento (aserción de certi- unudamiento, siendo en sí mismo atécnico, sólo puede reali-
dumbre anticipada). No son estenogramas de pensamientos :w rse de manera inestable; por eso sólo puede ser leído en la
establecidos, sino más bien hologramas de pensamientos por fo rma debilitada de la yuxtaposición (digresión, desvío, esca-
venir; se leen en futuro anterior. Son ellos mismos la fuente pada). Para quien se dedica al saber, lo protréptico se presenta
de su propia luz; la transparencia les llega por un incansable ·omo un tejido conjuntivo, que parasita el hilo de la transmi-
retomar lo idéntico y por una manipulación repetida y cuasi s ibilidad. Para quien se dedica a las conversaciones eruditas,
material -Lacan mismo inicia ese trabajo, a ello se debe la re- re bosantes de atisbos geniales, de indicaciones luminosas, de
currencia-, no por una puesta en conexión. Los logia depen- erudición dominada, de audacias estilísticas, la proposición
den del bien decir. matematizada parecerá opaca y esquelética. Le toca al lector
Es verdad que, por otra parte, Lacan practicó el «medio- demostrar su tacto, tal como Lacan se lo aconsejaba al analis-
decir» (cf. infra, pág 177); esto implica que ciertas proposi- ta, y no confundir la naturaleza de los comentarios.
ciones de saber sólo se dejan leer separadas de lo verdadero y Se comprende entonces la verdadera relación de los Scripta
fragmentadas; también implica que algunas otras -a veces las y los seminarios: los dos conjuntos contienen proposiciones de
mismas- mezclan tesis de saber y procedimientos protrépticos saber y proposiciones protrépticas, pero, desde el punto de vis-
(digresiones, escritura artista). Ni unas ni otras son, pues, lo- ta del saber, nada hay en los seminarios que no esté en los
gia y no hay, en el orden del saber, sólo logia en Lacan. Pero Scripta 15 ; desde el punto de vista de la protréptica y de la con-
el medio-decir mismo está subordinado al bien decir. No es versación erudita, puede haber cosas diferentes en los Scripta
más que una vía de acceso a él. El bien decir (ya sea a través y en los seminarios; si hay algo en los segundos que no se en-
de un lapsus, de una agudeza* o de una expresión feliz), pues, ·uentra en los primeros, ese algo es tributario siempre de la
se juega en una única tirada. Sólo hay logion si hay una tirada conversación erudita, no del saber; pero la inversa no es verda-
ganadora, pero al juego del logion sólo se gana o se pierde ju- dera. En todo caso, quien se interese en el saber siempre tiene
gando una única vezl4. l derecho, pero no el deber, de dejar de lado los seminarios.
Es verdad que el arte del bien decir es difícil; quizá sólo
pueda subsistir a título de mandamiento ético (Télévision, En esta disposición general, la conclusión se .impone: si los
pág. 65**); quizás el medio-decir es el único prudente. A ve- Scripta hacen la obra, y no los seminarios, esto quiere decir
que Lacan se fió enteramente de lo escrito (y no de lo trans-
*Agudeza, Witz, mot d' esprit (n. del t.). crito) para transmitir su doctrina. Un dato no cuenta para na-
** A diferencia de los otros textos, con Télévision y Radiophonie da: la palabra de Lacan. Se rechazará, pues, definitivamente la
no se usó la traducción en castellano (n. del t.). constelación espiritualizante que se anclaba en ella: Palabra,
30 LA OBRA CLARA CONSIDERACIONES SOBRE UNA OBRA 31

Presencia, Maestro, Discípulos, Rememoración. A decir ver- l'an es distinto: se sitúa enteramente en un universo donde la
dad, toda la doctrina del materna estará hecha para oponerse a re lación de la verdad con lo escrito ya no es problemática. Es
una tal puesta en escena (cf. infra, cap. IV). Sólo la mitifica- cierto que él la reproblematizó -en el psicoanálisis freudiano ,
ción de un dato en bruto suscitó el teatro sacramental: Lacan la Verdad habla, no escribe-, pero el movimiento, en su punto
enseñó oralmente. tic partida y en ·su término, supone justamente la inversa de
Pero, ¿quién no lo hizo desde que la Universidad devino la Platón.
institución de acogida de toda doctrina? Es verdad que Lacan Lo cual, obviamente, no significa que lo escrito, como tal,
habló como pocos de sus contemporáneos, pero podría decirse NC sitúe necesariamente en la forma del libro; se sabe que al
lo mismo de algunos otros. No tendré la crueldad de recordar l'Cspecto Lacan estuvo, primero por coerción, luego por elec-
las disquisiciones elegíacas de Alain sobre la palabra viviente ;ión, fuera del libro; compartió este rasgo con otros: André
de Lagneau o las de C. M. Des Granges sobre la de Brunetie- Hreton -Nadja, dijimos, es una obra, en tanto que es un atech-
re. Que se escuchen en las transcripciones algunas singulari- 11on, ¿pero es acaso un libro?- o Jakobson. Como ellos, y a
dades provenientes de lo oral ¿qué tiene de sorprendente y diferencia de Freud, hizo surgir la obra en un lugar de fractura
que se necesite subrayar tanto? A decir verdad, el hecho de l'. ntre forma larga y forma breve, entre alocución permitida y
que Lacan haya tenido una enseñanza oral es más bien lo que llocución refrenada. Pero esto no afecta el punto: leer a Lacan
lo confundiría con el universitario usual y no lo que lo distin- ·s leer lo que está escrito y, singularmente, los Scripta, de-
guiría de él; Sartre, por haberse mantenido tanto tiempo a dis- sembarazándolos de las oscuridades que arroja ocasionalmen-
tancia de toda palabra pública de transmisión es, al respecto, l c en ellos el hablar protréptico.
infinitamente más sorprendente.
Como máximo, se podría convenir que entre escrito y ha-
blado Lacan mantuvo una disyunción que los universitarios NOTAS
supuestamente no se autorizan. Se cuenta que Dumézil había
1. Las referencias se indicarán de manera abreviada de la siguiente
dado a Foucault este consejo: «No escribir nada que no haya f"orma: (a) Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanáli-
sido pronunciado; no pronunciar nada que no esté destinado a si:;, E., pág. 227 = «Función y campo de la palabra y el lenguaje en psi-
ser escrito». Está permitido reconocer en esta regla de proyec- , :oanálisis», Escritos, Siglo XXI, Buenos Aires, 1985, pág. 227. Luego
ción biunívoca una costumbre de universidad (con la que mu- de la primera mención, la sigla E. podrá ser omitida; (b) El Atolondra-
chos universitarios franceses se arreglan torpemente, tanto por dicho, Ese., 1, pág. 17 = «El Atolondradicho», Escansión, 1, pág. 17,
agrafia como por grafomanía, tanto por afasia como por logo- Paidós, Buenos Aires, 1984. Luego de la primera mención, la sigla
rrea; ésta es una de sus menores inferioridades). Lacan cierta- lüc. podrá ser omitida; (c) S., XX, pág. 9 = El Seminario, libro XX,
mente la transgrede pero, de nuevo, no más y quizá menos que Paidós, Buenos Aires, 1981, pág. 9.
2. En este 'capítulo, cultura será usado sistemáticamente en el senti-
Sartre.
do francés y no como equivalente de la palabra Kultur.
Nada sería, en todo caso, más desubicado que evocar a Pla- 3. Dejo de lado, voluntariamente, la cuestión de la Universidad. Es
tón. Cualquiera que haya sido el pensamiento de Platón sobre una cuestión no trivial el saber si las producciones profesionales de los
lo escrito, que es menos unívoco de lo que se dice, pertenece a universitarios (tesis, memorias, etc.) se inscriben en la forma de obra.
un mundo donde la escritura es todavía problemática, en lo La tradición francesa responde por la afirmativa; la tradición alemana
que respecta, al menos, a la relación con la verdad 16. Con La- o inglesa, por la negativa. Lo que no significa, evidentemente, que to-
32 LA OBRA CLARA CONSIDERACIONES SOBRE UNA OBRA 33

das las tesis francesas (me refiero a las de estilo antiguo) sean obras ni Ira en Lewis Carroll, donde la excelente Alicia, amable y desvaída por-
que ninguna tesis alemana o inglesa lo sea. tadora de la más victoriana opinión, no cesa de hacerse propiamente in-
4. Nada prueba mejor el carácter estrictamente formal de la noción sultar por los representantes del nonsense, que es síntoma de lo real; se
de obra: el título del Cours es equívoco entre singular y plural; no fue la encuentra, por último, en los surrealistas y en Groucho Marx .
dado por Saussure; el texto fue retrabajado hasta el punto de que nin- 9 . Cf. la introducción de La instancia de la letra, E., pág. 473, don-
guna de sus páginas puede ser atribuida, en ese estado, a la mano de de Lacan presenta su propio texto como a «medio-camino» entre el es-
Saussure; Saussure nunca tuvo la intención de publicar ningún curso. crito y la palabra. Sin embargo, es llamativo que el punto de partida
Sin embargo, hay una obra y, en consecuencia, un autor, porque están sea una entrevista pedida por el grupo de filosofía de la Federación de
reunidos los criterios formales. Cf. J .-C. Milner, «Retour a Saussure», Estudiantes de Letras, en 1957.
Lettres sur taus les sujets, 12, abril de 1994. 10. Obviamente, se piensa en Montaigne. El nombre de Diderot
5. El 25 de mayo de 1913, durante la primera reunión del Comité de surge también; uno de los pocos, en Francia al menos, que usó la digre-
la IPA, Freud ofreció a cada uno de sus cinco colaboradores una piedra sión en sus novelas; también uno de los pocos modernos que escri-
griega grabada a hueco, que estos montaron en un anillo. Freud mismo bieron grandes diálogos, no empero por herencia platónica, sino por in-
llevaba un anillo semejante y, en 1920, un nuevo miembro recibió el vención y genialidad. Uno cree a veces, leyendo tal o cual seminario de
mismo regalo. O sea, en total siete anillos. Los interesados y Freud Lacan, encontrar el tono de un Sueño de D' Alembert, en el que sólo se
mismo no disimularon lo que el procedimiento tenía de romántico. Cf. escucharían las réplicas, entremezcladas en un único texto, de D 'Alem-
E. Jones, Vida y obra de Sigmund Freud, Hormé, Buenos Aires, 1989. bert y Bordeu, mientras que el oyente -mudo o casi- ocuparía la posi-
Internacionalismo, anillos, Grecia, puerilidad, una referencia a Couber- ción de una infortunada Lespinasse, suscitada a la existencia por las
tin no es inverosímil. meras ofensas que se le infligen.
6. De que se trata de una decisión, y explícita, no cabe duda; basta 11. La estilística de Lacan se articula de esta manera siguiendo los
leer los documentos. Cf. Escansión, Excomunión, Disolución, Manan- puntos de referencia funcionales que constituyen la protréptica y la
tial, Buenos Aires, 1987. Que su estilo sea tan eclesiástico como se ha transmisión integral. F. Regnault propuso una tipología más «intrínse-
dicho es menos seguro. Lacan (S., XI, pág. 12) evoca la excomunión ca» a la estructura de la doctrina («Traits de génie», en M.-P. de Cossé-
mayor, pero marca en seguida la diferencia: la Iglesia de Roma no ful- Brissac y cols., Connaissez -vous Lacan?, Seuil, París, 1992, págs. 219-
mina con una excomunión sin esperanza de retomo; evoca luego la 230). La diferencia en el método autoriza interesantes diferencias en
sentencia de Schammatha pronunciada por la sinagoga de Amsterdam los resultados.
contra Spinoza, que agrega, efectivamente, la imposibilidad de un re- 12. La Persécution et!' Art d' écrire es citado, en su edición ameri-
tomo. Pero no hay ni podría haber una sinagoga universal. Se podría cana de 1952, en La instancia de la letra, pág. 489 (texto de 1957).
evocar asimismo La letra escarlata, pero tampoco existe una parroquia Una traducción fue publicada luego (Presses de la Cité, París, 1989).
calvinista internacional. Una vez más, se piensa más bien en los diver- 13. A ello se debe la consecuencia de que una obra escrita siguien-
sos International Boards, a la vez omnipotentes y frívolos, que rigen la do estas reglas (supuestamente antiguas y olvidadas) debe de parecerle
diversión mundial. a un moderno una especie de galimatías desordenado de proposiciones
7. Lacan mismo me señaló en 1964 el opúsculo en el que J. Bidez no interesantes. Y más aún cuanto más importante es la obra. Sólo que-
presentaba al público de lengua francesa los trabajos de W. Jaeger y de da entonces el argumento de autoridad: una obra antigua, célebre anti-
E. Bignone: Un singulier naufrage littéraire dans l' Antiquité. A la re- guamente, no puede haberse vuelto célebre por malas razones; si, en-
cherche des épaves de !' Aristote perdu, Bruselas, 1943. Por lo demás, tonces, parece no interesante y mal construida es porque se la lee mal
parece que W. Jaeger y Lacan tuvieron contactos. o, más exactamente, sin cuidado. Recíprocamente, ninguna obra anti-
8. Lacan había desarrollado una técnica que se puede llamar de pro- gua verdaderamente importante puede haber sido desconocida; porque
tréptica negativa: incitar al sujeto a arrancarse de la doxa regañándolo . existfan otrora lectores cuidadosos. En lo que respecta al autor moder-
La técnica no es nueva: los cínicos la habían practicado; se la encuen- no, éste puede anhelar lectores tales; no puede cerciorarse de que exis-
34 LA OBRA CLARA

ten. Incluso frecuentemente deberá suponer que no existen. Al mismo


CAPÍTULO II
tiempo, escribe siempre bajo la condición de la obra desconocida. La-
can, desde este punto de vista, es efectivamente un moderno.
14. En principio, es posible hacer un relevamiento exhaustivo de El doctrinal de ciencia
los logia. También han de existir logia fallidos. Tendrán la forma sin-
táctica requerida, pero la certeza anticipada que los marcaba se disipó
en el instante ulterior. En el registro del tiempo lógico es una moción
suspendida para siempre. Un índice: Lacan no retoma, una vez hecha
la jugada; por este hecho se constituye el efecto de enigma. Ahora
bien, no hay lugar legítimo para el enigma en Lacan. Si hay enigmas,
de hecho señalan un fracaso. Propongo, a título de ejemplo, el manda-
miento «no ceder sobre su deseo», que se creyó poder extraer del Se-
minario VII.
15. Una excepción, sobre la que habrá que volver (cf. infra, cap. V,
págs. 174-175): el seminario XX, que constituye la cima del segundo 1. La ecuación de los sujetos y la ciencia
clasicismo lacaniano. Tiende a anular la diferencia entre esotérico y
exotérico; o, lo que es equivalente, prescinde a menudo del estilo pro- Lacan plantea una ecuación: «el sujeto sobre el que opera-
tréptico. mos en psicoanálisis no puede ser sino el sujeto de la ciencia»
16. Se leerá sobre este punto Détienne, Los maestros de verdad en (La ciencia y la verdad, E., 2, pág. 837). Esta ecuación de los
la Grecia Arcaica, Taurus, Madrid, 1985, no sin aclararlo con Rou-
sujetos enuncia tres afirmaciones: (1) que el psicoanálisis
baud, La invention dufils de Leoprepes, Circé, París, 1993.
opera sobre un sujeto (y no, por ejemplo, sobre un yo [moi];
(2) que hay un sujeto de la ciencia, y (3) que estos dos sujetos
hacen uno.
Las tres afirmaciones tienen en común el hecho de que ha-
blan del sujeto; lo que ha de entenderse por ello depende de lo
que se puede llamar el axioma del sujeto:
'hay algún sujeto, distinto de toda forma de individualidad
empírica 1 '.
Este axioma de existencia usa un término y una distinción
enteramente homónimos de proposiciones que forman parte
de la metafísica kantiana y poskantiana; que sean sinónimos
de ellas es una cuestión que, por el momento, será dejada en
suspenso.
La tercera afirmación, que se apoya en correlaciones histó-
ricas, aunque éstas no la funden, constituye la ecuación como
tal. La primera afirmación concierne a la práctica analítica (es
lo que indica el verbo operar); no es para nada trivial; su vali-
dez le es conferida por la autoridad de un enunciador supuesto
36 LA OBRA CLARA EL DOCTRINAL DE CIENCIA 37

saber en lo tocante al psicoanálisis, y específicamente de lo suponen que el movimiento de reflexión sobre la praxis ha
que al respecto hizo Freud. La segunda afirmación utiliza un culminado. La ecuación asegura, pues, una función seminal.
concepto, que Lacan toma en un sentido preciso, el de «sujeto Lo que indica hasta qué punto importa que no sea vacía.
de la ciencia», concepto que, empero, sólo en parte es lacania- Sólo escapa al vacío con Úna condición: que la hipótesis mis-
no. La definición de la ciencia aquí invocada no se debe a La- ma del sujeto de la ciencia no sea vacía. Esto supone dos co-
can -quien se explica suficientemente al respecto-, sólo perte- sas: que la noción de ciencia constituya el objeto de una teoría
nece a Lacan la afirmación de que de esa definición de la suficientemente determinada y que, una vez admitida dicha
ciencia se deduce una figura particular del sujeto (tal como el teoría, se pueda vincular a ella cierta constitución del sujeto.
axioma del sujeto plantea su existencia). Ahora bien, ésta es,
hablando estrictamente, una hipótesis. Existe, efectivamente, una teoría de la ciencia en Lacan. Es
Se puede y se ha de considerar, entonces, que la ecuación muy completa y no trivial2. Para restituir su coherencia se pue-
de los sujetos depende de esa hipótesis, a la que se llamará en de establecer, en primer término, lo que ella no es, partiendo de
lo sucesivo hipótesis del sujeto de la ciencia: la diferencia que separa a Freud de Lacan. Pues también hay
'la ciencia moderna, en tanto ciencia y en tanto moderna, una teoría de la ciencia en Freud. Ella es harto breve, y si se
determina un modo de constitución del sujeto'. pregunta por qué la hay, la respuesta es simple. Reside en lo
De ella se extrae la definición del sujeto de la ciencia: que se acuerda en denominar el cientificismo de Freud 3 , que no
'el sujeto de la ciencia no es nada salvo el nombre del suje- es más que el asentimiento que otorga al ideal de la ciencia. Ese
to, toda vez que, por hipótesis, la ciencia moderna le determi- ideal funda, suficientemente, el anhelo de que el psicoanálisis
na un modo de constitución' . sea una ciencia. Digo, en efecto, ideal de la ciencia. Se trata,
efectivamente, de un punto ideal -exterior o infinitamente dis-
Se observará que la ecuación de los sujetos nada dice del tante- hacia el que tienden las rectas del plano y que, al mismo
psicoanálisis como teoría. En particular, no se afirma de ma- tiempo, les pertenece a todas y en el que nunca se encuentran.
nera alguna que el psicoanálisis mismo sea una ciencia. Lacan No es la ciencia ideal, la cual «encarna», de manera variable, el
es explícito sobre este punto: el hecho de que «SU praxis no ideal de la ciencia: determinación estrictamente imaginaria, re-
implica otro sujeto sino el de la ciencia» ha «de distinguirse querida para que las representaciones sean posibles 4 .
de la cuestión de saber si el psicoanálisis es una ciencia (si su Es verdad que el hombre siempre necesita representacio-
campo es científico)» (ibíd., pág. 842). Se ve que la palabra nes; en particular, es difícilmente evitable, cuando uno se le-
praxis es explícita. Incita a evocar la figura de la theoria. Re- gitima en el ideal de la ciencia, como lo hacía Freud, crearse
sulta llamativo, por ende, que Lacan no diga que la ecuación una representación de lo que debe ser la ciencia, que es ya una
de los sujetos concierne a la theoria del análisis. Esto no sig- ciencia ideal. Por lo general, se toman los rasgos de una cien-
nifica que dicha ecuación no sea una proposición de theoria, cia ya constituida en el momento en que se habla, después se
significa que se sitúa en el punto de paso de la praxis a la pregunta: ¿qué debe ser el psicoanálisis para ser una ciencia
theoria. Podría decirse que articula una theoria en estado na- adecuada al modelo?; a partir de ese instante, los rasgos se
ciente, captada en el movimiento de una reflexión esbozada han transformado en criterios. Se abre, al mismo tiempo, el
sobre la praxis. En conclusión, todas las proposiciones de la camino a otro cientificismo: no el del ideal de la ciencia, sino
theoria lacaniana suponen la ecuación de los sujetos , porque el de la ciencia ideal. Freud lo sigue, tomando de otros , más
38 LA OBRA CLARA EL DOCTRINAL DE CIENCIA 39
calificados que él a su entender, la fisonomía de la ciencia una ciencia. Tampoco tiene sentido presentar alguna ciencia
ideal. Citemos a Helmholtz, Mach y Boltzmann, para atener- bien constituida como un modelo que el psicoanálisis debería
nos a los más grandes 5 . seguir. En otros términos, dado que no hay ideal de la ciencia
Es cierto que se agrega, reconstituible en el hilo de los tex- en lo tocante al psicoanálisis, tampoco existe para él una cien-
tos freudianos, una teoría transversal de la ciencia; no sólo cia ideal. El psicoanálisis encontrará en sí mismo los funda-
una teoría de lo que debe ser una ciencia, sino una respuesta a mentos de sus principios y de sus métodos.
la pregunta: '¿por qué hay ciencia, en lugar de no haberla?'. Más aún, se descubrirá suficientemente seguro como para
Sin embargo, esta teoría, precisamente, permanece dispersa, y poder interrogar a la ciencia. «¿Qué es una ciencia que inclu-
no es seguro que Freud aceptase reunirla, tal como lo hizo con ya al psicoanálisis?» pregunta Lacan en 1965 (reseña para el
su teoría de la religión. anuario de la Escuela Práctica de Altos Estudios, en Reseñas
de Enseñanza, Manantial, Buenos Aires, 1984, pág. 28). De
Respecto de la pregunta del porqué de la ciencia, Lacan no suerte tal que la ciencia misma podría revelarse la forma más
hace más que retomar los aforismos de Freud, que resume del consistente de una actividad que se llamará el análisis, y que
siguiente modo: la ciencia es, al nacer, una técnica sexual (cf. se encuentra, a la vez diversificada e idéntica a sí misma, en
S., XI, pág. 158). Agrega además cierta prudencia. Así como todas las regiones del saber. De ese análisis, el psicoanálisis
introduce cierta prudencia al responder a la pregunta: '¿por propondría una especie de punto ideal, organizador del campo
qué hay psicoanálisis, en lugar de no haberlo?'. Cualquiera que epistemológico, y que permite orientarse en él (a ello se debe
sea .e l caso, no se encontrará acerca de estas cuestiones de ori- el tema de la «Orientación lacaniana» ). Lejos de consentir al
gen un cuerpo de doctrina íntegramente constituido. La teoría ideal de la ciencia, le toca construir para la ciencia un ideal
lacaniana de la ciencia trata de otra cosa. del análisis.
Fiel a Freud en lo que se refiere al punto precedente, Lacan Los Cahiers pour /' analyse, en su época, determinaron un
se separa de él en lo tocante a la cuestión del ideal de la ciencia. punto tal, agregando tan sólo que el marxismo podía y debía
No cree en él. Más exactamente, no cree en él para el psicoa- ordenarse en función de él. Se comprende que, en un mismo
nálisis. Contrariamente a lo que podría suponerse, esto es lo movimiento, se hayan apoyado en el psicoanálisis y en la
que entraña la ecuación fundadora. Respecto de la operación epistemología. Partiendo del ideal del análisis se llega, fácil-
analítica, la ciencia no desempeña el papel de un punto ideal mente, al análisis ideal, cuyo maniquí se dedicarán a erigir los
-eventualmente alejado al infinito-; en sentido estricto, no le pequeños lacanianos: remodelar la matemática, la lógica, la
es exterior; por el contrario, ella estructura de manera interna física, la biología, etc., de manera tal qtie le quepan a medida.
la materia misma de su objeto. Si nos atenemos al lenguaje Poco importa todo esto, salvo socialmente.
geométrico, el campo del psicoanálisis puede ser concebido
como el plano que determinan las rectas de sus proposiciones
(es, después de todo, volver a encontrar, mediante un despla- 2. La teoría de lo moderno
zamiento calculable, la interpretación que daba Queneau de
Hilbert); si el punto de la ciencia no es exterior a ese plano, La primera característica que se le puede reconocer a la
no podría estructurarlo como una regulación. No tiene senti- teoría lacaniana de la ciencia se explica de la manera siguien-
do, pues, preguntar en qué condiciones el psicoanálisis sería te. Ha de hacer aparecer esa conexión singular gracias a la
LA OBRA CLARA EL DOCTRINAL DE CIENCIA 41
40
cual la ciencia es esencial para la existencia del psicoanálisis 497; La ciencia y la verdad, E., págs. 835-837 y pág. 843). Es-
y, por esta misma razón, no se sitúa frente a él como ideal. La ta insistencia reposa, en última instancia, en la tesis de que
relación más adecuada para este fin se presenta en términos Descartes es el primer filósofo moderno, en tanto moderno.
homónimos a los de los operadores históricos: sucesión y cor- Esta proposición fue formulada, por cierto, en varias oca-
te. También se apoya en Koyré, leído a la luz del muy histori- siones, y principalmente por Hegel. Falta aún ponerse de
zante Kojeve. acuerdo acerca de qué significa moderno. En el sentido estric-
Con fines de claridad, es aceptable adoptar aquí las cos- to que Lacan le da a esta palabra (lema (iii)), sólo puede signi-
tumbres de los geómetras, que razonan mediante axiomas y ficar lo siguiente: se supone que Descartes da a ver, por el or-
teoremas. Veamos los más importantes: denamiento interno de su obra, aquello que el nacimiento de la
- Teoremas de Kojeve: ciencia moderna requiere del pensamiento. Ahora bien, el edi-
(i) 'hay entre el mundo antiguo y el universo moderno un ficio cartesiano se apoya de manera crucial en el Cogito. El
corte'; pensamiento de la ciencia, por ende, necesita aquello que el
(ii) 'ese corte se debe al cristianismo'. Cogito testimonia. El hecho de que el autor de las Meditacio-
-Teoremas de Koyré: nes sea, asimismo, el creador de la geometría analítica y el au-
(i) 'hay entre la episteme antigua y la ciencia moderna un tor de una Dióptrica, constituye ciertamente una prueba de pe-
corte'; so. También es necesario que éste no sea un dato contingente.
(ii) 'la ciencia moderna es la ciencia galileana, cuyo tipo es Un conjunto de proposiciones que articulan lo que se puede
la física matematizada'; denominar el cartesianismo radical de Lacan lo sostiene:
(iii) 'al matematizar su objeto, la ciencia galileana lo des- 'si Descartes es el primer filósofo moderno, lo es debido al
poja de sus cualidades sensibles'. Cogito';
- Hipótesis de Lacan: 'Descartes inventa el sujeto moderno';
'los teoremas de Koyré son un caso particular de los teore- 'Descartes inventa el sujeto de la ciencia';
mas de Kojeve'6. 'el sujeto freudiano, en la medida en que el psicoanálisis
- Lemas de Lacan: freudiano es intrínsecamente moderno, no podría ser otro que
(i) 'la ciencia moderna se constituye por el cristianismo, en el sujeto cartesiano'.
tanto éste se distingue del mundo antiguo'; Sin duda, no se trata tan sólo de una correlación cronológi-
(ii) 'dado que el punto de distinción entre el cristianismo y ca; se supone además un parentesco discursivo. La lista de ar-
el mundo antiguo depende del judaísmo, la ciencia moderna se gumentos es la siguiente: la física matematizada elimina todas
7 las cualidades de los existentes (teorema (iii)); una teoría del
constituye por lo que hay de judío en el cristianismo' ;
(iii) 'todo lo que es moderno es sincrónico con la ciencia sujeto que anhele responder a una física como ésta deberá,
galileana, y sólo es moderno lo que es sincrónico con la cien- ella también, despojar al sujeto de toda cualidad. Ese sujeto,
cia galileana'. constituido de acuerdo con la determinación característica de
También adecuado a este dispositivo es el tratamiento de la la ciencia, es el sujeto de la ciencia (definición, pág. 36). No
hipótesis del sujeto de la ciencia. Pasa por Descartes. Se sabe le sentarán las marcas cualitativas de la individualidad empíri-
que Lacan comentó y analizó incansablemente el Cogito carte- ca, ya sea ésta psíquica o somática; tampoco le sentarán las
siano (cf. en particular La instancia de la letra, E., págs. 496- propiedades cualitativas de un alma: no es ni mortal ni inmor-
42 LA OBRA CLARA EL DOCTRINAL DE CIENCIA 43

tal, ni puro ni impuro, ni justo ni injusto, ni pecador ni santo, insistencia del pensamiento sin cualidades, detenido justo an-
ni condenado ni salvado; tampoco le sentarán las propiedades Les de polimerizarse en duda, concepción, afirmación, nega-
formales que durante largo tiempo se creyó que eran constitu- ción, etcéteras.
tivas de la subjetividad en cuanto tal: no tiene ni Sí mismo ni Ahora bien, el pensamiento sin cualidades no sólo es ade-
reflexividad ni conciencia. cuado para la ciencia moderna. Lacan demuestra que también
Tal es, justamente, el existente que el Cogito hace emerger, es necesario para fl,lndar el inconsciente freudiano. El pivote
si al menos se toma en serio el orden de las razones. En efec- del programa de Freud reside en esta constatación que el he-
to, en el instante en que es enunciado corno cierto, está en dis- cho del sueño (jactum somnü) parece imponer: hay pensa-
yunción, por hipótesis, respecto de toda cualidad, siendo éstas miento en el sueño. De ello se sigue el razonamiento: si hay
revocables, pues, colectiva y distributivamente, por la duda. pensamiento en el sueño (en la agudeza, en los malogros de la
El pensamiento mismo por el que se lo define es estrictamente vida cotidiana, etc.), entonces el pensamiento no es lo que di-
cualquiera; es el mínimo común de todo pensamiento posible, ce de él la tradición filosófica; principalmente, no es un coro-
porque todo pensamiento, cualquiera que sea (verdadero o lario de la conciencia de sí. Por lo tanto, hay pensamiento en
falso, empírico o no, razonable o absurdo, afirmado o negado el sueño (en la agudeza, en los malogros de la vida cotidiana,
o puesto en duda), puede brindarme la oportunidad de con- etc.; lo establecen la Traumdeutung y las obras ulteriores); en-
cluir que yo soy. tonces, etcétera.
Correlato sin cualidades supuesto a un pensamiento sin Si se ¡;tdmite que la proposición negativa 'la conciencia de
cualidades, se aprecia en qué ese existente -nombrado sujeto sí no es una propiedad constitutiva del pensamiento' se estepo-
por Lacan, no por Descartes- responde al gesto de la ciencia grafía con el nombre de inconsciente, se obtiene el teorema:
moderna. 'si hay pensamiento en el sueño, hay un inconsciente'.
Es verdad que Descartes no se detiene allí; pasa sin esperar Se obtiene a su vez el lema:
y cual de prisa a la conciencia y al pensamiento cualificado. 'el sueño es la vía regia del inconsciente'
Pues se trata, efectivamente,. de pensamiento cualificado una y la definición que se deduce del teorema y del lema:
vez planteada la sinonimia: «una cosa que piensa, es decir 'afirmar que hay inconsciente equivale a afirmar ello [qa]
una cosa que duda, que concibe, que afirma, que niega, que piensa'.
quiere, que no quiere, que imagina y que siente» (Meditación Lacan agrega solamente la proposición, extraída de Des-
Segunda, CEuvres philosophiques, Garnier, París, 1967, 11, cartes y extendida a Freud:
pág. 421) . Se comprende, pues, que Lc;ican nunca se apoye en 'si hay pensar, hay algún sujeto'.
lo que se puede llamar la «avanzada» extrema del Cogito y El razonamiento es verdadero, no obstante, sólo con dos
que, por todos los medios, se dedique a suspender el paso del condiciones. Hace falta, primero, que pueda haber sujeto en
primer tiempo al segundo. Con este fin, encierra al Cogito en él, aun cuando no haya conciencia ni Sí mismo -esto requiere
su enunciación estricta, y cierra, además, esa enunciación so- una teoría no trivial del sujeto-; hace falta, segundo, que el
bre sí misma, haciendo de la conclusión («luego, yo soy»), el pensamiento que constituye el paño del sueño y del malogro
puro pronuntiatum de la premisa («yo pienso»): «escribir: yo esté disyunto de toda cualidad. De esta ma1,1e,ra se salvarán los
pienso: 'luego yo soy', con comillas alrededor de la segunda fenómenos9.
cláusula» (La ciencia y la verdad, pág. 843). Se asegura así la El freudismo, según Lacan, se apoya en la triple afirmación
EL DOCTRINAL DE CIENCIA 45
44 LA OBRA CLARA
de la ciencia, la ecuación de los sujetos, la interpretación que
de que hay inconsciente, que éste no es ajeno al pensar y que,
implica de Freud y la articulación del conjunto son específicas
por lo tanto, no es ajeno al sujeto de un pensar. Si lo fuese , el
de Lacan. Por ello es justo hablar, a propósito de Lacan, no de
psicoanálisis sería ilegítimo de derecho y, sin duda, imposible
una teoría de la ciencia, ni siquiera de una epistemología, sino
como práctica. En efecto, un inconsciente ajeno al sujeto que
de un verdadero doctrinal de ciencia. Se designará así, especí-
piensa es somático, pero lo somático no tiene que ver ni con
fi camente, la conjunción de las proposiciones sobre la ciencia
la verdad ni con la palabra; sin embargo, el psicoanálisis tiene
y de las proposiciones sobre el sujeto.
que ver con la verdad y con la palabra. El inconsciente, en
tanto que el psicoanálisis tiene que ver con él, no es, pues,
ajeno ni al sujeto ni al pensamiento. Como contrapartida, ni el
3. La estilística historicista
sujeto ni el pensamiento exigen la conciencia.
No obstante, decir que el sujeto no tiene la conciencia de sí
A primera vista, el doctrinal de ciencia es fundamental-
como propiedad constitutiva es rectificar la tradición filosófi-
mente historizante en cada una de sus partes. Lo es en lo con-
ca y, señaladamente, a Descartes. Entendamos: al Descartes
cerniente a la hipótesis del sujeto de la ciencia: « ... cierto mo-
del segundo tiempo, tan apurado por dejar el punto álgido del
mento del sujeto que considero como un correlato esencial de
Cogito como ciertos prisioneros su prisión. A la luz de Freud,
la ciencia: un momento históricamente definido [ ... ], aquel
la conciencia de sí deviene únicamente una marca de la indi-
que Descartes inaugura y que se llama el Cogito» (La ciencia
vidualidad empírica, que la filosofía había introducido indebi-
y la verdad, pág. 835). Lo es en lo concerniente a la ciencia:
damente en el sujeto, tan cuidadosamente filtrado, empero,
«esa mutación decisiva que por la vía de la física funda La
por sus cuidados. El psicoanálisis entiende, pues, el axioma
ciencia en el sentido moderno ... » (ibíd., pág. 834). Lo es en lo
del sujeto más estrictamente que cualquiera otra doctrina. Con
concerniente a la articulación de la ciencia con el sujeto: «Pa-
una nitidez sin igual, separa dos entidades; en una, la concien-
ra todo eso nos parece ser radical una modificación en nuestra
cia de sí puede ser supuesta, sin contradicción, como no esen-
posición de sujeto, en el doble sentido de que es allí inaugural
cial; en la otra, la conciencia de sí no puede, sin contradic-
y de que la ciencia la refuerza más y más. Koyré es aquí nues-
ción, ser supuesta no esencial. Sólo la primera responde
tro guía ... » (ibíd., pág. 834).
exactamente a los requerimientos de la ciencia; y sólo ella cae
El historicismo es tanto más acentuado cuanto más en deta-
dentro de los límites fijados por el axioma del sujeto; se lo
lle se sigue a Koyré. De sus propios teoremas extrajo él mis-
llamará, pues, con toda legitimidad, sujeto de la ciencia. Se
mo, en efecto, dos discriminantes, adecuados a su juicio para
comprende ahora cómo es, a la vez, sujeto cartesiano y sujeto
distinguir una ciencia galileana en el conjunto de los discur-
freudiano 10. En lo referente a la segunda entidad, el nombre
sos que se presentan como ciencia; el primero se enuncia:
de Yo [Moi] puede convenirle igual que cualquier otro.
'es galileana una ciencia que combina dos rasgos: la empi-
ricidad y la mate matización'.
La teoría de la ciencia deriva de Koyré y Kojeve, la inter-
Este primer discriminante, es verdad, podría interpretarse
pretación unitaria de Descartes sabio y metafísico se apoya en
en términos no históricos; basta para ello que se dé una inter-
Koyré, la interpretación del Cogito es dependiente de Gue-
pretación general del término 'empiricidad' y que se responda
roult, el axioma del sujeto es retomado, en homonimia o sino-
a la pregunta: '¿en qué se reconoce que una proposición es
nimia, de la tradición poskantiana, pero la hipótesis del sujeto
46 LA OBRA CLARA EL DOCTRINAL DE CIENCIA 47

empírica?'. Pero Koyré mismo no dice nada semejante. A fin go de que la edición impresa se transformó en un arte erudito y
de esclarecer el primer discriminante lo completa con un se- una vez que el establecimiento de los textos recibió reglas coer-
gundo, igualmente historizante: citivas; hablar de los caracteres de ese libro es volver a encon-
'admitiendo que todo existente empírico es tratable median- trar a Demócrito, Epicuro y Lucrecio (Redondi señaló la impor-
te alguna técnica y que la matematización constituye el para- tancia, casi reveladora, de este parentesco 11 ), pero es también
digma de toda teoría, la ciencia galileana es una teoría de la decir algo diferente, luego de que la tipografía en cuanto tal se
técnica y la técnica es una aplicación práctica de la ciencia' . hubiese sometido a las formas geométricas y que se revelase
El valor de este discriminante cabe por entero, aparente- que la enmienda podía depender de la forma de una letra.
mente, en su capacidad de describir exhaustivamente y expli- En otros términos, la literalidad dilucida la captura de la
car lo que todos pueden observar hoy: « .. .la forma galopante matematización. Ésta es al mismo tiempo su índice y su me-
de su[= de la ciencia] inmixión en nuestro mundo», «las reac- dio, en fo tocante a la Naturaleza; empero deviene inmediata-
ciones en cadena que caracterizan lo que podemos llamar las mente algo más: una demanda de precisión. A través del hu-
expansiones de su energética» (La ciencia y la verdad, pág. manismo, el conjunto de las disciplinas de la letra (digamos:
834). De esta manera Lacan otorga a las expediciones lunares la filología) constituye la ciencia ideal en lo concerniente a la
valor de índice: («el LEM alunizante, o sea la fórmula de precisión. Que el físico sea tan preciso respecto del universo (e
Newton realizada en aparato .. . », Radiophonie, Se., 2-3, pág. igualmente libre de las trabas heredadas) como lo fue Estienne
75, cf. igualmente, Télévision, pág. 59). Ahora bien, 'éstas respecto del texto de Platón o Lorenzo Valla respecto del texto
son pruebas de un historiador del presente, en el sentido exac- de la Donación de Constantino o Erasmo respecto del texto de
to en que el primer discriminante se apoya de hecho en prue- los Evangelios, ésa es la exhortación que se oculta en la propia
bas de historiador del pasado. palabra libro .
Se pueden sacar algunas consecuencias del primer discri-
minante: la ciencia tiene como objeto el conjunto de lo que Esto significa que el paso aparentemente directo de la lite-
existe empíricamente -se lo puede llamar universo- y lo trata ralidad a la precisión sólo se explica integralmente a través de
con tanta precisión como las disciplinas literales tratan el su- una historia. Lo mismo sucede con el paso, aparentemente di-
yo. En otros términos, la ciencia literalizada es, en tanto que recto, de la precisión a la instrumentación. A juicio de Galileo,
tal, una ciencia precisa. Ahora bien, esto también se deja in- la matemática y la medida son los medios -algunos de los me-
terpretar en términos de historia. dios, como lo revelará lo que sigue- que le permitirán a la hu-
.Sea el aforismo de Galileo: «[el gran libro del universo] está milde física igualar un día aquello que, por la ciencia del len-
escrito en lengua matemática y sus caracteres son los triángu- guaje (la gramática) y por la ciencia de los documentos
los, círculos y otras figuras geométricas» (/l Saggiatore, § 6; ci- escritos, la prestigiosa filología había realizado hacía mucho.
tado según la edición de C. Chauviré, L' Essayeur de Galilée, Es cierto que la precisión en lo referente al material empírico
París, 1980, pág. 141, traducción modificada). Sólo se com- requiere instrumentos que sean ellos mismos materiales, harto
prende cabalmente referido al humanismo (Florencia fue mu- diferentes de los que puede usar la filología y, sin duda, en opi-
cho tiempo su capital y Galileo es toscano). Hablar del libro de nión de Galileo, muy inferiores en dignidad. La ciencia moder-
la Naturaleza o del mundo o del universo es, en sí, una figura na, en tanto empírica, no es tan sólo experimental; es instru-
de estilo muy antigua, pero que adquiere un nuevd alcance lue- mental12.
48 LA OBRA CLARA EL DOCTRINAL DE CIENCIA 49

Aquí interviene el segundo discriminante. Desde siempre, canee discriminante de esta superposición, ha de suponerse
la técnica fue tratamiento material, mediante instrumentos que no es obvia. El medio más simple de asegurarse de ello
materiales, de lo empírico material; a partir del momento en consiste en establecer que no siempre fue verdadera. Por va-
que la ciencia toma lo empírico como objeto, la técnica puede riación geográfica (es la cuestión de la ciencia china) o por
y debe proporcionarle sus instrumentos; dado que, finalmente, variación temporal.
esa ciencia que toma lo empírico como objeto es también una Koyré eligió la segunda. Descubre, en el mundo antiguo, el
ciencia literal, es decir una ciencia precisa, los instrumentos par theoria/praxis, enteramente independiente del par episte-
proporcionados por la técnica pueden y deben devenir los ins- me!techne. Pero, con eso, se puede articular aquello que a los
trumentos de la precisión. Ahora bien, resulta que el progreso modernos les parecía una paradoja de ese mundo pasado: la
técnico lo permite a partir de entonces, gracias a los célebres existencia de una episteme, la existencia de technai y, parale-
ingenieros del Renacimiento: ésta es, nuevamente, una tesis lamente, la inexistencia de las máquinas productivas. La doc-
histórica. trina de Koyré concluye, pues, en hipótesis sobre cuestiones
El universo de la ciencia moderna es, al mismo tiempo y propiamente historiadoras, referentes al mundo antiguo: la es-
en el mismo movimiento, un universo de la precisión y un clavitud, el maquinismo y el trabajo1 4 .
universo de la técnica. Ahora bien, la ciencia sólo es precisa No es ésta una extensión que Koyré hubiese podido evitar.
literalmente si los instrumentos producidos por la técnica se Afecta, aparentemente, al núcleo duro de sus teoremas, tal co-
lo permiten materialmente. Es cierto que, en opinión de Gali- mo él mismo los formuló. Tomados en su versión de origen,
leo, éstos sólo permiten la precisión en la medida en que la ellos son, se ha visto, fundamentalmente diferenciales. Hablan
ciencia preside su concepción y su ejecución. Éste es el ver- de la ciencia galileana, pero los rasgos distintivos que le con-
dadero sentido del telescopio y de la relación con los ingenie- fieren sólo son aprehendidos plenamente por una relación de
ros. El universo moderno se configura de la siguiente manera: oposición y diferencia. Ahora bien, los dos términos opositi-
una unión tan íntima y tan recíproca entre la ciencia y la téc- vos y diferenciales son presentados en lenguaje histórico. A
nica, que se puede decir igualmente que se trata siempre de decir verdad, la oposición de la Antigüedad con los Tiempos
una misma entidad bajo dos formas: o bien una ciencia, a ve- Modernos constituye el pivote de lo que llamamos la Historia,
ces fundamental, a veces aplicada, o bien una técnica, a veces y muchos sostienen la recíproca: hablar de Antigüedad y de
teórica, a veces práctica 13 . modernidad sólo tiene sentido si se admite la Historia. La
ciencia galileana sólo se comprende completamente si se
comprende lo que ella no es, pero en la teoría de Koyré, lo
4. La episteme antigua que ella no es puede construirse solamente en un espacio his-
tórico. Koyré no sólo es historizante, lo que a fin de cuentas
El historicismo se acentúa aún más cuando se toma en sólo sería asunto de estilo; es historiador.
cuenta la pertinencia de la referencia antigua. Ahora bien, ella
es primordial. Si la ciencia deviene teoría de la técnica y la La episteme se descubre lograda únicamente en el instante
técnica aplicación práctica de la ciencia (ver el segundo dis- en que ha expuesto aquello por lo cual un objeto no puede ser,
criminante), se supone que el par teoría/práctica se superpone por necesidad total y por toda la eternidad, diferente de lo que
exactamente con el par ciencia/técnica. Para comprender el al- es. Con más exactitud aún, lo que hay de episteme en un dis-
50
LA OBRA CLARA
EL DOCTRINAL DE CIENCIA 51
curso es tan sólo la reunión de lo que ese discurso capta de
eterno y de necesario en su objeto. De lo que se deduce que destello de eternidad de todo objeto que caiga ante algún senti-
un objeto se presta tanto más naturalmente a la episteme, do cualquiera. Si uno concuerda en llamar Idea a ese destello
cuanto más fácilmente deja revelarse lo que en él Jo hace eter- oculto en cada ente, se comprende que ciertos antiguos hayan
no y necesario; de tal suerte que no hay ciencia de aquello que podido definir las Ideas por los Números, y que los Números
puede ser de otra manera de la que es y que la ciencia más lo- no sean más que una vía de acceso a lo Mismo. Es por ello que
grada es la ciencia del objeto más eterno y más necesario. De son importantes, y no por los cálculos que sin embargo permi-
ello se deduce, también, que en el hombre la ciencia sólo pue- ten eventualmente.
de sostenerse en lo que emparienta al hombre con lo eterno y Más aún cuando el Número no es la única marca de lo
lo necesario; ello tiene un nombre: es el alma. La que se dis- Mismo. Más fundamental todavía es la necesidad en las de-
tingue del cuerpo, instancia que emparienta al hombre con lo mostraciones. La episteme griega se funda en ellas y tan sólo
pasajero y Jo contingente. De ello se deduce, por último, que en ellas; la matematicidad no es más que su consecuencia se-
la matemática propone a la ciencia un paradigma de elección. gunda. El gesto radical y definitorio consiste en extraer prin-
Pues la matemática heredada de los griegos depende de lo cipios seguros y axiomas evidentes de las conclusiones, de
necesario y de lo eterno. Figuras y Números nunca pueden ser acuerdo con las reglas del razonamiento, respetando a la vez
diferentes de lo que son y, a la vez, no pueden ni llegar a ser ni las apariencias fenoménicas. Ahora bien, la matemática pro-
cesar de ser, siendo como son de toda eternidad. La necesidad pone el tipo más puro de una demostración, aun cuando haga
de las demostraciones sólo vale en la medida exacta en que es falta una disciplina específica, llámesela lógica o dialéctica,
connatural con la necesidad en sí. Así como las trayectorias para exponer sus reglas: (a) el principio de la unicidad del ob-
de los cuerpos celestes cristalizan para los ojos corporales la jeto y de la homogeneidad del dominio: todas las proposicio-
figura más adecuada de lo eterno, de igual manera el camino nes de la ciencia han de concernir a los elementos de un mis-
que parte de los principios y axiomas para llegar a las conclu- mo dominio y referirse a un objeto único; (b) el principio del
siones cristaliza, para los ojos del alma, la figura más adecua- mínimo y del máximo: las proposiciones de la ciencia son o
da de lo necesario. bien teoremas o bien axiomas; un número máximo de teore-
A la inversa, lo empírico en lo que tiene de diverso no cesa mas debe ser deducido de un número mínimo de axiomas, ex-
de llegar a ser o de cesar de ser, siendo por lo tanto incesante- presados por un número mínimo de conceptos primitivos; (c)
mente diferente de lo que es. Es, pues, intrínsecamente rebel- el principio de la evidencia: todos los axiomas y conceptos
de a la matemática. Si la matemática, empero, puede llegar a primitivos han de ser evidentes, lo que exime de demostrarlos
aprehender algo en esa diversidad, este algo será entonces lo y definirlos 16 •
que se deja reconocer en ella como idéntico a sí mismo y eter- La matemática es soberana, porque propone el tipo más
no: lo Mismo en cuanto tal. Ya se trate de ciertos objetos que, puro de demostración; lo propone porque los seres de los que
apareciendo ante los sentidos, se dejan matematizar integral- trata, números o figuras, son lo que más se acerca a lo eterno
mente, suponiéndoselos en sí seres eternos, como por ejemplo y a lo perfecto. Nada sensible llega a alterar la necesidad de
los cuerpos celestes o las armonías. Ya se trate de ciertos sen- sus logoi. Es, pues, el paradigma formal de la episteme como
tidos que emanan más directamente del alma, como es el caso tal -de lo que hay en cada episteme particular que la hace
15
de la mirada . Ya sea que se pueda y deba hacer surgir algún episteme en sí misma, de lo que hay en todo discurso que lo
hace episteme particular (de ahí la utilidad del more geometri-
52
LA OBRA CLARA
EL DOCTRINAL DE CIENCIA 53
co para volver visible, fuera incluso de la matemática, la arti- cuerpo; a ello llevan las vías de la pureza. Sólo hay, por lo
culación de episteme)-.
tanto, episteme lograda para un ser dotado de un alma y un
A la vez, se comprende que la matemática es ese paradig- cuerpo, y que los ha sometido a los ejercicios apropiados.
ma formal en la medida exacta en que no es la episteme su- Llegado al término de los ejercicios, el sapiente reconocerá
prema. No es la episteme suprema porque su objeto no es el que la necesidad lógica en la ciencia misma no es sino la mar-
objeto supremo; pero propone un modelo, porque su objeto, ca que imprime en el discurso la necesidad del ser de cada en-
despojado al máximo de la sustancia sensible, se asemeja al te. Aristóteles no desmiente en este punto a Platón. Cuando
máximo, por sus propiedades de forma, al objeto supremo. Si define el silogismo -es, recordémoslo, el nombre general del
lo que hay de ciencia en un discurso depende de lo eterno, lo razonamiento, antes de ser el nombre técnico de una forma
perfecto y lo necesario que ese discurso capta en su objeto, y particular-, y dice: «un discurso en el que, habiendo sido plan-
si, por otra parte, existe un objeto del que puede decirse que teadas ciertas cosas, una cosa diferente [ ... ] resulta necesaria-
es el más necesario, el más perfecto y el más eterno, porque mente» (ex anankes), hace eco al Timeo, que anuda el pensa-
de hecho él no es más que lo necesario, lo perfecto y Jo eterno miento reglado con el decurso de los cuerpos celestes: «si
en sí mismo, la única ciencia plena y entera es aquella que, de Dios inventó la visión para nosotros y nos la dio, es con el fin
acuerdo con el paradigma matemático, recae sobre ese objeto, de que, observando las revoluciones de la inteligencia en el
que está por encima y más allá de toda matemática: a saber, cielo, podamos servimos de ellas para reglar los circuitos del
Dios, si se acuerda nombrar así el ser necesario, perfecto y pensamiento en nosotros, que con ellas se emparientan, pero
eterno, y, por ende, el más necesario, el más perfecto y el más estando éstos perturbados y aquéllas no; gracias a ese estudio
eterno. El Número puede dar acceso a él, el mejor de los acce- y participando de esta manera en los procesos de pensamiento
sos, quizás incluso el único, pero el Número no es Dios. La
naturales en su rectitud, podremos imitar los movimientos di-
matemática alude a lo que ella no es, en el instante mismo en vinos, que están absolutamente exentos de error, para ordenar
que establece su reino, pero dicha alusión debe desviar las mi- los movimientos aberrantes que hay en nosotros» (Timeo, 47
radas hacia un Ser supremo.
b) 17 . La Academia y el Liceo testimonian, ambos, el movi-
Paralelamente, la posibilidad de la ciencia en el hombre miento propio de la episteme antigua, tal como la suponen el
nace de lo que en él lo emparienta con lo necesario y lo eter- teorema de Koyré y el doctrinal de ciencia. La necesidad en
no. El nombre de ese parentesco, se dijo, es el alma, ya sea Jos logoi, en tanto que necesidad, es el punto en el que se rea-
ésta una región localizable en el hombre o un lugar casi geo- liza, en la ciencia, la semejanza entre el ser necesario del ente
métrico de puntos en el que el parentesco se realiza. En cuan- y el ser necesario del sapiente; recíprocamente, la ciencia no
to al cuerpo, que marca al hombre con lo contingente y lo pa- es nada si no es la realización de dicha semejanza que, por las
sajero, es alternativamente alusión y obstáculo: alusión, por vías del alma purificada, une al hombre dotado de un cuerpo
aquellas de sus partes que más se asemejan, en su materiali- con el Ser supremo, incorporal: sólo hay ciencia de lo necesa-
dad, a materialidades que por sí mismas aluden a lo necesario rio. Más generalmente aún que el envolvimiento del microcos-
y a lo eterno (la mirada que se asemeja a la luz, Ja belleza pro-
mos por el macrocosmos (por más recurrente que sea este es-
porcionada que alude a las simetrías enumerables); obstáculo, quema de imaginación), la búsqueda de la semejanza en el
por doquier en todo lo demás. A partir de alJí se requiere un
punto de lo necesario constituye el motor primero del saber.
filtrado capaz de extenuar las opacidades que provienen del La peripecia galileana se aclara por contraste: en primer
54 LA OBRA CLARA EL DOCTRINAL DE CIENCIA 55

término, que la matemática, en la ciencia, pueda descifrar to- su declinación. De igual manera, siempre es posible que la ne-
do lo empírico, sin tomar en consideración ninguna jerarquía cesidad de las demostraciones matemáticas exponga supuesta-
del ser, sin ordenar los objetos en una escala que iría de lo mente la necesidad del Ser, pero no será una analogía divina
menos perfecto -intrínsecamente rebelde al Número- a lo más y, sobre todo, no valdrá para el uso que de ella se hace en la
perfecto -casi enteramente enumerable-; en segundo término, ciencia.
que la matemática, descifrando todo· lo empírico, intervenga Allí, los números ya no funcionan como Números, claves
por lo que tiene de literal, es decir por el cálculo, más que por de oro de lo Mismo, sino como letras y, como letras, han de
la demostración (la emergencia de la ciencia es también el de- captar lo diverso en lo que tiene de incesantemente otro. Lo
clinar inexorable del mos geometricus); en tercer término, que empírico es literalizable en tanto empírico, la letra no lleva el
la matemática descifre lo empírico como tal, en lo que tiene objeto hacia el cielo de las Ideas; el cielo no es el despliegue
de pasajero, de no perfecto, de opaco. visible de la esfera infinita del Ser; la literalización no es idea-
lización.
Se comprende entonces que la ciencia se articule con la téc- La peripecia no está, pues, en que la ciencia moderna de-
nica 18. No es que el mundo antiguo no haya conocido la técni- venga matemática; la ciencia antigua ya lo era y, en ciertos as-
ca. Pero si se le cree al doctrinal de ciencia, no la vincula de pectos, la ciencia moderna lo es menos que ella. Más que ma-
manera electiva a la episteme. Más exactamente, se dispone temática, hay que decirla, en efecto, matematizada. De la
de dos pares: techne/episteme, theoria/praxis. El universo mo- matematización, el mecanismo primero es el número, como
derno los superpone. Salvo que, obviamente, las palabras al letra y, por lo tanto, el cálculo -no la buena forma lógica de
mismo tiempo dejan de ser lícitas. En el mundo antiguo, los las demostraciones-. Para los griegos la ciencia es matemáti-
pares no tienen ninguna razón para superponerse exactamente. ca; en su matematicidad, que no es matematización, no parti-
Si se combinan, pueden más bien entremezclarse de manera tal cipa el número en tanto permite la cuenta, sino aquello por lo
que un término antiguo parezca reagrupar rasgos que hoy se que el Número es un acceso a lo Mismo en sí; entiéndase el
considerarían incompatibles. Esto significa que, en el sistema logos, en tanto demostración necesaria.
griego, hay una parte de theoria en la techne y una parte de
praxis en la episteme. Por ello Sócrates interroga a los artesa- Ahora bien, el rodeo por la episteme no sólo le importa a
nos, a fin de obligarlos a desprender por filtrado el núcleo de Koyré. Es también uno de los momentos más importantes del
theoria de la que son soportes; por ello efectivamente los so- dispositivo lacaniano. Si el psicoanálisis está comprometido
portes de la episteme deben también actuar puramente -ciencia en la emergencia del universo moderno, ésta es muy evidente-
ligada a la conciencia, que gobierna las acciones (praxeis)-. mente una de sus condiciones positivas, pero el doctrinal de
La ruptura moderna requiere, pues, que la matemática, en ciencia dice más aún; esconde asimismo una condición nega-
cierta medida, deje de entenderse con lo eterno. Los entes ma- tiva: la desaparición de la ciencia antigua. En otros términos,
tematizables (y, por excelencia, los cuerpos celestes) no son hay algo en la episteme que se anuda muy radicalmente con el
ya, por ello, supuestos eternos ni perfectos; siempre es posi- psicoanálisis para poder impedirlo; comprender la episteme es
ble considerarlos tales, lo que dependerá de otras razones, y si entonces, también, comprender el psicoanálisis. No ya sola-
se ha de cesar de suponerlos así (si se han de discernir man- mente a través de un contraste, sino por una relación íntima
chas en el Sol), esto no afectará la posibilidad de matematizar de exclusión mutua.
56 LA OBRA CLARA EL DOCTRINAL DE CIENCIA 57

Pero si Ja episteme no es más que una figura histórica, en- parte, fuera de Occidente, se ha desplegado un discurso con-
tonces la comprensión del psicoanálisis es radicalmente histo- forme al doctrinal de ciencia. Sin embargo, no le es indispen-
ricista. Ahora bien, la historia, a juicio del mismo Lacan, es sable a Lacan que éste sea el caso. De hecho, en el dispositivo
falaz. ¿Ha de concluirse entonces que el doctrinal de ciencia, en el que Lacan se ubica, la episteme de la que la ciencia mo-
tal como se lo ha desplegado, es él mismo falaz? ¿Que, por derna se separa es más una figura estructural que una entidad
ende, la hipótesis del sujeto de la ciencia, que anuda al psi- propiamente histórica. Se caracteriza por un conjunto de tesis,
coanálisis con la ciencia moderna, es una apariencia a des- no de fechas, aun cuando se pueda establecer entre tesis y fe-
truir? Como máximo, un modo de hacerse entender, que se chas una relación natural. Las tesis definitorias se desplazan
trata de rechazar una vez utilizado: «Tira mi libro», decía Gi- sobre el estatuto de la matemática y sobre la relación de lo
de; «hay que tirar la escalera luego de haberla subido», decía contingente pasajero con lo eterno necesario.
Wittgenstein, ¿es ésta la última palabra del doctrinal? Ahora bien, la potencia de esas tesis no se ha desvanecido.
Ateniéndose al nivel más simple de los datos de observación,
¿quién puede dudar de que aún hoy subsisten los rasgos de la
5. Que el historicismo no es necesario demostración euclideana en las figuras de la ciencia ideal?
Muchos discursos recientes se apoyan abiertamente en una
No creo inevitable, sin embargo, la consecuencia. La figura epistemología del mínimo y el máximo, cuya única fuente es
de la episteme proporciona justamente su prueba más sólida. griega; tal es, se verá, uno de los rasgos paradójicos del es-
La persistencia de su pertinencia, respecto del psicoanálisis, tructuralismo. Si el alma está, como sostiene Lacan, apoyán-
no depende de la rememoración sino del presente. dose en el doctrinal de ciencia, íntimamente correlacionada
Más exactamente, depende de una lógica. Una figura de Ja con la episteme y sus principios constitutivos, ¿quién puede
episteme ha sido determinada; ella tiene características distin- negar que el alma es recurrente en los comentarios más coti-
tivas, que se apoyaron en testimonios de archivos. Pero este dianos? ¿No se podría sostener que el discurso corriente de la
lastre, por más cómodo e incluso exacto que sea 19, nada tiene democracia civilizada encuentra en el alma su núcleo más só-
que ver con Jos principios. Basta con que Ja figura que se di- lido? En las religiones, en el partido de lo espiritual, en la
buja en él sea consistente y responda a discursos que se pue- gesticulación humanitaria, en el Tartufo político, no se dis-
dan efectuar. No es necesario que, de hecho, el período referi- cierne, contrariamente a lo que suele creerse, el asidero de lo
do a la Antigüedad sólo haya conocido dicha figura; tampoco judeocristiano (variante progresista de lo judeomasónico), si-
es necesario que dicha figura sólo se constate durante ese no mucho más el dispositivo de lo Mismo, venido de los anti-
período. Quien mostrase la existencia, en Grecia o en Roma, guos. Que el demiurgo del Timeo, que el Primer Motor de
de discursos a la vez matematizados y empíricos 20 debilitaría Aristóteles hayan caído al rango de Papá Noel, que se supone
a Koyré; no debilitaría necesariamente al doctrinal de ciencia. restituirá todo daño visible a los ojos del cuerpo por una ga-
Quien demostrase la existencia, en el universo moderno, de nancia visible tan sólo para los ojos del alma, es algo que pue-
discursos conformes a las reglas de Ja episteme, ni siquiera de prestarse a la risa o el llanto, mas no es incomprensible.
debilitaría los teoremas de Koyré. En lo tocante a la ciencia, por más ornada que esté con sus
El razonamiento sería igualmente válido para las correla- modernidades, ¿la demanda más insistente que se le dirige no
ciones geográficas. Parecería, efectivamente, que en ninguna es acaso que esclarezca las conciencias? Está viva aún la
58 LA OBRA CLARA EL DOCTRINAL DE CIENCIA 59
creencia de que le corresponde al gran sabio una magistratura El heliocentrismo del primero importa menos por el supuesto
moral. A condición solamente de que devuelva cual un eco lo derrocamiento de la Tierra que por la falta de armonía radical
que cualquiera ya pensó por sí mismo, en los instantes, al me- que instala entre el centro geométrico del sistema planetario y
nos, en que él no piensa: es lo que se denomina, con un nom- el centro de observación, que permanece en los parajes del
bre proveniente también de los griegos, la ética. No discutiré hombre; el paso del segundo promueve, a expensas del círculo
si alguna ética es legítima en el universo moderno 21 . No obs- de centro único, la elipse con dos focos, uno de los cuales es-
tante, una cosa es segura: si la ética existe, la ciencia nada tie- tará irremediablemente vacío. En ambos casos, la buena for-
ne que decir acerca de ella y, sin duda, en tanto que ciencia, ma del círculo, en el que todo centro coincide con todo centro,
nada tiene que hacer respecto de ella. cede a una mala forma 22 .
Se puede razonar todavía, ciertamente, en términos histori- Al respecto, el anticopemicanismo es de estructura, dado
cistas; se puede retomar el lenguaje de Gramsci: el hombre que el Yo [Moi] y lo imaginario, por su ley propia, privilegian
moderno nunca es contemporáneo de sí mismo («somos ana- toda buena forma. Es cierto, pues, que la episteme como figu-
crónicos en nuestro propio tiempo», escribía en su prisión, cf. ra histórica ha desaparecido, pero algunos de sus rasgos ca-
A. Gramsci, CEuvres choisies, Éditions sociales, París, 1959, racterísticos permanecen, porque el Yo [Moi] permanece, cua-
pág. 19). Pero Lacan es más radical, vale decir, más freudiano. lesquiera que sean las periodizaciones.
En un texto célebre (lntroduction a la psychanalyse [= Vor- A ello se deben las siguientes proposiciones, que se ex-
lesungen zur Einführung in der Psychoanalyse], Payot, París, traen a la vez de Freud y Lacan:
1922, Lección 18, pág. 266), Freud menciona tres «heridas 'el Yo [Moi] tiene horror de la ciencia';
que la ciencia infligió al ingenuo amor propio de la humani- 'el Yo [Moi] tiene horror de la letra como tal';
dad» (trad. Jankélévitch, modificada): Copérnico por el cues- 'el Yo [Moi] y lo imaginario son gestaltistas';
tionamiento del geocentrismo; Darwin y Wallace por la selec- 'la ciencia y la letra son indiferentes a las buenas formas';
ción natural, y el psicoanálisis. Explicaba así la hostilidad 'lo imaginario como tal es radicalmente ajeno a la ciencia
desmesurada que suscitaba en ese entonces este último, com- moderna';
parable en su opinión a los furores despertados por sus gran- 'la ciencia moderna, en tanto literal, disuelve lo imaginario'.
des predecesores. Poco importa, después de todo, que tuviese
razón en el detalle histórico (Lacan, por su parte, lo dudaba, Se puede, de aquí en más, evaluar mejor el vocabulario de
privilegiando a Kepler a expensas de Copérnico). Más allá de la periodización tal como aparece en Lacan y, muy cercano al
este detalle, hay que restituir la tesis de fondo: hay un antico- estilo neohegeliano de Kojeve, el vocabulario del estableci-
pernicanismo recurrente, vinculado al Yo [Moi]. miento de relaciones masivas. Mediante estos dos vocabula-
El término de Eigenliebe que Freud utiliza conlleva, cierta- rios les es fácil a los hábiles articular una de las respuestas
mente, un matiz moral (hace pensar en el amor sui, si no en el posibles a la cuestión de saber por qué Lacan requiere una
amor-propio de Las Máximas), pero se Jo despoja fácilmente teoría de la ciencia. No es, dirán, por cientificismo, pues La-
de él para devolverlo a su núcleo material, que es el Yo [Moi]. can no cree en el ideal de la ciencia para el psicoanálisis y
Ahora bien, el Yo [Moi] es de estructura, porque no es más menos aún en la ciencia ideal. Será, aparentemente, por tesis
que el nombre de la función de lo imaginario. Esto afecta a la historizantes: 'la emergencia de la ciencia galileana hizo posi-
cosmología moderna, se atribuya ésta a Copémico o a Kepler. ble el psicoanálisis' o 'el psicoanálisis no se concibe sin la su-
60 LA OBRA CLARA
EL DOCTRINAL DE CIENCIA 61
turación que opera la ciencia moderna respecto del sujeto (de
la que el Cogito es una huella documental)' o 'el psicoanálisis de 196923 : poner al descubierto las propiedades de un discurso
sólo podría desplegarse en el universo infinito de la ciencia', ·n general (recordemos que el discurso, en Lacan, es lazo so-
etc. El problema es que estas respuestas en sí mismas no sig- cial) y, al hacerlo, manifestar que la heterogeneidad y la multi-
nifican nada; sólo reiteran la pregunta bajo otra forma. plicidad le son intrínsecas. Éstas no son simplemente los efec-
De manera más general, no hay que dejarse cautivar dema- tos, en discurso, de períodos o de épocas, que serían en. sí
siado por el Lacan que establece relaciones masivas; es un mismos extrínsecos a los discursos. En particular, no se pro-
Lacan de la conversación erudita y de la protréptica, mas no yectan simplemente en el eje de las sucesiones («No ha de
es un Lacan del saber. tomarse en ningún caso como una secuencia de emergencias
En esta ocasión, la periodización tiene una función precisa: históricas», S., XX, pág. 25). Mediante una doctrina de la plu-
romper respecto del psicoanálisis la pertinencia del par ideal ralidad de lugares, de la pluralidad de términos, de la diferencia
de la ciencia/ciencia ideal. ¿Qué más eficaz al respecto que los entre propiedades de lugar y propiedades de términos, de la
operadores de sucesión y de corte, cuya moneda corriente son mutabilidad de los términos relativamente a los lugares, se ob-
un relativismo y un nominalismo de buen tono? Osaré avanzar tiene lo que podría llamarse una articulación no cronológica y,
lo siguiente: Freud debió, para abrir el camino al psicoanálisis más generalmente, no sucesiva del concepto de corte. Sin duda,
en una coyuntura dominada por el idealismo filosófico, apo- la emergencia de un nuevo discurso, el paso de un discurso al
yarse en el cientificismo del ideal de la ciencia; el precio por otro (lo que Lacan llama el «cuarto de vuelta», Allocution, pág.
pagar no era otro que el cientificismo de la ciencia ideal. En 395), desplazado, en suma, pueden hacer acontecimiento; sin
una coyuntura en la que las instituciones psicoanalíticas se ha- duda, esos acontecimientos son un objeto que los historiadores
bían dejado dominar por el cientificismo de la ciencia ideal, se dedican a captar bajo la forma de la cronología. Pero no son
Lacan debía, para abrir el camino del psicoanálisis, relativizar lo que los historiadores dicen de ellos. Toda historia, en este as-
y nominalizar; el precio por pagar era el discurso periodizador. pecto, es del orden de la falacia, y la primera adulteración resi-
En ambos casos se trata de asegurar, por medios diferentes, de justamente en la homogeneización mínima que supone la se-
una función similar, que depende, en ambos casos, de la pro- riación temporal. En sí mismo, el cuarto de vuelta no tiene que
tréptica. Ahora bien, si se quiere acceder al núcleo de saber, inscribirse en una serie annalística*.
conviene transformarlo en lógicamente independiente de toda Una vez admitido que la teoría de los discursos es una lite-
protréptica. En esta ocasión, se trata de independizarlo de las ralización de los lugares y los términos, el corte, en primera
sucesiones y simultaneidades cronológicas. instancia, puntúa un imposible literal. Imposible que un siste-
ma de letras sea otro; imposible que un sistema de letras pase
De este modo, no se hace más que seguir a Lacan. Pues se sin perturbación a otro sistema de letras. En otras palabras, no
hizo todo para aliviar los costos y desprenderse de la novela hay transformación interna a un sistema; toda transformación
histórica. A partir del momento en que el lenguaje periodizante es paso de un sistema a otro.
ha logrado su efecto, una vez que, gracias a él, el doble espec-
tro ciencia ideal/ideal de la ciencia se descubre sin fuerzas , de * El autor alude con el término annalistique a los historiadores que
inmediato se dedica Lacan a decantar la teoría del corte. Ésta se agruparon alrededor de la revista Annales, vinculada a las figuras de
es la función de la teoría de los discursos, desplegada a partir Lucien Fevre y Femand Braudel. El término será traducido de aquí en
más como annalística( o) (n. del t.).
62 LA OBRA CLARA EL DOCTRINAL DE CIENCIA 63

Más profundamente, se puede sostener que un discurso así Le insuficiente si se toma en cuenta la construcción de un saber.
definido no es en sí mismo más que un conjunto de reglas de Conviene, pues, enunciar más explícitamente los rasgos es-
sinonimia y no-sinonimia. Dos discursos serán diferentes en- tructurales e intrínsecos de la ciencia galileana y no atenerse a
tre sí en la medida exacta en que sus reglas definitorias tam- una referencia annalística a Galileo y sus sucesores. Reapare-
bién sean diferentes. La naturaleza del corte discursivo se de- ce aquí, finalmente, una preocupación de Koyré mismo, quien
termina desde entonces de la siguiente manera: propuso tesis sobre este punto. Lacan las usó y, sin ser siempre
'decir que hay corte entre dos discursos, es decir solamente enteramente explícito, emitió otras que las completan.
que ninguna de las proposiciones de uno de ellos es sinónima
de ninguna de las proposiciones del otro'.
Se concluirá que sólo puede haber sinonimias -si existen- 6. Literalidad y contingencia
dentro de un mismo discurso, y que entre discursos diferentes
las únicas semejanzas posibles se deben a la homonimia. En Es posible leer a Koyré eliminando sus operadores históri-
una teoría como ésta, la noción de corte y la noción de discurso cos. Más exactamente, es posible decantar la lectura que de
se copertenecen, por ende, enteramente: entre dos discursos ellos propone el doctrinal lacaniano.
realmente diferentes, la única relación es la de corte, pero el Combinando la matematicidad y la empiricidad, reagru-
corte no es más que el nombre de su diferencia real. La con- pando la theoria y la praxis, la episteme y la techne, los dis-
clusión se impone: criminantes de Koyré realizan múltiples operaciones. Se pue-
'un corte no es fundamentalmente cronológico'. de resumirlas, empero, en una sola. Para comprenderlo es
Se la puede decir de otra manera, generalizando su alcance: suficiente recurrir a una epistemología aparentemente muy
'la teoría de los discursos es una antihistoria'. alejada de Koyré, en especial a la de Popper. Una proposición
de la ciencia debe ser refutable, dice este autor, determinando
De ello surge que, en este caso, la sincronía no significa de esta manera, con el nombre de «demarcación», lo que tam-
contemporaneidad. Se la debe entender más bien en el sentido bién se puede llamar el discriminante de Popper. Ahora bien,
en que se dice que dos relojes están sincronizados. Que entre una proposición sólo puede ser refutable si su negación no es
formulaciones de igual fecha, que en el seno de una misma for- lógicamente contradictoria o no está materialmente invalidada
mulación, haya no-sincronía, es algo que se concibe entonces por una observación simple. En otros términos, su referente
fácilmente. De igual manera, el paso de un discurso a otro no debe poder -lógica o materialmente- ser diferente de lo que
induce sucesiones unívocas; formulaciones sincrónicas de la es. Pero esto es la contingencia. En suma, sólo una proposi-
episteme pueden suceder en el tiempo a formulaciones sincró- ción contingente es refutable; sólo hay, por lo tanto, ciencia
nicas de la ciencia, y a la inversa. Más profundamente, la doc- de lo contingente.
trina no cronológica del corte implica que una sucesión nunca Recíprocamente, todo contingente puede y debe ser apre-
es sino imaginaria. No hay última instancia real que legitime hensible por la ciencia, tanto teórica como aplicada. El con-
los órdenes seriales. junto de los contingentes en tanto que la ciencia los aprehen-
de, en la teoría y en la práctica, es el universo.
La lectura historizante del doctrinal de ciencia sólo es nece-
saria en el caso de atenerse a fines protrépticos; es radicalmen- Éste es el dispositivo en el que se inscribe verdaderamente
64 LA OBRA CLARA EL DOCTRINAL DE CIENCIA 65

Lacan. Su término medio es lo contingente. A través de él, el cía: nunca letra alguna abolirá el azar. Y la segunda enuncia:
discriminante cronológico de Koyré y el discriminante estruc- toda letra es una tirada de dados.
tural de Popper se dejan combinar24 . El doctrinal de ciencia se La letra es como es, sin razón alguna que la haga ser como
revela descansando en un lema oculto: es; al mismo tiempo, no hay razón para que sea diferente de la
'el discriminante de Koyré y el discriminante de Popper que es. Y si fuese diferente de la que es, sería solamente otra
son sinónimos, a condición de que se los capte desde el punto letra. A decir verdad, a partir del instante en que es, permane-
de la contingencia'. ce y no cambia («el único Número que no puede ser otro»).
Una primera consecuencia se impone: cualquiera que haya Como máximo, un discurso puede, no cambiarla, sino cam-
sido la formulación dada originalmente, el teorema de Koyré biar de letra. Así, mediante un giro que se presta al engaño, la
no es fundamentalmente una proposición histórica; si el psi- letra reviste rasgos de inmutabilidad, homomorfos de los de
coanálisis depende de él, no es por razones de historia (y, so- la idea eterna. Sin duda, la inmutabilidad de lo que no tiene
bre todo, no por razones de cronología). razón de ser como es, no tiene nada que ver con la inmutabili-
Una segunda consecuencia, más profunda, plantea que la dad de lo que no puede, sin violar la razón, ser diferente de lo
ecuación de los sujetos se reescribe como sigue: que es. Pero el homomorfismo imaginario permanece.
'el sujeto sobre el que opera el psicoanálisis, siendo un co- De ello se deduce que la captación de lo diverso por la le-
rrelato de la ciencia moderna, es un correlato de lo contin- tra le da, en tanto éste puede ser diferente de lo que es, los
gente' . rasgos imaginarios de lo que no puede ser diferente de lo que
En esta reescritura se revela que Popper le es necesario a es. Es lo que se llama la necesidad de las leyes de la ciencia.
Lacan. Es verdad que Lacan no se refiere casi a él (en quien se Se asemeja, en todos sus puntos, a la necesidad del Ser supre-
interesó tardíamente y sin pasión); no obstante, es efectiva- mo, pero más se le asemeja cuanto menos tiene que ver con
mente la palabra contingente lo que Lacan atrapa en Kojeve y ella. La estructura de la ciencia moderna se apoya enteramen-
Koyré, los que empero no la profieren exactamente: «la bóve- te sobre la contingencia. La necesidad material que se recono-
da de los cielos ya no existe y el conjunto de los cuerpos celes- ce a las leyes es la cicatriz de esa contingencia misma. Cada
tes [ ... ] se presenta asimismo como pudiendo no estar allí -su punto de cada referente de cada proposición de la ciencia apa-
realidad está marcada esencialmente [ ... ] por un carácter de rece, en un instante relampagueante, pudiendo ser infinita-
facticidad; son fundamentalmente contingentes» (S., VII, pág. mente diferente de lo que es, desde una infinidad de puntos de
151). En la cadena de razones que lleva de las proposiciones vista; en el instante ulterior, la letra lo fijó como es y como no
de Koyré y Kojeve a tal encumbramiento de la contingencia, pudiendo ser diferente de lo que es, salvo cambiando de letra,
es legítimo, aun tomando en cuenta la ignorancia de Lacan es decir de partida. Pero la condición del instante ulterior es,
respecto de Popper y la de Popper respecto de Lacan, restituir en efecto, el instante anterior. Manifestar que un punto del
el eslabón faltante. universo es como es, requiere que se tiren los dados de un
Si se anhela empero atenerse a lo que Lacan podía pensar universo posible donde ese punto sería diferente de lo que
explícitamente, ¿es acaso ir más allá de lo legítimo el evocar es 25 . Al intervalo de tiempo en que los dados giran, antes de
aquí a Mallarmé? A decir verdad, si se admite que lo propio de volver a caer, la doctrina le dio un nombre: emergencia del
la letra moderna consiste en captar lo contingente en tanto sujeto, que no es el tirador (el tirador no existe), sino los da-
contingente, la primera divisa de la edad de la ciencia se enun- dos mismos en tanto que son inciertos. En el vértigo de esos
66 LA OBRA CLARA EL DOCTRINAL DE CIENCIA 67

posibles mutuamente excluyentes, estalla por fin, en el instan- Ja contingencia, y le llega desde su propio interior. Lo cual,
te ulterior en que los dados vuelven a caer, el flash de lo im- una vez más, trastorna las relaciones acostumbradas, que anu-
posible: imposible, una vez que han vuelto a caer, que lleven dan fácilmente el infinito con un lugar exterior, trascendente
otro número en su cara legible. Se ve así que lo imposible no al universo. El universo, como objeto de la ciencia y como
está en disyunción con la contingencia, sino que constituye su objeto contingente, es intrínsecamente infinito 27 :
núcleo real. 'el infinito del universo es la marca de su contingencia
Faltaría aún, para verlo, que no se cesase de pasar de lo an- radical'.
terior a lo ulterior. Ahora bien, esto es lo que no se puede, Por lo tanto, es en él y no fuera de él donde han de encon-
pues habría también que no cesar de remontarse de lo ulterior trarse las marcas de esa infinitud. La tesis moderna por exce-
a lo anterior. La ciencia en todo caso no lo permite; una vez lencia se dirá, pues:
fijada la letra, sólo permanece la necesidad e impone el olvido 'la finitud no existe en el universo'.
de la contingencia que la autorizó. Lacan llama sutura a lo y como todo existe en el universo, se dice también:
inoportuno de ese retomo de lo contingente. La radicalidad 'la finitud no existe' .
del olvido es lo que Lacan llama forclusión (La ciencia y la Pues:
verdad, pág. 853). Dado que el sujeto es lo que emerge en el 'no hay nada que exista fuera del universo'.
paso del instante anterior al instante ulterior, sutura y forclu- De ello se deduce, en particular, que el sujeto no es un fuera-
sión son necesariamente sutura y forclusión del sujeto 26. de-universo. Cómo, a pesar de ello, puede y debe ser distinto
del universo, es el objeto de la teoría del sujeto. Se comprende
Admitir que una proposición contingente y empírica, en que ésta recurriera en particular a la teoría matemática de lo
tanto empírica y contingente, sea matematizable es, en el hori- interno y lo externo, es decir a la topología. Se comprende
zonte de la letra, desgarrar y volver a coser de manera entera- que de la topología se hayan retenido singularmente todas las
mente inédita, incesantemente precaria e incesantemente resta- variantes de la exclusión interna (La ciencia y la verdad, pág.
blecida, las facetas de lo inmutable y lo pasajero. El conjunto 840). Éstas son las consecuencias necesarias del doctrinal de
integral de los puntos a los que refieren las proposiciones de la ciencia. Se comprende también que el doctrinal de ciencia de-
ciencia se denomina habitualmente universo. Dado que cada ba articularse con hipótesis sobre el sujeto, independiente-
uno de esos puntos ha de dejarse captar como una oscilación mente de toda correlación histórica. La hipótesis del sujeto de
de variación infinita, dado que basta con que una sola varia- la ciencia puede considerarse en disyunción respecto del his-
ción afecte uno solo de sus puntos para que dos universos po- toricismo.
sibles sean distintos, dado que por ello los universos posibles
son infinitos en número, dado que el universo no existe para Que no haya nada fuera del universo, se revela difícil de
la ciencia sino por el rodeo de esos universos posibles, el uni- imaginar. A ello se debe la recurrencia, en las representacio-
verso es necesariamente infinito y no dejaría de serlo, aun nes, de las figuras fuera-de-universo. Dios, el Hombre, el Yo
cuando los puntos que lo constituyen fuesen, por ventura, en [Moi] a los que se atribuye alguna propiedad específica que
número actualmente finito. Casi, diríase, infinito cualitativo los exceptúa del universo y constituye a este universo en un
más que cuantitativo. Todo. Esta propiedad de excepción recibe nombres diversos;
Ahora bien, este infinito llega al universo únicamente por largo tiempo la filosofía hizo valer aquí el alma, instancia en
68 LA OBRA CLARA EL DOCTRINAL DE CIENCIA 69

el hombre de lo que lo emparienta con Dios. Pero el alma vie- más precisamente, la ciencia sólo se realiza volviéndose cien-
ne del mundo antiguo y de la episteme. Cuando esta última cia de la ausencia de conciencia y de alma28 .
debió ceder ante la ciencia moderna, el alma poco a poco tuvo Es estrictamente cierto, como lo afirmaba Freud, que el psi-
también que ceder el paso. Llegó entonces la conciencia. coanálisis hiere al Yo [Moi] y que en esto consiste su alianza
Éste es el punto de incidencia del psicoanálisis. Éste reto- con Copérnico, o sea, con la ciencia moderna. Pero, para com-
ma el problema del universo y lo resuelve del siguiente modo: prenderlo, hay que agregar que el narcisismo se reduce siempre
el concepto de que hay un universo, de que nada queda excep- a una demanda de excepción para uno mismo, y recíprocamen-
tuado de él, ni siquiera el Hombre, es el concepto que dice no te. La hipótesis del inconsciente no es más que otra manera de
a la conciencia, es el inconsciente. Se esclarece así el nombre afirmar la inexistencia de esas excepciones; por esta misma ra-
de inconsciente y su constitución negativa. Si la conciencia y, zón, no es nada más ni nada menos que una afirmación del uni-
más precisamente, la conciencia de sí reúnen los privilegios verso de la ciencia. El inconsciente, de esta manera, no sólo
del hombre como excepción al Todo, la negación con que realiza el programa que Rabelais temía, sino que incluso se re-
Freud afecta a la conciencia tiene una única función: volver vela asumiendo muy precisamente las funciones del infinito.
obsoletos esos privilegios. A través de este movimiento se Por lo demás, las dos palabras tienen la misma estructura:
afecta asimismo al alma. Se aclara así el duelo esforzado por se dice unbewusst como se dice unendlich. Lo infinito es lo
el que Lacan, dando un paso más que Freud, se bate contra el que dice «no» a la excepción de la finitud; el inconsciente es
alma: ver Télévision, págs. 16-17. Despliega solamente uno lo que dice «no» a la conciencia de sí como privilegio. Lacan
de los efectos ocultos en la palabra 'inconsciente'. Al mi smo comentó, sin duda a menudo desfavorablemente, el carácter
tiempo que el alma, se verá afectada la figura de Dios, en tan- negativo de Ja palabra unbewusst. Se puede reconocer allí una
to sería el fuera-de-universo por excelencia. Se comprende doctrina cartesiana: el infinito es primero y positivo, lo finito
entonces el logion de Lacan, «Dios es inconsciente»; significa es segundo y se obtiene, en cierto modo, por una extracción;
en primer término lo siguiente: el nombre de inconsciente es- igualmente, el inconsciente explica lo consciente y no a la in-
tenografía la inexistencia de cualquier fuera-de-universo; aho- versa. Estenografía una afirmación y no una limitación. Se
ra bien, el nombre de Dios designa un tal fuera-de-universo; discierne, sin embargo, que la negación tiene sus virtudes.
el triunfo del universo moderno sobre los mundos antiguos es, Más aún, la lengua alemana le agrega algunas. El prefijo
pues, que el inconsciente haya triunfado incluso sobre Dios. un -no es siempre en ella tan ramplonamente negativo como
Pero ese logion mismo está articulado enteramente con la el prefijo latino in-; no se restringe a delimitar lo complemen-
ciencia moderna y con el dispositivo del universo. Que la cien- tario del dominio significado por lo positivo. De esta manera,
cia requiera el universo, que el universo vuelva imposible to- Unmensch no es un no-humano, sino un hombre deshecho, un
do fuera-de-universo, esto puede estenografiarse en la solapa- monstruo; el U nkraut es una hierba (Kraut), pero una hierba
labra de inconsciente, por la que son atetizados al mismo mala, parásita; el unheimlich no es lo inverso de lo familiar,
tiempo el alma y Dios. A la inversa, un sistema de proposicio- sino lo familiar parasitado por una inquietud que lo disper-
nes que apuntase a un objeto definido como inconsciente sólo sa29. Asimismo, podría decirse fácilmente que, en el universo
puede encontrar su culminación en la ciencia moderna y en el moderno, no hay una distinción de dominio entre lo finito y lo
universo que ella funda. Rabelais había dicho: ciencia sin infinito, sino que lo infinito parasita incesantemente lo finito;
conciencia y, por esta sola razón, ruina del alma. O, todavía en la medida en que todo finito, en tanto que la ciencia se
70 LA OBRA CLARA EL DOCTRINAL DE CIENCIA 71
apropia de él, se plantea primero como pudiendo ser infinita- El psicoanálisis tiene que ver con lo que los modernos lla-
mente diferente de lo que es. Por lo demás, no se alejaría así man sexualidad. Ésta es la cosa más conocida del mundo. Sin
demasiado del Descartes teórico de las verdades eternas. En el embargo, está permitido preguntarse por qué y en qué tiene que
psicoanálisis, paralelamente, el inconsciente parasita incesan- ver con ella. Es inútil afirmar que la sexualidad existe empírica-
temente a lo consciente; lo manifiesta como pudiendo ser dife- mente y que es necesario que algún discurso hable de ella razo-
rente de lo que es y establece, sólo a este precio, en qué justa- nablemente. No es trivial, justamente, que la sexualidad exista;
mente no puede ser diferente. El prefijo negativo es solamente que una región determinable de la realidad lleve ese nombre. Es
el sello de ese parasitismo. tan poco trivial que hoy se ha hecho insoportable, al parecer,
que la cuestión se formule. Foucault sintió cuánto costaba ser
El psicoanálisis, en su fondo, es una doctrina del universo revisionista en este punto. Supongamos que la sexualidad existe
infinito y contingente. De esta manera se esclarece su doctrina como se dice que existe, no es evidente que el psicoanálisis ha-
de la muerte y de la sexualidad. ble de ella directamente. Se sabe cuántos espíritus cultos -Jung
No se puede ignorar que, en opinión de la mayoría, la era cualquier cosa menos un ignorante- lo negaron.
muerte es la marca misma de la finitud. Pero el lema moderno Sostendré que la sexualidad, en la medida en que el psicoa-
considera que la finitud no existe y el psicoanálisis sigue ese nálisis habla de ella, no es sino esto: el lugar de la contingen-
lema. Da, incluso, una versión específica de él: cia infinita en los cuerpos. Que haya sexuación en lugar de no
'en tanto marca de finitud, la muerte no es nada en el aná- haberla, es contingente. Que haya dos sexos en lugar de uno
lisis'; o varios, es contingente. Que se esté de un lado o del otro, es
o: contingente. Que a una sexuación le estén ligados tales carac-
'la muerte sólo cuenta en el análisis en tanto es una marca teres somáticos, es contingente. Que le estén ligados tales ca-
de infinitud'; racteres culturales, es contingente. Por ser contingente, esto
o: toca al infinito.
'la muerte no es nada, sino el objeto de una pulsión'. Por ello, algo no cesa de ser literalizable. Ya que los nom-
Tal es el fundamento del concepto de pulsión de muerte. Se bres de hombre y mujer son primero una manera de contarse
concluirá, de lo que antecede, que la palabra muerte es un fo- en el seno de un conjunto al mismo tiempo contabilizable y
co de homonimias entre finito e infinito. Pero, también, que abierto, y a este recuento responde cierto tipo de · lógica. En
es incompatible con la posibilidad del psicoanálisis toda filo- 1945, El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada
sofía donde la muerte cuente justamente por el motivo inver- (E., págs. 187-203) la llama lógica colectiva y propone una
so: en tanto marca de la finitud. Una conclusión particular: si versión dialéctica de ella, propicia para una dramatización
la filosofía de Heidegger está entre éstas, si el ser para la cuasi sartreana (Huis clos no está lejos); reaparece, desdrama-
muerte es ser para la finitud, entonces, a pesar de los inter- tizada y formalizada en un estilo cuasi russelliano, en las es-
cambios epistolares y las visitas privadas, a pesar incluso del crituras de El Atolondradicho. Se comprende que la cuestión
peso que hay que otorgar, en lo tocante a la doctrina de la cu- del límite sea un pivote de estas últimas. Se comprende tam-
ra, a una definición de la verdad como develamiento, la doc- bién que esté anudada a la cuestión del infinito. Las escrituras
trina de Lacan, en tanto doctrina del psicoanálisis, es antinó- sexuales conciernen a un Todo infinito, en tanto afectado por
mica de la filosofía de Heidegger, y recíprocamente. la existencia o inexistencia de un límite.
72 LA OBRA CLARA EL DOCTRINAL DE CIENCIA 73

El inconsciente freudiano en tanto sexual, es el inconscien- más, en mi opinión, que por ejemplo las palabras materialismo, ateís-
te en tanto podría ser diferente de lo que es; es también el in- mo o irreligiosidad (cito al azar). Es constante que Lacan se refiera al
consciente en tanto es como es, y del cual, a partir del instante cientificismo de Freud (cf. en particular La ciencia y la verdad, págs.
835-837); aun cuando se trataba, para él, de marcar una diferencia, no
en que es como es, la letra enuncia que de allí en más sólo
parece haber entendido que hacerlo implicaba rebajar a aquel a quien
puede ser lo que es. Pero, por otra parte y en el mismo movi-
quería retomar.
miento, el inconsciente es lo infinito. En su sitio se cruzan, 4. La disyunción-conjunción del ideal de la ciencia con la ciencia
por ende, como conviene, lo infinito y lo contingente. Ahora ideal fue introducida en los Cahiers pour l' Analyse, Nº 9; ella se ade-
bien, la sexualidad también está parasitada por Jo infinito; lo cua, muy evidentemente, a la disyunción-conjunción del Ideal del Yo
está por obra de la pulsión de muerte, del goce, de la contin- con el Yo ideal, tal como Lacan la articulaba, a partir de D. Lagache,
gencia también, de las chicanas del Todo. Por eso la reversibi- en Observación sobre el informe de Daniel Lagache «Psicoanálisis y
lidad es total: el inconsciente es la captura del pensamiento estructura de la personalidad» , E., págs. 627-664, ver en particular
del ser hablante por el universo infinito, pero en tanto tal sólo págs. 650-662. De una tal analogía estructural se deducirán fácilmente
los efectos de espejismo que opera el nombre de ciencia; existen, de-
puede ser sexual; la sexualidad es la captura del cuerpo del
ben ser disipados, pero la ciencia no se reduce a ellos.
ser hablante por el universo infinito, pero en tanto tal ella sólo 5. Un dato entre otros: Freud había cofirmado en 1911 un manifies-
puede ser inconsciente. Se vuelve a encontrar, entonces, la to que reclamaba la creación de una sociedad en la que se desarrollaría
ciencia moderna. El psicoanálisis no puede autorizarse en el y difundiría una filosofía positivista. Entre los firmantes se encuentran
doctrinal de ciencia sino a condición de apoyarse sobre la se- los nombres de E. Mach, D. Hilbert, F. Klein, A. Einstein. La indica-
xuación como fenómeno y sobre la sexualidad como región ción es doble: el hecho de que Freud haya puesto su firma dice algo
de la realidad donde ese fenómeno puede captarse. El doctri- acerca de sus posiciones en un momento en que publicaba la tercera
nal de ciencia, a su vez, no es sino otro nombre de la sexua- edición de la Traumdeutung, acababa de fundar la Internacional y el
ción como tirada de dados, es decir, como letra. Zentralblatt für Pyschoanalyse; por otra parte, cuando se conocen los
filtros que acompañan por lo común a este género de operaciones, el
hecho de que el nombre de Freud haya sido aceptado, si no incluso so-
licitado, permite medir también su éxito social en el seno del medio
NOTAS positivista de lengua alemana . Ver sobre este punto la importante intro-
ducción histórica realizada por A . Soulez para la recopilación Manifes-
l. Formulado explícitamente en La ciencia y la verdad, E., pág. te du cercle de Vienne et autres écrits , PUF, París, 1985 , pág. 32.
854. Las citas textuales serán señaladas, en lo sucesivo, por comillas 6. Kojeve mismo, en «L'origine chrétienne de la science moderne»,
dobles; las comillas simples aíslan proposiciones doctrinales, que pue- L' Aventure de l' e5prit (= mélanges Alexandre Koyré), 11, Hermann, Pa-
den no encontrarse expressis verbis en las fuentes. rís, 1964, págs. 295-306, enuncia una proposición semejante, pero al
2. Remito al libro de F. Regnault, Dios es inconsciente, Manantial, parecer Lacan efectivamente tiene la prioridad, pues formula su hipóte-
Buenos Aires, 1986; al que se agregará la intervención realizada en la sis ya en 1960. Además, no es seguro que ambas proposiciones sean
Escuela de la Causa el 15 de octubre de 1989, «Entre Férdinand y Léo- exactamente sinónimas. Cf. la nota siguiente.
pold», La sexualidad en los desfiladeros del significante, Manantial, 7. Ver S., VII, pág. 151: « .. .la ciencia moderna, la de Galileo, sólo
Buenos Aires, 1990. Estos trabajos permitirían prescindir de otros, en había podido desarrollarse a partir de la ideología bíblica, judaica, y no
caso de que existiesen, acerca de este tema. de la filosofía antigua y de la perspectiva aristotélica». Aquí aparece la
3. Habrá que explicar algún día a partir de qué manipulaciones esta diferencia que separa a Kojeve de Lacan; el primero atribuye al cristia-
palabra es considerada tan generalmente como insultante. No lo es nismo y muy especialmente al dogma de la Encamación (Kojeve, ibíd.,
74 LA OBRA CLARA EL DOCTRINAL DE CIENCIA 75
pág. 303) un papel decisivo en la emergencia de la ciencia; ahora bien, sis su carácter diferencial, no sólo entre las modalidades, sino en el se-
ese dogma es precisamente lo que separa al cristianismo del judaísmo no de éstas, entre sus polos (afirmar/negar, etc.). Si el trabajo del sueño
y justifica que el primero reivindique el espíritu contra la letra; Lacan es lo que Freud dice que es, entonces, de acuerdo con este análisis, no
atribuye un papel decisivo al judaísmo y a lo que en el cristianismo es el trabajo de una cosa que piensa. Si, en cambio, se considera que el
perdura del judaísmo -a saber, justamente, la letra-. Esto quiere decir sueño es una forma del pensamiento, hay que admitir, entonces, que
que la hipótesis de Lacan (1960) no se superpone con la de Kojeve hay pensamiento allí mismo donde la diferencia entre duda y certeza,
(1964), aunque ambas sean casi homónimas . entre afirmación y negación, entre querer y rehusar, entre imaginación
8. El comentario de Lacan, como es obvio, depende ampliamente y sensación, es problemática, si no está incluso suspendida. Freud, aún
de la interpretación instantaneísta de Gueroult, aunque no enteramente, moderado en la Traumdeutung (cuyo estado final alcanza a 1911) será
y Gueroult podría ser refutado en este punto (cf. J.-M. Beyssade, La explícito en el artículo sobre la negación (1925): hay pensamiento, aun
Philosophie premiere de Descartes, Flammarion, París, 1979) sin que cuando no haya emergido ninguna polaridad y, en consecuencia, nin-
la reescritura lacaniana resultase radicalmente invalidada. De igual ma- guna cualidad. Se concibe que Freud haya pensado que este pensa-
nera, no es dirimente que Descartes, en las Meditaciones, no retome la miento sin cualidades esté regido por las solas leyes de la cantidad
formulación del Discurso del método o de los Principios: «Yo pienso, (energética). Se verá que el significante propondrá leyes no cualitati-
luego yo soy», «Cogito, ergo sum» (cf. E. Balibar, «Ego sum, ego exis- vas, que no serán, por ello, cuantitativas . Cf. infra, cap. llI, pág. 96 y
to. Descartes au point d'hérésie», comunicación a la Sociedad Francesa cap. IV, págs. 143-144)
de Filosofía, 22 de febrero de 1992). Se podría sostener incluso que la Desde un punto de vista más general, saber si el pensamiento sin cua-
reescritura de Lacan sigue muy exactamente la letra de las Meditacio- lidades, tal como se constituye aquí, es también un pensamiento sin
nes: «esta proposición: Yo soy ... ». propiedades, sigue siendo una cuestión abierta. Podría suceder que tu-
9. Al igual que la coherencia de los textos. Pues hay una contradic- viese propiedades «mínimas» . Nuevamente, la teoría del significante
ción aparente; ella opone la letra de Freud y la letra de Lacan: el pri- propondrá para esta pregunta una respuesta específica.
mero plantea que el trabajo del sueño, en lo que tiene de específico y 10. Helmholtz había planteado explícitamente, ya en 1855, la cues-
por ser la forma mayor del inconsciente, no piensa (L' Interprétation tión de un pensamiento sin conciencia de sí («ein Denken ohne Selbst-
des réves, VI, pág. 432 de la edición PUF, París, 1967); el segundo bewusstsein» ); cf. H. v. Helmholtz, «Über das Sehen des Menschen»,
plantea que el inconsciente, en lo que tiene de específico y por ser el Vortréige und Reden, 1896, 11, pág. 110. La articulación histórica entre
sueño una de sus formas , es el estenograma del enunciado «ello pien- cientificismo e inconsciente es así reconocida. Más exactamente aún,
sa». Agreguémosle la contradicción que opone a Freud consigo mismo, al introducir una teoría del inconsciente, Freud no se separa del cienti-
cuando afirma, ora que el sueño es una forma de pensamiento, ora que ficismo, sino que realiza su programa.
no piensa (ibíd. , pág. 431 ). Todo, sin embargo, es claro. El pensamien- 11. P. Redondi, Galilée hérétique, Gallimard, París, 1985, págs. 69-
to que Freud rehúsa al inconsciente es el pensamiento cualificado; el 75 . Este autor considera a Galileo un atomista; se opone en este punto
pensamiento que le otorga y por el que Lacan lo define es el pensa- a Koyré, que hace de Galileo un platónico (Études Galiléennes, Her-
miento sin cualidades. Para lo cual el Cogito es necesario. mann, París, 1939, llI, 267-281). Es cierto que ambas interpretaciones
Para Freud, rehusarle el pensamiento al trabajo del sueño es rehu- no son necesariamente inconciliables (cf. F. Hallyn, Le Sens des for-
sarle las modalidades del pensamiento: la suputación y el juicio («el mes, Droz, Ginebra, 1994, págs. 296-297).
trabajo del sueño no piensa ni calcula; de manera general, no juzga», 12. Debo subrayar, para ser exacto, que la articulación de la preci-
ibíd., pág. 432) . Vale decir, todo lo que establece una diferencia cuali- sión con la literalidad no es explícita en Koyré. Dejo de lado, pese a su
tativa entre polos opuestos. Es legítimo cotejar el texto de la Traum- importancia histórica, la referencia baconiana, donde el paradigma lite-
deutung y el de las Meditaciones; Descartes considera que una cosa ral sigue siendo pertinente, pero referido a la criptografía más que a la
que piensa es una cosa que duda, que concibe, que afirma y niega, que filología. De los encuentros memorables entre filología y ciencia mo-
quiere y no quiere, que imagina y que siente; es esencial en este análi- derna, cabe citar la correspondencia que mantuvo R. Bentley (erudito
76 LA OBRA CLARA EL DOCTRINAL DE CIENCIA 77

editor de Horacio) con Newton (ver A. Koyré, Études newtoniennes, 17. Es interesante que H. Scholz, en su breve Esquisse d' une histoi-
Gallimard, París, 1968, págs. 245-265. Acerca de la distinción entre re de la logique (Aubier, París, 1968, pág. 47, la primera edición ale-
«experimental» e «instrumental», cf. G. Simon, Le Regard, l' Étre et mana data de 1931), cita este pasaje y considera que determina aún hoy
l' Apparence dans l' optique del' Antiquité, Seuil, París, 1988, pág. 201). la grandeza de la lógica como disciplina. Nos encontramos aquí no só-
Según este autor, la óptica antigua era experimental; no era ni podía ser lo en las antípodas del positivismo lógico, sino también de la ciencia
instrumental. moderna. Debe recordarse que Scholz era no solamente lógico y filóso-
13. La situación de hecho es, obviamente, más complicada: ¿hay si- fo, sino también teólogo. Más ampliamente, se observará hasta qué
nonimia exacta entre ciencia y teoría de la técnica, entre técnica y cien- punto la atención dada a la lógica matemática puede conducir a ciertos
cia aplicada? Se lo puede discutir. También se puede discutir si se en- filósofos a borrar el corte galileano; recíprocamente se sabe que Koyré
cuentra efectivamente lo mismo yendo «de derecha a izquierda», de la no tenía estima alguna por la lógica matemática (testigo de ello es su
ciencia hacia la técnica, o yendo de «izquierda a derecha», de la técni- Épiménide le Menteur, Hermann, París, 1947).
ca hacia la ciencia. Se ve bien, hoy incluso, bajo la presión del temor y 18. E. Garin (ibíd., págs. 121-150) llega a afirmar que la combina-
la esperanza, que al anudar la investigación en biología con el descu- ción de lo matemático y lo empírico, característica de la ciencia moder-
brimiento de las vacunas, se hace de la ciencia una pura y simple técni- na, fue posibilitada por el retorno de la astrología erudita, de nuevo ac-
ca teorizada. Tan libre como se quiera respecto del objeto que teoriza, cesible a partir del siglo XII y floreciente en los siglos XV y XVI. Al
mas teniendo, empero, ese objeto como tal: no la Naturaleza sino la na- igual que la magia, como acción sobre el mundo regulada por princi-
turaleza tratada por la técnica; dado el caso, no configuraciones de mo- pios teorizables, brinda los primeros elementos de la relación moderna
léculas, sino esas configuraciones en tanto modificables por procedi- que une a la ciencia, como teoría de la técnica, con la técnica, como
mientos voluntarios con fines de tratamiento médico. Alrededor del práctica y aplicación de la ciencia.
sida, la controversia se torna furiosa. Un número creciente de investi- 19. Una pregunta empírica permanece abierta: ¿las proposiciones
gadores afirma que sólo se encontrará la vacuna no buscándola. Lo que de Koyré acerca de la ciencia antigua son incontrovertibles? Los espe-
implica que los créditos sean destinados a otras cosas y no a la investi- cialistas discuten al respecto, aun cuando, en conjunto, lo esencial de la
gación de la vacuna. Es un koyreísmo ortodoxo. A los enfermos de si- presentación es mantenido por autores serios; cf. T. S. Kuhn, «Tradi-
da les cuesta adherir a esta posición. tion mathématique et tradition expérimentale dans les sciences physi-
14. Ver los dos artículos que cierran los Études d' histoire de la pen- ques», La Tension essentielle, Gallimard, París, 1990, págs. 69-110; G.
sée philosophique, «Les philosophes et la machine» y «Du monde de Simon, ibíd.
l'a-peu-prés a l'univers de la précision», A. Colín, París, reed. Galli- 20. Por ejemplo, Arquímedes y Lucrecio, según M. Serres, La Nais-
mard, 1971. Ambos textos fueron publicados originalmente en Critique, sance de la physique dans le texte de Lucrece, Minuit, París, 1977. In-
en 1948. dependientemente de las tesis propias de M. Serres, se supone a menudo
15. A ello se debe el estatuto eminente de la astronomía, la óptica y que la figura de Arquímedes ilustra una tal combinación de lo matemá-
la armonía. Cf. G . Simon, ibíd., págs. 182-183. Se les opondrá, si- tico y lo empírico, no sin aplicaciones tecnológicas . Cf., entre otros, G.
guiendo a E . Garin (Moyen Age et Renaissance, Gallimard, París, Lloyd, La Science grecque apres Aristote, La Découverte, París, 1990,
1969), la astrología erudita que pretendía justamente captar los acci- págs. 54-62; págs. 112-115. Por lo demás, lo que se sabe de las posicio-
dentes de un destino en lo que tiene de más individual, a través de las nes doctrinales de Arquímedes confirma que era adepto de los princi-
configuraciones de los astros eternos y los cálculos de número. Por ello pios fundamentales de la episteme antigua. Cf. su obra inacabada, titu-
el escándalo que pudo suscitar en ciertos filósofos antiguos (bien resu- lada La Méthode y dirigida a Eratóstenes (fragmento citado en Lloyd,
mido en el discurso de Favorinus, relatado por Aulo Gelio, Noches áti- ibíd., págs. 59-60).
cas, XIV, 1) y su insistencia en su carácter «extranjero» (caldeo). 21. Es la pregunta que Lacan plantea en el Seminario VII. De esa
16. Cf. H. Scholz, «Die Axiomatik der Alten», artículo de 1930, re- toma de palabra exotérica no hizo, empero, un escrito. Esto prueba que
tomado en Mathesis Universa/is, Darmstadt, 1969, págs. 27-44. consideraba no haber llevado hasta su término lo que requiere un saber,
78 LA OBRA CLARA EL DOCTRINAL DE CIENCIA 79
cosa que la lectura del seminario confirma. Lo confirma igualmente la su recopilación La Tension essentielle, Gallimard, París, 1990, más ex-
ausencia de relación en lo que se propone en él acerca de la ética y lo plícito sobre Ja confrontación con Popper que La estructura de las re-
que, ulteriormente, será propuesto como la ética del Bien-decir (ver, voluciones científicas, Fondo de Cultura Económica, México, 1971.
por ejemplo, Télévision), Poco se sabe, pues, sobre la ética lacaniana. 25. Se encontrará en S. Kripke la articulación de la letra, del uni-
Sólo se sabe que sería legítima, de derecho. verso posible y de Ja tirada de dados; cf. en particular, La Logique des
La cuestión de la moralidad en un universo infinito, matematizado noms propres (traducción de Naming and Necessity), Minuit, París,
y preciso es, obviamente, la que plantea Kant. Remito en este punto a 1982, págs. 167-168. Muy e.videntement~,' no se tomará en cuenta el
G. Lardreau,La Véracité, Verdier, Lagrasse, 1993 (cf. principalmente horror que podría inspirar a Kripke un acercamiento con Mallarmé o
el segundo libro, 1ª sección ·-págs. 130-275- y el conciso examen al Lacan, suponiendo incluso que supiese de quién se trata.
que es sometida la intervención lacaniana, págs. 159-160 y nota 16) y a 26. En otros términos, la doctrina de la letra reposa en una lógica
J. Vuillemin, L ' lntuitionnisme kantien, Vrin, París, 1994, pássim. So- de dos tiempos. El lector podrá verificar que la fórmula de Lacan
bre la cuestión general de la ética en un universo donde la matemática S1(S1(S1(S1~S2))) -se la encuentra en el S., XX, pág. 173- no es más
es ciencia del Ser y no sólo lengua de la ciencia, se leerá a A. Badiou que la literalización de esa lógica.
y, singularmente, L' Éthique, Hatier, París, 1993. 27. ¿De qué infinito se trata? En última instancia, del infinito litera-
22. Gracias a Copémico, escribe Freud, se demuestra «que la Tie- lizable, el de los matemáticos, es decir el de Cantor. Pero llegó tarde.
rra, lejos de ser el centro del universo, sólo forma una parcela insignifi- En el origen de la ciencia galileana, la paradoja quiere que, en el ins-
cante del sistema cósmico» (ibíd.) . Lacan, autorizándose en Koyré (La tante mismo en que ella se declara matematizada y refiere el universo
Révolution astronomique, París, Hermann, 1960) considera «mítica» al infinito, no exista matemática de lo infinito. Sobre este fondo de his-
esta presentación; a su juicio, el paso revolucionario fue realizado no téresis, se estructura la oscilación entre infinito positivo e indefinido
por Copérnico sino por Kepler, y concierne no al geocentrismo sino a negativo, del que Descartes es Ja primera señal.
la sustitución del círculo por la elipse. Cf. Subversión del sujeto y dia- 28. Cf. El Atolondradicho, págs. 21-22: «Por ser el lenguaje más
léctica del deseo en el inconsciente freudiano, E., págs. 776-777; Ra- propicio para el discurso científico, la matemática es la ciencia sin con-
diophonie, Se., 2-3, pág. 73; S., XX, págs. 54-57. Cualquiera que sea el ciencia que convierte en promesa nuestro buen Rabelais [ ... ]; esto ale-
caso, se discierne en Lacan una preocupación por la precisión histórica graba a la gaya ciencia que presuponía por ello la ruina del alma».
que lo aleja justamente del historicismo -que procede por grandes ma- 29. W . Benjamin relata este comentario de Leiris (sin que los edito-
sas-. res alcancen a discernir si se trata de Michel Leiris o de Pierre Leyris):
Acerca de un rechazo galileano de la Gestalt, en un dominio harto «la palabra "familiar" estaría llena de misterio e inquietud en Baudelai-
diferente, cf. J.-C. Milner, Introduction a une science du langage, Pa- re» (Charles Baudelaire, Payot, París, 1982, pág. 236). Que no debe
rís, Seuil, 1989, págs. 632-633. separarse de «No importa dónde fuera del mundo ... » y de lo no-fami-
Si. a uno le importa disputar con Freud sobre los datos, se le puede liar como refugio.
también reprochar el haber citado a Wallace junto a Darwin. Pues so-
bre el punto preciso del amor propio de la humanidad, W allace, apa-
rentemente, hizo mucho por .reasegurarlo (cf., por ejemplo, S. J. Gould,
«Selección natural y espíritu humano: Darwin contra Wallace», en El
pulgar del panda, Hermano Blume, Barcelona, 1983).
23 .. Cf. S., XVII (en su conjunto); Radiophonie, Se ., 2-3, págs. 96-
99; Allocution prononcée pour la cl6ture du congres de l'École freu-
dienne de Paris, el 19 de abril de 1970, ibíd., págs. 391-399; Télévi-
sion,. pássim; S., XX, págs. 25-26. Cf. aquí mismo cap. III, págs. 94-95.
24. Al respecto, se consultarán los trabajos de Kuhn y en particular
CAPÍTULO III

El primer clasicismo lacaniano

1. El lenguaje del corte

El conjunto del doctrinal de ciencia, de sus teoremas, hipó-


tesis y lemas es de gran alcance. Permite balizar con más
exactitud que la habitual el espacio de las proposiciones doc-
trinales lacanianas. Tomado en serio, podría constituir un ver-
dadero analizador de lo que a veces se denominó el pensa-
miento de los años sesenta. Pues dicho pensamiento, entre
otras varias características, coincidía en particular en una tesis
axiomática: 'hay cortes'1, a la que entendía de modo histori-
zante . Es cierto que el doctrinal, más tarde, la entenderá de
otra forma. Es cierto también que, en los años sesenta, com-
partía la interpretación común.
El axioma de existencia de cortes y su lectura cronológica
no tienen en sí nada de novedoso. Luego de las fulgurancias
de san Pablo anunciando el final del mundo antiguo, al cual él
mismo ponía un término («En cuanto a los griegos, ellos bus-
can la sabiduría . .. », Cor., I, 1, 22), se encuentran, bajo dife-
rentes formas, en numerosos autores. Los letrados de lengua
francesa comentaron incesantemente en esos términos el antes
y el después de la Revolución, de tal suerte que el axioma de
los c01tes se transformaba para ellos en una especie de sello
de la política; afirmarlo valía, para algunos, casi lo mismo que
un compromiso. Los años sesenta propusieron tan sólo una
versión particular de la operación.
82 LA OBRA CLARA EL PRIMER CLASICISMO LACANIANO 83

En El grado cero de la escritura, Barthes enuncia en sus- una manera que nada le debe al progresismo sartreano de los
tancia la tesis: 'la Literatura es intrínsecamente moderna'. años cincuenta, de una constelación de tesis mutuamente co-
Tiene, pues, un antes y, quizás, un después. Esta modernidad nexas. Se ve entonces que lo propio de los años sesenta no
es fechable, grosso modo, a partir del advenimiento como cla- consiste en una afirmación de los cortes, sino en la función
se dominante, a la vez económica y política, de la burguesía. discursiva que se reconoce a dicha afirmación. Los cortes mis-
En Francia, al menos. De ello se sacará fácilmente la conclu- mos, explícitamente o no, son pensados como análogos, en el
sión de que la literatura francesa es el prototipo de la Literatu- universo de los pensamientos, a las cesuras históricas cuya
ra, así como, para algunos, la Revolución Industrial inglesa es teoría proponía el marxismo. Permitían conservar una relación
el prototipo de la industria capitalista. Según la lógica misma formal con el marxismo, sin tener empero que permanecer
de Barthes, el corte cuyo nombre es la Literatura puede y de- sustancialmente sujetos a él.
be articularse con otros: se mencionan el corte político y so- No es éste el sitio para retomar la mecánica discursiva gra-
cial del siglo XVI y el de finales del siglo XVIII; nada exclui- cias a la cual se pasó, a través de etapas sucesivas, del progre-
ría que el corte koyreano le resultase pertinente. Simplemente, sismo político, representado singularmente por Sartre, a propo-
él no construyó su relación. siciones que establecían cada vez más la disyunción entre
Le tocará a L. Althusser hacerlo o, al menos, plantear los elecciones políticas y elecciones intelectuales 3 . Es suficiente
términos que permitirían hacerlo. Su empresa se funda en la establecer de qué modo el doctrinal de ciencia, aun cuando no
siguiente hipótesis: sea fundamentalmente historizante, exhibe en consistencia y
'el universo de la ciencia moderna es coextensivo del mer- completud, lógicas que se encuentran en otros lados, bajo for-
cado mundial'. mas explícitamente historizantes.
De ello se deduce que dilucidar los fundamentos materiales Para llegar a ello, conviene pasar por Foucault. Sólo él, en
del segundo es esclarecer los fundamentos de legitimidad del efecto, operó en la coyuntura pertinente una variación signifi-
primero, y recíprocamente. Ahora bien, la noción de ciencia y cativa. Puede creerse que, mejor que cualquier otro, había
la noción de universo se copertenecen, ninguna de las dos se comprendido las alianzas que indico. Que, por el contrario,
sostiene sin la otra; la teoría del universo no puede ser sino la haya aceptado el doctrinal de ciencia o, más simplemente, los
ciencia; el objeto de la ciencia no puede ser sino el universo. sistemas de conexiones que el doctrinal permite engendrar,
Una teoría completa del mercado mundial, paralelamente, merece algún examen.
sería una teoría del capitalismo. De esta manera, la teoría del A decir verdad, ni siquiera es seguro que haya aceptado el
capitalismo y la doctrina de la ciencia moderna están mutua- axioma de la existencia de cortes. O, más bien, lo aceptó, para
mente relacionadas. Al contrario de lo que sostuvo a veces Al- disolverlo de inmediato en una familia de problemas: ¿qué es
thusser mismo, no sólo porque Marx, al escribir El Capital, se un corte, en qué se lo reconoce, hay diversas especies de cor-
inscribe en el movimiento de la ciencia; en sí esto es induda- tes? El programa de Foucault construye así una tipología ge-
ble, pero insuficiente. La relación es más fundamental y afecta neral de todos los cortes discursivos posibles: una suerte de
a las condiciones de posibilidad de la obra misma de Marx; topología del concepto, si la topología es, efectivamente, la
más exactamente: a los fundamentos de su programa de inves- ciencia de los bordes, de los exteriores y los interiores, de los
tigación y a la definición de su objeto 2 . recubrimientos.
Se dispone de este modo, por intermedio de Marx, y de Foucault, finalmente, no se dio la Historia. Aun cuando
84 LA OBRA CLARA EL PRIMER CLASICISMO LACANIANO 85

mantiene una última instancia de seriación cronológica, de to de su existencia (suponiendo incluso que no sea axiomáti-
modo tal que hay en él una seriación discursiva que ha de ser ca, se la considera probada por el éxito de las investigaciones
siempre homóloga a una sucesión temporal y que la compati- que la suponen), sino respecto de sus tipos posibles; son re-
bilidad de los discursos ha de dejarse proyectar en proximidad chazadas, consciente y voluntariamente, las tesis, juzgadas
(en período), persiste el hecho de que sus pivotes se han vuel- inútiles y aventuradas, de Kojeve y Koyré: sólo se acepta su-
to frágiles. Los nombres de Antigüedad, de Edad Media, de poner lo que supone, axiomática o no, la afirmación de exis-
Tiempos Modernos, dado el caso aparecen, pero están afecta- tencia 'hay cortes'; el resto es asunto empírico-.
dos por una sospecha de principio, que no impide su uso, pero Pues bien, esta afirmación, según Foucault, plantea sola-
que requiere someterlo a controles, de preferencia inopinados. mente (1) que existen heterogeneidades entre los discursos y
Es cierto que, manteniendo la cronología, Foucault mantiene (2) que dichas heterogeneidades dejan huellas localizables y fe-
también el nombre de historia, pero banalizado y de algún chables en el archivo (cronología, más que historia). No supone
modo sujeto al genitivo que le sigue: historia de la locura, his- que esas huellas se agrupen en simultaneidades generales. Si-
toria de los cuerpos, historia de las prisiones, historia de la se- gue siendo perfectamente posible que la cesura de heterogenei-
xualidad; estos sintagmas recubren y descubren una insolencia dad que afecta a cierto discurso A, no afecte al mismo tiempo a
dirigida a los empleos absolutos , singular («pensar la Histo- cierto discurso B, compatible empero con A.
ria», «hacer la Historia») o plural («biblioteca de Historias»). Ahora bien, la combinación de las proposiciones de Koyré
Prefirió darle a su método el nombre de arqueología, a la y Kojeve parece afirmar, en efecto, que cierto corte es adecua-
vez esclarecedor y arriesgado. Esclarecedor, pues ese nombre do para afectar no solamente a dos discursos (por ejemplo, la
no es justamente el de historia, que diría al respecto más de lo ciencia y la metafísica), sino a todos los discursos compati-
que es legítimo; aITiesgado, porque vincula estrechamente la bles. Esto es lo que implica, evidentemente, el uso de términos
teoría general del corte a una teoría de los estratos y los recu- totalizantes, mundo y universo («el mundo del "aproximada-
brimientos. Que una discontinuidad sea necesariamente re- mente"», «el universo de la precisión»). Llamemos mayor a un
cubierta por un estrato que la enmascara, es una hipótesis no corte como éste. El doctrinal de ciencia se reformulará así:
trivial. No puede decirse que haya sido demostrada; es con- 'el corte entre episteme y ciencia moderna es un corte ma-
sustancial, empero, a Ja palabra «arqueología» misma. yor'.
Cualquiera que sea el caso, la teoría general de Foucault Tal es al menos la lectura que le da Lacan; ella se impone
no es suficiente para el doctrinal de ciencia; no es, pues, sufi- si el doctrinal debe incluir una teoría del sujeto moderno (hi-
ciente para autorizar el discurso de Lacan. No es suficiente en pótesis del sujeto de la ciencia); se impone con aún más fuer-
sentido estricto: no contiene todos los axiomas que Lacan ne- za si, como parece que lo anheló Lacan, ha de adjuntársele, a
cesita. Esto significa que, desde el punto de vista de Foucault, título de lema, la hipótesis de Althusser (Lacan no se interesó
Lacan contiene axiomas en exceso. No se trata de la Historia: directamente en Barthes, aunque él mismo haya formulado
Foucault no se la otorga, pero Lacan se la rehúsa. Nada hay proposiciones acerca del estilo y éstas sean, según Norden,
de incompatible aquí. El punto de herejía está en otro lado. ampliamente compatibles con El grado cero).
Concierne a los cortes en tanto tales . Lo que puede decirse de manera diferente: según Lacan, la
En efecto, la teoría de Foucault se quiere radicalmente es- palabra «moderno» no estenografía nada si no estenografía un
céptica respecto de ellos -no, digámoslo nuevamente, respec- corte mayor.
86 LA OBRA CLARA EL PRIMER CLASICISMO LACANIANO 87
Se puede discutir, ciertamente, acerca de los elementos de forma parte) es creer incluso en una tal articulación entre la
ese corte, pero no es dudoso que, si se lo supone, se supone teoría de lo íntimo y la teoría de los procesos públicos.
que afecta a todos los discursos compatibles: ninguno es inmu- De manera general, siempre es posible que algún discurso
ne a él, al menos en tanto es moderno. Ni la economía material sea inmune a los cortes reputados como mayores por la vulga-
(hipótesis de Althusser), ni las letras (hipótesis de Barthes e ta: cristianismo, capitalismo, ciencia moderna. Siempre es po-
hipótesis equivalente de Lacan), ni las filosofías políticas (L. sible que los cortes estén desincronizados entre sí, aunque para
Strauss o C. Schmitt), ni las imágenes (Panofsky), ni la filoso- la annalística fuesen simultáneos. No habría, por lo demás,
fía especulativa (Heidegger). Ni, finalmente, la conciencia: el que extremar demasiado la consistencia de Foucault para des-
psicoanálisis, en su emergencia, testimonia que la vida interior cubrir en él una sospecha política: la figura del corte mayor re-
no es inmune al corte, el sujeto no es un imperio en un impe- viste todos los rasgos de lo que el discurso político llamó «Re-
rio; hay un sujeto moderno (ya sea que se lo diferencie de una volución». Digamos más: así como se supone a la ciencia
subjetividad antigua o que se supongq que la subjetividad nace moderna nacida de una revolución científica, el discurso políti-
con la modernidad misma); de su instauración el psicoanálisis co moderno se caracteriza por haber construido el prototipo de
es, a la vez, prueba y efecto. la Revolución, en relación con el cual se mide todo objeto po-
En otros términos, es tiempo de subrayarlo, el dispositivo lítico posible. Ahora bien, según Foucault, la Revolución no
del doctrinal de ciencia se funda en un axioma de existencia existe; creer en ella conduce, en la práctica y en la teoría, a la
suplementario: catástrofe. La figura discursiva del corte mayor, paralelamente,
'no solamente hay cortes, sino que hay cortes mayores'. por poco culpable que sea (no se le puede atribuir, aparente-
Ahora bien, Foucault, justamente, no supone esto, supone mente, ninguna masacre), no es menos engañosa.
incluso, aparentemente, lo contrario. Todo su desarrollo se apo- Así pues, el corte es radicalmente múltiple o, más bien, es
ya en la posible no-coincidencia y no-homología de los cortes; lo múltiple mismo. A menudo innominado -a Foucault no le
a las que se deben los desenganches constantes, los contratiem- gustaba hablar de corte-, se aloja en el núcleo de las nomina-
pos, los efectos de turbulencia que es preciso no desatender. ciones, cuyo sistema articula. Foucault, primero que nadie,
Así, el cristianismo puede constituir un corte en la historia había remitido el discurso al solo régimen de los nombres;
de la sexualidad, pero no necesariamente en la de la locura. El primero que nadie había, de manera consecuente, trabajado en
galileanismo de inicios del siglo XVII puede constituir un cor- balizarlo por sus solas compatibilidades e incompatibilidades.
te en la ciencia de la naturaleza, pero no en los discursos que Sin embargo, no cedió a la tentación que siempre acecha en
afectan al habla, a la clasificación, al intercambio. Estos últi- un gesto como éste: la de que, en última instancia, siempre
mos están marcados por otro corte que data de fines del siglo hay un único discurso, pues todo nombre vale por otro. Nunca
XVIII y que parece indiferente a la física matematizada. Aun- cedió sobre lo discursivo múltiple, es decir sobre la heteroge-
que sean igualmente radicales, cada uno de estos cortes retira . neidad de los nombres, es decir su desigualdad. El corte no
a cada uno de los otros las propiedades de un corte mayor. In- designa otra cosa.
cluso cortes contemporáneos (o casi contemporáneos) entre. El corte es sólo lo que dice «no» a la sinonimia proliferan-
ellos -por ejemplo el galileanismo y el Gran Encierro- no es- te, y que proliferará al ritmo entrecortado de lo que niega. Se
tán necesariamente articulados entre sí. La ilusión característi- esclarecerá así el aforismo de René Char, que Foucault colocó
ca del discurso «psi» (del que el psicoanálisis, según Foucault, en la contratapa de su Historia de la sexualidad: «La historia
88 LA OBRA CLARA EL PRIMER CLASICISMO LACANIANO 89
de los hombres es la larga sucesión de los sinónimos de un ca máxima ética del intelectual es proferir los enunciados ca-
mismo vocablo. Contradecirla es un deber». En otros térmi- paces de dar nacimiento a ese juicio en quienes nada profieren.
nos, los cortes son rebeliones discursivas; su surgimiento es Se comprenden ahora ese gesto y ese lenguaje; de ese punto
tan disperso como los desórdenes; tienen más que ver con el de intolerancia, suscitado dentro de los límites de la indaga-
'68 que con el '17; el axioma de existencia cede ante un man- ción, retomar cual si se retomase de un punto exterior, situado
damiento indistinguiblemente ético y político: «siempre se más allá de un corte mayor (salvo que no hay exterior ni corte
tiene razón al rebelarse contra los sinónimos» 4 . mayor) sobre la integral de los discursos (salvo que esta inte-
gral no es pasible de ser construida) y juzgarla (salvo que ese
Si no hay cortes mayores, entonces hay sistemas de cortes juicio se autoriza tan sólo en su puro y simple proferimiento;
independientes unos de otros y no sincrónicos. Para todo dis- él mismo efímero).
curso afectado por un corte habrá siempre al menos otro que,
en ese instante, no lo será. Mediante una metodología inteli- Si Lacan, en cambio, tiene razón, si existen realmente cor-
gente, si no astuta, cada discurso puede servir, vez a vez, a al- tes mayores, entonces las delimitaciones mutuas son imposi-
gún otro como sólido de referencia. No hay ninguna necesi- bles; es necesario, pues, un sólido de referencia que sea inmu-
dad de suponer un Punto de Referencia absoluto que esté, por ne a los cortes. Ese sólido debe permitir al menos tratar las
esencia, fuera del corte, porque las desarmonías y turbulen- homonimias y las incertidumbres de sinonimia a que remiten
cias bastan para localizarse mutuamente. los cortes en sus formas más simples. La cuestión del sitio de
Al menos que, por ventura (pero son las circunstancias las inmunidad no es tratada específicamente ni por Koyré ni por
que deciden), cierto efecto de pasión constituya, en el espacio Kojeve ni por Lacan.
de un instante, a una configuración empírica en Punto de Re- En una lectura historizante, aquella provoca sin embargo
ferencia. Se puede comprender así la función de intervención una primera respuesta, aparentemente simple: hay al menos
que a menudo asumió Foucault vía el Diario. Depende entera- un conjunto de realidades que permanecen inmunes a los cor-
mente de su axiomática doctrinal ('no hay cortes mayores'), tes: se trata de las lenguas. En lo concerniente a los discursos
pero corregida por una proposición práctica -en el sentido y sus desplazamientos y soluciones de continuidad, una len-
kantiano de la palabra-: 'hay circunstancias tales que, en el gua dada es el lugar donde las homonimias se dejan captar. De
instante de una pasión, hacen efecto de corte mayor y de Pun- hecho, sólo una lengua puede constituir ese sitio.
to de Referencia'. En otros términos, la suposición de que hay cortes mayores
A este efecto, que se asemeja a un efecto de verdad, aunque es también la suposición de que éstos no afectan a la lengua.
no lo sea, Foucault le dio un nombre. Durante su trabajo sobre Pero esto no es otra cosa que lo que Stalin había querido esta-
las prisiones había desarrollado su concepto de «indagación- blecer. Puede sostenerse incluso que en el modelo escolástico
intolerancia»: sacar a luz por la vías de la indagación más ri- marxista que era el suyo, lo había logrado, a tal punto que se
gurosa, un objeto empírico (actividades de un aparato, comen- puede hablar de un verdadero teorema de Stalin 5 . En la doctri-
tarios de tal o cual de sus agentes; decisiones francas u na marxista se enuncia (con su recíproca): 'hay cambios de la
ocultas, etc.) que despertara el punto de intolerancia en aque- infraestructura que no acarrean cambios en la lengua; hay
llos que tomaban conocimiento de él -el juicio, anterior a todo cambios en la lengua que no dependen de cambios en la in-
enunciado, de que eso, eso que se ve, no es tolerable-. La úni- fraestructura'; pero, dada esta doctrina, todo cambio en la infra-
90 LA OBRA CLARA EL PRIMER CLASICISMO LACANIANO 91

estructura afecta, directa o indirectamente, de manera más o rico Stalin y no sólo de su figura mítica de emperador del
menos perceptible, a cada una de las instancias superestructu- mundo moderno.
rales, sin excepción alguna; lo que significa que todo cambio Hay más. Yendo más allá de los textos mismos y, sin duda,
de infraestructura es un corte mayor. A su vez, el marxismo de la conciencia clara de los autores, se puede descubrir en el
clásico supone que sólo un cambio de la infraestructura puede teorema de Stalin con qué solucionar una dificultad del doctri-
producir un corte mayor; se puede, pues, reformular el teorema nal.
de Stalin: 'la lengua es inmune a los cortes mayores' (o, en Muchos autores señalaron cuán problemático era el estatu-
lenguaje político, 'la lengua es inmune a las revoluciones')6. to de la matemática y de la lógica. Una pregunta sigue abierta:
Este teorema no es verdadero, evidentemente, más que de ¿está la matemática misma sometida al corte galileano? La
la lengua como forma; para todo lo que en la lengua no es respuesta generalmente más admitida es negativa. No hay, de
formal sería fácil refutarlo, cosa que Stalin ignoraba menos acuerdo con la mayoría de las autoridades (Bourbaki, por
que nadie. Supone, pues, que existe la lengua como forma, ejemplo) una ruptura absoluta entre la matemática griega y la
que es pasible de ser opuesta a la lengua como sustancia. matemática cartesiana o cantoriana; diferencias, ciertamente,
Ahora bien, la lengua como forma es lo que la lingüística, en pero para nada comparables a la relación que mantienen las fí-
la época de Stalin, llamaba la estructura. De manera tal que sicas pregalileanas y posgalileanas. Esto equivale a afirmar
Jakobson se reconoció en el teorema y lo aceptó. que la matemática está, justamente, en posición de funcionar
Refiriéndose a la estructura («el inconsciente está estructu- como un punto de referencia respecto del corte mayor.
rado como un lenguaje»), Lacan se pronuncia, pues, sobre la La matemática no es una ciencia galileana; no es una cien-
cuestión del Punto de Referencia. Lo hace, aparentemente, del cia poppereana; lo contingente no le concierne. Ello explica,
mismo modo que Stalin. Lo que no agota, obviamente, el al- precisamente, el papel que desempeña en el corte. La inmuni-
cance de su relación con el estructuralismo. Lo cierto es que dad de la matemática respecto del corte mayor está en el prin-
ella también tiene ese alcance. cipio del corte mismo.
Por ello, la relación que Lacan creía poder construir: si lo Se ve, entonces, que la matemática tiene estrictamente el
que Lacan dice de la lengua es verdadero, entonces el marxis- estatuto de una lengua, tal como lo instituye el teorema de Sta-
mo también puede ser verdadero, aun cuando no lo sea nece- lin. Se sabe, por lo demás, que la definición lenguajera de las
sariamente. Si lo que el marxismo -es decir, Stalin- dice de la matemáticas se volvió prevaleciente entre los modernos. Es
lengua, es verdadero, entonces Lacan es necesariamente ver- verdad que ya está presente en Galileo: hacer de la matemática
dadero7. el alfabeto (y no ciertamente el jeroglífico) del universo, es
Pero, a decir verdad, la relación es más estrecha aún: no se conferirle in nuce un estatuto que se revelará, al término de un
trata sólo de la lengua sino, en efecto, del doctrinal de cien- recorrido sinuoso, bastante aceptado en general. Que la mate-
cia; en su lectura historizante, éste requiere el teorema de Sta- mática sea una lengua (la mayoría de los modernos sostiene
lin (como también lo que se puede llamar el lema de Stalin: además que Je toca a Ja lógica enunciar sus reglas, a condición,
'la lengua, en tanto forma, es el punto de referencia que per- empero, de que la lógica misma se enuncie en lengua mate-
mite constatar los cortes mayores'). Lo requiere en la medida mática) es una afirmación que se anuda de manera elegante
exacta en que depende del teorema de Kojeve. Se aprecia que, con el doctrinal de ciencia y resuelve la paradoja de que sólo
a pesar de lo que él mismo pensaba, Kojeve depende del teó- se pueda reconocer un corte por aquello que se exceptúa de él.
92 LA OBRA CLARA EL PRIMER CLASICISMO LACANIANO 93

No es éste el sitio para determinar si esta posición es sosteni- cabe dudar de que éstos fuesen algo más que analogías, autori-
ble: Por el momento, lo importante es reconocerla como una zadas por la coyuntura de los años '60. Es también cierto que
versión desconocida del teorema de Stalin. las palabras y las frases constituyen la causa material de los
Desde esta perspectiva, interpretar el doctrinal de ciencia discursos. Pero los discursos tienen su propia ley, que no debe
en términos historizantes, atribuir a las matemáticas una con- nada a las leyes eventuales que gobiernan las palabras y las
tinuidad inmune a los cortes mayores, reconocerles una impli- frases. La ley de los discursos se reduce a una sola: 'hay dis-
cación constituyente en el corte mayor del universo moderno, continuidades' o 'se ha de decir no a las sinonimias'. Éste es
definirlas como una lengua, ser stalinista en materia de len- el único objeto que se puede tratar, por una especie de física
gua, se revelan como cinco decisiones solidarias. de los torbellinos, donde no existe nada que amerite ser consi-
derado absoluto. En el sentido en que Descartes sólo admite
La teoría foucaultiana es harto diferente; puede integrar movimientos relativos.
perfectamente la hipótesis de que las lenguas no escapan a los En contraste, se calibra mejor la naturaleza de la doctrina
cortes disyuntos y turbulentos, cuya teoría hace la arqueolo- lacaniana: no sólo hay discontinuidades, sino que hay discon-
gía. Antistalinista en teoría política, Foucault lo es también en tinuidades tales que afectan a todos los discursos. Esto supone
lo tocante a la lengua. Más exactamente, se abstiene, en lo re- que hay algo así como movimientos absolutos y, por ende, al-
ferente a las lenguas, de pronunciar juicio alguno: imposible go semejante a un Punto de Referencia absoluto.
determinar si para él son o no superestructuras. Es verdad que
los pequeños foucaultianos mostraron menos reserva, pero Se evocó, con todo derecho, a Stalin. Pues éste es el nom-
poco importa. bre que cabe descifrar bajo el de Jakobson, lingüista: la afir-
Ello explica que Foucault nunca haya usado, salvo con mación de que el Punto de Referencia absoluto, independiente
prudencia, razonamientos que eran frecuentes entre sus cole- al mismo tiempo de la infraestructura y de las superestructuras,
gas: colegir de la aparición o desaparición de las palabras la es la estructura de las lenguas naturales, las que, por este mis-
aparición o desaparición de las cosas. Que una palabra co- mo hecho, son integrables en un concepto formal único: el len-
mience a existir o cese de existir es un dato del que hace uso, guaje. Ahora bien, con Stalin, aunque estuviese enmascarado
pero con una discreción que asombra. A decir verdad, se po- por Jakobson, se permanece en la Historia. Pero Lacan no cree
dría afirmar que algunos de los trabajos mayores de Foucault en la Historia, aunque admite los cortes mayores.
se apoyan en la hipótesis inversa: la misma palabra «locura» La articulación es aquí inexorable. Si el corte mayor es in-
y la misma palabra «prisión» aparecen a ambos lados del cor- terpretado en términos historizantes, entonces Stalin es nece-
te que afecta a los discursos en que estas palabras aparecen. sario; sólo se lo puede evitar si se construye una interpreta-
Es cierto que otras proposiciones, más regionales, se apoyan ción no historizante.
en la hipótesis exactamente inversa; de este modo, la emer- Por esta razón, en efecto, Lacan se preocupó precisamente
gencia del grupo nominal enfermedad mental constituye una de no detenerse en el lenguaje. Lo evoca explícitamente, para
señal que el método conserva. dejarlo en el instante en que se detiene en él. El Punto de Re-
Ni la lengua ni el lenguaje, ya se los considere en su forma ferencia absoluto no es el lenguaje en sí mismo ni las lenguas
o en su sustancia, le importan a Foucault. Es verdad que la en las que se polimeriza, sino aquello de lo que el lenguaje,
lingüística le había proporcionado conceptos y soportes, pero reducido a su real, «hace-las-veces»*. Es decir, el sujeto.
EL PRIMER CLASICISMO LACANIANO 95
94 LA OBRA CLARA

Se vuelve a encontrar la teoría de los cuatro discursos y se to del sujeto. Ese punto del sujeto, empero, es lo mismo que
mide mejor su importancia. No solamente propone una teoría requiere una doctrina general de los cortes, en tanto un corte
no cronológica de las discontinuidades, no solamente propone es indecisión de las sinonimias. El doctrinal de ciencia se alía
una teoría de las propiedades absolutas de tales o cuales dis- a lo que se propone como el núcleo más íntimo de la práctica
cursos, no solamente admite el movimiento absoluto («el cuar- freudiana, cuya matriz expone la teoría de los discursos, bajo
to de vuelta»), sino que determina y nombra el Punto de Refe- el acápite del discurso psicoanalítico. Se puede repetir, pero
rencia absoluto en el que se apoya. comprendiendo, por fin, su alcance, la ecuación de los suje-
El doctrinal de ciencia supone ese Punto de Referencia ab- tos: 'la praxis del psicoanálisis es interpretación; el sujeto que
soluto, por el solo hecho de que requiere los cortes mayores. el psicoanálisis requiere -en tanto el psicoanálisis interpreta-
Pero, por otra parte, se combina con la teoría de los discursos es el sujeto que requiere la ciencia en tanto ésta se constituye
según la cual ningún corte es cronológico. Afirma, pues, que por un corte mayor; todo corte mayor tiene la estructura de
los cortes mayores no lo son. Respecto de ellos, el Punto de una interpretación'8.
Referencia absoluto no tiene, pues, la propiedad distintiva Sólo de esta manera se supera la potencia de Stalin, es de-
de escapar a lo cronológico. Mientras que la teoría no cronoló- cir, la de Marx.
gica de los cortes tiene como apoyo crucial una teoría de los
lugares, la propiedad del Punto de Referencia absoluto ha de
residir en su atopia: su capacidad de ocupar un lugar cualquiera 2. El paradigma de la estructura
al que adviene por insistir. El único real que presenta, por defi-
nición y construcción, dicha propiedad de atopia y de insisten- Se revela que, en el dispositivo de Lacan, lo que Stalin y
cia, es el sujeto del significante. Por esta razón, los teoremas .Jakobson proponían bajo el acápite de las lenguas o del len-
de Koyré y Kojeve sólo están completamente fundamentados guaje no es sino aquello que estrictamente hace-las-veces del
si se admite conjuntamente la hipótesis del sujeto de la ciencia sujeto, del cual ni Stalin ni Jakobson están en condiciones de
y la definición del sujeto como sujeto de un significante: la hablar adecuadamente. La doctrina del inconsciente, en tanto
ciencia moderna, en tanto ciencia y en tanto moderna, determi- estructurado como un lenguaje, permite pasar de las lenguas
na efectivamente un modo de constitución del sujeto. al sujeto. Comprenderlo es comprender la relación con el es-
Falta aún deshistorizar radicalmente esta hipótesis misma .. 1ructuralismo .
La teoría del discurso psicoanalítico lo permite. Sostener que
hay cortes mayores es sostener que, desde el punto del sujeto, Lacan es una figura del estructuralismo. Si uno se atiene a
hay una incertidumbre integral de las sinonimias. La doctrina la opinión, esto no es dudoso. Falta esclarecer qué se entiende
de la interpretación -la de la cura- encuentra de esta manera por ello. Esto supone explicar, más claramente de lo que suele
sus títulos de legitimidad; no podría tener otros. Una interpre- hacerse, cómo se insertaba Lacan en el programa estructuralis-
tación no es sino eso: proferir la palabra que hará que entre el ta, lo cual supone, a su vez, explicar, más claramente de lo que
antes y el después nada será ya sinónimo. Una palabra sólo lo suele hacerse, en qué consistía ese programa. Lacan mismo
logra si alcanza al sujeto. Sólo hay interpretación desde el pun- _juzgó útil reafirmar su propia doctrina en los inicios de su di-
fusión más amplia: «Esta corrección - decía en 1965- tiene que
* En francés, tenant-lieu (n. del t.). ver con el destino de todo lo que se agrupa, ya en forma exce-
96 LA OBRA CLARA
EL PRIMER CLASICISMO LACANIANO 97
siva, bajo el rótulo del estructuralismo» (Reseña para el anua-
rio de la EHESS, cf. S., XI [Reseñas de enseñanza, Seminario
XI, Manantial, Buenos Aires, 1984, pág. 29]). El movimiento Cabe recordar que la ciencia moderna, en su comparación
recíproco fue ejecutado rara vez 9 . Es oportuno retomarlo hoy. con la física aristotélica, se descubre persiguiendo un designio
tenaz: eliminar de la ciencia las cualidades. No sólo las cuali-
El estructuralismo constituyó, más allá del entusiasmo de dades prácticas -bien, mal, útil, placentero, etc.- sino también,
moda, una figura de la ciencia: un momento en que se pensó y sobre todo, las cualidades sensibles: rápido, pesado, colori-
que la jurisdicción de la ciencia moderna podía y debía exten- do, cálido, etc. Éste es el primer gesto; no basta para una ma-
derse mucho más allá de los límites que se le habían recono- tematización, pero le es necesario. Gracias a él únicamente,
cido durante mucho tiempo. las proposiciones matemáticamente literalizadas podrán deve-
Considérese el ideal de la ciencia, como ciencia matemati- nir primeras. Una vez terminado todo, las cualidades no po-
zada del universo. Considérese también, para representar a la drán aparecer salvo a título de estenogramas segundos, salidos
ciencia ideal, la figura surgida en el siglo XIX y en los co- de la lengua usual.
mienzos del XX; desde esta perspectiva, sólo podía proponer- La física no dice nada directamente acerca de lo caliente o
se, de la matematización, una única prueba asequible, la me- de lo frío; dice algo acerca del movimiento de las moléculas, al-
dida cuantitativa exacta; en lo sucesivo, un discurso empírico gunas de las cuales pueden asociarse a la propiedad sensible
se tendrá por matematizado si y sólo si sus proposiciones im- Llamada usualmente lo caliente. De igual modo, no dice nada
plican medidas o puntos de referencia cifrados. Después de sobre lo claro y lo oscuro; dice algo, empero, acerca de la luz
Galileo, las ciencias que tomaron como objeto sectores del y las configuraciones que pueden asociarse a las propiedades
reino de la naturaleza se regularon de acuerdo con esta defini- sensibles usualmente llamadas lo claro y lo oscuro. Nada dice
ción; cuando se trata de objetos sociales o más generalmente de los colores, pero algo dice acerca de aquello que los suscita
humanos, se requieren adaptaciones. Las hubo de diversos ti- en un ser dotado de sensibilidad ocular.
pos: conservar el ideal de la medida (usando principalmente De una manera que le es propia, el estructuralismo en lin-
procedimientos estadísticos), abandonarlo y reemplazarlo por güística es él también un método de reducción de las cualida-
otra figura ideal, renunciar a toda figura ideal, etcétera. des sensibles. Esta característica sólo puede revelarse de ma-
El estructuralismo se inscribe en ese desacuerdo; se recla- nera limitada, puesto que las lenguas naturales sólo conciernen
ma del ideal de la ciencia, pero propone una figura nueva de a la materia sensible en un único dominio: la forma fónica. En
ésta; respecto de la ciencia ideal se caracteriza por una doble ese dominio, empero, el método tiene efectos evidentes.
modificación. Una recae sobre los objetos empíricos: el es- Consideremos un efecto que se hizo famoso: el tratamiento
tructuralismo se dedica a objetos humanos, razón por la cual propuesto por Troubetzkoy de las finales oclusivas en alemán.
la oposición naturaleza-cultura concierne a sus principios. Una palabra como Rad («rueda») es homófona de Rat («con-
La segunda modificación recae sobre la matematización, sejo»); en ambos casos, la fonética registra una [t], [rat]. La
que será entendida, en lo sucesivo, en un sentido nuevo: ya no notación ortográfica, empero, hace aparecer una d en la pri-
se trata de medida stricto sensu, sino de una literalización y mera y una t en la segunda; se confirma, además, por el plu-
una disolución no cuantitativa de lo cualitativo. Es una rein- ral: Rader («ruedas»), donde la /d/ es audible, y Rate ( «conse-
terpretación del teorema (iii) de Koyré (cap. 11, pág. 40). jos»), donde la /t/ es audible. Si, como parece que debe
decirse, Rad en singular y Rader en plural son una sola y mis-
98 LA OBRA CLARA EL PRIMER CLASICISMO LACANIANO 99
ma palabra, hay que decir algo sobre lo que sucedió con la que depende de un sistema de notación, tan riguroso como
/d/. Algunos lingüistas dirán entonces: «la /d/ en alemán se una notación algebraica, aunque incomparablemente menos
vuelve sorda al final de palabra». sofisticado.
En estricto método, objeta Troubetzkoy, esta proposición
es inexacta e imprecisa: la oclusiva final de Rad y Rat es, Se tiene derecho a hablar en este caso de una matematiza-
ciertamente, materialmente sorda, pero no lo es desde el pun- ción extendida, que se quiere rigurosa y coercitiva, pero tam-
to de vista de la ciencia. En efecto, no puede oponerse a una bién autónoma respecto del aparato matemático stricto sensu
oclusiva materialmente sonora, porque justamente éstas no -geometría, aritmética, álgebra, teoría de conjuntos, ingenua o
aparecen en dicha posición. Ahora bien, las propiedades lin- abstracta, teoría de las estructuras, etc.- . Se sabe que la lin-
güísticas sólo subsisten en la estricta medida en que forman güística de los años '20 se dedicó a esta tarea. Al final del pro-
parte de una oposición distintiva. El elemento final de Rad y ceso, en los años '50, llegó a ser considerada una disciplina tan
Rat es, en sentido estricto, neutro y sin propiedades respecto literal como el álgebra o la lógica, aunque enteramente inde-
de la sonoridad. De manera general, una entidad fónica no es, pendiente de ellas. Sobre la base de estos fundamentos, cono-
desde el punto de vista de la ciencia, sorda (o sonora o labial ció éxitos empíricos. El conjunto de las lenguas naturales era
o dental, etc.) por sí misma; sólo lo es por la diferencia que la considerado aprehensible, en su extensión y detalle, a través de
separa de alguna otra entidad. su método. Se consideraba, por lo tanto, que se comportaba es-
En el ejemplo Rad!Rat, se dirá que la final es una entidad trictamente como ciencia galileana de su objeto. Galileanismo
llamada archifonema, que no entraña ningún valor desde el extendido, por ende, fundado en una matemática extendida, y
punto de vista de la propiedad opositiva sorda/sonora, cuya extendido a objetos inéditos.
notación, en mayúscula, es /T/. La notación de las dos formas,
entonces, es: /raT/ 10. Pues ese objeto era el lenguaje, es decir, lo que en primer
Decirlo es no tomar en cuenta para nada el dato sensible, rango separa a la especie humana del reino de la naturaleza,
registrable por los aparatos fonéticos. Pues sigue siendo ver- tal como al menos se lo entiende en general1 2 . De igual modo,
dad que el elemento fónico final de Rad y Rat es «objetiva- la antropología lévi-strausseana parecía mostrar que, aplicados
mente» sordo, es decir sordo para el oído. Los practicantes de a objetos eminentemente no naturales -los sistemas de paren-
la fonología estructural, empero, lo recuerdan: estaban entre- tesco-, métodos comparables conducían a una presentación
nados para no considerar esa cualidad. exhaustiva, exacta, precisa y demostrativa de los funciona-
Se vuelve a encontrar aquí el gesto de la física matematiza- mientos. El apoyo que Lévi-Strauss encontraba en la lingüísti-
da, si no incluso estrictamente galileana 11 . La cualidad, cierta- ca reside en una analogía de procedimientos; reside sobre todo
mente, no es remitida a la cantidad; no por ello deja de disi- en una analogía de los puntos de vista constituyentes.
parse; no está reducida, ciertamente, a figuras geométricas, Se sabe que sobre este doble fundamento, lingüístico y an-
pero se inserta en un cuadro en el que se pueden determinar tropológico, se desplegó un movimiento de pensamiento; con-
distancias, proporciones, simetrías; no es expresada, cierta- trariamente a lo que solía sostenerse, no cabe duda de su uni-
mente, por una notación de cálculo numérico, mas no deja de dad metodológica. Tampoco ha de caber duda acerca de su
ser aprehendida mediante una literalización: el solo hecho de importancia epistemológica. Que Lacan, cuya relación con el
escribir con una mayúscula /T/ el archifonema es una decisión galileanismo es de principio y que, por otro lado, capta su ob-
EL PRIMER CLASICISMO LACANIANO 101
100 LA OBRA CLARA
mensurables, o que son posibles, en lingüística o antropolo-
jeto más del lado de la cultura que de la naturaleza (cosa que gía, formalizaciones diferentes de las matemáticas; hay que
no era necesariamente igual en Freud), haya sido incluido en- concluir, más bien, que la matemática extendió su i,mperio sin
tre los estructuralistas, es algo eminentemente explicable. ceder nada de su esencia. Se trata, claramente, de un gali-
Desde esta perspectiva ha de leerse el discurso de Roma. leanismo ex tendido: más extensivo que el primero, pero tam-
Puede ser considerado como un verdadero manifiesto. Un lec- bién más riguroso, porque se autoriza en una matemática lle-
tor atento no deja de escuchar en él el tono de la célebre carta vada, finalmente, a su literalismo absoluto. La lingüística,
de Rabelais: «La época era aún tenebrosa y se vivía aún la in- cuya reputación es la de una ciencia consumada, sólo cuenta
felicidad y la calamidad de los Goths, que habían destruido en la medida en que propone una matemática 13 . El Lacan lin-
toda buena literatura. Pero la luz y la dignidad le fueron de- güista es, de hecho, un Lacan matemático.
vueltas a las Letras. Ahora todas las disciplinas han sido resti-
tuidas, las lenguas instauradas ... » (Pantagruel, cap. VIII). Es Es verdad que sólo la lingüística estructural le interesó a
cierto que Rabelais acude a la ciencia antigua; no podría ser, Lacan verdaderamente. Sin embargo, no era la única, entre las
con causa, galileano, pero es -y el corte, en ciertos aspectos, formas de lingüística posibles, que se presentaba como una
no puede dejar de serlo- erasmiano. Vale decir que es porta- matematización. Otras, incluso antes de Chomsky, podían de-
dor, en una época en la que el estudio de la naturaleza tiene sempeñar ese papel de referencia. Después de todo, la gramá-
todavía la marca del «aproximadamente», del ideal de preci- tica comparada, tomada en su aspecto incisivo, bastaba para
sión literal. Se sabe que, de Erasmo a Galileo, la transición es ello.
buena. Es evidente, además, que después de Chomsky la lingüísti-
Más aún cuando, por las virtudes del estructuralismo lin- ca contó cada vez menos para Lacan; o si contó, no lo hizo ya
güístico, podría creerse que tras tantos siglos de separación de la misma manera. Más allá de la relación de amistad que
ambos se reunían. Nunca antes el ideal de precisión en las mantenía con Jakobson, más allá de la relación de estima
lenguas y el ideal de precisión en la naturaleza se habían acer- que lo unía a Benveniste y que eran, ambas, independientes
cado a tal punto y habían sido proclamados simultáneamente. del paradigma particular en que cada uno de ellos podía ins-
La hora de un segundo Pantagruel había, en efecto, llegado. cribirse, ha de discernirse una alianza más intrínseca con la
Anunciaba el nacimiento de un galileanismo de tipo nuevo, 1ingüística estructural. Deben considerarse las tesis específi-
más extensivo que el antiguo, pues incluye la cultura; funda- cas que caracterizan a la lingüística estructural en oposición a
do al igual que él en los «caracteres matemáticos» de los que otras lingüísticas -eventualmente más recientes- que también
habló Galileo. Esas letras, empero, no son las de la medida, podrían ser candidatas a representar un galileanismo de la
son la de un cálculo. Es verdad que, entre tanto, la matemáti- lengua.
ca misma, tomada en su determinación más estricta, se pre-·
sentó como un simbolismo coercitivo, en disyunción de la La lingüística estructural se funda en tres tesis minimalistas:
cantidad. ( 1) un minimalismo de la teoría: una teoría se acercará más
Bourbaki es el testigo electivo. De su literalismo explícito al ideal de la ciencia cuanto más se imponga usar, para una
a la literalización de los lingüistas y antropólogos, la alianza potencia descriptiva máxima, un número mínimo de axiomas
es estimada, por Lacan, admisible. No ha de concluirse, por y de conceptos iniciales;
ende, que la matemática se «aplica», adaptándose a objetos no
102 LA OBRA CLARA
EL PRIMER CLASICISMO LACANIANO 103
(2) un minimalismo del objeto: sólo se conocerá una len-
gua imponiéndose considerar en ella únicamente las propieda- específico de las lenguas. El estructuralismo es, pues, por prin-
des mínimas que hacen de ella un sistema, pasible de ser des- cipio, extensible a otros objetos; de hecho, al conjunto de obje-
compuesto en elementos ellos mismos mínimos; tos de la cultura. El precepto general se dice entonces: dado un
(3) un minimalismo de las propiedades: un elemento de un objeto de la cultura, sólo se lo conocerá adecuadamente impo-
sistema tiene como únicas propiedades aquellas que están de- niéndose considerar tan sólo las propiedades que se analizan,
terminadas por el sistema. en última instancia, en relaciones de diferencia.
Se trata, en efecto, de un sistema mínimo, porque las pro-
La tesis (1) es, verdaderamente, el resurgimiento de la piedades son reducidas a un tipo único; se trata también de un
axiomática antigua. Que los teóricos de la lingüística -y prin- sistema cualquiera, porque puede y debe valer para objetos
cipalmente el primero de elJos: Saussure- no hayan tenido cla- materialmente variados: fonemas, bienes, mujeres.
ra conciencia de esta genealogía, parece indudable; ello se de-
be, sin duda, a que parecía obvia. No lo es para nada. Muy por La tesis (3) es mucho más fuerte que la tesis (2). Quizá la
el contrario, fue rechazada por los doctrinarios de la ciencia lingüística es la única que la puso en práctica. Combinada con
moderna: por Koyré implícitamente, por Popper explícitamen- la tesis (2), significa lo siguiente: si se plantea la cuestión de
te. No deja de tener consecuencias, por ende, que haya resurgi- la existencia (an sit), un elemento del sistema sólo subsiste,
do de esta manera. en tanto elemento, como término en una relación de diferen-
De tal suerte que la lingüística que Lacan utiliza se inscri- cia; si, estando resuelta esta cuestión, se plantea la pregunta
be como paradoja: supuestamente portadora de una forma por las propiedades del elemento (quid sit), las únicas propie-
nueva de galileanismo, se apoya en una figura pregalileana de dades que tendrá son las que confluyen en una relación de di-
la ciencia. La ciencia ideal no es sincrónica con el ideal de la ferencia.
ciencia que ella cree, empero, representar. Ahí reside un ele- Todos los practicantes de la lingüística estructural conocen
mento de inestabilidad por el que el galileanismo extendido estas proposiciones y las consideran triviales. No lo son.
se revelará afectado. Lo cierto es que Lacan, en su primer Equivalen a invertir el orden habitual entre proposiciones y
movimiento, no parece haber sido sensible a ello. relaciones . Por lo común, en efecto, un existente está dado; le
son atribuidas propiedades (por análisis sensorial o perceptivo
La tesis (2) queda vacía, evidentemente, si no se dice nada o conceptual, poco importa); luego, sobre ese fundamento, se
generalizable acerca de lo que constituye un sistema. La res- podrá respecto de otro existente, analizado de manera paralela
puesta es conocida, se remonta a Saussure: hay un sistema si ; independiente, concluir que ambos mantienen una relación
y sólo si hay diferencia; dada la tesis minimalista, nada habrá de semejanza o de diferencia (completa o parcial).
de tomarse en cuenta, salvo la diferencia, para conocer una En este caso, el camino es muy diferente: la diferencia está
lengua. Se aceptará que estructura es un nombre del sistema dada de entrada y es ella quien autoriza las propiedades. Eso
reducido a su relación mínima; el nombre de estructuralismo sólo puede significar una única cosa: existe una relación de
designa su teoría. diferencia que nada debe a las propiedades de los términos,
Planteado lo que precede, ha de ser evidente que un sistema pues les es anterior. Por lo demás, esto es, efectivamente, lo
definido de esta manera, en términos mínimos , no tiene nada que el lingüista estructuralista consecuente concluye: hay ob-
jetos lingüísticos cualitativamente semejantes y que cuentan
EL PRIMER CLASICISMO LACANIANO 105
LA OBRA CLARA
104 usaron, pero cuyos elementos sólo los lingüistas plantearon.
por dos (en otros términos, se rechaza el principio leibniziano Con la tranquila inconciencia del genio, Saussure barrió de un
de los indiscemibles); hay objetos lingüísticos cualitativa- manotazo con un axioma que la metafísica clásica considera-
mente desemejantes y que cuentan por uno. De esta manera, ba indispensable: «la nada no tiene propiedades 15 ». Por el
Benveniste sostuvo que dos palabras griegas domos, de igual contrario, que la nada pueda tener propiedades es esencial pa-
forma fónica y que se refieren a la misma cosa significada (lo ra la noción general de estructura; Lacan lo recordará en la
que llamamos una casa) eran lingüísticamente dos entidades teoría del sujeto y del deseo (sin perjuicio de estenografiar
separadas ( «Homophonies radicales en indo-européen», BSL, con el nombre de falta, tomado de discursos sin embargo aje-
51, 1955, págs . 21-22); a la inversa, el razonamiento por va- nos a la estructura, una ruptura discursiva debida solamente a
riación libre plantea que dos entidades fónicamente deseme- la estructura).
jantes son una desde el punto de vista lingüístico: lar fuerte y La lingüística estructural usa, de este modo, lo que se po-
la r no fuerte en francés; el razonamiento por variación con- dría llamar la diferencia pura . Se ve que ella no podría ser lo
textual plantea que la desemejanza perceptible entre la [m] dual de la semejanza, contrariamente a la doctrina usual. Para
del inglés pimp y la [n] del inglés pint no afecta a la unidad decir las cosas de otra manera, la lingüística estructural no co-
de estas dos nasales: el carácter labial de la primera repite só- noce la relación de semejanza; nada tiene que hacer con ella;
lo el carácter labial de la /p/ que le sigue y el carácter dental dispone sólo de una relación de diferencia, homónima de lo
de la segunda repite solamente el carácter dental de la /t/ que que se llama usualmente «diferencia», pero que está en dis-
le sigue; no hay, a decir verdad, en este caso, más que una yunción respecto de ella, dado que no tiene opuesto.
única entidad nasal que asume dos formas desemejantes aun-
que no distintas, determinadas por el contexto. Más técnico es
el razonamiento por distribución complementaria: así el Jch- 3. Lo serio de la estructura
Laut y el Ach-Laut del alemán cuentan como un solo fonema,
precisamente porque difieren el uno del otro y nunca se en- Lacan nunca se pronunció explícitamente sobre el minima-
cuentran en el mismo contexto 14 . lismo del método. No parece haberlo rechazado nunca, aun
Decir que la /b/ sólo es sonora porque es diferente de la /p/, cuando jamás se haya impuesto a sí mismo ni el more geome-
es decir que la afirmación de la diferencia precede a la atribu- trico ni el orden de las razones, aunque más no fuese como
ción de la propiedad «sonora» . Como, además, sólo hay pro- obligaciones estrictamente estilísticas . En todo caso, nunca
piedades atribuidas sobre la base de la diferencia, ello quiere condenó las tentativas, esporádicas, es verdad, que apuntan a
decir que la diferencia misma está en disyunción respecto de someter su enseñanza a los principios del máximo y del míni-
toda propiedad. mo demostrativos. Se puede hablar aquí de estricta neutrali-
Incluso está en disyunción respecto de la existencia positi- dad, si no de indiferencia. La cuestión, entonces, será dejada
va, porque, como lo señala Saussure: «la lengua puede con- de lado .
tentarse con la oposición de algo a nada» (Cours de linguisti-
que générale, pág. 124). De tal suerte que una nada de materia Lacan creyó en el minimalismo del objeto. Se encuentra su
sonora puede ser un término en una relación de diferencia y, análogo en el apéndice a La carta robada (E., págs. 38-55):
sobre este único fundamento, recibir propiedades. Es la teoría comprender el inconsciente considerando el funcionamiento de
del signo cero, que todos los estructuralistas, lingüistas o no,
106 LA OBRA CLARA EL PRIMER CLASICISMO LACANIANO 107
un sistema al que se le supone el mínimo de propiedades posi- ciones divergentes: (i) que la lingüística es reinterpretada, si
bles. Aparece entonces que, por intermedio de términos inicia- no desviada, y (ii) que, por intermedio de esta reinterpreta-
les estrictamente diferenciales (se reducen a entidades abstrac- ción, se prueba que a partir de la lingüística es legítimo un
tas desprovistas de toda propiedad y cuya notación es +/-) y de análisis estructuralista para objetos diferentes de la lengua.
operaciones extremadamente poco especificadas (de hecho, se Que haya, por parte de Lacan, un forzamiento meditado,
reducen a circunstancias aleatorias y a sucesiones de tales cir- no cabe duda. Todos los lingüistas estructuralistas 16 conside-
cunstancias), se pueden hacer aparecer regularidades, linea- ran insuficiente la cadena; la completan generalmente con una
mientos, concreciones; en suma, una suerte de paisaje material organización en estratos: cada uno de los estratos es, cierta-
y estructurado. mente, una cadena, pero hacen falta varios estratos para captar
Un sistema al mismo tiempo cualquiera y reducido a sus la empiria de las lenguas. En Lacan, por el contrario, los es-
propiedades mínimas, asume el nombre de cadena; en ese tratos no existen. En otros términos, la lingüística sólo es pro-
nombre no se leerá la concatenación, en tanto operación for- batoria una vez desplazada. Se habla como ella, pero para de-
mal; tampoco se leerá en él lo unidimensional como tal; está cir otra cosa que ella.
ahí sólo para aludir, por el carácter mínimo de su dimensión Se comprende, por fin, que en la noción de cadena signifi-
única, al minimalismo del sistema. En el mismo movimiento, cante todo se copertenece: sólo en una cadena hay significante
las dimensiones como horizontalidad, verticalidad, profundi- y, para que un sistema forme cadena, es necesario que esté
dad, sólo desempeñan un papel figurado. constituido por significantes.
Por lo tanto, si la estructura es el nombre del sistema cual-
quiera, la cadena es el nombre de la estructura mínima. Se Lacan también creyó en el minimalismo de las propieda-
comprende, por ende, que el estructuralismo en lingüística des. Lo expresó incluso de manera particularmente explícita.
pueda expresarse así: 'se conocerá el lenguaje (una lengua na- Entender que no hay más propiedades que las inducidas por el
tural dada) imponiéndose considerarlo únicamente como una sistema es entender, cuando se define el sistema como estruc-
cadena'. La lingüística estructural brinda, pues, la prueba de tura, que toda propiedad es tan sólo efecto de la estructura. Por
que una teoría metodológicamente pura de la cadena es a la lo tanto, que la estructura es causa. Y, cuando el elemento de
vez posible y fecunda, incluso aunque no use directamente toda estructura es definido como significante, esto quiere decir
la noción de cadena. que el significante no tiene propiedades, sino que las hace: es
acción. Lacan retoma así la letra gramatical del par saussurea-
Considerar un elemento cualquiera sólo bajo el ángulo de no (retomado quizá del griego: semainonta/semainomena):
las propiedades mínimas que le atribuye un sistema, reducido «acción pura del significante, pasión pura del significado», el
él mismo a sus propiedades mínimas de sistema, considerar comentario se descifra a la luz del participio activo y del parti-
un sistema cualquiera sólo desde el punto de vista de los ele- cipio pasivo (cf. La significación de/falo, E., pág. 668).
mentos mínimos en los que se divide, es lo que estenografía La diferencia pura, que nada debe a las propiedades porque,
el nombre de significante: este nombre está tomado, cierta- al fundarlas, les es anterior, es lo que Lacan resume bajo el
mente, de Saussure, pero se distancia de él, dado que es arran- nombre del Otro. La mayúscula inicial, al igual que el epíteto
cado del acoplamiento simétrico significante/significado en el «gran» que lo precede, originaron muchas derivas teologizan-
que Saussure lo insertaba. Enuncia, por lo-tanto, dos proposi- tes 17. El asunto, empero, es otro: se trata de dar a entender que
108 LA OBRA CLARA
EL PRIMER CLASICISMO LACANIANO 109
aquí hay que vérselas con un otro que no es lo dual de lo mis-
mo, que no es ni su límite ni su opuesto ni uno de sus casos Único, quizás, entre todos los estructuralistas, Lacan eligió
particulares. Ese Otro, sin opuesto, no se funda en diferencias conscientemente la segunda vía. Fue el único, quizá, que cap-
de propiedades, pues en su registro ninguna propiedad es toda- tó su necesidad. Ella equivale a admitir lo que se puede llamar
vía atribuible 18 . Que haya Otro es lo que autoriza a plantear un la conjetura hiperestructural:
significante y otro, mientras que, en tanto significantes, están ' la estructura cualquiera tiene propiedades no cualesquiera'.
por fuera de lo semejante y de lo desemejante; esto es lo que Aunque nunca haya sido explicitada formalmente, esta
también establece el factum lingu~ . dado que ese fa ctum mis- conjetura concierne al núcleo duro de la doctrina lacaniana. Se
mo -en una época se supuso que la lingüística estructural daba encuentra en el fundamento de algunas de sus partes más im-
fe de él- depende de que haya alguna diferencia que preceda a portantes. Más exactamente todavía, revela que uno de los ob-
las propiedades. El Otro es garante, pero no es Dios; su garan- jetos fundamentales de la doctrina puede y debe consistir en
tía se reduce a lo siguiente: si no se pudiese considerar que elaborar una teoría de la estructura cualquiera.
hay Otro, entonces ello no hablaría. Ahora bien, ello habla. Uno de los teoremas de esta teoría es que, entre las propie-
dades no cualesquiera de una estructura cualquiera, al menos
Minimalismo del objeto y minimalismo de las propiedades en tanto se la considera únicamente como estructura y en tanto
combinados tienen una consecuencia: el logion «el inconscien- se la reduce a sus propiedades mínimas, está la emergencia del
te, estructurado como un lenguaje» es tautológico. En efecto, sujeto. Es necesario y suficiente, recíprocamente, para cons-
un lenguaje, por hipótesis, sólo tiene propiedades de estructu- truir una teoría del sujeto, enumerar las propiedades que le
ra, pero, también por hipótesis, esas propiedades de estructura confiere la estructura cualquiera.
son necesariamente mínimas . Ahora bien, si son mínimas, to- Sea un teorema provisorio:
do lo que está estructurado las presentará: todo lo estructura- ' la estructura mínima cualquiera contiene en inclusión ex-
do está, pues , necesariamente estructurado como un lenguaje. terna cierto existente distinguido, al que se llamará el sujeto' .
Además de ser tautológico, el logion es también contradicto- Como el significante no es más que el elemento mínimo de
rio, pues parece suponer, al usar el artículo un, que hay varios la estructura cualquiera, la definición del significante debe in-
lenguajes estructuralmente distinguibles; pero si un lenguaje cluir esta emergencia. De ahí el logion : «el significante repre-
en tanto lenguaje tiene sólo propiedades mínimas, ningún len- senta al sujeto para otro significante» (Subversión del sujeto y
guaje puede distinguirse estructuralmente de otro. El logion, dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano, E ., pág.
por lo tanto, dice solamente que el inconsciente está estructu- 799); que se analiza en cuatro tesis definitorias:
rado. A partir de esto, una de dos: o bien uno se limita a repe- (i) un significante no representa sino para;
tir que adopta la tesis estructuralista y que se atendrá al méto- (ii) aquello para lo que representa sólo puede ser un signi- .
ficante;
do de ella derivado, en cuyo caso el logion no tiene más que
un contenido social (adhesión al estructuralismo); o bien se (iii) un significante sólo puede representar al sujeto;
exhibe una propiedad estructural determinada, que será verda- (iv) el sujeto es solamente lo que un significante representa
dera para cualquier estructura, que distinguirá a toda estructu- para otro significante.
ra, en tanto tal, de lo que no lo es, pero que no distinguirá a Las tesis (i)-(iii), tomadas en conjunto, no son otra cosa
ninguna estructura, en tanto tal, de ninguna otra. que una definición de la cadena. Esta definición está entera-
mente contenida en la relación «X representa a Y para Z». La
110 LA OBRA CLARA EL PRIMER CLASICISMO LACANIANO 111

relación, como se ve, es ternaria; se distingue por ello de la ciencia y debe leerse en forma reversible: el significante es in-
relación clásica de representación, tal como Foucault, princi- trínsecamente matemático, la matemática es intrínsecamente
palmente, la había aislado (Las palabras y las cosas, Siglo del orden del significante. Para poder hacer una ecuación
XXI, México, 1968), y que es binaria; se distingue igualmen- completa entre el sujeto cartesiano y el sujeto freudiano, se
te de la definición saussureana del significante, donde la rela- requiere solamente que haya sujeto ahí donde ello piensa, aun
ción de representación no desempeña papel alguno. El sujeto cuando es imposible que el sujeto articule entonces «luego yo
deviene una propiedad intrínseca de la cadena; es la tesis (iv) : soy» («C'est a la lecture de Freud ... », Cahiers du Cistre Nº 3,
toda cadena significante, en cuanto tal, incluye al sujeto; pero 1977, pág. 14); es necesario y suficiente para ello que el suje-
el sujeto mismo tiene como única definición el ser el término to no sea más que lo que incesantemente emerge y desaparece
Y en una relación ternaria en la que X es un significante y Z en una cadena significante. Ahora bien, ese sujeto es también
otro significante. El sujeto es segundo con respecto al signifi- el sujeto sin cualidades que la ciencia requiere; el pensamien-
cante (S., XI, pág. 147)19_ to sin cualidades, cuyo correlato supuesto se deja exhibir po-
De la conjetura hiperestructural y de la teoría de la estruc- sitivamente como las leyes no cualesquiera del significante
tura cualquiera se sigue, pues, una tesis que se puede llamar -leyes sin cualidades, pero también fuera de la cantidad-. La
hipótesis del sujeto del significante: serie de razones se cierra así sobre sí misma, cada una confir-
'sólo hay sujeto de.un significante'. mando a la otra.
Admitida, por otra parte, la hipótesis del sujeto de la cien- En su forma inicial (cap. 11, págs. 40,.42) la identidad de
cia, la ecuación de los sujetos es una consecuencia automática: constitución entre sujeto cartesiano y sujeto freudiano sólo es-
'el sujeto de la ciencia, el sujeto cartesiano, el sujeto freu- taba demostrada parcialmente. Quedaba en la sombra la consti-
diano, si son sujetos, sólo pueden ser el sujeto de un signifi- tución propia del sujeto de la ciencia con el que ambos, por se-
cante; no son ni pueden ser sino uno'. parado, eran identificados; se lo afirmaba tan sólo despojado
La conclusión va de suyo, pero puede ser confirmada. El de toda cualidad, exceptuando un pensamiento despojado él
sujeto cartesiano puede y debe ser instituido como sujeto de mismo de toda cualidad. En lo sucesivo, la teoría de la estruc-
un significante; para ello, es necesario y suficiente con rees- tura cualquiera permite articular una tesis positiva. Esta tesis,
cribir el Cogito como una cadena: yo pienso «luego yo soy» 2º. además, ya no es histórica; la ecuación de los sujetos ya no de-
El sujeto freudiano, es decir el sujeto capaz de inconsciente, pende de un régimen de condiciones discursivas y de sucesivi-
puede y debe ser instituido como sujeto de un significante: es dad. Ya no es necesario suponer que el advenimiento del Cogi-
necesario y suficiente para ello que el inconsciente sea pensa- to permite en el encadenamiento annalístico de los discursos la
do como una cadena, lo que el logion 'el inconsciente, estruc- emergencia del inconsciente. La correlación es de estructura.
turado como un lenguaje' asegura. El sujeto de la ciencia ma-
tematizada puede y debe ser instituido como sujeto de un
significante: es necesario y suficiente .p ara ello que la mate- 4. Hacia una lectura trascendental
mática sea pensada como la forma eminente del significante,
disyunto de todo significado, lo que permite el galileanismo Se ve que, en estas condiciones, pueden desprenderse dos
extendido: se presume que el logion «la matemática del signi- proposiciones:
ficante» (E., pág. 840) es adecuado para caracterizar a toda (i) la cadena significante es nada menos. que la definición
112 LA OBRA CLARA
EL PRIMER CLASICISMO LACANIANO 113

más general posible del pensamiento, reducido a sus propie- diverso. Sin embargo, permitiendo captar ese mínimo por el
dades mínimas; en otros términos, el significante es el pensa- que un objeto es o es pensable, permiten también captar en
miento sin cualidades; qué lo diverso es o es pensable.
(ii) reducido a sus propiedades estructurales y despojado Va de suyo que Lacan no adopta la lista de las propiedades
de las cualidades que le son ajenas (dependen, como mucho, trascendentes de Alberto el Grande; se podría incluso sostener
del alma), todo sujeto metafísico se deja descifrar como el su- que la contradice punto por punto. La doctrina del significante
jeto de un significante. La conjetura hiperestructural da crédi- da fe de ello. Si nos atenemos a la letra de Saussure, el ser de
to, pues, a la metafísica. un significante entre otros sólo se sostiene por la multiplici-
A decir verdad, se deja leer de manera homónima como dad de todos los otros; tal es la consecuencia más directa de la
una filosofía trascendental. El parentesco es profundo. Alber- definición por las solas diferencias. El ens aquí no es un
to el Grande llamaba transcendentia a las propiedades que unum. En lo tocante a lo arbitrario que se supone rige la rela-
convienen a todo objeto, en oposición a las propiedades «Or- ción del significante con el significado, poco importa su natu-
dinarias» que nunca convienen sino a un subconjunto de obje- raleza exacta (ha sido discutida tanto por los lingüistas como
tos, que se puede oponer a otro. Más aún, una propiedad P só- por Lacan); una cosa en todo caso está asegurada: con lo arbi-
lo está bien definida si permite distinguir entre los objetos trario se elimina toda pertinencia, en lo concerniente al signi-
que tienen esa propiedad y los que no la tienen. Las propieda- ficante, del Bien y lo Verdadero. Al respecto, la definición la-
des trascendentes, si existen, son la excepción: todo objeto las caniana del significante no hace más que acentuar la ruptura
presenta y ninguna de ellas permite distinguir un objeto de saussureana: en tanto modo de ser, un significante, para Saus-
otro; convienen al objeto cualquiera. Alberto el Grande reco- sure como para Lacan, no es ni uno, ni bueno, ni verdadero,
nocía tres propiedades trascendentes : la propiedad de ser un en el sentido en que lo entiende la tradición filosófica y, em-
unum, la propiedad de ser un verum, la propiedad de ser un bo- pero, no deja de ser.
num21. Es, pues, trascendental una propiedad que toma como Sin embargo, surge una duda. Que Lacan niegue sistemáti-
objeto una u otra de estas propiedades. La filosofía kantiana camente las propiedades trascendentes legadas por la tradi-
es trascendental en este sentido estricto. Pero se aprecia la ción, es cosa cierta; pero, ¿es cierto que admite propiedades
consecuencia: admitir que hay propiedades «trascendentes», de ese tipo, aunque fuesen otras que las propiedades de la tra-
que no sean ni indefinibles ni vacías, es admitir que el objeto dición? No lo afirmaré. No obstante, salta a la vista la analo-
cualquiera tiene propiedades no cualesquiera. gía entre las propiedades trascendentales del objeto cualquiera
Un método trascendental consistirá en despojar a un objeto y las propiedades mínimas del sistema cualquiera. Por poco
de sus propiedades particulares, en hacerlo de la manera más que se acuda a la lengua filosófica -a Lacan, en ese entonces,
sistemática posible y llegar, empero, a descubrir que, a pesar no le repugnaba hacerlo-, esa analogía deviene una homoni-
de ese despojo, justo antes de que cese de ser simplemente mia; redobla y confirma la homonimia que marca al axioma
pensable, el objeto revela no ser ni totalmente vacío ni total- del sujeto (cap. II, pág. 35). Se puede considerar que el pro-
mente sin estructura. Las propiedades residuales no pueden grama de Cahiers pour !' Analyse se fundó en esta doble ho-
ser otras sino las que son, porque si, por ventura, fuesen otras, monimia; más exactamente, se propuso convertirla en sinoni-
el objeto cesaría de ser o de ser pensable. No están afectadas mia. El programa se dice entonces:
por lo diverso, dado que se las obtiene por eliminación de lo ' la hipótesis del sujeto del significante no es sólo una con-
114 LA OBRA CLARA EL PRIMER CLASICISMO LACANIANO 115

secuencia de la conjetura hiperestructural; es su consecuencia El anudamiento del programa trascendental y del programa
mayor' minimalista no ha de sorprender. Ciertamente, el minimalismo
o de los estructuralistas es a menudo un fenomenismo, ligado a
'la conjetura hiperestructural es la forma moderna de la un firme empirismo (ésta es la posición de Martinet), pero se
cuestión trascendental'. sabe que el paso del fenomenismo al idealismo trascendental
Se dice también: no es para nada imposible. Además, entre un minimalismo em-
'el sujeto del significante es el sujeto metafísico moderno'. pirista y un minimalismo metafísico, la alianza es fuerte: no
Se dice, finalmente: suponer del objeto nada que esté en exceso respecto de lo que
'¿qué puede y debe una metafísica moderna?'. es necesario para describirlo empíricamente; no suponer del
Moderna, en lo siguiente: así como Kant integraba la cien- objeto nada que esté en exceso respecto de lo que es necesario
cia galileana (en la versión de Newton), igualmente la metafí- para pensarlo; descubrir que, al despojar al objeto de sus pro-
sica inducida por la conjetura hiperestructural integra el nue- piedades, no ~e descubre un vacío, sino que subsiste una roca
vo galileanismo, del que Lacan es al mismo tiempo la prueba irreductible de propiedades no cualesquiera.
y el heraldo. Así como Kant escribió los Primeros principios
metafísicos de la ciencia de la naturaleza, igualmente se pue- El programa de Cahiers pour l' Analyse no se debe a Lacan;
de imaginar que alguien escriba «Primeros principios del aná- quien no lo hizo suyo, aunque tampoco lo desaprobó (cf. Dis-
lisis», donde el análisis designa lo que tienen en común el cours al' EFP, Se., 2-3, pág. 17). Se puede, por lo tanto, usarlo
psicoanálisis, la ciencia galileana extendida y, con ello, la me- como un revelador; se reconocen en él, bajo una forma más
tafísica que ésta supone. Su medio electivo es la teoría del aventurada y, debido a ello, más legible, ciertas propiedades
significante, en tanto el significante es solamente el elemento importantes de lo que llamaré el primer clasicismo lacaniano.
cualquiera de la estructura cualquiera; en tanto, por la conje- Los Escritos, tomados en su conjunto, menos los textos
tura hiperestructural, se lo supone portador de propiedades no presentados explícitamente como «antecedentes» (sección II
cualesquiera, y en tanto, por la teoría del sujeto, esas propie- de los Escritos), son el monumento mayor de ese clasicismo.
dades no cualesquiera incluyen la emergencia de un elemento Éste constituye el desarrollo progresivo y casi sistemático del
distinguido, denominable sujeto. Entre las disciplinas consti- programa articulado en el discurso de Roma, en 1953. Apoya
tuidas, le convienen en primer término las que depuran su ob- la hipótesis hiperestructural en la evidencia supuesta de los
jeto de toda sustancia y que, en su método, respetan las leyes estructuralismos, como formas contemporáneas de un nuevo
del minimalismo axiomático: en otros términos, la lógica. A galileanismo; el que ha de ser considerado como una exten-
ello se debe el nombre de lógica del significante que se atri- sión del galileanismo estricto; esta extensión mantiene o, más
buirá a la teoría del significante. exactamente, depura la ecuación de los sujetos y la hipótesis
Esta lógica incluye tanto la lógica matemática propiamente del sujeto de la ciencia que es su pivote. Sus partes constitu-
dicha como la ontología formal: platónica, neoplatónica, fich- yentes están claras en este momento:
teana. El resultado previsto: engendrar de manera axiomática - el doctrinal de ciencia incluye específicamente la hipóte-
(respetando el minimalismo del método) la lista exhaustiva de sis del sujeto de la ciencia;
las propiedades mínimas no cualesquiera de un significante - el galileanismo invocado en el doctrinal asume una forma
cualquiera. particular, fundada en una extensión de la noción de matemati-
116 LA OBRA CLARA
EL PRIMER CLASICISMO LACANIANO 117
zación y en una extensión del universo a objetos no propia-
mente naturales; es el galileanismo extendido; decir en ciertos aspectos los más grandes poetas del mundo) estaban
convencidos de que la Revolución exigía una lengua nueva y que les
- el galileanismo extendido incluye al psicoanálisis, me- correspondía construirla. Stalin les dijo que no . Antes incluso de que el
diante el logion 'el inconsciente está estructurado como un teorema fuese formulado explícitamente (data de 1950), la política
lenguaje', pero este logion mismo requiere la conjetura hiperes- efectiva se inspiró en él. Ésta era la razón de la desesperanza de Maia-
tructural; kovski, quien murió a causa de ella; que explica las relaciones estricta-
- la conjetura hiperestructural, en tanto teoría de la estruc- mente ambivalentes, entre protección y ferocidad, que Stalin mantuvo
tura cualquiera, y en tanto esa teoría incluye la emergencia con los poetas, a quienes se exigía cambiar la cultura no cambiando la
del sujeto, es un modo de resolución de la hipótesis del sujeto lengua, a hacer del no cambio de la lengua el medio mismo del cambio
de la ciencia; debido a este hecho, se articula con el axioma en la cultura. Stalin sabe muy bien que sólo lo lograrán imaginándose
poder cambiar la lengua. Su ilusión es, por lo tanto, a la vez criminal y
del sujeto, homónimo y eventualmente sinónimo de la metafí-
necesaria para su éxito. En consecuencia, hay que perseguirlos si fraca-
sica clásica.
san y hay que perseguirlos si triunfan.
7 . «Sólo mi teoría del lenguaje como estructura del inconsciente
El edificio es majestuoso. Se comprende que, presentándo- puede ser considerada como implicada por el marxismo, siempre y
se a las miradas bajo la forma del libro, haya logrado un efec- cuando vuestra exigencia no vaya más allá de la implicación material»
to de obra. Sin embargo, no estaba destinado a extenderse y a (Cahiers pour l'Analyse, 3, mayo de 1966, «Réponses a des étudiants en
adornarse con nuevos agregados que respetasen su ordena- philosophie», pág. 10). Se recordará que la relación «A implica mate-
miento; su destino fue ser trastrocado. Se puede aceptar que rialmente a B » sólo es falsa si siendo A verdadera, B es falsa; es verda-
participaran en esta peripecia ciertos acontecimientos, pero dera en todos los otros casos. En otros términos, los que consideran ver-
dadero al marxismo (eran muy numerosos en esa época), deben
las causas intrínsecas son las únicas determinantes: por ma-
considerar verdadero a Lacan; pero la falsedad del marxismo no obliga
jestuoso que fuese, el edificio era inestable. a considerar falso a Lacan y la verdad de Lacan no obliga a requerir la
verdad del marxismo. Se observará que Lacan sólo habla del lenguaje;
NOTAS se recordará que, sobre el lenguaje, el marxismo, a juicio de Lacan, se
reduce a Stalin.
l. Se consultará E. Balibar, Lieux et Noms de la vérité, Éditions de 8. Lo que explica la proposición del S., XX, pág. 25 : «de que hay
l' Aube, 1994. emergencia del discurso analítico cada vez que se franquea el paso de
2. Sobre Althusser, cf. la recopilación Politique et Philosophie un discurso a otro». Todo paso discursivo es un corte mayor; todo cor-
dans l' reuvre de L . A lthusser, S. Lazarus (comp.), PUF, París, 1993. te es interpretación; toda interpretación se inscribe en la matriz del dis-
3. Me permito remitir a mi propia Archéologie d' un échec, Seuil, curso analítico.
París, 1993. 9. Pero cf. J.-A . Miller, «Encyclopédie», Ornicar?, 24, otoño de
4 . Se leerán los comentarios, algo diferentes, que desarrolla P. Vey- 1981, págs. 35-44 (retomado del artículo «Jacques Lacan», de la Ency-
ne, René Char en ses poemes, Gallimard, París, 1990, pág. 499. clopO!dia universalis, 1979, véanse especialmente las págs. 41 -42).
5. Agrego que la demostración es un hermoso ejemplo de razona- [Edición en castellano: «Recorrido de Lacan», en Recorrido de Lacan,
miento apagógico. Manantial, Buenos Aires, 1984].
6. Tal era una de las cosas en juego. Lacan lo subraya más clara- 10. El archifonema ff/ es no distinto de la /t/ o de la /d/. Por esto, el
mente que cualquier otro (cf. Instancia de la letra, E., pág. 476, n. 6). singular Rat (que entraña {f/)y el plural Rader (que entraña /d/) no son
Los más grandes poetas de lengua rusa, en los años '20 (lo que quiere distintos desde el punto de vista de la oclusiva dental: se capta así,
pues, la unicidad de la palabra entre singular y plural.
EL PRIMER CLASICISMO LACANIANO 119
118 LA OBRA CLARA
obtiene la condena del otro, que muere en la hoguera. Aparece, al final,
11. El acercamiento con Galileo se impone aún más si uno se remi- que para Dios, «el ortodoxo y el herético, el que odiaba y el que era
te a L' Essayeur, § 48 (ibíd., págs. 239-243; ver también el comentario odiado, el acusador y la víctima, eran una misma persona». Eran, diría-
de Redondi, ibíd., págs. 65-67). Aparece ahí que la reducción de las mos, como dos variantes combinatorias en distribución complementa-
cualidades sensibles las devuelve a las propiedades relacionales: figura ria. Se observará que la cuestión teológica suscitada por el cuento es
(en tanto limitada por un exterior), posición espacial (a través de una justamente la de saber si ei tiempo se compone en un orden cerrado.
doctrina del espacio relativo), tiempo (a través de una doctrina del De manera más amplia, la doctrina de la identidad que aquí se oculta
tiempo relativo), contacto con otros cuerpos, etc. Ahora bien, también puede enunciarse así: si dos entidades pueden estar copresentes, hay
la lingüística estructural consiste en reducir toda propiedad a una rela- que concluir que son diferentes; si dos entidades son idénticas, enton-
ción: la oposición distintiva. Se puede llevar más lejos aún la analogía: ces están separadas; en particular, lo que es idéntico a sí mismo está se-
un sistema fonemático dado puede ser considerado como un sistema parado de sí mismo y, a la vez, no tiene Sí Mismo al que ser idéntico.
inercial; aun cuando cambiase en su materialidad fonética, se lo esti- Se reconocen aquí en germen ciertos teoremas fundamentales de la teo-
mará idéntico a sí mismo si las relaciones de diferencia internas son las ría del sujeto. Se reconoce también la dramatización del Tiempo lógico:
mismas (por ejemplo, el sistema fonológico francés sigue siendo el los hombres se reconocen entre ellos por ser hombres; a partir de ese
mismo, sea la /r/ «fuerte >> o no, porque sus relaciones internas no son instante, se reconocen en disyunción entre sí. En suma, la identidad es
afectadas por esta variación). La ausencia de simultaneidad entre siste- real, pero separadora; la semejanza une, pero es imaginaria.
mas inerciales independientes deviene: no hay fonemas homófonos en- 15. Se sabe que este axioma es esencial para el cartesianismo, tanto
tre sistemas fonemáticos separados (aun cuando, en efecto, la fonética en metafísica como en física. Funda en particular la afirmación de que
atribuya a su soporte propiedades sensibles idénticas). no puede haber vacío. Es interesante observar que la física epicúrea, en
12. Ver las proposiciones siguientes, extraídas de La instancia de la que la analogía del alfabeto y de las combinaciones de caracteres es
letra, pág. 476: (1) «el lenguaje es lo que distingue esencialmente a la tan prevaleciente, plantea -quizá por esta razón- la existencia del vacío.
sociedad humana de las sociedades naturales» , (2) «el lenguaje con- 16. El azar quiso que Lacan no conociera la obra de Harris, que lo-
quistó su estatuto de objeto científico», (3) «la lingüística se presenta gra, más plenamente en ciertos aspectos que la obra de Jakobson , una
en posición de piloto en ese dominio alrededor del cual una nueva cla- teoría metodológicamente pura de la cadena lingüística.
sificación de las ciencias señala una revolución del conocimiento». La 17. Lacan se opuso radicalmente a ellas por su doctrina del Otro ba-
proposición (3) usa la palabra «revolución» asociada a Copémico y de rrado. No siendo más que el significante de la diferencia pura, el signi-
manera más general al corte galileano; la proposición (2) habla de cien- ficante del Otro es también el significante de que hay significante, pues
cia del lenguaje; la proposición (1) enuncia que el lenguaje no pertene- sólo hay significante si hay diferencia pura. Recíprocamente, el con-
ce a la naturaleza. cepto de Otro sólo puede estar intrínsecamente marcado por la diferen-
13. «La forma de materialización en que se inscribe el desc~bri­ cia constitutiva que articula a un significante con el otro. Estamos aquí
miento del fonema ... » (Función y campo de la palabra y el lenguaje en las antípodas de la idea de Dios, que no podría admitir sin contra-
en psicoanálisis, E., pág. 273). dicción una diferencia interna como ésta.
14. Quisiera señalar de pasada cuán sorprendente es este razona- 18. Paralelamente, es un Mismo, sin opuesto, que no se funda en la
miento: se concluye en la identidad a partir del solo hecho de que hay semejanza de las propiedades. Es, muy exactamente, ese Mismo cuya
desemejanza de las cualidades y exclusión mutua. El razonamiento sólo teoría hace Kripke en La Logique des noms propres. A ese Mismo, La-
es válido si el conjunto de las unidades fonemáticas y si el conjunto de can recurre en la teoría de la repetición («lo real es lo que vuelve siem-
los contextos son finitos. A partir del momento en que el conjunto es in- pre al mismo lugar», S., XI, pág. 57). Pero la lingüística estructural no
finito (por ejemplo en lo que concierne al léxico), el razonamiento vaci- dispone de su uso, no es de ella de donde Lacan puede deducirlo.
la. Se encuentra una versión mítica, extraña e inquietante, de este No disponiendo en ese momento de la referencia kripkeana, deja a este
razonamiento en el cuento de Borges Los teólogos: dos teólogos sos- Mismo sin teoría completa hasta la teoría del nudo RSI.
tienen doctrinas opuestas y se combaten, sin encontrarse nunca. Uno
120 LA OBRA CLARA
EL PRIMER CLASICISMO LACANIANO 121
19. Es posible, aunque no seguro, que haya habido encuentro con
los trabajos de Queneau sobre la relación ternaria «X toma a Y por Z»; lidad de algún saber cierto, por intermedio, recordemos, del paso al
cf. C. Berge, «Pour une analyse potentielle de la littérature combina- pensamiento cualificado. Pero S2 es, justamente, ese paso mismo . La
toire», Oulipo, Gallimard, París, 1973, pág. 56, y R. Queneau, «La re- teoría de los discursos y la doctrina del seminario XX (lecciones 8 y
lation X prend Y pour Z», ibíd., págs. 62-65 . Es verdad que las fechas 11) se apoyan en este análisis del Cogito .
aparentes no concuerdan, dado que la presentación de Queneau en Ou- Se observará, de paso, que, en una presentación tal, el Cogito es un
lipo es de 1965, mientras que el logion de Lacan es de 1960. Pero la ejemplo de lenguaje privado en el sentido de Wittgenstein (como el in-
investigación merecería ser profundizada. Una vez dicho esto, las dife- consciente mismo si el inconsciente está estructurado como un lengua-
rencias son tan instructivas como las semejanzas. De esta manera, es je); es pasible, por ende, como todo lenguaje privado, de la paradoja de
crucial para Queneau que X pueda ser idéntico a Y o Z; es crucial para Wittgenstein-Kripke. Se puede resumir la paradoja así: ¿quién asegura
Lacan que la diferencia entre X, Y y Z (cualquiera que sea su naturale- que el Dios engañador no es capaz de cambiar las reglas de empleo del
za) subsista. Es crucial para Queneau que X , Y, Z sean variables no es- lexema sum y las del operador de conclusión ergo, entre el instante en
pecificadas; es crucial para Lacan que X e Y sean especificados como que comienzo a enunciar «luego yo» y el instante en que termino
significantes y Z como sujeto. Esto explica por qué en el Seminario «soy»? El baño de Diana de Klossowski se propone como el mito ovi-
XVII se desarrollará, a partir de la relación de tres términos , una escri- diano de esta eventualidad. El Presidente Schreber da ejemplo de pro-
tura de variables especificadas : Sl y S2 para X e Y , $ para Z. De ello ferimientos que se limitarían al «luego yo» (cf. De una cuestión preli-
se sacará, por una deducción suplementaria, un cuarto término a. Para minar a todo tratamiento posible de la psicosis, E., págs. 521-522. Una
más detalles, cf. infra, pág. 136. interpretación instantaneísta puede, ciertamente, escapar a tales obje-
20. « .. . en la prueba de escribir: pienso: "luego soy", con comillas ciones, pero no a su variante extrema: ¿qué me garantiza que el Dios
alrededor de la segunda cláusula, se lee que el pen samiento no funda el engañador no mantuvo en el mismo estado las reglas de empleo de los
ser sino anudándose en la palabra donde toda operación toca a la esen- lexemas, salvo justamente en el instante singular en que acabo de pro-
cia del lenguaje» (La ciencia y la verdad, pág. 843). Que hay ahí una ferir «luego yo soy»?
cadena significante de dos anillos , el del pensamiento y el del ser, es lo 21. Santo Tomás lo resume: «omne ens est unum, verum, bonum».
que prueba el empleo del verbo anudarse (no sin forzamiento sintácti- Véase al respecto H. Scholz, «Einführung in die kantische Philoso-
co; el sujeto del anudarse tiene como antecedente discontinuo la con- phie», Mathesis universalis, pág. 172.
junción «pensamiento + ser» y se es recíproco, más que reflexivo) . En
otros términos, el Cogito es integrado a la teoría de la estructura cual-
quiera y mínima. Es lo que implica también la reescritura entre comi-
llas.
El Cogito releído por Lacan es, hablando estrictamente, la enuncia-
ción «luego yo soy »; de dicha enunciación, concentrada en un signifi-
cante unitario y segundo (sum), se plantea, por retroacción, un signi-
ficante primero «yo pienso» (cogito); el sujeto real insiste en la
oscilación (del segundo al primero, del primero al segundo) de estos
dos significantes. Oscilación señalada por la caducidad alternante del
«luego» (ergo), ya presente, ya ausente.
Se comprende que, ulteriormente, estando reducida toda cadena
significante a su mínimo de un significante y de otro, Sl y S2, el signi-
ficante dos sea el del saber. Se vuelve a encontrar ahí la función misma
del «yo soy», que se supone funda, según los comentadores, la posibi-
CAPÍTULO IV

El segundo clasicismo lacaniano

1. Las inestabilidades del primer clasicismo

Si el primer clasicismo es inestable, ello se debe a la ver-


sión que da del doctrinal de ciencia. El diagnóstico es fácil de
establecer:

- Inestabilidad debida al historicismo: en su lógica interna,


el doctrinal de ciencia no es historizante; la existencia de una
teoría del sujeto lo testimonia. Pero el despliegue de las corre-
laciones no ha culminado aún en 1966. La versión dada en los
Escritos recurre al vocabulario de la emergencia inaugural, de
la sucesión, de la contemporaneidad; es historiadora, incluso
si se trata cada vez más abiertamente de una estilística histori-
zante y aun cuando nada sustancial dependa ya de ella. Al res-
pecto, el primer clasicismo no es sincrónico consigo mismo:
la teoría del corte y la teoría del sujeto no se corresponden 1.

- Inestabilidad debida a la noción de matematización. Esta


última ha de ser entendida como literalización no cuantitativa.
Lo permite, se dijo, la evolución de la matemática misma:
principalmente, el bourbakismo. Ahora bien, el bourbakismo
es sólo una de las formas de un movimiento más general que
reconstruye el conjunto de la matemática sobre fundamentos
lógicos seguros. En otros términos, el bourbakismo afirma tres
EL SEGUNDO CLASICISMO LACANIANO 125
124 LA OBRA CLARA
ciencia es interpretado de manera no historizante; entonces,
cosas en lo tocante a la matemática: (1) es autónoma respecto en efecto, la sinonimia del discriminante de Koyré y del dis-
de la ciencia galileana; (2) la esencia no es la cantidad, puede criminante de Popper deviene decisiva. Ahora bien, el discri-
extenderse a objetos no cuantitativos; (3) hay una lógica mate- minante de Popper se opone directamente a la axiomática an-
mática. Ahora bien, Koyré supone exactamente lo contrario: tigua y a toda forma de axiomática del mínimo. La paradoja
(l ') sea lo que fuere en sí misma, la matemática es considera- es que la lectura no historizante es justamente inducida por el
da tan sólo como la sirvienta de la matematización; (2') debe estructuralismo.
ser entendida en el sentido estricto que, a juicio de Koyré, es el
único que interesa a la ciencia moderna: la cantidad; (3 ') no - Inestabilidad debida a las insuficiencias de precisión que
hay lógica matemática (cf. Épiménide le Menteur). marcan la noción de letra. Ésta es constitutiva del galileanis-
La afirmación (3') puede ser juzgada idiosincrásica y su- mo extendido, sólo ella permite pasar armoniosamente de la
perflua para las tesis sobre la física (por mi parte no lo creo, matemática a las ciencias de la cultura y de éstas al psicoaná-
pero poco importa). No deja de ser menos cierto que, admi- lisis. No constituye, empero, el objeto de una teoría autóno-
tiendo incluso la legitimidad de la lógica matemática, un koy- ma, respecto de la teoría del significante. El texto canónico
reano consecuente considera que la matematicidad de ésta no que es, desde este punto de vista, La instancia de la letra,
tiene importancia alguna para la matematización de que se enuncia las dos teorías como distintas, aunque también en co-
trata en la ciencia. En suma, el doctrinal de ciencia, reducido rrelación recíproca. Por ello, muchas de las proposiciones for-
a sus fundamentos, no podría otorgar la más mínima impor- muladas en términos de letra y de literalidad parecen poder
tancia a la lógica matemática en particular y a la axiomatiza- ser formuladas , de manera equivalente, en términos de signifi-
ción de la matemática en general. cante, y recíprocamente. Tomada en lo serio del minimalismo,
Ahora bien, ésta es una posición que el primer clasicismo esa equivalencia debería volver redundante una de las dos
lacaniano, en su forma consumada, no puede sostener. A cau- teorías. Si , en cambio, no hay redundancia, la reciprocidad de
sa, ya lo dijimos, del galileanismo extendido: es importante la correlación habrá de revelarse errónea. Ningún error, empe-
que la matemática sea literal y no cuantitativa, cosa que sólo la ro, se trasluce. La ausencia de decisión sobre este punto hace
axiomatización permite. A causa, igualmente, de la teoría de que las nociones de letra y significante se oscurezcan mutua-
la estructura cualquiera: se supone que la lógica matemática mente; ni el carácter significante ni el carácter literal de la
desempeña un papel determinante en ella. El primer clasicismo matemática podrían recibir un estatuto enteramente determi-
necesita de la lógica matemática: de su existencia general y de nado. Al mismo tiempo, afirmar que la matematización es una
algunas de sus proposiciones particulares (por ejemplo, el teo- literalización no es claro ni distinto.
rema de Godel). Necesita también del doctrinal de ciencia.
Ahora bien, las dos vías divergen, una vez que se las recorre - Inestabilidad debida a la evolución de la lingüística. En
con suficiente perseverancia. la época de Roma, aparece como ciencia completa, en los dos
sentidos del término : a la vez consumada y estéril. Lacan la
- Inestabilidad debida a la contradicción entre la ciencia considera al mismo tiempo como metodológicamente ejem-
ideal del estructuralismo, surgida de la episteme griega, y el plar y como incapaz de enseñarle nada nuevo, respecto de su
ideal de la ciencia del doctrinal de ciencia, que rechaza esa época de oro de Ginebra, Moscú y Praga («carencia del lin-
misma episteme. La contradicción se acentúa si el doctrinal de
J
126 LA OBRA CLARA EL SEGUNDO CLASICISMO LACANIANO 127
güista», dice Radiophonie, pág. 62, a propósito de la funda- Su programa nunca fue expuesto completamente. No se
ción de La Psychanalyse en 1953). Esta doble creencia, disi- dispone, en · los años '70, de un equivalente del discurso de
mulada por las relaciones de estima o de amistad respecto de Roma, aunque el seminario XX recupera, esporádicamente,
Benveniste o Jakobson, es característica, no obstante, del pri- algunos acentos celebratorios. Si se toma como origen el pri-
mer clasicismo: la lingüística desempeña el papel de garante, mer clasicismo, se pueden, empero, descubrir desplazamien-
pero a título de sus contribuciones pasadas; en lo sucesivo, tos, supresiones y agregados, cuya suma se revela coherente y
nada se espera de ella. esboza la nueva configuración.
Ahora bien, dos acontecimientos, inversos el uno respecto Si la pertinencia del doctrinal de ciencia ha de subsistir pa-
del otro, se producirán. Por un lado, el descubrimiento de los ra el psicoanálisis, este doctrinal debe, en ausencia del galilea-
anagramas de Saussure (en 1964) y, más importante todavía, nismo extendido, ser reformulado. Se puede pensar incluso
la consecuencia de este descubrimiento sobre Jakobson: éste que, por una paradoja que se diría fácilmente dialéctica, el fin
se juzgó de allí en más con derecho a fundar, en términos de observable del estructuralismo condujo a la explicitación del
lingüística, una poética enteramente nueva, digna a su juicio antihistoricismo al que el estructuralismo conducía en las épo-
de ser incluida en el rango de las grandes innovaciones del si- cas de su mayor fuerza. En 1953 (antes de que comenzase su
glo XX. Por otro, la emergencia de Chomsky a partir de los excesiva difusión, denunciada en 1965), el estructuralismo, o
años '60, que probaba que la lingüística estructural no era una más bien sus primicias, podían pasar por la emergencia, fe-
ciencia acabada; que hay otras vías para el galileanismo en chable, de una figura nueva de la ciencia moderna. Se podía
materia de lenguas; que algo nuevo era posible en la ciencia creer más aún en las lecturas historizantes en la medida en
del lenguaje. Pero, al mismo tiempo, todo estaba trastrocado. que se era simultáneamente testigo de una Historia: el '45 no
Pues los anagramas y la poética se revelarán de importan- estaba demasiado lejos. Ahora bien , en 1968, el estructuralis-
cia para el psicoanálisis, pero también conteniendo algo ajeno mo ya no está; la emergencia era una falsa emergencia. Agre-
al galileanismo, aun extendido. En lo referente a Chomsky, guemos que, aparentemente, Lacan había deducido de las ba-
éste adhiere al galileanismo, pero en una versión no extendi- rricadas que la Historia no existía (o que había dejado de
da, que finalmente conduce a renaturalizar el lenguaje (tema existir). A ello se debe su escepticismo, no respecto de lo mo-
del órgano, comentado en la sesión del 9 de diciembre de derno sino de sus lecturas annalísticas.
1975, Ornicar?, 6, 1976, págs . 13-14). No sólo nada en su En la medida exacta en que el doctrinal de ciencia es a la
método concierne ya al significante, ni a la cadena, ni a la es- vez depurado del historicismo y despojado del galileanismo
tructura cualquiera, sino que nada de lo que ese método tiene extendido, queda un único fundamento : la literalización. Una
de nuevo agrega algo al baconismo y nada de lo que dice del teoría autónoma de la letra se vuelve, pues, no sólo deseable,
lenguaje es compatible con el hecho del psicoanálisis. Más sino indispensable. La teoría de la matemática no dejará de
vale, por ende, volverse hacia las ciencias de la naturaleza. verse afectada por ella. Bourbaki había establecido la sinoni-
mia de la literalización con la matematización; lo que permi-
El galileanismo extendido no resistirá estas inestabilidades tía, en un primer tiempo, esclarecer la primera por la segunda;
multiplicadas. Se puede considerar que en 1970 el proceso de surgirá que, a su vez, la segunda puede ser esclarecida por la
transformación está ampliamente iniciado. Comienza una se- primera.
gunda fase. La llamaré el segundo clasicismo lacaniano . Si la conjetura hiperestructural debe ser mantenida, estará
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LA OBRA CLARA EL SEGUNDO CLASICISMO LACANIANO 129
128
en la situación paradójica de no poder ya apoyarse en un mo-
vimiento estructuralista. Mucho más que antes, la doctrina de
Lacan debe contar con sus propias fuerzas para desarrollar la 2 . El materna
teoría de la estructura cualquiera y la teoría de la diferencia
pura, en disyunción respecto de toda propiedad cualitativa. La noción de materna es el pivote del segundo clasicismo.
Por más conceptual que sea su formulación, esas dos teorías Sólo ella permite articular entre sí las proposiciones relativas
no podrían ya alcanzar lo trascendental; sólo el estructuralis- al doctrinal de ciencia, la letra, la matemática y la filosofía.
mo autorizaba la homonimia entre los minimalismos; desapa- Fue desarrollada por Lacan a partir de 1972. Las fuentes prin-
recido el estructuralismo, el minimalismo del objeto y de las cipales son El Atolondradicho (Ese., 1, págs. 15-69) y el semi-
propiedades no dará crédito alguno a la metafísica moderna. nario XX.
De manera súbita, la lectura sinonímica del axioma del sujeto Algunas citas podrán esbozar el examen: « . .. ese lenguaje de
perderá su fecundidad; el axioma mismo perderá su importan- puro materna, y por ello entiendo lo único que puede enseñar-
cia, así se lo reduzca a una homonimia. El segundo clasicis- se ... » (El Atolondradicho, pág. 43); «El materna se profiere del
mo, a diferencia del primero, puede mostrar desparpajo hacia único real reconocido primero en el lenguaje: a saber, el núme-
la filosofía. ro» (ibíd., pág. 53); « ... un decir como el mío [ ... ] se postula
También la lingüística perderá importancia. Quedan sola- como enseñable sólo depués de haberlo yo matematizado según
mente algunos practicantes electivos. Lacan los tratará como los criterios menónicos ... » (ibíd., pág. 55); «Lo no enseñable,
testigos invalorables, no de una ciencia sino de un arte, que lo hice materna con asegurarlo de la fixión de la opinión verda-
encuentran en la materia que tratan las fallas del sujeto -sus dera, fixión escrito con x, pero no menos venero de equívoco».
propia fallas, a decir verdad-. En lo referente a J akobson, (ibíd., pág. 55); «La formalización matemática es nuestra meta,
maestro de las lenguas, el lingüista cederá en él su lugar al es- nuestro ideal. ¿Por qué? porque sólo ella es materna, es decir,
tudioso de la poética, y Lacan, contrariamente a J akobson, no transmisible íntegramente» (S., XX, pág. 144).
pensará siempre que son el mismo. El teorema de Stalin, co- Conviene distinguir de entrada dos cuestiones: la cuestión
rrelativamente, será acantonado en lo adventicio. Marcar la particular del materna, de su función y de su forma; la cues-
lengua, hacerla en un instante otra que la que había sido, es en tión general de la matemática y de su estatuto. Estas dos cues-
lo sucesivo el gesto que vale. Maiakovski más que Stalin, tiones se cruzan, porque la noción de materna se apoya en una
Joyce más que cualquier otro. La revolución nunca cambia la tesis que concierne a la matemática y porque cada materna en
lengua, habían dicho políticos y científicos: revolución o no, particular consiste en una extracción especificada, realizada
algún sujeto a veces cambia la lengua, dirá Lacan muy pronto. (no sin alteración a veces) sobre el conjunto de las escrituras
matemáticas. La distinción, empero, permanece: hay en Lacan
Se puede considerar que el conjunto de los Scripta poste- referencias a la matemática que no dependen de la doctrina
riores al '68 se funda en este programa, mediando algunos es- del materna. Aunque más no fuese por una razón cronológica:
critos de transición retrospectiva (pienso en Radiofonía) o los Escritos preceden en seis años a El Atolondradicho. La
prospectiva (pienso en las últimas lecciones del seminario cronología, además, se redobla con diferencias estructurales.
XX). Pese a la ausencia de una exposición sintética, hubo, por En otras palabras, el surgimiento de una doctrina explícita del
lo tanto, una puesta en obra. materna modificó la relación que Lacan mantenía con la mate-
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LA OBRA CLARA EL SEGUNDO CLASICISMO LACANIANO 131


130
mática y, por esta razón, con la matematización. El doctrinal doctrinal de ciencia, es cierto, en cambio, que lo requiere co-
de ciencia se ve afectado en su principio. mo su condición sine qua non. Afirmar (a) es, de hecho, afir-
mar proposiciones del tipo:
'no hay maestros',
2 .1. La función y la forma del materna o:
La función y la forma del materna en Lacan están determi- 'no hay discípulos',
o:
nadas por dos afirmaciones:
(a) el materna asegura la transmisibilidad integral de un sa- 'no hay sabiduría',
o:
ber;
(b) el materna se adecua al paradigma matemático. . 'no hay ni Palabra ni Presencia',
La proposición (b), si uno se atiene a los términos mismos o:
que la articulan, implica lo siguiente: el materna será a lama- 'no hay sabiduría más allá del saber'.
temática lo que el fonema es a la fonemática: un átomo de sa- Estas exclusiones son lo propio del universo moderno. Co-
ber, como el segundo es un átomo de fonía. Recíprocamente, sa que se comprende mejor si se combinan (a) y (b). Mediante
la matemática será al materna lo que la fonemática es al fone- esta combinación se obtiene la tesis subyacente:
ma: una teoría de las condiciones generales de correcta forma- 'la matemática es el paradigma de la transmisibilidad inte-
ción de un materna, como la segunda es una teoría de las con- gral' .
diciones generales de correcta formación de un fonema. Esto Si la transmisión de la ciencia moderna no requiere maes-
supone que la fonemática sepa definir qué es la fonematicidad tros (sino, como mucho, profesores), es porque justamente
en tanto tal; supone, paralelamente, que la matemática sepa confía enteramente en los funcionamientos literales de la ma-
definir qué es la matematicidad en tanto tal. temática. Recíprocamente, si la ciencia moderna se confía en-
Para comprender el alcance de la proposición (a), hay que teramente en los funcionamientos literales de la matemática,
apreciar que la transmisibilidad integral entraña una apuesta, en consecuencia, ella no es una sabiduría (escándalo que los
que vuelve a llevar al doctrinal de ciencia. comités de ética y las Iglesias frenan con premura). Otra de
Durante largo tiempo se supuso necesaria para la transmi- sus consecuencias es que en el universo de la ciencia no hay
sión de un saber, o al menos para su transmisión integral, la maestro o, lo que equivale a lo mismo, que el nombre de
intervención de un sujeto insustituible -lo que se llama un maestro designa sólo una posición.
maestro-, que dispensase a sus discípulos mediante su Pala- En virtud del teorema de Stalin, las lenguas no cambian
bra (una de cuyas formas puede ser el silencio) y su Presencia aun cuando la infraestructura cambie; del mundo antiguo al
(una de cuyas formas puede ser la ausencia) el plus-de-saber. universo moderno, el nombre de maestro subsiste, por ende,
Sin este plus-de-saber, que llaman sabiduría y que ha de inspi- pero a costa de una homonimia. El maestro antiguo era maes-
rar una forma de amor, y sin el maestro que es su soporte, nin- tro en tanto término insustituible y lo seguía siendo fuera de
guna transmisión podría realizarse integralmente. Se reconoce toda posición en el lazo social; sus propiedades de término
aquí el dispositivo antiguo, vinculado a la episteme. (sus virtudes) eran esenciales para calificarlo positivamente
Esto es justamente lo que la doctrina del materna excluye; (Sócrates, tal como lo determinaba el oráculo de Delfos). El
si se puede admitir que no es una consecuencia necesaria del maestro moderno sólo es maestro porque ocupa una posición,
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132 LA OBRA CLARA EL SEGUNDO CLASICISMO LACANIANO 133

en la que es infinitamente sustituible por cualquier otro, y sus lisis es inmune a la diferencia del alemán al francés. Hablando
propiedades de término son inesenciales y fundamentalmente estrictamente, no se trata de un asunto de buena o mala traduc-
negativas; basta con que no lo descalifiquen. ción; más exactamente, se puede traducir a Freud mejor de lo
De ello resultan, entre otros, ciertos rasgos, aparentemente que lo está, pero, en ausencia de traducción apropiada, se pue-
anecdóticos, de lo que se llama la ciencia normal. Por ejemplo, de, a través del comentario y la interpretación, dispensarse de
el estatuto precario de los nombres propios: sólo son admitidos una traducción que hiciese ley (ahí se sitúa, fuera de toda
en la ciencia a título de estenogramas de las proposiciones que anécdota , el punto de división con J. Laplanche). La tesis es
se les atribuyen, en ningún caso señalan un insustituible. Otro todavía más llamativa pues, por otro lado, se considera que el
ejemplo es la absorción, lenta pero ineludible, de la ciencia por objeto del psicoanálisis está totalmente atravesado, no sólo
la universidad: todo científico es sustituible como científico por el lenguaje, sino por las lenguas; lo que no impide, empe-
por otro, pero por esto mismo es homomórfico del profesor. ro, que exista de Freud, quien habla y piensa en alemán, a La-
En el mismo sentido, el ascenso del profesor al poder, designa- can, quien habla y piensa en francés, una posibilidad de trans-
do para efectuar la transmisión (literalizada cuando se trata misión integral.
de la ciencia, no necesariamente literalizada cuando se trata de La lucha contra la Internacional (la primera al menos, diri-
otros saberes); por poco que el individuo, instituido como me- gida contra la Internacional de Londres y su establishment fa-
dio de esa transmisión, asegure correctamente su función, no miliar; la segunda lucha, dirigida contra la Internacional US,
se estimarán como virtudes ninguna de sus características per- es de otra naturaleza) amplía la proposición: dado que Freud
sonales, salvo aquellas que, por su transparencia y su inocui- no es un maestro (aunque ocupe su posición), la participación
dad, podrán no alterar su buen funcionamiento; a causa de en su Presencia y su Palabra no constituye un título. En parti-
este hecho es fácilmente reemplazable. Olores marchitos, co- cular, Melanie Klein puede ganarle a Anna Freud. Igualmente
lores grisáceos, modales anodinos, esto es lo que se espera Lacan, que nunca se encontró con Freud, puede ganarle a Ma-
cuando todo es asunto de posición, no de sujeto 2 . En lo tocan- rie Bonaparte, quien Jo frecuentaba. Cuando, bajo la forma
te a la ciencia que se hace, a la ciencia de las rupturas y de las del materna, la letra devino necesaria y suficiente para la
revoluciones, evidentemente sucede otra cosa, pero no habla- transmisión, la pareja maestro-discípulo, con su cortejo de in-
mos aquí de ello. fidelidades y traiciones, deja de existir; Jos únicos aparea-
mientos son literales: «Marx y Lenin, Freud y Lacan, no están
En Lacan, la doctrina del materna se articula, por ende, con apareados en el ser. Por la letra que han encontrado en el
una doctrina del maestro como pura determinación posicional. Otro, proceden en tanto seres de saber, de dos en dos ... » (S.,
Esta última es la única compatible con el doctrinal de ciencia; XX, pág. 118).
es expuesta en la teoría de los cuatro discursos, donde la dis- Se puede afirmar que con el materna y con la determina-
tinción entre términos y posiciones se despliega completa- ción estrictamente posicional del maestro se articula el estatu-
mente3. Pero, si nos atenemos a la vía negativa, la ausencia de to de la Escuela. Ésta no es más que el correlato institucional
toda figura antigua del maestro estaba ya implícita en el retor- del materna y su función mayor consiste en asegurar una
no a Freud. Una consigna tal se apoya en una tesis oculta: si, transmisión integral. Por esto, la Escuela tendrá como expre-
para volver a captar el verdadero objeto del psicoanálisis, sión una recopilación de maternas, titulada Scilicet (glosa: 'tú
conviene retornar a Freud, eso implica que algo del psicoaná- puedes saber', scil. 'gracias al materna'). En esa recopilación,
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EL SEGUNDO CLASICISMO LACANIANO 135


LA OBRA CLARA
134
El significante no es más que relación: representa para y es
la pertinencia del modelo retórico de Bourbaki salta a la vista: aquello para lo cual eso representa; la letra mantiene, cierta-
anonimato de los textos, con una única excepción (Bourbaki mente, relaciones con otras letras, pero no es únicamente rela-
en un caso, Lacan en el otro), ese anonimato-menos-uno testi- ción. El significante, no siendo más que relación de diferen-
monia un «intelectual-colectivo», del que un nombre único cia, carece de positividad; pero la letra es positiva en su
-con un referente ficticio o no, poco importa- estenografía el orden. Siendo la diferencia significante anterior a toda cuali-
principio de reunión; lejos de ser una coquetería, como lo era dad, el significante es sin cualidades; la letra es cualificada
en los decires de Marx el hegelianismo de El capital, la imita- (tiene una fisonomía, un soporte sensible, un referente, etc.).
ción de Bourbaki sella la captura de la matemática sobre la El significante no es idéntico a sí mismo, no tiene sí mismo al
transmisión del saber en la Escuela Freudiana. A decir verdad, que pueda vincularlo una identidad; pero la letra, en el discur-
ese formato singular manifiesta un proyecto: reescribir «mate-' so en el que asume su lugar, es idéntica a sí misma. Estando el
máticamente» el psicoanálisis, así como Bourbaki entendía significante definido enteramente por su lugar sistémico, es
reescribir «matemáticamente» la matemática. Que se haya imposible desplazarlo; pero es posible desplazar una letra; por
preferido elegir el nombre de Escuela al de Sociedad o 4Insti- esto, la operación literal por excelencia corresponde a la per-
tuto se debe, pues, a un elemento no trivial de la doctrina . mutación (testigo, la teoría de los cuatro discursos). Por la
'Yo no soy un maestro, ocupo su posición'. Éstas son las
misma razón, el significante no puede ser destruido: como
conclusiones que Lacan no pudo dejar de sacar él mismo, en el mucho puede «faltar en su lugar»; pero la letra, con sus cuali-
momento en que se desplegó más completamente el dispositivo dades y su identidad, puede ser tachada, borrada, abolida5 .
de su matematización. A esta tesis ha de remitirse el calambur: Nadie puede encerrar un significante en su mano, pues éste
« ... lean a Salomón, es el maestro de maestros, es el senti-maes- no es sino por otro significante; pero la letra es manejable, si no
tro, un tipo como yo ... » (S., XX, pág. 139), donde se escuchará empuñable (« ... este escrito, que se resume con esas cinco letri-
el significante «antimaestro», análogo estricto de la antifiloso- tas escritas en el cuenco de la mano ... », así comenta Lacan la
fía. Tanto más estricto cuanto que la filosofía y el dominio* es- fórmula de la gravitación universal, S., XX, págs. 56-57). Sien-
tuvieron largo tiempo estrechamente relacionados. do desplazable y pudiendo ser empuñada, la letra es transmi-
sible; por esa transmisibilidad propia, transmite, en el seno de
2 .2. La letra un discurso, aquello de lo que es el soporte; un significante no
se transmite y no transmite nada: representa al sujeto para
¿Por qué la matemática es el paradigma de la transmisibili- otro significante en el punto de las cadenas en que se encuen-
dad? A causa, dijimos, de la letra. tra. El significante no es de institución; que se lo diga arbitra-
Ahora bien, la letra no es el significante. Su distinción pu- rio (Saussure) o contingente (Lacan), ciertamente no es equi-:-
do permanecer confusa en el primer clasicismo (ver principal- valente, pero importa poco respecto de lo que se dice en
mente La instancia de la letra); ella se acentúa y perfecciona ambos casos: que el significante no tiene razón alguna para ser
en el curso del segundo (ver principalmente el seminario XX). como es y, en primer término, porque no es como es; porque
Éstos son los elementos principales. no tiene identidad consigo mismo; porque no tiene sí mismo;
porque todo sí mismo es reflexivo y el significante no podría
ser reflexivo, sin ser de inmediato su propio segundo y otro
* Maftrise en el original (n. del t.).
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LA OBRA CLARA EL SEGUNDO CLASICISMO LACANIANO 137


136
significante. La letra, en cambio, corresponde siempre a una 54): coser a ambos heterogéneos entre sí, un pedazo esférico
declaración; en este sentido, siempre tiene una razón para ser sobre un pedazo aesférico, una arandela sobre una banda de
lo que es, aunque esa razón sea siempre una pura y mera deci- Mobius. Hay una versión lógica de un choque análogo: son
sión; por ello depende siempre de un discurso («La letra es, ra- las paradojas del Todo, en las que se escribe la doctrina de la
dicalmente, efecto de discurso», S., XX, pág. 47); ella no es sexuación. Dos líneas se topan en ellas; una anota, en una
nada sin las reglas que constriñen su manejo, pero estando da- simbólica inspirada en Russell, la estructura del Todo como
das esas reglas, cada letra es lo que es, como ella es; la refle- limitado, combinando sus dos proposiciones apareadas: sólo
xividad le está permitida; tiene un sí mismo. Ahora bien, las se puede decir «para todo x, <l>x» si se puede decir también
reglas del manejo pueden decirse («lo escrito [ . .. ] no subsiste «hay un x tal que no-<l>x»; la otra anota, en una simbólica an-
si no empleo para presentarlo la lengua que uso», S., XX, pág. tirrusselliana, la estructura de lo ilimitado, al que no le cabe el
144); quien las dice ocupa por ello mismo, mientras las diga, nombre de Todo: si se debe decir «no hay x tal que no-<l>x»,
la posición del maestro del juego de letras, si no de un inven- entonces la marca del todo ha de ser tachada: para no-todo x,
tor: Palamedes o Cadmo, Claudio o san Cirilo. No hay maes- <l>x». El materna no consiste en ninguna de las proposiciones
tro de los significantes; su inventor no existe (salvo Dios, si tomada aisladamente, en ninguno de los pares tomado aislada-
ese género de cosas existiese). mente, sino en la confrontación de dos pares irreconciliables 7 .
En lenguaje de escuela, el significante corresponde a la so- De esta manera se constituye el tipo más general del mate-
la instancia S; pero la letra anuda R, S e 1, que son mutuamen- rna, que da a leer la necesidad de lo heteróclito en el cálculo
te heterogéneos. Por eso, todo lo que concierne al significante sexual, pero también que la necesidad y la posibilidad del
se dirá en un vocabulario de la cadena y de la alteridad; redu- materna en general surgen del hecho de que el ser hablante es
cido a su esqueleto, se resumirá en Sl (un significante), S2 sexuado.
(otro significante); $ (el sujeto tachado por la pulsación de S 1
a S2); a (lo que cae por efecto de la barra) 6 . Pero todo lo que En la referencia a la orthe doxa, hay, sin embargo, más para
concierne a la letra se dirá en un vocabulario del encuentro, descifrar que la estructura de un choque de heterogéneos. Pla-
del arrinconamiento, del contacto, del entre-dos. Estos voca- tón, se recordará, opone la orthe doxa a la episteme por el lazo:
bularios son múltiples: la geometría de la línea, la topología, «es por ello que la ciencia tiene más valor que la opinión recta;
la lógica de los cuantificadores sirvieron alternativamente. es por el lazo que se distingue [la primera]» (Menón, 98a).
Sirvieron, principalmente, para articular la doctrina del mate- Ahora bien, lo propio de los maternas del psicoanálisis es
rna, en tanto que, precisamente, el materna depende de la letra. que no hacen lazo entre ellos. No sólo cada uno de ellos cose
entre sí a heterogéneos, sino que cada uno es heteromorfo res-
Se comprende de esta manera que Lacan le defina una or- pecto de cada uno de los otros. La estructura con la que se
the doxa, se comprende al menos si se remite el concepto de forman varía. No hay paso literal del uno al otro: imposible
orthe doxa a su fuente platónica. (Rep. 476c-478d; Menón, calcular un materna a partir de otro por un manejo de las le-
97b-99b). Se trataba ahí de trazar en una línea un segmento tras. La permutación que estructura a la teoría de los cuatro
intermedio entre dos heterogéneos: agnosia y episteme. Una discursos es interna a un materna único: el que constituyen,
versión topológica, antilineal y dramática, de la geometría li- tomados en su conjunto, las cuatro fórmulas y la regla que ha-
neal de Platón, es el cross-cap de El Atolondradicho (pág. ce pasar de una a otra. Ninguna de las cuatro líneas del mate-
138 LA OBRA CLARA EL SEGUNDO CLASICISMO LACANIANO 139
ma sexual se obtiene por transformación a partir de algún Sumando estos préstamos y reduciéndolos a su carácter co-
otro; funcionan en copresencia. No hay ninguna transición li- mún, se obtiene la definición de la matemática como ciencia de
teral de uno de esos maternas al otro. En suma, los maternas lo real, en tanto que lo real nombra la función de lo imposible
no se adicionan en un cuerpo de ciencia. (S., XX, pág. 158). Muy evidentemente, el teorema de Godel
La conclusión se impone: en el materna, Lacan toma todo será citado a menudo al respecto, pero se observará que Lacan
del paradigma matemático, salvo precisamente la deducción. no hace de él un uso original. Se limita a vincularle lo que
El materna se propone como un cálculo local; se puede, cierta- cualquier persona educada lee en él: la demostración rigurosa
mente, sacar de él todas las proposiciones que autoriza por el de que existen proposiciones indecidibles en aritmética. Sensi-
manejo de sus propias letras, pero sólo ellas se pueden sacar. blemente más estructural es la referencia al intuicionismo. En
Admitiendo, además, que de un materna no se puede sacar nin- la necesidad de no admitir en matemática sino lo que se deja
gún otro materna, esas proposiciones nuevas sólo podrían ser intuir como producto de un construcción positiva, Lacan retie-
no matemáticas y puramente descriptivas: un materna lacania- ne preferentemente, no la doctrina de la intuición, sino el
no, en tanto que literal, funciona idealmente como una matriz rechazo de toda demostración apagógica 9 . Las apuestas son im-
de producción de proposiciones empíricas. Sólo se puede y se portantes, dado que los filósofos de la matemática, y principal-
debe sacar de él contingencias sublunares 8 • mente el más reciente y uno de los más grandes de ellos, sostu-
El materna dice la captura formal de la matemática sobre el vieron que la legitimidad del razonamiento apagógico atañía a
psicoanálisis, pero de la matemática sólo retiene la literalidad, la esencia de la deducción matemática misma 10 . El rechazo de
en disyunción con el encadenamiento de las razones. O, más Lacan, empero, se explica fácilmente: lo apagógico se funda
exactamente, el cálculo local -el fragmento indivisible de sa- crucialmente en el encadenamiento de las razones; ahora bien,
ber- que permite la letra (littera scire licet) sólo está permitido un tal encadenamiento es propio de lo imaginario.
por la suspensión que impone la letra a las cadenas de razones.
La matemática, en disyunción con la deducción y lo apagó-
gico, reducida a sus meras letras, esto es lo que funciona de
3. La matemática hecho en las referencias dispersas y múltiples a la matemáti-
ca; el materna lo da a leer de manera enteramente explícita; es
La doctrina del materna, por más nueva que sea, se revela además, lo que parece constituir, en efecto, en opinión de La-
apoyada, por lo tanto, en una característica común al conjunto can, la pertinencia de la matemática respecto de la ciencia:
de los préstamos, numerosos y variados, que Lacan toma de las moderna.
letras matemáticas. Lacan retiene en esas letras lo que ellas ar- Pues el segundo clasicismo lacaniano no ha renunciado pa-
ticulan de suspensivo, es decir de imposible: lo infinito como ra nada a Galileo. Muy por el contrario, reafirma el doctrinal
inaccesible, la teoría del número como atravesada por la grieta de ciencia. Salvo que, en lo sucesivo, la matemática implicada
incesante del cero, la topología como teoría de un «no-espa- en la matematización está depurada totalmente de todo lo que
cio*», que arranca a la geometría de toda estética trascendental. en ella quedaba de Euclides y del more geometrico. Devino
profundamente no griega. Es importante, no por la cadenas de
razón, sino por las zonas estrictamente circunscritas de litera-
* N' espace en el original (n. del t.). lidad que autoriza -lo que se puede llamar el cálculo-.
140 LA OBRA CLARA EL SEGUNDO CLASICISMO LACANIANO 141
No hay por qué temer articular aquí proposiciones radica- ni la demostración por razonamiento, sino el cálculo, que es
les. La doctrina del materna le permite a Lacan no sólo reafir- local (aun cuando su localidad se revele muy extendida). El
mar el gesto de la matematización; a decir verdad, esclarece cálculo opera sobre letras, fijadas por un discurso y combina-
los fundamentos del doctrinal de ciencia, tal como han de ser das de acuerdo con reglas explicitables, a fin de producir una
para que el psicoanálisis pueda fundarse en él. Que el materna combinación literal nueva; pero esas reglas valen para un tipo
del psicoanálisis sea fragmentado, local, encerrado en algunas dado de cálculo. La matematización lacaniana del psicoanáli-
letras restringidas, es algo que no se puede negar. En este sis da, al respecto, sólo un paso más: el cálculo literal se sepa-
punto, no es una excepción de lo que funciona en la matema- ra tanto de toda deducción, su localidad se circunscribe tan
tización requerida desde Galileo. Muy por el contrario, la po- restrictivamente, que su eficacia se limita al solo fragmento
ne en claro de la manera más cruda. de escritura en el que se da a leer.
A esta luz, aparece que la ciencia moderna convoca a la
matemática en su totalidad, pero le retira lo que, a juicio de ¿No es ésta, empero, una nada de matemática? La mayoría
los matemáticos fieles a su legado, constituía su esencia más de los matemáticos y el conjunto de la tradición filosófica,
preciosa: no sólo el more geometrico sino también la demos- aparentemente, responderían por la afirmativa; pero Lacan se
tración y toda especie de lazo. La medida misma no es más separa de ellos. No sólo afirma que el uso que hace de la mate-
que un residuo. Sólo funciona en lo sucesivo el cálculo: «[ ... ] mática es lícito y adecuado para autorizar una matematización,
escribir que la inercia es mv2/2 ¿qué quiere decir? si no es sino que afirma mucho más: que ese uso esclarece la esencia
que, sea cual fuere el número de unos que pongamos bajo ca- misma de la matematicidad. Bajo las especies del materna,
da una de estas letras, estamos sometidos a cierto número de propone una definición, nueva y escandalosa, de la matemati-
leyes, leyes de grupo, adición, multiplicación, etcétera» (S., cidad en cuanto tal, de lo que hace que la matemática sea la
XX, pág. 157). Entiéndase: todas las leyes regionales de un ti- matemática. Esta definición se apoya en una localidad intrín-
po particular de cálculo, pero también solamente ellas. seca, que se desprende de la letra.
Por una vía nueva, se vuelve a encontrar la línea divisoria Lacan se piensa sostenido en su doctrina por la faceta más
que separa la episteme .de la ciencia. incisiva del proyecto bourbakista. De hecho, el programa enun-
En la primera el lazo es determinante; es lo que Platón dice ciado en la Introducción al Libro 1 de los Elementos de mate-
explícitamente; más lo es cuanto menos localizado esté, y só- mática y los procedimientos utilizados en el capítulo 1 de ese
lo un razonamiento de forma general le permitirá escapar a la mismo Libro l. Se recordó ya la importancia retórica de Bour-
dependencia tópica. Será importante, por ende, que una cien- baki para el formato de Scilicet. Es tiempo de señalar una im-
cia particular establezca las formas generales del razonamien- portancia más sustancial: la doctrina del materna sólo se sos-
to, se lo llame dialéctico o lógico. De estas formas generales, tiene si se admite una definición bourbakista de la matemática.
las costumbres euclideanas ofrecen la ilustración más depura- O, al menos, la interpretación integralmente literalizante que
da del amontonamiento de sustancia. «Largas cadenas de ra- Lacan da del programa bourbakista: una matemática fundada
zones», las palabras han de tomarse por lo que dicen: vasta ella misma sobre el cálculo, en tanto que el cálculo no es una
extensión de espacios de proposiciones, continuidad de lazos deducción, y sobre la letra, en tanto que la letra no es un sig-
que las unen. no: «Pongamos juntos objetos [ ... ].Juntemos esas cosas abso-
En la segunda, atrevámonos a decir, no importan ni el lazo lutamente heteróclitas, y arroguémonos el derecho de desig-
142 LA OBRA CLARA EL SEGUNDO CLASICISMO LACANIANO 143
nar este conjunto con una letra. Así se expresa en sus comien- materna la aísla, puede resumirse del siguiente modo: tal co-
zos la teoría de conjuntos, la que presenté la vez pasada, por mo la articula Bourbaki y tal como Lacan, llegando hasta el
ejemplo, bajo el acápite de Nicolás Bourbaki. No se dieron hiperbourbakismo, la desarticula, propone un tesoro de mate-
cuenta que dije que la letra designa un conjunto. Es lo que es- riales para una teoría no imaginaria y no cualitativa del pensa-
tá impreso en el texto de la edición definitiva [ .. . ] [los auto- miento.
res] ponen todo su cuidado en .decir que las letras designan
conjuntos. Allí reside su timidez y su equivocación: las letras El problema general del psicoanálisis, cabe recordar, es que
hacen los conjuntos, las letras no designan, son esos conjun- haya un pensamiento que no responda a los criterios imagina-
tos, se les toma considerando que funcionan como esos con- rios y cualitativos del pensamiento (coherencia, tercero exclui-
juntos mismos» (S., XX, pág. 61). do, discursividad, negación, etc., en suma: Aristóteles). Sólo
A juicio de Lacan, Bourbaki no es, a decir verdad, suficien- con esta condición se puede sostener la ecuación de los sujetos
temente bourbakista. Por lo demás, se sabe que Bourbaki usa y, principalmente, su versión más ambiciosa: la identidad del
la deducción y también lo apagógico. Más aún, afirma la conti- sujeto del Cogito y del sujeto freudiano. El psicoanálisis debe,
nuidad sin fallas de la demostración matemática desde los pues, construir una teoría del pensamiento que integre, no co-
griegos: «lo que era una demostración para Euclides sigue mo una extensión adventicia sino como una propiedad consti-
siéndolo para nosotros» (Bourbaki, ibíd., pág. 1). Sin duda, tutiva, el pensamiento disyunto de las regulaciones imagina-
propone una versión literalizada extrema de aquélla, que, se- rias . En Freud, dicha teoría es casi enteramente negativa; lo
gún él, tan sólo desnuda la esencia misma del more geometri- que hay de positivo acerca de este punto no merece el nombre
co. Ahora bien, Lacan rechaza, muy precisamente, dicha conti- de teoría; como mucho, es un modelo energético o biológico.
nuidad, aunque ese rechazo permanezca implícito en la Se reconoce en Lacan la ambición de una teoría positiva que,
afirmación: «las letras hacen Jos agrupamientos». Al decirlo más allá de lo imaginario del pensamiento, alcance su real.
instala, verdaderamente, en el sitio y en el lugar de Bourbaki, La matemática y todas las disciplinas formales son convo-
una figura fundamentalmente distinta, que podría más bien ca- cadas para cumplir con este programa.
lificarse de hiperbourbakismo. Así como, antaño, había agre- Pero se sabe que su extensión varió . En el paradigma del
gado al estructuralismo una hipótesis hiperestructural. primer clasicismo están incluidas las disciplinas mayores
del galileanismo extendido. Se supone que la lingüística, prin-
Allí donde la matemática prebourbakista se autorizaba en cipalmente, desentraña los mecanismos de un pensamiento no
la coherencia racional, tomada de los griegos, Bourbaki se reflexivo, no consciente, no aristotélico . La matemática bour-
autoriza en la sola coherencia literal. Sin embargo, la estima bakista, obviamente, la lógica russelliana y posrusselliana, la
homogénea de la precedente. Lacan, apoyándose en el hiper- antropología lévi-strausseana participan en el mismo desig-
bourbakismo, da al garrote una vuelta suplementaria: aunque nio. Cosa que no ha de asombrar, dado que la homogeneidad
hubiese consistencia literal, ésta no dejaría de ser imaginaria, fundamental de sus formalizaciones fue justamente planteada
porque toda consistencia es siempre una variante del lazo; no como hipótesis en el discurso de Roma.
hay, empero, consistencia literal, porque la literalidad no es En el segundo clasicismo la homogeneidad se ha quebrado.
del orden de la consistencia. Sólo permanece la matemática, y permanece solamente en su
La función específica de la matemática, en tanto que el lectura hiperbourbakista. Éste es el eje mayor de una teoría
LA OBRA CLARA EL SEGUNDO CLASICISMO LACANIANO 145
144

del pensamiento no imaginarío. El materna ilumina plenamen- mática y legitima sus procedimientos (metamatemática), sino
te su estatuto decisivo. porque exhibe, con total desnudez, lo que en lo sucesivo defi-
Es cierto que nada hubiese sido posible sin el galileanismo ne a la matematicidad como tal1 2 . Por eso, no es contradictorio
extendido. Agreguemos que no hubiese sido posible sin Bour- decir que la ciencia de lo real sea, en variación libre, la mate-
baki. Pues Bourbaki fue el único que investigó de manera con- mática o la lógica: en ambas expresiones se trata de la misma
secuente por qué la matemática está disyunta de la cantidad. propiedad, la literalidad.
Suposición necesaría para que los estructuralismos y, singular- Se está muy lejos, pues, de tener que compartir la hostili-
mente, la lingüística, fuesen estimados matemáticos, aunque dad de Koyré respecto de la lógica, no conviene incluso ate-
no entrañan ni medida y ni siquiera deducción lógico-matemá- nerse a la indiferencia de los partidarios más moderados del
tica. Es cierto, pero también es verdad que algo cambió del in- koyreísmo. La lógica matemática deviene por su sola posibili-
forme de Roma a El Atolondradicho. dad la prueba decisiva de la ciencia; no tanto por sus métodos
Primero, Lacan, poco a poco, puso en disyunción lo simbó- y sus resultados particulares, sino porque revela la auténtica
lico generalizado y la instancia específica de la letra; al mis- esencia de la matematicidad. Se descubre así reducida una de
mo tiempo, lo simbólico aún humanista de Roma 11 se vio re- la graves inestabilidades que marcaban al primer clasicismo.
ducido a su cuerpo desollado: la letra S en RSI. Segundo, (cf. cap. IV, págs . 123-124)13_
tematizó cada vez más explícitamente el literalismo en la ma- Pero este éxito se paga con un cambio de discurso. En El
temática; esta última, aun entretejida con una racionalidad Atolondradicho, la matemática no es más que letras, pero las
continua en Roma, se presenta solamente como un montón in- letras de ciencia no son más que matemática estricta, es decir
consistente de escrituras dispersas. Tercero, restringió radical- cálculo. La lingüística, Lévi-Strauss, el estructuralismo entero
mente el gesto de la matematización en la ciencia moderna; no testimonian ya nada que se sostenga frente a la más míni-
que se supone toma al vuelo, en el montón de las escrituras, ma escritura matemática. El materna es el índice, el efecto y el
lo que le permitirá, en cada caso, transliterar alguna línea del nombre de ese cambio. Deviene, al mismo tiempo, lícito y ne-
universo; aun cuando la física matematizada estuviese unifi- cesario, en la medida en que el campo matemático no es más
cada (cosa que no ocurre), la matemática de su matematiza- que literalización y que no existe ya literalización de ciencia
ción no habría podido estarlo, porque la matemática misma no fuera del campo explícitamente matemático.
lo está. Cuarto, en lo sucesivo Lacan, en materia de letras de Jakobson había sido el heraldo de la matemática fuera de
ciencia, no acepta ningún otro recurso que la matemática es- campo, habitualmente referida a lo simbólico. La sesión que
tricta, la de los matemáticos puros. Releída, obviamente, si- el seminario XX le dedica es, en verdad, un adiós a esa anti-
guiendo las reglas de la fragmentación hiperbourbakista. gua figura. No a Jakobson mismo, devenido, por su fuerza de
No sólo la lógica matemática está incluida, sino que brinda sujeto, portador de otras y nuevas luces, sino a Roma 14 . Es lo
su tipo más depurado: a través de ella, debe devenir evidente que indica el tema de la «lingüistería» [linguisterie] («mi lin-
que el euclideanismo no es nada y que la fuerza real de las güistería», dice Lacan); el nombre está formado como el nom-
pretendidas demostraciones es un cálculo sobre letras (llama- bre de las conductas propias de los artesanados despreciados
do a veces deducción o prueba, lo que poco importa). Esa ló- (piratería [piraterie], timo [escroquerie], trampería [triche-
gica es con todo derecho llamada matemática, no por provenir rie], farsa [fumisterie, que en francés significa, además, lite-
de una de sus ramas (logicismo), no porque habla de la mate- ralmente deshollinador]) y sobre la palabra lingüista [linguis-
146 LA OBRA CLARA EL SEGUNDO CLASICISMO LACANIANO 147

te], más que sobre la palabra lingüística [linguistique]; la lin- habría en el psicoanálisis más que un solo materna primario:
güistería no es justamente la linguistiquería. Los lingüistas re- el de las escrituras sexuales. Se vuelve a encontrar así el hilo
conocidos ya no son, como otrora, matemáticos; si fuesen conductor freudiano: el psicoanálisis dice sólo una cosa,
abiertamente lo que son en secreto, se revelarían buscadores siempre la misma, hay algún sexo. De este modo se explica
de oro, navegantes errantes y solitarios, saqueadores de ruinas que Lacan se complazca en hablar del materna en singular, al
más que científicos -sujetos en exilio-. igual que en plural. En el segundo clasicismo, la matematiza-
El informe de Roma pensaba en una matemática tan con- ción es requerida más que nunca; si se la supone posible, es
sistente consigo misma que podía extender sin temblor su im- por una matemática cerrada sobre su propia fragmentación; si
perio. De la teoría de conjuntos, correctamente axiomatizada, se la logra, es por un puro golpe de letras.
se concluía sin solución de continuidad en Freud, pasando por
Jakobson o Lévi-Strauss: una verdadera alameda de reyes.
Aun concluye con un cierre del portal; el nombre Bourbaki, 4. La visibilidad de lo literal
luego de haber resumido todos los sésamos, se transforma en
su contrario y sella definitivamente los secretos. El conjunto Ahora bien, existe algo que se llama el nudo borromeo.
de los Escritos estaba sometido al programa de la matemática Tiene una propiedad definitoria: de tres redondeles anudados
extendida. Ha de tenerse presente que nada de lo allí matema- entre sí, basta que uno se suelte para que todos los demás se
tizado se ajusta directamente al materna. Ni el apéndice al se- dispersen. Pero esto es lo propio de lo literal en cuanto tal y,
minario sobre La carta robada, ni las fórmulas de la metáfora más precisamente, de lo literal matemático.
y la metonimia, ni el esquema óptico del Comentario al infor- Apenas un año después de El Atolondradicho, que introdu-
me de Daniel Lagache, ni los grafos y las escrituras de Sub- ce el materna, nueve meses después de haberse dado una lectu-
versión del sujeto son maternas, aunque procedan de una ma- ra hiperbourbakista de la matemática, el nudo es calificado de
tematización. No solamente porque la noción de materna no «el mejor soporte que podamos dar a aquello mediante lo cual
había sido todavía formalmente construida, sino porque la no- procede el lenguaje matemático». ¿Por qué? Porque «lo propio
ción de materna determina una configuración radicalmente del lenguaje matemático, una vez delimitado en cuanto a sus
excluyente de lo que parecía anunciarse en 1953 y continuaba exigencias de pura demostración, es que todo lo propuesto so-
vigoroso en 1966. bre él, no tanto en el comentario hablado sino en el manejo
Hablando estrictamente, se podría incluso sostener· que só- mismo de las letras, supone que basta que una letra no se sos-
lo hay materna con y luego de El Atolondradicho. En cuyo ca- tenga para que todas las demás [ ... ] se dispersen» (S., XX,
so, ni siquiera la teoría de los discursos respondería entera~ pág. 154). Tres proposiciones se afirman de esta manera: pri-
mente a las condiciones. Tratarla como materna, sin llegar a mero, lo matemático en que se sostiene el materna es lo mate-
ser absolutamente ilegítimo, implicaría un forzamiento re- mático separado de la deductividad que, al mismo tiempo, se
troactivo; por lo demás, ese forzamiento es practicado con las estima como adquirida y sin importancia: es lo que significa el
letras del primer clasicismo, alternativamente reconfirmándo- inciso «una vez delimitado en cuanto a sus exigencias de pura
lo o rectificándolo (cf., por ejemplo, S., XX, págs. 39-40). De demostración»; nos encontramos aquí en el núcleo del segundo
esta manera, el segundo clasicismo puede aprehender al pri- clasicismo. Segundo, lo matemático, disyunto de la deductivi-
mero y reconvertirlo en maternas derivados. Sin embargo, no dad, consiste en un literal puro: el manejo de las letras y no el
148 LA OBRA CLARA EL SEGUNDO CLASICISMO LACANIANO 149

comentario hablado, que remite a las cadenas de razones. Ter- estatuto preciso. Todas, salvo la primera: Lacan había repeti-
cero, de dicha matemática, el borromeísmo es el soporte, por- do a lo largo de su obra que el psicoanálisis opera sobre un
que el borromeísmo es ni más ni menos que lo siguiente: basta sujeto. Una vez admitido esto, todo lo demás está firmemente
con que un redondel se suelte para que los otros se dispersen; establecido: que ese sujeto sea el sujeto cartesiano, que esté
ahora bien, esta propiedad es juzgada el mejor y quizás único determinado por la ciencia, que esté representado por un sig-
análogo de la propiedad definitoria de lo literal en cuanto tal. nificante para otro significante. Queda aún la afirmación mis-
Por otra parte, y esto no es menos sorprendente, el nudo, ma: ¿qué significa exactamente?
en tanto borromeo, se revela adecuado para estructurar o, más Justo después de introducir el nudo, y gracias a él, Lacan
exactamente, para matematizar una molécula doctrinal, siem- la despoja de sus velos . Esa afirmación es una hipótesis, la hi-
pre retomada desde el primer clasicismo. A saber, el ternario pótesis de Lacan: «En el inconsciente, no entro, igual que
de lo real, lo simbólico y lo imaginario. En ciertos aspectos, Newton, sin hipótesis. Mi hipótesis es que el individuo afecta-
se podría afirmar que en ese ternario se encuentra resumido el do de inconsciente es el mismo que hace lo que llamo el suje-
núcleo duro del programa de Roma; en todo caso, lo que sub- to de un significante» (S. , XX, pág. 17 1).
siste de él en las perturbaciones infligidas al primer clasicis- De aquí en más, todo se ordena. La ecuación de los sujetos
mo. Hasta entonces la doctrina podía, cada vez más precisa- identificaba al sujeto de la ciencia con el sujeto sobre el que
mente, determinar qué entendía por lo real, lo simbólico y lo opera el psicoanálisis: ambos eran uno, porque eran uno con
imaginario; no podía, en cambio, articular nada sólido acerca el sujeto del significante; por la hipótesis de Lacan se com-
de su modo de coexistencia. En lo sucesivo, el nudo borromeo prende que la expresión «sujeto sobre el que opera el psicoa-
revela, por esa buena suerte que a veces nos deparan las le- nálisis» puede desdoblarse: existe el individuo afectado de un
tras, ofrecer la solución más clara y fecunda. inconsciente, que la práctica analítica encuentra en lo que tie-
Antes, las mayúsculas R, S, 1 podían considerarse simples ne de más técnico; y existe el sujeto tal como lo define la teo-
abreviaturas cuya única regla de manejo era la comodidad des- ría de la estructura cualquiera: es el sujeto de un significante.
criptiva, cuya única legitimidad era la de ser iniciales. Trans- No hay dos sujetos que hacen uno, sino un solo sujeto y un in-
formadas cada una de ellas en la etiqueta de un redondel bo- dividuo que, aunque radicalmente diferente del sujeto, coinci-
rromeanamente anudado a otros dos, se descubren capturadas de con él. Decir esto es decir que la distinción es irreductible
en una ley real que las constriñe. Permiten calcular categorías y que ser el mismo significa ser el Otro.
clásicas de la experiencia (inhibición, síntoma, angustia, goce, Se ve la doctrina:
cf. «R.S.I.», Ornicar?, 2, págs. 95-105). Han devenido verda- - Premisa 1: 'el sujeto de la ciencia es el sujeto de un sig-
deramente letras . Lo que permanecía del primer clasicismo en nificante' (hipótesis del sujeto del significante, formulada por
el segundo, constituyéndose en el sustrato común a ambos, se el primer clasicismo, mantenida en el segundo).
deja inscribir en el dispositivo borromeo bajo una forma trilí- - Premisa 2: 'el sujeto de un significante coincide con un
tera; la doctrina entera se deja declinar entonces a partir de individuo afectado por un inconsciente' (hipótesis de Lacan,
una única matriz, infinitamente fecunda. formulada solamente por el segundo clasicismo).
Hasta la ecuación de los sujetos encuentra, por fin, su dilu- - Premisa 3: 'el psicoanálisis en su práctica opera sobre un
cidación completa. Las tres afirmaciones en las que se des- individuo afectado por un inconsciente' (hipótesis fundadora
componía habían recibido todas , con el correr de los años, un de Freud).
150 LA OBRA CLARA EL SEGUNDO CLASICISMO LACANIANO 151

Conclusión: 'el psicoanálisis en su práctica encuentra que hacer. Si se lo enlaza con la proposición «el significante es
por coincidencia un sujeto' 15 . necio» (S., XX, pág. 30), se podría deducir la proposición 'el
significante no piensa'; en otros términos, no se admite ya que
Dilucidación, dije. Se trata mucho más de una supresión, el significante articula el pensamiento sin cualidades. Porque
que ha de pensarse como una Aufhebung. La ecuación de los ese pensamiento, de hecho, no existe; no hay otro pensamiento
sujetos, de la que partió todo, se deshace en el instante mismo que el de Aristóteles.
en que encuentra su estatuto. No es que el pivote no sea con- Recíprocamente, el «sin cualidades» requerido por la cien-
servado; simplemente, lo que se enunciaba en términos de cia ya no se llama pensamiento. Así ha de entenderse que La-
ecuación se enuncia en términos de coincidencia y de encuen- can, volviendo a Freud, pero también a Marx, prefiera hablar
tro. A quien hoy preguntase qué son una coincidencia y un en lo sucesivo de trabajo: el inconsciente como «saber que no
encuentro, el nudo lo esclarecería: se trata del anudamiento piensa ni calcula ni juzga, lo que no le impide trabajar» (Télé-
borromeo de una determinación real (el sujeto), de una deter- vision, pág. 26). Nuevamente, la definición del inconsciente
minación imaginaria (el individuo), de una determinación como un «ello piensa» no está aquí propiamente invertida, só-
simbólica (el significante). A quien preguntase qué es un su- lo está desplazada, con violencia. Para que el inconsciente sea
jeto, la definición del significante le bastaría; «bastaría» quie- un «ello piensa» hace falta, se sabe, que exista el pensamiento
re decir que no se necesita nada más y, especialmente, que no sin cualidades; el psicoanálisis logró establecer su existencia,
se necesita el sujeto metafísico. El axioma del sujeto (cap. 11, salvo que en el instante mismo del éxito, se revela que ya no
pág. 35), ya no tiene estatuto ni utilidad, pues el sujeto está ha de hablarse de pensamiento.
incluido de entrada en el significante como tal. Si sólo existe el pensamiento de Aristóteles , entonces el
Tengamos cuidado: no se trata de una inversión. El axioma «sin cualidades» debe cambiar de nombre. Marx es, al respec-
y la ecuación distinguían individuo y sujeto; la teoría del nu- to, el recurso mayor. El trabajo del que se trata -trabajo del
do permite articular que individuo y sujeto se superponen. En inconsciente, trabajo del significante- es el trabajo indiferen-
la lógica borromea, empero, sólo pueden superponerse en la ciado y sin frases cuya teoría se encuentra en el Libro 1 de El
estricta medida en que son absolutamente heterogéneos. La Capital. Es el trabajo sin cualidades. De este modo, el sujeto
hipótesis de Lacan, al hablar el lenguaje del encuentro, vuelve supuesto al saber inconsciente -sujeto sin cualidades- puede
a decir lo que dice el axioma del sujeto en el lenguaje de la ser dicho «el trabajador ideal» (Télévision, pág. 26; Ou pire,
distinción, pero a la vez toma superfluo ese mismo axioma. Se ., 5, pág. 9, evoca Der Arbeiter, ¿coquetería sin alcances
Al ocaso del axioma del sujeto responde la no-pertinencia con Jünger?) .
del sujeto metafísico. Debido a este hecho, la referencia al Si el significante está esencialmente disyunto del pensa-
pensamiento pierde su urgencia: «el inconsciente no es que el miento y si en lo sucesivo este último es inseparable de las
ser piense» (S., XX, pág. 128); en efecto «el hombre piensa cualidades, el sujeto sin cualidades es estrictamente sujeto del
con su alma, quiere decir que el hombre piensa con el pensa- significante y no sujeto del pensamiento; éste queda abolido,
miento de Aristóteles» (S., XX, pág. 135). En otras palabras, deviniendo individuo imaginario a partir del momento en que
sólo hay pensamiento imaginarizado y cualificado (semejan- piensa cualquier cosa, señaladamente «yo soy». De allí en
zas, negación, tercero excluido, dictum de omni et nullo, cate- más, el Cogito, contrariamente a lo que sostenía el primer cla-
gorías, juicio, duda, etc.), con el que el inconsciente nada tiene sicismo, no es emergencia, sino inmersión del sujeto. Al lo-
152 LA OBRA CLARA EL SEGUNDO CLASICISMO LACANIANO 153

gion 'ello piensa donde yo no soy' se sustituye el logion o 5. La antifilosofía


cuasilogion 'Ahí donde ello habla, goza, y no sabe nada' (co-
locado como exergo de la lección 9, S., XX, pág. 127). El ello El psicoanálisis estableció que es discurso del sujeto. Pero
habla y !alengua (en una sola palabra), que no es más que la ya no necesita a la filosofía para hacer oír qué es un sujeto. Si
forma sustantivada del ello habla, absorben el ello piensa. la filosofía le es inútil, entonces le es nociva, y debe ser seña-
Descartes, inútil e incierto. lada como tal. Es el momento de la antifilosofía.
La homonimia que vinculaba el axioma del sujeto a la me- La palabra sorprendió. La referencia a los filósofos parecía
tafísica no alcanza ya ningún efecto de saber; en cuanto a los inseparable de la obra de Lacan. Ahí donde Freud permanecía
eventuales desarrollos sinonímicos, su acceso está cerrado en más reservado -más austríaco que alemán al respecto- y siem-
lo sucesivo. Lacan despide al cartesianismo radical y a las es- pre más dispuesto a apoyarse en las letras y las artes que en la
capadas trascendentales. Los Cahiers pour l' Analyse reciben filosofía, Lacan citaba constantemente el corpus philosopho-
un rechazo definitivo. rum. Hablando de antifilosofía, ¿había decidido acaso des-
mentirse a sí mismo?
Gracias al nudo, el segundo clasicismo parece, pues, inte- El tema, no cabe duda, está fechado. Nace con la reorgani-
grar, ordenar y redefinir la herencia del primero. El nudo ab- zación, en 1975, del departamento de psicoanálisis de la Uni-
sorbe la matemática en lo que tiene de esencial para el psicoa- versidad de París-VIII. Resurge en 1980, en ocasión de una
nálisis: su literalidad. Al mismo tiempo, todas las dificultades polémica comenzada por L. Althusser. Pero en este punto, co-
vinculadas al doctrinal de ciencia pueden ser consideradas mo en otros, sería vano atenerse a las circunstancias anecdóti-
concluidas: el psicoanálisis está matematizado de derecho y cas. No deja de tener importancia que la reorganización del
sabe descifrar qué quiere decir «matematización». El gali- departamento de psicoanálisis haya debido pasar por discusio-
leanismo extendido se confirma inútil. La teoría de la estruc- nes curiosas y ofensivas con el departamento de filosofía,
tura cualquiera es absorbida; en lo sucesivo es la teoría regio- que, a su manera, haya reaparecido en esa ocasión un verda-
nal del solo redondel S 16 . Finalmente se esclarece y se dero conflicto de facultades, por más inclinados que estemos
deshace la ecuación de los sujetos, donde se encontraban el hoy a sonreír frente a él. Pero ninguna anécdota basta para
doctrinal de ciencia y la teoría de la estructura cualquiera. justificar la fabricación de una palabra tan violenta. Sólo pue-
Se reconoce ahí el movimiento ideal que la historia de las de ser explicada enteramente por causas a la medida de su
ciencias celebra. Las inestabilidades que marcan un primer mo- violencia. Aunque más no fuese por razones cronológicas, las
delo llevan a la emergencia de un segundo, en el que, a veces causas han de buscarse en el dispositivo general del segundo
después de mucho tiempo, se encuentran resueltas. Considera- clasicismo, es decir, en el materna.
do de esta manera, el nudo borromeo da fuerza y confirmación
al materna. Su definición abre, en sentido propio, la vía regia Se sabe que Lacan hesitó durante largo tiempo antes de
del psicoanálisis, en su relación con la ciencia modema 17 . inscribirse en el organigrama de la Universidad, satisfacién-
dose con el abrigo que ella podía brindarle en sus márgenes.
Después de 1970 aceptó, y quizás anheló, que un departamen-
to se reclamase directamente suyo. Cambio cuyas causas son
múltiples. No podrá dejarse de lado la conmoción propia su-
154 LA OBRA CLARA EL SEGUNDO CLASICISMO LACANIANO 155

frida por la institución universitaria francesa en 1968. La la filosofía. A su vez, el filósofo nunca podría ser indiferente
cuestión es saber cómo la interpretaba Lacan. Hay razones pa- a la posibilidad de que haya episteme (ya niegue o afirme di-
ra pensar que la interpretaba como un mecanismo de decaden- cha posibilidad): es decir, un saber que requiere al alma y la
cia; precisamente por esa razón concluyó que no costaría de- convoca.
masiado utilizar los medios aún disponibles en el seno de una El nombre mismo de filosofía afecta a los fundamentos de
institución obsoleta (de la misma manera los cristianos no du- un mundo tal. Lo necesario y sus pompas, la semejanza y sus
daron en usar el Imperio, una vez seguros de que su crisis era deberes, el alma y sus purificaciones, esto es lo que desplie-
incurable. Lo que no les impidió presentarse como sus garan- gan conjuntamente la filosofía y la episteme; quizás el nom-
tes más seguros). bre más apropiado para resumirlas es el de sophia, esa sabidu-
No conviene, empero, atenerse a esto: la institución uni- ría que hay que amar como a sí mismo (philein). La ciencia
versitaria se funda en un acto de transmisión; la legitimidad moderna renuncia a ello precisamente. El psicoanálisis des-
de un departamento universitario de psicoanálisis sólo se sos- pliega explícitamente esa renuncia. Es, pues, en sentido es-
tiene, por lo tanto, en una doctrina consolidada de la transmi- tricto, lo inverso de la filosofía.
sibilidad del psicoanálisis. Si un departamento universitario Se concluye, entonces:
pudo, de hecho, ser aceptado como un lugar apropiado para la 'no hay filosofía que sea integralmente sincrónica de la
enseñanza de Lacan (decisión nueva, recordémoslo), fue por- ciencia moderna, aún cuando fuese su contemporánea'.
que la doctrina del materna estaba completa ya entonces. La Esto es conferirle, verdaderamente, grandeza. La filosofía
activación de la vía universitaria no solamente es contemporá- contemporánea de la ciencia moderna testimonia ante ella dis-
nea del segundo clasicismo; lo requiere como su condición positivos que le son ajenos; a ello se debe su alianza esencial
necesaria (lo que no quiere decir que sea en sí misma su con- con la matemática, siempre y cuando esta última no sea defi-
secuencia necesaria; sobre este punto los hábiles disputan). nida en términos Jenguajeros. Aun cuando no niegue el corte
Ahora bien, la reorganización del departamento se resume mayor, la filosofía lo mantiene abierto y problemático: convo-
bajo el acápite de la antifilosofía. Sólo el materna, por ende, ca a pensarlo. Algunos dirían que está en posición de punto de
puede legitimar esta palabra. Más aún, la antifilosofía es sola- referencia absoluto.
mente otro nombre del materna. Pero el psicoanálisis, en lo que a él respecta, es intrínseca-
La tesis es, por lo tanto: mente sincrónico con la ciencia moderna; es, pues, de otro
'hay exclusión mutua entre la filosofía y el materna del tiempo -lógico o cronológico- que la filosofía. Falta aún que
psicoanálisis'. pueda decir su propia sincronía. Después de Freud, sólo dis-
ponía para este fin del lenguaje adulterado de la ciencia ideal.
El argumento es, a decir verdad, fácil de construir. Basta Esto hace que, en el dispositivo del primer clasicismo, el psi-
con tomar al pie de la letra lo que tantos filósofos (no todos) coanálisis use a la filosofía. Se trata de insertar un lugar entre
dicen de ellos mismos: que dependen, sin corte mayor, de la él y la ciencia ideal tal como la imaginaban Freud y los pe-
filosofía griega. Ahora bien, la filosofía griega está anudada queños freudianos. El axioma del sujeto y su homonimia lo
radicalmente al mundo de la episteme. En ciertos aspectos, testimonian al más alto grado.
funda ese mundo. La episteme, en su estructura de theoria di- Freud había confiado en la cultura humanística: literatura,
ferenciada de la praxis, sólo está enteramente autorizada por historia, arqueología. Este recurso fue insuficiente; se podía
156 LA OBRA CLARA EL SEGUNDO CLASICISMO LACANIANO 157

prever que bastaría aún menos luego del derrumbe institucio- [do) el alunizaje donde se testimonia para el pensamiento la
nal, militar, político y moral de las comarcas donde el huma- irrupción de un real. Esto sin que la matemática tenga otro
nismo clásico había sobrevivido largo tiempo -la Alemania de aparato sino el lenguajero» (Télévision, pág. 59).
Melanctón, la Austria de los jesuitas, la Francia de la Sorbona A estas causas externas, que tienen valor de síntoma, se
dreyfusiana-. Mientras, la ciencia ideal había ganado poder: agrega una causa interna: la emergencia de la teoría del mate-
estaba, desde el '45, en el campo de los vencedores. La victo- rna, consolidada por la puesta a la vista del nudo. En la época
ria de la democracia liberal de los ingenieros y comerciantes del segundo clasicismo, el nombre de antifilosofía concierne
era también la victoria de la más obtusa de las ciencias 18 . específicamente a la transmisión. En la época del primer cla-
El retorno a Freud suponía, pues, el rodeo por regiones que sicismo no tiene que ser proferido porque el problema de la
Freud mismo se había prohibido. Contra el cientificismo des- transmisibilidad integral del psicoanálisis no ha sido aún
viado de la Internacional, las armas de la filosofía eran, en ese abordado de frente. Es verdad que en ese período Lacan sos-
entonces, más fuertes que las armas de la cultura. Para hacer tiene como estandarte la relación del psicoanálisis con la cien-
oír su pertenencia íntima al mundo de la ciencia, Lacan tenía cia moderna; es verdad que usa incesantemente objetos mate-
que disolver primero la pertenencia falsa y estrictamente imi- máticos, pero no dice que la única transmisión posible se
tativa que el psicoanálisis de lengua inglesa, lejos de las tie- opera por la letra matemática. Porque, de hecho, todavía no
rras natales, había terminado construyendo. Para este fin sólo hizo enteramente autónoma la doctrina de la letra, y porque
la filosofía podía servir, porque sólo ella se presentaba, en el no define a la matemática por la letra. Una vez pronunciadas
orden de la sistematicidad y la demostración, como Otra que las tesis determinantes, referentes a la letra, la matemática y
la ciencia. la transmisión, la inversión puede producirse .
El uso repetido que Lacan hace de la filosofía durante este Por lo demás, basta citar: «Por ser el lenguaje más propi-
tiempo no contradice para nada su relación de mutua exclu- cio para el discurso científico, la matemática es la ciencia sin
sión con el psicoanálisis. Muy por el contrario, supone dicha conciencia que convierte en promesa nuestro buen Rabelais,
exclusión. Sólo ésta permite que la filosofía sea empleada pa- aquella ante la que un filósofo sólo puede quedar obtuso (El
ra sublevar a las masas imponentes de la ciencia ideal y de Atolondradicho, Ese., 1, págs. 21-22; las itálicas son mías);
sus imitaciones institucionales. El uso de la filosofía es el re- «El advenimiento de lo real, el alunizaje se produjo [ ... ) sin
verso exacto de la antifilosofía. Lo que también significa que que el filósofo que hay en cada uno de nosotros se conmovie-
la segunda es el anverso de la primera. se por ello a través del diario . .. » (Télévision, pág. 59, las itá-
Lo cierto es que, con la creación de un nombre, se produjo licas son mías); «Yo me sublevo, por decirlo así, contra la filo-
una inversión. Se pasó del anverso al reverso, de cara a cruz. sofía. De lo que no caben dudas, es de que es cosa terminada.
Lacan, sin duda, juzgó ganada su primera batalla contra la Aunque me temo que le va a rebrotar algún retoño» ) («El se-
ciencia ideal. La ciencia ideal de los WASP, al menos. Gracias ñor A», Ese ., Nueva Serie, 1, 1989, pág. 26); las itálicas son
quizás a 1968, que supuestamente habría establecido un punto de Lacan) 19 .
de detención a su expansión indolora. Gracias quizá también No cabe asombrarse, pues, si luego de haber frecuentado
al LEM alunizante que, en tanto irrupción de lo real lograda incesantemente los textos filosóficos, luego de haberse forma-
por la ciencia, la libera de sus lastres imaginarios para convo- do en el concepto por la lectura de Hegel, luego de haber tra-
carla a su sola matematización («el discurso científico logra- ducido a Heidegger, comentado a Platón y Descartes, citado a
158 LA OBRA CLARA EL SEGUNDO CLASICISMO LACANIANO 159

Aristóteles y santo Tomás de Aquino, Lacan invente una pala- los objetos de los que la política -como práctica y como pen-
bra que los filósofos en su conjunto, debe decirse, considera- samiento- se ocupa. La cuestión no es si está o no lograda. Lo
ron una injuria. que cabe señalar es la naturaleza del comentario. Es evidente
que no corrige en nada la radical indiferencia, la única autori-
Al respecto, están en juego tanto la filosofía como la polí- zada por Freud, dado que los comentarios políticos más opues-
tica. Su copertenencia deviene un teorema: «La metafísica tos pueden aparecer como los valores distintos de una misma
nunca fue nada y sólo podría prolongarse ocupándose de tapar variable.
el agujero de la política. Es su mecanismo», escribe Lacan en Hay asimismo una radical indiferencia filosófica del psi-
1973, dirigiéndose principalmente a Heidegger («lntroduction coanálisis.
a l'édition allemande des Écrits», Se., 5, pág. 13). Pues tam- Tal es de hecho el mecanismo de las sobreabundantes refe-
bién la política se revela radicalmente desincronizada del uni- rencias al corpus philosophorum. Hay que ser profundamente
verso moderno. indiferente en filosofía para usar con tanta libertad tantos con-
¿Acaso es un azar si, al hablar de Estado, de democracia, ceptos técnicos, alusiones explícitas o no; o lo que es igual,
de dominación, de libertad, aquélla hable griego y latín (aun- hay que considerar que la filosofía forma una constelación de
que hable poco; lo más frecuente es que masculle)? Esta fun- textos fulgurantes, mas no un pensamiento. Reaparece la anti-
damental discronía llama al psicoanálisis a una indiferencia filosofía, bajo la forma de la cultura filosófica más amplia.
de principio. Porque ninguno de los dos pertenecen ni al mis-
mo mundo ni al mismo universo. Así como la indiferencia política no impide hablar ocasio-
Así como la ciencia y la política nada tienen que ver entre nalmente de política (la indiferencia en política no es la indi-
sí -salvo cometer crímenes- porque no pertenecen ni al mismo ferencia a la política), la antifilosofía no debe impedir hablar
mundo ni al mismo universo, el psicoanálisis nada tiene que de aquello de lo que habla la filosofía: la indiferencia en filo-
ver con la política -salvo decir tonterías-. Tal era, se recorda- sofía no es indiferencia a la filosofía. A decir verdad, hay que
rá, la posición de Freud: «agnosticismo político», «indiferen- ir más lejos: el psicoanálisis no sólo tiene el derecho sino el
cia» (La ciencia y la verdad, pág. 837) 2º. Antipolítica, podría deber de hablar de lo que habla la filosofía, porque tiene exac-
decirse, paralela a la antifilosofía. tamente los mismos objetos. En Télévision, Lacan acepta res-
La indiferencia, tomada en este sentido, no conduce nece- ponder a la pregunta que se le hace bajo el triple acápite de
sariamente a callarse en cuanto a los objetos de los que habla «saber, esperar, hacer»; no objeta que esa pregunta, legada por
la política. Lacan no permaneció sistemáticamente mudo al Kant, carezca de pertinencia. Se podría reconocer aquí, cierta-
respecto. Admitamos dejar de lado comentarios muy genera- mente, un simple encuentro de cultura. Sin embargo, la rela- '
les sobre el curso del mundo; se encuentran dispersos en in- ción es más intrínseca.
tervenciones protrépticas que Lacan a menudo no desdeñó re- El punto de intervención del psicoanálisis se deja, en efec-
tomar y en su mayoría se limitan al establecimiento de to, resumir así: el paso del instante anterior, en el que el ser
relaciones masivas: luminosamente inteligentes en relación hablante podría ser infinitamente otro de lo que es -en su
con la opinión, pero de corto alcance en lo tocante al saber. cuerpo y en su pensamiento- al instante ulterior en el que el
Hay también otra cosa, entiéndase la teoría de los cuatro dis- ser hablante, debido al hecho de su contingencia misma, se
cursos. Constituye una intervención en el campo empírico de transformó en algo muy parecido a una necesidad eterna.
160 LA OBRA CLARA EL SEGUNDO CLASICISMO LACANIANO 161
Pues, finalmente, el psicoanálisis sólo habla de una cosa: la
conversión de cada singularidad subjetiva en una ley tan ne-
cesaria como las leyes de la naturaleza, tan contingente como NOTAS
ellas e igualmente absoluta.
Ahora bien, es verdad que la filosofía no cesó de tratar ese 1. Lévi-Strauss había percibido esta discronía, sin situarla empero
instante. En un sentido, se podría sostener que propiamente lo exactamente. Cf. El pensamiento salvaje, Fondo de Cultura Económica,
inventó. Pero, para describirlo, tomó generalmente las vías México, 1975, cap. 9, págs. 355-390. Se pueden encontrar allí dos se-
ries de afirmaciones: (1) hay cortes mayores; al menos uno en todo ca-
del fuera-de-universo. Ahora bien, el psicoanálisis no es nada
so: el corte entre el pensamiento salvaje y el pensamiento de la ciencia
si no mantiene, como pivote de su doctrina, que no hay fuera moderna (págs. 356-357); (2) ese corte no es de naturaleza histórica; la
de universo. Allí y sólo allí reside lo que tiene de estructural y historia es incapaz de captarlo; es además, por principio, incapaz de
de no cronológica su relación con la ciencia moderna. captar ningún corte mayor (pág. 344). En 1965, Lacan mismo observa
Al mismo tiempo, se comprende que la filosofía y el psi- hasta qué punto la doctrina de Lévi-Strauss no es compatible con Koy-
coanálisis hablen exactamente de lo mismo, en términos tanto ré; pero, no obstante, no la rechaza; lo que confirma que el historicis-
más idénticos cuanto.que apuntan a un efecto opuesto. De es- mo, aunque proclamado, ya no es esencial, pero también que el disposi-
ta manera, la palabra «antifilosofía» se deja interpretar más tivo de conjunto no es homogéneo; cf. La ciencia y la verdad, pág. 840.
completamente; está construida como el nombre de Anticristo 2. Se comprende que el verdadero profesor, para siempre sustitui-
ble, es lo contrario del verdadero maestro, para siempre insustituible.
-tal como lo presentaba san Juan, antes de Nietzsche-. «Sa-
Que en el lenguaje corriente se hable tan a menudo de «maestros» (se
lieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros; pues si conoce la muy honorable y muy honrada «formación de maestros»)
hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido entre no- para designar lo que en el mundo hay de más sustituible, no es más
sotros» (1 Jn. , 2, 19). Así podrían hablar los filósofos de los que un ejemplo del sentido opuesto de las palabras primitivas.
Jacanianos; con más pertinencia, podrían recordar que el Anti- ) 3. Los términos son SI , S2, $,a (cf. infra, n. 6); los lugares son: el
cristo, en tanto tal, debe hablar exactamente como Cristo. Su agente, la verdad, el otro, la producción. Un ejercicio para el lector:
discurso requiere el discurso con el que nada tiene que ver, se con ayuda de la teoría de los cuatro discursos , resolver el equívoco que
le parece absolutamente, habla de las mismas cosas, usando permite la homonimia entre maestro-amo* político y maestro de sabi-
los mismos términos, y esto porque no tiene ninguna relación duría. Un indicio: la cuestión de la pedagogía está involucrada en este
con él. equívoco.
Se observará la sucesión cronológica. La teoría de los cuatro dis-
La única diferencia con san Juan es que, al no creer los mo- cursos es presentada en 1970.en El reverso del psicoanálisis (S., XVII);
dernos en la finitud, no creen en el Juicio Final. Si el Anticris- precede por poco a la doctrina del materna (1972) y, en cierta medida,
to y el Cristo buscan la desaparición uno del otro, es porque la vuelve posible.
los tiempos están cercanos: «hay ahora muchos Anticristos; 4. Se adivina que Ja teoría del materna cruza de manera dramática la
por eso sabemos que es la hora final », escribe el Apóstol (1 cuestión de la posición del analista. ¿Se dirá, en efecto, que éste no in-
Jn., 2, 18). Para la antifilosofía y la filosofía, en cambio, los terviene en tanto sujeto? Pero, si interviene en tanto sujeto, ¿puede ne-
tiempos están infinitamente abiertos. En esa infinitud, su mu- garse que sea ·insustituible? Pero, si es insustituible, ¿no es estructural-
tua exclusión se convirtió en un envolvimiento recíproco; cada
punto de uno tendrá su correlato invertido en el otro; cada uno * En francés, la palabra maítre tiene doble significación: «amo» y
será alternativamente el dios muerto y el sudario de púrpura. «maestro» (n. del t.).
162 LA OBRA CLARA EL SEGUNDO CLASICISMO LACANIANO 163

mente heteromorfo del dispositivo de la ciencia moderna? Más precisa- ria tenían como estenograma el nombre 'sordo' (u 'oclusivo', 'nasal',
mente todavía, ¿no es acaso homomorfo de los Maestros de sabiduría etc.) y otras propiedades, igualmente combinatorias, tenían como este-
(esto es lo que hay de profundo en la imagen de un Lacan-Gurdjieff)? nograma el nombre 'no-sordo' ('no-oclusivo ' , 'no-nasal', etc.). Estos
Pero, si el analista es un Maestro, no hay, pues, materna del psicoanáli- nombres fonológicos son homónimos de los nombres fonéticos, que
sis, el psicoanálisis es exterior al universo moderno y Freud no existe. describen propiedades fónicas sustanciales que los fonetistas experi-
Una parte esencial del programa lacaniano consiste en la resolución de mentales observan. Los fonólogos, al usar estos nombres homónimos,
la antinomia. afirmaban tres cosas: (i) que la fonología no es la fonética; que el nom-
5. En otros términos, las operaciones chomskyanas de transforma- bre 'sordo' en fonología resume propiedades estructurales y no dice na-
ción conciernen a la letra y no al significante. Recíprocamente, la teo- da en sí mismo de las propiedades fónicas; que el ser fonológico llama-
ría de los cuatro discursos, que es literal, se apoya de hecho en una téc- do 'sordo' no es, pues, necesariamente 'sordo' desde el punto de vista
nica de transformaciones. Esto va unido al hecho de que en ella los de su sustancia fonética; pero (ii) ocurre que el nombre fonológico
términos estén cualificados y no sean cualesquiera. Que cada transfor- 'sordo ' y el nombre fonético ' sordo' coincidan, y (iii) que este caso su-
mación literal esté registrada, en una representación histórica, como cede con más frecuencia que el contrario.
una catástrofe (lo que Lacan llama un desplazamiento), es algo perti- De igual modo, la posición llamada Hombre (o Mujer) es estructu-
nente a la representación histórica. ral y no dice nada acerca de los caracteres somáticos masculinos (o fe-
6. El cuaternario es introducido por el seminario XVII. En el semi- meninos) del sujeto que la ocupa. Pero ocurre que las propiedades de
nario XX es reducido a una forma aún más mínima, donde sólo intervie- la posición llama~fombre (o Mujer) y las propiedades somáticas
nen Sl y S2 (cf. S. , XX, págs. 172-1 73 y supra, cap. II, n. 26). Se puede masculinas (o femeninas) del sujeto coincidan. La hipótesis (refutable)
considerar que estos escritos son los maternas del significante. Para ser es que este caso sucede con más frecuencia que el contrario.
absolutamente exactos , esos maternas son del orden de la letra; captan, 8. De esta manera, las escrituras sexuales predicen y explican que,
pues, al significante en letras. La captura se deja precisar: el significante en e l pueblo, la mujer sea llamada la doña (El Atolondradicho, pág.
como tal es no cualificado, pero en los maternas del significante, S l y 40). Es posible y legítimo continuar ejercicios de este estilo: observar
S2 están cualificados: SI como Maestro-Amo y S2 como saber. Si hay por ejemplo que el inglés queen (nombre indoeuropeo de la mujer,
cualidades, se está en el registro de la letra, no del significante. Para la análogo al griego gyne) designa a la vez Ja reina y la prostituta (hoy en
cualificación de S2 como saber, cf., supra, págs. 120-121, n. 20. día más especialmente al prostituto masculino afeminado), que Jean
7. Cf. El Atolondradicho, págs. 28 y 36, y pássim. Algunas explica- Genet da el nombre de Divina a una tante*, que Divina diga de sí mis-
ciones suplementarias: la sexualidad, en su esencia, no es más que el ma «Yo soy la Toda Toda», que la guillotina sea la Viuda, y la mastur-
principio radical de un gesto consistente, para el ser hablante, en con- bación, la Viuda Puño; todo lo cual, aunque impalpable no por ello
tarse en las filas o fuera de las filas de un todo, sobre la base de una menos empírico, es calculable por el materna. Procedimientos compa-
propiedad <I> cualquiera; las escrituras sexuales son, pues, un ejercicio rables obran para los cuatro discursos; ver el seminario XVII. Este ca-
de lógica colectiva, cf. supra, cap II, pág. 71. La primera línea, la del rácter matricial desciende directamente de Freud («Yo, un hombre,
Todo, que se confirma por la constructibilidad de Jo que la limita, tiene amo a un hombre», «se pega a un niño», etc.) Pero Freud dispone, a tí-
como estenograma el nombre Hombre: el artículo definido, que en tulo de cálculo, tan sólo de la gramática; la cual, respecto del materna,
francés es también artículo totalizante, es lícito en este caso: el Hom- se descubre como siendo tan sólo una alusión a su verdadero principio:
bre existe. La segunda línea, la del no-Todo, es decir de la ilicitud del el cálculo literal. Es retomar a Freud, por ende, más decididamente to-
Todo cuando nada Je pone límite, tiene como estenograma el nombre davía que en tiempos del primer clasicismo, el matematizar más abier-
Mujer; el artículo definido no es lícito en este caso: la Mujer no existe. . tamente de Jo que Freud nunca hizo.
¿Qué relación hay entre estos nombres y lo que cualquiera llama los
hombres y las mujeres? * En francés, «tía», usado popularmente para significar «homose-
En la fonología estructural, ciertas propiedades de pura combinato- xual» (n. del t.).
164 LA OBRA CLARA EL SEGUNDO CLASICISMO LACANIANO 165

9. Su propia doctrina de la intuición es aparentemente antinómica Consecuencia comparable, si la logicidad de la lógica no es defini-
de la de Brouwer. En la medida en que esta última pueda ser compren - da por la letra, cf. supra, cap. 11, n. 17.
dida, es una doctrina de la plenitud del sujeto intuicionante (lo que fi- 14. Ver la segunda lección, titulada «A Jakobson», en la que se ha-
nalmente autoriza todas las derivas, incluyendo las que terminan en ce expresa referencia a El Atolondradicho. Su tema central es el «cam-
Guénon o Evola; Brouwer mismo parece haberse abandonado a las bio de discurso». Ver también, en estilo protréptico, la sesión del 9 de
peores); según Lacan, el instante de la intuición es un instante de va- abril de 1977, titulada «Vers un significant nouveau», Ornicar?, 17-18,
ciamiento* [évidement] del sujeto, lo que se lee en el nombre mismo primavera de 1979, pág. 16.
de evidencia [évidence ]. 15. Lema I: la expresión «sujeto del inconsciente» es impropia; só-
10. Cf. el conjunto de los trabajos de Alain Badiou y, muy especial - lo está legitimada por su comodidad: estenografía la coincidencia real
mente, L' Étre et!' Événement, págs. 275-279. Se observará la diferencia entre sujeto e individuo. Dejo a cuidado de los doctos el establecer si
radical entre Lacan y A. Badiou; el segundo se refiere a una matemática cabe evocar la doctrina cartesiana de la unión del alma y el cuerpo. Le-
provista de procedimientos de deducción y capaz de razonamiento apa- ma 2: dado que el individuo del que se trata es un individuo biológico
gógico. En sus trabajos más recientes, Badiou tiende a acentuar la dife- (cf. E., pág. 854), el inconsciente que lo afecta es también biológico.
rencia y no a reducirla. La hipótesis de Lac~e dice también: el inconsciente como entidad
11. «El hombre habla pues, pero es porque el símbolo lo ha hecho biológica coincide, articulación por articulación, con las cadenas signi-
hombre» (E., pág. 265). Se podría sostener que el concepto de símbolo ficantes.
consiste precisamente en un indistinción entre letra y significante. Tal 16. Me permito remitir a mi libro Les Noms indistincts, Seuil, París,
es, muy exactamente, su estatuto en Saussure (fragmento aparentemen- 1983. Se observará que la teoría del nudo trilítero no es una teoría de
te anterior a los cursos de lingüística general, citado por Starobinski, lo cualquiera. Es incluso todo lo contrario. No es suficiente para su fe-
Les mots sous Les mots, págs. 15-16): a la runa, entidad literal, le son cundidad que se haya aislado la propiedad borromea, aunque sea nece-
conferidas propiedades de significante. En esta indistinción consiste la saria para su definición; es necesario, además, que cada redondel esté
impasse de los anagramas. cualificado: las letras , R , S, o I, estenografían esas cualidades. Si los
12. Para una exposición clásica de la lógica matemática como cál- redondeles son cualificados, no son cualesquiera. El nudo trilítero se
culo de letras, cf. P. Rosen bloom , The ELements of Mathematical Lo- despliega en las antípodas de la estructura cualquiera, que no califica
gic, Dover, Nueva York, 1950, págs.11-III y págs. 152-180. nada. Por esta misma razón, puede fundarla y legitimarla como teoría
13. Recíprocamente, si la matematicidad de la matemática no es defi- regional.
nida por la letra, entonces, por una cascada de consecuencias, el corte 17. Les Noms indistincts se atiene a esta posición.
galileano es borrado. Un ejemplo ilustre entre todos e infinitamente ad- 18. Éste es el núcleo de sentido del artículo «La psychiatrie anglai-
mirable: A. Lautman. Según Lautman, la matematicidad reside en la se et la guerre» (L'Évolution psychiatrique, 1947 , págs. 293-312); se
contemplación de seres matemáticos objetivos (independientes de las le- podría leer en él, a través de los elogios a Inglaterra, la descripción de
tras que por ventura los designan); consecuentemente, la posibilidad de un adversario por venir: el mundo WASP, sometiendo Inglaterra a los
la física matemática impone reescribir eJ Timeo. La ciencia moderna Estados Unidos y reuniendo en cada uno de los dos países, en nombre
puede y debe reglarse por la episteme platónica. Cf., a causa de su clari- de la ciencia ideal, lo más contrario al pensamiento libre. Una versión
dad, el debate entre Cavailles y Lautman, reproducido en Cavai ll es, de ese mundo: la IPA. En 1960, Lacan concluía: «desviaciones noto-
CEuvres completes de philosophie des sciences, Hermann, París, págs. rias en Inglaterra y América» (Subversión del sujeto, E., pág. 774); la
593-630 y, principalmente, págs. 605-609. mención de Inglaterra prohíbe reconocer aquí una variante de la denun-
cia del american way of life.
19. Este texto, leído en el seminario del 15 de marzo de 1980, es
* Lacan juega con la presencia en los términos en francés de vide: una respuesta a L. Althusser, designado bajo el nombre de «Sr. A., filó-
«vacío» (n. del t.). sofo». En contraste, Lacan señala el título de una obra de Tristán Tzara:
166 LA OBRA CLARA
Monsieur Aa, /' antiphilosophe. Se observará la proposición «la filoso-
fía es cosa terminada y finita»; no es ilegítimo interpretarla: «la filo- CAPÍTULO V
sofía no tiene lugar en el universo infinito». Le agradezco a F. Regnault
el haber llamado mi atención a esta referencia.
20. Lacan remite aquí al Ensayo sobre la indiferencia, de Lamen- La desconstrucción
nais. La referencia se encuentra en el S., XI, pág. 272. Se observará que
la indiferencia freudiana en política tiene límites que no es forzoso
aprobar; ella no prohíbe un marcado favoritismo por el sistema político
inglés. Por ser casi la regla en los letrados europeos desde el siglo
XVIII, este prejuicio no deja de expresar cierta necedad y contiene en
germen algunos desarrollos posteriores. Cf. supra, n. 18. ....____

El materna, sin embargo, conocerá su propia terminación.


El hilo de los acontecimientos testimonia el episodio. La doc-
trina del materna estaba ligada a un correlato institucional: la
Escuela freudiana; esa escuela era llamada escuela y freu-
diana porque estaba fundada en la triple hipótesis de que algo
se transmite integralmente a partir de Freud, de que el sitio de
una transmisión integral es una escuela y de que el medio
de una transmisión integral es el materna en un tal sitio; actua-
ba hacia el exterior a través de una revista titulada Scilicet («tú
puedes saber qué piensa la Escuela freudiana», éste era el epí-
grafe; a completar, dijimos, «gracias al materna»); esa revista
tenía como modelo a Bourbaki, porque la matemática es el
modelo de la transmisión literal y porque Bourbaki es el mo-
delo de la matemática literal. Ahora bien, la escuela fue disuel-
ta, por un instante. Aunque una escuela surgió en el instante
inmediatamente ulterior, no se puede hacer como si el instante
de disolución no hubiese sucedido. La revista Scilicet desapa-
reció. Por su nombre y su forma (artículos firmados), las revis-
tas que le sucedieron manifiestan que se ordenan según otras
reglas, más clásicas. Paralelamente, el bourbakismo es ya una
figurá clasurada en matemática, y hasta un punto que Lacan no
podía ignorar.
Es impensable que los accidentes históricos sean suficientes
para explicar la correlación de tantas discontinuidades. Más
168 LA OBRA CLARA LA DESCONSTRUCCIÓN 169

aún, en la medida en que el querer institucional en Lacan es La Escuela freudiana encontraba su soporte doctrinal en la
siempre el síntoma de un acontecimiento doctrinal. Muy aleja- doctrina del materna, que explicaba en qué sentido estaba per-
do de cierta herencia francesa que lleva a los pensadores a sa- mitido saber y en qué sentido, por ende, una escuela era sufi-
tisfacerse, poco o más o menos, con lo que existe, antes que a ciente (o necesaria) como medio de ejercicio de ese permiso.
transformar un dispositivo cualquiera, estaba cercano en este Que la escuela haya sido disuelta por un instante significa,
punto a Mallarmé. Este último creía que le estaba permitido a pues, una única cosa: el materna también fue disuelto. Y, así
un sujeto crear instituciones; creyó en ello mientras creyó en el como la escuela recompuesta tras la disolución no es la mis-
Libro. Es cierto que tuvo escasa posteridad. Se sabe bien que ma que la precedente, de igual manera el materna reafirmado
el Libro no se inscribió en la Sociedad; Mallarmé mismo quizá no es el mismo.
terminó dudándolo; Valéry, en todo caso, el más devoto de los
discípulos, se apresuró a profesar que, en materia de institucio- Los textos no desmienten la conclusión a la que conduce la
nes, no hay, para los poetas, alternativa alguna al conformismo. secuencia de los acontecimientos. Está claro que el uso de
El Seminario, por sí mismo, no era conformista. Era una la matemática cambia con el seminario XX. Para decirlo bre-
creación institucional, no menos robusta que la Escuela freu- vemente, la referencia matemática se encuentra en lo sucesivo
diana, más audaz quizás. A cada paso se vuelve a encontrar absorbida por la teoría del nudo borromeo. No sin razón. El
aquí a Mallarmé (se sabe que los carteles de la Escuela debían nudo permite palpar propiamente lo tocante a la letra y singu-
algo a las aritméticas del Libro). Cito a Mallarmé, pero tam- larmente a la letra matemática. Esclarecer las leyes del borro-
bién hay que citar, evidentemente, a Freud: que un hombre que meísmo es, por lo tanto, esclarecer los fundamentos del mate-
invocaba el ideal de la ciencia hubiese creído posible crear, rna en cuanto tal; es poner al descubierto el principio de su
fuera de las academias, fuera de los poderes públicos, fuera de eficacia. Es justo que todo el esfuerzo recaiga sobre el punto
las Iglesias, fuera de las corporaciones profesionales, algo del estimado como determinante; si hablar tan sólo del nudo es
orden de una profesión nueva y algo como la Internacional de hablar de lo único necesario, cabe pues atenerse a ello .
psicoanálisis, es, cuando se lo piensa, propiamente exorbitan- Desde el inicio, sin embargo, algo debía impactar: aunque
te; lo primero que aprende un científico moderno es que, en existe un abordaje matematizante de los nudos, no es esto lo
materia de oficios e instituciones científicas, la creación es di- que Lacan retiene. Más precisamente aún, todo sucede como
fícil y raramente exitosa. Resiste raramente a la muerte bioló- si Lacan no se interesase en el nudo más que por lo que tiene
gica o legal de sus fundadores. ~ de refractario a una matematización integral: «no existe nin-
La voluntad institucional de Lacan, como la de Mallarmé y guna teoría de los nudos . Hasta hoy día, no se aplica ninguna
la de Freud, es una excepción. Sin embargo, sólo se legitima, formalización matemática a los nudos ... » (S., XX, pág. 156).
a sus propios ojos, vinculada a una aseveración doctrinal. El nudo se revela, entonces, como algo muy diferente de
Ciertamente, le está permitido a un sujeto crear instituciones los diversos objetos topológicos - banda de Mobius, cross-
en el orden del saber; pero con una condición: que este sujeto cap- utilizados precedentemente. La teoría matemática de es-
pueda, sin escándalo ni irrisión, ser supuesto a algún saber. tos últimos está hecha; aun cuando no sea retomada directa-
Conviene, por lo tanto, otorgar la mayor importancia a las tur- mente por Lacan, su posibilidad general permite no abandonar
bulencias institucionales. No dependen de la crónica cortesa- el horizonte de la matemática como teoría general de todo
na, sino del saber lacaniano mismo. materna posible («[mi exposición topológica] podía hacerse
170 LA OBRA CLARA LA DESCONSTRUCCIÓN 171

con una pura álgebra literal. .. », El Atolondradicho, pág. 43). anhelos lacanianos: dispersa, no deductiva, local. Ahora bien,
Para el nudo, las trenzas, etc., la situación es muy diferente. el nudo señala el retomo de los dramas; se podría volver a en-
Sin duda vienen de la matemática, pero más bien a título de contrar, modificándolos apenas, algunos logia antiguos; no
curiosidades; el nudo se agota en su mostración incansable- había Otro del Otro, ni metalenguaje; no hay materna del ma-
mente variada («algunos artilugios» , S., XX, pág . 156) y no terna, ni letra de la letra; sólo existe el nudo, que permanece,
requiere, para legitimar su eficacia, estar integralmente escri- por más que se avance en su literalización, rebelde a una lite-
to. Esto no prohíbe, ciertamente, que los matemáticos se dedi- ralización integral.
quen a matematizar el nudo. Algunos lo intentaron con brillo, No es que en la época de Aun se suponga que dicha rebeldía
bajo la mirada atenta de Lacan. Quizás, en el momento en que es irreductible para siempre; nada impide pensar que la mate-
escribo, se confirme que ellos u otros han tenido un éxito mática integrará un día la propiedad borromea. Pero, a medida
completo. No obstante, el nudo no había esperado su esfuerzo que el trabajo matemático avanza, siguiendo el hilo de los se-
para funcionar en el discurso. minarios posteriores, se discierne no sólo que el éxito se esca-
Hay precedentes, ciertamente. Recuérdese la paradoja que bulle sino que, en el instante en que se lo alcanzaría, la propie-
instituye el doctrinal de ciencia; fue necesario, después de dad habría perdido lo que le otorgaba su valor. No sólo el nudo
Galileo y Descartes, admitir a la vez tres cosas: que el univer- no está matematizado, sino que sólo funciona por no estarlo.
so es integralmente pasible de una ciencia matematizada, que
es infinito y que el infinito no es, al menos cuando la ciencia Si al menos la matemática en cuanto tal hubiese seguido
galileana se construye, un objeto matemáticamente claro 1 . No siendo lo que parecía ser. Pero esto tampoco es verdad. En
obstante, con bastante rapidez, el infinito dio lugar a un cálcu- Bourbaki, reinterpretado de manera adecuada, la doctrina de la
lo y a escrituras matemáticas, por opaca que fuese su signifi- letra, en tanto diferente de la doctrina del significante, encon-
cación, hasta Bolzano al menos . De tal suerte que se podría traba sus fundamentos. Ahora bien, el rumor se volvía ya insis-
reconocer en su emergencia la victoria de lo literal en cuanto tente; pronto se hará tan intenso que habrá que prestarle aten-
tal, mucho más que su derrota. ción: ¿y si Bourbaki hubiese muerto 3 ?
Con el nudo es otra cosa; es antinómico de la letra y, por Esto querría decir que la matemática tiene un porvenir en
ello, antinómico del matema 2 . Pues una falla mayor se abrió: el que quizá la literalidad se volverá subalterna. A través de
el nudo puede sostener letras (por ejemplo, R, S, 1), su borro- Bourbaki, el hiperbourbakismo también se vería afectado. La-
meísmo muestra qué es lo literal, pero él mismo no estaba can quizá concibió la sospecha al finalizar el seminario XX.
completamente literalizado: «a los nud6s no se aplica, hasta el Supongamos que así sea; el nudo, en tanto soporte de la letra
día de hoy, ninguna formalización matemática ...». En conse- matemática, no sostendría ya nada esencial porque, por hipó-
cuencia, le toca a un objeto no literal la tarea de dar a ver lo tesis, la letra ya no es esencial para la matemática. Quedaría
concerniente a lo literal en su esencia. La letra no encuentra reducido a su propia ausencia de literalidad. Nada sería ya en
en sí misma con qué literalizarse suficientemente. el campo de la letra, sino una figura de duelo: el duelo de la
Se piensa, ciertamente, en los diversos temas de la incom- letra matemática y de su potencia. No es que el nudo no diga
pletud radical, recurrentes en Lacan; sin ser abandonados, ha- nada de la letra, ni que no haya letra, ni que no haya matemá-
bían perdido aparentemente su intensidad dramática, al menos tica, pero el nudo sólo dice algo de la letra por exceptuarse de
mientras se atuvo a una matematización coherente con los ella; con el nudo, la letra se encuentra en la dimensión de su
172 LA OBRA CLARA LA DESCONSTRUCCIÓN 173

propio desfallecimiento; la matemática, si conserva alguna que el nudo se escabulla, proponer un soporte más sólido a la
fuerza, no es la de lo literal. Leyendo los seminarios que si- literalidad? Pero también el poema inquieta, pues prolifera. Si
guen a Aun, uno no puede negar la convicción de que todo se es lo que el lingüista dice («alternancia después de sucesión,
despliega justamente de esta manera. encuadramiento después de alternancia»), surge con cada des-
tello que provocaría, en el cristal de lengua, el juego -aleato-
Así como el bastón nudoso se convierte en serpiente bajo rio o no- de alguna faceta apareada con alguna otra. Los ca-
la mirada del faraón, el nudo, de sostén para la imaginación, lambures homonímicos con que se teje la exposición a partir
se vuelve entonces animal destructor. Destructor de la letra. de los años '70, no son agudezas; están disyuntos de todo
Lacan no renuncia a ella, pero si letra debe haber, en lo suce- Witz; constituyen, uno por uno, forcluido de todo sujeto, una
sivo ha de buscársela en otra parte. A la matemática, a las cu- célula literal, un átomo de cálculo poemático 4 . Pensables ini-
riosidades que ofrece, le suceden lugares nuevos; los pasos se cialmente como integralmente homomorfos con la letra mate-
dirigen a J oyce, hacia el poema, hacia las Letras, en suma. mática (de esta manera en El Atolondradicho, en el instante
Este movimiento se esboza, sin duda, desde Aun. Pero en ese en que el materna es introducido, el juego de homofonía ya
texto jubiloso, el materna está en su acmé y. el poema sólo está ahí, presente desde el título), son como maternas dados
aparece para confirmarlo. Saussure y Jakobson, abandonados por lalengua misma, que responden a los maternas construidos
en tanto garantes del primer clasicismo, retoman en una posi- por un discurso. Análogos estrictos de la Osa Mayor, que ins-
ción nueva, la de sujetos lingüistas (ése es el alcance, se re- cribe en el cielo estrellado, por un golpe de azar, el Siete,
cordará, de la lingüistería), capaces en tanto sujetos y en tanto exactamente el mismo número cuyo cálculo se puede hacer,
lingüistas de asegurar una transitividad entre letras matemáti- brillan, en la galaxia de !alengua, como constelaciones: a la
cas y poemáticas. Así, puede leerse en Aun, a propósito de vez contingentes y arquitectónicos.
Parménides, una equivalencia, en el registro de la letra, entre Pero sucede que la matemática ya no es indudablemente li-
los dos dispositivos del materna y del poema: «Afortunada- teral. La analogía se corrompe. Entonces, los homófonos de-
mente, Parménides en realidad escribió poemas. ¿Acaso no vienen la única marca de la literalidad que permanece, no ya
emplea -en esto priva el testimonio del lingüista- aparatos de simétricos, sino haciendo las veces de un materna extenuado.
lenguaje que se parecen mucho a la articulación matemática, Su multiplicación contrabalancea la mostración silenciosa de
alternancia después de sucesión, encuadramiento después de los nudos. Pero, a cambio, la confirma y la repite.
alternancia?» (S., XX, págs. 31-32). Se observará el adverbio: Pues cada uno de esos juegos devora al otro. Hasta el pun-
una buena fortuna hará que la letra venida de las Letras y la to en que cada uno se devora a sí mismo. El poema, polimeri-
letra venida de los Números se respondan armoniosamente. zado al infinito ilimitado de lalengua, explota fijamente sobre
Soberano de las simetrías, venido a hablar personalmente al el abismo. De un lado, los nudos taciturnos; del otro, a la vez
Seminario, Jakobson testimonia una vez más. Como había disyunto de él mismo y omnipresente, el poema, testimoniado
testimoniado antaño, pero por razones nuevas: «se cambia de y abolido por su propia proliferación. Cada uno de los juegos
discurso» repite Lacan en su presencia, «un nuevo amor» de homofonía, en los títulos de los seminarios, en los desarro-
agrega, citando a Rimbaud (ibíd., pág. 25). llos escritos, en el retomo incesante a Joyce, es como una
Después de Aun, sin embargo, la simetría se rompe. El poe- cápsula que encierra la posibilidad de una letra surgida de la
ma consuela, ciertamente; ¿no podría, algún día, suponiendo sola lengua, muy distinta de lo que la matemática, desde aho-
174 LA OBRA CLARA LA DESCONSTRUCCIÓN 175

ra desfalleciente, proponía, pero sin embargo encargada de a él (tal es el título del seminario: Aun). Por su forma: la dis-
funciones exactamente idénticas. Salvo que la opacidad ame- yunci:ón de lo esotérico y lo exotérico se descubre allí provi-
naza incesantemente con triunfar. El olvido puede siempre es- soria; la forma de obra se une a la eficacia protréptica. Por su
tremecer a las constelaciones. inversi6n, finalmente, digna de las tragedias: en su perfección
Simultáneamente, la mano se cierra, falange tras falange, misma, contiene en germen el factor letal por el que El Semi-
sobre la materialidad de los hilos. Como otrora, se cerraba nario en cuanto tal será deshecho, desde el primero hasta el
cierta mano sobre las verdades. último libro.
Hasta que el último acto de una enseñanza incansablemente
continuada durante tantos años, la última palabra de tantos Evidentemente, la conclusión es fuerte. No se la puede
conceptos cautivantes, de análisis fulgurantes, de escrituras afirmar sin prudencia. Con todo, los testigos de los últimos
audaces, de invenciones perpetuas, se transforma en un mane- seminarios debieran ser quienes están más cerca de dar ese
jo mudo, indistinguible, a ojos del vulgo, de la manía solitaria. paso. Pensar en el Lacan de esa época es, invenciblemente,
Se distinguiría de ella, ciertamente, si a través de él pudie- pensar en el Wittgenstein del final del Tractatus: hay que ca-
ra asegurarse la integral transmisión de lo literal. Pero enton- llarse sobre lo que no se deja decir; hay que mostrar aquello
ces la ratonera se cerraría. Si tuviese éxito, el nudo probaría, que sólo se puede callar. Ahora bien, Lacan se calla y Lacan
por su real, que hay al menos un caso en que una transmisión muestra5 .
integral no pasa por el materna -porque, no siendo una letra, Lo que se muestra en silencio es aquello sin lo cual la
el nudo no es un materna-. Si fracasase, en cambio, nada de transmisión del psicoanálisis no podría realizarse integralmen-
lo que hace que la letra transmita se transmitiría. Quedaría so- te. ¿Cómo escapar al razonamiento inductivo? Si el materna es
lamente el cristal de la lengua, materializado en el poema Pro- abolido, entonces ya no se puede decir, no queda sino mostrar;
teo, indefinidamente multiplicado en calambures; pero enton- ahora bien, después del seminario XX, Lacan, progresivamen-
ces, ¿será integral la transmisión? ¿Habrá comenzado alguna te, no hace más que mostrar; quiere decir que el materna ha si-
vez acaso? do abolido. Al mismo tiempo, fue abolido el galileanismo en
Al final del recorrido, el nudo devino desvío de la letra, psicoanálisis: «El truco analítico no será matemático. Por eso
salvo que, por ese desvío, la letra [carta] llegue a su destino. mismo, el discurso del análisis se distingue del discurso cientí-
Devino, propiamente, una antimatemática. Después de la anti- fico» (S., XX, pág. 141).
lingüística que oculta la doctrina del significante y que exhibe No azarosamente, Lacan volverá a encontrar formulaciones
la doctrina de la homofonía, después de la antipolítica que in- antigalileanas del tipo de «la Naturaleza tiene horror del nu-
duce la teoría de los discursos, después de la antifilosofía que do» (Seminario R, S, 1, Ornicar?, 3, mayo de 1975, pág. 101).
oculta el primer clasicismo y exhibe el segundo. Se consuma, Además de su forma, verdadero blasón que la historia elemen-
en síntesis, la anacoresis discursiva. tal de las ciencias presta a los adversarios aristotélicos de Ga-
El nudo era, por ende, mortal. lileo, un tal logion acarrea una consecuencia radical: si la na-
El seminario XX, que lo introduce, ocupa un lugar de ex- turaleza tiene horror del nudo y si el nudo era una letra
cepción en la obra de Lacan. Por su alcance doctrinal: se rea- matemática, entonces la naturaleza y alguna letra matemática
liza en él el segundo clasicismo lacaniano, ,al mismo tiempo podrían ser incompatibles, lo que se opone directamente al
en lo que tiene de diferente del primero y en lo que aún lo liga axioma fundador de la ciencia moderna. Una de dos: o bien se
176 LA OBRA CLARA LA DESCONSTRUCCIÓN 177

supone abolida la ciencia matematizada, y entonces el conjun- -y se alejó de él-. Ya hemos recordado (cap. 1, pág. 18) la de-
to del doctrinal de ciencia cae, arrastrando consigo al segundo claración de 1946, que no podría ser suficientemente subraya-
clasicismo lacaniano, en lo que éste tiene de común con el da: «Después de Fontenelle me he abandonado al fantasma de
primero; o bien el nudo no es una letra; no es, por ende, un tener los puños llenos de verdades para cerrarlos mejor sobre
materna, y entonces es abolido el segundo clasicismo, en lo ellas». ¿Cómo ser más explícito? Cerrar la mano sobre las
que tiene de diferente del primero. Como con el o alienante, verdades es un fantasma; prestarse a ello, un abandono; y La-
se pierde siempre. can continúa: «Confieso esta ridiculez porque marca los lími-
tes de un ser en el momento en que éste va a dar testimonio» 6 .
De esta manera, el segundo clasicismo pasó en el instante Entonces, hay que abrir la mano, es decir develar, es decir, ha-
en que parecía culminar. Lacan mismo le puso un término. El blar y decir la verdad.
seminario XX, que constituye su cima, desencadena asimismo Más aún cuando el silencio es, en el registro de lo real, im-
el mecanismo de su desconstrucción. Toda está ya hecho pe- posible. De esta manera hay que escuchar la prosopopeya:
dazos, cuando Lacan elige, cerca de 1980, callarse. El nudo «Yo, la verdad, hablo» (La cosafreudiana, E., pág. 391, texto
por un lado, el poema por otro; la cuerda y la letra; el silencio de 1955). Aquí Fontenelle parece refutado para siempre: para
y el calambur. Se piensa en Etiopía. qué cerrar la mano sobre la verdad, si ésta habla. Se piensa en
Lo que no está tan alejado de Wittgenstein. No cabe aquí las Joyas indiscretas. La indiscreción de la verdad es procla-
comenzar una puesta en relación sistemática. No hay dudas mada -¿acaso es un azar?-· en Viena, ciudad de Freud y de
acerca de que Lacan leyó a Wittgenstein; que haya sacado de Wittgenstein. En otros términos, Wittgenstein tendría razón,
esa lectura pocas conclusiones explícitas, tampoco es dudoso. pero sólo si aquello de lo que no se puede hablar consintiera
Se puede prever, por lo demás, que algunos se apuren a leer el en callarse. El punto es que no consiente en hacerlo. El in-
uno a través del otro; para lo que la coyuntura se presta: algu- consciente es justamente eso. Ahora bien, ¿cómo consentir en
nas alas nuevas se agregarán de este modo al Castillo de las no hablar de aquello que no se calla, cualquiera que sea el im-
nieblas. posible que se encuentre al intentarlo? Y, ¿se trata de consen-
Me atendré aquí a lo más elemental. Démonos lo que lla- tir, cuando el silencio le es imposible al sujeto?
maremos el problema de Wittgenstein. Supongamos que haya, Imposible hablar, imposible no hablar. De ahí las estrate-
tal como parece haber propuesto este último, antinomia entre gias del entre-dos, del medio-decir, del no-todo. El aforismo
decir y mostrar. Existe lo que se dice y existe lo que no se di- «la verdad no se dice toda» no significa que la verdad no se
ce; entre ambos, la frontera es real e inatravesable. Lo que no diga: ella se dice, pero no toda. Y diciéndose, aun no toda, no
se dice se muestra y al respecto hay que callarse; lo que se tiene que ser mostrada. No hay tablas de verdad. A la dicoto-
muestra, se muestra mediante cuadros. En el rango de lo que mía de Wittgenstein la detiene la lógica de lo parcial, de lo in-
no se dice, y en consecuencia se muestra mediante cuadros, completo, del entre-dos, del heteras : decir, es reunir lo radi-
está la verdad de lo que se dice. calmente extranjero a sí mismo.
Es claro que Lacan, en casi toda su obra escrita, consideró En el programa del primer clasicismo, el significante ya
que el problema de Wittgenstein era a la vez real y tratable. emergía en el entrechoque del velamiento y el develamiento.
Que no conducía al deber del silencio. De hecho, Lacan en- Entre los comentarios repetidos que Lacan propuso del frag-
contró el silencio muy temprano, en su relación con la verdad mento 18 de Heráclito: «oute legei oute kruptei, alta semai-
178 LA OBRA CLARA LA DESCONSTRUCCIÓN 179

nei», se retendrá el siguiente: «el dios de Delfos fabrica signi- verdad no habla y el inconsciente no existe. No hay cosa freu-
ficante». Como si el significante, y sólo él, permitiese atrave- diana. Si Wittgenstein triunfa, si el nudo triunfa sobre lo es-
sar las columnas de Hércules, entre decir y no decir. En la crito, no sólo Lacan es destruido.
época del segundo clasicismo, la ética del bien decir se plan- Se creería que, a fin de cuentas, la doble renuncia, la aboli-
tea en una inversa simétrica de la última tesis del Tractatus : ción y el silencio, establecieron su imperio. ¿El Wittgenstein
«Wovon man nicht sprechen kann, darüber muss man schwei- del Tractatus sería entonces el Amo-Maestro absoluto? ¿Los
gen», 'Sobre aquello de lo que no se puede hablar, hay que cuadros que muestra lo transformarían en el Signorelli del
guardar silencio' (trad. Granger). Que existan x tales que no pensamiento? o; más allá de él, ¿Gorgias, contra Sócrates, ha-
se pueda (konnen) hablar de ellos, que haya (müssen) que ca- bría triunfado («no es nada; por otra parte, si es, es incognos-
llarse respecto de ellos, sea; supongamos, sin embargo, que se cible; por otra parte, si es y es cognoscible, no es mostrable a
llegue al deber (sollen), entonces el deber es bien decir 7 . En los otros»)? ¿O el Wittgenstein de Kripke, que quizás invalide
realidad, bien decir es reunir lo que no puede ser reunido. el Cogito y quizá sea una leyenda? ¿O el escepticismo anti-
Esta heterología recorre la obra. En su primera forma, la guo, que quizá sea también una leyenda 8?
doctrina del nudo no es más que una de sus versiones entre
otras. Se encontró, respecto del materna, la referencia a la Sin embargo, no concluiré esto. Concluiré solamente en un
orthe doxa platónica, al cross-cap, a las escrituras russellianas marchitamiento del segundo clasicismo. Como el primero, él
y antirrussellianas. Éstos son dispositivos radicalmente anti- también se marchitó . Este acontecimiento tiene una causa de
wittgensteinianos . En sentido estricto, se sitúan a ambos lados doctrina: la emergencia del nudo. Por un efecto casi maquinal,
de una frontera, considerada real e inatravesable; es lo que esta emergencia desamarra la instancia de la letra, la que, flo-
Wittgenstein siempre rechazó: «para trazar una frontera al ac- tando cual un navío en estado de ebriedad, prolifera indefini-
to de pensar, deberíamos poder pensar los dos lados de esa damente -bajo el banderín de Joyce-. El programa, entonces,
frontera (deberíamos, pues, pensar lo que no se deja pensar)» es claro; después del final del segundo clasicismo, sólo perdu-
(Tractatus, Prólogo). Pero, después de todo, ¿qué es el in- ra un problema, ¿qué relaciones mantienen (incompatibilidad
consciente, sino precisamente una frontera al acto de pensar, o no, equivalencia o no) el «es mostrado» y el «es escrito»?
que el psicoanálisis, desde Freud, se propone pensar de los La solución no fue desarrollada; aflora empero en algunos
dos lados a la vez? En lo más íntimo del objeto freudiano, re- Scripta (Lituraterre, por ejemplo), el problema mismo no es
side esa pulsación real de la que el medio-decir lacaniano es aquí articulado más que por un lector, uno entre otros. No se
el garante más fiel. Hay que considerar solidarias, si el psi- puso fin, pues, al destronamiento del segundo clasicismo. La
coanálisis es verdadero, a la Spaltung que hiende al sujeto co- aguja se detuvo entre dos posiciones. Esto significa solamente
mo pensante y se denomina inconsciente, y la heterología que que la obra de Lacan está inacabada. Comparable, dije, a las
escinde y vuelve a unir los dichos . Renunciar a una es renun- grandes obras materialistas . El De natura rerum se cierra con
ciar a la otra. Mostración por mostración, el nudo trabó al me- la gran peste de Atenas; nadie sabe cómo hubiese continuado
dio-decir en tanto medio del bien decir, pero las trabas del Lucrecio; nadie sabe si perdimos lo que escribió o si eligió
medio-decir y la inaccesibilidad del bien decir son una aboli- callarse, o si lo obligó la muerte o la sinrazón. ¿Se dirá por
ción del inconsciente. Si el silencio no sólo es requerido sino ello que la verdad de Venus es la muerte de todos y la puru-
también posible ('debes callarte, entonces puedes'), es que la lencia de cada quien?
180 LA OBRA CLARA
LA DESCONSTRUCCIÓN 181
En cuanto a lo que podía relevar al segundo clasicismo, na-
blo». Tal es al menos la versión que da de ella O . Guerlac, Les Cita-
die debe asegurar nada. Pero se puede afirmar que el segundo
tions fran<;aises, A. Colín, París, 1954. Se reconoce en ella la doctrina
clasicismo estaba terminado y que no era la última palabra. cláSica de los letrados, a la que los modernos, en tanto tales, renuncia-
ron después de la Ilustración y la Revolución (cf. Leo Strauss). Se ve
que Lacan depuró y despolitizó la cita; ello se debe a que es moderno
NOTAS
(a causa, principalmente, del doctrinal de ciencia). Puede dudar entre
abrir o cerrar la mano; pero no será, cualquiera que sea el caso, para
l. Los problemas históricos son, por supuesto, mucho más compli- mantener al pueblo a distancia. Como mucho, a los canallas (Télévi-
cados. Recuérdese principalmente que a Descartes le disgustaba usar el sion, pág. 67): no es la misma cosa.
concepto de infinito a propósito del Universo. 7. Recordemos que la ética del Bien-decir es propuesta por Lacan
2. Se observará la emergencia de la palabra pathema, en el semina- como respuesta a la pregunta kantiana: «¿Qué debo hacer?» (Was sol!
rio R, S, 1, dos años después de Aun y de El Atolondradicho (cf. en Or- ich tun?) , Télévision, pág. 65. En Wittgenstein, el sallen depende de lo
nicar?, 5, invierno de 1975-6, págs. 17-28, la transcripción de la sesión que no puede ser dicho, por lo tanto no se lo dice, se lo muestra (Trac-
del 11 de marzo de 1975, bajo el título «Le patheme du phallus»). No tatus, 6. 421 ). En Lacan, el sollen depende de lo que no puede ser dicho
hay necesidad de ser gran erudito para escuchar allí el forclusivo pas* todo; por lo tanto, se lo debe bien decir.
que afecta al materna, así como afecta al operador del todo en la doctri - 8. La interpretación escéptica que Kripke da de Wittgenstein ha si-
na de la sexuación (sin perjuicio de otras conexiones: con el pathein , do rechazada por autores competentes. La interpretación del escepticis-
por ejemplo). mo antiguo, que Brochard principalmente volvió clásica, fue cuestio-
3. La consigna apareció en el '68. Según uno de sus autores (comu- nada, con argumentos sólidos, por J.-P. Dumont. Poco importa aquí.
nicación personal), era prematura en esa fecha, pero también premoni- Hay una figura del escepticismo en Lacan: «es sostener la posición
toria. Cinco años después había devenido verdadera. subjetiva - no se puede saber nada», S., XI, pág . 231-. La considera al
4. Muy reveladores, los desarrollos de la sesión del 19 de abril de mi s mo tiempo como heroica y como irrepresentable para los moder-
1977, titulada «Yers un significant nouveau», Ornicar?, 17-18, prima- nos. A causa, principalmente, de Descartes y del Cogito. Pero, ¿qué
vera de 1979, págs. 15-16; apoyándose en los trabajos de F. Cheng re- queda del Cogito en la época del nudo y de !alengua?
feridos a Ja poesía china escrita y renovando su homenaje a Jakobson ,
Lacan se dirige a los psicoanalistas: «¿Ser inspirado eventualmente por
algo del orden de la poesía para intervenir en tanto psicoanalista? Es
esto, en efecto, hacia lo que tienen que volverse [ ... ]. No es del lado de
la lógica articulada -aunque me deslice en ocasiones hacia ella- donde
ha de sentirse el alcance de nuestro decir. .. ». Difícil no leer, en lo que
se dice de la lógica, un licenciamiento del materna.
5. Sobre la relación de Lacan con Wittgenstein, cf. E. Roudinesco,
Histoire de la psychanalyse en France, 2, Seuil, París, 1986, págs .
563-565; Jacques Lacan, Fayard, París, 1993, págs. 469-470.
6. Vale la pena citar el dicho de Fontenelle en forma completa:
«Aunque tuviese la mano llena de verdades, no la abriría para el pue-

* «No», en francés, homófono de la sílaba inicial pa de patheme (n.


del t.).
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.. .BORDES ...
... del psicoanálisis,
la filosofía, la historia,
la lingüística, la antropología
la literatura, la matemática
la ciencia ...
Desde sus comienzos freudianos, el psicoanálisis
se ha nutrido de pensares diversos y de disciplinas
dispares. Diálogos varios y fructíferos han contribui-
do a forjar los conceptos y las estructuras sobre las
cuales descansa.
Es con la idea de continuar esta línea que hemos
creado este espacio de reflexión interdisciplinario, un
espacio liminal hecho de bordes y encrucijadas, de
conversaciones y cuestionamientos. Esperamos así
que el campo psicoanalítico se siga nutriendo de vo-
ces y perspectivas nuevas.
H acer constatar claramente que hay pensamiento en
Lacan. Pensamiento; es decir algo cuya existencia se
impone a quien no lo pensó. Ése es el proyecto.
Hay que establecer que existen en Lacan
proposiciones suficientemente sólidas como para ser
extraídas de su propio campo, para soportar cambios
de posición y modificaciones del espacio discursivo.
Sin embargo, no es necesario ser exhaustivo; basta
con que algunas propiedades de ese tipo sean
reconocidas para algunas proposiciones.
Así caracterizado, este proyecto se define en
exterioridad y en incompletud. Situar algunos relieves
exteriores (Koyré, Kojeve, Jakobson, Bourbaki, etc.)
con los que tropezó el discurso lacaniano y que este
discurso contorneó, erosionó, no sin recibir su forma
y no sin conferirles una. Llámese a esto un
materialismo discursivo.

Jean-Claude Milner

BORDES MANANTIAL

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