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E N S A Y O S D E D I V U L G A C I Ó N C I E N T Í F I C A Y H U M A N Í S T I C A

Nanocompuestos poliméricos
Vaya por Dios, otra vez ese conjunto de cuatro letras formado por dos vocales y una
consonante del que estoy harto de oír en las noticias, nano por aquí nano por allá, que si
la nanotecnología va a cambiar nuestro mundo, etcétera. La cuestión es que, salvo en
contadas ocasiones, yo sigo sin ver en las tiendas productos en los que en la etiqueta
aparezca que está hecho con un nanomaterial o que proporciona nanopropiedades, o
bien que al comprar mi coche me digan que la carrocería está echa con un material
nanocompuesto. Sin lugar a duda, este podría ser el pensamiento de una persona que,
sin estar involucrada en el mundo de los materiales, no para de escuchar que un nuevo
tipo de tecnología va a revolucionar el mundo de los materiales; y la verdad, es que esta
persona no está nada equivocada porque son muy pocos los productos hechos mediante
nanotecnología a los que la sociedad tiene alcance e incluso en algún caso, la sociedad
los ha rechazado. Por mencionar uno: hace unos años una gran multinacional francesa
del sector cosmético sacó al mercado lociones corporales y cosméticos que contenían
ciertos pigmentos a escala nanométrica, por lo que decidieron lanzar una gran campaña
publicitaria basada en que sus productos contenían nanopartículas. El resultado fue que
tras varios meses, tuvieron que retirar los productos del mercado ya que no se vendían
como habían pensado y la inversión no había merecido la pena. Esto se debió a que la
gente no tenía suficiente confianza en el producto por el mero hecho de tener escrito en
el bote las cuatro letras mágicas nano. ¿Se imaginan como sería la respuesta de un
viajero si al subir a un avión le dicen que se está subiendo a una nave hecha a base de
un material nanocompuesto? Sin embargo, las personas se suben diariamente y sin
preocupaciones en aviones hechos con más de un 40% de material compuesto, del que
uno de sus dos componentes es una resina termoestable que es un plástico; lo que pasa
es que se les dice que está hecho en fibra de carbono, especificando después: “como el
coche de Fernando Alonso” por lo que la confianza ya es total. De nuevo este hecho se
debe simplemente a una cuestión de confianza en el producto y en la tecnología que
tiene detrás de su proceso de producción.
Con el ejemplo de los materiales en aeronáutica ya he tenido la oportunidad de
introducir por primera vez la palabra nanocompuesto, pero ¿qué es un nanocompuesto
polimérico? Quizá lo mejor sea definir antes lo que es un material compuesto
polimérico. Un material compuesto es un material que consta de la unión de dos
materiales de distinta naturaleza para conseguir propiedades combinadas, mejoradas o
nuevas, respecto a la de los materiales originales. Uno de los materiales recibirá el
nombre de matriz, que será un polímero en nuestro caso, y el otro, el de refuerzo. En el
ejemplo descrito anteriormente, la matriz es una resina epoxi y el refuerzo es fibra de
carbono. Cuando al material compuesto se le añade el prefijo nano para construir la
palabra nanocompuesto, simplemente quiere decir que uno de los dos componentes del
material compuesto, en general el de refuerzo, tiene al menos una de sus dimensiones
dentro de la escala nanométrica, es decir, menor a una micra. Sin embargo, como he
dicho anteriormente, aún no se ven aviones ni coches hechos de materiales
nanocompuestos, ya que no se han alcanzado las propiedades que se esperaban de ellos;
por este motivo, en los últimos años el desarrollo para la mejora de estos
nanocompuestos poliméricos se ha convertido en un tema de gran interés en la ciencia
de los materiales. En general, las nanopartículas son consideradas como un tipo de
refuerzo con elevado potencial para mejorar las propiedades mecánicas de los
materiales polímeros. Además, dependiendo del tipo de nanocarga, otras propiedades de
la matriz polimérica, como la conductividad eléctrica y térmica, se pueden ver afectadas
en gran medida. Situados en este marco, las nanoestructuras basadas en el carbono,
como los nanotubos y las láminas de grafeno, se perfilan como candidatos idóneos en el
desarrollo de materiales compuestos.
Los nanotubos de carbono fueron descubiertos por Iijima en 1991 [1] y poseen
propiedades mecánicas únicas, como excelente rigidez y resistencia que, junto con su
forma geométrica, elevada relación longitud/diámetro (diámetro entre 1-50 nm) y alta
área específica (hasta 1300 m2/g), hacen que este tipo de materiales tengan un gran
potencial como refuerzo estructural de sistemas de matriz polimérica. Así mismo los
nanotubos de carbono poseen una elevada conductividad térmica y eléctrica. El
conjunto de todas estas propiedades abre un gran abanico de perspectivas para el diseño
de materiales multifuncionales, como por ejemplo: polímeros conductores con
propiedades mecánicas mejoradas.
El grafeno está conformado por láminas de dos dimensiones constituidas básicamente
por hexágonos de átomos de carbono, cuyo espesor es de un átomo de carbono. El
grafeno es el material base de otras estructuras basadas en átomos de carbono como el
grafito, los fullerenos, y los nanotubos por lo que según se dispongan sus láminas se
formarán unas estructuras u otras. Hasta 2004, cuando el grafeno fue aislado por
Novoselov [2], se pensaba que el grafeno no era una estructura estable y que no se podía
obtener de manera individual, por lo que ha sido en los últimos años cuando esta
nanoestructura ha comenzado a atraer la atención de los investigadores.
Para poder hablar de nanocompuestos poliméricos las partículas deben figurar como
segunda fase dentro de una matriz cuyas propiedades se pretenden mejorar al introducir
un refuerzo. Para acotar nuestro campo de estudio y seguir comparando, como al
principio, los materiales compuestos clásicos usados en la aeronáutica con los
nanocompuestos, nos centraremos en analizar el efecto de las nanopartículas en una
matriz de resina epoxi ya que, además, es un sistema muy estudiado y del que se
conocen muy bien tanto sus virtudes como sus puntos débiles. Las resinas termoestables
se caracterizan por exhibir extraordinarias propiedades, tales como: rigidez, buen
comportamiento a alta temperatura, buena resistencia química, excelentes propiedades
adhesivas y reactividad con una amplia variedad de agentes de curado. A pesar de que
popularmente se les considera como adhesivos estructurales, únicamente una pequeña
parte de su producción total se destina a este propósito. La mayor parte se utiliza para
recubrimientos superficiales, aislamientos eléctricos o como matrices en materiales
compuestos reforzados con fibras, entre otras posibles aplicaciones. Tras el proceso
pertinente denominado curado, las resinas forman una estructura de red altamente
entrecruzada que les confiere una elevada resistencia y temperatura de transición vítrea
con una excelente resistencia al desgaste. Sin embargo, esta alta densidad de
entrecruzamiento les otorga una elevada fragilidad que les hace propensos a la fractura.
Por todo ello, y con objeto de solventar este inconveniente, durante los últimos años, ha
surgido un enorme interés en mejorar la fragilidad de estos materiales. La estrategia más
utilizada ha sido la inclusión de una segunda fase que ha permitido mejorar no solo las
propiedades intrínsecas de la resina, como pueden ser su resistencia y tenacidad, sino
también otorgarle propiedades funcionales adicionales, como conductividad térmica o
eléctrica y una alta estabilidad dimensional a altas temperaturas. Estas mejoras se han
conseguido con un amplio espectro de sistemas que van desde la utilización de una fase
polimérica, como partículas de caucho o partículas termoplásticas, a la inclusión de
fases inorgánicas, como cargas minerales o cargas metálicas. La mejora de las
propiedades se consigue gracias a una óptima interacción entre las fases y a una
dispersión homogénea de esta segunda fase en la resina termoestable.
Con lo expuesto hasta ahora se pretendía hacer una introducción a los materiales que
formarán el nanocompuesto objeto de estudio, que estará compuesto de una resina epoxi
termoestable y las nanopartículas de carbono (nanotubos y grafeno). Para poder explotar
eficientemente el potencial intrínseco de estas nanoestructuras de carbono, se deben
tener en cuenta las dificultades y retos que se tienen que superar cuando los
comparamos con las cargas a escala micrométrica que se venían utilizando con
anterioridad o con los materiales compuestos con fibra continua. La extraordinariamente
alta superficie específica de las nanopartículas en comparación con los refuerzos en
fibra convencionales (superficie esp. < 1m2/g), induce grandes fuerzas atractivas entre
las propias nanopartículas, produciéndose aglomerados. Estos núcleos de nanopartículas
empobrecen las interacciones con la matriz y empeoran la transferencia de esfuerzos en
la interfase, por lo que sus propiedades se ven afectadas notablemente. Con esto se
deduce que el método de dispersión de las partículas es de crucial importancia para
obtener la mayor homogeneidad posible en la matriz. Varios métodos de dispersión
tales como agitación mecánica, ultrasonidos y mini-calandrado han sido utilizados para
dispersar nanotubos y grafeno en resinas termoestables. En el caso de la técnica por
ultrasonidos, se ha detectado la ruptura de los nanotubos a causa de la alta energía local
introducida, de manera que su longitud decrece.
Una forma de mejorar la interacción entre la nanocarga y la matriz es funcionalizar la
superficie de la partícula. De esta forma la partícula se encuentra unida a la matriz
mediante enlaces químicos; así, la energía que hay que aplicar a la partícula para
separarla de la matriz, es mucho mayor que para una partícula sin funcionalizar. Se ha
comprobado que nanotubos funcionalizados con grupos amina o fluorados dan mejores
propiedades mecánicas que aquellos sin funcionalizar [3]. Lo mismo ocurre cuando se
funcionaliza con surfactantes donde la parte hidrofóbica reacciona con la carga y la
hidrofílica con la matriz polimérica.
Se espera que los sistemas descritos hasta ahora, es decir matriz más nanocarga, se
sigan estudiando y desarrollando pero paralelamente está naciendo un nuevo concepto
de materiales nanocompuestos basados en un enfoque bottom-up, en el que se controla
la nanoestructuración jerárquica del material a través del autoensamblaje, utilizando de
forma controlada la capacidad de interacción molecular para producir distribuciones
ordenadas a nivel nanométrico. Este concepto de nanoestructuración jerárquica se
define como el ensamblaje espontáneo entre unidades moleculares, o supramoleculares,
dando lugar a una estructura compleja organizada gradualmente, y abarcando diferentes
escalas y niveles de organización. Para conseguir este grado de orden se emplean
copolímeros de bloque de carácter anfifílico, es decir, los bloques que forman el
copolímero tienen distinta reactividad en un disolvente, en nuestro caso la matriz
polimérica y, frecuentemente, una tendencia a evitar la mezcla entre bloques diferentes.
Tales efectos conducen a los bloques a autoorganizarse en estructuras perfectamente
ordenadas a escala nanométrica, formando estructuras laminares, cilíndricas y esféricas.
Sin embargo, se pretende que la utilidad de estos copolímeros anfifílicos no sea
simplemente la de nanoestructurar la resina epoxi, sino que sirva también como una
plantilla para dispersar y distribuir de forma controlada y homogénea las nanopartículas.
De esta forma obtendremos nanocompuestos cargados con nanopartículas y con una
estructura determinada y deseada.
Una forma de rizar más el rizo sería la de polimerizar estos copolímeros de bloque
anfifílicos sobre la propia nanopartícula funcionarizada con un iniciador radicálico que
provoque la polimerización del copolímero desde la superficie de la nanopartícula; de
tal modo, la partícula quedaría unida químicamente al copolímero.
Hasta la fecha se han nanoestructurado materiales termoestables con variedad de
copolímeros de bloque, algunos ejemplos son poliestireno-polióxido de etileno (PS-
PEO), polióxido de etileno-polidimetil siloxano (PEO-PDMS), polióxido de etileno-
polióxido de propileno (PEO-PPO) o poliestireno-polibutadieno (PS-PB) [4]. En la
mayoría de los casos se observa un aumento de la tenacidad de la resina debido a la
formación de microfases, el grado de mejora de esta propiedad depende mucho de la
forma en la que los copolímeros se nanoestructuran. Esta mejora en la resistencia a
impacto podría evitar el actual uso de finas láminas elastoméricas entre laminado y
laminado de material compuesto de fibra continua en los materiales empleados en el
fuselaje de la cabina de pasajeros de los aviones. Esta fase elastomérica se usa para
atenuar las vibraciones ultrasónicas y que el pasaje no note vibraciones ni ruidos
exteriores. De esta forma se evitaría la notable caída de propiedades mecánicas que
conlleva el empleo de estas láminas de caucho.
Con este enfoque, empleando una estrategia bottom-up se pretende mejorar el grave
problema de obtener una óptima dispersión de las nanopartículas, ya que haciendo una
traducción del término aglosajón a la lengua castellana, nos indica que se controla la
estructura del material desde el fondo hacia arriba; es decir, estamos construyendo el
material por ensamblaje de nanoestructuras desde el corazón del material hacia el
exterior para, finalmente, formar un material macroscópico con mejores propiedades
que los nanocompuestos hasta ahora desarrollados, en los cuales se seguían
procedimientos clásicos de dispersión que podríamos denominar top-down, o de
superficie hacia el interior. Este último tipo de procesado se ha estado empleando para
la dispersión de cargas diluyentes micrométricas e incluso submicrométricas en
poliolefinas desde hace muchos años para abaratar el coste del producto y no se le
llamaba nanotecnología. ¿Por qué ahora se le da tanta publicidad y con la etiqueta de
nano a un proceso similar? La respuesta podría ser que hemos disminuido el tamaño de
las partículas pero… ¿es esto realmente nanotecnología? Por este motivo a la estrategia
bottom-up se la considera verdaderamente nanotecnología ya que contempla en sí
misma el tamaño nanométrico de las nanopartículas tratando de distribuirlas de manera
individual y controlada.
Como hemos podido comprobar, aunque la nanotecnología no haya ofrecido todo lo que
se esperaba de ella, sobre todo desde un punto de vista estructural o de resistencia de
materiales, hay nuevas perspectivas y previsiones de mejora de propiedades, por lo que
este tipo de materiales nanocompuestos poliméricos necesita un voto confianza para
poder explotar todo el jugo de la nanotecnología, porque ¿quién sabe?, puede que en un
futuro no muy lejano nos podamos subir a un avión hecho con materiales
nanocompuestos.
Bibliografía y fuentes de información

[1] Iijima S. Helical microtubules of graphitic carbon. Nature; 354:56–8 (1991).


[2] Novoselov KS, Geim AK, Morozov SV. Electric field effect in atomically thin
carbon films. Science; 306, 666 (2004).
[3] Valentini L, D, Kenny JM. Use of plasma fluorinated single-walled carbon
nanotubes for the preparation of nanocomposites with epoxy matrix. Omp. Sci. and
tech; 68, 1008-1014 (2008).
[4] Ruiz-Pérez L, GJ, Fairclough JPA, Ryan AJ. Toughening by nanostructure.
Polymer; 49, 4475–4488 (2008).

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