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SAFO
SAFO
Su padre Skamandar
era un rico comerciante de vinos; tenía tres hermanos menores que
ella.
Safo dio origen al término safismo, así como también es origen del
término lesbianismo por su origen en la islas de Lesbos. Destacó
sobre todas sus amadas, Atthi. Cuando la familia de ésta la retiraron
de la academia para poderla casar, Safo escribió el doloroso poema “el
adiós a Atthi”.
Atthi no ha regresado. / En verdad, me gustaría estar muerta. / Al
abandonarme, ella lloraba. / “¡Ah Safo! Mi dolor es inmenso. / Me voy
a pesar de ti……” / Y yo le respondí, / “Ve feliz, recuérdame. / ¡Ah ¡Tú
sabes bien cuánto te quiero”.
Safo era una mujer de corazón ardiente, se enamoró en muchas
ocasiones de forma apasionada. Embriagda de gozo una veces, y otra
desgarrada por el dolor, dedica a las mujeres unas odas de calidad
sublime y de incomparable sentimiento.
En el caso de Safo no solamente las escribía sino que les ponía música
e incluso como era la danza acompañante con los pasos adecuados
pues ella era una gran danzante.
Se sabe, que Safo murió ya madura en el año 570 a C. En sus últimos
poemas muestra un estado de ánimo placentero, feliz consigo misma y
con las cosas que le rodean.
Safo y Alceo (Lawrence Alma-Tadema, 1881)
Es posible encontrar en muchas partes de Grecia después de su
muerte monedas con su efigie y numerosas estatuas. Incluso Platón le
admiraba tanto que se refirió a ella como “la décima Musa”.
Safo junto con Aspasia de Mileto, son consideradas como las mujeres
más importantes de la Grecia Clásica, estando al mismo nivel que
personajes tan celebres como Aristóteles, Platón o Pericles.
Safo empezó a desaparecer cuando, en el año 1073, el Papa Gregorio
VII ordenó quemar todos los manuscritos con los poemas sáficos,
considerados inmorales y pecaminosos, con lo que se perdió para
siempre una parte muy importante de su obre poética. Una vez más la
Iglesia con su ortodoxia intolerante y doctrinaria ha impedido que
llegara la labor ingente de esta poetisa del sentimiento e intimidad.
Amor, que pecho mío / continuamente agita, / es dulce y es impío, / y
es más que una avecita / volátil y ligera. / ¡Ay! De su dardo
fiero, / ¿Quién consiguió victoria? / Renueva, amada mía, / renueva la
memoria / de cuando Atis ardía, / tu dulce amor odiaba / y a
Andromeda estimaba. / Desciende Venus bella, / y en las doradas
copas / con el suave néctar, / mezcla purpúreas rosas, / y a mis dulces
amigos / que tu deidad adoran / con divinal bebida / inspira y
alboroza.