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Azúcar Pura, Blanca y Mortal, La Curiosa Historia

Detrás de Esta Investigación

A donde dirijamos nuestra mirada, encontramos la presencia casi omnipresente del azúcar
en nuestra cocina diaria. Si bien ahora existen diversas alternativas saludables (y otras no
tanto) de este condimento dulzón, no podemos negar que los alimentos adquieren un
diferente sabor cuando lo agregamos a esos platillos. Sino, ¿qué sería de los deliciosos
panecillos, pasteles, merengues, frutas en almíbar y demás gustos culposos?
No obstante, en la última década, la ciencia se ha encargado de demostrarnos los daños
que el azúcar produce en nuestro cuerpo: enfermedades cardíacas, obesidad, diabetes,
adicciones, y sólo por mencionar algunos. Según esos investigadores, estos son
resultados de estudios que se realizaron últimamente… Pero, ¿y si te dijéramos que desde
hace 40 años se sabían ya las consecuencias negativas de la sacarosa, sin embargo se
optó por evadir ese conocimiento y a su investigador?
En 1972, John Yudkin, fundador del departamento de nutrición del Colegio Queen
Elizabeth, de la Universidad de Londres, publicó su libro Azúcar: pura, blanca y mortal, en
el cual mencionaba los efectos nocivos de la sacarosa. No fue bien recibido por el público
científico ni por la industria de la alimentación. Fue realmente una buena combinación, ya
que bombardearon la credibilidad del profesionalismo de Yudkin y aumentaron el uso del
azúcar en los alimentos.

¿Cómo Lo Lograron?

De acuerdo con el profesor endocrinólogo Robert Lustig, de la Universidad de California,


el ataque masivo al trabajo de Yudkin fue un plan casi maquiavélico. Con un video en
YouTube que dura 90 minutos y con 4.1 millones de visitas, y un libro llamado Azúcar: la
amarga verdad, Lustig explica que todo comenzó en la década de los sesenta:
Cuando los nutricionistas de diversos laboratorios universitarios alrededor de EE.UU. y
Europa occidental trataron de escarbar por qué hubo un incremento alarmante en
enfermedades cardíacas en las personas. La respuesta era sencilla: el culpable era el alto
nivel de grasa en la comida. Fue entonces que se declaró la guerra a la grasa. Se
recomendó que, para todas aquellas personas víctimas de enfermedades cardíacas,
empezaran a ajustar su dieta a una más ligera, a una “dieta mediterránea”.
Era una oportunidad perfecta para la industria de la comida: en vez de tratar
responsablemente la situación, el mercado mostró entusiastamente productos
“saludables” y bajos en grasa (con muchos endulzantes). Como era de esperarse, los
alimentos se popularizaron de la noche a la mañana. Por consiguiente, al inicio de los
setenta, todo supermercado estaba atascado de yogurts, postres y golosinas bajos en
grasa.
Ante toda esta pulsión histérica, hubo una voz que se opuso: John Yudkin. A lo largo de
sus experimentos, él encontró que, más allá de culpar a la grasa, había una fuerte
correlación entre las enfermedades cardíacas y el elevado consumo de azúcar; además
que fue él quien descubrió la conexión entre los altos niveles de insulina (por ende de
diabetes tipo dos) y la sacarosa. Incluso llegó a escribir:
Si tan sólo una pequeña fracción de lo que conocemos acerca de los efectos del azúcar
fuera revelado en relación a cualquier otro material usado como aditivo alimenticio, ese
material se prohibiría de inmediato.
Por supuesto que esta condenación al azúcar no era algo que la industria de la comida
quería escuchar. No cuando estaban en la cima de las ventas de productos bajos en grasa.
Se trataba de una investigación incómoda que desarmonizaba su escenario perfecto de
negocios. En consecuencia, patrocinadores (como Coca Cola) y algunos científicos
comenzaron a desacreditar tanto la imagen como el trabajo de Yudkin: consideraron
públicamente que su trabajo eran “aserciones emocionales”, “pura ciencia ficción”, “sólo
asunciones sin explicaciones científicas”; dejó de ser invitado a conferencias
internacionales o le cancelaban al último minuto; incluso el Colegio Queen Elizabeth retiró
su promesa en que le permitían al profesor utilizar sus instalaciones para continuar
investigando después de su jubilación. Sólo después de que el abogado de Yudkin envió
una carta al colegio, se le ofreció un cuarto pequeño en un edificio a parte.
Al final de la década de los setenta, pocos científicos se atrevieron a publicaron resultados
similares a los de Yudkin, por miedo a ser presas fáciles como el profesor. El resultado:
los productos bajos en grasa (con altos niveles de azúcar) preservaron su omnipresencia
en el mercado.
El profesor endocrinólogo Robert Lustig comenta que “eso nos ayuda a comprender cómo
un concepto puede ser bastardizado por el lado oscuro de la industria.”

¿Qué Nos Cuenta Azúcar: Pura, Blanca y Mortal (1972)?

De acuerdo con el libro del profesor Yudkin, el azúcar no sólo engorda y provoca caries,
sino que también puede causar otras enfermedades crónicas como: cáncer, Alzheimer,
diabetes y del corazón. Además, es un elemento adictivo, que interfiere con el apetito
creando una urgencia casi irresistible a seguir comiendo.

¿Qué Podemos Hacer Entonces?


Desde hace 40 años, los índices de obesidad y diabetes han incrementado hasta diez
veces en conjunto con el consumo del azúcar. La mayoría de las veces no nos damos
cuenta que la comemos, cuando en realidad se encuentra oculta en alimentos procesados,
jugos de las tienditas, yogurts, etcétera.
No obstante, el doctor Julian Cooper, investigador en AB Sugar, insiste que realmente el
incremento en la incidencia de las enfermedades son el resultado de una mezcla de
factores complejos:
La evidencia científica concluye que el consumo de azúcar como parte de una dieta
balanceada no induce a un estilo de vida lleno de enfermedades, tales como la diabetes o
padecimientos cardíacos. […] Muchas personas huyen del azúcar, y cuando eso sucede
las compañías se ajustan a lo que el cliente demanda. Es una vergüenza que una
advertencia que pudo haber sido tomada en cuenta hace 40 años, fue ignorada: la ciencia
está regresando desastrosamente a desechar los conocimientos de Yudkin. Eso fue para
el daño de la salud de millones.
En consecuencia, es importante tener en consideración que una vida saludable es el
conjunto de muchos factores. Por ejemplo, ejercitarse diariamente, descansar las
suficientes horas para que tu cuerpo y mente se recuperen de las horas de trabajo, tomar
agua, hacer una dieta balanceada de frutas, verduras, carne blanca y roja, frutos secos,
entre otros. Incluso, podrías utilizar alternativas al azúcar de casa; como utilizar miel para
endulzar el té de las mañanas, azúcar mascabada para el café, entre otras opciones. Es
cosa de dejar volar la imaginación.

Fuente: Ecoosfera

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