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Teorías jurídicas del Estado 3

Derecho Constitucional (Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir)

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Teoŕas juŕdicas del Estado: elementos previos y


constitutivos. Fines del Estado
[3.1] Teoŕas juŕdicas del Estado
[3.2] Elementos previos del Estado: pueblo, territorio y soberańa
[3.3] Los elementos consituivos del Estado I: el in del Estado
[3.4] Los elementos consituivos del Estado II: la autoridad o poder ṕblico
[3.5] Caracteres esenciales del Estado
[3.6] Clasiicacín de las funciones del Estado
[3.7] Origen y jusiicacín del Estado

3.1. Teoŕas juŕdicas del Estado

Hist́ricamente, han existido tres maneras posibles de concebir juŕdicamente


el Estado seǵn Rolando Quadri (1907-1976):

La primera es plantearlo como objeto, cuestín que caracteriź al Absolutismo y la


patrimonializacín del Estado a manos del Monarca. Realiza una separacín tajante
entre gobernados y gobernantes hasta el punto de hacer de los primeros objeto de
dominacín, algo muy lejos de las tesis representativas (que supeditan los segundos a
los primeros), o de las democŕticas (que tienden a identificar ambos colectivos). Esta
nocín hoy impide explicar el Estado moderno, aunque si lo sea para determinadas
agrupaciones poĺticas hist́ricas.

La segunda lo considera como una relacín juŕdica, ilustrativa de la complejidad


del ejercicio del poder soberano sobre los deḿs elementos constitutivos del Estado
(pueblo y territorio).

La tercera, lo concibe a trav́s de su consideracín como sujeto. Lo hace por medio de


la personificacín del Estado a partir del Monarca (que expresaba a la perfeccín la
f́rmula «El Estado soy yo» de Luis XIV); o a partir de las doctrinas que asignan al
Estado una naturaleza de sujeto de derecho o derecho mismo (para Kelsen, el Estado es
«el sistema del orden juŕdico vigente»).

3.2. Elementos previos del Estado: pueblo, territorio y soberańa

Para explicar el Estado conviene partir de una concepcín ternaria


(Gebietk̈rpersschaft) que se obtiene de la śntesis de tres elementos previos: pueblo
(concepto demogŕfico), territorio (concepto geogŕfico) y poder poĺtico o soberańa
(formal o juŕdico).

Pueblo y territorio son presupuestos materiales previos (o exteriores) al Estado;


mientras que la soberańa constituye un elemento de caŕcter formal directamente
relacionada con el feńmeno juŕdico. En ́ltimo t́rmino, al final, el Estado tambín da
unicidad a tales elementos.

Solo una concepcín ́tica del Estado, como la que representaba Felice Battaglia (1902 -
1977), es capaz de aunar los tres verdaderamente y fortalecerlos rećprocamente. De
modo que el Estado es pueblo; territorio y derecho pero al estar conformado por
individuos (pasados, presentes y por nacer) es tambín sujeto.

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Pueblo

En general, los tratadistas lo identifican como el primero de los elementos,


caracterizado por su configuracín personal o de sujeto. Se distingue de la nacín si
entendemos esta ́ltima como una comunidad de base cultural y comunes tradiciones.
La nacín, al igual que el territorio, ha planteado tres grandes grupos de teoŕas:

1. Teoŕasobjetivas:existeunanacínalĺdondeunpuebloocolectividadpresentan una
serie de rasgos objetivos comunes y diferenciales (raza, lengua, religín, cultura...). Es
el caso de las tesis racistas de Spengler o Rosenberg.

2. Teoŕas subjetivas o voluntaristas: basan la formacín de un pueblo en la


adhesín voluntaria. El ejemplo lo podemos encontrar en la definicín de nacín de
Ernest Renan, 1823-1892.

3. Teoŕas mixtas: mezclan elementos de las dos anteriores, como la teoŕa de la


‘nacionalidad’ de Mancini, (1817-1888).

En algunas ocasiones el elemento ha servido para definir al mismo Estado. Es el caso de


el populus romano o la expresín que encabeza la Carta constitucional norteamericana
(1787): «Nosotros, el Pueblo de los Estados Unidos...».

Territorio

Pero, tambín, otras teoŕas reducen al Estado a su dimensín b́sicamente geogŕfica


que sirve de base para su diferenciacín de otros Estados, por ejemplo cuando se habla
de la Inglaterra territorial. Su disolucín es causa segura de desaparicín Estatal
(‘debellatio’).

La colectividad que constituye un Estado est́ fijada en un territorio concreto, dado que
la sociedad tiende a ser sedentaria. La parte del hemisferio delimitada
geogŕficamente como sede estable del pueblo y que sirve de base a la
organizacín gubernativa recibe el nombre de territorio. De modo que las
grandes sociedades poĺticas a las que llamamos Estados necesitan un territorio
(metropolitano y colonial) donde aplicar las leyes, ejecutar la autoridad competente y
permitir la intervencín con otros pueblos.

Por tanto, lo podemos definir como el espacio en el que los ́rganos del
Estado pueden imponer su autoridad, definiendo aś el ́mbito de
competencia de los mismos.

Se ha puesto en duda la estatalidad de los denominados Estados exiguos: Reṕblica de


San Marino, Ḿnaco, Liechtenstein, Principado de Andorra, etc. Sin embargo, la falta
de territorio no ha impedido dar caŕcter estatal a algunas realidades que en su d́a lo
fueron como la Orden de Malta o la Santa Sede.

Poder poĺtico (y soberańa)

Para que ese pueblo ubicado en un territorio pueda llegar a ser concebido como un
Estado debe existir tambín el tercero de los elementos: que esa colectividad ejerza el
poder poĺtico. Y ¿qú es el poder poĺtico? No es un concepto f́cil de definir.
Podŕamos acercarnos a una definicín si se sẽala que el poder poĺtico es el haz
de facultades ejercidas por un pueblo, por sus autoridades propias (no por

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unas impuestas de otro poder u otro Estado), capaz de instituir ́rganos e


imponer normas juŕdicas, disponiendo de los medios necesarios para ello.

El principio de soberańa fue teorizado por primera vez por Juan Bodino, en su Sus seis
libros sobre la Reṕblica. La soberańa se ha entendido como aquella
capacidad, tanto juŕdica como real, de decidir en todo conflicto social que
altere la unidad territorial dada. Es la soberańa lo que da legitimidad al uso de la
fuerza por parte del Estado, para defender sus intereses y los de la poblacín que en ́l
vive y se desarrolla. El poder poĺtico se despersonaliza con el Estado, que se convierte
en una institucín y alberga una realidad social, es decir, al conjunto de su poblacín.

En todo caso, adeḿs de todos estos elementos, tambín es necesario que los deḿs
Estados, en la esfera de derecho internacional, lo reconozcan como tal y acepten su
soberańa. Por este hecho o por la falta de algunos de sus elementos podemos observar
como existen muchos ejemplos que son objeto de conflicto: el pueblo saharaui o el
pueblo palestino pueden ser unos muy claros.

3.3. Los elementos constitutivos del Estado I: el fin del Estado

Ḿs alĺ del territorio, el pueblo o la soberańa existen otros elementos constitutivos del
Estado que forman igualmente parte de la esencia del mismo Estado. Un ejemplo, es el
fin espećfico que persigue el Estado: el bien ṕblico temporal.

Antes puede ser oportuno diferenciar entre bien coḿn (fin de toda la sociedad) y bien
ṕblico (fin espećfico de la sociedad estatal). Carŕ de Malberg distingue entre un bien
particular, que concierne de forma inmediata al individuo o el grupo en que se integra,
frente al bien ṕblico, que concierne de manera directa a todos.

Los elementos formales del bien ṕblico pueden concretarse en tres categoŕas:
Necesidad de orden y de paz: justicia y definicín de los derechos y libertades
Necesidad de coordinacín: intervencín en los ́rdenes ecońmicos Necesidad
de ayuda: funciones de inteŕs particular o beneficencia.

Cabe citar, tambín aqú, la doctrina tomista del bien coḿn, que identifica cuatro
causas que dan origen al Estado:

Causa eficiente: naturaleza del hombre que comparte con otros.

El fin del Estado es la justicia (Plat́n).


El fin del Estado es el bien coḿn (Arist́teles).
El fin del Estado es la felicidad de los śbditos (Leibniz).

El fin del Estado es la libertad (Kant).


El Estado es la ḿxima expresín del ethos de un pueblo (Hegel).

Necesidad de orden y de paz. Necesidad de coordinacín. Necesidad de ayuda.

Causa material: comunidad humana que origina su asociacín. Causa formal:


autoridad que exige el orden y la cohesín. Causa final: orientacín teoĺgica de la
comunidad poĺtica.

Para la mayor parte de los fiĺsofos cĺsicos, el Estado representa un momento positivo
en la historia de la humanidad. Bobbio sintetiza alguno de los fines que le teńan
reservado:

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El fin del Estado es la justicia (Plat́n).


El fin del Estado es el bien coḿn (Arist́teles).
El fin del Estado es la felicidad de los śbditos (Leibniz).
El fin del Estado es la libertad (Kant).
El Estado es la ḿxima expresín del ethos de un pueblo (Hegel).

Como se ve, la mayor parte de la filosof́a poĺtica es una exaltacín del Estado, en
contraste con Marx, que lo considera un instrumento de dominacín.

3.4. Elementos constitutivos del Estado II: la autoridad o poder


ṕblico

Se entiende por autoridad (auctoritas) la primaća que se reconoce en la influencia.


Mientras que poder (imperium) hace referencia a la facultad de mandar y ser
obedecido, de obligar a los śbditos a hacer a un resultado cierto. La primera tiene un
significado de superioridad o jerarqúa; la segunda, de mando y coercín.

La funcín primordial de la primera se dirige tanto hacia el gobierno del mismo Estado,
con la definicín de sus objetivos estrat́gicos, como a la administracín, con funcín
organizadora del aparato ṕblico o andamiaje institucional. El Estado no podŕa
alcanzar sus fines sin la existencia de un poder o de ejercer una autoridad. De ah́, que
en la formacín hist́rica del Estado se haya reservado el monopolio leǵtimo de la
fuerza.

Diversas teoŕas han estudiado la doctrina del poder en el Estado. Kelsen redujo el
Estado a un orden normativo. Descuid́ que el verdadero significado del Derecho es
auxiliar al Estado al cumplimiento de sus fines. Se esperaba de ́l una doctrina del
derecho dentro del Estado, pero en su lugar nos ofrecí una ‘teoŕa del orden juŕdico
puro’. Para Duguit, en cambio, el Estado seŕ un aut́ntico feńmeno de poder.

El poder del Estado presentaŕ dos notas caracteŕsticas b́sicas: 1.


Esunpoderpoĺtico,limitado,temporalycivil.
2. Un poder centralizado.

3.5. Caracteŕsticas esenciales del Estado

La personalidad moral del Estado

Atribuir o no al Estado la condicín de soberano ha tenido unos resultados obvios. Solo


si es verdaderamente una persona moral podŕ ser, finalmente, sujeto de derechos y
obligaciones. Tal condicín, ni hist́rica ni paćficamente, ha sido admitida. Durante
siglos se han confrontado varias teoŕas. Por un lado, las negativas (Savigny o Duguit,
por ejemplo) que basadas en distintos argumentos las rechazaban. Algunos de estos
razonamientos haćan referencia que no era un elemento constitutivo del Estado o que
era una ficcín. Y por otra parte, se encontraban las denominadas doctrinas realistas
que la defend́an con otros argumentos: fundacionales; institucionales o juŕdicos.

Las negativas part́an de dos errores previos. Primero, consideraban al Estado como un
agregado de individuos. Y segundo, pretend́an que las cualidades de la personalidad
f́sica y moral deb́an ser coincidentes.

Las realistas consiguieron atribuir finalmente la condicín de soberano al Estado aś


como la construccín de la teoŕa de la personalidad juŕdica del Estado (como
institucín juŕdica), que Hauriou confronta a la personalidad moral (como institucín

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social), al igual que su caŕcter ́nico (sin distinguir, debido a su unidad, cuando el
Estado act́a como persona ṕblica (Derecho Ṕblico) o como persona privada o civil
(Derecho Privado) con lo que se constituý como uno de los mayores aciertos del
Derecho Ṕblico.

La soberańa del Estado

Solo un apunte, ya que la soberańa fue analizada en los eṕgrafes precedentes. Hemos
visto que constituye la sociedad suprema a la que se subordinan los ciudadanos que
habitan dentro de las fronteras estatales. Pero lo importante es destacar que, en un
principio, la soberańa respondí a una configuracín de ́ndole poĺtica para
evolucionar, con posterioridad al ́mbito de lo juŕdico. Este caŕcter le atribuye la
condicín de soberano.

Para la doctrina de Arist́teles, la ‘autarqúa’ (entendida como autosuficiencia) era lo


que especificaba al Estado. Este ingrediente espećfico, caracteŕstica fundamental del
Estado perfecto, fue recuperado, nuevamente, en la Edad Media. En Roma, ãos ḿs
tarde, se hablaba de la majestas y potestas, para expresar la potencia y fuerza del
Imperio. Finalmente, fue Bodino quien le dio el significado moderno y juŕdico: «poder
absoluto y perpetuo de una Reṕblica». Primero, tuvo un caŕcter o naturaleza
defensiva para mutar, ḿs tarde, en ofensiva (Jellinek). Por su parte, Grocio (1583-
1645), en De jure belli ac pacis (1625) reelaboŕ el concepto y se refirí al poder estatal
como un poder supremo que consiste en la facultad moral del Estado, no sometida a los
derechos de otros y cuyos actos no podŕn ser anulados por la voluntad humana.

En base a tales argumentos, podemos afirmar que soberańa equivale a afirmar


que el poder del Estado (en su unidad e indivisibilidad) es un poder supremo.
Proviene del interior del mismo Estado (manifestacín interna) aunque tenga
una proyeccín exterior evidente.

La idea de bien ṕblico (como vimos en el eṕgrafe del fin del Estado) contiene en
potencia la misma idea de soberańa y queda constrẽida (ĺmites) al ́mbito que
delimitan las fronteras estatales. Otros ĺmites ḿs alĺ de los geogŕficos son de
caŕcter objetivo y racional (fin del Estado). Junto a los ĺmites negativos podemos
observar tambín alguno de ́ndole positiva: la realizacín del bien ṕblico.

Por ́ltimo, a pesar del caŕcter absoluto de la soberańa, el Estado acepta limitar su
poder soberano dictando las reglas mismas a las que estaŕ sometido. Un Estado sin
poder soberano resulta inconcebible pero, del mismo modo, un poder
soberano no sometido a las leyes, no seŕ un Estado sino una simple
manifestacín de fuerza (tesis realistas).

El control del poder soberano b́sicamente viene por una doble v́a:

a) A trav́s de las soluciones internas (o auto limitadoras).

b) A partir de las soluciones inter o supranacionales, que configuran el tŕnsito del


sistema interestatal del modelo de westfaliano (1648) a uno ḿs perfeccionado (ONU,
1945).

El Estado de Derecho

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El Estado, basado en los fines que le son encomendados, encuadra su actividad en un


orden juŕdico conformado por el derecho positivo y vigente (lo que se conoce bajo el
nombre de sumisín al imperio de la Ley o Estado de Derecho). Su cuestionamiento
implica rećprocamente la negacín de la misma naturaleza estatal.

3.6. Clasificacín de las funciones del Estado

Para poder llevar a cabo sus fines, el Estado tiene que actuar desarrollando sus
cometidos que se corresponden con el conjunto o con cada una de sus funciones
(entendidas como poderes del Estado). Tradicionalmente, a partir de la teorizacín de
Locke y Montesquieu, han sido de tres tipos:

1. Funcín ejecutiva (en la que B se incluye la administrativa): actuar para


satisfacer el bienestar general y el progreso de la sociedad.

2. Funcín legislativa: encaminada a formular normas generales que deben estructurar al Estado
(constitucín) y reglamentar las relaciones entre el Estado y los ciudadanos (derechos y
libertades) y las relaciones de los ciudadanos entre ś.

3. Funcín judicial: dirigida a tutelar el ordenamiento juŕdico vigente para hacer cumplir la ley.

Un repaso a la teoŕa de las ideas poĺticas en relacín a las funciones del Estado puede
ser ilustrativo para identificarlas. En La Poĺtica, Arist́teles hablaba de ́rganos
deliberativos (legisladores); ́rganos de la magistratura (ejecutivos); y ́rganos
judiciales (jurisdiccionales). La autonoḿa de la funcín legislativa se puede encontrar
en autores como Santo Toḿs de Aquino, Marsilio de Padua o Maquiavelo.

La teoŕa de las funciones del Estado alcanź su perfeccín con


Montesquieu, a trav́s de la teoŕa de la divisín de poderes y de la separacín de las
diversas funciones del Estado. Una labor a la que dio continuidad John Locke en su
obra Dos Tratados sobre el Gobierno Civil y donde ãadí el poder federativo
(encargado de las relaciones con el exterior) junto al legislativo y el ejecutivo.

Tales doctrinas han sido ḿnimamente retocadas hasta la actualidad, como por
Gropalli (que distingue cuatro poderes fundamentales en el Estado: Jefe del Estado;
Gobierno; Parlamento; y Magistratura) pero no dejan de ser una t́mida objecín a la
misma que conserva, án hoy, su vigencia.

3.7. Origen y justificacín del Estado

Las teoŕas que han servido para justificar la existencia del Estado (responden a la
pregunta por qú debe existir el Estado o cúl es su utilidad) pueden dividirse en
positivas y negativas, seǵn el criterio sea o no favorable a su existencia. Ya vimos que
la mayor parte de los pensadores se encuadran en las primeras y solo una pequẽa
excepcín en las segundas. Tambín, se pueden clasificar en cinco grandes grupos, a
partir de la necesidad que proyectan satisfacer (Porŕa, 2005):

Las que fundan el Estado en una necesidad religiosa.


Las que lo basan en el apoyo de una necesidad f́sica.
Las que tratan de encontrar una justificacín juŕdico-legal. Las que encuentran su
apoyo en la moral.
Las que tratan de darle una fundamentacín psicoĺgica.

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Asimismo, las podemos sistematizar en teoŕas tradicionales y teoŕas juŕdicas que


justifican la existencia del Estado. En el primer grupo, destacan las siguientes:

Teoŕa teoĺgico-religiosa, que justifica el Estado por ser una creacín u obra
divina. Domiń la Antig̈edad cĺsica por la coincidencia entre las comunidades
religiosa y poĺtica. Deḿstenes afirmaba que la ley debe obedecerse por ser obra de
Dios. Sin asignarle un caŕcter divino, Agustin de Hipona, en su Civitas Dei, vio al
Estado como una consecuencia del pecado humano, que haća necesaria su sujecín al
poder; y diferencí los ́mbitos poĺtico o terrenal; y religioso o espiritual. La
fundamentacín teoĺgica del Estado perviví durante el Medievo e, incluso, durante el
Absolutismo (Filmer o Bossuet que basaron el Estado en el origen divino de su
investidura: «Rey por la gracia de Dios»). Incluso hoy, podemos encontrar
manifestaciones vigentes de la misma, a trav́s, por ejemplo, de la supeditacín de
algunos Estados isĺmicos a la Sharia al Islamiya (‘v́a o senda del Islam’).

Teoŕa de la fuerza, que basa el Estado en la ley natural de dominio de los d́biles
por los fuertes. Su origen se encuentra en las teoŕas de los sofistas, que atribúan al
Estado la condicín de institucín al servicio e inteŕs de los gobernantes y al Derecho
la misín de encadenar al d́bil. Los antagonistas de la fundamentacín teoĺgica del
Estado en ocasiones se confunden con la misma. Alguno de sus autores (Spinoza)
tomaron argumentos de otras teoŕas, como la contractualista. El materialismo
hist́rico marxista puede, tambín, englobarse en la misma.

Para Jellinek, el padre de la disciplina que estamos estudiando, las teoŕas juŕdicas
pueden agruparse en tres grandes corrientes del pensamiento:
1. Teoŕa patriarcal. Considera al Estado como una institucín de familia; a trav́s

de la transicín del pater familias a la autoridad poĺtica (de la familia a la

comunidad poĺtica).
2. Teoŕa patrimonial. Sẽala al Estado como una institucín de derecho

patrimonial (el mismo origen que dio Plat́n en la Reṕblica al Estado, como unín de
las profesiones ecońmicas y humanas; o Ciceŕn, que justifić la formacín de este en
la proteccín de la propiedad, algo coḿn al liberal Locke).

3. Teoŕa contractualista. Identifica el origen del Estado en un pacto.


Hist́ricamente, las relaciones entre los gobernantes y sus gobernados se depuraron
hasta descansar en un pacto (El Ensayo sobre el origen de la desigualdad de los
hombres o El Contrato Social de Rousseau, son ejemplos de tales tesis; al igual que en
el Leviat́n de Hobbes o las ideas de John Locke, 1632-1704). Constituý el tŕnsito de
un Estado de naturaleza a otro de caŕcter poĺtico.

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