La personalidad jurídica, junto a sus atributos, se erige como la principal
herramienta utilizada por los empresarios para activar el desarrollo económico de un país, dado que a través del uso de esta figura se genera una formalización permanente de sociedades mercantiles, que otrora realizaban actividades económicas, pero a nombre del empresario. Los atributos de la personalidad jurídica que emanan del surgimiento de la misma se constituyen per se en mecanismos de identificación y protección a los empresarios. Se evidencia un avance inexorable en el tema societario al permitir la constitución de sociedades sin excesos de formalidades, verbigracia la escritura pública de constitución. No obstante, se presenta valioso que los efectos de la personalidad jurídica sólo se logren a partir de la inscripción de los documentos escritos o privados en el registro mercantil. Como podrá apreciarse, por un lado, se evita caer en formalismos excesivos, situación que morigera los costos de transacción; no obstante, por otro lado, se exige la formalización del empresario para que pueda gozar de personalidad jurídica el ente que pretende constituir y en consecuencia pueda disfrutar de sus atributos. La constitución en debida forma del ente societario implica a su vez que la misma obtenga plena capacidad y representación autónoma, y en consecuencia se desligue del o de los accionistas constituyentes, dándole vida de este modo a una nueva persona, el ente societario constituido.