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el cuento “el hombre de plata” El cuento el hombre de

plata de Isabel Allende trata de un niño llamado Juancho


y su perra mariposa hacían el camino Asia la escuela
todos los días sin importarles que hiciera frio, lloviera o si
hiciera bastante calor. Una tarde cuando de invierno
Juancho salió de la escuela acompañado de mariposa
cuando iban en el camino les callo la noche en los
potreros que tenían que pasar para llegas hasta la casa,
cuando iban por los potros iban Temblando de miedo,
pero apurado en vista de que ya estaba anocheciendo,
Juancho se puso a correr por el sendero, con el bolsón
golpeándole las piernas . De mala gana, la Mariposa iba
detrás de el.
Y entonces cuando iban ya por la mitad del potrero lo
vieron, era un enorme plato metálico. El campo estaba en
silencio... no se escullaba nada, ni se agitaba el viento
alrededor de la
extraña máquina.
El niño y la perra se detuvieron asustados por el extraño
artefacto misterioso que estaba los potros lo primero que
hicieron cuando se recuperaron del susto fue correr, pero
la curiosidad del niño fue mas fuerte que su miedo Paso a
paso, el niño y la perra se aproximaron, como
hipnotizados, al platillo volador que descansaba junto a la
copa de la encina.
En la oscuridad del anochecer, vio acercarse un objeto
brillante. Sus ojos se abrieron como dos huevos fritos
cuando vio lo que avanzaba: era un Hombre de Plata.
Muy poco más grande que el niño, enteramente
plateado, como si estuviera vestido con papel de aluminio
el hombre no tenia boca ni orejas ni nariz.
El niño trato de huir pero no pudo moverse porque
estaba paralizado de miedo. Juancho vio acercarse al
Hombre de Plata, que avanzaba muy lentamente,
flotando en el aire
Juan no escullaba la vos del hombre de plata era como si
estuviera hablando por telequinesis. El hombre de plata
le decía que era su amigo que no tuviera miedo porque el
no le va hacer daño, que el solo lo quería conocer.
Las palabras sin voz del Hombre de Plata se metieron sin
ruido en la cabeza de Juancho y el perdió el miedo que
tenia. El extraño hombrecito plateado estiró una mano y
tocó a Juancho en un brazo y le dijo ven con migo,
subamos a mi nave
—Ven conmigo... Subamos a mi nave... Quiero
conocerte... Soy tu amigo...
Y Juancho, por supuesto, aceptó la invitación. Dio un paso
adelante, siempre

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