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Italia goza de un clima templado, si bien presenta una gradación en latitud, con

temperaturas más frescas en el norte alpino, adonde llegan las masas de aire
siberiano, y más secas en el sur peninsular, donde los vientos saharianos alcanzan el
territorio. En Calabria y Sicilia, la temperatura media anual ronda los 18 °C; las
precipitaciones no alcanzan los 300 mm anuales y son de carácter irregular.
En las regiones más septentrionales las precipitaciones son más abundantes y a veces
de carácter torrencial, sobre todo en otoño, con desbordamientos y riadas. En los
Alpes, las montañas orientales registran más bajas temperaturas que las
occidentales, con medias anuales alrededor de 6 °C y precipitaciones moderadas
(600 mm), en forma de nieve durante los meses invernales.
De Austria y Suiza llegan los vientos fríos y secos denominados “foehn”, que pueden
alcanzar los 200 km por hora. En los lagos alpinos las temperaturas se suavizan
considerablemente y no suelen descender por debajo de los 0 °C, mientras que en
el valle del Po y Venecia los inviernos son fríos y húmedos pero en verano se
alcanzan altas temperaturas, con lo que la media anual se establece en 16 °C.
En la alta montaña, el bosque alpino desaparece. Este territorio es la morada de
rebecos, cabras montesas, marmotas y liebres alpinas. Existen también variedades
de aves rapaces, águilas, buitres y halcones, así como diversas especies de reptiles.
En general, el medio natural intacto y la fauna salvaje se limitan a regiones
concretas, ya que la intervención del hombre ha estado presente en el territorio
desde tiempos muy antiguos.
Las regiones centrales italianas, Toscana, Umbría y la región romana, constituyen
un paisaje de suaves colinas muy modificadas por el hombre en las que predomina
el ciprés y otras especies emparentadas con la vegetación de Europa central. A lo
largo de la cordillera de los Apeninos el clima varía moderadamente con la altitud,
registrándose temperaturas medias de 12 °C. En los parajes naturales pueden verse
la perdiz, la gamuza, el corzo y el jabalí.
En general, la vertiente adriática registra mayores precipitaciones que la costa del
mar Tirreno. La flora en las regiones meridionales es típicamente mediterránea, con
amplia presencia de olivos, palmeras, cítricos, higuera, granada, caña de azúcar,
almendros y algodón.
En las costas del Adriático y el Tirreno abunda el pino marítimo. Sicilia y gran parte
de la península italiana poseen un clima mediterráneo seco que se suaviza por la
proximidad del mar, de donde ocasionalmente llegan los vientos cálidos y húmedos
del siroco procedentes de África y Asia Menor. En Cerdeña, con un clima más
templado influido por el viento fresco del mistral, los parajes más inhóspitos de pinar
y monte son el hábitat del muflón y el ciervo.
En Abruzzo, en remotos parajes de los Apeninos, está presente el oso pardo. Entre
las especies fluviales figuran la trucha y el esturión y, entre las marinas, abundan
bancos de peces (pez espada, atún, salmonete), escualos y delfines.

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