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En las últimas décadas el ser humano empezó a ser consciente de los efectos nocivos que
tenía sobre el planeta y sobre él mismo, el uso indiscriminado de los recursos y la contaminación
de estos. Es por esto por lo que diferentes países alrededor del mundo se han ido encaminando en
pro de un desarrollo sostenible. El desarrollo sostenible se define como la satisfacción de “las
necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras
para satisfacer sus propias necesidades” (Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el
Desarrollo, 1987). De allí la obligación del ser humano de generar una relación equilibrada entre
hombre, naturaleza y sociedad que permita garantizar la supervivencia de él y del planeta en
óptimas condiciones. Algunas de las acciones para cumplir este objetivo han girado en torno a la
de generación de energía limpia, como la energía hidroeléctrica, eólica, solar y geotérmica. Países
como Colombia demuestran que la transición energética es posible y rentable, pues actualmente
alrededor del 65% de la energía producida en este país proviene de centrales hidroeléctricas
(Carvajal & Jiménez, 2012), gracias a su abundante recurso hídrico. Sin embargo, según (Castillo,
y otros, 2014) el 37% de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de la quema de
biomasa y de combustibles fósiles, lo cual evidencia que Colombia tiene un buen panorama
energético, pero aún hacen falta esfuerzos para potenciar las energías renovables, como la solar y
la eólica. Al 2018 Celsia generaba 3.534 kWp a partir de energía solar gracias a sus granjas solares
ubicadas en los departamentos de Valle del Cauca y Bolívar. Así mismo, la energía eólica se abrió
paso en Colombia en el año 2004 con la inauguración del parque eólico Jepírachi, ubicado en el
departamento de La Guajira, el cual le entrega al país 19,5 MW. El camino de las energías
renovables en Colombia ha sido trazado, pero aún debe afrontar una serie de retos que involucran
el factor económico e inherentemente a sus habitantes y las problemáticas asociadas a estos.
“Colombia se divide energéticamente en dos tipos de zonas: las Zonas Interconectadas (ZI)
y las Zonas No Interconectadas (ZNI); las ZI son aquellas que tienen acceso al servicio de energía
eléctrica a través del Sistema Interconectado Nacional (SIN) y las ZNI son aquellas que no tienen
acceso al SIN. Las ZNI están ubicadas en lugares de difícil acceso, a largas distancias de los centros
urbanos; carecen de infraestructura física y no cuentan con vías de acceso apropiadas” (Gómez,
2011).
Las energías renovables resultan ser una de las alternativas óptimas para estas zonas no
interconectadas, ya que permiten que las comunidades tengan un flujo de energía constante e
independiente de la red eléctrica y a su vez, el impacto ambiental se disminuiría significativamente.
Por otro lado, la energía eólica resulta ser una alternativa limpia y relativamente económica, pues
los materiales para su construcción pueden variar significativamente, en peso y costos. Además,
los impactos al medio ambiente son muy reducidos en comparación con otras alternativas. Este
tipo de energía no ha sido muy implementado en Colombia, debido principalmente a las bajas
velocidades de viento del país por lo que instaurarla representa un reto para la ingeniería
colombiana, pero a su vez el panorama es prometedor, ya que para la generación eólica en pequeña
escala no se pretende obtener grandes cantidades de energía, pues se espera instaurar en zonas de
baja densidad demográfica y el uso de materiales alternativos también contribuiría a simplificar su
incorporación. De ahí la importancia de ¿Cómo generar energía eólica en el departamento del
Chocó con bajas velocidades de viento y a un bajo costo?
2. Justificación
La seguridad energética y la reducción de las emisiones de CO₂ crearán nuevos retos
ambientales, económicos y estratégicos (CEPAL, 2016). Es de vital importancia comenzar a tomar
acciones al respecto para que Colombia como país en desarrollo sea capaz de transformarse para
afrontar los retos medioambientales y sociales relacionados a la generación de energía que se vive
actualmente y de esta manera asegurar un desarrollo y un futuro sostenible.
“La zona rural en Colombia se encuentra en una etapa de transición demográfica rezagada,
en comparación con la zona urbana y con el agregado nacional; la disminución de la tasa de
fecundidad en la zona rural ha sido menos acelerada y la esperanza de vida al nacer es menor”
(Meza & Junca, 2011). Este rezago en la transición demográfica pone en desventaja a la población
rural, por un lado, altas tasas de dependencia demográfica están estrechamente correlacionadas
con niveles de pobreza más elevados; de otro lado, la baja proporción relativa de población
potencialmente activa que aún cuenta con bajos niveles de escolaridad, contribuyen a perpetuar
menores niveles de crecimiento y productividad, a lo que se suma una oferta insuficiente y
desarticulada de servicios públicos y privados de calidad (Cepal, 2016).
Generar energía para la población rural en Colombia que no está conectada a la red eléctrica
no debe ser visto como un problema, sino como una oportunidad para dar una solución óptima
mediante la implementación de energías renovables. La energía, evidentemente, es el pilar del
desarrollo de los procesos productivos, del progreso social de los países y elemento fundamental
del avance tecnológico mundial (Suarez, 2016); por lo anterior, es de gran importancia llevar
energía a toda la población del país; Llegar a alcanzar un 100% de cobertura eléctrica permitirá
que los habitantes de las comunidades rurales aisladas mejoren de forma radical su calidad de vida,
podrían acceder a mejores herramientas para educarse, podrían refrigerar alimentos y vacunas,
además de poder emprender proyectos productivos que les permitan soñar con un mejor presente
y futuro (Suarez, 2016). Por ejemplo, según Las Naciones Unidas, las montañas son el hogar de
915 millones de personas aproximadamente, representando el 13 por ciento de la población
mundial, Sin embargo, uno de cada tres habitantes de las montañas en los países en desarrollo es
vulnerable a la inseguridad alimentaria, y se enfrenta a la pobreza y al aislamiento.
Las poblaciones de las zonas montañosas, al igual que el resto, tienen derecho a recibir los
beneficios que ofrecen la ciencia y la tecnología, para ello se les debe facilitar el acceso a la energía
eléctrica que en gran medida es generada en las montañas; el acceso a la electricidad y
comunicaciones, más educación, dará el «empoderamiento» para que estas poblaciones puedan
decidir sus destinos y utilizar mejor sus recursos, eso también les elevará sus autoestimas de tal
manera que no estarán esperando la oportunidad para emigrar a las tierras bajas (Cordova, 2009).
4. Marco de referencia
4.1 Antecedentes
“El consumo de energía eléctrica anual del país está cerca de alcanzar los 70.000 GWh/año
y para los próximos 11 años, según las proyecciones realizadas por la UPME, se espera un
incremento promedio del 2% anual, teniendo en cuenta las expectativas de dinámica del sector
industrial, la electrificación de la economía y un incremento en el número de vehículos eléctricos,
que para 2030 se estima sean 400.000 en circulación en las vías colombianas” (Bancolombia,
2019).
Las ZNI en su gran mayoría no cuentan con la ventaja de tener velocidades de vientos altas,
por lo cual es de gran importancia potencializar tecnologías como los aerogeneradores de bajas
velocidades; ya que son una gran alternativa de implementación en estos lugares.
“Sáenz de Miera argumenta que será imprescindible que la tecnología eólica alcance la
competitividad plena en el mercado, y que se asiente el marco regulador, incentivar las mejoras de
eficiencia y la reducción de costos, y redefinir la planificación energética para compatibilizar el
fomento de las renovables con la seguridad y la eficiencia en el sistema eléctrico” (Barranco &
Albarracìn, 2013).
“El término «energía eólica» describe el proceso por el cual el viento se usa para generar
energía mecánica o eléctrica. Las turbinas eólicas convierten la energía cinética del viento en
energía mecánica, esta se puede usar para labores específicas (tales como moler grano o bombear
agua), o bien, un generador puede convertir esta energía mecánica en electricidad” (Molina, 2016).
“La energía eólica mueve una hélice y, mediante un sistema mecánico, hace girar el rotor
de un generador que produce energía eléctrica. Los aerogeneradores suelen agruparse en
concentraciones denominadas parques eólicos con el fin de lograr un mejor aprovechamiento de
la energía, lo que reduce su impacto ambiental. Las máquinas tienen una vida útil de veinte años”
(Secretaria de Energia de Argentina , 2008).
A comparación de las demás energías renovables, la energía eólica tiene grandes ventajas
para desarrollarse a nivel mundial, cuenta con características que la hacen amigable con el medio
ambiente, ya que no emite sustancias toxicas, ni contaminantes al aire; de igual forma no genera
residuos y tampoco contamina el agua; lo que conduce a un desarrollo sostenible.
Actualmente, la energía eólica tiene dos limitaciones que impide que se potencialice como
fuente principal de producción eléctrica, la primera es el rendimiento energético de los
generadores, mientras que la segunda es el impacto eléctrico que los parques eólicos provocan
sobre el sistema de potencia al cual inyectan generación (Gimenez & Gómez, 2011); lo anterior,
termina siendo un inconveniente ya que por los altos costos de instalación y operación es necesario
obtener el máximo rendimiento. Lo anterior se ve reflejado en el parque eólico más grande de
Colombia (Parque eólico de Jepirachí); el cual tiene una capacidad estimada para producir 21GW
que equivale a satisfacer aproximadamente dos veces la demanda nacional, sin embargo, solo se
ha instalado 19,5 MW explotando solo un 0,4% del potencial teórico (Molina, 2016). Aun así, este
parque eólico es considerado un laboratorio para conocer la viabilidad de la implementación de
este tipo de energía alternativa en el, lo que significa un gran avance para en temas de energías
renovables.
El interés por parte de gobierno nacional de desarrollar este tipo de alternativas termina
siendo fundamental para disminuir la brecha que existe entre beneficio y costo, ya que reduce la
carga tributaria para este tipo de proyectos, que a largo plazo termina siendo un ahorro y un
progreso en la transición de energías fósiles a energías renovables.
Referencias
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la urbanización mundial de las Naciones Unidas. Obtenido de
https://datos.bancomundial.org/indicador/SP.RUR.TOTL.ZS?locations=CO
Carvajal, S., & Jiménez, J. D. (2012). Impacto de la generación distribuida en el sistema eléctrico de
potencia colombiano: un enfoque dinámico. Universidad Nacional.
Castillo, Y., Gutiérrez, M., Chamorro, M., Valencia, G., &, & Villicaña, E. (20 de Noviembre de 2014).
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http://ojs.uac.edu.co/index.php/prospectiva/article/viewFile/358/pdf_4
Cordova, H. (2009). Ventajas y desventajas del desarrollo rural sostenible en ambientes de montaña.
Obtenido de http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/espacioydesarrollo/article/view/5688
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Suarez, W. (22 de Junio de 2016). El reto de energizar zonas rurales aisladas. Obtenido de
https://sostenibilidad.semana.com/opinion/articulo/el-reto-