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Los enfoques que describen la lectura, ya sea como un proceso en el cual el lector va
realizando una serie de operaciones cognitivas, o bien como un proceso de interacción
comunicativa entre texto y lector, nos parecen fundamentales y nos han resultado de gran
utilidad. En este trabajo, queremos destacar la importancia de las representaciones sociales
de la lectura en las prácticas lectoras que los alumnos llevan a cabo en la escuela, un
aspecto apenas mencionado por los modelos teóricos, a menudo ignorado por la didáctica
de la lengua y, en general, por las didácticas de las disciplinas que se desarrollan
fundamentalmente a partir de la lectura de textos.
Las representaciones sociales de la lectura son, entonces, el conjunto de ideas que tienen
los grupos sociales acerca de qué operaciones hay que realizar cuando se lee y acerca de lo
que hay que leer en los textos cuando se lee. Estas representaciones involucran, por
ejemplo, en el caso de la lectura escolar, las ideas que los alumnos tienen de la finalidad de
la tarea que se les pauta, de la institución en la que se encuentran, del rol que se espera de
ellos como lectores, como también del tipo de texto que se considera o no prestigioso como
para ser leído.
Es común para los docentes encontrarnos con conductas lectoras de nuestros alumnos que
evaluamos como pobres, deficitarias, que no satisfacen lo que se espera desde la
institución. La noción de representación social nos permite explicar el porqué de esas
conductas, y no solamente describirlas.
En una investigación que realizamos en el primer ciclo que cursan los alumnos en la
Universidad de Buenos Aires (Ciclo Básico Común) -junto con Elvira Arnoux y Cecilia
Pereira, en el marco de la Cátedra Unesco para la Lectura y la Escritura - comprobamos
que, en forma dominante, los alumnos orientan sus prácticas de lectura con la idea de que
el objetivo es acumular datos sobre el tema en cuestión. Según los resultados de nuestra
investigación, sus lecturas casi nunca ponen en duda la verdad de lo sostenido por los
textos, aun cuando se les ofrezcan para leer fuentes que sostienen posturas contrapuestas
sobre un tema o sobre un hecho. Los estudiantes tienden a no establecer -al menos
espontáneamente- relaciones entre el texto y sus condiciones de producción, ni entre el
texto y otros textos, ni entre el texto y sus propios conocimientos previos. Para ellos, leer
es apropiarse de la información literal que el texto suministra, y evidencian incluso falta de
criterios o criterios ambiguos para jerarquizarla.
En otra investigación -realizada con el mismo equipo, con el fin de observar la incidencia de
los valores sociales dominantes en el proceso de lectura de alumnos de distintos niveles del
sistema educativo- se constató la presencia de una representación dominante de la lectura
que no la concibe como un proceso de cooperación entre texto y lector, en el que el lector
asume el desafío de comprender lo que el otro sostiene a la luz de los valores desde los
cuales lo hace. Por el contrario, la lectura es concebida como una práctica que refuerza
saberes apreciativos previos y no una invitación al conocimiento del otro, de lo diferente.
Éstas son características de la conducta lectora de cerca del 90% de los alumnos del primer
ciclo universitario, lo cual, como puede preverse, ha convertido a la lectura en un factor de
deserción en el nivel de educación superior.
¿Por qué los alumnos, en un porcentaje tan elevado, leen de este modo y no de otro? ¿Por
qué, cuando en la universidad se les da un conjunto de textos que abordan un mismo tema
desde diferentes perspectivas y sostienen tesis diversas, los alumnos tienden a leer
borrando las diferencias entre esos textos, y se quedan con la información menos
conflictiva, que acumulan para armar una síntesis del corpus? ¿Por qué no perciben la
relación entre la postura de un autor sobre un tema y su lugar de enunciación, entre otras
cosas? Creemos que esa conducta lectora en la universidad se debe a la tradición lectora
que impera dentro de las instituciones educativas. Se les ha enseñado a leer de ese modo,
o no se les ha enseñado otro, y leyendo de esa manera han logrado egresar del nivel
medio.
Creemos que la formación del alumno en esta representación puede comenzar a gestarse
desde los grados inferiores de la escuela primaria. Por ello, volvimos la mirada hacia ese
nivel educativo y hacia la escuela media en busca de los aspectos que desde esos ámbitos
no permiten la constitución de la deseada representación de la lectura.
Con respecto a los textos, la escuela privilegia la lectura del manual como única fuente
informativa. Son muy escasas las prácticas en las que se orienta al alumno hacia la
consulta de fuentes diversas, en bibliotecas, por ejemplo, sobre un tema. Por otro lado, la
variedad en el contacto con libros se pauta casi exclusivamente en el terreno literario.
Con respecto a las consignas, notamos que en el terreno de la lectura son menos las
innovaciones que en el de la escritura. En la escritura, hay más conciencia por parte del
docente de la necesidad de explicitar lo que desea que el alumno haga: se explicita el
género, la extensión, la estructura textual, el contexto comunicacional que el alumno debe
contemplar, entre otros aspectos. En la lectura, en cambio, si bien se ha incorporado el
paratexto como objeto de lectura, las consignas suelen orientar al alumno hacia la lectura
exclusiva de la información explícita en el texto.
Las investigaciones nos indican que el despliegue de una lectura crítica no se realiza en
forma espontánea, sino que debe ser objeto de enseñanza. De ahí que sea tan importante
dedicar tiempo en la clase y proponer consignas que orienten al alumno a detectar la
subjetividad del autor en el tratamiento de un tema, a analizar el espacio social desde el
cual escribe un autor y relacionarlo con su postura, a identificar la finalidad de un escrito, a
observar cómo se construye el enunciador en un texto, a identificar rasgos propios del
género discursivo, a analizar la presencia de otras voces y su valor en el interior de un
texto, a confrontar el texto con otros o a complementar la información que aporta con la
obtenida en otra fuente, entre otras habilidades lectoras.
Representación
La psicología social considera que las representaciones son fenómenos complejos
compuestos por elementos diversos: informativos, cognitivos, ideológicos, normativos.
Incluyen creencias, valores, actitudes, opiniones, imágenes, siempre organizados como un
saber sobre el estado de la realidad. Están determinadas por sistemas de pensamiento más
amplios, ideológicos o culturales, por el estado de los conocimientos científicos, a la vez
que por la condición social y la esfera de la experiencia privada y afectiva de los individuos.
También se ha señalado que las representaciones sociales son "legibles en, o inferibles de,
diversos soportes (lingüísticos, conductuales, materiales), y que constituyen una forma de
conocimiento socialmente elaborada y compartida, que tiene un fin práctico y contribuye a
la construcción de una realidad común a un conjunto social" (Jodelet, 1989).
Los resultados evidencian que cuando mayor distancia crítica requería la habilidad, mayor
fue el grado de dificultad.
Bibliografía comentada
Abric, J. C. et al, Pratiques sociales et représentations, París, PUF, 1994.
Bourdieu, Pierre, Ce que parler veut dire, París, Fayard, 1982.
Boyer, H., "Matériaux pour une approche des représentations sociolinguistiques", en
AA.VV., Les représentations de la langue: approches sociolinguistiques, París,
Langue Française, Larousse, 1990.
Jodelet, Denise (comp.), Les représentations sociales, París, PUF, 1989.
Obras exhaustivas y de vigencia actual que desarrollan teóricamente el concepto de
representación social, en particular su constitución y su modo de funcionamiento, a
la vez que dan cuenta de investigaciones sobre la incidencia de las representaciones
sociales en distintas áreas de la praxis social.
Eco, Umberto, Lector in fabula, Barcelona, Lumen, 1993.
Obra que describe el proceso de lectura y desarrolla el concepto de lectura como
cooperación textual, desde un enfoque comunicacional del proceso.
---------------I limiti dell' interpretazione, Milán, Bompiani, 1990.
Obra que analiza -desde un enfoque tradicional, pero de gran vigencia- las
imposiciones que hace el texto al lector, y el rol de este último, particularmente
ante textos literarios.
Ehrlich, Marie France, Memoire et compréhension du langage, Lille, Presses
Universitaires de Lille, 1994.
Fayol, Michel, "Comprendre ce qu´on lit: de l´automatisme au contrôle", en:
AA.VV., Psychologie cognitive de la lecture, París, PUF, 1992.
Estas dos obras presentan estudios representativos de la corriente psicocognitiva
sobre el proceso de lectura.
Gilly, Michel, "Les représentations sociales dans le champ éducatif", en: AA.VV., Les
représentations sociales, París, PUF, 1989.
Texto que contempla distintos aspectos de la vida escolar, relacionando el concepto
de representaciones sociales con las prácticas educativas.
di Stefano M. y M.C. Pereira, "Representaciones sociales en el proceso de
lectura", Revista Signo & Seña, Buenos Aires, Instituto de Lingüística, Universidad
de Buenos Aires, 1998, págs. 318-340.
Trabajo que caracteriza las representaciones de la lectura en los alumnos del primer
ciclo de la Universidad de Buenos Aires.
---------------------------"Incidencia de los valores sociales dominantes en el proceso
de lectura", en Actas del IV Congreso de las Américas sobre Lecto-escritura, Lima,
CPAL, 2000.
Trabajo que analiza las representaciones lectoras en alumnos de distintos ciclos
educativos.