La auténtica identidad cristiana en medio de todas las corrientes de
pensamiento de la vida social implica fortalecer las capacidades de diálogo y tolerancia. No sólo hacer una profesión de fe, al modo de doctrina según los dogmas de la Iglesia; más bien, se trata de dar razones de lo que se cree, o dar evidencia de la esperanza a través de la propia experiencia o la ajena. Este camino del diálogo, tan necesario, no debe hacernos olvidar tener presente las líneas fundamentales del ser cristiano a la luz del Evangelio de Jesús.
La identidad cristiana empieza «por conocerse uno mismo» a partir de las
experiencias internas y la realidad social que nos abraza. Se trata, también de conocer lo que se cree, dar razones de ello. Eso permite mirar a través de un cristal limpio, lejos de ideologías perversas y malintencionadas. Lo cual permite amar realmente, bajo el principio de que sólo se ama lo que se conoce.
LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN
Mediante los sacramentos de la iniciación cristiana, el Bautismo, la
Confirmación y la Eucaristía, se ponen los fundamentos de toda vida cristiana. "La participación en la naturaleza divina, que los hombres reciben como don mediante la gracia de Cristo, tiene cierta analogía con el origen, el crecimiento y el sustento de la vida natural. En efecto, los fieles renacidos en el Bautismo se fortalecen con el sacramento de la Confirmación y, finalmente, son alimentados en la Eucaristía con el manjar de la vida eterna, y, así por medio de estos sacramentos de la iniciación cristiana, reciben cada vez con más abundancia los tesoros de la vida divina y avanzan hacia la perfección de la caridad
El Bautismo es el sacramento, por medio del cual, el hombre nace a la
vida espiritual, por medio del agua y la invocación a la Santísima Trinidad.
El sacramento de la Confirmación es uno de los tres sacramentos de
iniciación cristiana. La misma palabra, Confirmación que significa afirmar o consolidar, nos dice mucho. La eucaristía es el sacramento en el cual bajo las especies de pan y vino, Jesucristo se halla verdadera, real y substancialmente presente, con su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad.
COMPROMISO DEL CRISTIANO DE HOY
Ser cristiano en el mundo de hoy es un reto que se debe asumir con un
tremendo sentido de responsabilidad cuando se entiende la esencia misma del cristianismo. Debemos formar una familia, núcleo de toda sociedad, que sea portadora de valores que la dignifiquen a ella y a su comunidad, teniendo como primer valor la aceptación de Cristo como el Dios encarnado. Predicar con el ejemplo en el hogar es fundamental; con lo cual los hijos reciben una educación en el amor de sus padres como primeros educadores, nadie debe suplir a los padres en este derecho-obligación. Ser cristiano es hacer el bien y evitar el mal, es saber darnos a los demás, es tener un espíritu de servicio; recordemos que Cristo dijo: “No vengo a ser servido sino a servir...” y esto es en todos los campos en que nos desenvolvemos.
LA EVANGELIZACIÓN Y LA ACCIÓN
La acción evangelizadora es de vital importancia en la Iglesia, es por ello
que se ha difundido su acción, ya sea por medió de encíclicas como la Evangelli Nuntiandi del Papa Pablo VI o las alusiones del Papa Juan Pablo II, además de las actividades de los católicos que pasan a ser un llamado a la evangelización , por lo tanto esta acción es eje de la misión de la Iglesia en todos sus ámbitos, ya que gracias a la evangelización la Iglesia puede entrar en diálogo con el mundo, dicho diálogo ha de ser pertinente con el espacio social y temporal.