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Citología del hueso

CELULAS DEL TEJIDO ÓSEO

Las células del tejido óseo se diferencian en:

 Células Osteogénicas: Su función es formar tejido óseo nuevo.

Derivan de células mesenquimatosas, sobre todo mesodérmicas, que van a dar


células osteoprogenitoras. Estas se van a transformar en osteoblastos, que van
a madurar en osteocitos.

- Células osteoprogenitoras: Son las únicas con capacidad de división.


Tienen su origen en células mesenquimatosas algo diferenciadas.
Están presentes en estado embrionario y también en el animal
adulto, en las superficies libres del hueso (donde no existe matriz
ósea). Son células pequeñas, con poco citoplasma y núcleos poco
teñidos, redondeados y ovoideos. Se ven cuando se están formando
los huesos.
- Osteoblastos: Derivan de las anteriores. Son las células formadoras
de tejido óseo por excelencia. Son las responsables de sintetizar la
matriz orgánica y del inicio de la mineralización.
Tienen morfología poliédrica, localizándose en la superficie libre del
hueso y formando una capa en contacto con la superficie libre de la
matriz (el reborde osteoide).
- Osteocitos: Son la principal célula del tejido óseo ya formado. Los
osteoblastos que quedan atrapados en la matriz forman estas
células. Siempre se localizan en cavidades de la matriz ósea llamadas
lagunas u osteoplastos.
Tienen función de mantenimiento de la matriz ósea mediante la
síntesis de sus componentes. Para algunos autores intervienen en el
mantenimiento de los niveles plasmáticos de calcio: liberar el calcio
de la matriz inorgánica a plasma, denominándose esta acción
osteolisis osteocítica. De realizarse esta función sería en pequeñas
cantidades.

 Células Osteoclásticas: Su función es destruir tejido óseo.

Las células osteoclásticas u osteoclastos tienen su origen en células de la


médula ósea, de forma que monocitos se van a transformar en macrófagos y
estos en osteoclastos. Tienen función defensiva por su capacidad fagocítica.

- Osteoclastos: Su función es la reabsorción de tejido óseo. Los huesos


y el tejido óseo están en constante mineralización.
Su función es la resorción del tejido óseo, que se realiza en las
siguientes fases:
Síntesis: se sintetizan enzimas proteolíticos en gran cantidad. Se
liberan por exocitosis en la zona de ribete en cepillo. En esta fase hay
una gran cantidad de RER y un ribete en cepillo poco desarrollado.
Los enzimas rompen las fibras de colágeno y se liberan las sales de
calcio. Además se sintetiza ácido cítrico y ácido carbónico porque el
pH ácido favorece la acción enzimática.
De resorción: hay menos RER, el ribete en cepillo está bien
desarrollado y hay muchos lisosomas. Se absorben sales de calcio por
fagocitosis y se incorporan al citoplasma. Después de ser degradados
son vertidos al capilar.

CLASIFICACIÓN DE LOS HUESOS

Atendiendo a su forma, los huesos se clasifican en tres grupos: largos, anchos


y cortos.

• Huesos Largos: predomina una dimensión, se encuentran en las


extremidades. En todo hueso largo encontramos una porción central,
llamada diáfisis y dos extremidades o epífisis. Ejemplo: el fémur, la
tibia, los metacarpianos.

• Huesos Planos: presentan dos dimensiones, el largo y el ancho,


considerablemente mayores que el grueso. Se encuentran en el cráneo
y en el tronco. Ejemplos: el frontal, el occipital, el ilíaco

• Huesos Cortos: En los huesos cortos las tres dimensiones son


aproximadamente iguales. Se encuentran en la columna vertebral, el
carpo y el tarso. Ejemplos: una vértebra, el astrágalo, el semilunar

Según su estructura, los huesos pueden clasificarse en hueso esponjoso y


hueso compacto.

• Hueso esponjoso

El primero está formado por trabéculas óseas de aproximadamente 0.1


a 0.5 mm.

En esas regiones es donde se aloja la médula osea.


• Hueso compacto

Está formado por láminas óseas rígidas

El tejido compacto predomina en las diáfisis

REMODELACIÓN ÓSEA

Es el proceso de cambio constante que sucede en el hueso. Se produce tejido


óseo nuevo y se elimina tejido viejo.

Proceso de remodelación

El proceso de remodelación se lleva a cabo en las superficies óseas,


fundamentalmente en la endostal y, en condiciones normales, el 75% de las
superficies del hueso trabecular y alrededor del 95% del cortical se encuentran
en reposo. La diferencia entre la cantidad de hueso que se destruye y la que
se forma en cada una de las BRU se conoce como balance óseo, siendo su valor
igual a cero hasta los 30-40 años, y de aproximadamente –3% a partir de esta
edad. La velocidad de renovación ósea, o lo que es lo mismo, el volumen de
hueso renovado en la unidad de tiempo, se conoce con el término de recambio
óseo (turnover). Cuando las BRU se encuentran en equilibrio negativo, un
aumento de su número, y por lo tanto, del recambio, supone un incremento
en las pérdidas óseas totales. Cuando hay una adecuada coordinación
temporal y espacial entre la activación de los osteoblastos y los osteoclastos
se dice que existe un acoplamiento entre ambos
Descripción del ciclo de remodelación ósea

En el ciclo de renovación ósea cabe distinguir cuatro fases: activación,


resorción, inversión y formación. La activación comienza con el reclutamiento
de los pre-osteoclastos, los cuales proliferan, se diferencian y se fusionan, para
formar las grandes células multinucleadas que constituyen los osteoclastos
maduros.

El fenómeno de activación es consecuencia de la intervención de una serie de


“señales” no bien conocidas, entre las que deben figurar cambios en las
fuerzas mecánicas locales, cambios en la situación endocrinológica general del
individuo, cambios en el ambiente paracrino del lugar que va a ser
remodelado, y cambios en la propia estructura ósea surgidos como
consecuencia del envejecimiento o del sufrimiento de un daño.

Antes de que comience la fase de resorción, los osteoclastos deben fijarse al


hueso. Para ello, los osteoblastos de revestimiento se retraen dejando huecos
a través de los cuales pasan los osteoclastos. Tras establecer contacto con la
matriz ósea, las células osteoclásticas se fijan al hueso gracias a la afinidad de
una integrina presente en la superficie de los osteoclastos (la avb3) por
determinadas proteínas de la matriz ósea (vitronectina, fibronectina). Tal
unión se sigue de la activación en el osteoclasto de la quinasa p60c-src, molécula
que interviene en la organización del citoesqueleto del osteoclasto, lo que
permite a estas células adoptar la típica configuración que caracteriza al
osteoclasto activo, con el borde rugoso o “fruncido”, y un anillo rico en
filamentos de actina que rodea a la zona rugosa, y que al unirse a la matriz,
sella el espacio que queda entre ambas (zona rugosa del osteoclasto y matriz),
aislándolo del microambiente óseo. Tras fijarse a las superficies óseas, los
osteoclastos maduros comienzan a resorber hueso. El mecanismo principal de
disolución del componente mineral, que precede al de las fibras colágenas,
está mediado por la secreción de hidrogeniones (H+) a la zona sellada a través
de un mecanismo de transporte activo ATPasa-dependiente. Los H+ proceden
de la transformación previa de CO2 y H2O en CO3H2, gracias a la acción de la
anhidrasa carbónica, enzima presente en los osteoclastos. La secreción de
H+ facilita la disolución del cristal de hidroxiapatita y, además, crea las
condiciones de pH idóneas (pH: 4,5) para que actúen las enzimas lisosomales
que disuelven la matriz orgánica. La más importante de ellas es la catepsina K,
aunque también colaboran en este proceso otras proteinasas como las
metaloproteinasas 2, 9 y 13 que se encuentran enterradas en la matriz, por lo
que también se las conoce con el nombre de matrixinas. Las sustancias
liberadas del hueso pasan al interior del osteoclasto, que las procesa. Tras
finalizar su actuación, los osteoclastos desaparecen por apoptosis

Figura 2. Resorción ósea.


Una vez finalizado el fenómeno de resorción, la superficie ósea queda libre de
células, excepto por la presencia de unos pocos fagocitos mononucleares cuya
estirpe se ha venido considerando macrofágica, aunque podría ser
osteoblástica, y que, además de limpiar la cavidad, tiene la función de formar
la línea de cementación sobre la que se depositará el hueso nuevo.

Es la fase de inversión, durante la cual probablemente se establecen señales


que reclutan osteoblastos. Tras este periodo de aparente inactividad van
llegando al hueso los precursores de los osteoblastos que proliferan y se
diferencian a osteoblastos maduros llenando con nuevo tejido óseo el hueco
previamente labrado por los osteoclastos. No se conocen con exactitud los
mecanismos íntimos que determinan el acoplamiento entre los osteoblastos y
los osteoclastos, aunque se cree que intervienen algunos factores de
crecimiento que, enterrados en la matriz ósea al formarse la misma, son
liberados desde ella cuando es destruida.

Se desarrolla así la cuarta fase o de formación en la que los osteoblastos


sintetizan y depositan la matriz osteoide que posteriormente se mineralizará.
Se considera que aproximadamente la mitad de los osteoblastos formadores
de hueso mueren por apoptosis. La otra mitad, o bien se transforma en
osteoblastos de superficie (células de recubrimiento) recubriendo el hueso
recién formado, o bien, a medida que forman hueso, quedan enterrados en él,
transformándose en osteocitos.

Los osteocitos se mantienen en contacto entre sí y con las células de la


superficie ósea mediante una red de prolongaciones citoplasmáticas alojada
en un sistema canalicular existente en el seno del tejido óseo.
Tanto los osteoclastos como los osteoblastos se originan en la médula ósea.
Los precursores de los osteoclastos son de estirpe hematopoyética, mientras
que los de los osteoblastos pertenecen al mesénquima (estroma) de la médula.
Los precursores de los osteoclastos no pueden desarrollarse en ausencia de las
células del estroma, hecho conocido desde hace años, pero al que sólo se ha
encontrado explicación recientemente, con la descripción del sistema RANK-
RANKL-OPG.

CRECIMIENTO ÓSEO INTRAMEMBRANOSO Y ENDOCONDRAL.

Osificación

El proceso mediante el cual se forma el hueso se denomina osificación. En el


embrión, existe un precursor del esqueleto formado por tejido cartilaginoso
hialino y mesénquima embrionario que ya tiene una forma característica a
partir de las seis semanas.
La formación de hueso sigue dos procesos diferentes:

Osificación Intramembranosa

Es la que produce preferentemente huesos planos y, como su nombre indica


tiene lugar dentro de una membrana de tejido conjuntivo. En este proceso,
algunas de las células mesenquimatosas que forman las membranas de tejido
conjuntivo son transformadas en osteoblastos constituyendo un centro de
osificación alrededor del cual se va formando hueso.

El cartílago no está presente durante la osificación intramembranosa, sino que


ocurre dentro de una membrana de tejido conjuntivo.

También es un proceso esencial durante la curación natural de


las fracturas óseas y la formación rudimentaria de huesos de
la cabeza humana.
Osificación Endocondral

Se desarrolla sobre un modelo de cartílago hialino embrionario.

Permite la formación de los huesos cortos y largos: huesos cartilaginosos.

Proceso en el desarrollo del sistema esquelético en los fetos, y que concluye


con la producción del tejido óseo a partir del tejido cartilaginoso. Los huesos,
durante el desarrollo embrionario, son un molde de cartílago hialino que va
siendo progresivamente reemplazado por tejido óseo.

ETAPAS EN CENTRO DE OSIFICACIÓN ENDOCONDRAL:

Primera etapa:

• Hipertrofia de los condrocitos en el tallo del molde hialino (citoplasma


vacuolado, depósito de glicógeno)

• Retracción de la matriz cartilaginosa (se hace más delgada)

• Calcificación de la matriz hialina: depósito de fosfato cálcico

• Degeneración y muerte de los condrocitos hipertróficos


Segunda etapa:

• Invasión por vasos sanguíneos y células osteogénicas (mesenquima


vascularizado) en cavidades dejadas por los condrocitos.

• Formación de osteoblastos y depósito de componentes de la matriz ósea

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