Nuestro lema:

La responsabilidad
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Nuestro padrino Bill era un convencido de que los

inventarios realizados cada determinado tiempo,
eran esenciales para estar en condiciones de poder
concientizar acerca de nuestra realidad.

En julio 1965 se llevo a cabo la Convención

Internacional en Toronto, con motivo del trigésimo
aniversario de AA, y previo a ella, Bill nos comparte,
por medio de este artículo escrito para el AA
Grapevine, un punto de vista sobre el lema de la
convención que fue “La responsabilidad”.

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“Animados por una gratitud inexpresable, vamos a dar gracias a

Dios por habernos hecho posible lograr el nivel de responsabilidad,
individual y colectiva, que ha conducido a nuestra Comunidad a su
estado actual de bienestar y alcance mundial”.

Bill nos dice que al recodar los años pasados,

apenas podremos llegar a formarnos un concepto
parcial de la gran generosidad de Dios para con
nosotros, quien puede imaginar la suma de
nuestros propios sufrimientos y de la desgracia que
tuvieron que padecer nuestros seres queridos.

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¿Alguien podría comprender la naturaleza de nuestras

experiencias espirituales transformadoras?

Los beneficios que hemos recibido sobrepasan la

comprensión humana.

Nos dice que en esta Convención Internacional podremos

ver realmente que el sol nunca se pone en AA, que siempre
hay caras nuevas, que AA ha logrado superar las barreras de
raza, religión y nacionalidad.

Esto se debe en gran parte a que hemos podido cumplir

con nuestras responsabilidades, y sin duda, esto nos llenará
de la más profunda alegría y satisfacción.

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Pero sabemos que no podemos felicitarnos a

nosotros mismos, ya que estos son dones de Dios, a
los cuales, hemos respondido mostrándonos
dispuestos a descubrir y hacer su voluntad.

Debemos tener presente que nuestra llegada a

AA se debió a los sufrimientos de la enfermedad,
los cuales, nos forzaron a tomar la decisión, para
muchos de nosotros, la primera decisión
responsable en muchos años: la de unirnos a AA.

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“Pronto le echamos una mirada a los Doce Pasos

de AA y muchos de nosotros enseguida nos
olvidamos de diez”.

“Una vez librados de la bebida, la vida sería como

un jardín de rosas, al calentarnos alegremente las
manos en el fuego de AA, todo nos parecía bien.”

No obstante con el tiempo, empezamos a sentir

cierto descontento y alguna inquietud.

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Aunque nuestra sobriedad le causaba buena impresión, el

banquero, no obstante, seguía preguntándonos cuándo le
íbamos a reembolsar su dinero.

Según nuestra opinión nuestros resentimientos, nuestras

inquietudes y nuestras depresiones, estaban causados, sin
duda, por nuestras circunstancias desgraciadas y por el
comportamiento poco considerado de otra gente.

Nuestro padrino se sonreía y simplemente decía: “¿Por qué

no echamos una mirada detenida a todos los Doce Pasos de
AA? Es posible que se te haya escapado mucho – de hecho, casi
todo”.

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Al acostumbrarnos al autoexamen podemos ver nuestras verdaderas

responsabilidades para con nosotros y para con los demás.

…todo progreso espiritual consistía en saber cuáles eran nuestras

responsabilidades reales y luego ponernos a hacer algo al respecto.

Descubrimos que, al ir asumiendo más gustosamente las

responsabilidades de vivir y crecer, no siempre teníamos que estar
motivados por nuestro propio malestar.

Llegamos a saber que la aceptación total de cualquier responsabilidad

bien definida y la firme resolución de actuar de acuerdo a esta
responsabilidad casi siempre nos llevaba a la verdadera felicidad y
tranquilidad del espíritu.

Por fin descubrimos que teníamos un alegre deseo de vivir de una manera
responsable.

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Nuestra evolución espiritual:

Lo que le ha pasado a todo miembro de AA también le ha pasado

a todo grupo y a AA en su totalidad.
•  Creíamos que AA debería ser una sociedad secreta.
•  Sentíamos el peso del estigma del alcoholismo.
•  Miedo a que nos viéramos inundados por una gran afluencia de supuestos indeseables.
•  Nos hemos sentido airados por las críticas internas y externas.
•  Hemos tenido más talento para hacer críticas que para aceptarlas.
•  A veces hemos alardeado de AA como si fuera la única panacea y la suprema autoridad en
cuanto al alcoholismo.
•  Conscientes de los peligros de la acumulación de riqueza, hemos convertido este temor
en un pretexto para no cubrir los pequeños gastos de los grupos, los intergrupos y los
Servicios Mundiales.

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Así que en algún momento, por ira o por pura indiferencia,

hemos tratado de evitar algunas responsabilidades.

•  La elaboración del libro.

•  La Conferencia de Servicios Generales.

No obstante, con el tiempo y por la gracia de Dios, nuestros valores

espirituales siempre han acabado por superar obstáculos, incluso de este
calibre.

•  La recuperación en AA sigue avanzando a grandes pasos.

•  La aplicación de los Doce Tradiciones de AA ha cimentado nuestra unidad
de manera asombrosa.
•  Nuestras asociaciones intergrupales y nuestra Conferencia de Servicios
Generales han hecho posible una amplia difusión de nuestro mensaje.

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Nuestros defectos de carácter no han desaparecido, y

nunca desaparecerán. Por lo tanto, nuestra contante
responsabilidad debe ser la de hacer sin miedo un inventario
de nuestros defectos según vamos progresando, para estar
así en mejores condiciones para remediarlos.

Valdría la pena preguntarnos:

•  ¿Qué tipo de herencia dejamos para uso de las futuras -

generaciones de nuestra sociedad?
•  ¿Es esta herencia, todo lo buena que pueda ser?
•  ¿Qué podemos hacer mientras nos queda tiempo para multiplicar
lo positivo y disminuir lo negativo?

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Debemos preocuparnos sobre todo por lo

enfermos que aún no hemos logrado alcanzar.

Existen más de 4,000,000 de alcohólicos en

México que se encuentran listos y dispuestos a
ponerse bien y en condiciones de hacerlo —si
supieran cómo.

Está claro que todos estos enfermos necesitan

saber lo que es el alcoholismo y reconocer que se
encuentran afectados por esta enfermedad.

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Estos hechos nos enseñan claramente cuál será

nuestra próxima gran responsabilidad:

La de apadrinar inteligente y cariñosamente a

cada hombre y cada mujer que recurra a nosotros
buscando ayuda.

El empeño y el amor con los que nos pongamos a

realizar esta tarea, individual y colectivamente,
tendrán una importancia decisiva.

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No es exagerado decir que más de un millón de alcohólicos

han recurrido a AA durante los últimos 50 años de AA en
México.

Con toda seriedad, debemos preguntarnos:

¿A dónde fueron los 880,000 que no se han

quedaron con nosotros?
¿Cuánto y cómo les hemos fallado a todos ellos?

Debemos tener, los unos a los otros, el respeto y el amor

que cada ser humano merece a medida que se esfuerza por
acercarse a la luz.

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Algunos de los peligros más notorios que nos

amenazan son:

•  El dinero.
•  Las controversias internas.
•  La tentación de buscar descabelladamente los honores,
el prestigio e incluso el poder.

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Pero no dejemos que el temor que sintamos ante

estas fuerzas nos engañe, de manera que
inventemos justificaciones absurdas.

•  El peligro de acumular riquezas no debe ser un pretexto para

no aportar nuestros legítimos gastos de servicio.
•  El temor a la controversia no debe causar que, al surgir la
necesidad de un debate animado y una acción resuelta,
nuestros líderes se comporten con timidez.
•  Ni debe el temor a acumular prestigio y poder impedirnos
conceder a nuestros fieles servidores la autoridad apropiada
para actuar por nosotros.

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Al echar una mirada hacia el futuro, vemos

claramente que una buena voluntad, cada vez
más profunda, será la clave del progreso que
Dios espera que hagamos a medida que
andemos hacia el destino que nos tiene
reservado.

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Muchas gracias
Fraternalmente
 
José Q.
  Custodio de Servicios Generales
Integrante de Directiva Plenitud AA

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