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ROCOSOS
En términos generales y desde muy distintos puntos de vista, es fácil comprender
que las actividades mineras se encuentran muy estrechamente ligadas al agua:
Como un problema a evitar, disminuir o corregir en la explotación.
Como una necesidad de utilización del recurso para su aprovechamiento en la
propia mina o fuera de ella.
Como recurso ambiental que es necesario proteger, mostrando a la Sociedad
que así se hace y que se hace bien.
Uno de los puntos de partida de todo proyecto que contemple una excavación de
cierta envergadura es, consecuentemente, empezar por llegar a alcanzar un
profundo conocimiento de la realidad del entorno físico en el que se va a operar
mediante la realización de los correspondientes estudios e investigaciones de tipo
hidrológico e hidrogeológico y encaminados a permitir gestionar correctamente esa
presencia de aguas de distinto origen desde tres puntos de vista:
En taludes conformados en suelos o rocas no competentes, las acciones son
similares.
Consecuentemente, para prevenir el deslizamiento o rotura de los taludes, se opta
por las siguientes alternativas:
• Reducir la pendiente de los taludes de excavación de la explotación con el
consiguiente aumento de ratio.
• Reforzar los taludes mediante distintos medios de retención, lo que siempre
encarece los costes de inversión y es
siempre especialmente caro si no se trata
de actuaciones en taludes permanentes.
• Garantizar el adecuado drenaje del macizo.
Incremento de los costes de voladura, al obligar al uso de explosivos resistentes al
agua como papillas o slurries o de explosivos encartuchados. La utilización de
explosivos a granel tipo ANFO requiere el desaguado previo de los barrenos.
Aumento del peso específico del material y variación de sus características físicas:
por ejemplo, una roca con una densidad de 2,1 t/m
en seco y con una porosidad del 13%, cuando esté saturada pesa un 6,2% más, tal y
como se comprueba con las siguientes expresiones: