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INTEGRANTES:
CICLO:
IX
LIMA-PERU
2019
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INDICE
INTRODUCCIÓN
ANATOMÍA Y FISIOLOGÍA DEL HÍGADO
FUNCIONES DEL HÍGADO
Metabolismo de la glucosa
Conversión del amoníaco
Metabolismo de las proteínas
Metabolismo graso
Almacenamiento de vitamina y hierro
Formación de bilis
Excreción de bilirrubina
Metabolismo de medicamento
HEPATITIS VIRAL
Etiología
VIRUS DE LA HEPATITIS A (VHA)
Manifestaciones clínicas
Datos diagnósticos
Tratamiento medico
VIRUS DE LA HEPATITIS B (HBV)
Manifestaciones clínicas
Datos diagnósticos
Tratamiento medico
HEPATITIS VIRAL C
Manifestaciones clínicas
Datos diagnósticos
HEPATITIS VIRAL D
Datos diagnósticos
Hepatitis viral E
Cuidados de enfermería
CIRROSIS HEPATICA
FISIOPATOLOGIA
Manifestaciones clínicas
Hepatomegalia
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Obstrucción portal y ascitis
Infección y peritonitis
Varices gastrointestinales
Edema
Deficiencia de vitaminas y anemia
DETERIORO DE FUNCIÓN MENTAL
Valoración y hallazgo diagnósticos
Tratamiento medico
PROCESO DE ENFERMERIA: EL PACIENTE CON CIRROSIS HEPATICA
Diagnóstico de enfermería:
Complicaciones:
INTERVENCION DE ENFERMERIA
Fomento de reposo
Mejoramiento del estado nutricional
Cuidados cutáneos
Reducción del riesgo de lesiones
Vigilancia y tratamiento de complicaciones potenciales
Diagnóstico de enfermería
Interpretación de gases arteriales
Desequilibrios acidobasicos
Sistemas amortiguadores
ACIDOSIS METABOLICA AGUDA Y CRONICA (déficit de bicarbonato)
Manifestaciones clínicas
Valoración de hallazgos diagnósticos
Tratamiento medico
Manifestaciones clínicas
Valoración de hallazgos diagnósticos
Tratamiento medico
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Manifestaciones clínicas
Valoración de hallazgos diagnósticos
Tratamiento medico
Manifestaciones clínicas
Valoración de hallazgos diagnósticos
Tratamiento medico
LA GASOMETRIA
BIBLIOGRAFIA
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INTRODUCCIÓN
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ANATOMÍA Y FISIOLOGÍA DEL HÍGADO
El hígado es un órgano grande, sumamente vascular localizado por detrás de las costillas
en la porción superior derecha de la cavidad abdominal. Pesa entre 1200 y 1500 g y se
divide en cuatro lóbulos. Cada lóbulo está rodeado por una delgada capa del tejido
conectivo que se extiende dentro del lóbulo mismo y divide la masa hepática en pequeñas
unidades funcionales llamadas lobulillos.
La circulación de la sangre dentro y fuera del hígado es de suma importancia para la
función hepática. La sangre que irriga el hígado proviene de dos fuentes. Alrededor del
80% del suministro de sangre viene de la vena porta, que drena el tubo digestivo y es rica
en nutrientes, pero le falta oxígeno. El suministro remanente de sangre ingresa a través
de la arteria hepática y es rico en oxígeno. Las ramas terminales de estos dos vasos
sanguíneos se unen para formar lechos capilares comunes que constituyen las sinusoides
del hígado. De este modo, una mezcla de sangre arterial y venosa va las células
hepáticas (hepatocitos). las sinusoides vacían en las vénulas que ocupan el centro de
cada lobulillo hepático y se llama venas centrales. Estas venas se unen para formar la
vena hepática, que constituye el drenaje venoso del hígado y vacía en la vena cava
inferior, cerca del diafragma.
Además de los hepatocitos, están presentes en el hígado las células fagocíticas que
pertenecen al sistema reticuloendotelial. Otros órganos que contiene células
reticuloendoteliales son el bazo, la medula ósea, los ganglios linfáticos y los pulmones. En
el hígado, estas células se llaman células de Kupffer. Como los fagocitos más comunes
en el cuerpo humano, su función principal es envolver partículas sólidas o liquidas (p. ej.,
bacterias) que entran en el hígado a través de la sangre portal.
Los conductos biliares más pequeños llamados canalículos, se localizan entre los
lobulillos del hígado. Los canalículos reciben secreciones de los hepatocitos y las llevan a
los conductos biliares más grandes, que al final forman el conducto hepático. El conducto
hepático del hígado y el conducto cístico de la vesícula biliar se unen para formar el
conducto colédoco, que se vacía en el intestino delgado. El esfínter de Oddi, localizado en
la unión donde el conducto colédoco entra al duodeno, controla el flujo de bilis al intestino.
Metabolismo graso
El hígado también es activo en el metabolismo de la grasa. Los ácidos grasos se pueden
fragmentar para la producción de energía y cuerpos cetónicos. Los cuerpos cetónicos son
pequeños compuestos que pueden ingresar en el torrente sanguíneo y proporcionar una
fuente de energía para los músculos y otros tejidos. La fragmentación de los ácidos
grasos en cuerpos cetónicos ocurre en primer lugar cuando la disponibilidad de glucosa
para el metabolismo está limitada, como la inanición o en la diabetes descontrolada. Los
ácidos grasos y sus productos metabólicos también se usan para la síntesis de colesterol,
lecitina, lipoproteínas y otros lípidos complejos. En algunos padecimientos, los lípidos se
pueden acumular en los hepatocitos y ocasionar un padecimiento anormal llamado hígado
graso.
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Almacenamiento de vitamina y hierro
Las vitaminas A, B y D y varias de las vitaminas del complejo B se almacenan en grandes
cantidades en el hígado. Algunas sustancias, como el hierro y el cobre, también se
almacenan en el hígado. Debido a que el hígado es rico en estas sustancias, los extractos
de hígado se han usado por más de un siglo para el tratamiento de una gama de
trastornos nutricionales, sin embargo, FDA ha solicitado precaución acerca del uso de
cualquier órgano animal debido al posible riesgo de exposición a microorganismo
patógenos.
Formación de bilis
Los hepatocitos forman la bilis de manera continua y se reúnen en los canalículos y
conductos biliares. Se compone principalmente de agua y electrolitos como sodio, potasio,
calcio, cloro y bicarbonato, también contiene cantidades significativas de lecitina, ácidos
grasos, colesterol, bilirrubina y sales biliares. La bilis se reúne y almacena en la vesícula
biliar y se vacía en el intestino cuando se necesita para digestión. Las funciones de las
bilis son excretorias, como en la excreción de bilirrubina; también sirve como una ayuda a
la digestión a través de la emulsificación de las grasas por sales biliares.
Los hepatocitos sintetizan las sales biliares a partir del colesterol. Después de la
conjugación o la unión con dos aminoácidos (taurina y glicina), las sales biliares se
excretan en la bilis. Estas sales, junto con el colesterol y la lecitina, se requieren para la
emulsificación de las grasas en el intestino, lo que es necesarios para la eficiente
digestión y absorción de la misma. Después las sales biliares se reabsorben,
primordialmente en el íleon distal de donde pasan a la sangre portal para el regreso del
hígado, el que las vuelve a excretar en la bilis. Esta vía desde los hepatocitos a la bilis, al
intestino y de regreso a los hepatocitos se llama circulación enterohepática. Debido a esta
circulación, solo una pequeña fracción de las sales biliares que entra al intestino se
excreta en las heces. Esto disminuye la necesidad de una síntesis activa de as sales
biliares por las células hepáticas.
Excreción de bilirrubina
La bilirrubina es un pigmento derivado de la fragmentación de la hemoglobina por las
células del sistema reticuloendotelial, entre las cuales se encuentra las células de Kupffer
del hígado. Los hepatocitos eliminan la bilirrubina de la sangre y la modifican
químicamente a través de la conjugación con ácido glucurónico, lo que vuelve a la
bilirrubina mas soluble en soluciones acuosas. Los hepatocitos secretan la bilirrubina
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conjugada en los canalículos biliares adyacentes que al final llevan la bilis al duodeno. En
el intestino delgado, la bilirrubina se convierte en urobilinógeno, que se excreta de manera
parcial en las heces y es absorbido también en forma parcial a través de la mucosa
intestinal en la sangre portal. Una parte de del urobilinógeno ingresa en la circulación
sistémica y es excretada por los riñones en la orina. La eliminación de bilirrubina en la bilis
representa la vía principal de su excreción. La concentración de bilirrubina en la sangre
puede aumentar en presencia de hepatopatía si se entorpece el flujo de bilis (p. ej., por
cálculos en los conductos biliares) o si hay destrucción de la vía biliar, la bilirrubina no
ingresa en el intestino; en consecuencia, el urobilinógeno está ausente de la orina y
disminuido en las heces.
Metabolismo de medicamento
El hígado metaboliza muchos medicamentos, como barbitúricos, opioides, sedantes,
anestésicos y anfetaminas. El metabolismo por lo general provoca la inactivación de los
medicamentos, aunque también puede ocurrir su activación. Una de las vías importantes
para el metabolismo del medicamento implica la conjugación (unión) del mismo con una
variedad de compuestos, como acido glucurónico o acido acético, para formar sustancias
mas solubles. Estas sustancias se pueden excretar en las heces o la orina de forma
similar a lo que ocurre con las excreciones de la bilirrubina. La biodisponibilidad se
relaciona con la fracción del medicamento administrado que realmente llegue a la
circulación sistémica.
HEPATITIS VIRAL
La hepatitis vírica aguda es una enfermedad infecciosa del hígado causada por distintos
virus que replican en los hepatocitos, caracterizada por necrosis hepatocelular e
inflamación. El cuadro clínico y las lesiones histológicas originadas por los diferentes
agentes etiológicos son prácticamente idénticos, aunque existen diferencias en el
mecanismo de transmisión de la infección, el periodo de incubación y la evolución de la
enfermedad y, sobre todo, en los marcadores serológicos que permiten reconocer el
agente responsable.
Etiología
Hasta la fecha, se han identificado cinco tipos definitivos de hepatitis viral: hepatitis A, B,
C, D y E. la hepatitis A y E son similares en el modo de transmisión (fecal – oral), en tanto
que la hepatitis B, C y D comparten muchas otras características.
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Virus de la hepatitis A (VHA)
Pertenece al género Heparnavirus (de HepaRNA-virus) y contiene un RNA lineal y un
único antígeno. A diferencia de otros enterovirus, no tiene replicación intestinal, sino sólo
en el citoplasma de los hepatocitos. Esta forma de hepatitis se transmite primordialmente
a través de la vía fecal – oral, por la ingestión de alimentos o líquidos infectados por el
virus. Tiene mayor prevalencia en país con sobrepoblación y pobre saneamiento. El virus
se encuentra en las heces de pacientes infectados antes del inicio de los síntomas y
durante los primeros días de la enfermedad. La hepatitis se puede transmitir también
durante la actividad sexual; siendo esta de manera oral – anal y con múltiples parejas
sexuales. Rara vez, si es que sucede, se transmite por transfecciones sanguíneas. El
periodo de incubación se estima entre 2- 6 semanas, con un promedio alrededor de 4
semanas. La enfermedad puede ser prolongada y durar 4-8 semanas. Por lo común dura
más y más grave en aquellos con más de 40 años de edad. Rara vez progresa a necrosis
hepática aguda o hepatitis fulminante que resulta en cirrosis del hígado o muerte. El
índice de mortalidad de la hepatitis A es de alrededor 0,5 para los menores de 40 años y 1
a 2 % para personas mayores. No existe un estado de portador y ninguna hepatitis
crónica se asocia con la hepatitis A el virus está presente sólo brevemente en el suero;
cuando ocurre la ictericia, el paciente probablemente no es infeccioso. Aunque la hepatitis
A confiere inmunidad contra sí misma, la persona puede contraer otras formas de
hepatitis.
Manifestaciones clínicas
Muchos pacientes son anictéricos (sin ictericia) y asintomáticos. Cuando aparecen los
síntomas, se parecen a aquellos de una infección leve de las vías respiratorias superiores,
como un resfriado, con fiebre de grado bajo. La anorexia, un síntoma temprano, a menudo
es acentuada. Se cree que resulta de la liberación de una toxina por el hígado dado o del
fracaso de las células hepáticas dadas para desintoxicar un producto anormal. Mas tarde
la ictericia y la orina oscura pueden volverse aparentes. La indigestión esta presentes en
grados variables, marcada por malestar epigástrico vago, náuseas, ascitis y flatulencia. El
paciente también puede desarrollar una fuerte aversión al sabor de los cigarrillos y otros
olores fuertes. Estos síntomas tienden a desaparecer tan pronto como la ictericia alcanza
su pico, quizá 10 días después de su aparición inicial. Los síntomas pueden ser leves en
los niños; en los adultos pueden ser más marcados en el curso de la enfermedad
prolongada.
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Datos diagnósticos
A menudo el hígado y el bazo están moderadamente crecidos durante unos pocos días
después del inicio; además de la ictericia, hay pocos signos físicos. El antígeno de la
hepatitis A se puede encontrar en las heces 7 a 10 días antes de la enfermedad y durante
2 a 3 semanas después que parecen los síntomas. Los anticuerpos HAV son detectables
en el suero, pero por lo común no hasta que aparecen los síntomas. El análisis de las
subclases de inmunoglobulinas puede ayudar a determinar si el anticuerpo representa
una infección aguda o pasada.
Tratamiento
El reposo en cama durante la etapa aguda y una que es aceptable y nutritiva para el
paciente son parte del tratamiento y cuidado de la enfermería. Durante la anorexia, el
paciente debe recibir frecuentes alimentos pequeños, complementados si es necesario
por líquidos IV con glucosa. Debido a que el paciente a menudo tiene aversión al
alimento, se puede requerir la persistencia amable y la creatividad para estimular el
apetito. Son necesarios los niveles óptimos de alimento y líquido para contrarrestar la
pérdida de peso y acelerar la recuperación. Sin embargo, incluso antes de la fase ictérica,
muchos pacientes recobran el apetito. El sentido de bienestar del paciente y los
resultados de las pruebas de laboratorio son, por lo común, guías apropiadas para el
reposo en cama y la restricción de la actividad física. La deambulación gradual pero
progresiva parece acelerar la recuperación, siempre y cuando el paciente descanse
después de la actividad y no participe en actividades hasta el punto de fatiga.
Manifestaciones clínicas
Desde el punto vista clínico, la enfermedad se parece mucho a la hepatitis A, siendo esta
con un periodo de incubación mucho mas largo (1 a 6 meses). Estos síntomas y signos de
la hepatitis B pueden ser insidiosos y variables. Son raros la fiebre y los síntomas
respiratorios; algunos pacientes tienen artralgias y exantemas. El paciente puede tener
perdida de apetito, dispepsia, dolor abdominal, dolor generalizado, malestar y debilidad.
La ictericia puede o no ser evidente. Si ocurre la ictericia, la acompaña heces de color
claro y orina oscura. El hígado puede sentirse adolorido a la palpación y crecido de 12 a
14 cm de forma vertical. El bazo esta crecido y palpable en algunos pacientes; los
ganglios linfáticos cervicales posteriores también pueden estar crecidos.
Datos diagnósticos
Tratamiento medico
Los objetivos del tratamiento son minimizar la ineficacia e inflamación hepática y disminuir
los síntomas. De todos los medicamentos usados para tratar la hepatitis viral crónica tipo
B, el interferón alfa como la única modalidad de tratamiento, es el mas prometedor. El
interferón se debe administrar mediante inyección y tiene efectos colaterales
significativos, incluyendo fiebre, escalofríos, anorexia, náuseas, mialgias y fatiga. Los
efectos colaterales retrasados son mas graves y pueden necesitar reducción de la dosis o
su discontinuación. Estos incluyen aplasia medular, disfunción tiroidea, alopecia, e
infecciones bacterianas. También se aprobaron dos medicamentos antivirales, lamivudina
y adefovir, análogos nucleósidos orales, para el uso de la hepatitis B crónica. Los estudios
revelaron índices mejorados de seroconversión, perdida de virus detectables, mejoría en
la función hepática y reducción en la evolución a cirrosis con lamivudina. Adefovir puede
ser eficaz en personas resistentes a lamivudina.
Se puede recomendar reposo en cama, las actividades están restrimgidas hasta que el
crecimiento hepático y las cifras de bilirrubina sérica y las enzimas hepáticas hayan
disminuido. Después se permite la actividad gradualmente aumentada. Se debe mantener
la nutrición adecuada. Las proteínas se restringen silos síntomas indican que la capacidad
del hígado para metabolizar los subproductos esta deteriorada. Las medidas para
controlar los síntomas dispépticos y el malestar general comprenden el uso de antiácidos
y antieméticos, pero se deben evitar todos los medicamentos si ocurre el vómito. Si
persiste, el paciente puede requerir hospitalización y tratamiento de líquidos. Debido al
modo de transmisión, se evalúa al paciente para otras enfermedades hematógenas (p.ej.,
infección de VIH).
Hepatitis viral C
El VHC causa infección aguda y crónica. Por lo general, la infección aguda es
asintomática5 y muy raramente se asocia a una enfermedad fulminante potencialmente
mortal (1-2%). Aproximadamente un 15-45% de las personas infectadas elimina el virus
espontáneamente en un plazo de 6 meses sin necesidad de tratamiento. Se han descrito
casos de una rápida progresión con fallo hepático en 1-2 años, pero lo más frecuente es
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que estos pacientes tengan un curso insidiosamente progresivo. De hecho, el restante 55-
85% de las personas desarrollará infección crónica (algunos autores hablan de una media
del 80% de los casos). La historia natural de la hepatitis C crónica varía mucho, así como
el pronóstico de la misma, pero la remisión espontánea en esos pacientes es
extremadamente rara. La mayoría de pacientes se mantiene –incluso durante décadas–
en fase de hepatopatía crónica compensada con curso asintomático, pero el 20-30%
desarrollará cirrosis hepática (caracterizada por fibrosis tisular y nódulos de regeneración)
en un plazo de 20 años. De hecho, la hepatitis crónica por VHC es, junto a la hepatitis B
crónica, la principal causa de cirrosis hepática y de trasplante hepático, y se estima que
provocan el 57% de todos los casos de cirrosis y el 78% de los de cáncer hepático
primario (que se desarrolla, de media, a los 30 años del inicio de la infección).
Manifestaciones clínicas
Aunque los síntomas no se correlacionan perfectamente con la evolución de la
enfermedad, se describe fatiga, náuseas, anorexia, artralgias, mialgias y pérdida de peso;
también dolor abdominal, prurito, coluria y deterioro cognitivo. Como factores que
determinan la gravedad de la hepatitis C crónica, se han descrito el consumo excesivo de
alcohol, la coinfección con otros virus, la edad avanzada, la existencia de
inmunodeficiencias y el genotipo 1b, que es el más frecuente en nuestro medio.
Diagnóstico
El diagnóstico suele dirigirse por una sospecha en base a una historia clínica completa y
el examen físico del paciente; suele diagnosticarse de forma fortuita en reconocimientos
médicos, donaciones de sangre o en el diagnóstico de otras patologías. Es necesario
realizar una analítica general que incluya niveles de transaminasas séricas, bilirrubina,
tiempo de protrombina y albúmina, marcadores de función renal, un panel lipídico,
marcadores de función tiroidea y recuentos completos de células sanguíneas. También se
deben evaluar marcadores serológicos frente a otros virus hepatotropos y frente al VIH.
Generalmente, se recomienda una biopsia hepática para conocer la posible presencia de
fibrosis y su grado, si bien ésta está siendo sustituida por la elastografía (técnica menos
cruenta). Las técnicas indirectas de detección de anticuerpos anti-VHC, como el ELISA,
constituyen la primera línea diagnóstica y son indicativas de infección activa o pasada,
mientras que las técnicas directas de demostración de viremia (ARN viral o antígenos),
como la PCR, indican infección activa. La detección de anticuerpos anti-VHC puede ser
difícil o de limitada utilidad en casos de infección muy reciente (por el periodo de ventana),
en recién nacidos de madres infectadas y en algunos pacientes inmunodeprimidos
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(infectados por el VIH, receptores de trasplantes o pacientes en hemodiálisis con una
respuesta humoral reducida). En esos casos, para descartar la infección, está indicada la
utilización de técnicas moleculares para la detección del ARN viral, como la PCR, que es
el método diagnóstico más sensible y precoz, puesto que puede ser positivo incluso
durante el periodo de incubación (de 6 a 8 semanas). En el 5-10% de los casos puede
detectarse una curación espontánea, con negativización mantenida del ARN-VHC y cifras
normales de transaminasas.
Hepatitis viral D
La infección por VHD puede presentarse en el curso de una infección aguda o crónica por
el VHB, con el que comparte un periodo medio de incubación de 4-12 semanas. Si la
infección por el VHD y el VHB es simultánea (coinfección), la clínica es indistinguible de la
hepatitis B. El porcentaje de pacientes que cronifican en la coinfección es similar al de los
pacientes que cronifican en la monoinfección por VHB. En este caso, más del 95% de las
ocasiones evoluciona hacia la curación. Sin embargo, si se trata de una sobreinfección
por el VHD en pacientes ya infectados por VHB (positivos para HBsAg), puede
presentarse clínicamente como una hepatitis aguda o como un empeoramiento de la
hepatitis B crónica ya existente, que puede llegar a ser muy grave. La infección crónica
por VHD es más grave que la infección crónica exclusivamente debida a VHB, siendo el
riesgo de evolución a cirrosis en 5 años de hasta el 50%.
Diagnóstico
El diagnóstico microbiológico del VHD se basa en la detección y/o cuantificación de
antígenos, anticuerpos y del genoma del virus, siendo necesario detectar marcadores
serológicos del VHB para realizar una caracterización precisa de la infección por VHD.
Los primeros anticuerpos se elevan a las pocas semanas de la infección y, aunque la IgM
desaparece pronto en las formas autolimitadas y en las formas agudas, puede ser muy
perdurable en las formas crónicas, especialmente en las sobreinfecciones. Una buena
forma de diferenciar las sobreinfecciones de las coinfecciones es que, en este último
caso, coexisten la IgM anti-VHD con la IgM anti-HBc. Los marcadores moleculares en la
infección por VHD están basados en la detección y caracterización del ARN del VHD. Su
carga viral no se correlaciona con ningún marcador clínico de actividad o estado de la
enfermedad hepática. No obstante, la disminución del ARN del VHD y del título de HBsAg
durante el tratamiento puede indicar el éxito terapéutico.
Hepatitis viral E
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En general, y de forma similar a la hepatitis A, se trata de una infección autolimitada (en
su caso, con clínica leve) que se resuelve en 4-6 semanas y que presenta una baja
mortalidad (0,2-0,3%), aunque puede llegar a ser especialmente grave en mujeres
embarazadas, en quienes la tasa de mortalidad está entre el 20 y el 30% por fallo
hepático fulminante. La infección sintomática se da principalmente en adultos jóvenes de
15 a 40 años. Además, se ha planteado que podría cronificarse en pacientes
inmunocomprometidos, en quienes podría incluso desembocar en cirrosis. No suele
asociarse a un incremento del riesgo de cáncer hepático.
Los casos de hepatitis E no se pueden distinguir clínicamente de otros tipos de hepatitis
víricas agudas. Los signos y síntomas característicos son ictericia, anorexia,
hepatomegalia con dolor a la palpación, dolor abdominal, náuseas y vómitos, y fiebre.
Algunos casos notificados relacionan la infección por VHE con síndromes neurológicos.
Ante la inespecificidad de su clínica, el diagnóstico de la infección por el VHE suele
basarse en la detección en la sangre de anticuerpos IgM e IgG específicos contra este
virus. La detección de anticuerpos de clase IgM tiene utilidad diagnóstica en la infección
aguda, mientras que la presencia de IgG como único marcador indica infección pasada
por el VHE. La detección de ARN del VHE en sangre o heces mediante la técnica RT-
PCR indica infección activa.
Cuidados de enfermería
Educación sanitaria orientada a la prevención. Desde el punto de vista de prevención del
contagio, deben tenerse presente las principales vías de transmisión de los virus
hepatotropos y los factores de riesgo para adquirir una infección por ellos. En base a ello,
cabe destacar una serie de consejos sanitarios que se pueden proporcionar a las
personas susceptibles de contraer una hepatitis viral:
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- Conviene reducir la ingesta de sal –con el fin de reducir la retención de fluidos– y
debe limitarse el consumo de proteínas (se recomienda un consumo diario < 1 g/kg
peso).
- No deben tomarse bebidas alcohólicas, ni siquiera esporádicamente. Tampoco son
recomendables las bebidas con gas.
- Es mejor repartir la ingesta de alimentos en cuatro o cinco tomas a lo largo del día,
para que el hígado actúe más regularmente y sin excesivas cargas metabólicas
puntuales.
- Conocer los valores normales de una hepatograma.
CIRROSIS HEPATICA
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Cirrosis biliar: en que las cicatrices aparecen en el hígado alrededor de los conductos
biliares. Suele deberse a obstrucción crónica de las vías biliares e infección (colangitis);
es mucho más rara que las otras dos formas de cirrosis.
La zona más afectada del hígado comprende los espacios portales y periportales donde
se comunican los canalículos biliares de cada lobulillo para formar los conductos biliares.
Estas zonas se inflaman y los conductos se ocluyen con bilis y pus espesos. El hígado
intenta formar nuevos conductos y por esta razón hay proliferación excesiva de tejido,
compuesto en gran medida por conductos recientes, que están desconectados y
rodeados por tejido cicatrizal.
FISIOPATOLOGIA
Al parecer algunos individuos son más susceptibles que otros a la enfermedad, sean o no
alcohólicos o estén o no desnutridos. Pueden intervenir otros factores, como el contacto
con algunas sustancias químicas (tetracloruro de carbono, naftaleno clorado, arsénico o
fosforo), o la esquistosomiasis infecciosa. Se ven afectados el doble de varones que de
mujeres y la mayoría de los pacientes tiene entre 40 y 60 años de edad. Cada año más de
27 000 personas mueren por enfermedades hepáticas crónicas en Estados Unidos
(National Institutes of Health, 1997).
El pronóstico de las diferentes formas de cirrosis causadas por los diversos trastornos
hepáticos se ha investigado en una serie de estudios. De los principales indicadores del
pronóstico, la clasificación de Child parece ser el más útil en la predicción del resultado en
sujetos con enfermedad hepática.
MANIFESTACIONES CLINICAS
La cirrosis compensada, con sus síntomas menos graves y a menudo vagos, puede
descubrirse durante una exploración física de rutina. Las particularidades de la cirrosis
descompensada resultan de la incapacidad del hígado para sintetizar proteínas, factores
de coagulación y otras sustancias, así como de manifestaciones de hipertensión portal.
COMPENSADA DESCOMPENSADA
Fiebre intermitente de grado bajo. Ascitis e ictericia.
Araña vascular. Debilidad y pérdida de peso.
Eritema palmar (palmas de las manos Purpura (debido a un menor recuento
enrojecidas). plaquetario).
Epistaxis inexplicable. Fiebre continua de grado bajo.
Edema de los tobillos. Dedos en palillo de tambor.
Indigestión matutina vaga. Emaciación muscular.
Dispepsia flatulenta. Equimosis espontanea.
Dolor abdominal. Epistaxis e hipotensión.
Hígado agrandado y firme. Vello corporal escaso.
Esplenomegalia. Uñas blancas y atrofia gonadal.
HEPATOMEGALIA
Designación de grupo A B C
(menos (más grave)
grave)
Bilirrubina sérica (mg/100 ml) Menor de 2.0 2.0 a 3.0 Mayor de 3.0
Albumina sérica (g/ 100 ml) Mayor de 3.3 3.0 a 3.5 Menor de 3.0
Ascitis Ninguna Controlada Mal controlada
con facilidad
Trastorno neurológico (grado de Ninguno Mínimo Coma avanzada
encefalopatía)
Nutrición Excelente Buena Deficiente con
“emaciación”
INFECCION Y PERITONITIS
Los pacientes cirróticos con ascitis presentan peritonitis bacteriana en ausencia de una
fuente intraabdominal de infección o de un absceso. Esta condición se conoce como
peritonitis bacteriana espontanea. Se cree que la vía más probable de infección es la
bacteriemia. Los signos clínicos en ocasiones no están presentes por lo que se requiere
paracentesis para el diagnóstico. El tratamiento con antibióticos es eficaz para tratar y
prevenir los episodios recurrentes de peritonitis bacteriana espontanea.
VARICES GASTROINTESTINALES
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La obstrucción del flujo sanguínea a través del hígado debida a los cambios fibroticos
también hace que se formen vasos colaterales en el aparato gastrointestinal y se desvíe
la sangre de la vena porta a otros vasos con menor presión. Como consecuencia. En el
sujeto cirrótico se observa distensión de los vasos abdominales, que son visibles en la
inspección del abdomen (cabezas de medusa), los vasos de todo aparato gastrointestinal.
Entre los órganos en que suelen surgir vasos colaterales están esófago, estómago y
porción inferior de reto; en ellos se forman varices o hemorroides, según su localización.
Los vasos mencionados no resisten la elevada presión a que se les somete ni pueden
acomodar el volumen de sangre en la cirrosis, por lo que se rompen y sangran. Por tal
motivo, la valoración debe incluir la búsqueda de sangre oculta y franca en el aparato
digestivo. En promedio, 25% de los enfermos presenta hematemesis pequeñas, en tanto
otros tienen hemorragias gástricas abundantes y varices esofágicas.
EDEMA
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Otros síntomas tardíos de la cirrosis se atribuyen a insuficiencia hepática crónica.
Disminuye la concentración de albumina plasmática, lo cual predispone a la formación de
edema. En la cirrosis hay producción excesiva de aldosterona, lo cual causa retención de
sodio y agua y excreción de potasio.
En casos de disfunción grave del parénquima hepático, los niveles de albumina sérica
tienden a disminuir y el nivel de globulina sérica se eleva. Las pruebas enzimáticas
indican daño a las células hepáticas: se incrementan los niveles de fosfatasa alcalina
sérica, aminotransferasa de aspartato, aminotransferasa de alanina y GGT; el nivel de
colinesterasa sérica disminuye. Asimismo, se realizan pruebas de bilirrubina para medir la
excreción o retención de bilis. El tiempo de protrombina se prolonga.
TRATAMIENTO MEDICO
El tratamiento del individuo cirrótico suele basarse en los síntomas de presentación. Por
ejemplo, se administran antiácidos para disminuir las molestias gástricas y la posibilidad
de hemorragia gastrointestinal. Los complementos de vitaminas y nutrientes permiten la
regeneración de los hepatocitos dañados y mejoran el estado nutricional general del
paciente. Para disminuir la ascitis se recurre a los diuréticos ahorradores de potasio, como
la espironolactona, que además minimizan los desequilibrios de líquidos y electrolitos que
suelen acompañar a otros diuréticos. El consumo adecuado de proteínas y calorías es
parte esencial del tratamiento; además, se debe evitar la ingestión de alcohol. La fibrosis
del hígado cirrótico no se cura, más su evolución puede detenerse o desacelerarse con
las medidas señaladas.
Los estudios preliminares indican que la colquicina, fármaco antiinflamatorio que se utiliza
para tratar los síntomas de gota, aumenta el tiempo de supervivencia en pacientes con
cirrosis de ligera a moderada.
DIAGNOSTICO DE ENFERMERIA:
COMPLICACIONES:
Sangrado y hemorragia
Encefalopatía hepática
Volumen excesivo de líquidos
INTERVENCION DE ENFERMERIA
Fomento de reposo
El individuo con enfermedad hepática activa necesita reposar y adoptar otras medidas de
apoyo para que el hígado recupere su capacidad funcional. Si se hospitaliza al paciente,
la enfermera debe medir y registrar el peso y los ingresos y perdidas de líquidos. Su
posición en la cama se ajusta para una eficacia respiratoria máxima, que es de especial
importancia si la ascitis es marcada, pues esta impide una excursión torácica adecuada. A
veces se necesita administrar oxígeno en caso de insuficiencia hepática para oxigenar las
células debilitadas, pues de lo contrario ocurre necrosis de un número mayor de ellas.
El individuo cirrótico que ya no tiene ascitis, edema ni signos de coma inminente debe
recibir una dieta nutritiva con abundantes proteínas y complementada con vitaminas del
complejo B y otras según se prescriban (incluyendo vitaminas A, C, K y ácido fólico). La
nutrición satisfactoria es muy importante; por ello, hay que esforzarse para que el
individuo ingiera sus alimentos, aspecto de tanta importancia como cualquier medida
farmacoterapeutica. A veces el sujeto tolera más las raciones pequeñas y frecuentes que
tres comidas de gran volumen debido a la presión abdominal que ejerce la ascitis.
También se indican complementos proteínicos.
Es importante considerar las preferencias personales del enfermo. Ahora bien, quienes ha
sufrido anorexia duradera e intensa, vomitan y comen poco por cualquier causa pueden
recibir alimentos ab través de una sonda nasogástrica o por hiperalimentacion parenteral.
Los individuos con heces grasientas (esteatorrea) deben recibir formas hidrosolubles de
vitaminas liposolubles (A, D y E), además de que se administran ácido fólico y hierro para
evitar la anemia. Si el paciente muestra indicios de que el coma es inminente o de que
este avanza, se prescribe temporalmente una dieta baja en proteínas. En ausencia de
encefalopatía hepática se ingiere una cantidad moderada de proteínas en alimentos de
alto valor biológico. Se requiere una dieta que contenga 1 a 1.5g de proteínas por
kilogramo de peso corporal por día, a menos que el paciente este desnutridos. Se permite
cantidades menores de proteínas si se desarrolla encefalopatía. El riesgo de
encefalopatía disminuye al incorporar proteínas vegetales para satisfacer las necesidades
de esta sustancia. También está indicada la restricción de sodio para prevenir la aparición
de ascitis.
CUIDADOS CUTANEOS
DIAGNOSTICO DE ENFERMERIA
1. Dolor agudo r/c agente lesivo físico (hepatomegalia y espasmos de vías biliares)
e/v EVA 8/10.
2. Exceso de volumen de líquidos (edema, ascitis) r/c compromiso de los mecanismos
reguladores e/v MM. II y MM. SS
3. Patrón respiratorio ineficaz r/c hiperventilación, dolor, fatiga de músculos
respiratorios e/v disnea.
4. Riesgo de sangrado r/c deterioro de la función hepática (cirrosis), desordenes
gastrointestinales (varices esofágicas).
5. Trastorno de la percepción sensorial r/c desequilibrio bioquímico, alteración de la
recepción sensorial e/v desorientación.
6. Riesgo de infección r/c inmunosupresión y procedimientos invasivos (paracentesis,
instalación de vías periféricas)
DESEQUILIBRIOS ACIDOBASICOS
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El pH del plasma es un indicador de la concentración de iones de hidrógenos (H+). Los
mecanismos homeostáticos conservan el pH dentro de una escala normal (7.35 a 7.45).
entre ellos se incluyen los sistemas amortiguadores, riñones y pulmones. La
concentración de iones de hidrogeno es sumamente importante; entre mayor sea el
número de estos, más acida será la solución y más bajo el pH. Entre menor sea la
concentración de iones de hidrogeno, mas alcalina será la solución y más alto el pH. La
escala de pH compatible con la vida (6.8 a 7.8) tiene un límite superior diez veces mayor
de concentración plasmática de iones de hidrogeno que el límite inferior.
SISTEMAS AMORTIGUADORES
Los sistemas amortiguadores son sustancias que evitan cambios importantes del pH de
los líquidos corporales, por captación o liberación de iones de hidrogeno, acción que
pueden llevar a cabo con rapidez para prevenir cambios excesivos en la concentración de
estos iones. Los iones de hidrogeno son amortiguados por sistemas intracelulares y
extracelulares. El principal sistema amortiguador extracelular del organismo es el de
bicarbonato y ácido carbónico. Este sistema es el que se vigila en la gasometría arterial.
En condiciones normales, hay 20 partes de bicarbonato (HCO3) por cada una de ácido
carbónico (H2CO3). El pH se modifica cuando cambia dicha proporción, la cual es más
importante para mantener el pH, que los valores absolutos. Debe recordarse que el
dióxido de carbono (CO2) es un ácido en potencia, que al disolverse en agua se convierte
en acido carbónico (CO2 + H2O = H2CO3). Por tanto, la concentración de ácido
carbónico aumenta con la de dióxido de carbono y viceversa. El aumento o disminución
de cualquiera de estas dos sustancias de manera que no se conserve la proporción de 20
a uno, resulta en un desequilibrio acido básico.
Otros sistemas amortiguadores menos importantes del líquido extracelular son los
fosfatos inorgánicos y las proteínas plasmáticas. Los amortiguadores intracelulares
incluyen proteínas y fosfatos orgánicos e inorgánicos; en los eritrocitos destaca la
hemoglobina.
RIÑONES
29
de insuficiencia renal. La compensación renal de los desequilibrios es relativamente lenta
(horas o días).
PULMONES
El nivel normal para una brecha anicónica es de 8 a 16 meq/L (si: 8 a 16 mmol/L). hay
aniones séricos que no se miden, como los sulfatos, cetonas y ácido láctico, a los que
corresponde menos de 16 meq/L de la producción de aniones. Si la brecha anicónica es
mayor de 16 meq/L (si:16 mmol/L), hay que pensar en acumulación excesiva de los
aniones no medidos.
30
La acidosis de brecha anicónica normal es resultado de la perdida directa de bicarbonato,
como sucede en casos de diarrea, fistulas intestinales bajas, ureterostomias y uso de
diuréticos, insuficiencia renal temprana, administración excesiva de cloruro y
administración de nutrición parenteral sin bicarbonato o solutos productores de
bicarbonato (el lactato). La acidosis de brecha anicónica normal también se conoce como
acidosis hipercloremica.
La acidosis de brecha anicónica amplia resulta de una acumulación excesiva de ácido fijo.
Si aumenta a 30 meq/L (si: 30 mmol/L) o más, se presenta acidosis metabólica de brecha
anicónica amplia, sin importa los valores de pH y HCO3-. Ocurre en casos de
cetoacidosis, acido láctica, fase tardía de avenamiento por salicilatos, uremia, intoxicación
por metanol o etilenglicol y cetoacidosis con inanición. El HCO3- amortigua al hidrogeno,
lo que hace que la concentración de bicarbonato disminuya. En todos estos trastornos hay
concentraciones anormalmente altas de aniones en el organismo, con lo que se
incrementa la brecha anicónica por arriba de los límites normales.
MANIFESTACIONES CLINICAS
Los signos y síntomas de acidosis metabólica varían según gravedad. Suele abarcar
cefalea, confusión, somnolencia, aumento de la frecuencia y profundidad respiratorias,
náuseas y vomito. La vasodilatación periférica y disminución de gasto cardiaco aparecen
cuando el pH cae por debajo de siete. Otros hallazgos durante la valoración física
incluyen disminución de la presión arterial, piel fría y humedad, arritmias y choque.
La gasometría arterial es útil para diagnosticar acidosis metabólicas. Entre los cambios
que deben esperarse se incluyen concentración baja de bicarbonato (menor de 22 meq/L)
y pH bajo (menor de 7.35). La principal característica de la acidosis metabólica es menor
concentración de bicarbonato sérico. La hipercaliemia suele acompañar a la acidosis
metabólica como resultado de la salida de potasio hacia el exterior de las células. Más
tarde, a medida que se corrige la acidosis, el potasio regresa a las células y ocurre
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hipocaliemia. La hiperventilación disminuye el nivel de dióxido de carbono como
mecanismo compensador.
TRATAMIENTO MEDICO
En las acidosis metabólicas crónica, los niveles bajo de calcio sérico se tratan antes de
atender la acidosis, con objetos de evitar tetania a causa del incremento en el pH y
diminución en el nivel de calcio ionizado. El tratamiento esta variante de acidosis incluye
el uso de agentes alcalinizantes y hemodiálisis o diálisis peritoneal.
Es probable que las causas más comunes sean vomito o aspiración gástrica con pérdida
de iones de hidrogeno y cloruro. Este trastorno también ocurre en casos de estenosis
pilórica, en la que solo se pierde liquido gástrico, el cual tiene pH acido (que lo general va
de 1 a 3), de modo que la perdida de este líquido muy acido fomenta la alcalinidad del
resto de los líquidos corporales. Otras situaciones que predisponen a alcalosis metabólica
abarca las relacionadas con pérdida de potasio, como el uso de diurético que favorecen la
excreción de potasio (tiazidas, furosemida), y el exceso de hormonas adrenocorticales
(como ocurre en el hiperaldosteronismo y el síndrome de Cushing).
32
1. Los riñones conservan potasio, la que aumenta la excreción de iones de hidrogeno
2. El potasio pasa de las células al líquido extracelular, fenómeno que tiende a mantener
contracciones séricas casi normales (en la medida que el potasio sale de las células,
los iones de hidrogeno entran a estas para mantener el equilibrio eléctrico). El
consumo excesivo de álcalis a partir de antiácidos que contienen bicarbonato o del
uso de bicarbonato de sodio durante la reanimación cardiopulmonar, también puede
causar alcalosis metabólica.
La alcalosis metabólica crónica puede ocurrir con tratamiento diurético a largo plazo
(tiazidas o furosemida), adenoma velloso, drenaje externo de líquidos gástricos, depleción
considerable de potasio, fibrosis quística e ingestión crónica de leche y carbonato de
calcio.
MANIFESTACIONES CLINICAS
La alcalosis se manifiesta sobre todo por síntomas relacionados con una menor ionización
de calcio, como hormigueo en dedos de manos y pies, mareo y músculos hipertónicos. La
fracción ionizada del calcio sérico disminuye en presencia de alcalosis a medida que se
combina más calcio con las proteínas séricas. Dicha fracción ionizada influye en la
actividad neuromuscular, motivo por el cual los síntomas de la hipocalcemia suelen
predominar en la alcalosis. Las respiraciones se deprimen debido a una acción
compensatoria de los pulmones; también pueden presentarse taquicardias auriculares. Se
observan trastornos ventriculares, menor motilidad e íleo paralitico a medida que el pH
aumenta a más de 7.6 y surgen hipocaliemia.
Los síntomas son los mismo que los observados en la alcalosis metabólica aguda. A
medida en que disminuye los niveles de potasio, es posible observar contracciones
ventriculares prematuras u ondas U frecuentes en el electrocardiograma.
33
Los niveles de cloruro en la orina ayudan a identificar la causa de la alcalosis metabólica
si los antecedentes del paciente no proporcionan información adecuada. La alcalosis
metabólica es el medio en que la concentración de cloruro urinario puede servir para
establecer el volumen con mayor precisión que la concentración de sodio urinario. La
concentración de cloruro en la orina permite diferenciar entre vómito, ingestión de
diurético, o exceso de mineralocorticoides. La hipovolemia o hipocloremia en pacientes
con vomito o fibrosis quísticas, en quienes reciben complementos nutricionales o toman
diuréticos, produce concentraciones de cloruro urinario menores de 25 meq/L. Cuando
hay exceso de mineralocorticoides con carga de álcali, no se observan signos de
hipovolemia y la concentración de cloruro urinario excede los 40 meq/L. En estos casos
suele haber expansión en el volumen de líquidos. Las concentraciones de cloruro en la
orina deben ser menores a 15 meq/L cuando disminuyen los niveles de cloruro y ocurre
hipovolemia.
TRATAMIENTO MEDICO
El tratamiento tiene como fin revertir el trastorno subyacente. El enfermo debe recibir
cloruro en cantidad suficiente para que los riñones lo absorban junto con el sodio (lo que
permite la excreción del exceso de bicarbonato). Los tratamientos también incluyen la
restauración del volumen liquido normal mediante la administración de soluciones salinas
(puesto que la depleción continua de volumen hace que persista la alcalosis). En caso de
hipocaliemia se administra potasio en forma KCl para reemplazar las medidas de K+ y Cl-.
Los antagonistas de los receptores H2 de histamina, como la cimetidina, reducen la
producción de ácido clorhídrico gástrico, con lo que disminuye la alcalosis metabólica
relacionada con succión gástrica. En pacientes que no toleran la expansión rápida de
volumen (en casos de insuficiencia cardiaca congestiva) los inhibidores de la anhidrasa
carbónica son útiles para tratar las alcalosis metabólicas. Debido al agotamiento de
volumen por pérdida gastrointestinal, es necesario vigilar de cerca los ingresos y perdidas.
El tratamiento tiene por objeto corregir el trastorno acido básico subyacente.
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consecuencia, eleva los niveles de ácido carbónico (H2CO3). Además de una PaCO2
eleva, la hipoventilación suele disminuir la PaO2. La acidosis respiratoria aguda ocurre en
situaciones de urgencia, como edema agudo pulmonar, aspiración de un cuerpo extraño
atelectasia, neumotórax, sobredosificación de sedantes, síndrome de apnea del sueño,
administración de oxígeno a paciente con hipercapnia crónica (niveles excesivos de
dióxido de carbón en sangre), neumonía grave y síndrome de insuficiencia respiratoria en
adultos. La acidosis respiratoria también se presenta en enfermedades que afectan los
músculos de la respiración, como distrofia muscular, miastenia grave y síndrome de
Guilain-Barre.
MANIFESTACIONES CLINICAS
Los signos clínicos de acidosis respiratoria crónica y aguda son variables. La hipercapnia
súbita (aumento de la PaCO2) puede acelerar la frecuencia respiratoria y el pulso,
aumenta la presión arterial y causar confusión mental y una sensación de plenitud en la
cabeza. Además, provoca vasodilatación cerebral y aumento de flujo sanguíneo cerebral,
en particular cuando es mayor de 60 mmHg. La fibrilación ventricular puede ser el primer
signo de acidosis respiratoria en individuos anestesiados.
Alerta de enfermería
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Cuando hay hipercapnia crónica superior a 50 mmHg, el centro respiratorio se vuelve un
tanto insensible al dióxido de carbono como estímulo de la respiración, lo que deja a la
hipoxemia como el principal impulso para esta.
TRATAMIENTO MEDICO
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El colocar al individuo es posible semi Fowler facilita la expansión de la pared torácica. El
tratamiento de la acidosis respiratoria crónica es el mismo que para la acidosis
respiratoria aguda.
MANIFESTACIONES CLINICAS
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a alcalosis, que ocasiona mayor ingreso de fosfato a las células. Debe realizarse una
prueba toxicológica para descartar intoxicación por salicilatos.
Los pacientes con alcalosis respiratoria crónica suelen estar asintomáticos; la valoración
diagnostica y el plan de enfermería son los mismos que para la alcalosis respiratoria
aguda.
TRATAMIENTO MEDICO
COMPENSACION
Los sistemas pulmonar y renal por lo general se compensan entre sí para restaurar el
valor normal del pH. En un trastorno acidobásicos único, el sistema que no causa el
problema inicia la compensación regresando a la normalidad la proporción de bicarbonato
y acido carbónico. Los pulmones compensan los trastornos metabólicos cambiando la
excreción de CO2. Los riñones compensan los trastornos respiratorios al alterar la
retención de bicarbonato y la secreción de iones de hidrogeno.
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aumenta y se retienen iones de hidrogeno. En la acidosis metabólica, los mecanismos de
compensación incrementan la frecuencia ventilatoria y la retención renal de bicarbonato.
LA GASOMETRIA
La gasometría se utiliza con frecuencia para identificar los trastornos acido básicos
específicos y el grado de compensación que ha ocurrido. Aunque por lo general se basa
en una muestra de sangre arterial, cuando esta última no puede obtenerse, se recurre a
una muestra venosa mixta.
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