El cementerio de Highgate es uno de los rincones más maravillosos que oculta Londres. Inaugurado a mediados del siglo XIX, aquí están enterrados grandes como Karl Marx, George Elliot, Michael Faraday o los padres y hermanos de Charles Dickens. Las tumbas, muchas de ellas de época victoriana, se mezclan con la vegetación frondosa del recinto. Estuvo en estado ruinoso hasta la década de 1980 los ciudadanos lo recuperaron. Cuentan que un vampiro lo ronda… pero es más posible que te topes con una ardilla.
2. Cementerio Nacional de Arlington, Virginia, Estados
Unidos Con una extensión enorme, el cementerio nacional de Arlington es un camposanto militar que se creó en tierras del general confederado Robert E. Lee durante la Guerra de Secesión americana a las puertas de Washington, a orillas del río Potomac.