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Las Enseñanzas de los

Santos Padres

Parte III

Obispo Alejandro (Mileant)

Traducido por Alejandro Molokanow / Nicolas Vorobieff

Colocamos aquí en calidad de introducción el artículo del talentoso escritor


eclesiástico protopresbítero padre Nicolás Deputatov "Los maestros
espirituales y sus consejos." En este corto artículo el autor representó la
imagen típica del maestro espiritual "confesor," antes tan accesible y cercano
al ánimo espiritual del hombre ruso. El autor tuvo delante de su visión a los
últimos maestros espirituales del desierto de Optina, pero el retrato que hizo
resultó ser universal. Esto es porque el espíritu de amor paternal y videncia
que emanaba de los últimos santos de la Rusia prerrevolucionaria les fue
impregnado por los ascetas antiguos de Egipto, Palestina, Siria y Monte
Athos. Por esto pensamos, que este artículo del padre Nicolás puede ayudarle
al lector a representar mas vivamente la imagen de aquellos santos, cuyas
expresiones han sido compiladas en este folleto.

Los maestros espirituales y sus


consejos
En el accionar de los maestros espirituales esta presente el espíritu de una
profunda piedad, el espíritu de Cristo.
El maestro espiritual guía a su discípulo, sostiene su mano para que no caiga
en el abismo del pecado. Él se le acerca con cariño, con consolación, dándole
animo, sabio razonamiento y bendición para el esfuerzo. El maestro dibuja el
cuadro del porvenir y señala la dulzura en el presente si se permanece en la
comunión con Dios. El maestro habla de las enfermedades como una pronta
salvación; de los sufrimientos que forjan humildad, la cual salva incluso sin
otras obras buenas. El maestro vive la alegría y la amargura de su discípulo,
como si formara una aleación con su alma. El maestro enseña que la oración
es la respiración del alma. Si hay oración está viva el alma y si no la hay
oración el alma está muerta. En mucho el maestro es competente, tiene
autoridad y experiencia. Su voz es firme, clara y penetra en el pobre y
avergonzado de si mismo corazón del pecador.

Tomemos como ejemplo los consejos de algunos de los últimos maestros


espirituales rusos. Pongamos el oído a sus palabras simples, maravillosamente
tranquilas, pero firmes y que penetran en el alma: "Usted alguna vez me decía,
que contra usted el enemigo lanzaba sus flechas. ¡No tema! Ni una de ellas lo
alcanzará; que no lo inquiete el peligro de ninguna iniquidad, esta quedará
como está. Solo tome este consejo mío como regla: lea a la mañana y a la
noche antes de sus oraciones los salmos 26 y 90 y antes de ellos el gran saludo
del Arcángel a la Madre de Dios "Alégrate Virgen María, llena era de
gracia..." Si obran así no lo tocará el fuego, ni el agua lo inundará... Ni una
bomba lo destrozará" ("starez" (maestro espiritual) Juan de Optina).

"Cuando la gente ataque fuertemente y venza la desesperación, haga cien


genuflexiones con oración al Señor y entonces ni las municiones ni los
cañones no podrán atemorizarlo" (abad Antonio de Optina).

"Ser humilde en el alma es la mayor y más elevada suerte en el mundo. El


hombre humilde vive sobre la tierra, como si estuviera en el Reino de los
Cielos, siempre alegre y tranquilo y con todo satisfecho" (abad Antonio de
Optina). "El alma valiente a nadie y a nada teme salvo al único Dios" (abad
Antonio). "Le aconsejo, en lugar de cualquier ilusión, alimentar vuestra alma
con oración al Señor y con esperanza en Él. Sin Su voluntad los pájaros no
mueren ni menos aún un hombre. Tranquilícese en el alma" (abad Antonio).

"Un sabio maestro decía: Me enfermé- ¡gloria a Ti Señor! Mi enfermedad se


ha agravado—¡gloria a Ti, Señor! Mi enfermedad se ha vuelto insanable —
¡gloria a Ti, Señor! Porque para mí es mejor estar en el cielo Contigo, que con
los hombres en la tierra... Y si un hombre muriera un día en el cual comulgó
los Santísimos Sacramentos, su alma sería recibida por los santos Ángeles con
sus manos por causa del honor de la Comunión" (abad Antonio).

"Vamos siempre a reprocharnos mentalmente a nosotros mismos y a


juzgarnos por todo, y no a los otros; porque cuanto más humilde se es mayor
es la ganancioso; los humildes son amados por Dios y Su gracia derrama
sobre ellos. Por eso cualquiera que fuere la amargura que te haya alcanzado,
cualquier desgracia que te hubiese sucedido, di: "¡yo soporto esto por
Jesucristo! Solo di esto y te aliviarás. Porque el nombre de Jesucristo es
poderoso y fuerte; ante él todas los las amarguras se alivian, los demonios
desaparecen; se aquietará también tu despecho, se tranquilizará también tu
pusilanimidad cuando repitas Su dulcísimo nombre!" (abad. Antonio).

El maestro de la ermita de Getsemaní padre Barnaba decía: "No es sabio sacar


una partícula por cada nombre en la ofrenda (de la Liturgia). Una gota de la
Sangre Divina de Jesucristo lava los pecados de millones de almas humanas."
"Yo estoy contento, — le decía el maestro a alguien que lo visitaba— por tu
enfermedad pues serás mas humilde," — y cariñosamente lo sacudía por el
hombro. El dolor se fue como quitado por esa mano. "Que Cristo te libre de la
enfermedad del espíritu — la desesperación, la tristeza, la soberbia, la envidia,
el odio a la gente. Estas enfermedades que suceden por el influjo demoníaco,
son más espantosas y peligrosas que las enfermedades del cuerpo... Dile a tu
corazón: ¿Para qué te destrozas si con la ira no corregirás a los demás y sólo te
dañarás a ti mismo? No te destroces en tu corazón, soporta; mañana haremos
lo que es necesario, mañana hablaremos con quien es necesario. Con palabras
dichas tranquilamente convencerás más rápidamente que con la ira. Procede
así y con la ayuda de Dios vencerás al demonio de la iracundia."

El starez de Optina, el abad Anatolio aconseja a una persona: "He aquí que el
Señor te envía las tentaciones: es para que tu pasión muera... El Señor mira
claramente y atentamente todas tus obras, dentro de tu misma alma, así como
nosotros vemos el rostro de una persona. Él mira y examina cómo serás tú en
las penas. Si soportas, serás Su amada. Y si no soportas, y murmuras, pero te
arrepientes, de todas maneras serás Su amada... Únicamente el Señor designa
a quien las congojas vendrán al comienzo, a quien en el medio y a quien al
final de la vida... Obra según tus fuerzas; y no valores tú misma tus méritos y
no cuentes tus virtudes; sino remarca tus debilidades y pecados y el Señor
nunca te dejará... Si vives mal, no decaigas, sino ten humildad y el Señor verá
tu humildad más que a las grandes hazañas sin humildad... Haz según tu
fuerza; hazlo con humildad y con autorreproche; y te acostumbrarás y amarás
la oración tanto que ni a la fuerza te separarán de ella. Porque la oración es
dulce y generadora de alegría."

"Al hombre le es necesario la vivificación y la inspiración... Para que alumbre


el farol no es suficiente que estén limpios los vidrios sino que además es
necesario que adentro haya una vela encendida. Esto es lo que hizo el Señor
con Sus discípulos. Habiéndolos limpiado con la verdad, Él los vivificó con el
Espíritu Santo y ellos se volvieron luz para la gente, pero sólo después de
haber sido limpiados.
Esta secuencia debe realizarse con cada cristiano. Primero la limpieza con la
Verdad y luego la iluminación con el Espíritu. La verdad rechaza la
inspiración innata — como mixta, la aniquila para que el Espíritu, cuando
venga, la resucite en un estado renovado.

Si el hombre se va a guiar por su inspiración antes de su purificación por la


Verdad emitirá para sí y para los demás una luz no pura, mixta, engañadora,
porque en su corazón no se encuentra el bien puro, sino el bien mezclado, en
mayor o menor medida, con el mal. Miren todos dentro suyo y examinen con
la experiencia del corazón mis palabras: verán qué exactas y justas son y que
están copiadas de la misma naturaleza...

Es deseable que el hombre, en el que se ve la abnegación, atraque en el puerto


de la Verdad, donde está el principio de todos los bienes espirituales. Por esta
causa aconsejo a todos mis amigos en relación con la religión ocuparse
únicamente de la lectura de los Santos Padres, que primero lograron la
purificación y la iluminación —al igual que los Apóstoles — y que recién
después escribieron sus libros que iluminan con la pura verdad y comunican a
los lectores la inspiración del Espíritu Santo. ¡ Fuera de este camino, al
principio estrecho y pesaroso para la mente y el corazón, por todas partes hay
tinieblas, por todas partes abismos y precipicios!"

Agregaremos las palabras del maestro Siluan: "Tanto en el cielo y en la tierra


el Señor se conoce sólo por el Espíritu Santo y no por la ciencia... Cuando la
gracia está dentro nuestro, entonces arde el espíritu y tiende hacia el Señor día
y noche, porque la gracia liga al alma a amar a Dios, y ella lo ama y no quiere
desprenderse de Él, porque no puede terminar de satisfacerse con la dulzura
del Espíritu Santo... Los soberbios y los autosuficientes no permiten a la
gracia vivir dentro de ellos y por eso nunca tienen paz espiritual, pero en el
alma del obediente fácilmente penetra la gracia del Espíritu Santo y da gozo y
paz... Ahora es posible recuperar para nosotros el paraíso por medio del
arrepentimiento."

Fuente inagotable son los consejos de los maestros. Nosotros hemos guardado
cuidadosamente sólo una gota de ellos y los ofrecemos al lector como un don
de maestría — don de razonamiento y gracia. Seamos agradecidos a estos
visionarios, delante de cuyos ojos espirituales están descubiertos todos los
secretos de nuestro corazón y nuestros pensamientos ocultos. A pesar de que
ellos vivieron entre nosotros, su vida llevaba un carácter atemporal y fuera del
espacio. Comencemos con amor a aprender de ellos el camino a la salvación
eterna.

Protopresbítero Nicolás Deputatov


San Máximo Confesor
San Máximo nació en Constantinopla de padres de origen noble y recibió una
excelente educación. Fue uno de los consejeros del emperador Heraclio (610-
641). Al ver la difusión de la herejía de los monofilitas, (los monofilitas
negaban la voluntad humana en Jesucristo, con lo cual desvalorizaban el
significado de Sus sufrimientos en la cruz), que adoptó hasta el mismo
emperador, dejó el palacio real e ingreso en el monasterio de Crisópolis,
donde recibió la ordenación monacal. Con el transcurso del tiempo san
Máximo se convirtió superior de este monasterio.

Teólogo de profundas ideas de su tiempo y estricto defensor de la Ortodoxia,


Máximo muy sabia y efectivamente demostraba la incorrección de la herejía
monofilita (Los monofilitas pensaban erróneamente que la naturaleza humana
de Jesucristo fue absorbida y aniquilada por Su naturaleza divina.) Por esto
sufrió muchas veces persecuciones de los enemigos de la Iglesia. Los
argumentos de san Máximo en provecho de la Ortodoxia eran tan fuertes y
poderosos que el patriarca de Constantinopla Pirro, después de un debate
público acerca de la fe con san Máximo en el año 645, renunció a la herejía
monofilita que antes defendía.

Varias veces san Máximo fue enviado al exilio y después nuevamente llamado
a Constantinopla. Los herejes frecuentemente pasaban de los intentos de
convencerlo y de las promesas a las amenazas, las ofensas y hasta la golpiza a
san Máximo. Pero él continuaba inamovible en sus convicciones religiosas.
Por fin ellos le cortaron la mano derecha y la lengua, para que no pudiera, ni
con la pluma ni con la palabra, defender la verdad. Después de esto lo
enviaron al exilio al Cáucaso, a Lazov, (región de Mingrelia), donde terminó
su vida el 13 de Agosto del año 662, sabiendo por adelantado el día de su
muerte.

San Máximo escribió muchas obras teológicas en defensa de la Ortodoxia.


Especialmente valiosas para nosotros son sus recomendaciones acerca de la
vida espiritual y contemplativa, incluidas en el libro "Amor al Bien" en forma
de 400 recomendaciones acerca del amor cristiano. Son conocidas también
setecientos capítulos acerca de la Santísima Trinidad y de la encarnación del
Verbo de Dios, acerca de las virtudes y pasiones y una interpretación de la
oración del Señor. En sus recomendaciones a la hazaña y al esfuerzo se revela
la profundidad espiritual y penetración del pensamiento de san Máximo.
La memoria de san Máximo Confesor se celebra el 3 de Febrero según el
nuevo calendario.

La misericordia de Dios, la gracia, la fe, la oración.

1. Recordando la grandeza y la inconmensurabilidad de Dios, no debemos


desesperarnos y pensar que somos demasiado insignificantes para Su amor a
los hombres. De igual manera, recordando la espantosa profundidad de
nuestra caída, no debemos dudar de la posibilidad de restaurar en nosotros las
virtudes muertas por el pecado. Tanto lo uno como lo otro son posibles para
Dios: descender y alumbrar con la visión nuestra mente como así también
restaurar en nosotros las virtudes (san Máximo).

1. Si te alcanza una tentación inesperada, no culpes a aquel a través del cual


vino sino trata de entender con que finalidad llegó — y entonces alcanzarás la
corrección. Porque sea que vino a través de él o que viniere de cualquier otro
hombre, igualmente te era establecido beber la amargura de la copa de los
destinos de Dios (san Máximo).

1. El sensato, meditando acerca del provecho de los juicios de Dios, con


agradecimiento soporta las penalidades que le han ocurrido, no culpando a
nadie, sino sólo a sus pecados. El insensato cuando peca y soporta después el
castigo por sus pecados, murmura contra Dios o contra los hombres, no
comprendiendo la sabiduría de la providencia de Dios (san Máximo).

1. Así como los médicos, para tratar las distintas enfermedades físicas, no
prescriben a todos siempre el mismo remedio, Dios, al sanar nuestras
enfermedades espirituales no lo hace con un único remedio sino que sana cada
alma con los remedios adecuados justamente para ella. Agradezcámosle por la
curación, aun si los remedios nos produjeran sufrimientos (san Máximo).

2. Quien conoció la debilidad de su naturaleza, también conoció por


experiencia la fuerza de la ayuda de Dios. Una persona así, que ya ha
realizado con su ayuda algunas obras buenas y que trata de realizar otras,
nunca va a humillar a otras persona. Porque sabe, que así como la gracia le
ayudó y lo libró de muchas pasiones y penurias, por la voluntad de Dios esa
gracia es poderosa para ayudar a todas las demás personas, especialmente a
aquellos que se esfuerzan para Él. El Medico misericordioso y amante del
hombre, aunque no libra de repente al hombre de todas sus pasiones, de todas
maneras sana, a su tiempo, a cada uno de los que se acercan a Él (san
Máximo).
3. Ciega es la fe de aquel que, teniendo fe, no cumple los mandamientos de
Dios. Porque si los mandamientos de Dios — son luz, entonces es claro que
permanece sin la luz divina aquel que no cumple Sus mandamientos, teniendo
solo la palabra desnuda pero no el verdadero conocimiento Divino (san
Máximo).

4. El temor a Dios es de doble acción. Uno nace de la amenaza del castigo. De


este nacen en nosotros por orden: la abstinencia, la paciencia, la esperanza en
Dios y el desapasionamiento, del cual nace el amor. El otro temor esta ligado
con el mismo amor y produce en el alma devoción, para que ella por su
atrevimiento en el amor no comience a despreciar a Dios. De esta manera, una
faz del temor es limpio y puro y el otro impuro. El temor que surge por los
pecados y los tormentos que nos esperan es impuro. Al tener como causa la
conciencia de nuestro pecado no quedará para siempre, porque con el destierro
del pecado a través del arrepentimiento también desaparecerá. Pero el temor
puro, libre de la temerosa inquietud por los pecados, permanecerá para
siempre en el alma y nunca se alejará, porque esta misteriosamente ligado con
Dios y evidencia una natural devoción ante Su grandeza (san Máximo).

6. Existen dos estados elevados de oración pura. Uno es experimentado por la


gente de vida activa y el otro por gente de vida contemplativa. El primer
estado se presenta al que ora por el temor de Dios y la buena esperanza y el
otro por el amor Divino y la gran limpieza del corazón. Señal del primer
estado es que el que reza, aísla su mente de todo pensamiento mundano y ora
sin distracción ni confusión, permaneciendo delante del Mismo Dios. Señal
del segundo estado es cuando la mente del que ora se ilumina con la grandeza
de la luz Divina. Entonces el hombre deja de sentirse completamente a si
mismo y a cualquier otra cosa que lo rodea y sólo siente a Aquel Único, que lo
ilumina de esa manera por Su amor. Encontrándose así iluminado, el hombre
recibe puros y luminosos conocimientos acerca de Dios (san Máximo).

El conocimiento de Dios.

7. Deseando teologizar, no trates de percibir a Dios en Su ser, porque esto es


inalcanzable tanto para el hombre como para cualquier otra mente. Medita
según tus posibilidades sobre Sus propiedades: Su eternidad, Su
inconmensurabilidad, Su incognoscibilidad, Su bondad, Su sabiduría y Su
fuerza todopoderosa, que dirige todo y a todos juzga con justicia. Pues entre la
gente es ya un gran teólogo el que llega a conocer, aunque sea un poco, estas
propiedades de Dios (san Máximo).

7. La presunción cierra el camino al conocimiento. Si tu quieres ser


verdaderamente sabio y no ser esclavo de tu propia presunción trata de
conocer aquello, que todavía esta escondido de tu razón. Entonces al ver,
cuantas muchas cosas te son completamente desconocidas e incomprensibles,
te sorprenderás de tu negligencia y harás más humilde tu presunción. Si te
convences de tu insignificancia podrás conocer muchas cosas grandes y
maravillosas (san Máximo).

7. Hay muchos entre nosotros que hablan, pero pocos que hacen. No obstante
nadie ose tergiversar la palabra de Dios en su provecho. Mejor es para el
reconocer su debilidad y no ocultar la verdad Divina, que por el
quebrantamiento del mandamiento convertirse en culpable de tergiversar la
palabra de Dios (san Máximo).

7. Los santos alcanzan aquello que es inalcanzable para la naturaleza, porque


la naturaleza no posee la propiedad de conocer aquello que la supera.
Verdaderamente, no hay estado de divinificación que sea alcanzable para la
naturaleza, porque ella no puede conocer a Dios. Sólo la gracia Divina posee
la capacidad de transmitir la divinificación a los seres por medios alcanzables
para ellos. Entonces la naturaleza brilla con luz sobrenatural y se eleva por
encima de sus limites naturales con sobreabundancia de gloria (san Máximo).

La tendencia a la justicia, el amor propio.

11. El creyente teme a Dios, el temeroso de Dios se humilla, el que se humilla


se vuelve manso y a través de esto se hace inalcanzable a los antinaturales
movimientos del enojo y del deseo, el manso cumple los mandamientos, quien
cumple los mandamiento se purifica, el limpio se ilumina, el iluminado se
vuelve digno de estar con El Novio Verbo en el tesoro de los misterios (san
Máximo).

11. Refrena la fuerza de la irritabilidad del alma con el amor, la fuerza de las
pasiones mortifícala con la abstinencia y la de la mente — elévala con las alas
de la oración. Entonces la luz nunca se diminuirá en tu alma (san Máximo).

11. "La imagen del perecible" (el hombre terrenal, Adán) — son los
principales defectos, como: la falta de razón, la pusilanimidad, la
incontinencia, la mentira. "La imagen del Celestial" son las principales
virtudes: la sabiduría, la valentía, la castidad, la justicia. Y así como antes
nosotros llevábamos los rasgos del viejo hombre, llevemos ahora los rasgos
del Nuevo (1 Cor. 15:49; san Máximo).

11. Pienso que no es justo denominar muerte al final de esta vida, sino que
más bien creo que ésta debería llamarse la liberación de la muerte, el
alejamiento de la región de lo perecedero, la liberación de la esclavitud, la
cesación de las inquietudes, el final de la lucha, la partida de la región de las
tinieblas, el descanso de los trabajos, el cubrimiento de la vergüenza, la
liberación de las pasiones, en pocas palabras: la terminación de todos los
males. Habiéndolos soportado y habiéndose corregido por medio de la
mortificación de la carne, los santos se hicieron a si mismos extraños para esta
vida. Como hay simpatía de los sentidos con lo sensorial que genera
tentaciones, ellos luchando valientemente contra el mundo, la carne y los
levantamientos surgidas de ambos y habiéndolos vencido a los dos,
conservaron en si mismos la dignidad del alma no doblegada (san Máximo).

20. Quien vence a la fuente de las pasiones, que es el amor propio, con ayuda
de Dios fácilmente vencerá a las demás pasiones: la ira, la tristeza, el rencor y
las demás. En cambio quien es vencido por el amor propio, aunque no lo
quiera, se liga a las demás pasiones (san Máximo).

20. El comienzo de todas las pasiones es el amor propio y el final es la


soberbia. El amor propio es el irracional amor al cuerpo. Cortado el amor
propio, se cortan las demás pasiones, las cuales surgen de él (san Máximo).

Las pasiones, la purificación de la conciencia el desinterés hacia


lo material.

21. Hay pasiones que son del cuerpo y las hay también espirituales. Las
corporales son causadas por el cuerpo y las espirituales por las cosas
exteriores. Pero el amor y la continencia eliminan a ambas: el amor a las
espirituales y la continencia a las corporales (san Máximo).

21. La vanidad y la codicia hacen nacer mutuamente la una a la otra. Porque


algunos se enriquecen por vanidad y otros al enriquecerse se envanecen (san
Máximo).

23. No desprecies a tu conciencia, que siempre te aconseja lo mejor. Porque


ella te ofrece consejo Divino y Angelical, te libera de las secretas inmundicias
del corazón y ante la partida del mundo te dará osadía ante Dios (san
Máximo).

26. Existen tres causas para la codicia: el amor al lujo, la vanidad y la falta de
fe, entre las cuales la falta de fe es la más fuerte de todas. El que ama el lujo
ama las riquezas para gozar con su ayuda; el vanidoso para glorificarse; y el
incrédulo para guardarla para el "día negro." Temiendo el hambre, la vejez, la
enfermedad, el exilio y cosas semejantes, confía más en lo que ha guardado,
que en Dios, Quien creó a todos y de todos se ocupa, hasta de las mas
pequeñas criaturas (san Máximo).
La mansedumbre, la falta de ira, las congojas, las tentaciones.

27. Si tú sientes rencor hacia alguien, ora por él para detener dentro tuyo el
accionar del rencor con la oración y alejar la congoja por el mal que te causó.
Habiéndote vuelto amistoso y amante del prójimo, echarás completamente
esta pasión de tu alma. Cuando es otro el que se enoja contra ti, sé cariñoso
con él y humilde y trátalo amistosamente y de esta manera le ayudaras a
librarse del rencor (san Máximo).

27 De la manera que tú ores por quien te calumnió, Dios le abrirá la verdad a


aquel que se equivocó contigo (san Máximo).

27 Cuando estás ofendido por alguien, cuídate de los pensamientos iracundos,


para que ellos, apartándote del amor, no te trasladen a las regiones del odio
(san Máximo).

28. Cuando los demonios ven que nosotros despreciamos las cosas de este
mundo y no deseamos por ellas odiar a otros y alejarnos del amor, levantan en
contra nuestra difamaciones, para que nosotros, al no soportar la amargura,
odiemos a los difamadores (san Máximo).

28. Glorifica a Dios no aquel, que Lo honra piadosamente sólo con palabras,
sino aquel que por Dios y Sus mandamientos soporta con paciencia los
sufrimientos y los trabajos, aquel que Lo glorifica con su vida. Un hombre así
se glorifica asimismo con la gloria Divina, recibiendo la gracia del
desapasionamiento en recompensa por la comunión con las virtudes del
Salvador, quien sufrió por nosotros. Porque todo aquel, que glorifica dentro
suyo a Dios con sus sufrimientos por causa de las virtudes, se glorifica
también en Dios con la iluminación desapasionada de Sus rayos en un estado
de contemplación. Por eso el Señor, al ir a los sufrimientos voluntarios, decía:
"Ahora se ha glorificado el Hijo del Hombre, y Dios se ha glorificado en Él.
Si Dios se glorifica en Él, entonces también Dios lo glorificara en Si Mismo"
(Juan 13:31-32; san Máximo).

La lucha con los pensamientos.

31. En la misma medida que es más fácil pecar con la mente que en los
hechos, es también más difícil luchar con los pensamientos que con los hechos
(san Máximo).

31. Gran acto es no apegarse a las cosas pero mucho mayor es permanecer
desapasionado ante los pensamientos acerca de ellos, porque la guerra de los
espíritus malignos contra nosotros a través de los pensamientos es mucho más
pesada que la guerra a través de los objetos mismos (san Máximo).
31. No malgastes los pensamientos, para no malgastar por necesidad también
los objetos; porque si primero no pecas con el pensamiento, nunca pecarás
tampoco en los hechos (san Máximo).

31. A las cosas a las que alguna vez estuvimos apegados, son las que también
pensamos apasionadamente. ¿Por qué el que venció los pensamientos
pasionales desprecia también por supuesto las cosas imaginadas? Pues la
lucha con los recuerdos de las cosas es tanto más difícil que la lucha con las
mismas cosas, cuanto más cómodo es pecar con la mente que con el mismo
hecho (san Máximo).

31. Cuando la mente comienza a triunfar en el amor a Dios, entonces el


espíritu de calumnia comienza a tentarlo y le inspira pensamientos que ningún
hombre sería capaz de crear, sino sólo el diablo, padre de esos pensamientos.
Y esto lo hace el demonio por envidia al hombre que ama a Dios para que la
persona reciba estos pensamientos como propios, caiga en la desesperanza y
no ose más dirigirse a Dios en oración. Pero el maligno no recibe ninguna
ganancia de sus astucias por cuanto nos hace más firmes. Porque al luchar con
él nos hacemos más experimentados y amamos a Dios más sinceramente aún
(san Máximo).

La paz del alma, la sabiduría.

35. No corrompas tu cuerpo con obras vergonzosas y no ensucies tu alma con


malos pensamientos, Entonces la paz de Dios descenderá sobre ti, trayendo
consigo el amor (san Máximo).

36. Muchas obras que son buenas por naturaleza pueden resultar malas ante
ciertas circunstancias. Por ejemplo — el ayuno y el velar, la oración y el canto
de los salmos, la limosna y la hospitalidad al viajero son, en sí, obras buenas,
pero cuando se realizan por vanidad, se vuelven malas (san Máximo).

El amor a Dios y al prójimo.

40. El que ama a Dios vive sobre la tierra con vida angelical, ayunando y
velando, cantando a Dios y orando y pensando lo bueno de cada persona (san
Máximo).

40. Quien ama a Dios no amarga ni entristece a nadie, ni se ofende con nadie
por causa de lo temporal. Sólo se amarga y entristece con aquella pesadumbre
salvadora con la cual san Pablo apóstol se entristecía el mismo y apesadumbró
a los corintios (2 Cor. 2:4; san Máximo).
40. El que ama algo desea conseguirlo de cualquier modo y aleja todo lo que
se lo dificulta para no privarse de ello. Así el que ama a Dios se ocupa de la
limpia oración y echa fuera de si toda pasión que le entorpezca en esto.(san
Máximo).

40. Hay que amar con toda el alma a cada hombre; la esperanza nuestra hay
que depositarla sólo en Dios y sólo a Él servir con todas nuestras fuerzas.
Porque mientras Él nos proteja todos nuestros amigos nos favorecen y
nuestros enemigos no nos pueden ocasionar ningún mal. Cuando Él nos deje
todos nuestros amigos se darán vuelta y nuestros enemigos tomarán fuerzas
sobre nosotros. Los amigos de Cristo aman a todos sinceramente pero no
suelen ser amados por todos. Los amigos del mundo no aman a todos y no son
amados por todos. Los amigos de Cristo conservan la unión del amor hasta el
fin y los amigos del mundo hasta que no sucede entre ellos un enfrentamiento
por alguna cosa mundana (san Máximo).

42. Si tú odias a algunas personas, con otras te comportas indiferentemente y


amas muy fuertemente a otras, saca la conclusión de cuan alejado estás del
amor perfecto, que incita a amar igualmente a todos los hombres (san
Máximo).

42. El amor perfecto no distingue ninguna naturaleza humana según la


costumbre de la gente sino que ama por igual a todos los hombres. A los
buenos como amigos y a los malos como enemigos (según el mandamiento),
haciéndoles el bien y soportando pacientemente todo lo que nos hagan, no
solo sin devolver mal por mal, sino que llegando hasta a sufrir por ellos en
caso de necesidad, para, dentro de lo posible, hacerlos nuestros amigos. Así
nuestro Señor y Dios Jesucristo, revelando Su amor a nosotros, sufrió por toda
la humanidad y le dio la misma esperanza de resurrección a todos. Entre tanto
cada hombre se hace a sí mismo digno de la gloria o del tormento del infierno
(san Máximo).

44. Quien curiosea acerca de los pecados ajenos o por sospecha juzga a su
hermano, todavía no comenzó con el arrepentimiento y no trata de conocer sus
propios pecados, que verdaderamente son más pesados que un lastre de plomo
de muchas libras y no sabe por qué el hombre suele estar "de corazón pesado,
amante de la vanidad y buscador de la mentira" (Sal. 4:3). Por eso él, como
necio y perdido en las tinieblas y olvidando de sus propios pecados, se ocupa
de los ajenos, sean estos reales o imaginados (san Máximo).

Barsonofeo y Juan
San Barsonofeo vivió en el siglo 6to durante el gobierno del emperador
Justiniano y era nativo de Egipto. Vivió en Palestina, primero en una
monasterio cerca de la ciudad de Gaza y después en una pequeña celda donde
pasaba el tiempo en oración y silencio. Durante el transcurso de 50 años nadie
lo vio. Por su gran humildad y paciencia se hizo digno de recibir de Dios los
dones de sabiduría, clarividencia y profecía. Relatan que, a semejanza del
apóstol Pablo, fue arrebatado a Dios y vio los indescriptibles bienes del Reino
de Dios. Realizaba milagros, resucitaba a muertos y podía, a semejanza del
profeta Elías, cerrar y abrir el cielo. Tan grandes dones los consiguió en
tentaciones y pesares increíblemente difíciles. Cerca del final de su vida y
para el bien de la Iglesia y por invitación del Patriarca de Jerusalén fue a
Jerusalén y allí convenció al emperador de dejar sus ideas erradas y devolverle
a la iglesia de Jerusalén su buena disposición. Falleció en el año 563.

San Juan también llevaba una vida de silencio y se hizo digno de recibir de
Dios los dones de clarividencia y de profecía, por lo que fue llamado profeta.
Es desconocido el lugar de su nacimiento. Durante 18 años y hasta su misma
muerte vivió al lado del maestro Barsonofeo. Sabiendo el día de su muerte,
Juan por pedido de abba Elián, pospuso su muerte por dos semanas para
enseñarle como dirigir el monasterio.

Se conservaron consejos de los santos Barsonofeo y Juan en la forma de


contestaciones a preguntas realizadas por distintas personas: obispos,
presbíteros y gente mundana.

San Barsonofeo le ordenó al abba Serid anotar todas sus respuestas, sin temor
a confusión alguna, porque el Espíritu Santo lo iba a guiar para escribir todo
correctamente y en el orden correspondiente.

La oración El conocimiento de la voluntad de Dios.

6. ¿Cómo recibir el enternecimiento en la oración, la lectura y el canto de los


salmos? El enternecimiento en la oración se produce por el recuerdo de
nuestros pecados. El que ora debe traer a su memoria sus actos y la manera en
que serán juzgados los pecadores que le hayan hecho cosas semejantes a otros
y las temibles palabras del Juez: "Alejáos de Mi, malditos, al
fuego eterno "(Mat. 25:41). Durante la lectura y el cantar de oraciones el
enternecimiento viene cuando el hombre obliga a su mente a prestarle
atención a las palabras pronunciadas y recibe con toda el alma la fuerza
encerrada en ellas. Si a pesar de esto sigue quedando todavía insensibilidad en
ti, no aflojes y sigue esforzándote pacientemente porque Dios es
misericordioso, generoso y paciente por largo tiempo al recibir nuestro
esfuerzo. Recuerda siempre las palabras del salmista: "Firmemente confié en
el Señor, y El se inclinó a mi y oyó mi clamor" (Sal. 39(40):1). Haciendo así
confía, que pronto te visitará la misericordia Divina (Barsonofeo y Juan).

8. ¿Cuántas veces hay que orar para que la mente reciba la revelación de cómo
se debe proceder? — Cuando no puedes preguntarle a un experimentado
maestro debes orar tres veces acerca del asunto en cuestión y después de esto
mirar hacia donde se inclina el corazón, aunque sea por un cabello, y después
proceder de acuerdo a eso. Una revelación así siempre es reconocible y
totalmente comprensible para el corazón (Barsonofeo y Juan).

8. ¿Cómo orar tres veces: en distinto tiempo o de una sola vez? A veces
sucede que no es posible posponerlo. Si tienes tiempo disponible ora tres
veces en el transcurso de tres días y si sucede una extrema necesidad, como
cuando fue entregado el Salvador, toma como modelo cuando Él se alejaba
tres veces para la oración y rezaba tres veces pronunciando las mismas
palabras (Mat. 26:44) ( Barsonofeo y Juan).

8. Cuando te propones hacer una obra agradable a Dios y un pensamiento


contrario se opone se puede saber si la obra le agrada a Dios realmente de la
siguiente manera. Ora y presta atención: si durante la oración tu corazón se
afirma en lo bueno y el bien crece y no disminuye y si permanece ante esto el
pensamiento contrario que te inquieta o no. Debes saber que en toda obra
buena indefectiblemente hay un pesaroso enfrentamiento por envidia del
diablo y que la buena intención a través de la oración triunfa sobre esto. Si lo
que parece obra buena es inspirado por el diablo y la oposición también surge
del diablo, por la oración el bien aparente se debilitará y junto con él se
debilitará la oponente resistencia. En este caso es evidente que el enemigo
induce también el pensamiento opuesto al que él mismo colocó dentro nuestro
para engañarnos con esto, para que recibamos el pensamiento inspirado por el
como bueno (Barsonofeo y Juan).

8. Cuando meditas en algo y ves confusión en el pensamiento que después de


invocar el nombre de Dios todavía permanece (aunque sea con el grosor de un
cabello), debes saber que la obra que quieres hacer es inspirada por el
maligno. En ninguno de esos casos hagas eso porque ninguna cosa, hecha en
confusión es agradable a Dios. Pero cuando alguien se contrapone a la
confusión (y cuando hay un pensamiento que se contrapone a la duda), no se
debe considerar enseguida la obra como mala, sino examinar si esa obra es
buena o no; si no es buena déjala, pero si es buena hazla y desprecia la
confusión (Barsonofeo y Juan).

El arrepentimiento, la continencia la humildad, las penas.


23. Preguntas como comenzar el arrepentimiento. Si quieres ponerle comienzo
al arrepentimiento observa lo que hizo la pecadora: "Ella con sus lágrimas
lavó los pies del Señor "(Luc. 7:38). Las lágrimas lavan del pecado a cada
hombre. Pero el hombre alcanza las lágrimas con trabajo interior, por el
estudio aplicado de las Santas Escrituras, a través de la paciencia, la
meditación acerca del Juicio Final y la vergüenza eterna y a través de la
abnegación como dijo el Señor: "Si alguien quiere seguir detrás de Mi,
niéguese a si mismo, y tomando su cruz, sígame" (Mat. 16:24). Negarse a si
mismo y tomar nuestra cruz significa cortar nuestra voluntad en todo y
considerarse a si mismo como nada (Barsonofeo y Juan).

24. Con respecto a la medida en la continencia en la comida y la bebida los


padres enseñan a usar en ambas un poco menos de lo correspondiente, o sea
no llenar el estómago hasta la completa satisfacción. Cada uno debe
establecerse para sí mismo la medida tanto en la comida como en el vino. Por
ora parte la medida de la continencia no se limita sólo a la comida y la bebida
sino que se extiende también a las conversaciones, al sueño, a la vestimenta y
a todos los sentidos. En todo esto debe haber una medida de continencia.

27. Si comenzó una conversación y de repente te das cuenta que es


pecaminosa, interrúmpela, diciendo: "No, de esto no vamos a hablar." O bien,
tras guardar un poco de silencio , di: "Olvidé de que asunto había comenzado
a hablar" y cambia la conversación hacia otro tema no pecaminoso
(Barsonofeo y Juan).

28.¿ Deseas librarte de las penas y no apesadumbrarte con ellas? Espéralas


más grandes y te tranquilizarás. ¡Recuerda a Job y a otros santos y los
sufrimientos que soportaron! Consigue su paciencia y se calmará tu espíritu
(Barsonofeo y Juan).

La humildad, los malos pensamientos, el razonamiento.

30. Busquemos siempre la humildad porque el humilde esta tendido sobre la


tierra y ¿ adónde puede caer el que está sobre la tierra? Para el que se eleva a
las alturas es fácil caer. Si nosotros dimos vuelta y nos corregimos, eso no
vino de nosotros sino que es por Gracia de Dios, porque "El Señor eleva a los
caídos y hace entendidos a los ciegos" (Barsonofeo y Juan).

30. Debemos considerarnos que somos los peores de los pecadores y que no
hemos hecho nada bueno delante de Dios, reprocharnos a nosotros mismos en
todo tiempo, en todo lugar y por todo acto (Barsonofeo y Juan).
31. Ante la pregunta si debemos discutir con los pensamientos que nos
atormentan diré: No discutas. Pues los enemigos desean exactamente eso y al
ver tal discusión no dejarán de atacar. Mejor órale al Señor acerca de esto,
descubre delante de Él tu debilidad y Él te ayudará no sólo a alejar esos
pensamientos sino que los aniquilará completamente (Barsonofeo y Juan).

36. Es más provechoso hacer preguntas con humildad que insistir en nuestra
voluntad porque el Señor Mismo ayuda al que contesta que decir, por causa de
la humildad y la justicia del corazón del que pregunta (Barsonofeo y Juan).

El amor al prójimo, la misericordia, la no acusación.

42. No desesperes ni te entristezcas por causa de las penas y los trabajos


corporales que llevas al esforzarte para la vida comunitaria porque esto
también es poner el alma por el hermano (1 Juan 3:16) y confío que será
grande la recompensa por tal esfuerzo. Así como el Señor puso a José para
alimentar a sus hermanos en el tiempo del hambre (Sal. 33/ 32:19) en Egipto,
también a ti te ha puesto para servir a la comunidad. Yo por mi parte te repito
las palabras del apóstol: "Así, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en
Cristo Jesús" (2 Tim. 2:1; Barsonofeo y Juan).

43. Cuando quieres dar limosna y el pensamiento te induce a la duda para no


darla, entonces examina tu pensamiento y si encuentras que éste te induce así
por mezquindad, dala y agrégale algo más a aquello que correspondía dar
(Barsonofeo y Juan).

45. A ti te inquieta pensamientos que te incitan a turbar a los demás y turbarte


tú mismo. Pero debes saber, hermano mío, que si alguien te ofende con un
hecho o con una palabra después resulta ofendido en cien veces más. Sé
entonces largamente paciente hacia todos y guárdate de entremezclar en
alguna cosa tu voluntad. Examina atentamente tus pensamientos, no sea que
ellos contagien tu corazón con el veneno mortal del enojo y no te lleven a
tomar un mosquito por un camello ni una piedrita por una roca, para que no te
asemejes al hombre que teniendo en si un tronco mira la paja ajena
(Barsonofeo y Juan).

Vida contemplativa.

53. A veces el silencio es mejor y mas convincente que distintas


conversaciones instructivas. Usemos medidamente las palabras. recordando al
que dijo: "Ante las muchas palabras no esquivarás el pecado "(Prov. 10:19).
Y para que en el silencio no caigamos en la vanidad y el autoelogio,
recordemos que al no cumplir aquello que decimos hablamos para ser
enjuiciados (Barsonofeo y Juan).

Abba Doroteo
San Doroteo vivió a fines del siglo 6to y comienzos del 7mo y su patria fue
Gaza en Palestina. En su juventud aprendió muchas ciencias mundanas y
poseía una fortuna considerable. Tenía comunicación con los grandes
maestros espirituales Barsonofeo y Juan y por su influencia se consagró monje
en la comunidad de abba Sverid. Después fue superior de un monasterio
vecino. Se conservaron 21 enseñanzas y algunas epístolas suyas. Murió cerca
del año 620.

La Providencia de Dios.

1. No desees que todo se haga según tu voluntad sino que resulte así como
debería ser y de ese modo conseguirás la paz con todos. Y cree que todo, hasta
lo más pequeño que nos sucede es por la providencia de Dios, y entonces sin
ninguna turbación soportarás todo lo que te pase (Abba Doroteo).

La tendencia hacia la virtud.

11. Todo aquel deseoso de alcanzar la salvación debe no solo alejarse del mal
sino que está obligado a hacer el bien, como esta escrito en el salmo:
"Apártate del mal, y haz el bien "(Sal. 33:15). Por ejemplo, si alguien era
irascible no solamente no debe enojarse sino que debe convertirse en manso;
si alguien era soberbio, no solamente debe no serlo sino que debe ser humilde.
Así, cada pasión tiene una virtud opuesta: la soberbia — la sabia humildad, la
mezquindad — la misericordia, la lujuria — la castidad, la pusilanimidad —
la paciencia, la ira — la mansedumbre, el odio — el amor (Abba Doroteo).

11. No pienses que la virtud supera tus fuerzas y que no la puedes alcanzar
sino anímate con fe y valientemente ponle comienzo, preséntale a Dios un
buen esfuerzo y verás la ayuda que te dará para la realización de la buena
obra. Imagínate delante tuyo dos escaleras: una que te eleva al cielo y la otra
que te baja al infierno y que tú estás en la tierra entre esas dos escaleras. No
pienses y no digas como puedes volar desde la tierra y alcanzar de repente el
cielo, es decir la parte superior de la escalera. Tu solo presérvate de descender
hacia abajo, evita hacer el mal. Trata de a poco de subir hacia arriba, haciendo
el bien, cualquier obra buena que se te presente. Cada obra buena tuya será un
paso hacia arriba. Así, elevándote con la ayuda de Dios escalón por escalón
alcanzarás finalmente también el extremo de la escalera (Abba Doroteo).

13. Quien realice una obra agradable a Dios invariablemente será alcanzado
por la tentación: porque a toda obra buena o bien le precede o le sigue la
tentación. Y en realidad todo lo que el hombre hace por causa de Dios no
puede ser considerado firme hasta que no sea examinado por la tentación
(Abba Doroteo).

13. Así como tras los cuerpos siguen las sombras, también tras el
cumplimiento de los mandamientos siguen las tentaciones porque nadie
entrará en el Reino de los cielos sin tentaciones. Por ello soporta sin dudar y
ora y el buen Dios te premiará por tu atención y paciencia (Abba Doroteo).

13. Se debe pasar el camino de Dios según lo dicho por los padres: "Entrega
la sangre y recibe el Espíritu" (Abba Doroteo).

La lucha con los defectos.

21. ¿A quién se parece un hombre que satisface una pasión? Se parece a aquel
que, herido con flechas por su enemigo, toma esas flechas y con sus propias
manos las clava en su corazón. El que se enfrenta con las pasiones es
semejante al hombre que está bajo una lluvia de flechas del enemigo pero está
vestido con armadura y por eso no es herido. Y el que desarraiga la pasión es
semejante a aquel, que bajo la lluvia de flechas de su enemigo las quiebra o
las devuelve al corazón del enemigo, como está dicho en el salmo: "Su espada
entrará en su mismo corazón, y su arco será quebrado" (Sal. 36:15; Abba
Doroteo).

21. Un maestro espiritual se paseaba con su discípulo entre cipreses. Algunos


de ellos eran grandes y otros pequeños. El maestro señaló a su discípulo a un
ciprés muy pequeño y le mandó arrancarlo. El discípulo rápidamente lo
arrancó con una mano. Después el maestro le señaló un arbolito un poco más
grande. Aquel lo arrancó sujetándolo con las dos manos. Uno grande lo
arrancó ya con mucho esfuerzo. Al final, el maestro le señalo un ciprés muy
grande. El discípulo, por mas que se esforzó, no pudo arrancarlo. Entonces el
maestro le dijo: "Así son también nuestras pasiones: mientras son pequeñas
nosotros estamos en condiciones de desarraigarlas fácilmente; si somos
negligentes, ellas se arraigaran y cuanto más se fortalezcan, mas difícil será
librarnos de ellas (Abba Doroteo).

21. Si en alguien se convierte en costumbre aunque sea una sola pasión, ésta
lo va a atormentar. A veces el hombre realiza muchas obras buenas pero una
sola mala costumbre puede superarlas a todas. Por ejemplo, si una sola
pequeña uña de un águila se enreda en una red, este perderá completamente la
libertad. Así también el alma por causa de una sola pasión puede caer en las
manos del enemigo. Por eso no permitáis, que ninguna pasión se convierta en
costumbre, y oradle a Dios día y noche para no caer en la tentación. Y si por
causa de nuestra debilidad resultáramos derrotados, obliguémonos a
levantarnos inmediatamente, comencemos a llorar delante de la bondad de
Dios, empecemos nuevamente a velar y a esforzarnos. Y Dios, al ver nuestra
buena intención, humildad y quebrantamiento de corazón, nos tenderá la mano
de ayuda y realizará con nosotros de acuerdo a Su misericordia (Abba
Doroteo).

21. No se llama iracundo aquel que alguna vez se enojó, ni lujurioso aquel que
alguna vez cayó en pecado carnal, ni misericordioso aquel que alguna vez
hizo misericordia. Tanto en la virtud como en los defectos surge la costumbre
o inclinación por la frecuente repetición. Es esta misma inclinación la que
después atormenta o tranquiliza al alma. La virtud tranquiliza porque cuanto
más hacemos el bien, tanto más conseguimos la inclinación por la virtud y a
través de esto recuperamos nuestro estado natural y nos elevamos a nuestra
salud original. Y el defecto atormenta porque a través de él recibimos una
inclinación extraña y enemiga de nuestra naturaleza, que nos destruye (Abba
Doroteo).

22 El alma en la medida que peca empieza a debilitarse por el pecado, porque


este debilita y lleva al agotamiento a aquel, que se entrega a él. Y por eso el
hombre se apesadumbra con todo lo que le sucede. Pero si el hombre triunfa
en lo bueno, entonces en la medida de su progreso todo lo que antes le parecía
pesado ahora se le vuelve mas fácil (Abba Doroteo).

La conservación de la conciencia.

23. Cuando Dios creó al hombre, sembró dentro de él algo Divino, como si
fuera una pensamiento, que tiene dentro suyo luz y calor, al igual que una
chispa. El pensamiento que ilumina la mente y le muestra lo que es bueno y lo
que es malo, se llama conciencia. La conciencia es una ley natural. Siguiendo
la voz de la conciencia, los patriarcas y los santos que vivieron antes de la ley
escrita, agradaban a Dios (Abba Doroteo).
23. Está en nuestro poder "enterrar" nuestra conciencia o permitirle alumbrar
en nosotros e iluminarnos con nuestra obediencia. Porque cuando la
conciencia nos dice de hacer algo y nosotros lo despreciamos, o bien cuando
ella nos aconseja hacer algo y no lo hacemos, la pisoteamos con esto y es
como si la enterráramos y de esta manera su voz se vuelve débil y difícil de
escuchar por el peso que tiene encima. Y así como en el agua enturbiada por
el lodo no es posible ver el reflejo de nuestro rostro, también nosotros,
pecando conscientemente, dejaremos de comprender lo que nos dice nuestra
conciencia. Hasta es posible llegar a pensar que la conciencia se perdió
completamente. Sin embargo no hay hombre que haya desgastado
completamente su conciencia porque ella es algo Divino y nunca se extingue
completamente (Abba Doroteo).

La continencia, la mansedumbre.

24. Nosotros debemos guardar la medida no solamente en los alimentos sino


asimismo guardarnos de todo otro pecado para ayunar con la lengua así como
ayunamos con el vientre. Asimismo debemos ayunar con los ojos, o sea no
mirar las cosas vanas, no darle libertad a los ojos, no mirar a ninguno
desvergonzadamente y sin temor. Asimismo las manos y las piernas deben
resguardarse de toda obra mala (Abba Doroteo).

27. Es imposible enojarse con un prójimo si primero uno no se elevó en su


corazón sobre él, no lo rebajó y no se consideró superior a él (Abba Doroteo).

Los pesares y la providencia de Dios.

28. Cuando nosotros soportamos algo desagradable de nuestro mejor amigo,


sabemos que lo hizo no para nuestro mal, sino por amor. Eso mismo debemos
pensar de Dios, Quien nos creó, por nosotros se hizo hombre y por nosotros
murió soportando grandes sufrimientos. Debemos recordarnos que Él todo lo
hace por su bondad y amándonos. Acerca del amigo podemos pensar que
aunque nos ama no tiene la suficiente sabiduría para hacer todo correctamente
y por eso involuntariamente nos causa daño. De Dios no se puede decir esto
porque Él es la superior sabiduría. Él sabe qué es provechoso para nosotros y
conforme con esto dirige para provecho todo, hasta lo insignificante. También
se puede decir del amigo que aunque nos ame y sea suficientemente sabio, no
está al alcance de sus fuerzas ayudarnos. Pero de ninguna manera se puede
decir esto de Dios porque para Él todo es posible y para Él no hay nada difícil.
De esta manera, nosotros sabemos que Dios nos ama y nos protege y que es
infinitamente sabio y todopoderoso. Todo lo que Él hace lo hace para nuestro
provecho y debemos recibirlo con agradecimiento, aunque nos parezca
penoso, como de un Benefactor (Abba Doroteo).

28. Cuando el hombre derrotado por las penas peca, ¿cuál es el provecho de
sus pesares? El hecho es que nosotros pecamos en las tentaciones porque
somos impacientes y no queremos soportar algo contrario a nuestra voluntad.
Sin embargo Dios no permite nada que sea superior a nuestras fuerzas, como
dijo el Apóstol: "Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que
podéis resistir" (1 Cor. 10:13). Pero nosotros no tenemos paciencia, no
queremos soportar ni siquiera un poco, no tratamos de recibir todo con
humildad y por eso nos apesadumbramos. Y cuanto más tratamos de escapar
de los ataques tanto más nos atormentamos por ellos, nos agotamos y no
podemos librarnos de ellos. La gente que ha aprendido a nadar en el mar con
pericia sabe que cuando sobre ellos cae una gran ola es necesario sumergirse
debajo de ella para que ella pase por encima para después nadar de nuevo
tranquilamente hacia la meta. Si tratáramos de enfrentarnos con la ola, ésta
indefectiblemente nos golpeará con gran fuerza, nos dará vuelta y nos
arrastrará una distancia considerable. Nadando así, el necio se cansará
inútilmente. Algo semejante sucede con las tentaciones. Cuando el hombre
soporta las tentaciones con paciencia y humildad, estas pasarán sin dañarlo. Si
en cambio comienza a desanimarse, a turbarse, a culpar a otros, se
sobrecargará inútilmente, atraerá sobre sí aun mayores tentaciones y no
recibirá ningún provecho (Abba Doroteo).

28. Las tentaciones traen provecho sólo a aquel que las soporta sin confusión.
Cuando nos inquieta alguna pasión, no debemos turbarnos, porque la
confusión proviene de la insensatez, de la soberbia y del hecho que nosotros,
al no conocer nuestra constitución espiritual, esquivamos el esfuerzo. No
progresamos en la vida espiritual porque no sabemos nuestra medida, no
tenemos suficiente paciencia y queremos volvernos virtuosos sin esfuerzo
(Abba Doroteo).

28. ¿De qué te sorprendes, hombre, cuando te inquieta una pasión? ¡Pues tú
mismo la has creado! Mejor soporta, esfuérzate y órale a Dios para que te
ayude. Porque es imposible que aquel, que satisfacía sus pasiones, no padezca
sufrimientos por ello (Abba Doroteo).

28. Creé que la deshonra y los reproches de la gente son una medicina para la
cura de tu soberbia y ora por los que te reprenden como por verdaderos
médicos de tu alma. Convéncete que aquel que odia el deshonor odia también
la humildad y que quien esquiva a los que lo amargan se aleja de la
mansedumbre (Abba Doroteo).

28. Hay gente tan agotada por las enfermedades y ataques de esta vida que
prefieren morir con tal de librarse de los sufrimientos. Esto pasa con ellos por
su pusilanimidad y su gran insensatez, porque no piensan en la terrible
necesidad que sufre la gente, cuando su alma deja el cuerpo. He aquí lo que
relata el libro "De los Padres." Un aplicado novicio le preguntó a su maestro:
"¿Por qué deseo morir?" El maestro le respondió: "Porque le escapas a los
sufrimientos y no sabes que los sufrimientos venideros son más pesados que
los que soportas aquí." Otro novicio le preguntó a su maestro: "¿Por qué yo,
en mi celda, caigo en desgano, descuido y abatimiento?" El maestro le dijo:
"Porque todavía no has conocido ni el descanso esperado, ni los tormentos
venideros. Porque si tú hubieras conocido esto fehacientemente, aunque
estuvieras de pie en tu celda llena de gusanos, que te llegaran hasta el cuello,
soportarías esto si debilitarte ni un poco." Pero nosotros entregándonos a la
pereza queremos salvarnos y por eso sufrimos penas, cuando deberíamos
agradecerle a Dios y considerarnos dichosos por poder sufrir un poco aquí,
para conseguir la paz allá (Abba Doroteo).

El hallazgo de la paz espiritual.

29. Investiguemos porque sucede que a veces alguien que escuchó una ofensa
no le presta atención y la soporta sin turbarse mientras que otras veces se turba
inmediatamente. ¿Cuál es la causa de esta diferencia? ¿Y es acaso una sola la
causa o son varias? Existen diferentes causas pero una es la principal y genera
a las demás. En primer lugar, puede suceder que alguien después de la oración
o una buena práctica se encuentra en una buena disposición del espíritu y por
esto condesciende a su hermano y no se turba por sus palabras. Puede pasar
que una persona tiene afición por alguien y por eso soporta todo lo que
proviene de él sin amargarse. Y también puede suceder que uno desprecia al
hombre que desea ofenderlo y por eso no le presta atención (Abba Doroteo).

29. Relataré el siguiente caso. Conmigo en la comunidad vivía un novicio, al


que nunca veía turbado ni enojado con nadie, aún cuando muchos lo
molestaban y lo ofendían. Este joven soportaba todo como si nada sucediera.
Una vez le pedí que me contara cual era el pensamiento que guardaba en su
corazón y que lo hacía ser tan paciente. A esto él me contestó con un gran
desprecio: "¿Acaso yo he de recibir ofensas de ellos, como si fueran personas?
Pues ellos no son más que perros ladrando." Al escuchar esto me tambaleé y
pensé: "¡Es así que encontró este hermano el camino!" Persignándome me
alejé y oré para que Dios nos guarde, a él y a mi, de semejante forma de
pensar. De esta manera hay gente que no se conmueve pero por desprecio al
que lo ofende y esto conduce a una evidente perdición (Abba Doroteo).

29. Comúnmente la gente se turba porque se encuentran en un mal estado de


ánimo o por alimentar sentimientos de enemistad hacia otro. Sin embargo la
principal causa de nuestra turbación es que nosotros no nos reprendemos a
nosotros mismos: de acá proviene el desorden espiritual y la pérdida de la paz
interior. El verdadero y recto camino al estado de ánimo pacífico es la
permanente reprensión a nosotros mismos. Si un hombre no se aferra al
camino del auto-reproche, incluso aunque realice una gran cantidad de obras
buenas, nunca dejará de ofenderse y de ofender a los demás y perderá por esto
los frutos de sus esfuerzos. Por otra parte, ¡qué gozo y paz consigue aquel que
se reprende a si mismo! Donde sea que vaya, cualquiera que sea la cosa
desagradable que le sucediera o la ofensa que escuchare, él ya se había
convencido de antemano de merecer todos los sufrimientos. Y por eso cuando
realmente le sucede algo desagradable no se turba. ¿Qué estado puede acarrear
menos aflicciones que éste? (Abba Doroteo).

La humildad, los malos pensamientos.

30. Existen dos aspectos de la humildad. La primera humildad consiste en


considerar que tu hermano es más sabio y superior en todo, o de acuerdo al
consejo de los Santos Padres, "considerarse a si mismo por debajo de los
demás." La segunda humildad consiste en considerar tu esfuerzo como obra
de Dios, y esto es la perfecta humildad de los santos. Ella nace naturalmente
en el alma por el cumplimiento de los mandamientos. Porque cuando en los
árboles hay muchos frutos estos inclinan las ramas hacia abajo. La rama que
no tiene frutos tiende hacia arriba y crece erguida. Existen árboles que no dan
frutos mientras sus ramas crecen hacia arriba: pero si alguien cuelga una
piedra en una rama y la inclina hacia abajo, entonces da fruto. Asimismo el
alma, cuando se torna humilde da fruto y cuanto más fruto da, más humilde se
torna. Los santos, cuánto más se acercan a Dios, más pecadores se consideran
(Abba Doroteo).

31. Debes saber que si al hombre le inquieta algún pensamiento y no lo


confiesa (ante su confesor), con esto se refuerza este pensamiento y se le da
todavía más fuerza para atacar y atormentar. Si el hombre confiesa este
pensamiento que lo persigue, se enfrenta a él, lucha con él y genera deseos
contrarios a él, la pasión se debilitará y finalmente dejará de intranquilizarlo.
Así, con el tiempo, esfuerzos y la ayuda de Dios, el hombre vencerá también a
la misma pasión (Abba Doroteo.)

36. Siendo apasionados nosotros no debemos creerle a nuestro corazón porque


la regla torcida tuerce también a lo que es recto (Abba Doroteo).

El amor al prójimo.
44. He oído acerca de un hombre que cuando visitaba a alguno de sus
conocidos y veía su habitación desarreglada y hasta sucia, se decía a si mismo:
"Dichoso este hombre, porque dejando las preocupaciones por todo lo
terrenal, elevó su mente hacia lo alto, de manera tal que ni siquiera encuentra
tiempo para arreglar su habitación. Cuando visitaba a otro hombre y veía su
habitación arreglada y hermosa, se decía a si mismo: "El alma de este hombre
es tan limpia, como limpia es su habitación y el estado de su habitación habla
de su alma." Y él nunca acusaba a otro de negligente ni de soberbio, sino que
por su buen estado de ánimo en todos veía lo bueno y de todos recibía
provecho. Que el buen Dios nos de a nosotros también un ánimo tan bueno
para que podamos recibir provecho de todos y nunca notar las faltas del
prójimo (Abba Doroteo)

44. Ante el encuentro con la gente por sobre todo debemos evitar la sospecha,
de la cual proviene la perniciosa acusación. Tengo muchos ejemplos que
demuestran que cada uno juzga a los demás según su propio estado espiritual.
Supongamos por ejemplo, que a alguien le sucedió estar de noche en el
camino por el que pasan tres hombres. Al verlo parado, uno de ellos pensará
que está a la espera de alguien para un encuentro de lujuria; otro pensará que
es indudablemente por su aspecto sospechoso un ladrón y el tercero pensará
que seguramente está esperando a alguien para ir juntos al templo a orar. Así,
los tres vieron al mismo hombre al mismo tiempo y en el mismo lugar, pero
pensaron de él de modo completamente diferente. Y esto, evidentemente, es
conforme al estado de ánimo de cada uno de ellos. Así como los cuerpos
enfermos y amarillentos convierten todo alimento que ingieren (cualquiera
que sea, incluso el que más provecho trae) en jugos perjudiciales, también el
alma con la moral pervertida recibe daño de todo aquello con lo que tiene
contacto, hasta de lo mas provechoso. Por otra parte el que tiene una buena
moral es semejante a aquel que tiene un organismo sano, el cual hasta si
tragare algo no completamente bueno, también lo convertirá en buenos jugos.
Así también nosotros, si tenemos una buena moral y un ánimo bueno, de todo
hecho recibiremos provecho espiritual (Abba Doroteo).

44. ¿De quién es obra turbar, condenar y dañar sino de los demonios? Y he
aquí que nosotros resultamos ayudantes de los demonios para nuestra
perdición y la de nuestro prójimo. ¿Por qué sucede así? ¡Porque no hay amor
en nosotros! Porque "el amor cubre multitud de pecados." (1 Pedro 4:8). Los
santos no condenan al que peca y no sienten aversión por él, sino que lo
compadecen, se apenan por él, lo hacen entrar en razón, lo consuelan, lo
medican como a una parte del cuerpo enferma y hacen todo para salvarlo
(Abba Doroteo).

45. Hay que tratar de limpiar completamente el pus interior, para que la parte
enferma cicatrice completamente. de manera que no quede ningún desorden y
de ninguna manera se pueda reconocer que en ese lugar hubo una herida.
¿Cómo se puede conseguir esto? Orando de todo corazón por el que ofendió y
diciendo: "¡Dios, ayúdalo a mi hermano y a mí también por sus oraciones!"
Orando de esta manera por el prójimo el hombre revela al mismo tiempo
compasión y amor. Pidiendo ayuda para nosotros por causa de sus oraciones,
nos tornamos humildes. Y donde hay compasión, amor y humildad, ¿acaso
puede haber irritabilidad, rencor o cualquier otra pasión? Y el abba Zósimo
dijo: "Si el diablo empleare todas las astucias de su maldad junto con todos
sus demonios, todas sus cobardías desaparecerán y se quebrantarán por la
humildad, por el mandamiento de Cristo" (Abba Doroteo).

Isaac de Siria
Nació en Nínive en el siglo 6-to. En su juventud ingresó en un monasterio.
Habiéndose perfeccionado y progresado en las virtudes se alejó a una celda en
el desierto para guardar silencio, atendiendo solo a sí y a Dios. Después de
algunos años el Señor lo llamó para dirigir la iglesia de Nínive con el grado de
obispo. Pero después de la ordenación san Isaac no se quedó mucho tiempo en
su cátedra. Esto sucedió por causa de la desobediencia de un prestamista que
no quería proceder según el Evangelio. San Isaac pensó: "Si ellos no obedecen
a los mandamientos evangélicos del Señor, entonces ¿qué me queda por hacer
aquí a mi?" Y volvió a su amada ermita del desierto. Allí el vivió en silencio
hasta su muerte, permaneciendo en el esfuerzo, en la lucha con el cuerpo y las
tentaciones demoníacas.

San Isaac escribió muchas obras, fundamentándose en su rica experiencia


espiritual. Sus consejos llegaron hasta nosotros en forma de 91 discursos.
Terminó sus días a fines del siglo 6-to.

La fe, la providencia de Dios, la oración.

2. En la misma medida que el hombre se acerca a Dios con sus intenciones,


Dios se acerca a él con Sus dones (Isaac el Sirio).

2. Como es un puñado de arena lanzado al mar es la caída en el pecado en


comparación con la Providencia de Dios y Su Misericordia. Así como la
abundante fuente de agua no se contiene con un puñado de polvo, la
misericordia del Creador no se derrota con los defectos de las criaturas (Isaac
el Sirio).
3. El conocimiento natural, que precede a la fe, es el camino a la fe y a Dios.
Habiendo sido puesto en nuestra naturaleza por Dios, el mismo nos convence
que es necesario creer en Dios, quien le ha dado existencia a todo.(Isaac el
Sirio).

6. Aquellos, en quienes realmente alumbró la luz de la fe, no llegan ya a tal


desvergüenza como para pedirle a Dios: "Danos esto" — o — " aleja aquello
de nosotros." Y no se ocupan absolutamente de si mismos porque con los ojos
espirituales de la fe ven a toda hora la Providencia Paternal, con la que los
cubre aquel verdadero Padre, que con Su ilimitado gran amor supera cualquier
amor paternal. Dios puede hacer más que todos y es capaz de colaborar con
nosotros en una medida mayor de la que podemos pedir o incluso imaginar
(Isaac el Sirio).

La obediencia a Dios.

8. Elegir una buena obra depende del deseoso; pero realizar una intención es
obra de Dios. Por eso debemos atenernos a esta regla: después de la aparición
en nosotros de un buen deseo debemos orar frecuentemente, pidiéndole no
sólo ayuda a Dios, sino también que nos muestre si le es agradable a Él o no.
Porque no todo buen deseo viene de Dios, sino sólo aquello que es provechoso
(Isaac el Sirio).

8. A veces el hombre desea lo bueno, pero Dios no le ayuda. Esto puede


suceder por muchos motivos: porque ese deseo vino del diablo y no nos trae
provecho, porque la obra deseada es superior a nuestras fuerzas por cuanto
todavía no alcanzamos el necesario nivel espiritual, porque no se corresponde
con nuestro designio, porque todavía no llegó el tiempo para realizarlo,
porque no tenemos los conocimientos ni las fuerzas corporales necesarios para
su realización o bien porque las circunstancias no posibilitarán el éxito.
Mientras tanto el diablo trata de todas maneras de pintar la acción como buena
para que nos inclinemos para su lado y así desordenar la paz de nuestra alma o
hacernos daño. Por eso debemos examinar concienzudamente nuestras buenas
intenciones. Lo mejor es actuar después de haber sido aconsejado (Isaac el
Sirio).

La esperanza, la tendencia a la corrección, la paciencia.

10. El corazón que no haya experimentado la clara protección Divina no está


en condiciones de tener comunión con Cristo (Isaac el Sirio).
10. El hombre no puede conseguir la esperanza en Dios, si antes no cumple Su
voluntad en la medida de sus fuerzas. Porque la esperanza en Dios y la
valentía nacen del testimonio de la conciencia y sólo ante el fehaciente
testimonio de nuestra mente nosotros tenemos esperanza en Dios (Isaac el
Sirio).

11. El Señor exige no sólo el cumplimiento de los mandamientos, sino


principalmente la corrección del alma, que es la causa por la cual fueron dados
los mandamientos. El cuerpo participa igualmente en las buenas como en las
malas obras; la mente por sus actos se vuelve justa o pecadora de acuerdo a su
estado de ánimo (Isaac el Sirio).

11. La vida en este mundo temporal es semejante a la escritura de letras sobre


tablillas. Cualquiera, cuando quiera, puede agregar o borrar palabras en ellas o
cambiar de lugar las letras. En cambio la vida futura es semejante a un
manuscrito escrito sobre un lienzo limpio sellado con el sello real, en el cual
no se permite ya ningún agregado ni borrado. Por eso mientras estemos en
esta cambiante vida debemos estar atentos a nosotros mismos. Y mientras
tenemos poder sobre el manuscrito de la vida, sobre el que escribimos con
nuestra propia mano, tratemos de hacer buenos agregados con una vida justa y
arreglar en ella los defectos de los actos anteriores. Porque mientras estamos
en este mundo, Dios no le pone sello ni a lo bueno ni a lo malo hasta la misma
hora de nuestra partida de esta vida (Isaac el Sirio).

12. Cuando el hombre al recordar sus pecados se castiga a si mismo, Dios lo


contempla con benevolencia. Dios se alegra que el hombre se impuso sobre si
tal castigo por apartarse de Su camino: esto sirve de señal de la sinceridad de
su arrepentimiento. Y cuanto más se obliga el pecador a si mismo tanto más se
multiplica hacia él la benevolencia de Dios (Isaac el Sirio).

La paciencia, la valentía.

13. La voluntad del Espíritu de Dios es que sus amados permanezcan en


trabajos. El Espíritu de Dios no habita en aquellos que viven quietos. En eso
se distinguen los hijos de Dios de los demás: en que ellos viven en penas y el
mundo se enorgullece del lujo y la tranquilidad. No es la buena voluntad de
Dios que sus amados estén en reposo, mientras están en el cuerpo sino desea
que permanezcan en penas, en pesadez, en trabajo, en pobreza, en desnudez,
en necesidad, en humillación, ofendidos, en cuerpo cansado, en pensamientos
pesarosos. Así se cumple lo escrito acerca de ellos: "En el mundo tendréis
aflicción" (Juan. 16:33). El Señor sabe que los que viven tranquilamente no
son capaces de amarlo y por eso le deniega a los justos el temporal descanso y
gozo (Isaac el Sirio).
13. El fuego no se prende sobre la leña húmeda y el ardor Divino no se prende
en el corazón que ama el reposo (Isaac el Sirio).

13. Si no puedes trabajar con la acción por lo menos aflígete en tu


pensamiento acerca de esto (Isaac el Sirio).

Los hábitos, la continencia.

21. Si te has atado fuertemente a alguna cosa considera que esto no es solo
una adquisición en esta vida sino que te acompañará también en la vida futura.
Y si esto es algo bueno, alégrate y agradece a Dios pero si es algo malo
apesadúmbrate y suspira. Trata de librarte de esta atadura mientras todavía
estas vivo (Isaac el Sirio).

21. Mientras el acto malo todavía es pequeño y no maduro, extermínalo, antes


de que eche ramas hacia los lados y comience a madurar. No te entregues a la
indiferencia mientras el defecto te parece pequeño, porque después
encontrarás en el un amo inhumano y correrás delante de él, como esclavo y
preso; pero quien en el comienzo se enfrenta a la pasión pronto se elevará
sobre ella (Isaac el Sirio).

23. Quien con la esperanza en el arrepentimiento conscientemente y con


intención peca por segunda vez quiere ser astuto con Dios: sobre él caerá
repentinamente la muerte y no le alcanzará el tiempo que él confiaba tener
para cumplir sus buenas intenciones (Isaac el Sirio).

24. Limpia tu habitación de los objetos excedentes para obligarte a ti mismo a


la continencia. La pobreza en todo le enseña al hombre la continencia (Isaac el
Sirio).

26. Si alguien voluntariamente se priva a si mismo de los bienes mundanos, la


medida de esta privación es la medida en que lo acompaña la misericordia de
Dios y lo sostiene el amor de Dios al hombre (Isaac el Sirio).

Los pesares.

28. Las virtudes están atadas con los pesares. Quien se aleja de los pesares sin
duda se despide también de las virtudes. Si quieres ser virtuoso, entrégate a
todo pesar porque los dolores generan humildad. Hasta que no hayamos
alcanzado la verdadera sabiduría nos vamos a acercar a la humildad por medio
de las tentaciones. A quien sin dolor goza de sus virtudes le están abiertas las
puertas de la soberbia (Isaac el Sirio).
28. El pequeño pesar por causa de Dios es mejor que la gran obra ejecutada
sin pesar. Lo que se hace sin esfuerzo es la "corrección " de la gente mundana
(que hace misericordia para el mundo exterior y que no adquieren nada para
su interior). Pero tu esfuérzate en secreto y sigue el ejemplo de Cristo, para ser
digno de saborear también la gloria de Cristo. La mente no se glorificara junto
con Jesús si el cuerpo no sufre con Él (Isaac el Sirio).

28. Si el alma es débil y no hay en ella suficientes fuerzas para soportar las
grandes tentaciones, por eso pide no ser sometida a ellas y Dios la escucha,
hay que saber que ciertamente en la medida en que esa alma no tiene
suficientes fuerzas para grandes tentaciones en la misma medida no tiene
suficientes fuerzas tampoco para grandes dones. Porque Dios no da grandes
dones sin una gran tentación. Conforme a la medida de las tentaciones son
establecidos también los dones (Isaac el Sirio.)

28. Dios es cercano al corazón de aquel que Le clama en el pesar. Y si el


hombre es sometido a veces a algunas privaciones corporales y a diversas
pesares, el Señor le presenta al alma del sufriente todo tipo de muestras de Su
amor al hombre, de acuerdo a la medida de sus sufrimientos (Isaac el Sirio).

La humildad.

30. Como contraposición a un tenue sentimiento de superioridad confiésale


sinceramente al Señor en oración tu debilidad e ignorancia para no resultar
abandonado (por Dios) y no ser sometido a la tentación de inmundos deseos,
porque la lujuria sigue a la soberbia (Isaac el Sirio).

30. La virtud es madre del pesar. Del pesar nace la humildad y a la humildad
se le da la gracia. El premio después sigue ya no por causa de la virtud ni por
el esfuerzo por conseguirla, sino por la humildad que vino a través de ella. Si
la humildad no está presente las virtudes son inútiles (Isaac el Sirio).

30. En el sabiamente humilde nunca hay apuro, apresuramiento, confusión,


pensamientos hirvientes o livianos, sino que en todo tiempo permanece en
paz. No hay nada que pueda confundirlo, ponerlo en duda, llevarlo al espanto
porque en los sufrimientos no se espanta ni cae de espíritu, ni en la alegría cae
en el asombro ni en la exaltación. Pero toda su alegría y gozo es en aquello
que le es agradable a su Señor (Isaac el Sirio).

30. No te confíes en tu propia fuerza para que el Señor no te deje caer por tu
debilidad, en cuyo caso por esta amarga experiencia conocerás tu debilidad
(Isaac el Sirio).
30. En todo lo que el hombre se alabe a si mismo Dios permite que se
modifiquen las circunstancias para que al soportar una derrota la persona
aprenda humildad (Isaac el Sirio).

30. Los honores huyen delante de quien los busca y persiguen por atrás a
quien huye de ellos (Isaac el Sirio).

30. El hombre que alcanzó a conocer la medida de su debilidad ha alcanzado


la perfección de la humildad (Isaac el Sirio).

30. Los verdaderos justos siempre piensan que son indignos de Dios. Y que
ellos son verdaderamente justos se ve precisamente del hecho que ellos se
consideran a si mismos perdidos e indignos de que Dios se ocupe de ellos y
que aceptan esta consideración tanto en privado como en público, siendo
conducidos a esta sabiduría por el Espíritu Santo. A pensar así los dispone el
Espíritu Santo, para que ellos siempre permanezcan en esfuerzo y apremio
mientras se encuentran en esta vida. Dios por su parte le prepara la paz para el
próximo siglo. Por eso todo aquel, en quien habita el Señor, no desea vivir en
paz o librarse de los pesares, aunque de tiempo en tiempo se le da un
misteriosa consolación espiritual (Isaac el Sirio).

34. ¿Cuándo es que se puede decir de un hombre que ha alcanzado la pureza?


Cuando él a todos los hombres los considera buenos. Cuando nadie le parece
impuro o inmundo es cuando él mismo es verdaderamente limpio de corazón
(Isaac el Sirio).

El amor al prójimo, la misericordia, el no juzgar.

42. No le exijas amor el prójimo, porque con esto el que exige se atormenta si
no lo recibe; mejor demuéstrale tú mismo amor a tu prójimo y te
tranquilizarás. De esta manera traerás también al prójimo hacia el amor (Abba
Doroteo).

42. No cambies al amor al prójimo por el amor a alguna cosa porque amando
al prójimo tú consigues dentro tuyo a Aquel, Quien es mas valioso que todo
en el mundo. Deja lo pequeño para conseguir lo grande; desprecia lo
innecesario y lo insignificante para adquirir lo muy valioso (Isaac el Sirio).

44. Cubre al que peca si esto no te trae daño a ti. Con esto tu lo despertarás al
arrepentimiento y a la corrección y la misericordia del Señor atraerás hacia ti.
Con buena palabra y con todos los medios posibles sostén a los débiles y
apesadumbrados y aquella Diestra que todo lo sostiene, te sostendrá también a
ti. Con trabajo de oración y con el sufrimiento de tu corazón comparte la
suerte con el hombre amargado y entonces la fuente de la gracia Divina se
abrirá a ti en tus peticiones (Isaac el Sirio).

43. Cuando das, hazlo con grandeza de alma, con ternura en el rostro y
entrega más de lo que te están pidiendo (Isaac el Sirio).

43. No distingas entre el digno y el indigno. Sean toda la gente para ti iguales
para la buena obra para que de esta manera atraigas también a los indignos al
bien, porque el alma por medio de los hechos exteriores rápidamente aprende
a tener devoción delante de Dios (Isaac el Sirio).

43. El corazón misericordioso es el ardor del corazón por toda la creación: por
la gente, por las aves, por los animales, incluso hasta por los demonios y por
toda criatura de Dios. Ante el recuerdo de ellos o ante la mirada sobre ellos,
los ojos del hombre derraman lagrimas. Ante la fuerte lástima se enternece su
corazón y no puede oír o ver ni un daño ni una pequeña pena soportada por las
criaturas. Y por esto, también por los que no hablan, por los enemigos de la
verdad y por los que le hacen daño él ora permanentemente, para que sean
conservados y sean perdonados, y asimismo por la naturaleza de los reptiles
ora con gran lástima, la cual sin medida inspira y despierta en su corazón
hasta la semejanza en todo a Dios (Isaac el Sirio).

43. A quien socorre al necesitado Dios lo protege. Y quien empobrece por


causa de Dios conseguirá un tesoro inagotable. Dios se alegra cuando ve que
el hombre por causa de Él se ocupa de los demás. Cuando alguien te pida algo
no pienses: "Dejaré esto para mi para cuando tenga necesidad y Dios a través
de otras personas sabrá darle a esta persona lo que necesita." Tales
pensamientos son característicos de personas negligentes y que no conocen a
Dios. El hombre justo y bueno no le cederá su honor a otro y no
desaprovechará la posibilidad de ayudar. Todo pobre y necesitado recibe lo
indispensable de Dios porque el Señor no abandona a nadie. Pero tú, que
despediste al indigente sin nada, te has alejado del honor que Dios te ofreció y
alejaste de ti Su gracia (Isaac el Sirio).

44. Quien por causa de Dios honra a todo hombre por la providencia de Dios
en secreto adquiere para si ayuda de toda persona (Isaac el Sirio).

La enseñanza

53. Siempre considérate insuficiente para enseñar a otros y toda tu vida vas a
resultar sabio (Isaac el Sirio).
53. No le cuentes a otro aquello que no experimentaste por ti mismo para que
no te avergüences de ti mismo y por tu vida descuidada no se revele tu
mentira (Isaac el Sirio).

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