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1.1.1.

SOLDADOS BRITÁNICOS EN LA BATALLA DEL SOMME (1916)

Aunque todo el mundo creyó que sería breve, la Primera Guerra Mundial se prolongó por
espacio de cuatro años (1914-1918). Tras una fase de estancamiento en que la muerte
de centenares de miles de soldados en las trincheras apenas movió los frentes, en 1917
los Estados Unidos entraron en la guerra en apoyo del bando aliado, que resultaría a la
postre el vencedor. Las tensiones de la guerra propiciaron en octubre de 1917 el triunfo
de la Revolución Rusa, la primera de las revoluciones socialistas, que se convertiría en
referencia para las organizaciones y partidos de la clase obrera en el siglo XX. Con la
devastación demográfica y económica ocasionada por la Primera Guerra Mundial se
inició el declive de la Europa occidental en favor de nuevas potencias emergentes: los
Estados Unidos, Japón y la URSS.

1.1.2. LA EUROPA DE 1914

Como consecuencia de la expansión industrial de las décadas anteriores y del dominio


colonial, en 1914 Europa el centro económico, político y cultural del mundo. El viejo
continente, sin embargo, no era en absoluto un conjunto homogéneo. Francia, Gran
Bretaña y Alemania lideraban casi todas las ramas de la industria; entre las tres naciones
se estableció una feroz competencia en la que los germánicos comenzaron a destacar.
Rusia, el Imperio austrohúngaro, Turquía y las pequeñas naciones de los Balcanes
habían comenzado a modernizarse, pero todavía la mayor parte de la población de estos
países vivía de la agricultura.

Desde el punto de vista político, Francia y Gran Bretaña gozaban de sistemas


democráticos, mientras que los imperios alemán y austrohúngaro, pese a fundarse en
constituciones liberales, se regían por sistemas más autoritarios. Rusia, pese a las
reformas iniciadas en 1905, era un imperio en el que el Zar mantenía una autoridad casi
absoluta.

La rivalidad económica y las tensiones generadas por las aspiraciones contrapuestas de


los nacionalismos favorecieron a finales del siglo XIX la configuración y consolidación en
Europa de dos grandes alianzas internacionales fuertemente armadas. Las relaciones
políticas internacionales descansaban desde 1871 en el sistema de alianzas y equilibrio
entre las grandes potencias que había diseñado el canciller Otto von Bismarck con el
objetivo de aislar a su rival, Francia, y colocar a Alemania en una situación de supremacía
en el continente europeo.

1.1.3. EUROPA EN 1914: LA TRIPLE ALIANZA Y LA TRIPLE ENTENTE

Ya en tiempos de Bismarck, y por iniciativa del estadista alemán, se había constituido la


Triple Alianza (1882), que agrupaba a los llamados Imperios Centrales (El Imperio
alemán y el Imperio austrohúngaro) y al reino de Italia, que no obstante se uniría al bando
contrario tras iniciarse las hostilidades. El ascenso al trono de Guillermo II, que destituyó
de Bismarck (1890), intensificó el expansionismo económico del Imperio alemán. La
respuesta al peligro potencial que suponía la Triple Alianza fue la Triple Entente:
lentamente gestada y negociada entre 1894 y 1907, consiguió reunir los intereses
comunes de Francia, el Reino Unido y el Imperio ruso.

1.2. CAUSAS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

Las causas profundas de la Primera Guerra Mundial se sitúan tanto en el orden


económico como en el político, y pueden reducirse al antagonismo económico y colonial
entre las principales potencias industriales (Francia e Inglaterra por un lado y Alemania
por otro) y a la exacerbación de los conflictos territoriales de signo nacionalista.

La unificación de Alemania en 1871 había convertido a esta nación en una gran potencia
que amenazaba directamente los intereses económicos de Francia y del Reino Unido.
La fuerte competencia por la búsqueda de nuevos mercados y materias primas ya había
provocado tensiones y enfrentamientos por la pretensión alemana de extender su imperio
colonial, la cual chocaba con el reparto diseñado por sus rivales. Gran Bretaña y Francia
tenían numerosas posesiones en todo el mundo, e incluso algunas naciones pequeñas
o pobres, como Bélgica y Portugal, dominaban zonas más extensas que sus propios
estados. Los Imperios Centrales, en cambio, habían llegado tarde al reparto colonial. El
Imperio austrohúngaro carecía de colonias, y Alemania únicamente había conseguido,
después de muchas tensiones, cuatro territorios africanos sin riquezas ni demasiadas
posibilidades económicas (Togo, Camerún, el desierto de Namibia y la actual Tanzania).

Este componente económico hizo que, al estallar el conflicto, las organizaciones obreras
denunciasen la situación como una guerra de intereses propia del capitalismo y
rechazasen la participación en la contienda bélica. Los líderes socialistas de algunos
países, como el francés Jean Jaurès, se pronunciaron inequívocamente contra un
conflicto que calificaban de imperialista. Pero la división de los socialistas europeos y el
asesinato de Jaurès desmoralizó la oposición pacifista, y el sentimiento nacionalista
acabó por imponerse incluso entre los obreros, que ingresarían sin reticencias en los
respectivos ejércitos.

1.3. EL DETONANTE: EL ATENTADO DE SARAJEVO

La Primera Guerra Mundial vino precedida por diversos conflictos locales que pusieron
a prueba las alianzas internacionales y no hacían sino presagiar un enfrentamiento a
gran escala que cualquier chispa podía encender. Perfectamente conscientes de ello,
muchas naciones habían venido realizando fuertes inversiones en el fortalecimiento y
modernización de sus ejércitos, dotándolos de una potencia formidable con finalidades
teóricamente defensivas; la escalada armamentista alcanzó tal nivel que el periodo
comprendido entre 1871 y 1914 es llamado “La paz armada”. Las fricciones por
cuestiones coloniales dieron pronto lugar a diversas crisis, entre las que destacan las
causadas por el dominio de Marruecos (1905 y 1911), resueltas ambas en perjuicio de
Alemania y en favor de los franceses, que contaban con el apoyo de Inglaterra.

1.3.1. EL ASESINATO DEL ARCHIDUQUE FRANCISCO FERNANDO DE AUSTRIA


DESENCADENÓ LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

Otro constante foco de tensiones era la zona de los Balcanes, encrucijada de etnias
diversas y objeto de interés de distintos países. Para el Imperio austrohúngaro, que
carecía de colonias y de una fácil salida al mar, los Balcanes constituían uno de los
mercados más importantes; por este motivo rechazaba la aspiración de Serbia de unificar
todos los pueblos eslavos meridionales en un solo país. El Imperio otomano, que durante
siglos había controlado la zona, quería conservar su prestigio e influencia en la misma;
el Imperio ruso, como ya se ha indicado, necesitaba conseguir una salida al
Mediterráneo, y por ello se erigió en defensora de los pueblos eslavos. Todos estos
agentes e intereses se enfrentaron en la Guerra de los Balcanes (1912-1913), que
apenas llegó a resolver nada; en 1914, la zona seguía siendo un polvorín.

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