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FAUSTO

La fábula de un hombre ambicioso que pacta con el Diablo la venta de su alma a cambio de
poder mundano es un motivo anónimo y popular que recorre toda Europa desde la Edad Media.
Pero se sabe que en la primera mitad del siglo XVI existió en las universidades alemanas un
cierto George Sabel (Georgius Sabellicus Faustus Junior), de sobrenombre “Faustus”. Hombre
libertino y apasionado por las ciencias ocultas, ganó fama como alquimista y brujo. Se habría
graduado en la Universidad de Heidelberg en 1509 y estudiado ciencias naturales en Polonia.
Poco después se hizo astrólogo y nigromante, y deambuló por cortes y universidades, de las
que era siempre expulsado por subvertir la moralidad de los estudiantes. Luego de una
existencia desordenada, apareció misteriosamente muerto en su cuarto, horriblemente
mutilado, repleto de sangre y excrementos. Corrió la voz inmediatamente de que era obra del
Diablo, luego de cumplirse 24 años de un pacto de sangre firmado entre Fausto y él.

En 1587 se daba a la estampa por primera vez su historia, repleta de aventuras descomunales.
Popularísima en Alemania, se repitieron las ediciones con nuevas versiones de la vida del
Doctor que se difundieron con éxito por Holanda, Dinamarca, Inglaterra y Francia. La leyenda
fue tomada por el inglés Christopher Marlowe y el alemán Gotthold Lessing, quienes la
adaptaron a la escena como tragedia. El argumento llegó también al teatro de marionetas y el
éxito de la pieza la consagró como un clásico permanente de su repertorio. En su origen esta
historia, como tantas, fue jugada a la improvisación. En 1705 se conoce en Berlín una versión
escrita llamada: “La vida, actos y el descenso a los infiernos del Doctor Juan Faustus”. Durante
el siglo XIX se conocen numerosas versiones por distintos teatros de marionetas. En un escrito
de 1808 Johann Wolfgang von Goethe cuenta como un espectáculo de marionetas callejero
inspira la escritura de su “Fausto”. El gran poeta alemán escribe su obra durante 30 años. La
primera parte apareció en 1808, la segunda en 1832. Su protagonista rompe claramente con la
interpretación tradicional. El Fausto de Goethe es un héroe, insatisfecho por el conocimiento
intelectual y científico, ofrece su alma a cambio de un momento de experiencia que le de
satisfacción total.

Hoy, este argumento sigue siendo muy importante dentro del teatro de marionetas de varios
países de Europa central. Dentro del folklore de los titiriteros alemanes se decía que un
marionetista no puede considerarse tal hasta que presente su propia versión del “Fausto”. Las
puestas van desde pequeños pupis para manipulación solista a complejas marionetas de hilos
para versiones operísticas. Curiosamente, en Argentina, una de las obras más populares para
títere de guante, “La Calle de los Fantasmas”, conocida también como “Juancito y María”, fue
inspirada -según cuenta su autor, el mítico Javier Villafañe- por Goethe, al punto tal que en sus
comienzos “María” se llamaba “Margarita” como en el Fausto. La trama es muy simple e
ingenua, pero continúa la tradicional sociedad entre diablos y titiriteros, unidos por un pacto de
risas y tosca farsa.

Pablo Sáez

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