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ORGANIZACIÓN

INTERNACIONAL DEL
TRABAJO - OIT
DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO

SANDOVAL CANO ANA LUCIA


GALLARDO FLORES JUAN DANIEL
DR. MARCO ANTONIO IYO VALDIVIA | OCTAVO CICLO
INTRODUCCIÓN

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) —ILO, por su sigla en


inglés (de International Labour Organization)— es un organismo
especializado de las Naciones Unidas que se ocupa de los asuntos
relativos al trabajo y las relaciones laborales. Fue fundada el 11 de abril
de 1919, en virtud del Tratado de Versalles. Su Constitución,
sancionada en 1919, se complementa con la Declaración de Filadelfia
de 1944.

La OIT tiene un gobierno tripartito, integrado por los representantes de


los gobiernos, de los sindicatos y de los empleadores. Su órgano
supremo es la Conferencia Internacional del Trabajo, que se reúne
anualmente en junio. Su órgano ejecutivo es el Consejo de
Administración, que se reúne cuatrimestralmente en Ginebra. Toma
decisiones sobre políticas de la OIT y establece el programa y
presupuesto que posteriormente son presentados a la Conferencia para
su aprobación. También elige al director general. En 2012 fue elegido
para el cargo el británico Guy Ryder. La sede central se encuentra en
Ginebra (Suiza).

En 1969 la OIT recibió el Premio Nobel de la Paz.1 Está integrada por


187 estados nacionales (2012). No tiene potestad para sancionar a los
gobiernos.
INDICE
I. ASPECTOS GENERALES

1.1 ¿Qué es la OIT?

Única agencia 'tripartita' de la ONU, la OIT reúne a


gobiernos, empleadores y trabajadores de 187 Estados
miembros a fin de establecer las normas del trabajo,
formular políticas y elaborar programas promoviendo el
trabajo decente de todos, mujeres y hombres.

1.2 Misión e Impacto

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) está


consagrada a la promoción de la justicia social, de los
derechos humanos y laborales reconocidos
internacionalmente, persiguiendo su misión fundadora:
la justicia social es esencial para la paz universal y
permanente.

Única agencia 'tripartita' de la ONU, la OIT reúne a


gobiernos, empleadores y trabajadores de 187 Estados
miembros a fin de establecer las normas del trabajo,
formular políticas y elaborar programas promoviendo el
trabajo decente de todos, mujeres y hombres.

Actualmente, el Programa de trabajo decente de la OIT


contribuye a mejorar la situación económica y las
condiciones de trabajo que permiten que todos los
trabajadores, empleadores y gobiernos participen en el
establecimiento de un paz duradera, de la prosperidad y
el progreso.

La misión de la OIT está agrupada en torno a cuatro


objetivos estratégicos:

 Promover y cumplir las normas y los principios y


derechos fundamentales en el trabajo:

Los desafíos de la globalización han determinado


que las normas inter- nacionales del trabajo sean
más relevantes que nunca. ¿Qué beneficios
aportan actualmente estas normas?
Una vía hacia el trabajo decente
Las normas internacionales del trabajo tienen
como objetivo fundamental el desarrollo de las
personas en su calidad de seres humanos. En la
Declaración de Filadelfia de la OIT, de 1944, la
comunidad internacional reconocía que "el trabajo
no es una mercancía". El trabajo no es como una
manzana o como un aparato de televisión, no es
un objeto inanimado que pueda negociarse para
obtener el mayor provecho o conseguir el más bajo
precio. El trabajo es parte de la vida diaria de
todos y el factor determinante para alcanzar la
dignidad humana, el bienestar y el desarrollo
como seres humanos. El desarrollo económico
debe incluir la creación de empleo y unas
condiciones de trabajo adecuadas para que las
personas puedan trabajar con libertad y en
condiciones de seguridad y dignidad. En resumen,
el desarrollo económico no es un fin en sí mismo
sino que su meta debe ser mejorar la vida de las
personas. Las normas internacionales del trabajo
se han establecido para garantizar que el
desarrollo económico siga centrándose en la
mejora de la vida y la dignidad humanas.

Un marco jurídico internacional para una


globalización justa y estable
La consecución de la meta del trabajo decente en
la economía globalizada, requiere la adopción de
medidas en el plano internacional. La comunidad
internacional responde a este desafío, en parte
desarrollando instrumentos jurídicos
internacionales sobre comercio, finanzas, medio
ambiente, derechos humanos y trabajo. La OIT
contribuye a este marco jurídico elaborando y
promoviendo unas normas internacionales del
trabajo orientadas a garantizar que el crecimiento
económico y el desarrollo vayan de la mano de la
creación de trabajo decente. La estructura
tripartita, única de la OIT, garantiza que estas
normas sean respaldadas por los gobiernos, por
los empleadores y por los trabajadores. En
consecuencia, las normas internacionales del
trabajo establecen las normas sociales mínimas
básicas acordadas por todos aquellos que
participan en la economía global.
Establecimiento de condiciones de igualdad
Un marco jurídico internacional sobre las normas
sociales garantiza el establecimiento de
condiciones de igualdad en la economía global.
Ayuda a los gobiernos y a los empleadores a no
caer en la tentación de reducir las normas del
trabajo creyendo que ello podría darles una mayor
ventaja comparativa en el comercio internacional.
En el largo plazo, estas prácticas no benefician a
nadie. La reducción de las normas del trabajo
puede incentivar la extensión de salarios bajos,
una formación deficiente y mucha rotación de
personal en las industrias, impidiéndose, de este
modo, que un país genere empleos más estables y
calificados. Al mismo tiempo, tales prácticas
dificultan que los socios comerciales desarrollen
sus economías. Debido a que las normas
internacionales del trabajo son normas mínimas
adoptadas por los gobiernos y los interlocutores
sociales, deberá ser interés de todos que esas
normas se apliquen de manera general, para que
aquellos que no lo hicieran no socavaran los
esfuerzos de los que sí lo hacen.

Una medio para la mejora de los resultados


económicos
Algunas veces, las normas internacionales del
trabajo son percibidas como costosas y, por tanto,
como un obstáculo para el desarrollo económico.
Sin embargo, aumenta el número de las
investigaciones que indican que con frecuencia el
respeto de las normas internacionales del trabajo
acompaña a la mejora de la productividad y de los
resultados económicos. Salarios más elevados,
mejores normas sobre el tiempo de trabajo y el
respeto de la igualdad, pueden traducirse en
trabajadores mejores y más satisfechos, y en
menos cambios de personal. Las inversiones en
formación profesional pueden redundar en una
mano de obra con mejor formación y en niveles
más elevados de empleo. (Nota 1 ) Las normas de
seguridad pueden disminuir los costos
ocasionados por los accidentes y los gastos en
concepto de salud. La protección del empleo puede
conducir a que los trabajadores, al sentirse
seguros, asuman riesgos y sean más innovadores.
La protección social que brindan, por ejemplo, los
regímenes de desempleo y las políticas activas de
mercado de trabajo, pueden facilitar la flexibilidad
del mercado de trabajo, puesto que hacen que la
liberalización y las privatizaciones sean
sostenibles y más aceptables para la gente. La
libertad sindical y la negociación colectiva pueden
conducir a mejores consultas y a una mayor
colaboración en la gestión del trabajo,
reduciéndose así el número de conflictos laborales
costosos y obteniéndose una mayor estabilidad
social.

Los efectos beneficiosos de las normas del trabajo


no pasan desapercibidos para los inversores
extranjeros. Los estudios han demostrado que, en
los criterios para la elección de los países en los
que invertir, los inversores extranjeros valoran
más la calidad de la mano de obra y la estabilidad
política y social que los bajos costes de la mano de
obra. Tampoco existen pruebas suficientes que
demuestren que los países que no respetan las
normas laborales sean más competitivos en la
economía global.

Una red de protección frente a las crisis


económicas
Incluso las economías que crecen rápidamente y
poseen una mano de obra altamente calificada
pueden tener que hacer frente a caídas
económicas imprevistas. La crisis financiera
asiática de 1997, la explosión de la burbuja
tecnológica en el año 2000 y la crisis económica y
financiera de 2008 pusieron de manifiesto cómo
decenios de crecimiento económico pueden
desplomarse por las graves devaluaciones de la
moneda y por la caída de los precios del mercado.
Por ejemplo, durante la crisis asiática de 1997, así
como durante la crisis de 2008, el desempleo
aumentó significativamente en muchos de los
países afectados. Los efectos desastrosos que
estas crisis tuvieron en los trabajadores, se vieron
agravados por el hecho de que en muchos de estos
países, los sistemas de protección social
(especialmente de seguros de desempleo y seguros
médicos), las políticas activas de mercado de
trabajo y el diálogo social estaban ausentes o
existían bajo una gran presión. La adopción de un
enfoque equilibrado que incluya el logro de metas
macroeconómicas y de empleo, teniendo al mismo
tiempo en cuenta el impacto social, puede ser útil
para enfrentar estos desafíos.

Una estrategia para la reducción de la


pobreza
El desarrollo económico siempre ha dependido de
la aceptación de las normas. La legislación y las
instituciones jurídicas vigentes garantizan los
derechos de propiedad, el cumplimiento de los
contratos, el respeto de los procedimientos y la
protección contra los delitos, que son elementos
jurídicos de una buena gobernanza, sin los cuales
ninguna economía puede funcionar. Un mercado
regido por reglas e instituciones justas es más
eficaz y beneficioso para todos. Y el mercado del
trabajo no es diferente. Prácticas laborales justas
establecidas por las normas internacionales del
trabajo y aplicadas a través de los sistemas
jurídicos nacionales, garantizan un mercado de
trabajo eficaz y estable, tanto para los
trabajadores como para los empleadores.

En muchas economías en desarrollo y en


transición, una gran parte de la mano de obra
trabaja en el sector informal. Además, estos países
a menudo carecen de la capacidad de impartir una
justicia social efectiva. Sin embargo, las normas
internacionales del trabajo también pueden ser
instrumentos eficaces en estas situaciones. La
mayor parte de las normas se aplican a todos los
trabajadores, no sólo a los que trabajan con
arreglo a acuerdos formales de trabajo. Algunas
normas, como las que se ocupan de los
trabajadores a domicilio, de los trabajadores
migrantes y rurales, y de los pueblos indígenas y
tribales, tratan en verdad específicamente de
algunas áreas de la economía informal. Se ha
demostrado que la ampliación de la libertad
sindical, la protección social, la seguridad y la
salud en el trabajo, la formación profesional, y
otras medidas requeridas por las normas
internacionales del trabajo, constituyen una
estrategia eficaz para determinar un descenso de
la pobreza y conducir a los trabajadores hacia la
economía formal. Además, las normas
internacionales del trabajo exigen la creación de
instituciones y mecanismos que puedan
robustecer los derechos laborales. En combinación
con un conjunto de derechos y de normas
definidos, las instituciones jurídicas vigentes
pueden contribuir a formalizar la economía y a
crear un clima de confianza y de orden que es
esencial para el crecimiento y el desarrollo
económicos.

Aunar la experiencia y los conocimientos


internacionales
Las normas internacionales del trabajo son el
resultado de las discusiones celebradas entre los
gobiernos, los empleadores y los trabajadores en
consulta con expertos de todo el mundo.
Representan el consenso internacional sobre la
manera en que pueden abordarse problemas
laborales concretos a escala global, y reflejan los
conocimientos y la experiencia de todo el mundo.
Los gobiernos, las organizaciones de empleadores
y de trabajadores, las instituciones
internacionales, las empresas multinacionales y
otras organizaciones no gubernamentales pueden
beneficiarse de estos conocimientos, incorporando
las normas a sus políticas, a sus objetivos
operativos y a sus acciones cotidianas. El carácter
legal de las normas permite su utilización en el
sistema jurídico y en la administración en los
ámbitos nacionales, y como parte del corpus de la
legislación internacional que puede conducir a
una mayor integración de la comunidad
internacional.

 Promoción del empleo

Sin empleo productivo será imposible lograr el


objetivo de alcanzar niveles de vida dignos,
integración social y económica, y desarrollo
personal y social. La promoción de la empresa y el
desarrollo de recursos humanos son clave para
lograr estos objetivos. La OIT realiza análisis e
investigación sobre el empleo, promueve
inversiones generadoras de empleo, y apoya la
formulación de políticas. También respalda el
desarrollo de calificaciones profesionales, la
generación de puestos de trabajo, el desarrollo
empresarial y las cooperativas.

 Protección social

Sólo 27 por ciento de la población mundial tiene


una protección social adecuada, y más de la mitad
no tiene ninguna cobertura. La OIT promueve
políticas y ofrece asistencia a los países con el
objetivo de ayudar a extender la protección social
a todos los miembros de la sociedad. La seguridad
social implica acceso a la asistencia médica y
garantía de ingresos, en especial en caso de vejez,
desempleo, enfermedad, invalidez, accidentes en el
trabajo o enfermedades profesionales, maternidad,
o pérdida del principal generador de ingresos de
una familia. La “Campaña mundial sobre
seguridad social y cobertura para todos” lanzada
en 2003 se basa en actividades ya puestas en
marcha en más de 30 países, e incluye proyectos
que apoyan a los países a extender la cobertura al
nivel nacional y a fortalecer las organizaciones de
seguridad social de base comunitaria.

 Tripartismo y diálogo social

En todas las actividades de la OIT es importante la


cooperación entre gobiernos y organizaciones de
empleadores y trabajadores para fomentar el
progreso social y económico. El diálogo entre el
Gobierno y los dos "interlocutores sociales"
promueve los consensos y la participación
democrática de los actores clave del mundo del
trabajo. La OIT es la única agencia "tripartita" de
las Naciones Unidas, pues congrega a
representantes de gobiernos, empleadores y
trabajadores para que diseñen conjuntamente
normas de trabajo, políticas y programas. El
diálogo social puede significar negociación,
consulta o simplemente un intercambio de
información y opiniones entre representantes de
gobiernos, empleadores y trabajadores.

II. HISTORIA

La OIT fue creada en 1919, como parte del Tratado de


Versalles que terminó con la Primera Guerra Mundial, y reflejó
la convicción de que la justicia social es esencial para alcanzar
una paz universal y permanente.

Su Constitución fue elaborada entre enero y abril de 1919 por


una Comisión del Trabajo establecida por la Conferencia de
Paz, que se reunió por primera vez en París y luego en
Versalles. La Comisión, presidida por Samuel Gompers,
presidente de la Federación Estadounidense del Trabajo (AFL),
estaba compuesta por representantes de nueve países: Bélgica,
Cuba, Checoslovaquia, Francia, Italia, Japón, Polonia, Reino
Unido y Estados Unidos. El resultado fue una organización
tripartita, la única en su género con representantes de
gobiernos, empleadores y trabajadores en sus órganos
ejecutivos.

La Constitución contenía ideas ya experimentadas en la


Asociación Internacional para la Protección Internacional de
los Trabajadores, fundada en Basilea en 1901. Las acciones en
favor de una organización internacional que enfrentara temas
laborales se iniciaron en el siglo XIX, y fueron lideradas por
dos empresarios, Robert Owen (1771-1853) de Gales y Daniel
Legrand (1783-1859) de Francia.

La fuerza que impulsó la creación de la OIT fue provocada por


consideraciones sobre seguridad, humanitarias, políticas y
económicas. Al sintetizarlas, el Preámbulo de la Constitución
de la OIT dice que las Altas Partes Contratantes estaban
“movidas por sentimientos de justicia y humanidad así como
por el deseo de asegurar la paz permanente en el mundo...”

Había un verdadero reconocimiento a la importancia de la


justicia social para el logro de la paz, en contraste con un
pasado de explotación de los trabajadores en los países
industrializados de ese momento. Había también una
comprensión cada vez mayor de la interdependencia
económica del mundo y de la necesidad de cooperación para
obtener igualdad en las condiciones de trabajo en los países
que competían por mercados. El Preámbulo, al refejar estas
ideas establecía:
Considerando que la paz universal y permanente sólo puede
basarse en la justicia social;
Considerando que existen condiciones de trabajo que entrañan
tal grado de injusticia, miseria y privaciones para gran número
de seres humanos, que el descontento causado constituye una
amenaza para la paz y armonía universales; y considerando
que es urgente mejorar dichas condiciones;
Considerando que si cualquier nación no adoptare un régimen
de trabajo realmente humano, esta omisión constituiría un
obstáculo a los esfuerzos de otras naciones que deseen
mejorar la suerte de los trabajadores en sus propios países.

Las áreas que podrían ser mejoradas enumeradas en el


Preámbulo continúan vigentes, por ejemplo:
Reglamentación de las horas de trabajo, incluyendo la
duración máxima de la jornada de trabajo y la semana;
Reglamentación de la contratación de mano de obra, la
prevención del desempleo y el suministro de un salario digno;
Protección del trabajador contra enfermedades o accidentes
como consecuencia de su trabajo;
Protección de niños, jóvenes y mujeres.
Pensión de vejez e invalidez, protección de los intereses de los
trabajadores ocupados en el extranjero;
Reconocimiento del principio de igualdad de retribución en
igualdad de condiciones;
Reconocimiento del principio de libertad sindical;
Organización de la enseñanza profesional y técnica, y otras
medidas similares.

El inicio
La OIT ha realizado aportes importantes al mundo del trabajo
desde sus primeros días. La primera Conferencia Internacional
del Trabajo en Washington en octubre de 1919 adoptó seis
Convenios Internacionales del Trabajo, que se referían a las
horas de trabajo en la industria, desempleo, protección de la
maternidad, trabajo nocturno de las mujeres, edad mínima y
trabajo nocturno de los menores en la industria.

La OIT estableció su sede en Ginebra en el verano de 1920 con


el francés Albert Thomas como primer Presidente de la Oficina
Internacional del Trabajo, que es la secretaría permanente de
la Organización. Con gran ímpetu impulsó la adopción de 9
Convenios Internacionales del Trabajo y 10 Recomendaciones
en menos de dos años.
Este primer fervor pronto fue moderado, porque algunos
gobiernos pensaban que había demasiados Convenios, el
presupuesto era excesivo y los informes muy críticos. Sin
embargo, la Corte Internacional de Justicia declaró que el
ámbito de acción de la OIT se extendía también a la
reglamentación de las condiciones de trabajo del sector
agrícola.

En 1925 fue creado un Comité de Expertos como sistema de


supervisión de la aplicación de las normas de la OIT. El
Comité, que aún existe, está compuesto por juristas
independientes responsables del análisis de los informes de los
gobiernos y de presentar cada año a la Conferencia sus
propios informes.

La depresión y la guerra
El británico Harold Butler, sucesor de Albert Thomas desde
1932, tuvo que enfrentar la Gran Depresión y su consecuencia
de desempleo masivo. Al darse cuenta de que para abordar
temas laborales necesitaba también de la cooperación
internacional, Estados Unidos se convirtió en Miembro de la
OIT en 1934, aunque continuaba fuera de la Sociedad de las
Naciones.

El estadounidense John Winant asumió el cargo en 1939


cuando la Segunda Guerra Mundial era inminente. Por
motivos de seguridad trasladó la sede de la OIT en forma
temporal a Montreal, Canadá en mayo de 1940. En 1941
cuando fue nombrado embajador de EE.UU. en Gran Bretaña
dejó la Organización.

Su sucesor, el irlandés Edward Phelan, había ayudado a


escribir la Constitución de 1919 y desempeñó otra vez un
papel importante durante la reunión de Filadelfia de la
Conferencia Internacional del Trabajo realizada en medio de la
Segunda Guerra Mundial, en la cual participaron
representantes de gobiernos, empleadores y trabajadores de 41
países. Los delegados aprobaron la Declaración de Filadelfia,
incorporada a la Constitución, que constituye aún una Carta
de los propósitos y objetivos de la OIT. En 1946, la OIT se
convirtió en una agencia especializada de la recién creada
Organización de las Naciones Unidas. En 1948, todavía bajo la
dirección de Phelan, la Conferencia Internacional del Trabajo
adoptó el Convenio No. 87 sobre la libertad sindical y la
protección del derecho de sindicación.
Los años de la post guerra
El estadounidense David Morse fue Director General entre
1948 y 1970, período durante el cual se duplicó el número de
países miembros. La Organización asumió su carácter
universal, los países industrializados pasaron a ser una
minoría ante los países en desarrollo, el presupuesto creció
cinco veces y el número de funcionarios se cuadruplicó. La OIT
creó el Instituto Internacional de Estudios Laborales con sede
en Ginebra en 1960 y el Centro Internacional de Formación en
Turín en 1965. La Organización ganó el Premio Nobel de la Paz
en su 50 aniversario en 1969.

Entre 1970 y 1973, con el británico Wilfred Jenks como


Director General, la OIT avanzó en el desarrollo de normas y
de mecanismos para la supervisión de su aplicación, en
particular en la promoción de la libertad sindical y la
protección del derecho de sindicación.

Su sucesor, el francés Francis Blanchard, extendió la


cooperación técnica de la OIT con países en desarrollo y logró
evitar el deterioro la Organización pese a la pérdida de un
cuarto de su presupuesto tras el retiro de EE.UU. desde 1977
hasta 1980. La OIT desempeñó también un papel importante
en la emancipación de Polonia de la dictadura, al darle su
apoyo total a la legitimación del sindicato Solidarnosc
basándose en el respeto del Convenio No. 87 sobre libertad
sindical, que Polonia había ratificado en 1957.

Michel Hansenne de Bélgica asumió el cargo en 1989 y


condujo la OIT después del fin de la Guerra Fría. Puso énfasis
en la importancia de colocar la justicia social al centro de las
políticas económicas y sociales internacionales. También
orientó a la OIT hacia una decentralización, con mayores
actividades y recursos fuera de la sede de Ginebra.

El 4 de marzo 1999 el chileno Juan Somavia asumió el cargo


de Director General. Somavia ha planteado la importancia de
convertir el Trabajo Decente un objetivo estratégico
internacional y de promover una globalización justa. También
ha destacado el trabajo como un instrumento para la
superación de la pobreza y el papel de la OIT en el logro de los
Objetivos de Desarrollo del Milenio, que incluyen la reducción
de la pobreza a la mitad para 2015.

El británico Guy Ryder fue elegido como el décimo Director


General de la OIT en mayo de 2012. En noviembre de 2016 fue
reelecto por otros cinco años. El segundo mandato comenzará
el 1 de octubre de 2017.

III. ¿CÓMO FUNCIONA?

3.1 Tripartismo y diálogo social

Un aspecto esencial en las actividades de la OIT es la


importancia de la cooperación entre gobiernos y
organizaciones de trabajadores y empleadores en la
promoción del progreso social y económico.

El objetivo de la OIT es responder a las necesidades de


los hombres y mujeres trabajadores al reunir a
gobiernos, empleadores y trabajadores para establecer
normas del trabajo, desarrollar políticas y concebir
programas. La estructura de la OIT, en la cual
trabajadores y empleadores tienen el mismo derecho a
voto que los gobiernos en sus deliberaciones, es una
muestra del diálogo social en acción. De esta manera se
garantiza que las opiniones de los interlocutores sociales
queden fielmente reflejadas en las normas laborales,
políticas y programas de la OIT.

La OIT fomenta el tripartismo dentro de sus mandantes


empleadores , trabajadores y Estados miembros , al
promover el diálogo social entre las organizaciones
sindicales y de empleadores en la formulación – y
cuando es pertinente – en la aplicación de las políticas
nacionales en el ámbito social y económico, así como
respecto a muchas otras cuestiones.

3.2 Principales órganos de gobierno

La OIT realiza su trabajo a través de tres órganos


fundamentales, los cuales cuentan con representantes
de gobiernos, empleadores y trabajadores:

 La Conferencia Internacional del Trabajo


establece las normas internacionales del trabajo y
define las políticas generales de la Organización.
La Conferencia, que con frecuencia es denominada
el parlamento internacional del trabajo, se reúne
una vez al año. Es también un foro para la
discusión de cuestiones sociales y laborales
fundamentales.

 El Consejo de Administración es el órgano


ejecutivo de la OIT y se reúne tres veces al año en
Ginebra. Toma decisiones sobre la política de la
OIT y establece el programa y el presupuesto, que
después es sometido a la Conferencia para su
adopción.

 La Oficina internacional del trabajo es la


secretaría permanente de la Organización
Internacional del Trabajo. Es responsable por el
conjunto de actividades de la OIT, que lleva a cabo
bajo la supervisión del Consejo de Administración
y la dirección del Director General.

 El Consejo de Administración y la Oficina son


asistidos en su labor por comisiones tripartitas
que se ocupan de los principales sectores
económicos. Además reciben apoyo de los comités
de expertos en materia de formación profesional,
desarrollo de la capacidad administrativa,
seguridad y salud en el trabajo, relaciones
laborales, educación de los trabajadores y
problemas específicos que afectan a las mujeres y
a los jóvenes trabajadores.

 La OIT organiza periódicamente reuniones


regionales de los Estados miembros con el fin de
analizar los asuntos que revisten especial interés
para las respectivas regiones.

3.3 Sistema de Control de las Normas de la OIT

Las normas internacionales del trabajo están


respaldadas por un sistema de control que es único en el
ámbito internacional y ayuda a garantizar que los países
apliquen los convenios que ratifican. La OIT examina
regularmente la aplicación de las normas en los Estados
Miembros y señala áreas en las que se podría mejorar su
aplicación. Si existe algún problema en la
implementación de las normas, la OIT presta
colaboración a los países a través del diálogo social y la
asistencia técnica.

La OIT ha desarrollado diversos medios de control de la


aplicación de los Convenios y Recomendaciones por ley y
en la práctica, tras su aprobación por la Conferencia
Internacional del Trabajo y su ratificación por los
Estados.

3.4 Asociaciones al servicio del desarrollo

Desde comienzos de los años 1950, la OIT proporciona


cooperación técnica a países de todos los continentes y
en todas las etapas de desarrollo económico. Los
proyectos son implementados gracias a una estrecha
colaboración entre los países beneficiarios, los donantes
y la OIT, que mantiene una red de oficinas exteriores en
todo el mundo.

La cooperación para el desarrollo construye puentes


entre la función normativa de la OIT y las mujeres y los
hombres en todas partes del mundo. Es esencial para
ofrecer a las personas oportunidades de trabajo decente
y para ayudar a nuestros mandantes – trabajadores,
empleadores y gobiernos – a hacer realidad el Programa
de Trabajo Decente. En resumen, la cooperación para el
desarrollo afianza las capacidades técnicas,
organizativas e institucionales de los mandantes de la
OIT a fin que puedan poner en práctica una política
social coherente y eficaz y garantizar el desarrollo
sostenible.

Sobre la base de más de 50 años de experiencia en


cooperación para el desarrollo en todos los continentes y
en todas las etapas de desarrollo, hoy día la OIT opera
más de 600 programas y proyectos en más de 100
países, con el apoyo de 120 socios para el desarrollo.

3.5 Programa y presupuesto

El Programa y Presupuesto de la Organización, que


establece los objetivos estratégicos y los resultados
esperados del trabajo realizado por la Organización, es
aprobado cada dos años por la Conferencia
Internacional del Trabajo.

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