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“IDENTIDAD Y CONFLICTO EN TERRITORIO MAPUCHE: EL CASO

PULMARI”.

Juan Carlos Radovich (INAPL – UBA – UNCPBA).


Buenos Aires, Argentina.

Introducción

En el presente trabajo se describen y analizan los procesos identitarios y las disputas


por el territorio ocurridos en agrupaciones mapuches del Departamento Aluminé, Provincia
de Neuquén, República Argentina. Nos centramos en caracterizar los conflictos surgidos
entre las agrupaciones indígenas del Departamento Aluminé (Salazar, Aigo, Puel, Catalán,
Currumil y Ñorquinco), y los Estados nacional y provincial en relación con la
conformación de la Corporación Interestadual Pulmarí, territorio reclamado como propio
por las comunidades mapuches. Asimismo analizamos el conflicto intraétnico acaecido
entre facciones que enfrentan a las agrupaciones mencionadas cuyos proyectos e intereses
se oponen.

Dicho conflicto, en vigencia actualmente y que involucra a diversos sectores de la


sociedad, está sometiendo a prueba a las distintas fuerzas en pugna y evidenciando las
contradicciones que el rol del Estado (nacional, provincial y municipal), expresa a la hora
de legitimar determinadas políticas públicas que afectan a las poblaciones indígenas de
nuestro país.

En el caso del pueblo mapuche, esta reivindicación ha alcanzado una intensa


manifestación en los últimos años, en estrecho correlato con el fortalecimiento institucional
logrado por las organizaciones políticas de este pueblo durante los últimos tiempos.

Situación actual del pueblo mapuche

Los mapuches (“Gente de la Tierra” en Mapudungún 1), constituyen uno de los 16


pueblos indígenas que habitan en territorio argentino, en las provincias de Chubut, Río
Negro, Neuquén, La Pampa y Buenos Aires. También habitan en territorio chileno en las
IX y X Regiones, al sur del país. En Chile poseen un peso demográfico muy importante
alcanzando según algunas estimaciones cifras cercanas al millón de personas, si se
consideran los migrantes en el medio urbano

Con posterioridad al sometimiento producido luego de la “Conquista del Desierto”


iniciada por el Gral. Julio A. Roca en 1879 y que los mapuches resignifican con la
denominación de “El malón de los blancos” o “La época de la perdición”, se produjo la
enajenación de aproximadamente 34 millones de hectáreas de tierras “(...) con la alarmante
1
“Mapudungún”, “chedungún” o “mapuchedungún” es la denominación que recibe la lengua hablada por este
pueblo.

1
aclaración de que 24 personas recibieron parcelas que oscilaban entre las 200 y las 650.00
hectáreas (Páez 1970:111).

De esta manera los sobrevivientes del genocidio debieron elaborar una serie de
estrategias destinadas a sobrevivir en un contexto de persecuciones producidas en diversos
planos. Sus prácticas socioeconómicas sufrieron una sustancial modificación a partir de la
derrota militar produciéndose la incorporación de los territorios indígenas al sistema
capitalista a través de un doble mecanismo de extensión y profundización del sistema.
Como resultado de ello los productores mapuches “ (...) poseedores de características
particulares en lo que se refiere a sus formas culturales fueron subsumidos formalmente al
capital y (...) desempeñaron un papel específico en el funcionamiento y la reproducción del
sistema social” (Radovich y Balazote 1995:73).

Las agrupaciones del Departamento Aluminé

Actualmente las agrupaciones indígenas del Departamento Aluminé: (Salazar, Aigo,


Puel, Catalán, Currumil y Ñorquinco), cuentan con un total de aproximadamente 1.400
pobladores. Constituyen el 30.4% de la población departamental cuyo total es de 4.603
habitantes. Sin embargo este porcentaje resulta engañoso debido a que los datos estadísticos
no registran a la población aborigen que no habita en reservas y se encuentran asentados
como ocupantes precarios de tierras fiscales en diferentes áreas del departamento Aluminé.

En el Cuadro Nº 1 podemos apreciar las características demográficas y las


superficies de tierras ocupadas por las distintas agrupaciones. Según los datos vertidos
puede observarse las disímiles características que presentan las distintas comunidades.
Vemos así según los distintos registros, que la reserva Aigo emplazada en Ruca Choroy es
la más poblada (41.3 %, promediando los tres relevamientos). Por otro lado, y tomando en
consideración las superficies de las reservas, podemos apreciar que la agrupación Puel, de
Angostura-Moquehue cuenta aproximadamente con la mitad de las tierras indígenas del
departamento. Además no existen datos fehacientes en cuanto a las exactas superficies
ocupadas por las comunidades Ñorquinco y Salazar, como tampoco contamos con registros
demográficos precisos acerca de la primera. Sin embargo un dato elocuente y que ilustra la
coexistencia de los reducidos predios mapuches con el latifundio, lo constituye la presencia
en el Departamento Aluminé de 3 explotaciones, las cuales constituyen el 4% del total de
las mismas, las que ocupan el 50% de las tierras departamentales (Censo Nacional
Agropecuario 1988).

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Cuadro Nº 1: Población y superficie de las agrupaciones mapuches del Departamento
Aluminé, Provincia de Neuquén.

AGRUPA- PARAJES POBLA- POBLA- POBLA- SUPERFICIE


CIONES CION CION CION EN HAS.
EN 1966/67 EN 1983 EN 1993
Aigo Ruca Choroy 529 640 640 2.719
Catalán Lonco Luán 395 395 210 3.560
Currumil Quillén 92 62 145 2.490
Ñorquinco Lonco Mula 87 s/d s/d s/d
Puel Angostura- 185 295 295 14.877
Moquehue
Salazar Epú Pehuén 157 124 108 s/d
TOTALES -------- 1.445 1.516 1.398 23.646
Fuentes: Subsecretaría de Acción Social de la Provincia del Neuquén 1982 y 1983;
Radovich 1983; Carrasco y Briones 1996.

La actividad económica fundamental en las agrupaciones es la ganadería intensiva


de animales menores (caprinos y ovinos), conjuntamente con equinos y algunos vacunos
allí donde las condiciones ecológicas lo permiten. La agricultura suele practicarse sobre
reducidas superficies y su escasa producción está orientada hacia la complementación con
la ganadería a través de la siembra de pasturas o, en el caso de la producción hortícola a
satisfacer la demanda alimenticia del grupo doméstico, aunque lo producido no alcanza
para suplir las necesidades requeridas durante el ciclo anual. También posee una gran
importancia en la región la recolección de los frutos del pewén (Araucaria Araucana),
destinado al consumo alimenticio y escasamente a la comercialización. El intercambio de
su producción por su parte, está marcadamente condicionado y subordinado a quienes
controlan el mercado de la producción de lana ovina y pelo de caprino. El trabajo asalariado
constituye otra estrategia desempeñada por algunos pobladores en la región, vinculado
estrictamente con las actividades agropecuarias.

Las organizaciones mapuches del Neuquén

Durante la década de 1980, especialmente hacia finales de la última dictadura


militar (1976/83), comienzan a gestarse una serie de iniciativas de organización entre
migrantes mapuches con residencia en el medio urbano. Es necesario destacar el importante
papel jugado por la migración en la génesis de este proceso. Inicialmente, migrantes
permanentes y estacionales en el medio urbano comienzan a realizar tareas vinculadas con
las denominadas “asociaciones voluntarias de migrantes” (Kerri 1976), cuya finalidad
inicial era la de apoyar a los migrantes que arribaban a la ciudad de Neuquén, brindándoles
asesoramiento, alojamiento, búsqueda de trabajo; etc. Paulatinamente estas organizaciones
fueron conformando un discurso basado en la etnicidad, entendida como “(...) un conjunto
de estrategias para lograr la movilización política (...) reflejando tendencias positivas de
identificación e inclusión de un grupo étnico” (Seyferth 1983:1).

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Este tipo de organizaciones, tal como analizábamos en un trabajo anterior
(Radovich 1992), comenzaron a incursionar paulatinamente en planteos etnopolíticos cuya
máxima expresión la constituye actualmente el derecho a la autonomía. Es necesario
destacar sin embargo, que esta demanda se manifiesta como una consecuencia de un
proceso que se inicia con la recuperación democrática de nuestro país en diciembre de
1983, y que paulatinamente se va potenciando al crecer la organización mapuche en la
región, de la mano de un fortalecimiento institucional logrado a través de la lucha y de la
creciente participación de representantes de comunidades y delegados de diversas
organizaciones. Asimismo han contado con el apoyo de instituciones diversas de la
sociedad nacional como así también de organismos internacionales, los cuales expresaron
su respaldo en los momentos de mayor agravamiento de ciertos conflictos ocurridos a nivel
provincial.

Asimismo, un rol preponderante en el fortalecimiento de las organizaciones fue el


desempeñado por los jóvenes, principalmente hijos de inmigrantes de primera o segunda
generación, quienes vivieron en su mayoría un proceso de desadscripción étnica por parte
de sus mayores y que motivados por diversas razones imposibles de señalar en este trabajo,
comienzan a realizar un proceso de reidentificación en términos positivos, oponiéndose a
las estigmatizaciones que acerca de su identidad los sectores dominantes habían
consolidado en el plano ideológico. Así, la identificación como mapuches, sirvió para que
los jóvenes expresaran con orgullo su reconocimiento en términos de alteridad e
impugnaran los discursos hegemónicos vigentes.

Cabe destacar especialmente, el papel desempeñado por las mujeres en esta nueva
situación, las que a través de la participación en diversas instancias organizativas lograron
transformar el rol de las mismas desempeñado usualmente en el medio rural y derivado de
la división sexual del trabajo. De este modo se está produciendo de manera intensa el
surgimiento de mujeres jóvenes en planos de liderazgo en el seno de las organizaciones,
desempeñándose en un plano de igualdad con los dirigentes varones. Esta generalización no
excluye obviamente las disputas por el poder que se manifiesta entre los géneros y que
suele expresarse de diversas maneras.

El territorio en disputa

La superficie del territorio en conflicto se encuentra ubicada en el extremo norte de


la región de los lagos patagónicos y cuenta como límite septentrional los lagos Moquehue y
Aluminé; al sur los lagos Ñorquinco, Pilhué, el río Rucachoroi y el lago del mismo nombre.
Al este el río Aluminé y al oeste la Cordillera de los Andes (ver Mapa Nº 1).

La suerte del territorio de Pulmarí fue la misma que sufrieron otras áreas indígenas
de la Patagonia. Efectivamente, con la batalla de Pulmarí ocurrida en enero de 1883, en la
cual las tropas gubernamentales derrotaron a las diezmadas huestes del cacique Sayhueque
en la cordillera neuquina, comienza el sometimiento definitivo de las agrupaciones
indígenas de la región. Así fue como un año más tarde, el 23 de febrero de 1884, el cacique

4
Manuel Namuncurá se rinde, entregándose en el Fortín Pulmarí conjuntamente con 331
miembros de su comunidad (Curruhuinca-Roux 1984).

Conformación de la Corporación Interestadual Pulmarí (CIP).

En el año 1890 el Estado nacional luego de la apropiación de las tierras indígenas a


través del Ejército ocupa Pulmarí adjudicándolo a la empresa británica Miles, la cual
colaboró con aportes financieros a la campaña de exterminio llevada a cabo por el Gral.
Julio A. Roca (Ñancucheo 1998).

La CIP se creó mediante la fusión de tierras fiscales provinciales por un lado y una
estancia de propiedad privada existente desde comienzos de siglo y que en el año 1948
fuera comprada por el Estado Nacional y cedida al Ejército Argentino para se utilizada
como haras para la cría de mulares. En 1984 el Estado Nacional y la provincia del Neuquén
deciden la creación de la CIP la cual se concreta en 1988. La CIP cuenta con una superficie
de 110.000 has. y fue creada con el objetivo de otorgar tierras adicionales a las reservas
indígenas del departamento para llevar a cabo la ganadería, principal actividad económica
de los pobladores mapuches. De las 6 agrupaciones del departamento Aluminé, 4 (Aigo,
Catalán, Currumil y Puel), fueron reconocidas como “reservas indígenas” por el gobierno
provincial en el año 1964, el cual cedió en usufructo un total de 23.505 has. con el
propósito de entregar en un futuro la propiedad de las mismas a los pobladores mapuches.
La entrega de las tierras bajo la forma de usufructo vitalicio constituían el punto de partida
de un proceso que debía finalizar con la mensura y entrega de las tierras en propiedad a las
agrupaciones. Ahora bien dicho régimen impone una serie de restricciones y
condicionamientos a los pobladores como la imposibilidad de obtener créditos, vender,
arrendar o dividir los campos ocupados. Hasta el presente, son escasas las reservas
mapuches de Neuquén que han recibido el título de propiedad de las tierras que ocupan.

Con la creación de la Corporación una serie de conflictos se gestaron en torno a la


posesión y propiedad de las tierras de la misma. Las organizaciones indígenas de la región
reclaman como legitimación de sus derechos la prolongada ocupación de dichas tierras por
pobladores mapuches quienes se habrían instalado en la zona desde el siglo XVI perdiendo
sus derechos durante la denominada “Conquista del Desierto”. Por su parte la CIP a once
años de su creación otorgó sólo un 36% de las tierras a las agrupaciones mientras que el
41% restante fue cedido a particulares para llevar a cabo actividades empresariales en el
rubro turismo (Torres y Adami 1998:4). Esta modalidad distributiva de las tierras y la falta
de reconocimiento de legítimos derechos a las agrupaciones Ñorquinco y Salazar
(Niengeihual), han sido las principales causas de conflicto. La CIP fundamenta su decisión
en que las dos agrupaciones mencionadas más arriba no estaban reconocidas en el momento
de la creación de la Corporación, a pesar de que el gobierno provincial había otorgado
personería jurídica a Salazar y el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), había
hecho lo propio con Ñorquinco. Esta problemática del reconocimiento de las comunidades
por parte del Estado como requisito previo para cualquier demanda o gestión, constituye
uno de los ejemplos más notorios de discriminación llevado a cabo por los sectores
dominantes a la hora de enfrentarse con los reclamos indígenas.

5
Cronología de los hechos

En el año 1984 durante el gobierno del Presidente Raúl Alfonsín, se crea la CIP. El
12 de septiembre de ese mismo año, en su visita a Neuquén el Presidente de la Nación
afirmaba: “Ahora, Pulmarí es para los Mapuches” (Ñancucheo 1998:20). En el tratamiento
legislativo de la cuestión se mencionaba que “(...) mientras al indio se lo margina en
terrenos yermos e ineptos, se hace por otra parte uso indadecuado de tierras que no
responden a ningún planteo estratégico del Ejército, un uso que no reporta ningún beneficio
a la Nación” (Congreso de la Nación 1985:166).

En efecto, la actividad ganadera llevada a cabo por el Ejército en el Haras Pulmarí,


constantemente había recibido críticas desde distintos sectores, en relación con el
inadecuado manejo llevado a cabo durante mucho tiempo, especialmente teniendo en
cuenta que se trata de tierras con un gran potencial productivo. Los mapuches de la región
permanentemente reivindican y añoran la pérdida de este territorio, al considerar las
posibilidades productivas del mismo, las cuales contrastan con las de las tierras que ocupan
actualmente en las reservas del departamento.

Entre los años 1984 y 1988, se discutió acerca de la manera en que se planificaría la
transferencia de Pulmarí a los indígenas. Con la creación de la CIP en 1987 2, los mapuches
comienzan a percibir irregularidades que entorpecerían la entrega de las tierras. Uno de los
reclamos más encendidos fue la escasa representación de los mapuches en el seno del
Directorio de la CIP: sólo un representante indígena sobre un total de ocho miembros.

A partir del año 1995 una serie ininterrumpida de conflictos se producen en torno a
los reclamos mapuches por las tierras de Pulmarí y las respuestas ofrecidas por el Estado
desde sus distintos niveles. Un detalle de los hechos puede consultarse en Carrasco y
Briones 1996, quienes cubren el desarrollo de los hechos hata el año 1996; y Ñancucheo
1998. Sintéticamente, el núcleo del conflicto estaba situado entre las organizaciones
indígenas de la región y la conducción de la CIP la cual era acusada de corrupta por
distribuir tierras a particulares ajenos a las comunidades.

En efecto, Ñancucheo en 1998 detallaba que el 21/3/95 la Coordinadora de


Organizaciones Mapuche (“Taiñ Kiñé Getuam” 3), denunciaba “Enriquecimiento ilícito de
los funcionarios de la CIP, pago en negro del personal, declaración de ´zonas turísticas´ de
lugares sagrados Mapuche, entrega arbitraria de concesiones tanto forestales como
ganaderas (...)” (1998:21). Esta denuncia fue presentada ante el gobierno provincial y la
justicia federal, realizándose además una campaña de esclarecimiento a través de la
divulgación del conflicto en los medios de comunicación. Efectivamente, el tratamiento
brindado por los medios, en especial la prensa, fue de una importancia considerable, tanto
en periódicos regionales como nacionales.

2
Decreto Nº 1.410 del 25/8/1987, ratificado por Ley Nº 23.612 de 1988.
3
“Para volver a ser uno” en mapudungún.
6
También eran muy variados los discursos y las apreciaciones valorativas que los
medios de prensa hicieron sobre el problema.

El diario “Río Negro” por ejemplo, en su edición del día 12/11/95 titulaba en una
nota que abarcaba dos páginas centrales: “Pulmarí no será Chiapas, pero...” (íbid.:29),
utilizando como título de la nota un testimonio conceptualizado como “(...) la acertada
definición de un viejo poblador de Aluminé” (ïbid:29). Más adelante calificaba al problema
como “(...) una complicada historia que parece arrancada de otros tiempos”, afirmando que
“ ´Huincas´ (hombres blancos) y ´paisanos´(mapuches que ocuparon la zona del paraje
Piedra Gaucha), que durante décadas convivieron en paz en un tranquilo y generoso
ambiente natural, dejaron de saludarse y se miran con desconfianza (...) Es que en este
laberinto de pasiones encontradas, las tierras que administra la Corporación Interestadual
Pulmarí rompieron la centenaria armonía de los pobladores de Aluminé” (íbid:29).
Evidentemente en las apreciaciones de este periódico no se perciben las centenarias
relaciones de desigualdad sufridas por los indígenas de la región, asumiendo la presunción
de una idílica armonía en el sistema interétnico regional.

Por otra parte, un dirigente indígena ante el desarrollo de los acontecimientos


afirmaba que “(...) Vamos a defender lo que es nuestro y no vamos a agachar la cabeza;
para el huinca el indio bueno es el que hace lo que él desea; si es así, no queremos ser
buenos” (íbid:28). Evidentemente el testimonio del delegado mapuche demostraba cual era
la actitud que los huincas con poder en la zona, dado que observaban con desconfianza todo
aquello que rompiera con la supuesta “armonía” que reinaba anteriormente. Del mismo
modo era percibida la utilización de la bandera mapuche al presidir cualquier acción
colectiva de las organizaciones: “Allí (en el cuadro ocupado), flamea una colorida bandera
que en el pueblo (Aluminé), identifican como una insigna de guerra” (íbid:29).

Por otro lado, los mapuches que habían ocupado los cuadros defendían su actitud
con los siguientes testimonios:

“Este invierno fue muy pesado, murieron muchos animales, y necesitamos este
campo para alimentar la hacienda que nos queda, hubo compromisos que no se cumplieron
y no nos quedaba otra salida, porque nos estaban tijereteando toda la tierra y se estaban
perdiendo las pasturas” (dirigente de una agrupación de Aluminé en Río Negro
12/11/95:29). También enfatizaban el incumplimiento de una promesa del gobierno
provincial, liderado por el Gobernador Jorge Sobisch, cuando en mayo de 1995 los
mapuches ocuparon las oficinas de la Corporación. “Nosotros tomamos esa medida luego
de que se agotaron todas las vías administrativas, no nos quedaba otra salida” (dirigente de
la Coordinadora de Organizaciones Mapuche, íbid:29).

Respecto a las repercusiones del conflicto sobre la sociedad en su conjunto, fue muy
notorio el apoyo que las organizaciones indígenas recibieron de sindicatos como la
Confederación de Trabajadores de la Argentina (CTA), la Asamblea Permanente por los
Derechos Humanos (APDH), el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, como así
también de diversos diputados nacionales quienes solicitaron la aplicación de medidas que
favorecían a los indígenas ocupantes de las tierras de Pulmarí. La Iglesia Católica por su
parte, en la figura del Obispo de Neuquén Monseñor Radrizzani, también apoyó la actitud

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de las organizaciones mapuches, aunque en el caso del sacerdote con jurisdicción en una de
las comunidades involucradas, su apoyo se limitó a justificar el reclamo pero no la acción
ejecutada: “(...) el reclamo de los mapuches es justo (...) (pero) no estoy de acuerdo con las
formas, ellos están caminando por el filo de la navaja” (íbid:29).

En otro orden un hecho de suma importancia se produjo en el año 1996, cuando el


entonces Defensor General de la Nación Nicolás Becerra, planteó una serie de
considerandos cuyos alcances trascenderían el caso Pulmarí, para hacerlo extensivo a la
problemática del derecho indígena en su relación con el derecho penal y la problemática de
la diversidad cultural (Becerra 1997).

Efectivamente, el Defensor General de la Nación planteaba en la introducción de su


libro que “A través del prisma de la diversidad cultural cobran nuevas dimensiones el
principio de legalidad, de igualdad ante la ley, y el principio de culpabilidad. Todo el
sistema de administración de justicia penal y el modelo teórico que le sirve de sustento han
sido pensados durante más de cien años de espaldas a los orígenes culturales de nuestra
tierra. Es hora de mirar hacia nosotros mismos” (íbid:9). Para lograr lo propuesto Becerra
consideraba que la reforma constitucional de 1994 constituía una decisión trascendente para
conducir a una administración de justicia acorde con el respecto a la diversidad 4.

Ahora bien, con relación al problema planteado por el territorio de Pulmarí , Becerra
señalaba que ante las denuncias de “usurpación” de las que fueron objeto diferentes
dirigentes de las organizaciones mapuches, al promover la ocupación de algunos cuadros de
los campos en disputa, los indígenas se encontraban ante una situación de “necesidad
justificante” dado que se trataba de tierras tradicionalmente ocupadas por las comunidades
mapuches, y que los principios de la reforma constitucional establecen la necesidad de
garantizar “(...) la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente
ocupan y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano (...)”
(artículo 75º, inciso 17º de la Constitución Nacional).

Según el autor mencionado, el tomar este tipo de determinaciones implicaría como


primera consecuencia que el reconocimiento de la diversidad cultural “(...) que ella pase a
formar parte de los principios fundamentales que dan contenido a la política criminal del
Estado como base ideológica del sistema penal” (Becerra 1997:9)..

Vemos de este modo, como las propuestas del Defensor General de la Nación
contrastaban marcadamente con las decisiones procesales tomadas por los jueces federales
de Zapala, Neuquén, al tomar ciertas medidas como el desalojo y el procesamiento de los
“usurpadores” mapuches contemplando con estas acciones la defensa de los “derechos” de
la Corporación.

Evidentemente esta ambigüedad jurídica suele ser bastante recurrente cuando se


trata de considerar o no los derechos de los pueblos indígenas. Generalmente triunfa la

4
Dicha reforma establece en su artículo 75°, inciso 17°, que corresponde al Congreso: “Reconocer la
preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos (...)” además de garantizar el respeto a su
identidad, reconociendo además diversos derechos, como el de la personería jurídica, a la educación bilingüe
e intercultural y a la propiedad de la tierra.
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postura liberal, que considera una supuesta igualdad de los ciudadanos ante la ley,
subsumiendo bajo un manto de neutralidad legal toda una serie de desigualdades originadas
muchas veces en situaciones relacionadas con el tratamiento de la diversidad.

Ahora bien, la actuación del máximo representante del ministertio público de la


defensa a anivel nacional cobró características indéditas al asumir personalmente la defensa
del lonko 5 Antonio Salazar por la “usurpación” de tres cuadros en el área de invernada en
Pulmarí. Ello constituyó un hecho sin precedentes dado que pondría a prueba los derechos
de los pueblos indígenas incorporados en la reforma constitucional de 1994, tal como se
menciona más arriba. Según Becerra el procesamiento del lonko Salazar dictado por un
Juzgado Federal de la ciudad de Zapala y confirmado por el Tribunal Oral de Neuquén,
suponía una violación al principio de igualdad y respeto de la diversidad cultural (La
Mañana del Sur 18/12/96).

Para concretar su cometido el Defensor de la Nación presentó un recurso de


casación en relación al pronunciamiento del Tribunal Oral. Interrogado el Defensor acerca
de si se trataba de un entredicho entre el derecho positivo y el derecho mapuche, respondió
taxativamente: “(...) No hablo del derecho mapuche. Yo hablo del derecho positivo en
todos sus términos. Y el derecho de los aborígenes es derecho positivo porque está en la
Constitución nacional, (...)” (Becerra 1997:9).

Evidentemente, la acción del Defensor Nacional constituyó un “leading case” dado


que era la primera vez que se planteaba el reconocimiento de los derechos indígenas desde
la reforma constitucional para un caso específico.

Entre las argumentaciones planteadas por Becerra estaba la afirmación de que el


procesamiento se contraponía con el principio de igualdad consagrado en el artículo 16° de
la Constitución nacional, donde se establece que “(...) para que sea tal debe reconocer
situaciones desiguales, y las comunidades aborígenes son situaciones desiguales con
relación a otras personas. En el delito de usurpación que comete un ciudadano en la urbe, la
relación de ese inmueble con el ciudadano es una. La relación del mapuche con la tierra
es otra, por el tema de la diversidad cultural” (íbid; y Becerra et al 1996), (las negritas
me pertenecen). Vemos así como en el texto de Becerra se está reconociendo la especial
relación de los indígenas con la tierra, la cual además de poseer la importancia de tratarse
de un medio de producción, constituye además la expresión simbólica de su identidad. Este
avance en el marco del derecho puede constituirse en un procedimiento de avanzada si se lo
adopta como herramienta cuando se deben reconcer los derechos de los pueblos indígenas a
sus territorios ante la usurpación llevada a cabo por empresas o particulares.

Consideraciones finales

El conflicto en Pulmarí, al momento de escribir esta ponencia se encuentra en una


instancia de negociación entre las organizaciones mapuches y el Estado en sus diversas
manifestaciones. Este hecho se está expresando en la planificación de proyectos

5 Cacique en lengua mapuche.

9
productivos y de revalorización cultural en el área, en los cuales los mapuches tendrían una
plena participación en la toma de decisiones y en la ejecución de los mismos.

Por otra parte se están tratando de solucionar los conflictos existentes entre
representantes de organizaciones y agrupaciones diversas cuyos proyectos étnicos y
productivos difieren. En particular aquello relacionado con el discurso de la etnicidad y su
modo de expresión política. Algunas de las comunidades involucradas en el conflicto no
reconocen la autoridad y representatividad de las organizaciones que mayor nivel de
enfrentamiento tienen con las autoridades provinciales y de la Corporación. Este grupo, en
su gran mayoría adherentes al rito pentecostal y cooptados por el partido político que
gobierna la provincia en forma ininterrumpida desde 1983, adopta una actitud de
confrontación con las organizaciones mapuches más radicalizadas en sus reclamos, en
especial aquellos vinculados con el reclamo autonómico. Este último, entre otros,
constituye una de las claves a los fines de diferenciar los proyectos étnicos de los grupos
enfrentados. La autonomía del territorio mapuche planteada por los grupos más
radicalizados constituye el reclamo por el control de los recursos y la toma de decisiones
por parte de las comunidades sin que ello implique una reivindicación secesionista. Sin
embargo desde los sectores dominantes se utiliza este reclamo para descalificar la lucha de
las organizaciones mapuches al considerarlas como parte de un “proyecto imperialista que
socava las estructuras del Estado-nación y por ende su soberanía”.

Vemos así que a la represión inicial llevada a cabo por la justicia provincial y el
gobierno neuquino al producirse las acciones más radicalizadas de los mapuches, le siguió
una etapa signada por la negociación, en la cual fue muy importante la participación de
ciertos organismos nacionales (en especial el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas,
INAI), como así también de instancias jurídicas de suma relevancia como fue el accionar
del entonces Defensor de la Nación Nicolás Becerra, quienes lograron frenar las respuestas
más represivas desde el Estado, generando instancias de diálogo y negociación cuyos
resultados fueron muy productivos.

No obstante todas estas circunstancias, inherentes a una situación típica de conflicto


entre los derechos de los pueblos indígenas y el Estado-nación, el caso Pulmarí puede llegar
a producir hechos relevantes, que permitan una mejor visibilidad de la problemática y que
posibiliten la alternativa de poner en práctica el respeto a la diversidad en el marco de una
sociedad pluriétnica y multicultural tal como se viene reclamando durante los últimos años.

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