Está en la página 1de 4

“En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran principe que está de parte de los hijos de tu pueblo; …

en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro.” “Migel” es otro
nombre para Cristo que significa: “el que ew como Dios”. Y el ángel que estaba hablando con Daniel
probablemente usó ese nombre para hacer énfasis en el carácter humano y divino de Aquel que es
poderoso y que da un paso al frente en la crisis final para defender al pueblo de Dios. “Levantarse” es
una imagen usada para describir cómo un Rey toma Su trono y asume control pleno. Así que la idea es
clara: Jesús no estará dormido durante el tiempo de angustia. Para {el, “levantarse” significa entrar en
una nueva cercania con Su pueblo, algo nunca realizado antes: Él se convertirá en su esposo, y ellos en
Su esposa. Apocalipsisi 19:7 retrata el punto culminante de esta nueva relación. Dice así:
“Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se
ha preparado.” En el matrimonio hay una intimidad que no hay en ninguna otra relación. Y una
prometida no sólo ama a su marido, sino que no puede evitar sino respetarlo y confiar en él. Está lista
para ir con el a cualquier sitio, incluso a los peligros del desierto de Kalahari. Con gozo se dispone a
compartir todas las futuras experiencias de él. Tiene celo por compartir con él penas y dolores. De
ninguan manera permitirá el Señor que tenga lugar el tiempo de angustia hasta que su pueblo,
colectivamente, como prometida de Cristo, se despose con lÉl en esa capacidad. Y esto será para ellos
una maduración hasta la medida de la estatura de la plenitud de Jcristo, así como un prometida madura
para poder estar al lado de su marido en la boda. No sé que tipo de boda tuvieron Mark Delia Owens,
pero estoy seguro de que ninguna de las pequeñas damas de honor de la boda hubieran ido a la jungla
africana con Mark. Una boda entraña que, a partir de ahí, los prometidos comenzarán a vivir la vida
juntos. Esto explica cómo el tiempo de angutia será la luna de miel para Cristo y Su prometida.
Conseguirán conocerse el uno al otro, intimamente, pues comparten la emoción de ese período. Y si el
pueblo de Dios ha de padecer pena y dolor durante el tiempo de angustia podéis estar seguros de que
Cristo lo sufrirá tanto como ellos. No es Cristo quien provoca el tiempo de angustia. ¿De ningún
modo! A Jesús le encantaría retornar a la Tierra esta segunda vez en unas circunstancias perfectamente
pacíficas. El tiempo de angusita jamás fue idea de Jesús, sino de Satanás. Es la idea de Satanás para
dar una fiesta de despedida a los santos de Dios, y será completamente desatada por las maquinaciones
de los impíos, quienes dejarán salir en erupción todo su odio hacia Dios en un frenesí de rebelión.
Cristo acudirá a esta confrontación como Miguel, el Hijo de Dios, quien es también el hijo del hombre,
que no se averguenza de llamarnos hermanos. Él participa de nuestra carne y sangre. Es la nueva
cabeza de la raza humana, cien por cien humano tcie por cien difino. Y en la defensa final de Su
pueblo, toma candorosamente sobre Sí la enemistad combinada de los ángeles caídos y de la raza
humana apostata. Este “levantarse” de Miguel es el más solemne y el más inspirador de todos los actos
que los hukanos hayan tenido oportunidad de contemplar nunca. Toda épica de ficción, tal como “La
guerra de las galaxias” o “Syupermán”, serán eclipsadas por la grandeza de la campaña final de Miguel,
cuando aparezca tal y como se desdribe en Apocalipsis: “eNTONCES VI EL CIELO ABIERTO. y HE
AQUÍ UN CABALLO BLANCO, Y EL QUE LO montaba se llamaba FIEL Y VERDADERO, y con
justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas. Y
tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en
sangre. Y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo,
blanco y limpio, lo segúian en cabaloos blancos. De su boca sale una espada aguda para herir con ella
a las naciones, y él las regirá con vara de hierro. y el pisa el lagar del vino del furor y de la ira del
DIOS TODOPODEROSO. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE
REYES Y SEÑOR DE SEÑORES-”

Imaginad a una chica anonadada por la grandeza y la bondad de un hombre al que no puede sino
admirar como a su héroe. E imaginad entonces cómo se sentiría ella si ese hombre estuviese dispuesto
a amarla, a cortejarla, y a ganarla como su prometida. Cuesta comprender el entusiasmo que ese
sentimiento mezclado de virtual adoración y de amor conyugal podría inspirar. Lo más cerca que
ningún ser humano ha llegado nunca a una intimidad tan sublime es la historia en Cantares del cortejo a
la modesta mujer sulamita. Evidentemente, ella había admirado al resplandeciente rey como a un héroe
inalcanzable para ella. Entonces él se mostró como un humilde pastor ganó el corazón de ella como
prometida. De eso trata el libro de Cantares y de alguna manera, nos da indicios de la maravilla sin
precedentes de un pueblo en la Tierra convirtiéndose en la prometida de Aquel que cabalgará el caballo
lblanco.
Ese lenguaje poético de Juan podría implicar que esos ejércitos celestiales que le siguen soon el
colectivo de esa misma prometida, pues usa idéntico lenguaje para describir la sobresaliente
acreditación de ellos – están vestidos de lino fino, blanco y resplandeciente, porque el lino fino es las
acciones justas de los santos.” Cristo y lSu prometida, juntos, hacen frnete al desafio del tiempo de
angustia. Y cuando sus enemigos leen contra el Cordero, y el Cordero los venza, “porque él es Señor
de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”, será apasionante
presenciarlo. ¿Por qué debería tener meido cualquier de los que estamos con Él? Fuimos hechos para
eso, como cuando una novia toma finalmente conciencia de que todas las experiencias pasadas de su
vida fueron simplemente un preludio para traerla a ese gratificante momento.

Pero entonces tenemos algunos problemas, y alguans preguntas que podéis estaros haciendo. Por
ejemplo: ¿Cómo puedo sobre ponerme al miedo de que mi nombre pueda no estar escrito en el libor
que garantiza la liberación en el tiempo de angustia? ¿Cómo puedo yo, ocmo humano confinado en la
Tiera, apender a relacionarme con Cristo tal como Delia aprendió a relacionarse con su marido Mark?
El viejo hombre tiene una última posesión que defender, un último bastion al que se agarra, y es la
codicia por la recompensa, así como el temor de la p érdida personal. Por supuesto, esa es una forma
de pensar totalmetne contraria a la cruz. Estaba presente en el primer pecado del hombre: el deseo de
ser igual a Diso, de ser como Dios, de tener inmortalidad natural. Nuestros prieros padres no
conocieron el miedo hasta que acariciaron tales deseos. Ese mismo miero subyacerá en el último
pecado del hombre, y la cruz es la única vía para cambiarlo por el amor de Dios. Pero lo que nosotros
llamamos amor no es amor si el miedo es su fundamento. El interés por uno mismo no es el
fundamento del verdadero amor, que es el ágape. La búsqueda de la seguridad propia es lo contrario
del amor verdadero. Eso es evidente a la vista de1 Juan 4:18. Dice así: “En el ágape no hay temor,
sino que el perfecto ágape echa fuera el temor. Porque el temor lleva en sí tormento. De donde el que
teme, no ha sido perfeccinado en el ágape.” Lo que Juan está describiendo aquí es nuestro problema
fundamental de ansiedad. Todos nacimos con él. Expresamos su tormento de muchas maneras,
incluyendo enfermedades que tienen su origen en esta ansiedad subyacente. Pero cuando Cristo, el Sol
de Justicia, nace en el corazón, +El trae sanación en sus alas, según dice Malaquías 4:2. Y la sanación
consiste en expulsar el miedo y la ansiedad del corazón por medio de la crucifixión del viejo hombre,
que es crucificado con Cristo. La ansiedad es el miedo del que se nutre la preservación del yo. Y
aunque el miedo es algo manifiesto que podemos ver, la ansiedad es un miedo que, por debajo de su
superficie, econde un temor, que no es tangible ni identificable para nosotros, pues la identidad real del
viejo hombre nunca desaparece del todo. ¿Cómo expulsa el amor de Dios nuesro miedo? El puente
que cruza el ´ultimo abismo entre nosotros y la plena camaradería con Cristo es la rendición de la
voluntad en, precisamente, el mismo modo en que Cristo, en nuestra carne, rindió su voluntad, “En esa
voluntad....” -que es la voluntad de Dios-” …. somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo que él
nos abrió a través del velo, esto es, de su carne.“ (Hebreos 10:19, 20) . Y rindiendo su voluntad a su
Padre, E´l consumó ese amor. Y cuando nosotros rendimos nuestra voluntada a Él, ese mismo amor es
inmediatamente consumado en nosotros. El camino a la ausencia de miedo es a través de la carne de
Cristo. La ansiedad es básicamente lo que la Biblia llama “temor de la muerte”. A lo que nosotros
llamamos muerte, la Biblia lo llama dormir. Pocos temen eso. Nuestro temor de la muerte lo es de la
segunda muerte. Es miedo de la desnudez, de la soledad, del desamparo y del horror de las grandes
tiniblas que sobrevienen cuando uno está separado para siempre de la vida y la luz de Dios. Esa
soterrada ansiedad toca todos los aspectos de neustra vida. E incluso nos importuna en nuestros sueños
y pesadillas. Sólo tomando conciencia de las dimensiones del sacrificio de Cristo en la cruz podemos
lidiar con ese problema de ansiedad. Si alguien te dio un precioso regalo, tu respuesta más natural sería
dar las gracias fervientemente. Y después, dependiendo del valor del regalo, tu respuesta más natural
sería un deseo de demostrar tu gratitud por lo que hizo. Y así esta capacidad de responder alegre y
agradecidamente se va edificando en ti. Es parte de todo lo que te da Cristo. Se hace casi instintivo.
Nos encontraremos docenas de veces al día dando las gracias a Cristo por Su bondad, y buscando
oportunidades para responder. De modo que la simple y sincera respuesta de neustra humanidad es
todo lo que Dios ha demandado siempre de cualquiera. Cristo se dio a Sí mismo por nosotros en la
Cruz. Si no vemos o no podemos captar que haya en ello un verdadero regalo o sacrificio,
naturalmente no hará en nosotros una respuesta de sacrificio amoroso. Son únicamente los deseos
centrados en el yo, que buscan la propia seguridad personal, los que siguen dejando nuestros miedos
intactos. Una respuesta tal, tibia, propia de un corazón dividido, es inevitable para cualquiera cuando
Satanás tiene éxito oscureciendo la realidad de lo que Cristo nos dio. Pero cuando vemos lo que
sucedió en el Calvario, algo comi3nza a movernos. Cristo consiguió “destruir por medio de la
muerte....” -la segunda muerte- “... al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a
todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.” (Hebreos
2:14, 15).

Verdaderamente, nuestra búsqueda ha comenzado. Y a medida que Satanás trate de enredarnos más y
más con las seducciones de satisfacción del yo, sensuales o materiales, encontraremos que algo
maravilloso ocurre: Donde abgundó el pecado, sobreabundó la gracia de Cristo, que es más fuerte.

Mientras recordemos la cruz, Satanás será continuamente derrotado. Muchad personas alrededor del
mundo responderán exactamente como hizo Pablo en 2 Corintios 5:14, 15. La version “Today's
English” lo traduce así: “Somos regidos por el amor de Cristo ahora que admitimos que uno murió por
todos, de modo que todos comparten su muerte. Él murio por todos, para que los que viven ya no
vivan para sí, sino sólo para aquel que murió y resucitó por ellos.”

Para cualquiera que lo ve, simplemente se hace casi imposible vivir por más tiempo para sí mismo. El
poder está en la sangre de Jesucristo y el amor revelado en ella. Esto debe ser a lo que Pablo se refería
cuando dijo que el mensaje de la Cruz es poder de Dios. Poder, ¿para qué? Para cambiar lo más dificil
de cambiar: la mente humana centrada en sí mosmo. Los viejos patrones de pensamiento osn
cambiados, y el amor de Dios pasa a regir la mente. Seguir a Cristo pasa a ser verdaderamente fácil.
Jesús lo prometió cuando dijo: “mi yugo es fácil y ligera mi cartga”. La Cruz proporciona lo que
faltaba.

Había un rey que amaba a una humilde doncella. El rey era como no otro. Todos los estadistas
temblaban ante su poder. Ninguno osaba emitir mi una palabra contra él, pues él tenía la fuerza para
destruir a todos sus oponentes. Pero el poderoso rey fue conmovido por el amor de una humilde
doncella. ¿Cómo podria el rey declarar su amor por esta doncella? De alguna manera, su propia
realeza le tenía atado de manos. Si la trajera a palacio, coronara su cabeza con joyas y vistiera su
cuerpo con vestiduras reales, seguramente no resistiría, pues nadie osaba resistirse a él. ¿Pero lo
amaría ella realmente? Por supuesto que diría que lo amaba. Pero, ¿lo amaría verdaderamente, o
viviría con él con temor? Albergando una privada nostalgia por la vida que dejó atrás, ¿sería ella feliz al
lado del rey? ¿Cómo podría saberlo él? Si él marchase a la choza de ella en su carruaje real, con una
escolta armada ondeando brillantes estandartes, eso también la abrumaría. Él no quería alguien servil.
Él quería alguien que lo amase. Él quería alguien a la par. Querría que ella olvidase que él era rey y
ella una humilde doncella, y dejar que el amor cruzase el abismo que había entre ambos. El rey,
convencido de no poder elevar a la doncella a ser su reina sin pulverizar su libertad, se decidió a
descender él. Se vistió como un mendigo y se aproximó a la choza de ella de esa guisa, cubierto con un
manto raído. Y renunció al trono para ganar la mano de ella. Eso es lo que Jesús ha hecho por ti.

También podría gustarte