Está en la página 1de 2

Comparto el caso que abordarán a lo largo del curso:

Juan, abogado de 32 años, acude a consulta porque se siente con un

estado de ánimo bajo, apático y porque “su vida se le hace muy cuesta

arriba”. Pide ayuda presionado por su familia y por su novia, porque

cada vez se está aislando más socialmente y muestra bastante

desinterés por lo que le rodea. Tenía previsto casarse en seis meses,

pero su pareja ha decidido aplazar la boda, ya que no le nota nada

ilusionado con el proyecto. Cumple con todas sus obligaciones y

actividades cotidianas. Nunca ha faltado a su trabajo, pero siente que,

por su dificultad para concentrarse, rinde poco. Va al gimnasio

semanalmente y tiene vida social, pero cada vez le cuesta más y su

tendencia es a aislarse y a la inactividad los fines de semana.

Considera que ha tenido una vida bastante estable, sin acontecimientos

vitales significativos que le hayan podido alterar. Solo refiere el

fallecimiento de su abuela, cuando él era adolescente, como una época

muy negativa ya que estaba muy unido a ella.


Juan se define a si mismo como una persona inteligente, pesimista,

distante, trabajador y meticuloso, pero con poca energía y motivación.

Manifiesta tener sentimientos de abatimiento y tristeza desde hace años

y siente que tiene poco que ofrecer a los demás. Se sorprende siempre

que alguien le reconoce algún mérito o le hace algún halago.

Nunca ha tenido ideas de suicidio significativas, pero siente mucha

desesperanza y “sensación de vacío”, cuando piensa en el futuro.

Marcos refiere que le gustaría volver a sentir el placer o la energía que

sentía cuando estudiaba la carrera.

También podría gustarte