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El pensamiento positivo a menudo comienza con el diálogo interno, que son los
pensamientos no expresados que atraviesan la cabeza de una persona. Y cuando
se trata de intimidación, esto es especialmente importante. Muchas veces, las
víctimas de la intimidación se involucrarán en conversaciones internas
negativas, repitiendo los mensajes del agresor en su cabeza, como “soy un
perdedor”, “a nadie le gusto”, “no valgo nada”, “soy imbécil”… Estos
pensamientos pueden llevar a la depresión, a sentirse desesperanzado e incluso, a
tener pensamientos de suicidio.
Es importante enseñar a los niños víctimas de acoso escolar que deben decirse a
sí mismos que las cosas que le dicen los agresores no son ciertas y deben
reemplazarlas por otros mensajes afirmativos y reales como: ‘No hay nada malo
en mi’, ‘Soy buena persona’, etc. Estas afirmaciones le ayudarán al niño a
identificar su valor e identidad.