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PLANAGERD 2014 – 2021, publicado mediante D.S.

N° 034-2014-PCM, el cual estipula como


objetivo específico promover la transferencia del riesgo, incluyendo acciones para el desarrollo
y mejora de los seguros contra riesgo de desastres tanto para las entidades públicas y las
concesiones, como para los privados (particulares y empresas)

Instrumentos de transferencia del riesgo:

El aseguramiento de los activos públicos en el Perú es obligatorio, sin embargo la normativa


correspondiente precisa que ello depende de la prioridad y disponibilidad presupuestal de la
entidad. Un análisis realizado a pedido del MEF por el Banco Mundial en 2013 sobre las pólizas
de seguros de las edificaciones del Gobierno Nacional identificó que no todos los bienes se
encuentran asegurados, y que las entidades que contrataron seguros lo hicieron

el Perú cuenta con un seguro catastrófico que cubrirá las pérdidas derivadas de terremotos,
DECRETO UPREMO Nº 009-2018-EF con una protección financiera de hasta US$ 200 millones,
informó el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). El seguro adquirido brinda protección ante
siniestros de baja frecuencia y alta severidad y permite transferir el riesgo de este tipo de
eventos a los mercados financieros internacionales y complementa la cartera de instrumentos
financieros dentro de la política nacional de Gestión de Riesgos.

Este seguro fue contratado con el Banco Mundial el último 2 de febrero, a través de la emisión
de un bono catastrófico (Cat Bond), en asociación con los países de la Alianza del Pacífico y la
entidad multilateral.

Transferencia de riesgo, mediante la contratación de un seguro, en el cual el asegurador se


obliga, a cambio del pago de una prima, a indemnizar a la otra parte, dentro de los límites
convenidos, por una pérdida o un daño producido por un acontecimiento incierto, o a pagar un
capital o una renta. En un contrato de seguro lo que se busca es que la institución afectada por
el desastre disponga de los recursos financieros necesarios a tiempo para realizar las acciones,
obras y adquisiciones que permitan restablecer los elementos o componentes dañados a
condiciones similares a las existentes antes de producido el evento adverso. De esta forma es
posible minimizar los costos totales y asignar de forma eficiente los recursos disponibles. Para
la toma de decisión sobre qué y cuánto riesgo transferir, es fundamental entre otras cosas, tener
una estimación del costo total que alcanzaría el siniestro más grave que pudiera producirse. Para
su cálculo se toman en consideración la naturaleza y características del riesgo cubierto, las
probabilidades de siniestralidad, y todos los elementos y circunstancias que puedan influir,
agravando o aminorando los efectos del siniestro tales como: medidas de seguridad y
prevención adoptadas, entre otros.
Seguros contra desastres naturales
Resulta interesante y hasta una obligación moral la
propuesta de la Autoridad para la Reconstrucción
con Cambios (ARC) y la Asociación Peruana de
Empresas de Seguros (Apeseg) para empezar a
fomentar en el país una cultura del seguro contra
los desastres naturales, tanto en el sector público
como en el privado, de manera que cuando ocurran
eventos como El Niño Costero o el terremoto de
Pisco del 2007, la reconstrucción sea más rápida y
menos costosa y dramática.

18/12/2017
El problema del seguro en el Perú, en general, es que un grueso sector de la población lo
sigue viendo como un gasto innecesario, que nunca se va a dar, aunque esto también
difiere mucho entre Lima y provincias.

En la capital, la penetración de los seguros es relativamente alta, casi el 45% de las


personas tienen algún tipo de seguro, pero en provincias este indicador es bajo, con
apenas el 1.5%.

En el caso de los desastres naturales hay zonas del país donde este seguro tendría que
ser obligatorio, como Piura, Lambayeque y La Libertad, donde periódicamente se
presenta el Fenómeno El Niño; o la zona de Chosica y la Carretera Central, en Lima,
con presencia de huaicos y desbordes de ríos.

Sin embargo, estamos lejos de tomar conciencia de esta necesidad. Según Apeseg, en el
Perú, tres de cada 100 viviendas están aseguradas ante este tipo de siniestros. Esto
significa que de 7.2 millones de inmuebles de familias y empresas en el país, el 96.7%
permanece desprotegido.

Durante el Fenómeno El Niño Costero colapsaron 65,950 casas y se destruyeron 4,029


kilómetros de carreteras, 493 puentes, 456 instituciones educativas y 64
establecimientos de salud. Además, el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci)
calcula que se perdieron más de 51,851 hectáreas de cultivos y 112,768 resultaron
afectadas.

Los cálculos de la Apeseg indican que los daños físicos generados por ese desastre
natural ascienden a 9,200 millones de dólares; y, de ese total, las empresas aseguradoras
solo cubrirían el 7% de las pérdidas, justamente debido a la incipiente cultura de
prevención y también porque el Estado no tiene asegurada gran parte de su
infraestructura.

Ante esta situación, el titular de la ARC, Edgar Quispe, adelanta que desde su sector se
promoverá el aseguramiento de la infraestructura pública más importante en
coordinación con los entes competentes.

El fondo de la reconstrucción con cambios asciende a 25,000 millones de soles, pero si


la mayor parte de la infraestructura dañada en el norte hubiera estado asegurada, este
fondo sería menor, porque el costo de la reconstrucción también lo asumirían las
aseguradoras, y además todo sería más rápido al momento de la restauración.

En el caso del seguro para las viviendas, Apeseg plantea crear un microseguro
obligatorio para casos de desastres dirigido a la población de bajos recursos
económicos.

Sería un seguro paramétrico masivo para gestionar los riesgos catastróficos utilizando
una cobertura estándar. Así, las personas en mayor situación de vulnerabilidad tendrían
una indemnización básica que les permitiría su rápida recuperación y no quedarían
desamparadas a la espera de la ayuda del Estado.
A todas luces, es una propuesta que traería beneficios para el Estado y las familias, y un
reto para las empresas aseguradoras: convencer a los peruanos de este servicio.

Durante el Fenómeno El Niño Costero colapsaron 65,950 casas y se destruyeron 4,029


kilómetros de carreteras, 493 puentes, 456 instituciones educativas y 64 establecimientos de
salud.

PESEG y la ARCC
Promueven los
Seguros ante
Desastres Naturales
El mes pasado expliqué lo que eran las coberturas paramétricas
ante desastres naturales, aprovechando la mención del proyecto
de Cat Bond que se está manejado al nivel de la Alianza del
Pacífico. Cabe mencionar también que recientemente se ha
comentado el hecho de que la Autoridad para la Reconstrucción
Con Cambios (ARCC, o ARC para otros) también se está uniendo
a la campaña de la promoción de los seguros para los activos
públicos en asociación con APESEG, el gremio de las empresas de
seguros. Una excelente razón para ello es que sólo el 7 % de los
activos públicos dañados por el Niño Costero estaban asegurados,
una proporción de las más bajas que se hayan podido ver a nivel
comparativo internacional. Otro de los temas que promueve
APESEG a la vista de lo sucedido en el Niño Costero con la
mayoría de la gente afectada es un seguro catastrófico para los
hogares de menores recursos en base a una cobertura
paramétrica.
Estos dos temas merecen ser comentados.

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GREGORIO BELAUNDE 22/12/2017 21:03 PM
El mes pasado expliqué lo que eran las coberturas paramétricas ante desastres
naturales, aprovechando la mención del proyecto de Cat Bond que se está
manejado al nivel de la Alianza del Pacífico. Cabe mencionar también que
recientemente se ha comentado el hecho de que la Autoridad para la
Reconstrucción Con Cambios (ARCC, o ARC para otros) también se está
uniendo a la campaña de la promoción de los seguros para los activos públicos
en asociación con APESEG, el gremio de las empresas de seguros. Una
excelente razón para ello es que sólo el 7 % de los activos públicos dañados
por el Niño Costero estaban asegurados, una proporción de las más bajas que
se hayan podido ver a nivel comparativo internacional. Otro de los temas que
promueve APESEG a la vista de lo sucedido en el Niño Costero con la
mayoría de la gente afectada es un seguro catastrófico para los hogares de
menores recursos en base a una cobertura paramétrica.

Estos dos temas merecen ser comentados.

Para empezar, les doy el link al reciente artículo publicado por El Peruano al
respecto.

http://www.elperuano.pe/noticia-seguros-contra-desastres-naturales-
62173.aspx

Sé perfectamente que no hay mucha gente que lea El Peruano. Pero al mismo
tiempo, no me ha parecido ver que en otros medios de mayor lectoría se haya
retomado esta información con la importancia que merecía, y eso es bastante
preocupante.
Primero, el tema de promover el mayor aseguramiento de los
bienes públicos . En realidad, es algo que desde el gobierno anterior
se ha estado proponiendo desde su interior, incluso con la asistencia
técnica del Banco Mundial, lo que está explicado en la Estrategia
Integral de Protección Financiera frente a Desastres Asociados a
Fenómenos Naturales publicada por el MEF en julio del 2016, donde
el tema está bien identificado como una de las agendas pendientes. Lo
que pasa es que hay un tema de voluntad política al más alto nivel,
que siempre ha faltado; el MEF es solo uno de los jugadores clave
en este tema. Hay otro que se llama la Superintendencia de Bienes
Nacionales (SBN), que depende del Ministerio de Vivienda; la SBN
no ha mostrado hasta ahora mayor interés en el tema.

Y también, desgraciadamente, están las mismas entidades públicas, a


las cuales no les interesa hacer ese gasto, no sólo por falta de cultura,
sino porque no es un gasto que rinda mucho políticamente cuando la
situación está normal: siempre la mentalidad de ver al pago de primas
de seguros como un sobrecosto inútil, que es la reproducción fiel de la
mentalidad nacional ultra-mayoritaria, como lo muestran numerosos
estudios (hasta los que tienen los medios de pagar seguros son reacios
a hacerlo). Y no hay nada que sancione este comportamiento. Se ha
mejorado la Ley de Contrataciones y Adquisiciones en algunos puntos
para favorecer la contratación de seguros, pero no se ha ido
suficientemente lejos en esa vía a pesar de propuestas en ese sentido;
una de las razones parece ser además que es un “gasto mal visto” por
no pocos funcionarios, porque contablemente es gasto corriente
(contra el cual hay un prejuicio muy arraigado en la función pública
peruana a causa de malas experiencias del pasado), olvidando que
económicamente, es un gasto anexo a la inversión publica como lo es
el gasto en mantenimiento, otro rubro muy poco popular entre los
políticos y la función pública (¿Cuántas oficinas generales de
administración descuidan este tema?), y que sin esos gastos
corrientes, la inversión pública se puede echar a perder muy
fácilmente, incluso generado incidentes de riesgo operacional
gravísimos; no asegurar y no mantener debidamente los bienes
públicos puede terminar costando muy caro, incluso vidas
humanas en lo que respecta al mantenimiento.

A modo de comparación, en Colombia, al funcionario público que le agarre un


desastre natural con los bienes a su cargo no asegurados, le puede ir muy mal.
Además, están desarrollando esquemas de aseguramiento corporativo de
bienes públicos a través de Colombia-Compra Eficiente (algo así como Perú
Compras, pero sin el carácter aún incipiente que tiene aquí); las contrataciones
“corporativas” es decir grupales, tienen la gran ventaja de ofrecer al mercado
asegurador contratos de mayor volumen, a los cuales les puede interesar más
postular; actualmente el sector público es poco atractivo por su manera de
trabajar, y termina, al tener pocos postores, pagando mucho más de lo que
debería.

Uno de los factores claves, es que la SBN no depende del MEF, no está bajo
su “rectoría”, cuando en realidad se trata de administración de activos
públicos no financieros (que sin embargo pueden rendir buenos ingresos
financieros al Estado; hay países donde incluso son una fuente muy
importante de ingresos estatales; la Región Administrativa Especial de Hong
Kong en China es un caso extremo, algunos hablan de “impuesto escondido”);
por ello al MEF le es difícil tener información completa sobre esos activos
públicos lo que es una aberración. Además la misma SBN no tiene todo el
poder que debería tener frente a las otras entidades públicas, peor aún en el
marco de nuestra fallida descentralización. Sin cambiar eso, y sin mejoras
adicionales a la normativa de contrataciones, que incluyan el
reforzamiento de Perú Compras con expertos en seguros y sin verdadera
obligatoriedad absoluta del aseguramiento de los bienes públicos (que
tampoco existe en razón de una normativa que permite a las entidades no
priorizar el tema en su presupuesto), sobre todo los inmuebles y sus
contenidos (cosas que ya se propusieron antes), lo que pueda decir la ARCC y
los esfuerzos de la APESEG para contribuir a que el Estado deje de perder
tontamente tanto dinero cada vez que hay un desastre, podrían terminar en
buenos deseos, sin un cambio real. Hay países donde la administración de los
bienes nacionales se encuentra en una unidad del Ministerio de Hacienda.
Como ya sabemos, en el Perú, dentro de la función pública hay una resistencia
extremadamente fuerte a los cambios verdaderamente sustanciales, se hacen
toda suerte de cambios en los ROFs (reglamentos de organización y
funciones) pero en la práctica las cosas no cambian, o cambian un poco, y
luego se van diluyendo en el tiempo para volver de facto al “status quo ante”,
muchas veces con la técnica de deshacer lo que se avanzó antes, que es
también una manera hábil de dar la impresión de que se está haciendo algo,
puesto que se utiliza efectivamente mucho tiempo y muchísimas horas-
hombre en dicho empeño (para en realidad retroceder). En este caso, si un día
se pone a la SBN bajo el MEF, para modernizar la gestión de los bienes
públicos y articularla con la política de generación de ingresos públicos, al
mismo tiempo maximizando los ingresos y minimizando las pérdidas via la
gestión integral de riesgos, eso sólo sería un primer paso; luego vendría la
parte verdaderamente difícil, la implementación.

En cuanto al tema de un seguro catastrófico que sea más


asequible, especialmente para los sectores de menores ingresos :
hay diferentes esfuerzos al respecto, como el seguro agrícola
catastrófico, que el gobierno anterior buscaba ampliar y modernizar
con la asistencia técnica alemana. Pero saliendo de ese tema
relativamente especializado, tenemos efectivamente el de las
viviendas, que es un problema tanto más acuciante, por cuanto la
informalidad de la mayoría de las construcciones hace muy difícil
incluso la “asegurabilidad” de la mayoría de las viviendas, aún cuando
se lograra hacerlo a un costo bajísimo. En dicho contexto, la propuesta
de APESEG de una cobertura paramétrica que permitiría
solventar el gasto de microseguros catastróficos de bajo costo para
dichas viviendas es una idea interesante que merece ser explorada;
después de todo, el mercado reasegurador ha estado introduciendo
muchas innovaciones estos últimos años, tales como coberturas post-
evento de indemnizaciones futuras; el mercado, con la aparición de
inversionistas especializados en riesgo catastrófico, ha estado
aceptando cosas que no se podían imaginar antes; ¿entonces, por qué
no una suerte de reaseguro “macro” a nivel estatal para ofrecer seguro
a gente que normalmente no lo obtendría? Y efectivamente, si ello
conlleva un elemento de subsidio, también podría defenderse en
mayor medida una obligatoriedad, como se ha logrado en algunos
países más desarrollados; en cambio, acá sí recomendaría mucho
calibrar bien las cosas para evitar un “riesgo moral” como en ciertos
estados norteamericanos donde se ha estado asegurando inmuebles
que estaban de manera manifiesta construidos donde no se debía
construir (y ahora estos sistemas obligatorios o semi-obligatorios están
con serios problemas financieros debido a los últimos huracanes y
tormentas tropicales).

Pero además, dentro del universo de viviendas realmente asegurables, existía


ya en el gobierno anterior un esfuerzo conjunto del MEF, la SBS y
APESEG para desarrollar unpool doméstico de seguro o reaseguro
catastrófico (como se hizo en Turquía o en Indonesia por ejemplo), con
asistencia técnica de una entidad multilateral. Hace un par de años, el asunto
llegó a comentarse en la prensa, pues al haber mencionado APESEG la
posible exploración de un sistema de obligatoriedad también inspirado en
experiencias de otros países (en Nueva Zelanda, cuando hubo los dos
terremotos de Christchurch en el 2010 y 2011, ese sistema fue de gran ayuda
para muchas familias), dicho gremio se encontró con por lo menos un editorial
algo agresivo en contra de esa posibilidad. Personalmente, tengo algunas
dudas en cuanto a la obligatoriedad absoluta, pero no por las razones
ideológicas que he escuchado o leído a menudo, sino más bien por razones
prácticas en algunos casos: hay gente que considera su casa más por el valor
potencial de venta del terreno; muchas veces el problema va a radicar en la
posibilidad de ofrecer un costo razonable sin que sea una carga excesiva para
las finanzas públicas, pero al mismo tiempo, un fuerte volumen permite
justamente abaratar los costos de manera muy significativa, y es lo que logró
Turquía acelerando la penetración de los seguros contra terremotos de
una manera espectacular.

En general, la experiencia mundial muestra que es muy difícil


desarrollar la penetración del seguro catastrófico sin un grado de
obligatoriedad (y hablo de aquella que no depende de que exista un
préstamo hipotecario); un ejemplo típico es Suiza, donde por su
estructura institucional muy federal, con regulaciones cantonales, esa
obligatoriedad es poco extendida (salvo en Zurich), y donde existe un
“pool” voluntario muy original por sus mecanismos de mutualización
y solidaridad para uniformizar y bajar primas, que agrupa a las 11
mayores empresas y 7 cantones (GUSTAVO por sus iniciales) para
cubrir desastres recurrentes en un país muy montañoso con muchos
lagos y ríos, y numerosas zonas muy “encajonadas” donde es casi
inevitable estar “mal ubicado”, con caídas de piedras, deslizamientos
de terreno, inundaciones, granizo, avalanchas de nieve, y fuertes
ventarrones bastante frecuentes (pero no abarca a los terremotos, a
pesar del elevado riesgo sísmico del país; la filial del grupo alemán
Allianz se ha aliado en cambio con uno de los mayores prestamistas
hipotecarios del país para incluir dicho seguro, que ese prestamista
paga).

Lo dejo para la reflexión pero se debe tener claro que el Perú es un


país escandalosamente sub-asegurado visto su exposición al riesgo
de desastres, y que todos los esfuerzos y buena voluntad al
respecto como los descritos son bienvenidos; lo que no se puede
hacer es tener visiones ideológicas, o tenerle miedo a ciertas
reformas clave y/o a trabajar con el sector privado, y abandonar
esfuerzos que ya estaban bien encaminados con una visión de
largo plazo para reducir los costos para la economía y para las
finanzas públicas, un esfuerzo de largo plazo (las historias de éxito
tomaron muchos años) que trasciende a los gobiernos sucesivos.
Perú busca impulsar los seguros contra desastres naturales
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ANDINA/Vidal Tarqui

15:22 | Lima, dic. 31.

Por Sonia Millones Alvarado

¿Quién paga las pérdidas económicas de los desastres naturales? En Perú, solo 3 de
cada 100 viviendas están aseguradas ante estos siniestros. Los seguros pueden evitar
catástrofes financieras y la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios anuncia
que promoverá el aseguramiento de infraestructura pública.

Durante el Fenómeno El Niño Costero colapsaron 65,950 casas y se destruyeron


4,029 kilómetros de carreteras, 493 puentes, 456 instituciones educativas y 64
establecimientos de salud, según el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci).
También se calcula que se perdieron más de 51,851 hectáreas de cultivos y 112,768
resultaron afectadas.

Los daños físicos generados por ese desastre natural ascienden a 9,200 millones de
dólares, y de ese total, las empresas aseguradoras solo cubrirían el 7 % de las
pérdidas, de acuerdo a los cálculos de la Asociación Peruana de Empresas de
Seguros (Apeseg). Ello debido a la “incipiente cultura de prevención” y también
porque el Estado no tiene asegurada gran parte de su infraestructura.

El Perú, 3 de cada 100 viviendas están aseguradas ante este tipo de siniestros, según
Apeseg. Esto significa que de 7.2 millones de inmuebles de familias y empresas
existentes en el país, el 96.7% permanece desprotegido.

Facilitar la reconstrucción
Para el gerente de riesgos de Apeseg, Renato Bedoya, si la mayor parte de esta
infraestructura dañada hubiera estado asegurada, todo sería más rápido a la hora de
reconstruir y el Estado no debería asumir los gastos totales de este tipo de infortunios.

“Lo positivo de contar con un aseguramiento son la rapidez y la solvencia que tiene el
sector para actuar ante ese tipo de coyunturas”, afirmó.

Apeseg calcula que el Estado podría pagar una prima de aproximadamente 200
millones de dólares para cubrir activos públicos por unos 30,000 millones de dólares.
Los daños del último El Niño Costero equivaldrían a 46 años de esta prima anual.
El Perú tiene reservas y líneas de crédito que se activan en caso de un desastre
natural, pero no son suficientes ante la magnitud de estos infortunios. Para Bedoya,
una mayor participación de los seguros apunta a que el Gobierno no se endeude o
saque de sus fondos para la reconstrucción, sino que el sector privado asuma esos
costos.

Cambiar el chip
A pesar del terremoto de Pisco de 2007 y los constantes casos de desastres naturales,
la adquisición de seguros en ese rubro no ha crecido significativamente.

Munich Re, la mayor compañía reaseguradora del mundo, alertó que durante el primer
semestre de 2017, El Niño Costero en el Perú fue la catástrofe natural que generó la
mayor cantidad de pérdidas y la que contaba con el menor porcentaje de
infraestructura asegurada en el mundo.

Para el gerente de siniestros y riesgos patrimoniales de Rímac Seguros, Miguel


Gutiérrez, la lección que debe dejar El Niño Costero es que se necesita “una política
de gestión de activos” que implique la transferencia de riesgos hacia las compañías de
seguros o a los mercados financieros.

“Hay que tener en cuenta que a nivel de infraestructura se asegura únicamente


alrededor del 3%, cuando en los países desarrollados esta cifra supera el 30%”,
advirtió.

Política de Estado
El director ejecutivo de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios (ARC), Edgar
Quispe, adelantó que desde su sector se promoverá el aseguramiento de la
infraestructura pública más importante en coordinación con los entes competentes.

Explicó que primero se debe hacer una evaluación. “Hay mucha infraestructura
prioritaria que no cuenta con seguro y debería tenerlo. Este esfuerzo se realizará en
conjunto con el Ministerio de Economía y Finanzas, así como con las carteras
competentes, con el fin de proveer y desarrollar infraestructura pública”.

En noviembre, el Poder Ejecutivo publicó el Reglamento para la Identificación,


Evaluación y Gestión de Riesgos de los Activos Críticos Nacionales, lo que permitirá
tener un inventario completo de activos públicos y evaluar su exposición al riesgo.
En opinión de Renato Bedoya, una vez obtenido el inventario completo se podrá
evaluar la exposición de esos activos y gestionar eficientemente su riesgo; incluyendo
la transferencia del riesgo al sector asegurador.

Con incentivos adecuados, el Gobierno puede avanzar hacia una política de


aseguramiento de infraestructura pública, estructurando un programa de protección de
activos, como colegios, carreteras, hospitales. Ello también propiciaría que desde el
sector privado más ciudadanos optaran por adquirir más seguros con cobertura para
desastres.

Microseguro para pobres


Apeseg también planteó crear un microseguro obligatorio para casos de desastres
dirigido a la población de bajos recursos económicos.

Sería un seguro paramétrico masivo para gestionar los riesgos catastróficos utilizando
una cobertura estándar. Así, las personas en mayor situación de vulnerabilidad
tendrían una indemnización básica que les permitiría su rápida recuperación y no
quedarían desamparadas a la espera de la ayuda del Estado.

Bedoya señaló que estas propuestas se discuten intensamente en la agenda


internacional. En el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) y la Alianza
del Pacífico (bloques de los que el Perú forma parte) existe el interés de que más
países implementen estrategias de protección financiera ante desastres naturales.

Ello implica que los Estados ayuden a estructurar sistemas masivos de protección y
que vayan más allá de restituir los bienes perdidos. La idea es tener sociedades más
resilientes y no más “Niños desprotegidos”.

*Resumen de informe especial publicado en el diario oficial El Peruano en


diciembre de 2017.

(FIN) SMA

Publicado: 31/12/2017
Los instrumentos de transferencia del riesgo son clave para las empresas, como los
seguros y los contratos en la Gestión de Riesgos. Su papel es cada vez más trascendental en
aquellos eventos de riesgo de impacto masivo, como el cambio climático, disturbios
políticos, terrorismo y ciberataques.
En Risk Management, los seguros y los contratos sirven de cobertura contra estos riesgos.
Cada vez se recurre con más frecuencia a seguros contra terceros, acuerdos de participación
en el riesgo, seguros cautivos u otras herramientas. Es más, la innovación de la industria
financiera está también generando nuevos instrumentos financieros que transfieren y
monetizan el riesgo.
El aumento de eventos de impacto masivo, como los ciberataques, los disturbios políticos y
el cambio climático, así como su impacto creciente sobre la reputación y las finanzas de las
compañías, colocan a la transferencia de riesgo en una posición de auge.
La creciente globalización y la consecuente economía estructurada en red causan un efecto
dominó de riesgo. La falta de capacidad continua por parte de las organizaciones de
eliminar completamente los riesgos a través de controles preventivos y el aumento de la
presión de los costos sobre las organizaciones para buscar maneras asequibles de transferir
riesgos son otros aspectos que colocan a este sector en auge.

Oportunidades que brinda la transferencia de riesgo


La transferencia de riesgo permite evaluar los instrumentos de transferencia del riesgo como
una opción para alcanzar la continuidad del negocio y un desempeño más predecible, de
acuerdo al informe “The future of risk. New game, new rules” elaborado por Deloitte.
También, ofrece la posibilidad de establecer mecanismos sensibles al riesgo para identificar
riesgos emergentes y determinar si los instrumentos podrían ser usados efectivamente para
transferir riesgos clave. Con la transferencia de riesgo se pueden desarrollar artículos claros
y rigurosos sobre la participación en el riesgo en todos los contratos de asociación y
considerar seguros colectivos con asociados para abordar riesgos compartidos.

Amenazas derivadas de la transferencia de riesgo


La transferencia de riesgo también presenta amenazas. Entre estas, cabe destacar la
posibilidad de conflicto, responsabilidad y disputas con clientes, asociados, y proveedores
sobre acuerdos de participación en el riesgo. Puede haber una falta de capacidad para
determinar la prima de seguro apropiada para varios riesgos, tener un exceso de seguro o
comprar seguros en áreas no problemáticas.

Seguros ante eventos catastróficos

Las pérdidas económicas recientes causadas por el Fenómeno del Niño han
demostrado la importancia de estar preparados ante eventos catastróficos, no solo
en términos de prevención sino también en relación a la gestión financiera de estos
desastres. En la parte macro se ha avanzado bastante, pero todavía falta mucho por
hacer en lo micro.
El Perú cuenta desde el año 2011 con una serie de lineamientos para la gestión
financiera del riesgo de desastres (buscar por ejemplo SINAGERD en google), entre
los cuales se establecen los recursos y su respectivo orden de prelación para la
preparación, respuesta y rehabilitación en caso de un evento catastrófico, los cuales
consisten en: (i) los recursos de las mismas entidades públicas, (ii) los recursos de la
reserva del presupuesto público ante imprevistos (reserva de contingencia), (iii) el
Fondo de Estabilización Fiscal, y (iv) líneas de crédito que pueden ser utilizadas ante
estos eventos (créditos contingentes). Estos recursos y aquellos provenientes de
saldos de balance del gobierno sumarían un poco más de 7 por ciento del PBI, los
cuales podrían financiar sin ningún problema el costo de la reconstrucción.
Otra línea de acción es el desarrollo e implementación de herramientas de
transferencia del riesgo, como son el caso de los seguros ante eventos catastróficos.
En el caso de la infraestructura pública, la Ley dispone que si bien su aseguramiento
es obligatorio, este se encuentra sujeto a la prioridad y disponibilidad presupuestaria
de las entidades. En consecuencia, el aseguramiento de los activos públicos es casi
nulo.
En el caso de la infraestructura construida a través de Asociaciones Público-Privadas
(APP), la Ley de APP no hace explicitas las líneas de acción a tomar en cuenta ante
eventos catastróficos, razón por la cual el tratamiento del riesgo ante desastres varía
según cada contrato. En los casi 7 mil kilómetros de carreteras concesionadas, solo
en alrededor de un tercio el costo de reconstrucción ante un desastre es cubierto por
un seguro o por el concesionario. Un caso que llama la atención es el de la concesión
de la Autopista del Sol entre Trujillo y Sullana, la cual consta con una clausula con la
cual ante la ocurrencia del Fenómeno del Niño el costo de reconstrucción debe ser
cubierto por El Estado.
Quedan varias cosas por hacer en relación a la gestión financiera del riesgo de
desastres. En la parte macro se puede explorar otros mecanismos para la retención y
transferencia de riesgos catastróficos, como por ejemplo la emisión de bonos
catastróficos (los cuales permiten disponer de recursos de forma inmediata ante la
ocurrencia de un evento). Asimismo, es importante tener lineamientos claros para el
aseguramiento ante desastres de los activos públicos y de la infraestructura
concesionada, como también promover el desarrollo del mercado doméstico de
seguros catastróficos.
Carlos Montoro
Director de Estudios Macrofiscales
Secretaría Técnica del Consejo Fiscal
Publicado en Gestión el 08 de Mayo de 2017

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