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C A P Í T U L O 1 0

Ética
¿Qué va a ser: verdad o
consecuencia?

A N T E S D E Q U E L E A S . . .
Pregúntate a ti mismo qué estándares manejas generalmente para tu toma personal de
decisiones morales.

A caba de nacer un bebé, pero nadie se comporta como la gente lo hace tradicionalmente
en los nacimientos porque este bebé nació sin un cerebro completo. En términos
médicos, anencefálico; ella tiene sólo la parte más primitiva de su cerebro, la parte que
está justo sobre el cordón espinal que controla el latido del corazón, la respiración y las
El amor en acción es algo
más violento y mortal
comparado con el amor en
sueños.
otras funciones (más o menos) automáticas que mantienen vivo al cuerpo. Esta bebé, cuyos
padres nombraron Teresa, nunca los reconocerá a ellos ni a nada en su mundo. Nunca pensará F YO DO R D O S TO YEVS KY

ni hablará o interactuará con algo o con alguien. El personal médico está de acuerdo en que en
pocos días, o a lo mucho en semanas estará muerta.

Buscando hallar algún significado en la tragedia, sus padres tomaron la dolorosa decisión de donar sus órganos para
que otros niños pudieran vivir. En su mente, esto significa que su corta vida y muerte tendrá algún sentido. Si esperan a
su muerte natural, los órganos se habrán deteriorado hasta tal punto que ya no serían adecuados para la donación. ¿Se
les debe permitir autorizar la donación de los órganos de la bebé Teresa cuando ella aún está viva (de acuerdo con algunas
definiciones médicas, pero no necesariamente todas; y acuerdo con las leves de algunos países, pero no todos)?

Los deseos de los padres se basan en resultados. Por mucho que deseen lo contrario, su bebé nunca regresará con
ellos a casa del hospital. Nunca tendrá una “vida” en el sentido en el que ellos entienden al mundo. Su interés es dedicar
la breve existencia de Teresa y su muerte a
algo que tenga un significado. Si otro niño (o muchos otros niños) podría vivir después de recibir los órganos
donados de Teresa, se sentirían reconfortados Su sufrimiento se calmaría al saber que su niña estaría, en un
sentido, viviendo en otros niños. Para algunos de los receptores, un corazón o un hígado podría significar la
diferencia entre la vida y la muerte; para otros, un órgano donad, mejoraría significativamente la calidad de
vida.

El resultado que más desean —poder llevarse a casa y amar a un bebé sano— les ha sido negado, pero de
entre todos los demás resultados posibles, los padres eligen la donación de órganos como la mejor posibilidad
para ellos mismos, los otros niños y su hija. Desde su punto de vista, no se gana absolutamente nada dejando
que los órganos se deterioren hasta que, cuando llegue el momento de su muerte inevitable, no sirvan para
nada.

Dios le ofrece a cada mente Una vez que el consejo ético del hospital ha escuchado los deseos de los padres, éste se reúne en una sesión
su elección entre la verdad y de emergencia para decidir el asunto. Aunque todos los miembros están comprometidos a hacer lo que es
la tranquilidad. Toma la que moralmente correcto, también están conscientes de las honestas diferencias de opinión que existen al respecto.
te agrade; nunca puedes Todos son sensibles al dolor de los padres, pero también a la publicidad que de seguro rodea el caso y sus muchas
tener ambas. ramificaciones legales. Lo que decidan tendrá consecuencias de largo plazo.

RALPH WALDO Uno de los miembros, un médico, comienza recordando al personal médico que ellos han jurado conservar
E M ERS ON la vida. Como médicos, no pueden quitarle la vida a un paciente para salvar las vidas de otros, aún si están
seguros de que la vida de Teresa será muy breve. Mientras ella viva, tiene derecho a su cuidado y protección y
no es su papel “jugar a ser Dios” y “cosechar” sus órganos mientras su cuerpo los mantenga. Su vida (y sus
órganos) están en sus manos. Cuando ella muera, sus padres pueden tomar las decisiones que deseen acerca de
disponer de sus órganos, pero mientras sea una paciente viva, ellos deben usar todos los medios médicos
disponibles para asegurar que la vida de Teresa se conserve.

Otro de los miembros del consejo, un abogado, dirige la atención hacia el paralelismo con gente mayor
cuyos cuerpos “viven” pero que no tienen actividad cerebral. Hay precedentes legales y médicos para retirar el
soporte de vida a esos pacientes y permitirles morir. La bebé Teresa está en una situación similar. Debido a que
no tiene actividad cerebral —un electroencefalograma mostraría una línea recta— Teresa es esencialmente un
cuerpo sin cerebro. No puede confundirse con otros pacientes quienes —aunque enfermos o heridos, aun
severamente— conservan sus poderes racionales y tienen una existencia mental. Este miembro señala que hasta
podríamos estar haciendo un favor a Teresa al terminar con su breve, inútil y posiblemente, hasta dolorosa vida.
La diferencia en el caso de Teresa es que los órganos tendrían que retirarse mientras está presente un “corazón
que late".

Un tercer miembro, un miembro del clero, no está de acuerdo y observa que aún si la bebé Teresa
concuerda o no con nuestra definición de persona, ella definitivamente es una persona de acuerdo con las leyes
del Estado y las del Dios que la creó. Sólo respetando la vida en todas sus formas —aquellas similares a nosotros
y las que son completamente diferentes— podremos seguir una ruta de acción verdaderamente moral. Si
perdemos un respeto vital por la vida individual, abrimos la puerta a abusos tales como los que sucedieron en
los campos de concentración nazis v las celdas de tortura de las prisiones que existen actualmente alrededor del
mundo. No podemos hacer lo que es meramente conveniente cuando se trata de la vida humana; siempre
debemos preguntamos
lo que le debemos a esta persona como individuo. Lógicamente, le debemos a Teresa la vida mientras pueda
vivirla; no se pueden aplicar otros argumentos.

La siguiente en hablar, una enfermera, se pregunta acerca de las otras vidas —algunas de ellas en este mismo
hospital— que podrían salvarse si se acorta la vida de esta niña por una semana a lo sumo. Después de citar los casos de
varios bebés y niños pequeños, cuya expectativa de recuperación es muy pobre, la enfermera dice que sin los órganos
donados la mayoría de ellos morirá en un lapso de un mes, porque ninguno de ellos se encuentra entre los primeros
lugares de la lista de espera que les asegure que recibirán a tiempo un órgano. Estamos jugando ruleta, estamos
arriesgando un cierto bien contra un seguro mal. Teresa no tiene “calidad de vida” en lo absoluto ya que ella no se da
cuenta de lo que pasa a su alrededor. Ser una persona significa estar consciente de tu mundo y ser capaz de interactuar
con él. Ciertamente no debemos causarle ningún dolor, pero no ganamos nada honrando una personalidad de la que ella
claramente carece.

Un representante de la comunidad afirma que los debates acerca de lo que constituye ser una persona y otras
discusiones teóricas y éticas no resolverán nuestro problema. Podemos —y lo haremos— estar en desacuerdo sobre estos
asuntos abstractos durante toda la noche y eso no nos ayudará a decidir qué hacer aquí. La ética, para esta persona,
involucra cuidado y esto hace que el asunto sea muy fácil. Debemos cuidar a Teresa. Si vive dos días, una semana, un mes
o 50 años, nuestro trabajo sigue siendo hacer que su vida esté libre de dolor y tan cómoda como sea posible. Somos
sanadores y si fallamos en hacer esto, sólo somos prodigadores de cuidados. A nadie se le debe permitir morir sin haber
recibido cuidados amorosos. Este argumento se aplica de igual forma a un viejo paciente terminal y a la bebé Teresa. Si
perdemos de vista esta consideración tan importante, podríamos pensar que somos una corporación y comenzar a tomar
todas nuestras decisiones basados en los “resultados”.

Eso quizá no sería una idea tan mala, comenta un administrador del hospital. Es muy bueno hablar acerca del
cuidado y la calidad de vida de la bebé Teresa, pero al final lo que queda es esto: mientras ella usa los caros recursos del
hospital y vive uno o dos días más, estamos gastando un dinero precioso en cuidados de salud que podría comprar cuidado
prenatal para madres de la provincia o proporcionar vacunas contra enfermedades infantiles. ¿Por qué debe- mos usar
nuestros limitados recursos para ayudar a un paciente que, según todos, no vivirá más allá del día quince de este mes?
No podemos ayudarla y ataremos a nuestro personal que ya está sobrecargado. No existe ninguna base racional para
comprometernos a mantener a esta bebé viva después de que sus padres han tomado la decisión de donar sus órganos.

El asunto definido
Decidir qué debemos hacer en el caso de la bebé Teresa —y todos los otros dilemas morales del
mundo moderno— es tarea de la rama de la filosofía llamada ética. Algunas preguntas básicas ética la rama de la filosofía
son: ¿Debemos considerar las consecuencias a largo plazo para nosotros y la sociedad al decidir que se preocupa con los
lo que es correcto hacer? ¿Existen reglas que gobiernen las decisiones morales? Si es así, ¿dónde juicios sobre el compor-
se pueden encontrar? ¿Estamos destinados a respetar la integridad de una persona bajo todas las tamiento moral y el signi-
circunstancias y (más difícil de estar de acuerdo) qué constituye ficado de declaraciones éticas
y términos

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