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E stas páginas concentran cuarenta años de experiencia evangelizadora de

mi buen amigo, José H. Prado Flores, con quien hemos compartido la misión
evangelizadora en varios campos y diversas formas.

El autor de estas páginas nos presenta, el Kerygma o Primer Anuncio como la


gran riqueza de la Iglesia y base de la vida cristiana; pero lo hace desde el
punto de vista pastoral, para mostrarnos cómo usarlo de la mejor manera para
evangelizar como la Iglesia Primitiva:

Los Apóstoles daban testimonio


de la resurrección del Señor Jesús
con gran poder: Hech 4,33.

El Evangelio es “fuerza” de Dios para la salvación de todo el que cree (Rom


1,16). Pero la Predicación del Kerygma también es “insensatez” (Cf. 1Cor
1,21). En la unión de estos dos factores radica la evangelización con gran
poder.

Luego, con fundamento bíblico, el autor nos presenta el contenido de los


discursos kerygámaticos, así como su objetivo y la estrategia: traspasar los
corazones.

Varios hilos corren por todo el libro:

Para que haya Nueva Evangelización se requieren antes nuevos


evangelizadores; y así como la primera evangelización es fruto de
Pentecostés, la Nueva Evangelización ha de ser fruto de un Nuevo
Pentecostés. Sin la acción del Espíritu Santo, ¡es misión imposible! El lector
encontrará páginas muy fuertes que son un llamado a una conversión pastoral.
De hecho, tenemos que reconocer que en nuestra Iglesia, se habla mucho de
evangelización y de nueva evangelización, pero hemos sido lentos en pasar a
los hechos y emprender el camino de la gran misión con la audacia y el
entusiasmo que nos pide el Señor.
El autor, con experiencia pastoral nos muestra que si queremos tener una
pesca abundante, ya es tiempo de echar las redes del otro lado, con
evangelizadores que sean más testigos que reporteros

En el documento final del CELAM, fruto del encuentro en Aparecida en 2007,


encontramos este llamado: “La conversión pastoral requiere que las
comunidades eclesiales sean comunidades de discípulos misioneros en torno a
Jesucristo, Maestro y Pastor.” (No. 368). En su carta apostólica sobre el Año
de la fe, Benedicto XVI escribe: “El año de la fe es una invitación a una
auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo. Dios, en
el misterio de su muerte y resurrección, ha revelado en plenitud el Amor que
salva y llama a los hombres a la conversión de vida mediante la remisión de
los pecados” (cf. Hech 5,31).

Para que eso llegue a ser realidad, el evangelizador debe: Bajar al Jordán para
tener la experiencia personal del amor incondicional de Dios, caer en
Damasco mediante un encuentro personal con Jesús resucitado, subir al
Aposento Alto para recibir la dynamis del Espíritu, y caminar a Emaús para
que arda su corazón con el fuego de la Palabra. Encontrarán páginas llenas de
pistas muy concretas para que esa conversión se haga realidad.

Si la catequesis la exponen los maestros con sabiduría, del Primer Anuncio lo


proclaman testigos que han experimentado la Nueva Vida en abundancia que
Cristo vino a traer a este mundo.

Con lógica y experiencia nos muestra cómo el Primer Anuncio debe ser el
inicio del camino de la fe y un verdadero Anuncio; y después, y siempre
después, viene la catequesis.

Su conclusión, que también parece ser su sueño: una Iglesia evangelizada y


evangelizadora, donde los catequistas dejan que los evangelizadores jueguen
el primer tiempo, para ellos entrar en la segunda mitad del partido. Parodiando
al apóstol Pablo que tenía un temor: “Ay de mí si no evangelizara” (1Cor
9,16), José Prado nos alerta: Ay de aquél que quiera evangelizar sin haber sido
antes evangelizado. El desafío de la Iglesia no es que no evangelice, sino que
a veces tratan de evangelizar quienes no están evangelizados, y entonces sólo
hacen propaganda, ya que sólo el convencido, convence.

El Kerygma es eficaz en sí mismo, pero sólo hay una forma como no


funciona, si no lo usamos.

Doy gracias a Dios por estas páginas escritas por un evangelizador enamorado
de Jesucristo y de su Palabra que lleva cuarenta años proclamando la Buena
Nueva y formando evangelizadores para la misión de la Iglesia.

En este año, en el cual se celebra el Sínodo de los Obispos sobre la Nueva


Evangelización para la transmisión de la fe christiana, pido al Señor que estás
páginas, llenas de esperanza y de dinamismo, nos ayudan a cumplir con la
gran misión de la Nueva Evangelización.

Que el Espíritu unja estas páginas para que toquen los corazones y vivamos
una renovación en el campo de la evangelización kerygmática.

+ Gérald Cyprien Lacroix


Arzobispo de Quebec
Primado de Canadá

YA, YA POR FAVOR


Estaba terminando de escribir estos capítulos, cuando recibí una cordial
invitación de don Pigi Perini, un buen amigo que, con los años, nuestra
amistad se ha ido añejando. Me pedía impartir un retiro a sacerdotes
comprometidos en las Células de Evangelización, que se difunden por todo el
mundo. El tema: La Nueva Evangelización. El lugar: la Sacristía Monumental
de la parroquia de San Eustorgio, en Milán, Italia.
Como don Pigi me comentó que el expositor del retiro el año pasado había
sido el Padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, yo
preparé cuidadosamente mi temario, con refuerzos teológicos y citas del
Magisterio de la Iglesia.
Mi propósito era resumir 40 años de experiencia evangelizadora, aunque tal
atrevimiento me parecía como encerrar el fuego de la zarza del Horeb en una
caja de fósforos. Cuando comenzamos el retiro, el clima era frío, pues
estábamos en pleno invierno, por lo que precisábamos de calefacción
artificial.

Así, con mis apuntes en mano, fui siguiendo cuidadosamente cada paso, con
la lógica y pedagogía que supuse requerían los selectos participantes:

• Comencé presentando el relato de los discípulos de Emaús que, de simples


reporteros que repetían lo que las mujeres decían lo que los ángeles habían
dicho, fueron convertidos en testigos de la resurrección de Jesús cuando su
corazón ardió con el fuego de la Palabra.
• Les mostré la diferencia entre Kerygma y Catequesis; proclamar y enseñar;
y cómo el problema de la Iglesia no es que no evangelice (Primer Anuncio),
sino que evangelizan quienes no están evangelizados, y convierten en fría
Catequesis la presentación de la Buena Noticia que no es algo, sino Alguien;
el mismo Señor Jesús, único mediador entre Dios y los hombres.

Con detalle y precisión expliqué el contenido, el objetivo y metodología del


Anuncio Kerygmático, aclarando que se trata de la Gran Comisión de Jesús a
los suyos (proclamar la Buena Noticia), pero que desgraciadamente en la
Iglesia católica se ha convertido en la Gran Omisión, porque desde la
Contrarreforma preferimos nuestros esquemas teológicos, raciocinios
doctrinales y silogismos filosóficos, en vez del Anuncio fascinante de “la
Buena Nueva de Jesús”, como lo hacía el diácono Felipe (Hech 8,35).
• Luego, afirmé categóricamente que para que se dé una Nueva
Evangelización se necesitan cuatro elementos: Primero haber fracasado para
sentir la necesidad de algo nuevo. Luego, ser apremiados por el amor de
Cristo. Además, Nuevos evangelizadores que sean testigos y finalmente un
Nuevo Pentecostés donde la Ruaj divina sea viento huracanado y no aire
acondicionado que nosotros controlamos.
• También mostré que primero es lo primero: Primero el Kerygma y luego la
Catequesis, moral o teología. Primero se nace y luego se crece.
• Después los reté a aceptar el desafío que el vino nuevo precisa odres
nuevos y que había que renunciar a fórmulas anquilosadas y devocionales
que no responden ni al Evangelio ni al mundo de hoy.
• El momento clave fue cuando les dije que no podíamos evangelizar si no
éramos testigos con una experiencia de salvación y un encuentro personal
con Jesús.

De pronto, en medio de mi supuesta elocuente disertación, un sacerdote


levanta la mano; y sin esperar que yo le concediera la palabra, me reta:
- ¡YA!
Todos quedaron mudos; yo, el más sorprendido.
- ¡YA, POR FAVOR!, gritó más fuerte.
Yo nada entendía… guardé silencio, abrí mis manos pidiéndole explicación de
lo que parecía una queja y una súplica al mismo tiempo.
- ¡Ya! ¡Ya no nos hables del Kerygma! ¡Ya, por favor, danos la Buena
Noticia!”
Cerré mis ojos, asentí con mi cabeza y, en una milésima de segundo, entendí
que lo que ellos necesitaban no era una radiografía del Kerygma, sino el
Evangelio que tiene un perfil y un nombre: Jesús, Salvador y Señor. Dejé mis
apuntes de lado, tomé mi Biblia y les afirmé:
- Yo soy testigo que Jesús transforma vidas, porque él cambió la mía. No de
pecador a justo, sino de justo a hijo, con derecho a la herencia. Y aún más,
mucho más. Mi verdadera conversión fue de justo por mis obras a
justificado por su gracia. Y si un fariseo como yo experimenta la vida nueva,
lo puede vivir cualquier otro. Si lo hizo en mí, es factible realizarlo en cada
uno de ustedes.

En tres horas, anuncié a Jesús y el Evangelio de la gracia; que fuimos salvados


gratuitamente. Tuvimos oportunidad tanto de confesar a Jesús como único y
suficiente Salvador y proclamarlo Señor de nuestras vidas. Culminamos con
una oración personal por cada sacerdote para pedir una nueva efusión del
Espíritu, que Jesús llama “bautismo en el Espíritu Santo” (Hech 1,5).
Yo me acordé de aquella frase de san Lucas: “Muchos sacerdotes iban
aceptando la fe” (Hech 6,7c).
Regresé a México, donde resplandecía el sol, anunciando que se aproximaba
la primavera.
Después de algunas semanas, recibí un mensaje electrónico que, con el
permiso del remitente, don Mateo, transcribo:

Carissimo Pepe Prado Flores.


Mi chiamo don Matteo, sono un sacerdote della Diocesi di Padova (Italia) e
ci siamo conosciuti recentemente al ritiro per sacerdoti a febbraio presso
sant’Eustorgio a Milano ... mi hanno entusiasmato tantissimo le sue catechesi
ma soprattutto la sua CONVINZIONE e la RICCHEZZA DELLA PAROLA DI
DIO che continuamente citava. Se ricorda abbiamo anche parlato per
pochissimo tempo insieme perchè le dicevo che io ero rimasto molto colpito
dalla preghiera serale del giovedì quando lei ha spiegato il Vangelo del
CIECO BARTIMEO ... durante la preghiera di guarigione io ho chiesto a
Gesù che mi guarisse la vista e le dissi che non avevo sentito nulla di strano.
Ora però VEDO con luce nuova la mia vita e HO VISTO che nel Vangelo c’è
la mia vita e la vita del mondo. Infatti c’è un motto che mi accompagna NEL
VANGELO C’E’ LA VITA, NELLA VITA C’E’ IL VANGELO... questo mi sta
donando GIOIA NEL LEGGERE, PREGARE, MEDITARE LA PAROLA DI
DIO tanto che TROVO GIOIA NEL PREPARARMI L’OMELIA UNA GIOIA
MAI PROVATA PRIMA !!! Sarei molto felice se potesse esprimere un suo
parere a riguardo, cosa mi sta succedendo? Lo chiedo a lei se può aiutarmi a
capire. Ancora le dico GRAZIE per LA VISIONE EVANGELIZZATRICE CHE
CI HA OFFERTO A FEBBRAIO... prego per lei, per la SESA e perchè lo
Spirito Santo sospinga la Chiesa verso una nuova PRIMAVERA e una
NUOVA EVANGELIZZAZIONE !!!
Grazie e a presto.
Don Matteo
Querido Pepe Prado Flores.
Me llamo padre Mateo, soy un sacerdote de la diócesis de Padua, Italia, y nos
conocimos recientemente en el retiro para sacerdotes en febrero, en San
Eustorgio, en Milán… me han entusiasmado tanto tus catequesis, pero de
manera especial tu CONVICCIÓN y la RIQUEZA DE LA PALABRA DE
DIOS, que continuamente citabas. Recuerdas que incluso hablamos por breve
tiempo porque te decía que me había impresionado tanto la oración vespertina
del jueves, cuando explicaste el evangelio del CIEGO BARTIMEO… durante
la oración de sanación, yo le pedía a Jesús que me curara de la vista, pero te
dije que no había sentido nada especial. Sin embargo, ahora VEO con una
nueva luz mi vida y HE VISTO que el Evangelio es mi vida y la vida del
mundo. Esto es una motivación que me acompaña: EN EL EVANGELIO
ESTÁ LA VIDA, EN LA VIDA ESTÁ EL EVANGELIO... esto me produce
ALEGRÍA PARA LEER, REZAR, MEDITAR LA PALABRA DE DIOS tanto
que, ¡ENCUENTRO ALEGRÍA EN PREPARAR MI HOMILÍA UNA
ALEGRÍA NUNCA ANTES EXPERIMENTADA!
Estaré muy contento si tú me pudieras compartir tu punto de vista de qué cosa
me está sucediendo. Te lo pido para que me ayudes a entender. Ahora te lo
digo GRACIAS POR LA VISIÓN EVANGELIZADORA QUE NOS HAS
PRESENTADO EN FEBRERO... rezo por ti, por la Escuela San Andrés y
para que el Espíritu Santo anime la Iglesia hacia una nueva PRIMAVERA y
una NUEVA EVANGELIZACIÓN.
Gracias y hasta pronto.
Don Mateo

No he respondido a don Mateo, pero la respuesta es muy simple: “La


Predicación, sí, la Predicación que Pablo llama, “Kerygma” (1Cor 1,21) o
“Evangelio” (Rom 1,16), es fuerza de Dios para la salvación de todo el que
cree. El Espíritu Santo, a través de la Palabra, da testimonio de Jesús en la
vida de don Mateo.

Cuando aquel sacerdote reclamaba y suplicaba por el Anuncio, no


representaba sólo a don Mateo, sino a todo “Mateo” que está sentado
esperando que Jesús pase delante de él y le diga: “Sígueme”, para ser capaz de
dejar cualquier cosa y un día llegar a ser un evangelizador, que a su vez
testifica: “El escriba del Reino es aquél que saca de su tesoro lo nuevo y lo
viejo”: Mt 13,52.

Hay muchos evangelizadores en potencia, que aguardan con ansia que les
“anunciemos la Palabra” (2Tim 4,2a), para ponerse en pie; seguir, vivir y
predicar el Evangelio de la salvación, pero no como simples repetidores de
una lección aprendida, sino como testigos que han tenido un encuentro
personal con Jesús resucitado.

En la Monumental Sacristía de San Eustorgio, tan llena de reliquias, yo estaba


repitiendo el mismo error que estaba criticando: convertir el Kerygma en una
cátedra de catequesis con fundamentos teológicos, en vez de aprovechar la
oportunidad de proclamar a Jesús. Hablaba de la Palabra, en vez de dejar
hablar la Palabra. Pero, cuando anuncié la Buena Nueva, aquellos sacerdotes
experimentaron que no eran sacristía ni reliquias del pasado, sino templos
vivos del Espíritu, con nueva vida y vida en abundancia, para dejar de ser
reporteros y convertirse en testigos de la resurrección de Jesús. Por tres días
yo iluminé su mente, pero cuando en tres horas anuncié la Buena Nueva, sus
corazones fueron traspasados y se manifestó la fuerza intrínseca de la Palabra.
Espero que estas páginas susciten la misma sed, y cada uno reclame y pida:
“Ya, ya, por favor”. Sólo así tiene valor este libro. De otra forma, sería una
clara prueba de que la Catequesis, aún la Catequesis del Kerygma, no
convierte a las personas.

Con esta duda y esperanza, me atrevo a presentar nuestra experiencia de la


“Escuela de Evangelización San Andrés”; escuela eminentemente
kerygmática, que lleva más de 32 años buscando “Pedros” que sirvan, amen y
prediquen a Jesús, más y mejor que nosotros mismos, formando nuevos
evangelizadores para la Nueva Evangelización en 63 países; y aún más,
formando formadores de evangelizadores, con más de dos mil escuelas en el
mundo.
En la portada de este libro aparece el papiro P52 que es el más antiguo
manuscrito del Nuevo Testamento, para mostrar que la Nueva Evangelización
no puede ser otra que la evangelización primitiva de “los apóstoles que daban
testimonio de la resurrección de Jesús con gran poder”: (Hech 4,33).
La Nueva Evangelización no es principalmente un concepto para ser
discutido, sino una “evangeliacción”; “acción del Evangelio” o “Evangelio en
acción”, que hay que emprender ya, porque el amor de Cristo nos apremia
(2Cor 5,14).

México, 15 de mayo de 2013


PERFIL DE LA NUEVA
I
EVANGELIZACIÓN

La Nueva Evangelización, ha de ser “Nueva” y debe ser


“Evangelización” al mismo tiempo. De otra forma, sería sólo un barniz
superficial para justificar lo que venimos haciendo por tradición. Ha de portar
la novedad permanente de Jesús-Evangelio, “que es el mismo ayer, hoy y
siempre” (Heb 13,8), así como adaptare a la mentalidad y cultura de mujeres y
hombres del siglo XXI. Por eso, pienso que más que “nueva”, la deberíamos
catalogar como evangelización primitiva como la de “los Apóstoles que daban
testimonio de la resurrección del Señor Jesús con gran poder” (Hech 4,33).
Por eso en la portada de este libro hemos colocado el papiro P52 que es el
escrito más antiguo del Nuevo Testamento.

La Nueva Evangelización no es un concepto para discutir o reflexionar, sino


una acción para emprender. No es un sustantivo, sino un verbo de voz activa.
Todas las discusiones y exposiciones históricas o teológicas sobre el tema
deberían ser fruto de experiencias evangelizadoras o al menos aterrizar en
actos evangelizadores concretos. De no ser así, no se le podría catalogar como
Evangelización, sino como reflexión o estudio.
Sin embargo, esto implica pagar un precio: deshacernos de esquemas y
acciones que no han dado fruto abundante, así como adoptar odres nuevos
para la Nueva Evangelización.
Es absolutamente necesario preguntarnos si en verdad se precisa una Nueva
Evangelización. Para ello, Jesús nos desafía de la misma forma que a los
pescadores del lago de Tiberíades:
Muchachos, ¿no tienen pescados?: Jn 21,5.

A. ¿NECESITAMOS UNA NUEVA EVANGELIZACIÓN?


Quien ha logrado éxito en la pesca de la evangelización, siga lanzando la red
como lo ha hecho antes. La estrategia que ha usado es perfecta para lograr los
resultados que ha alcanzado. No necesita nada nuevo. Si sus redes están tan
llenas que por poco se rompen y sus barcas rebosan peces que casi se hunden,
entonces no necesita de una Nueva Evangelización, pues ya ha encontrado la
fórmula del éxito en el mar de la misión.
Si su forma de evangelizar atrae multitudes y el mundo está sediento de
escuchar el Evangelio que la Iglesia predica, debe continuar con el mismo
método que produce tan maravillosos resultados. “El equipo que está ganando,
no se cambia”. Pero si algo está faltando, es el momento de reconocer que
deben echar la red del otro lado.
Si nosotros no nos cuestionamos por qué “la misión de Cristo Redentor
confiada a la Iglesia está aún lejos de cumplirse” (Juan Pablo II, Redemptoris
Missio 1), y dónde ha quedado paralizada o diluida la fuerza del Evangelio
hoy en la Iglesia (Cf. Evangelii Nuntiandi 4), jamás vamos a ser conscientes
que precisamos una Nueva Evangelización.
Sólo vamos a repetir lo que hasta ahora no ha dado fruto abundante,
transformando el verbo de voz activa, “evangelizar”; en el sustantivo:
“evangelización”, discutiendo su significado en vez de zarpar a mares
desconocidos desafiando el futuro.

B. LA NUEVA EVANGELIZACIÓN DEBE SER NUEVA


No basta lo que hemos heredado del pasado, ni lo que hoy tenemos. Tampoco
se reduce a un maquillaje superficial. Es una novedad que corresponde a la
naturaleza de la Buena Nueva del Evangelio. Y si no fuera “nueva” en este
sentido, entonces hay que llamarla de otra manera.

A. SI HACEMOS LO MISMO DE ANTES, LLEGAREMOS A DONDE


MISMO DE SIEMPRE
Hay que partir de un principio elemental de administración empresarial: “Si
hacemos lo mismo de antes, vamos a obtener los mismos resultados de
siempre”. Para que haya Nueva Evangelización hay que estar abiertos al
cambio; y para abrirse al cambio antes se debe aceptar necesitarlo; y hasta
cierto punto, experimentar insatisfacción y hasta frustración por los logros
obtenidos hasta el día de hoy.
Por eso, no es ocioso preguntarnos si estamos dispuestos a pagar el precio de
lo que significa emprender el vuelo por rutas inéditas, nuevos métodos y
nuevas expresiones, como las de los predicadores de los Hechos de los
Apóstoles. ¿Estamos abiertos a ser agentes de una Reforma radical y efectiva?
Si nosotros no nos atrevemos a dar este paso desde dentro, van a aparecer, y
ya están despuntando por todas partes, muchos reformadores al margen de la
barca de Pedro.

B. LO DIFÍCIL NO ES INCURSIONAR CAMINOS NUEVOS, SINO


RENUNCIAR A PARADIGMAS TRADICIONALES
Los pescadores del mar de Galilea, ya estaban programados a tirar la red del
lado izquierdo. Esta inercia se había convertido en norma que nadie era capaz
de cuestionar. Unos lo hacían porque eran profesionales experimentados;
otros, continuaban la operación sin saber ni preguntar por qué se repetía
siempre de la misma forma. Cuando la costumbre se convierte en rito,
construimos un monolítico paradigma que es muy difícil romper, porque se ha
adherido a nuestra mente y a nuestra piel. “Romper un paradigma es más
difícil que desintegrar un átomo”, afirmaba Alberto Einstein.
La dificultad no estriba en lanzar la red del otro lado, sino renunciar a nuestra
inercia que se ha transformado en ley y a nuestras estructuras mentales que se
han transformado en consignas que nadie puede explicar por qué se siguen
haciendo siempre de la misma manera. Esta rutina apaga la flama de la
creatividad y nos mantiene en una monotonía asfixiante. Por eso, el Papa Juan
XXIII abrió proféticamente las ventanas de la Iglesia para dejar entrar el
viento creador de la Ruaj de Dios, que hace nuevas todas las cosas. Sí, nuevas,
porque “el que está en Cristo es nueva creatura. Paso lo viejo,
todo es nuevo” (2Cor 5,17). Sin este soplo renovador, no puede haber
Nueva Evangelización.

c. Tirar vacas al barranco


Jesús asemeja el Reino de Dios, o sea el plan de Dios, a una red que después
de capturar todo tipo de peces, los pescadores se sientan a la orilla del mar
para escoger los buenos y colocarlos en cestos, y desechar los de mala calidad
(Mt 13,47-48). Ambas clases son peces, pero hay buenos y hay malos.
También en el mar de la evangelización hay peces que debemos capitalizar,
pero también hay otros que hay que desechar.
Un empresario muy rico salió a pasear con su hijo, y se perdieron
en el bosque. Después de mucho andar, encontraron un río, el
cual fueron siguiendo con la certeza de que pronto descubrirían
algún poblado.
Cansados y hambrientos, cuando el crepúsculo había apagado
sus variados colores, llegaron a una cabaña de madera, donde
los acogieron, y a la tenue luz de una lámpara de aceite, les
sirvieron requesón, que comieron ávidos.
Al día siguiente, les ofrecieron un vaso de leche recién ordeñada
y un plato con fresca nata.
El huésped preguntó a los amables anfitriones:
- ¿Por qué no siembran frutas, granos y legumbres en estos
campos tan generosos?
- ¿Para qué?, respondió, el padre. Tenemos una vaca que nos da
lo necesario para vivir cada día.
- Con su leche hacemos queso y dulce, añadió la señora. No
queremos más.
- Pero, pensando así, vivirán siempre sumidos en la pobreza,
replicó con fuerza el visitante.
- Con la vaca es suficiente, comentó el hijo, recostado en una
hamaca.
- Ustedes viven en un lugar privilegiado, tienen agua, tierra fértil
y están perdiendo una gran oportunidad, añadió el empresario,
un poco incomodado.
Ellos simplemente alzaron los hombros con indolencia, señalando
la vaca.
Al salir de la casa, la vaca estaba rumiando junto a la cañada. El
padre sorprendió al hijo cuando le ordenó con autoridad:
- Empuja la vaca al barranco.
El hijo se negó:
- No, papá, ellos nos han ofrecido no sólo lo mejor, sino lo único
que tienen. Esa vaca es su fuente de sustento. No podemos
retribuirlos de esa forma tan vil.
- ¡Qué tires la vaca! ¡Yo sé lo que te digo! Ese bovino es el
culpable de que esta gente no progrese.
El hijo no fue capaz de desobedecer la orden paterna y, con todo
el dolor de su corazón, despeñó la vaca al precipicio.
Pasaron los años. El padre murió y el hijo sufría remordimientos
por haber pagado así a aquella generosa familia que les había
compartido lo único que tenía.
Así, una tarde de verano decidió llevarles un regalo, para
compensar su fechoría.
Buscaba y buscaba de uno a otro lado de un ancho camino. Pasó
por unos sembradíos y no lograba dar con aquella choza. Vio un
establo mecanizado, un tractor y un silo repleto de cereales. Los
campos rebozaban de trigo y árboles frutales. La carretera
estaba iluminada y había maquinaria moderna.
Supuso que aquella pobre familia había emigrado de la región.
Tocó la puerta de una hermosa mansión para preguntar. Al abrir,
lo pasaron a un amplio salón con finos muebles, tapices
importados y un candil de cristal cortado. Salió la señora de la
casa y con las manos en alto, lo identificó:
- ¿Hace años usted vino aquí con su padre?
- Sí, sí, soy yo. Pero, ¿qué pasó?, preguntó con curiosidad, al
notar el cambio tan mayúsculo.
- Es que un día se nos cayó al barranco la única vaquita que
teníamos, y al quedarnos sin nada, tuvimos que comenzar a
buscar otras alternativas de vida. Gracias a que perdimos la
vaca, surgieron tantas posibilidades que estaban escondidas
dentro de nosotros mismos. Hoy, tenemos 153 vacas, cientos
de ovejas y bueyes; sembradíos y una trilladora.

Es lógico que el vino nuevo se coloque en odres nuevos. Pero lo que cuesta
trabajo es renunciar a los odres viejos; en nuestro caso, los hábitos
anquilosados, actos de piedad y artículos religiosos que no coinciden con el
Evangelio.
Mientras no tiremos la vaquita al barranco, vamos a seguir con panela, queso
y dulce de leche. Lo malo de la vaca es acostumbrarnos a ella, y ya no
vislumbrar nuevas perspectivas. Lo triste es contentarnos con mantequilla y
nata; perdiendo la ilusión y la creatividad para romper barreras e incursionar
por nuevos derroteros.
Si hacemos lo mismo que antes y de la misma manera, llegaremos
exactamente al mismo nivel que hemos alcanzado. Si queremos abrir nuevos
horizontes, hay que perder algo para ganar más. Sí, hay que empujar algunas
vacas al desfiladero. Esto parece escandaloso, y creo que lo es. Pero el
primero que tiró vacas al desfiladero, fue el mismo Jesús:

1º: Jesús tiró vacas al barranco


Jesús aplicó y vivió la ley del grano de trigo que debe morir para dar fruto.
- El sábado es para el hombre y no el hombre para el sábado
Con respecto al “sábado”, mandamiento supremo que sintetizaba toda la
Ley, el Maestro fue profético: curaba y trabajaba en el día de riguroso
descanso. Osó proclamar que el sábado se hizo para el hombre y no el hombre
para el sábado (Mc 2,27). O sea, estaba erosionando el eje religioso del pueblo
judío.
- El templo: Adoradores en espíritu y en verdad
Jesús despeñó el sacrosanto templo de Jerusalén cuando declaró que había
llegado la hora en que ni en el Monte Garizim ni en el Monte Sión de
Jerusalén se adoraría a Dios, sino en espíritu y en verdad (Jn 4,23). Además,
predijo la destrucción del santuario. No era fácil desprenderse de este núcleo
que llevaba más de mil años como centro de gravitación del sistema de la fe
de Israel. Pero el Maestro afirmó que el templo estaba viviendo sus últimos
días, pues de otra forma, no se mostraría que él era el nuevo y único templo de
comunión de Dios con los hombres.
Cuando Jesús se refirió al templo, no afirmó que necesitaba ser renovado o
mejorar su distribución arquitectónica. No. Declaró sin concesiones que
debería ser destruido. No quedaría piedra sobre piedra. Había que deshacerse
de ese odre viejo para dar paso a la novedad radical del Nuevo Testamento.

- Vender todas las vacas para comprar el campo del tesoro


En una de sus parábolas centrales, el Maestro de Galilea presentó a un hombre
que vendió todo cuanto poseía para comprar el terreno donde se encontraba
escondido un maravilloso tesoro. Renunció a las vacas de su capital material,
social y religioso para adquirir el campo donde estaba aquella sorpresa que
superaba cualquier expectativa (Mt 13,44).
Si no nos despojamos de ciertas vacas, jamás vamos a apropiarnos del campo
con el tesoro.

2º: San Pablo tiró el establo completo


El antiguo fariseo de Tarso fue determinante:

- Todas las vacas son pérdida y estiércol


Cuando afirma que todo lo que suponía como ventaja, ahora lo
considera ζημíα - zemía: pérdida, está tirando esta vaca al barranco para que
surja el Israel de Dios. Incluso, Pablo es radical cuando califica todo
como σκúβαλον - skybalon: estiércol, en comparación del conocimiento de
Nuestro Señor Jesucristo (Flp 3,7-8).
Aquí no sabríamos si por haber tenido un encuentro personal con Jesús
resucitado se opaca el brillo de sus vacas, o hasta que renunció a sus ventajas
y tradiciones, se convirtió en el apóstol de los gentiles. Sin embargo, el
resultado es el mismo: Tarde o temprano hay que desprendernos de viejas
vacas.

- La Ley del Sinaí no salva ni justifica


Cuando expresa: “Mi vida es Cristo” que “me amó y se entregó
por mí”; y “la muerte es una ganancia” (Gal 2,20; Flp 1,21),
relativiza todos los dogmas del judaísmo, hasta la sacrosanta Ley del Sinaí.
Devalúa completamente el medio de salvación del sistema religioso
promulgado por el mismo Moisés en la cumbre del Monte Sinaí.
El Monte Calvario sobrepasa al Monte Horeb. Cuando declara: “La
completa salvación no se logra por medio de la Ley”, “ya que
es evidente que la Ley no justifica a nadie” (Hech 13,38; Gal 3,11),
está desbarrancado una de las vacas más sagradas de la religión judía: el valor
de las obras de la Ley, que contrapuso al don gratuito de la salvación en Cristo
Jesús.

- La circuncisión ya no es vigente,
sino la fe que actúa por la caridad

También se deshizo de la circuncisión, que era como el sacramento de


iniciación para integrarse al pueblo de Abraham. Declaró sin concesiones que
ya había perdido todo su valor, y ahora sólo contaba “la fe que actúa por la
caridad” (Gal 5,6).
Esta práctica existía antes que la Ley del Sinaí y era tan fundamental que se
podía ejercer esta cirugía hasta el mismo sábado. Sin embargo, Pablo la tira al
precipicio cuando afirma que, para quien se circuncida, Cristo Jesús no le
sirve de nada (Gal 5,2).

3º: La Iglesia también ha tirado vacas


La Iglesia ha tenido recientemente la valentía de arrojar también vacas al
barranco: El limbo, que por varios siglos justificaba el bautismo de los
infantes, era una creencia sin fundamento en la revelación.
En otras ocasiones, la Iglesia ha admitido que no había base histórica de
ciertas devociones o santos que nunca existieron. El Magisterio también ha
descartado supuestas apariciones que eran muy socorridas por la piedad
popular y hasta fuente de ingresos económicos para sus protagonistas.
El Papa Pablo VI en la Marialis Cultus de 1974, con toda valentía ha
reprobado prácticas devocionales marianas que no corresponden al Evangelio.
La Nueva Evangelización nos desafía: ¿Cuál otra vaca también debería ser
tirada al precipicio? ¿O nos arriesgamos a morir para nacer de nuevo, o
seguimos no sólo comiendo, sino ofreciendo al mundo únicamente leche y
queso?
La novedad del Evangelio se da hasta que se tiran vacas sagradas que se han
absolutizado, suplantando el lugar de Dios o la única mediación de Cristo
Jesús.
La auténtica Evangelización es profética, rompiendo paradigmas anquilosados
e incursionando por caminos vírgenes con la valentía y osadía de los profetas,
que se oponían a toda idolatría. La evangelización denuncia cualquier actitud
que se oponga a la única mediación de Cristo Jesús, cuando presenta el
Anuncio explícito de la salvación gratuita en Cristo Jesús, verdadero Dios y
verdadero hombre, que es Salvador y Señor; lo que san Pablo llamaba “El
Evangelio de la Gracia” (Hech 20,24).

C. LA NUEVA EVANGELIZACIÓN DEBE SER


EVANGELIZACIÓN
Que la Nueva Evangelización deba ser Evangelización parece obvio. Mas,
para nosotros, la evangelización, no es un sustantivo sino un verbo de voz
activa. La evangelización es “evangeliacción”, una acción del Evangelio; o
mejor, el Evangelio en acción. No es un tema para discutir en congresos, sino
una misión que hemos de emprender con la osadía de los pescadores que cada
día inventan una nueva ruta en los mares.
Cuando en la iglesia de Antioquia se percibía que había que ensanchar los
márgenes de la misión, el Señor reveló su plan a través de un profeta que dijo:
“Sepárenme a Bernabé y a Saulo para una misión“ (Hech 13,1-
3). Sin más preparación, les imponen las manos y los despiden en el primer
navío. Esto no sucedió en una reunión de pastoral ni en congreso alguno o
conferencia magistral sobre la misión “ad gentes”, sino en una asamblea
litúrgica donde se creía en la voz de los profetas más que en la inercia de lo
que ya estaba preestablecido.
Es significativo que la palabra evangelización no haya tenido pasaporte para
transitar en el vocabulario y la pastoral de la Iglesia por muchos siglos. Por
eso, hoy día urge recuperar el terreno perdido con una auténtica
evangelización integral que instaure “el cielo nuevo y la tierra nueva”
(Ap 21,1).
La evangelización ha de ser Evangelio, Buena Noticia, sin enmiendas, sin
maquillajes, “Este mensaje es necesario. Es único. De ningún modo podría ser
reemplazado. No admite indiferencia, ni sincretismo, ni acomodos” (Evangelii
Nuntiandi 5).
Para que la Nueva Evangelización, sea eficaz y una verdadera Reforma, debe
incluir:

A.EVANGELIZACIÓN CRISTOCÉNTRICA CON UN SOLO


EVANGELIO: J ESÚS SALVADOR, SEÑOR Y ÚNICO
MEDIADOR
No hay otro nombre dado a los hombres
para ser salvados:
Hech 4,12.

Esto incluye la valentía de declarar anatema a cualquier otro Evangelio o


medio de salvación que no sea el Señor Jesús, único y suficiente Salvador y
Señor.
B.EVANGELIZACIÓN KERYGMÁTICA: SE COMIENZA CON EL
PRIMER ANUNCIO.
Pablo “predicaba y enseñaba” en público y por las casas: ᾀναγγεῖλαι
ὑμῖν και ι διδαξαι ὑμᾶς - euanguelai hymín kai didazjai hymás: Hech 20,20b.
El camino de la fe se inicia con la Proclamación del Primer Anuncio, el
Kerygma. “Este Mensaje es necesario. Es único. De ningún modo puede ser
reemplazado” (Evangelii Nuntiandi 5). Hasta después y siempre después,
viene la Catequesis.

La pedagogía de la fe sigue un proceso que no se debe invertir, so pena de


traicionar su esencia: Primero es lo primero. Primero se proclama el Primer
Anuncio, que precisamente por eso se llama Primer; y después, sólo después y
siempre después, se enseña la Catequesis y la doctrina. (Catechesi Tradendae
18). De otra forma, sería como dar alimento a los muertos, y tal vez a esto se
refería el Maestro cuando nos advierte de no tirar perlas a los cerdos (Mt 7,6).
Sin Kerygma, se construye sobre arena; y frente al menor viento de nuevas
doctrinas, se cae en el relativismo o idolatría.

C. EVANGELIZACIÓN JARISMÁTICA: LA GRATUIDAD DE LA


SALVACIÓN
“Carismática” proviene de χαρις - jaris: la gracia de Dios; es decir la gratuidad
de la salvación; que San Pablo llama τοι εὐαγγέλιον τῆς χαριτος τοῦ Θεοῦ - to
euanguelion tes járitos tou Theou: “el Evangelio de la Gracia de Dios” (Hech
20,24). Dios nos ha salvado gratuitamente, lo cual constituye el corazón y
alma de su predicación.
La Buena Noticia no nos ordena lo que nosotros debemos hacer por Dios,
moral cristiana, sino que nos presenta lo que Dios ha hecho por nosotros: Nos
ha amado y enviado a su Hijo cuando todavía éramos pecadores (Rom 5,8), no
para condenar al mundo sino para salvarlo (Juan 3,17). La salvación es
gratuita.

D.EVANGELIZACIÓN PROFÉTICA: CON EL PODER PROFÉTICO


DE LA PALABRA DE DIOS
El Anuncio del Evangelio se basa en la Palabra revelada. San Pablo asegura
que “Dios quiso salvar a los creyentes por medio de la locura
de la Predicación” (1Cor 1,21); la Proclamación del Evangelio puro: o
sea, la salvación, no proviene a través de trasmisión de Catequesis ni objetos o
prácticas religiosas ni por medio de las obras de la Ley.
Hay un principio esencial en el campo de la evangelización que se ha tomado
muy a la ligera:

Timoteo, ¡predica la Palabra!: 2Tim 4,2a.


Timoteo, déjate de palabrería y discusiones, ¡predica la Palabra! Renuncia a
genealogías y vanas elucubraciones, ¡predica la Palabra! No hagas largas
disertaciones, ¡predica la Palabra! Basta de citas de filósofos, poetas y hasta
teólogos, ¡predica la Palabra!
No son nuestros manuales de teología ni los kilos de los gruesos catecismos lo
que nos salva, ya que sólo “el Evangelio es fuerza de Dios para la
salvación de todo el que cree” (Rom 1,16), y “no hay otro
Nombre dado a los hombres para ser salvados; sólo Jesús
salva” (Hech 4,12).

E. EVANGELIZACIÓN LITÚRGICA: CELEBRANDO LA PALABRA


PROCLAMADA
Jesús ya realizó su obra salvífica hace dos mil años, pero en la liturgia se
actualizan sus frutos. La liturgia, memorial de la muerte y resurrección de
Jesús, es como la gasolinera donde nos reabastecemos para hacer presentes y
efectivos los méritos de la obra salvífica de Jesús.

F.DIMENSIÓN SOCIAL DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN:


INSTAURAR EL REINO DE DIOS
Con el principio que “el árbol bueno da frutos buenos” (Mt 7,17), si
realmente sembramos el Evangelio, éste se proyecta en todos los campos de la
vida humana: la economía y la política, la ciencia y las bellas artes. En fin, se
implanta “la civilización del amor” (Pablo VI), para que vivamos en este
mundo “el Reino de Dios; que es un Reino de justicia, y de gozo
y de paz en el Espíritu Santo” (Rom 14,17).
Cuando hacemos presente a Jesús por medio de su Palabra, especialmente en
la liturgia, estamos sembrando la semilla de la verdad y la justicia, la
solidaridad y la esperanza; y se vislumbran en el horizonte el cielo nuevo y la
tierra nueva (Cf. Ap 21,1).

D. ESTRATEGIA: PAGAR EL PRECIO DE CAMBIAR


Muchas veces aceptamos que el cambio es necesario, pero no siempre
encontramos la ruta o forma de hacerlo. Nos falta “el cómo”.
Jesús nos presenta tres criterios fundamentales para incursionar en este
camino pragmático:

a. Cambiar táctica: Echar la red del otro lado


La Nueva Evangelización no es cambiar el Evangelio, sino la estrategia y
táctica para anunciar a Jesús como Salvador y Señor.
Una de las enseñanzas más maravillosas de Jesús, aconteció aquella
madrugada en el Mar de Galilea. Sus discípulos habían pasado toda la noche
tirando una y otra vez las redes. Desde la orilla, el Maestro los cuestiona sobre
el resultado de su esfuerzo. Ante la respuesta lacónica y negativa que
mostraba su frustración, les ordena lo más elemental, pero no lo más fácil:
“Echen la red del lado derecho” (Jn 21,6a).
Si arrojando la red del lado izquierdo no se ha conseguido nada, hay que
lanzarla de otra forma. Así de sencillo y de lógico. Si un procedimiento no
fructifica, debemos cambiar la estrategia que se ha convertido en rutina.

b. Tirar peces malos


Así como los pescadores se sientan para escoger unos peces y desechar otros
(Mt 14,47-48), también nosotros hemos de optar por lo mejor, lo cual implica
renunciar a algunos de los peces capturados por la tradición. En la red de la
evangelización hay peces malos que hay que desechar.

c. Vino nuevo en odres nuevos


También el maestro nos dio el secreto para que el vino nuevo no se pierda: se
precisan odres nuevos. Nuevos contenedores, esquemas y paradigmas,
comenzando con una nueva mentalidad, una mentalidad kerygmática.
Si un equipo de fútbol no da buenos resultados en el campo de juego, se ha de
revisar primero el trabajo del entrenador, corregir las tácticas de juego y hasta
reemplazar algunos jugadores. En el campo de la evangelización acontece lo
mismo: es necesario cambiar la actitud y mentalidad de los evangelizadores; y
hasta, si fuera necesario, relevar algunos de ellos.
La Nueva Evangelización, para dar fruto abundante, ha de ser “Nueva” y debe
ser “Evangelización”:
• Nueva: Que sus formas y métodos sean originales, creativos y
pedagógicos; incursionando por nuevos caminos, pero
renunciando a todo lo que no sea evangélico.
• Evangelización: “Evangeli-acción”, que presente la Buena
Noticia, o mejor a Jesús-Evangelio, sin añadiduras ni reducciones.

Es la Proclamación de la Buena Nueva; que no es algo sino Alguien, Jesús de


Nazaret, que es el mismo ayer, hoy y siempre (Heb 13,8).
Esta Nueva Evangelización está llamada a ser una reforma más profunda,
aunque ciertamente va a encontrar una gran resistencia en la contrarreforma.
La Nueva Evangelización no son las reflexiones que se hagan sobre la misma,
ni los libros o congresos con este tema, sino si estamos logrando 153 peces
grandes en nuestras redes. Lo esencial no son las elucubraciones históricas y
teológicas, ni aun bíblicas sobre la materia, sino si estamos dando un fruto
abundante y un fruto que permanezca (Cf. Jn 15,16b).
En la Iglesia Católica, casi siempre hemos formado primero la mente, que al
agente. En la Escuela de Evangelización San Andrés no reflexionamos para
después evangelizar. Comenzamos evangelizando y nuestras conclusiones
brotan de una experiencia.
La Nueva Evangelización no es un concepto que hay que definir, sino una
acción que hay que emprender, porque “el amor de Cristo nos
apremia” (2Cor 5,14).
Para terminar quiero comentar un axioma pastoral de la Escuela de
Evangelización San Andrés: “A evangelizar se aprende evangelizando”. Esto
mismo lo aplico a la Nueva Evangelización: La Nueva Evangelización no se
conoce en un escritorio o en congresos con sabias disertaciones. Es un
camino, es un proceso, que sólo recorriéndolo vamos a llegar a la meta.

II
NUEVOS
EVANGELIZADORES
PARA LA NUEVA
EVANGELIZACIÓN
Ya hemos delineado el perfil de la Nueva Evangelización, ahora
vamos a considerar el principio fundamental: No puede haber Nueva
Evangelización sin nuevos evangelizadores. Por eso, delinearemos las cuatro
características esenciales del nuevo evangelizador, las cuales van antes y
primero que todo lo demás.

Un profesor de filosofía entró a la sala de clases con un gran


frasco transparente vacío. Sin proferir palabra, procedió a meter
pelotas de tenis en el frasco. Sólo cupieron cuatro. Luego, para
inducir la respuesta equivocada, con otra pelota en la mano,
preguntó a sus estudiantes si había espacio.
Ellos afirmaron que ya no cabía una más. Entonces el catedrático
tomó una caja de pequeñas canicas y la vació dentro del frasco.
Las canicas se escurrieron entre las pelotas de tenis. El maestro
volvió a preguntarles si quedaba lugar. Ellos dijeron que no,
porque el frasco ya estaba repleto.
El profesor repitió la frase de sus alumnos, pero con signo de
interrogación: ¿El frasco ya está repleto? Luego tomó una bolsa
con arena y la vació dentro del frasco. Por supuesto, la arena
invadió los espacios vacíos. El facilitador, sonriendo con ironía
preguntó si había espacio en el frasco. Los estudiantes
respondieron que no, porque ahora si estaba completamente
lleno.
Después de unos momentos de silencio para reflexionar, el
profesor movió negativamente la cabeza y agregó su taza de
café caliente. Los estudiantes reían del ingenio del profesor
universitario, mientras el aroma del café inundaba la sala.
Entonces, el filósofo aclaró: Las pelotas de tenis simbolizan lo
esencial de la vida, las canicas representan lo accidental que
viene después; la arena lo superficial, mientras que el café, lo
superfluo; superfluo que cuando se abusa, hace daño.
Al final, simplemente comentó: Si no colocas lo esencial primero,
después ya no hay lugar para ello. Primero es lo primero.

En nuestro caso, si el frasco transparente representa al nuevo evangelizador,


las cuatro pelotas de tenis se identifican con las cuatro características
esenciales que definen su perfil interno y externo. Después, viene lo que no
calificamos como accidental, sino simplemente secundario, porque viene
después: La Catequesis, teología y toda sistematización intelectual. Las
pequeñas canicas simbolizan los esquemas, congresos y todo tipo de reflexión
y profundización teórico doctrinal. La arena significa las técnicas de
comunicación y material didáctico. Lo superficial podrían ser ciertos tipos de
devociones o prácticas religiosas que aunque tienen apariencia de sabiduría y
piedad, son perecederas (Cf. Col 2,23). El café podría hacer alusión a objetos
religiosos que no son evangélicos, y que hacen daño a la auténtica fe.
Las cuatro pelotas de tenis que se deben meter primero en el frasco del
evangelizador son las condiciones que lo constituyen como tal:

• Bajar al Jordán para experimentar el amor incondicional de


Dios.
• Ir a Damasco para tener un encuentro personal con Jesús vivo,
y ser curados de la religiosidad que no es evangélica.
• Subir al aposento alto para tener un nuevo Pentecostés con
Dynamis y Parresía.
• Caminar Emaús para que arda el corazón con el fuego de la
Palabra y correr a las montañas de Judá con alegría, para alegrar
a los demás.

Las cuatro características esenciales del nuevo evangelizador las identificamos


con las cuatro pelotas de tenis que deben entrar primero.
Si la salvación depende de la Predicación o Kerygma, ya que “Dios quiso
salvar a los creyentes por medio de la necedad de las
Predicación” (1Cor 1,21), la evangelización depende de los
evangelizadores; y por lógica, la Nueva Evangelización depende también de
Nuevos Evangelizadores.
Para que se dé una Nueva Evangelización se precisan Nuevos
Evangelizadores, cuya vida haya sido renovada y tengan mentalidad
kerygmática.

Para ser evangelizador, antes se precisa haber sido evangelizado. Y si se


quiere ser evangelizador con gran poder, se ha de haber sido evangelizado
también con gran poder. De una manera muy sintética presentamos los verbos
del itinerario que el nuevo evangelizador ha de vivir: bajar, ir, subir, caminar y
correr:

A. BAJAR AL JORDÁN: EXPERIMENTAR EL AMOR DE


DIOS
Jesús, antes de comenzar su ministerio, baja el Jordán para escuchar la
declaración pública del amor de Dios, que lo capacita para la misión de
instaurar el Reino de Dios en este mundo:
Tú eres mi hijo muy amado
en quien tengo mis complacencias: Mc 1,11.
No podemos comenzar nuestra misión si antes no estamos bautizados en el
amor personal e incondicional de Dios.
Cuando Jesús decide subir a Jerusalén para enfrentar a sus envidiosos
enemigos que lo quieren aniquilar, antes se encamina al Tabor para tomar la
gasolina que le hace falta para enfrentar la batalla final. En la cima de esa
montaña alta vuelve a escuchar la voz de su Padre que le declara delante de
Moisés y Elías, su amor personal (Mt 17,1-5). El Calvario sólo se puede
enfrentar después de haber subido al Tabor.

B. IR A DAMASCO: ENCUENTRO PERSONAL CON


JESÚS RESUCITADO
La segunda pelota de la esencia de un nuevo evangelizador radica en haber
tenido un encuentro personal con Jesús resucitado. De otra forma su
enseñanza parecerá más propaganda o charlatanería, que un testimonio de una
experiencia personal.

• No basta ser maestro en Israel, como Nicodemo. Es necesario


nacer de nuevo. Sin esta condición convertiríamos el Evangelio
en una doctrina teórica o esquema teológico, sin vida.
• No es suficiente ser irreprochable en cuanto a la ley, es
necesario tener una experiencia de salvación con Jesús
resucitado. ¿Será por esto que el testimonio de Pablo es contado
tres veces en los Hechos de los Apóstoles y el apóstol hace
continuas referencias a él como fundamento de su ministerio?

Damasco curó a Saulo de su fariseísmo y sistema religioso que ya era caduco.


Ante el sublime conocimiento y revelación de Cristo Jesús, lo viejo es pérdida
y estiércol (Flp 3,7-8).
Mucha gente centrada es sus viejos esquemas, precisa sanación de la
religiosidad (no de la religión, no), especialmente cuando estas prácticas
compiten o sustituyen la única mediación de Cristo Jesús. Algunas personas
suplen la ausencia de una relación personal con Jesús con prácticas religiosas.
Así como Pablo precisó que se le cayeran las escamas de su fariseísmo y todo
el sistema religioso en el que tenía su confianza, también nosotros
necesitamos una sanación para ver y conocer el plan de salvación, donde Jesús
es el único Salvador y Señor. Sin Damasco no hay evangelización verdadera.

Nací en una familia muy cristiana con tradiciones religiosas muy


fuertes. Desde los doce años entré a un seminario, suponiendo
que mi vocación era el ministerio sacerdotal. Traté de vivir mi fe
profundamente con fidelidad a las reglas y constituciones de la
Congregación. Estudié Biblia y a los 22 años daba cursos de
Sagradas Escrituras y lenguas bíblicas. Pero sólo conocía al Señor
por lo que escuchaba y leía.
Fue hasta el día 3 de diciembre de 1971 que Dios tuvo piedad de
mí y me reveló a su Hijo, como único y suficiente Salvador. Ese
medio día fue mi encuentro personal con Jesús resucitado que
tatuó mi vida y definió mi ministerio de la Palabra en la Iglesia;
no como sacerdote, sino como laico que tiene una obsesión por
Jesús de Nazaret y está enamorado de su Palabra.

Quien ha vivido su encuentro con Jesús no puede dejar de hablar de lo que ha


visto y oído, ya que de la abundancia del corazón habla la boca, y su lema es:
“¡Ay de mí si no evangelizara!” (1Cor 9,16).
Lo que garantiza la predicación de la Magdalena a los apóstoles (Jn 20,18), así
como lo que prueba que Pablo es un verdadero apóstol y no un impostor (1Cor
9,1b), es que ambos usan la forma verbal: ἐώρακα - heóraka, que significa que
han visto al Señor Jesús, pero su experiencia ha dejado una marca que
perdura.1
Por eso, Jesús no se apareció a cualquier persona, “sino a quienes
habrían de ser sus testigos” (Hech 10,40-41).

C. SUBIR AL APOSENTO ALTO: RECIBIR EL


DYNAMIS Y PARRESÍA DEL ESPÍRITU
La tercera pelota de tenis que debe entrar antes que cualquier otra cosa,
representa la experiencia pentecostal de quienes llevan el mensaje del
Evangelio de la Gracia.
Jesús dio claras indicaciones a sus discípulos de no apartarse de Jerusalén
hasta ser revestidos del poder de lo alto (Lc 24,49). Ellos subieron a una sala
del segundo piso, y el día de Pentecostés un viento impetuoso, cual huracán
incontrolable, invadió a los 120 reunidos en oración junto con María, la madre
de Jesús, para capacitarlos como testigos de la muerte y resurrección de Jesús.
La misión que Dios nos ha confiado sobrepasa nuestras fuerzas, pero no
supera la Dynamis del Espíritu. Por eso, es necesario antes que nada, subir al
aposento alto para recibir la fuerza del Espíritu para emprender el vuelo por
los amplios horizontes de la Nueva Evangelización, con la Dynamis y Parresía
del Espíritu.
No puede haber nuevos evangelizadores sin antes un nuevo Pentecostés. Si la
primera evangelización en la plaza de Jerusalén fue fruto de la irrupción
impetuosa del Espíritu Santo, la Nueva Evangelización no puede ser sino
consecuencia de un Nuevo Pentecostés, ya que la Ruaj divina es la
protagonista de la misión evangelizadora (Redemptoris Missio 21).
Sin la presencia del Espíritu Santo, nuestros esquemas y elucubraciones
teológicas no dan frutos de conversión, ya que “si el Señor no edifica la
casa, en vano se afanan los constructores” (Sal 127,1). El Papa
Pablo VI lo afirma categóricamente en la Evangelii Nuntiandi 75:
No habrá nunca evangelización posible sin la acción del Espíritu
Santo. La técnicas son buenas pero ni las más perfeccionadas
podrían remplazar la acción discreta del Espíritu Santo.
La presencia del Paráclito incluye el espíritu de revelación que Pablo pedía
para los efesios (Ef 1,17); porque reconocer a Jesús como Salvador y Señor no
es obra de un raciocinio o deducción mental, sino revelación del Espíritu de
Dios vivo, que nos lleva a la verdad completa (Jn 16,13). El Espíritu nos da
testimonio de que somos hijos con derecho a la herencia. Por eso, el
evangelizador debe haber tenido su Pentecostés personal.

A. PRESENCIA Y AUSENCIA DEL ESPÍRITU SANTO, SE NOTAN


Cuando la Iglesia primitiva tuvo necesidad de iniciar el diaconado, los
apóstoles solicitaron siete varones llenos de fe y de Espíritu Santo. La
comunidad presentó a siete candidatos (Hech 6,5), porque era evidente que
ellos estaban llenos del Espíritu de Dios, pues derramaban sus frutos y
carismas por todas partes.

Cuando Pablo llega a Éfeso, se encuentra con doce discípulos,


pero inmediatamente percibe que les falta algo esencial: El
Espíritu Santo. Se les notaba que no lo tenían.
- ¿Recibieron el Espíritu Santo cuando abrazaron la fe?
- Pero si ni hemos oído decir siquiera que exista el Espíritu Santo.
- ¿Pues qué bautismo han recibido?
- El bautismo de Juan.
- Juan bautizó con un bautismo de conversión, diciendo al pueblo
que creyeran en el que había de venir después de él, o sea en
Jesús.
Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor
Jesús. Y, habiéndoles Pablo impuesto las manos, vino sobre ellos
el Espíritu Santo y se pusieron a hablar en lenguas y a profetizar.
Eran en total unos doce hombres: Hech 19,1-7.
La gran diferencia del bautismo de Juan y el bautismo del Mesías es que el
primero carece de Espíritu Santo, mientras que el segundo es la fuente de la
Nueva Vida y vida en abundancia. Me temo que muchos que hoy se catalogan
católicos en las encuestas y censos, sólo han recibido el bautismo de Juan.
Si san Pablo se apareciera hoy en “los Éfesos” de nuestras comunidades,
centros de catequesis y hasta universidades católicas ¿nos peguntaría si nos
falta Espíritu Santo?

b. ¿Viento huracanado o aire acondicionado?


En no pocos espacios, el viento huracanado de Pentecostés se ha convertido
en aire acondicionado, tratando de domesticar la fuerza del Espíritu de Dios
vivo.
Es común la figura del viento, la Ruaj o el Pneuma, para referirse al Espíritu
Santo. En Pentecostés se trata de πνοῆς βιαίας - pnoés biaias: viento
impetuoso, que llenó hasta los rincones más oscuros de la vida de los
apóstoles y los convirtió en testigos con poder de Cristo resucitado. Sin
embargo, otros reducen esta Ruaj imponente a un simple aire acondicionado
que se gradúa de acuerdo a la conveniencia o comodidad.
El viento huracanado, como a Pablo, nos sorprende y rompe esquemas y
seguridades humanas para preguntar: ¿Qué quieres, Señor, que haga? El aire
acondicionado, por el contrario, propicia que nosotros hagamos nuestros
planes pastorales, elaboremos los esquemas y después pidamos que el Señor
nos ayude.

El aire acondicionado está graduado a una temperatura constante para agradar


a los hombres. El viento huracanado nos da la valentía para ser fieles a Dios,
sin importar el precio que se deba pagar.
Nosotros nos poseemos el aire acondicionado. El viento huracanado se
posesiona de nosotros.
El aire acondicionado desecha carismas que incomodan o comprometen. El
viento huracanado nos sorprende con variedad de carismas y ministerios.
El aire acondicionado es como esas fuentes donde la misma agua circula
siempre. En cambio, el huracán sopla como quiere y no sabemos de dónde
viene ni a dónde va.
El viento huracanado es motivo de libertad. Es libre y nos hace libres. El aire
acondicionado es una paloma enjaulada sin libertad para volar por el espacio
infinito.
Hay personas que tratan de manipular al Espíritu con el control de sus
esquemas, pero jamás podrán regular la fuerza impetuosa de un huracán,
porque el huracán es imprevisible; siempre lleno de sorpresas, creativo y
nuevo.
El aire acondicionado es tan cómodo que nos aletarga en análisis calculadores.
El huracán nos convierte en testigos con poder de la resurrección del Señor
Jesús.

D. CAMINAR Y CORRER

A.CAMINAR A EMAÚS PARA QUE ARDA EL CORAZÓN CON EL


FUEGO DE LA PALABRA
Los discípulos de Emaús recorren el camino con Jesús, que explica las
Escrituras y las Escrituras que explican a Jesús.
Cleofás y su compañero de ruta a la pequeña aldea de Emaús, eran testigos de
la muerte de Jesús, pero simples reporteros de su resurrección, pues repetían
lo que las mujeres decían que los ángeles habían dicho. Hasta que su corazón
ardió con la Palabra de Jesús y lo reconocieron en la Fracción del Pan,
entonces, a pesar que es más noche, vuelven por el mismo camino para
testificar que verdaderamente el Señor Jesús había resucitado.
Ya no son simples reporteros que repetían lo que las mujeres decían que los
ángeles habían dicho. No, ahora son testigos, pues su corazón estaba
inflamado con el fuego de la Palabra.
Si nuestro corazón no arde con la Palabra, no vamos a incendiar al mundo con
el Evangelio de la gracia.

B. CORRER A LAS MONTAÑAS CON ALEGRÍA PARA ALEGRAR


En aquellos días María se levantó
y fue a toda prisa a las regiones montañosas de Judá: Lc
1,39

Apenas embarazada por el poder del Espíritu Santo y con la Palabra encarnada
en su corazón, lo primero que María hace, es σπουδῆς - spoudés:
“apresurarse” para llevar a Jesús, tanto a Isabel como a Juan Bautista.
Un evangelizado que ha abierto las puertas del corazón corre para dar
testimonio de lo que le ha acontecido y lo hace con prisa, porque el amor de
Cristo la apremia (2Cor 5,14).

María estaba tan llena de gozo del Espíritu que en cuanto saluda a su prima
Isabel, Juan Bautista salta de alegría en el vientre de su madre.
La carta de identidad de un evangelizador no es cargar con la cruz del dolor y
sufrimiento. El cristianismo no es la religión de la cruz, sino la religión del
poder de la cruz que se manifiesta en la contagiosa alegría de haber
encontrado el tesoro escondido.

Cuando Andrés encuentra a Jesús en el desierto, inmediatamente va a buscar a


su hermano Simón para llevarlo al Maestro. Lleva a alguien que sirva, ame y
predique a Jesús más y mejor que él mismo.
Si tú no corres para anunciar a Jesús, tú todavía no eres evangelizador. Ni
María ni Andrés fueron a hacer un retiro de 30 días de discernimiento ni
programaron una reunión de pastoral: ¡Evangelizaron, porque a evangelizar se
aprende evangelizando!
Así pues, la esencia del perfil del nuevo evangelizador esta delineado en estas
cuatro pelotas.
La Nueva Evangelización sólo se dará con Nuevos Evangelizadores. Si las
peras se dan en los perales y las uvas en las viñas, la Nueva Evangelización
sólo florece en árboles de nuevos evangelizadores.
El perfil de lo esencial de un nuevo evangelizador lo hemos delineado en las
cuatro pelotas de tenis:

• Baja al Jordán para experimentar el amor incondicional de Dios.


• Va a Damasco para tener un encuentro personal con Jesús
resucitado que lo sane de la religiosidad caduca, ya superada por
el Nuevo Testamento.
• Sube al Aposento Alto para vivir su Pentecostés personal.
• Camina y corre. Camina a Emaús para que su corazón se
incendie con el fuego de la Palabra y corre a las montañas de
Judá con alegría.

Estas cuatro características son lo que hace del evangelizador un testigo


autorizado de la muerte redentora y la gloriosa resurrección del Señor Jesús.
Esto es lo esencial, lo primero que va en el frasco del nuevo evangelizador. Lo
secundario se coloca después, no porque no sea importante, sino simplemente
porque viene después de haber establecido esta columna vertebral. Lo
superficial su ubica de igual forma; y hasta lo superfluo pierde su sentido.

(1) ἐώρακα - heóraka es un tiempo perfecto del verbo “horao”, cuya acción
en el pasado se continúa en el presente y se proyecta hasta el futuro. Los
demás pueden percibir el brillo en la mirada y la sonrisa indeleble de
quien ha encontrado el tesoro escondido.
III
QUÉ ES EL KERYGMA
APOSTÓLICO

C uando san Pablo sintetiza su ministerio distingue dos etapas:


“Anunciaba y enseñaba”: ἀναγγεῖλαι ὑμῖν και ι διδαξαι ὑμᾶς -
euanguelai hymín kai didazjai hymás (Hech 20,20b).
Para referirse al Anuncio usa el verbo, ἀγγέλλω - anguelo, cuyo contenido es

“La Buena Nueva de Jesús, el Mesías” (Hech 5,42). Al aludir a la


segunda etapa, emplea el verbo διδασκω - didasco, de donde deriva la Didajé
o enseñanza.
Es tan importante distinguir las dos etapas como la secuencia entre ellas. No
son lo mismo, pero ambas forman una armonía, con una pedagogía: Primero
se anuncia y luego se enseña.
Más tarde, el apóstol afirma que “Dios ha querido salvar a los
creyentes”: διαι τῆς µωρίας τοῦ κηρύγµατος - díá tes morías tou
kerygmatos”: por medio de la locura de la Predicación (1Cor 1,21). Este
κήρυγµα - κηρύγµατος: kérygma - kerýgmatos, que se traduce por
Proclamación o Anuncio, nosotros lo identificamos con el “Primer Anuncio o
Kerygma”, para distinguirlo de la Catequesis. Se trata del medio por el cual
somos salvados. O sea, no es a través de la Catequesis ni la doctrina, sino del
Anuncio de la Buena Noticia de Jesús.
En el campo pastoral, por varios siglos hemos enterrado el denario del
Anuncio Kerygmático, no sólo no ganando intereses sino devaluándose el
capital de la Iglesia.
Por muchos años, la Provincia de Alberta fue una de las más
pobres de Canadá, y debía recibir subsidios del gobierno central
para suplir sus necesidades. La gente emigraba para buscar
trabajo y los jóvenes iban a otras latitudes para estudiar.
Pero un día se descubrió que existía un inmenso manto
petrolífero en el subsuelo de esa región, y se convirtió en la
provincia más floreciente de Canadá. Nadaban en un mar de
petróleo, pero no lo sabían. Tenían una gran riqueza, pero vivían
como pobres.

La mayor riqueza de la Iglesia es el Evangelio de la Gracia (Hech 20,24), y su


gran misión es proclamarlo hasta los confines de la tierra, pero
desgraciadamente a partir de la Reforma de Martín Lutero (1483-1546) en el
siglo XVI, hemos colocado esta luz debajo de la mesa. Abandonamos la
dimensión kerygmática y compensamos tan gran omisión, enfocando los
reflectores en el dogma, el culto y los sacramentos. Basta observar que los
términos “Kerygma” o “Primer Anuncio”, no existen todavía en el Vaticano II
(1962-1965), aunque ciertamente la Constitución Dei Verbum 24, sí distingue
entre Predicación y Catequesis.

En estos últimos años, la Iglesia está redescubriendo, creo que por estudio, la
importancia del Kerygma o Primer Anuncio. Sin embargo, lo que todavía no
recupera es mostrar con hechos que el Anuncio Kerygmático es el primer
paso, y que la Catequesis sólo viene después. La inercia de cinco siglos la
hace caminar con el freno de mano puesto. Aún no se atreve a dar el paso
profético, ya que tomar conciencia del corazón del Evangelio implicaría una
Reforma radical donde aparecerían las pléyades de los contra reformistas.
Nuestro reto es levantar esta luz del Anuncio Kerygmático para que ilumine a
los de la casa y al mundo entero. No podemos vivir como pobres con tal
riqueza dentro de nosotros mismos.

A. PUNTO DE PARTIDA: DIFERENCIA ENTRE KERYGMA Y


CATEQUESIS
Dos etapas diferentes y complementarias:
Nuestra plataforma de despegue es el siguiente presupuesto: “La Catequesis es
diferente al Primer Anuncio” (Catechesi Tradendae 19). Evangelizar y enseñar
son dos pasos sucesivos; incompletos en cuanto que se suponen mutuamente,
pero complementarios, ya que forman un binomio indisoluble donde cada uno
tiene su lugar, aunque la frontera entre uno y otro tenga muchos puentes
comunes.
El Papa Juan Pablo II señala que “entre evangelización y catequesis no existe
separación ni oposición, ni identificación pura y simple, sino relaciones
profundas de integración y complemento recíproco” (Catechesi Tradendae
18). La Evangelii Nuntiandi nos mostraba desde 1975 que se trata de dos
columnas que sostienen la construcción de la fe. Cada una posee su espacio,
objetivo y contenido que hay que distinguir, respetar y valorar.

B. QUÉ ES EL KERYGMA APOSTÓLICO


Grito de Buena Noticia de Jesús
Κήρυγμα - kérygma, significa grito, y se aplica a la Proclamación Apostólica,
también llamada Primer Anuncio o Evangelización Fundamental; ABC del
cristianismo; su carta de identidad y ADN. Se trata del cimiento para que
nuestra vida cristiana no sea edificada sobre arena.
Se trata de la Buena Nueva de Jesús; o mejor, de Jesús como la Buena Nueva
de Dios (Mc 1,1).
San Lucas ha registrado la Predicación original de los Apóstoles en seis
discursos kerygmáticos:1
- Cinco de Pedro: Hech 2,14-29; 3,12-26; 4,8-12; 5,29-32 y 10,34-
43.
- Uno de Pablo: Hech 13,16-41.

C. CONTENIDO DEL KERYGMA PRIMITIVO


Jesús, Muerto, Resucitado y Glorificado, como Salvador, Señor y Mesías
El grito inicial no es teoría ni doctrina sino “la Buena Nueva del Jesús, el
Mesías” (Hech 5,42), que tal vez conviene mejor traducir: como “Jesús, como
la Buena Nueva de Dios”.
Por eso, todos los discursos kerygmáticos se centran en una persona con sus
tres acontecimientos, así como los tres títulos más importantes; con una
intencionalidad: por nosotros y para nosotros. La siguiente estrella lo resume
de forma sintética:

CONTENIDO DEL KERYGMA APOSTÓLICO


Si elaboramos un cuadro sinóptico del contenido de los discursos
kerygmáticos encontraremos los siguientes elementos: En tipografía itálica,
las palabras exactas que aparecen en el texto bíblico.
Jesús
Se le identifica por su nombre propio: ‫ ישוע‬- Yeshuá, que en hebreo significa:
“YHWH salva”. Jesús es la Buena Nueva que hace presente el reinado de
Dios. En él se identifican la salvación y el Salvador (Jn 4,22; Hech 4,2; 1Tim
2,5; Lc 2,11).
Hombre: Pertenece cien por ciento a la raza humana. En esta primera etapa
no se proclama a Jesús como Dios ni Hijo de Dios, sino como un hombre
igual a los otros (Heb 4,15). Simplemente se afirma que “Dios estaba con
él” (Hech 10,38). Hasta después que se reciba el Espíritu Santo se puede
aceptar que El Nazareno es Hijo de Dios y es Dios, bendito por los siglos
(Rom 9,5c).
De Nazaret o Nazareno: Encuadrado en la geografía. De Galilea de los
gentiles (Mt 4,12-16). Pertenece al pueblo elegido.
De la descendencia de David: Enmarcado en la historia de Israel y en
la familia de David (pastor y rey). Es “El Descendiente” (2Sam 7,11; Is 7,14;
9,5; 11,1; Miq 5,1-3), que instaura el Reino de Israel (Hech 1,6).
Ungido con el Espíritu Santo: La característica más importante de Jesús
es que Dios lo ha ungido con el Espíritu Santo (Lc 4,18; Mc 1,9-11; Mt 3,13-
17; Jn 1,32-34). Es el ungido, el Mesías, el Cristo.
Profeta: No era un teólogo ni un maestro profesional, sino un carismático
inspirado por Dios (Mc 6,15; Mt 21,11; Lc 7,16; Jn 4,19).
Poderoso en obras y palabras: En su ministerio se unen la acción
poderosa y el mensaje eficaz. El evangelio de Mateo resume la predicación de
Jesús, como el de Marcos los milagros. Hizo el bien, curó y liberó. Los
milagros, prodigios y señales no eran adornos accidentales ni sólo pruebas de
la veracidad de su doctrina, sino la salvación integral realizándose.

a. Murió en la Cruz
Pedro responsabiliza a los judíos, especialmente a los sumos sacerdotes
y magistrados del pueblo, de la muerte de Jesús, pero ésta se lleva a
cabo por manos de los romanos: Pilato. Así, tanto judíos como gentiles, somos
causa de su muerte. Pero en última instancia, a Jesús no lo matan, sino que él
se entrega voluntariamente (Jn 10,18; Jn 13,1). Por eso, San Pablo usa la
forma verbal ἀπέθανεν - apéthanen, que en griego es un aoristo (pasado) de
voz activa (1Cor 15,3): él murió; no fue matado.

Los discursos kerygmáticos subrayan que había un determinado, no


determinista, designio divino, ya anunciado por los profetas en
las Escrituras.
En la cruz: Cinco de los seis discursos kerygmáticos hacen alusión a la
ignominia del madero, que si es un escándalo para los judíos y una locura para
los gentiles, para quienes creen se transforma en fuerza y sabiduría de Dios
(1Cor 2,2).
Padeció: La muerte de Jesús está enmarcada en su dolorosa pasión, la cual
lo identifica con el Siervo de YHWH, anunciado por el profeta Isaías, donde
se afirma que por sus llagas hemos sido curados y que él soportó el castigo
que nos trae la paz (Is 53,5b).
Sepultado: Jesús estuvo verdaderamente muerto y se le trató como a un
difunto.

B. RESUCITADO POR DIOS, SE APARECE A LOS TESTIGOS


En los discursos kerygmáticos, Jesús no resucitó, sino que fue resucitado por
el Dios de nuestros padres. Pablo usa la forma verbal ἐγήγερται -
eguéguertai, que en griego es un tiempo perfecto de voz pasiva (1Cor 15,4)
que podríamos traducir: “fue resucitado y está resucitado (por Dios)”.
Al tercer día: No significa setenta y dos horas, sino un corto lapso de
tiempo.
Se apareció a los testigos: Las apariciones son manifestaciones para
quienes son o han de ser testigos (Hech 10,41). Entre ellos, se destaca Simón
o Cefas.
Según 1Cor 15,45, Jesús resucitado es:
• El viviente: ζώντα - Zoonta, participio presente del verbo
“vivir”. Jesús está vivo hoy.
• Vivificante: ζωοποιούν - Zoopoiún, participio presente del verbo
“vivificar”. Jesús resucitado es fuente de vida.
c. Glorificado: Exaltado a la diestra de Dios
Jesús, muerto y resucitado, fue exaltado y glorificado por el Dios de
Abraham, de Isaac y de Jacob. O sea, se continúa la línea salvífica del
Antiguo Testamento.
A su diestra o por la diestra de Dios: recibe un puesto de honor y los títulos
más gloriosos:
• Salvador: Σωτήρ - Soter, que nos libra de toda opresión,
especialmente del pecado, así como su causa y consecuencias
(Mt 1,21; Lc 2,11; Jn 4,42).
• Señor: Κύριος - Kyrios. El Nombre que está sobre todo nombre.
Él es el dueño y administrador regio de todo cuanto existe en
cielo y tierra (Flp 2,11; Mt 28,18).
• Mesías: Χριστός - Jristós. El ungido con Espíritu Santo (Is 11,1;
42,1; 61,1), que da Espíritu Santo (Jn 1,33; 7,39; 16,7).

D. INTENCIONALIDAD DEL KERYGMA DE LOS APÓSTOLES


Por nosotros y para nosotros
En esta etapa inicial, no se presenta doctrina, moral ni dogma. Sólo se
proclama a una persona viva con tres acontecimientos (muerto, resucitado y
glorificado) y tres títulos (Salvador, Señor y Mesías), con una conclusión
teológica: Todo esto sucedió “por nos-otros” y “para nosotros”.
San Pablo lo resume así:
Jesús, Señor nuestro,
fue entregado por nuestros pecados,
y fue resucitado para nuestra justificación:
Rom 4,24-25.
 • Murió, resucitó y fue glorificado, por nosotros.
 • Es Salvador, Señor y Mesías, para nosotros.
No es simple historia ni resumen de la vida y misión de Jesús. Todo esto
llevaba una intención: Nosotros somos los destinatarios y beneficiarios de
estos acontecimientos.

E. ENFOQUE DEL KERYGMA APOSTÓLICO


Traspasar los corazones
El Anuncio Kerygmático, más que una doctrina o enseñanza que ilumina
nuestra mente, es un grito que desafía la voluntad.
Los que escucharon la predicación de Pedro el día de Pentecostés,
preguntaron κατενύγησαν τῆ καρδία - katenyguesan te kardía: con corazón
traspasado, qué debían hacer para apropiarse del don gratuito de la salvación
(Hech 2,37).
El Kerygma, más que luz para el entendimiento, es una espada que penetra el
corazón de quienes escuchan. Por lo tanto, una Predicación Kerygmática
desafía el centro de la voluntad y las decisiones para aceptar o rechazar la
salvación gratuita. Aquí está la clave del Anuncio.

F. OBJETIVO DE LA PREDICACIÓN APOSTÓLICA


Recibir el Espíritu Santo
La epístola a los Efesios muestra claramente el proceso y el resultado del
Anuncio del Evangelio:
En Cristo Jesús, también ustedes,
(primero:) tras haber oído la
Palabra de la verdad,
el Evangelio de su salvación,
(segundo:) y creído también en él,
(tercero:) fueron sellados
con el Espíritu Santo de la Promesa:
Ef 1,13.

El Espíritu Santo corona la obra evangelizadora. Por eso, cuando Pablo llegó a
Éfeso, preguntó si habían cumplido el objetivo de la Proclamación del
Evangelio: Recibir el Espíritu Santo (Hech 19,2).
El Kerygma culmina con la efusión de Espíritu Santo que Jesús llama
atrevidamente “bautismo en el Espíritu Santo” (Hech 1,5), porque se trata de
una inmersión para estar plenamente llenos del Espíritu de la Promesa que nos
hace nacer de nuevo y actualiza los méritos de la Pascua Redentora. 2
Algunas personas podrían objetar que ya recibieron el Espíritu Santo tanto en
el bautismo como en la confirmación. Esto es tan cierto como que aconteció
sin una previa evangelización que implique una libre y consciente adhesión a
Jesucristo como Salvador y Señor. Además, valdría la pena preguntar si el
Espíritu se recibe únicamente una o dos veces en la vida, o cada vez que se
necesite.

G. NUESTRA RESPUESTA A LA PROPUESTA DIVINA


Fe, arrepentimiento y conversión.Confesar a Jesús Salvador y proclamarlo
Señor
Si Jesús ya nos salvó y nos regaló el don de la salvación, ¿cómo nos
apropiamos los frutos de la redención? Encontramos un mosaico que aborda
desde diferente perspectiva la cuestión. Todos los elementos son importantes y
se implican recíprocamente.
Quienes escuchan a Pedro le preguntan qué deben hacer para obtener esa
nueva vida, Pedro responde:
Conviértanse y que cada uno de ustedes
se haga bautizar en el nombre de Jesucristo,
para remisión de sus pecados;
y recibirán el don del Espíritu Santo:
Hech 2,38.

Por su parte, San Pablo lo resume magistralmente:


Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor
y crees en tu corazón que Dios le resucitó
de entre los muertos, serás salvo.
Pues con el corazón se cree
para conseguir la justicia,
y con la boca se confiesa
para conseguir la salvación: Rom 10,9-10.
En otro momento señala que espera, que tanto judíos como griegos, se
conviertan a Dios y crean en nuestro Señor Jesús (Hech 20,21).
El ofrecimiento de la salvación requiere una respuesta de fe: creer en Jesús, el
cual tiene diferentes aspectos: Arrepentirse y convertirse, culminando con el
bautismo; confesando a Jesús como único, suficiente; exclusivo y excluyente
Salvador personal, así como proclamando su Señorío en todos los aspectos de
la vida.

H. PERSEVERAR HASTA EL FIN


Formando el Cuerpo de Cristo en la Iglesia
El Kerygma culmina cuando los evangelizados forman el Cuerpo de Cristo,
viviendo la comunión eclesial:
Acudían asiduamente a la enseñanza
de los apóstoles, a la comunión,
a la fracción del pan y a las oraciones.
Acudían al templo todos los días
con perseverancia
y con un mismo espíritu,
partían el pan por las casas
y tomaban el alimento con alegría
y sencillez de corazón.
El Señor agregaba cada día a la comunidad
a los que se habían de salvar: Hech 2,42.46-47.
Somos un pueblo, el pueblo de Dios, que camina en caravana a la tierra
prometida, donde no basta iniciar la carrera, sino llegar a la meta, porque
“sólo quién persevere hasta el fin, se salvará” (Mt 10,22). Por lo
tanto, es necesario un sistema que garantice el crecimiento hasta la estatura de
Cristo Jesús, tanto por medio de la formación catequética como la vivencia
sacramental.
Así, los convertidos o salvados integran la comunidad cristiana (Hech 2,47b),
pues la salvación no se puede vivir de forma aislada o individual. Somos
Cuerpo de Cristo. Se trata de la Iglesia evangelizada y evangelizadora.
Esta actualización de la Proclamación, así como los frutos de los méritos de
Cristo Jesús, se hacen presentes y efectivos en la liturgia, memorial de la
muerte y resurrección de Jesús.
Así, cobra sentido la afirmación el Papa Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi
60:

LA EVANGELIZACIÓN ES UN ACTO PROFUNDAMENTE


ECLESIAL.
Kerygma y Catequesis son como los dos tiempos de un partido de fútbol
soccer. Cada uno tiene su espacio, pero ambos son interdependientes y
complementarios. El Kerygma es la base y punto de partida de la vida
cristiana. La catequesis viene después y siempre después. Es diferente
predicar que enseñar; Kerygma que Catequesis, pero van íntimamente unidas
de forma consecutiva, aunque la frontera sea permeable.

La Buena Nueva de la salvación, formulada en el Kerygma o Primer Anuncio,


está centrada en una persona con sus tres acontecimientos (muerte,
resurrección y glorificación), así como sus tres títulos más importantes
(Salvador, Señor y Mesías), para recibir el don del Espíritu Santo y formar la
comunidad de salvados que instauran el Reino de Dios en este mundo. Todo
esto con una intención: Jesús muere, resucita y es glorificado por nosotros. Es
Salvador, Señor y Mesías para nosotros

Si la Catequesis se dirige más al entendimiento, el Kerygma desafía la


voluntad y traspasa los corazones, donde va a ser derramado el Espíritu Santo.
Al tratar el Kerygma, intencionalmente lo hemos llamado “El Kerygma
apostólico” porque parte de la Predicación de los Apóstoles. Sin embargo, esto
conlleva una consecuencia: Si la Iglesia es apostólica, ha de transmitir lo que a
su vez ha recibido de los Apóstoles. En pocas palabras, en la fidelidad a este
Mensaje está en juego la apostolicidad de la Iglesia.
Esta es nuestra riqueza, pero no es necesario descubrir este tesoro, extraerlo y
usarlo para no vivir como pobres y que nuestra gente emigre a otras
denominaciones cristianas en búsqueda de la Proclamación o Anuncio de la
Buena Nueva.
(1) Hay relatos que solo se cuentan una vez, como el diálogo de Jesús con la
samaritana. El Padre Nuestro tiene dos versiones. La pasión en Getsemaní
se cuenta en tres formas distintas. La muerte y resurrección de Jesús es
narrada en los cuatro evangelios. Sin embargo, el único tema que es
tratado seis veces es la Predicación de los apóstoles, lo cual puede ser
muy significativo.
(2) Esta efusión del Espíritu tiene relación directa con el bautismo, pero en
algunos casos también podría renovarlo o tratarse de otra nueva efusión.

IV GRAN COMISIÓN,
GRAN OMISIÓN

U na de las parábolas más cortas del Evangelio es la titulada “Los dos


hijos” en Mt 21,28-30. Es tan pequeña, que la vamos a reproducir completa:
¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos.
Llegándose al primero, le dijo:
“Hijo, vete hoy a trabajar en la viña”.
Y él respondió:
“No quiero”, pero después se arrepintió y fue.
Llegándose al segundo, le dijo lo mismo.
Y él respondió: “Voy, señor”, y no fue:
Mt 21,28-30.

Cuando Jesús presenta esta parábola, nos pregunta: “¿Qué les parece?”. No se
trata de saber lo que pensamos, ni de elaborar un esquema doctrinal; ni
tampoco de una crítica histórica literal; sino de que tomemos postura frente a
ésta como a otras situaciones análogas, donde hasta podríamos ser parte del
escenario.
En este tema consideraremos los tres mandamientos de Jesús, especialmente
“El Gran Mandamiento”, que es más conocido como “La Gran Comisión”;
comisión de proclamar la Buena Nueva, sin añadiduras ni supresiones, pero
que por desgracia se ha transformado en “La Gran Omisión”. Sin embargo,
descubriremos que la razón por la que nosotros no evangelizamos; es porque
no estamos evangelizados.
El objetivo de este tema es transformar el problema en desafío para recuperar
el valor y la riqueza del Kerygma, superando las causas o excusas por las que
no evangelizamos.

A. PUNTO DE PARTIDA DE EVANGELIZAR: EVANGELIZAR ES


PROCLAMAR
LA BUENA NUEVA DE JESÚS
El Papa Juan Pablo II afirma que la Catequesis es diferente al Primer Anuncio
(Catechesi Tradendae 19). Así, nosotros vamos a utilizar el término
evangelizar, a diferencia del catequizar, para referirnos al Primer Anuncio o
Proclamación del Kerygma, corazón del Evangelio.
Esta diferencia conceptual podía correr el riesgo de ser reduccionista; cierto,
pero no hay ninguna que lo exprese con perfección. Nosotros sacrificamos en
este capítulo este aspecto, para poder identificar la evangelización con el
Primer Anuncio y distinguirla de la Catequesis.

B. EL PRIMERO, EL NUEVOY EL GRAN MANDAMIENTO


Todo mundo conoce el primer mandamiento:
Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón,
con toda tu alma y con toda tu mente
y a tu prójimo como a ti mismo: Mt 22,37.39b.
Nadie, por otro lado, ignora el mandamiento nuevo:
Les doy un mandamiento nuevo:
Que se amen los unos a los otros,
como yo los he amado:
Jn 13,34.

Pero, por desgracia, pocos saben cuál es “El Gran Mandamiento” o Gran
Comisión, que es el testamento de Jesús resucitado. Antes de ascender a los
cielos, se dirigió solemnemente a los suyos. Rodeado con el esplendor de su
victoria sobre la muerte, aseveró con plena soberanía: Me ha sido dado todo
poder en el cielo y en la tierra (Mt 28,18).
Nunca una orden había sido introducida con tanta autoridad. Entonces, añadió
sin concesiones:
Vayan por todo el mundo
y proclamen la Buena Nueva a toda la creación;
y hagan discípulos míos a todas las gentes:
Mc 16,15; Mt 28,19a.

En conclusión, la Gran Comisión consiste en anunciar la Buena Nueva de la


salvación en Cristo Jesús.
Yo me atrevería a afirmar, sin miedo a equivocarme, que la mejor manera de
amar a Dios y amar al prójimo es anunciando el gran amor divino por este
mundo, que le motivó a enviar a su Hijo único para salvar a los hombres.

C. EVANGELIZAR NO ES OPTATIVO,ES IMPERATIVO


Anunciar la Buena Nueva del Evangelio no es optativo. Es imperativo. Es el
mandato de Jesús resucitado. ¿Cuál otro mandamiento es más trascendente
que éste?
Jesús ha culminado la obra de Dios a él encomendada, pero “la misión de
Cristo Redentor confiada a la Iglesia, está aún lejos de cumplirse” (Juan Pablo
II, Redemptoris Missio 1).

a. Si no evangelizamos, no somos cristianos


Ser cristiano significa ser mesiánico, estar ungido por el Espíritu del Señor
para anunciar la Buena Nueva a los pobres. No somos dignos de llamarnos
así, si no estamos llevando a Cristo ni instaurando el Reino de Dios.

b. Si no evangelizamos, no somos católicos


Católico que no evangeliza es contradicción de términos, ya que, católico
significa aquél que comparte con su Maestro una misión sin fronteras, que
trasciende el tiempo y el espacio. Es ilógico decirnos católicos si no somos,
como nuestro maestro, evangelio y evangelizadores.

c. Si no evangelizamos, no somos discípulos


El Maestro condicionó nuestra pertenencia al selecto grupo de sus discípulos,
cuando aseguró:
Si se mantienen en mi Palabra
serán verdaderamente mis discípulos: Jn 8,31b.

No se puede ser verdadero discípulo del Maestro de Nazaret sin anunciar el


Nombre de Jesús, dando razón de nuestra esperanza, siendo testigos de su
resurrección, hablando de lo que hemos visto y oído. No evangelizar no es
sólo un pecado de omisión; ni siquiera una gran omisión, sino la traición a
Aquél que confió en nosotros.

Cristianos, católicos y discípulos han sido convidados a trabajar en la Viña del


Señor. Nuestra verdadera respuesta no es lo que digamos, sino lo que
hagamos. Por lo tanto, si no obedecemos la orden de evangelizar, no somos
reconocidos como discípulos de Jesús.
Muchos ni siquiera saben que se trata de un mandato que obliga tanto o más
que el de no matar o no robar. No evangelizar es una desobediencia a la mayor
orden de Jesús, que tal vez ni reconocemos. ¿Quién se ha atrevido a confesar:
“Me acuso, padre, de no haber evangelizado”? Si no evangelizo, no amo al
Señor sobre todas las cosas. Si no evangelizo, no estoy amando a mi hermano
como a mí mismo. Si no evangelizo, no estoy dando honor y gloria al Dios y
Padre de cielos y tierra. Si no evangelizo, estoy mintiendo al proclamar que
soy cristiano. Si no evangelizo, estoy robando la Perla Preciosa que debo
compartir con otros. Si no evangelizo, estoy matando, porque no doy a mi
hermano la oportunidad de tener vida en abundancia.

D. LA GRAN COMISIÓN - LA GRAN OMISIÓN


Es tan importante este mandamiento, que se le ha llamado “La Gran
Comisión”; pero, por desgracia, se ha convertido más bien en “La Gran
Omisión”, razón por la que sufrimos una crisis de fe en el mundo. Mientras
los musulmanes y los testigos de Jehová crecen más y más, el cristianismo
disminuye proporcionalmente al número de habitantes del planeta.
El Papa Pablo VI comienza la carta magna de la evangelización, haciéndonos
una valiente pregunta: “¿Qué ha pasado en nuestros días con esa energía
escondida de la Buena Nueva, capaz de sacudir profundamente la conciencia
del hombre?” (Evangelii Nuntiandi 4).

En Boston y en Holanda se cierran templos por falta de fieles, mientras que en


Bruselas ya hay una mezquita por cada tres iglesias cristianas. ¿El celo de
Francisco Javier para incursionar las Indias y el Japón lo hemos transformado
en respeto y prudencia? ¿Dónde naufragó la valentía de aquellos agustinos,
franciscanos y jesuitas, que los hizo atravesar el Atlántico en frágiles
embarcaciones? Podemos encontrar explicaciones históricas y sociales de por
qué hemos abandonado el Anuncio explícito de la Buena Nueva de la
salvación, pero jamás se podría justificar colocar la luz del Evangelio debajo
de la mesa. La Europa evangelizadora de otros continentes, hoy precisa ser
evangelizada, y presiento que no lo va a ser por los mismos europeos. Lo
cierto es que esta omisión, cobra hoy día altos intereses, siendo una de las
principales causas de por qué las Iglesias pentecostales y cristianas crecen,
gracias a los católicos que emigran de su propia Iglesia a horizontes donde
brilla la Proclamación del Evangelio.

“La Gran Comisión” de anunciar el Evangelio de la salvación confiada por


Jesús a sus amigos, se ha convertido en “La Gran Omisión” de muchos
católicos, de manera particular si por evangelizar entendemos la Predicación
del Kerygma. La comisión y el mandato, se han transformado en omisión de
parte nuestra.

La madre Teresa de Calcuta contó la siguiente historia:


Nepal, pequeño país musulmán, es muy opuesto al cristianismo.
La ley no permite hablar de Jesucristo ni distribuir Biblias ni
reunirse para orar.
Todo aquél que manifiesta su fe cristiana, se enfrenta con serios
problemas. Unos pierden el trabajo, otros son discriminados por
el gran delito de creer en Jesús de Nazaret. Allí, al que habla de
Jesucristo, lleva la Biblia o porta un símbolo cristiano, lo meten a
la cárcel, y quien se hace bautizar, tiene que abandonar su país y
su familia.
Aunque la ley dictamina arresto para quienes prediquen a
Jesucristo, las cárceles están llenas de cristianos que
evangelizan. Cuando salen de prisión, continúan evangelizando;
obviamente los vuelven a capturar; y regresan tras las rejas,
porque ellos están decididos a anunciar a Cristo Jesús, aunque
les cueste la vida. El gobierno ya no sabe qué hacer, con quienes
han perdido el miedo a la prisión.
Ahora viene lo triste de la historia. En estos presidios ¡no hay
ningún católico! Todos son protestantes y evangélicos. Los
católicos transitan libres por no cumplir “La Gran Comisión”,
aunque tal vez son más libres quienes se sienten orgullosos de
sus cadenas.

El Papa Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi 80, se pregunta y nos desafía:


“¿Se pueden salvar... los que por negligencia, vergüenza o ideas falsas omiten
anunciar el Evangelio?” Por lo tanto, quien no evangeliza, arriesga su
eternidad, puesto que está fallando nada menos que a “La Gran Comisión” de
la cual depende la salvación universal. Así de trascendente es. Por eso, todo
aquél que no haya evangelizado, tendrá serios problemas para pasar por la
puerta estrecha.
Al terminar nuestra vida presentaremos el examen final, donde la eternidad
será decidida por si hemos o no trabajado en la viña. En aquel momento no
contará si nos comprometimos a ir, sino si lo hicimos. De nada servirá decir:
“Señor, Señor” (Cf. Mt 7,21).

La materia del juicio final será si cumplimos o no con las llamadas “obras de
misericordia” de Mateo 25,35-36. Sin embargo, me parece que los aspectos
que enumerará el juez soberano, se pueden aplicar con mayor razón al campo
de la evangelización: Si por negar un vaso de agua se nos dictará sentencia
eterna, ¿qué nos sucederá si no ofrecimos la fuente de Agua Viva; la que salta
hasta la vida eterna? Si por no alimentar al hambriento se nos lanzará al fuego
que no se extingue, ¿qué sucederá a quien no comparta el Pan de Vida de la
Palabra que es viva y eficaz? Si por no vestir al desnudo se nos apartará lejos
de la presencia del Rey, ¿qué acontecerá a quien no haya revestido de Cristo a
los desnudos por el pecado? Si por no visitar a los presos se nos encadenará
por toda la eternidad, ¿qué destino tendrán quienes no liberaron de sus
ataduras de maldad a los encarcelados? Quien no haya acogido a un forastero,
no será recibido en las moradas celestiales, pero ¿qué le sucederá a quien no
haya mostrado el camino a la patria definitiva?

En aquel momento se nos preguntará: ¿Trabajaste en la viña? ¿Fuiste levadura


en la masa? ¿Diste testimonio a tiempo y a destiempo en tu familia, el trabajo
y la sociedad de que si Jesús resucitó, cualquier cosa es posible? Los que
hayan frustrado el sueño divino de instaurar el Reino en este mundo,
escucharán la terrible sentencia eterna: “Aléjense de mí, agentes de
iniquidad, que no los conozco” (Mt 7,23).
Ante este panorama, cada uno debería contagiarse con el miedo de Pablo:
¡Ay de mí si no evangelizara!: 1Cor 9,16b.
Nuestra eternidad puede depender de haber ido o no a trabajar en la viña.
Unos van y otros no. Pero lo importante es descubrir la causa de por qué no lo
hacemos.

E. ¿POR QUÉ NO EVANGELIZAMOS?PORQUE NO ESTAMOS


EVANGELIZADOS
Muchas veces se nos motiva y anima a evangelizar, pero en pocas ocasiones
se considera la causa por la cual no lo hemos hecho. En el fondo, la única
razón por la que no evangelizamos es porque no estamos evangelizados. El
problema es que no se ha encontrado la perla preciosa, ni se ha experimentado
la salvación de Dios que nos convierte en testigos de forma inmediata.
Como el agua siempre corre por el camino más fácil, para una persona
evangelizada es más difícil no evangelizar que evangelizar; como para un no-
evangelizado es más cómodo no evangelizar, que evangelizar.

¿Por qué Pilato, el joven rico, Barrabás o los soldados de la tumba no


evangelizaron? Todos ellos tuvieron un trato con Jesús, pero no estaban
evangelizados. Infelizmente esto se repite con frecuencia en la Iglesia.
Tenemos profesionales de la religión que trabajan en la viña del Señor pero no
conocen al Viñador, porque no se dejaron permear por la Palabra que llega
hasta el centro de las decisiones y valores, para vivir de la manera establecida
por el Evangelio.

El evangelizado evangeliza necesariamente. Cuando no estamos


evangelizados encontramos mil razones para no Proclamar a Jesús.
Ahora vamos a considerar los motivos o excusas para no evangelizar. Pero no
basta descubrir los síntomas. Es necesario un diagnóstico que vaya al fondo y
raíz, para luego encontrar la medicina, que nosotros llamamos “logoterapia” 1;
gracias al Logos, la Palabra de Dios:
Ni los curó hierba ni emplasto alguno,
sino tu Palabra, Señor, que todo lo sana:
Sab 16,12.

He aquí cinco excusas o causas que se esconden atrás de nuestra gran omisión
de evangelizar:

1º. Porque no nos sentimos llamados


ni enviados por Dios

- Diagnóstico
Hay gente que parece un simple operario que labora en la viña de forma
mecánica y rutinaria; sin entusiasmo. Depende de horarios de trabajo y
durante sus vacaciones apaga la llama del celo por el Evangelio. Por eso,
sucumbe ante dificultades y cualquier excusa es suficiente para mirar atrás y
abandonar el arado.
En el fondo, esta persona no se siente llamada ni enviada. No ha escuchado la
irresistible voz del divino sembrador que le ha dicho: “Ven y sígueme”.
Tampoco tiene el respaldo de que se le haya confiado una misión ineludible.

Cuando el sacerdote Amasías cuestiona el ministerio del profeta


Amós, éste responde con lógica irrefutable:
“Yo tampoco sé por qué ando en esto. Yo era un campesino, pero
escuché el rugido del león. Yo no era profeta ni hijo de profeta. Yo
era un simple cultivador de higos; pero un día inesperado el
Señor me agarró (‫ חקל‬- Lacaj, en hebreo), cuando estaba en mi
campo, y, sin darme opciones, me ordenó: Ve y profetiza” (Am
7,15).
Jeremías enfrenta las duras consecuencias de su misión profética
porque sabe que ha sido llamado desde el seno materno (Jer
1,5).
Pablo se considera embajador y a veces embajador entre
cadenas (Ef 6,20). Por eso, ni en la cárcel deja de evangelizar.

El apóstol puso el punto sobre la “i” cuando afirmó:

¿Cómo predicarán si no son enviados?:


Rom 10,15.

La persona que no ha escuchado el llamado de quien lo ha nombrado


embajador que lo respalda, no puede asumir la osadía de ser una oveja en
medio de lobos. Cuando no nos sentimos ni llamados ni enviados, es señal de
que todavía no estamos evangelizados ni menos preparados para evangelizar.
- Logoterapia con la Palabra de Dios
La vitamina para esta anemia crónica la encontramos en la Palabra de Dios:

No me han elegido ustedes a mí,


sino que yo los he elegido a ustedes,
y los he destinado para que vayan y den fruto,
y que su fruto permanezca:
Jn 15,16a.
Jesús instituyó doce, para que estuvieran con él,
y para enviarlos a predicar:
Mc 3,14.
- Oración
Necesito oír la voz de tu Palabra irresistible.
Llámame por mi nombre,
para ser capaz de dejar redes y barca.

2º. PORQUE NOS FALTA FE, QUE SE MANIFIESTA EN MIEDOS Y


TEMORES QUE PARALIZAN
- Diagnóstico
Cuando sentimos inseguridades para hablar y miedo al fracaso, en el fondo, es
desconfianza de que Dios no cumpla sus promesas y hacer el ridículo, como
charlatanes, vendedores de ilusiones o como políticos en campaña. No
creemos que el Señor sea tan grande que pueda actuar a través de nosotros,
como lo hizo por medio de los Apóstoles.
Se nos olvida que cuando somos más débiles, es cuando somos más fuertes y
Dios se glorifica más con nuestras fragilidades que con nuestras cualidades.
A nosotros nos corresponde sólo llenar las tinajas de agua, y colmarlas hasta
arriba, porque en tinajas vacías, no hay milagros.

El simpático relato de Números 22, nos muestra que si Dios usó


la burra de Balaam para profetizar, nos puede utilizar a cada uno
de nosotros también.
Sansón mató a mil enemigos del pueblo de Israel con una quijada
de burro (Jue 15,15). Si Dios es capaz hacer maravillas con una
quijada de burro, ¿qué no podrá hacer con el burro completo?

Este miedo proviene de suponer que sólo contamos con nuestras limitadas
fuerzas, en vez de depender de Aquél que resucitó a Jesús de entre los
muertos. El miedo paralizante es síntoma de que todavía no creemos en la
resurrección de Jesús, ni todavía experimentamos su victoria. Por lo tanto, aún
no estamos evangelizados. En cambio, si creemos que Jesús está vivo hoy,
siempre existe una esperanza.

- LOGOTERAPIA CON LA PALABRA DE DIOS


Frases de la Palabra, que permanece operante entre nosotros para liberarnos de
nuestros temores, descubriéndonos el plan de Dios:
El amor perfecto expulsa el temor: 1Jn 4,18.
Para Dios no hay nada imposible: Lc 1,37.
Todo es posible para el que cree: Mc 9,23.
Sé en quién he puesto mi confianza:
2Tim 1,12b.
Cuando soy más débil,
es cuando soy más fuerte: 2Cor 12,10b.
El Señor es mi Pastor, nada me falta:
Sal 23,1.
YHWH es mi luz y mi salvación,
¿a quién he de temer?
YHWH, el refugio de mi vida,
¿por quién he de temblar?
Cuando se acercan contra mí los malhechores
a devorar mi carne, son ellos, mis adversarios
y enemigos, los que tropiezan y sucumben.
Aunque acampe contra mí un ejército,
mi corazón no teme;
aunque estalle una guerra contra mí,
estoy seguro en ella.
Que él me dará cobijo en su cabaña
en día de desdicha;
me esconderá en lo oculto de su tienda,
sobre una roca me levantará.
Si mi padre y mi madre me abandonan,
YHWH me acogerá.
Espera en YHWH, ten valor y firme corazón,
espera en YHWH: Sal 27,1-3.5.10.14.
- Oración
Señor, yo no te escogí. Fuiste tú quien a mí, elegiste;
y me llamaste así como era, como soy.
Sin condiciones.
Por eso, solamente te pregunto: ¿Cómo será esto?
Pero al mismo tiempo te respondo:
Hágase en mí, según tu Palabra.

3º. Porque no vemos fruto inmediato


- Diagnóstico
Nos desesperamos y nos desanimamos porque trabajamos y la gente no
responde. Otros no perseveran. Hasta nuestro equipo de trabajo desiste.
En esas circunstancias nos falta la esperanza del agricultor que sabe que de día
o de noche, duerma o se levante, la semilla de la Palabra de Dios crece y da
fruto por sí misma (Mc 4,26-29).
Jesús tampoco cosechó lo que sembraba: Fracasó en la sinagoga de Nazaret,
así como con el joven rico. Cafarnaúm, Betsaida y Corazaín fueron testigos de
tantos milagros, pero no creyeron ni se convirtieron (Lc 10,13-15). A la mitad
de su ministerio, cuando era rechazado por las autoridades de Jerusalén, y los
sabios e inteligentes se burlaban de él, mientras que los escribas lo perseguían,
levantó los ojos al cielo y exclamó: “Yo te bendigo, Padre. No entiendo, pero
te bendigo” (Lc 10,21).
Cuando nos desanimamos porque no vemos el fruto, demuestra que no hemos
sido evangelizados, pues no consideramos cuánta paciencia Dios ha tenido
con nos-otros.

- LOGOTERAPIA CON LA PALABRA DE DIOS


La Palabra reaviva la llama de la esperanza cuando nos asegura que si un
muerto resucitó, todo es posible. No hay nada imposible para Dios que es
capaz de dar vida al valle de huesos secos (Ez 37).

El Reino de Dios es como un hombre


que echa el grano en la tierra;
duerma o se levante, de noche o de día,
el grano brota y crece, sin que él sepa cómo.
La tierra da el fruto por sí misma;
primero hierba, luego espiga,
después trigo abundante en la espiga.
Y cuando el fruto lo admite,
enseguida se le mete la hoz,
porque ha llegado la siega: Mc 4,26-29.
Y la esperanza no falla, porque el amor de Dios
ha sido derramado en nuestros corazones
por el Espíritu Santo que nos ha sido dado:
Rom 5,5.
Aunque la higuera no volviera a echar brotes,
ni hubiera nada que recoger en las viñas.
Aunque fallara la cosecha del olivo,
los campos no dieran alimento,
si faltara el ganado menor en el aprisco,
y no hubiera ganado mayor en los establos.
¡Mas yo, en YHWH exultaré,
jubilaré en el Dios de mi salvación!:
Hab 3,17-19.
Pablo sembró, Apolo regó, pero Dios da el crecimiento (Cf. 1Cor 3,6). Es un
proceso lento, pero continuo. A nosotros nos corresponde sólo anunciar,
creyendo que la Palabra misma es eficaz para convertir. Jesús nos ordenó:
“Vayan y anuncien” (Mc 16,15). No nos exigió: “Vayan y conviertan”. La
conversión depende de él. A nosotros nos incumbe entregar nuestra cesta con
cinco panes de cebada y dos peces muertos. Dios hace lo demás.
El evangelizador trabaja con la esperanza de que la Palabra tiene poder (Rom
1,16), que es viva y eficaz (Heb 4,12a) y no vuelve vacía a Dios (Is 55,10), ya
que se tiene que morir para vivir y los comienzos son del tamaño de un grano
de mostaza (Mt 13,31-32).

- ORACIÓN
Señor Jesús, tú me has enviado
para proclamar tu Palabra
y ser testigo de tu resurrección.
Me has equipado como embajador
con el poder de tu Espíritu Santo;
pero Señor, te ofrezco el fruto de mi trabajo.
Desisto del éxito inmediato en tu viña,
y me abandono sin condiciones.
Te entrego el poder, el honor
y la gloria, a ti, Señor;
y renuncio a ser exaltado
y glorificado por los demás.
Mi única recompensa es trabajar por ti, en tu viña;
lo demás es añadidura.
Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
por tu plan que supera al mío.
No entiendo, pero te firmo el cheque en blanco.
Puedes hacer lo que quieras.
Tu sabiduría supera la mía.

4º. Porque no estamos enamorados de Jesús


- Diagnóstico
De la abundancia del corazón habla la boca:
Mt 12,34b.

“El amor de Cristo que llena nuestros corazones nos impulsa a evangelizar”
(Porta Fidei 7).
Si no hablamos a tiempo y a destiempo de Jesús ni de su Evangelio, es porque
ellos no ocupan el núcleo de nuestro sistema de vida, sino que permanecen
como planetas o satélites.
Nuestro corazón siempre guarda algo dentro. Nunca está vacío. De alguien
estamos enamorados: de alguna persona, de nosotros mismos, del poder, de un
título jerárquico, de nuestros carismas, del dinero o los bienes materiales, lo
cual es muy frecuente.
Cuando no estamos enamorados de Jesús caemos en la idolatría y fabricamos
becerros de oro, producto de nuestras manos. Sin embargo, lo peor no es la
idolatría, sino la autolatría, donde nos consideramos dioses a nosotros
mismos. Sólo anunciamos a Jesús si estamos enamorados de él.
Cuando María Magdalena va al sepulcro, su pregunta muestra el
gran amor que profesa por su Maestro:
¿Dónde han puesto el cuerpo de “MI” Señor?:
Jn 20,13.
Siente que él le pertenece, es suyo; por la simple razón de que
ella le pertenece a él. La pertenencia completa nunca puede ser
unilateral. Es mutua.
Una vez que el Buen Pastor la llama por su nombre, ella corre
rápidamente al cenáculo para derramar su corazón: “He visto al
Señor” (Jn 20,18).

No negamos ni ignoramos que se precisan catequistas, pastores y maestros


que nos ayuden a crecer hasta la estatura de Cristo Jesús, pero se necesitan
antes evangelizadores tan obsesionados por Jesús que solamente hablen de él.
Precisamos de profetas enamorados de Jesucristo y por su Evangelio, que lo
llamen “Mi Señor” porque hay una mutua pertenencia amorosa.
El diácono Felipe estaba tan fascinado de Jesús, que lo único que
proclamaba era a Jesús. “Nada más anunciaba la Buena Nueva
de Jesús” (Hech 8,35).

Cuando Jesús no es nuestro vivir, entonces nos referimos a él como un


desconocido o simplemente reportamos hechos históricos, pero sin ninguna
carga afectiva. La comunicación amorosa del Evangelio es un aspecto tan
fundamental como poco atendido en nuestra Iglesia.

Pablo: afirmaba que su vivir era Cristo y sintetiza su


experiencia cuando afirma:
Me amó y se entregó a sí mismo por mí:
Gal 2,20b.

Si las personas no perciben que estamos enamorados de Jesucristo, ¿cómo


pretendemos que se entreguen a él?
Cuando nuestro corazón no está lleno de amor a Jesús, es mejor que no
evangelicemos, porque los demás van a percibir que aún no estamos seducidos
por el amor de Dios.
Para los evangelizadores que han perdido el fervor del inicio, Jesús les
impulsa a volver al primer amor (Ap 2,5), cuando no había dudas, ni cálculos,
ni excusas, sino una fe que movía montañas y un amor a prueba del tiempo y
las circunstancias. No basta el celo por la evangelización, es necesaria la
pasión por el Evangelio; y aun más, la obsesión por Jesús, de tal manera que
no queramos saber nada, aparte de él.

- LOGOTERAPIA CON LA PALABRA DE DIOS


Algunas palabras capaces de renovar nuestro amor por Jesús:
Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir:
Jer 20,7a.
Mi vivir es Cristo; y la muerte es una ganancia:
Flp 1,21.
Busquen primero el Reino de Dios y su justicia. Todo lo
demás es añadidura: Mt 6,33.
- Oración
Señor Jesús,
Sedúcenos y que nosotros nos dejemos seducir
para amarte sobre todas las cosas.
Que tú, Señor Jesús, seas nuestro vivir
y llenes totalmente nuestra alma, vida y afectos.
Que ya no queramos saber nada,
sino a ti, amado Señor Jesús.

5º. PORQUE NOS FALTA CONGRUENCIA DE VIDACON EL


EVANGELIO QUE PREDICAMOS
- Diagnóstico
Cuando nuestra vida no corresponde al mensaje que trasmitimos, nosotros
mismos perdemos fuerza para predicar, ya que podríamos aparentar delante de
los demás, pero no nos podemos engañar a nosotros mismos. Así, poco a poco
nos vamos desgastando y erosionando, hasta que un día la sal pierde el sabor.
Jesús-Evangelio es modelo de todo evangelizador:

Cuando Jesús acabó estos discursos,


la gente quedaba asombrada de su doctrina;
porque les enseñaba como quien
tiene autoridad, y no como sus escribas:
Mt 7,28-29.
El Maestro de Galilea predicaba con autoridad porque vivía lo que enseñaba.
Los fariseos, al contrario, sólo hacían prosélitos, pero no lograban que la gente
se enamorara de Dios. Por eso, el Papa Pablo VI afirmaba que “El hombre
contemporáneo escucha más a los que dan testimonio que a los que enseñan”
(Evangelii Nuntiandi 41).

¿Cómo convencer a otros de lo que nosotros no estamos convencidos?


Cuando no creemos lo que predicamos o no vivimos lo que creemos, es
porque aún no estamos evangelizados. Nuestra fe es una fe muerta, que no se
expresa por medio de la caridad; y esa fe, como la fe de los fariseos o de los
demonios, no es medio de salvación. Por lo tanto, no nos hemos apropiado la
salvación ganada por los méritos de Cristo Jesús.

Si el Evangelio aún no permea cada poro de nuestra piel; si no rige nuestros


valores, principios ni prioridades; si seguimos coqueteando con el pecado o
con los amigos de la carne; si la ambición de poder y el mundo de las
apariencias o exceso de bienes superfluos dominan nuestra vida, es porque
todavía no hemos proclamado el Señorío de Jesús en todas las áreas de nuestra
vida. Aunque estemos proclamando un mensaje ortodoxo, si no somos
congruentes con el mismo, si no lo creemos ni vivimos, sólo estamos haciendo
propaganda.

El antiguo fariseo de Tarso, se atreve a hablar de “mi Evangelio”


(2Tim 2,8; Rom 2,16), porque hay una identificación de su vida
con el mensaje que predica. El evangelizador y el Evangelio
forman una unidad indisoluble de mutua pertenencia.
En una etapa de mi vida fui vendedor de libros y enciclopedias.
Después de varios meses y tras muchos intentos vendí tres
colecciones en un mismo día.
El director venezolano de la empresa me llamó a su oficina.
Cuando me pagó, me preguntó qué haría con el dinero ganado.
Yo le enumeré una larga lista de lo que tenía proyectado. Él, me
puso la mano en el hombro y me aconsejó con sinceridad:
- Amigo, usted es una buena persona, pero mejor deje este
trabajo. Usted no es para esto.
Yo, extrañado, porque me lo decía precisamente cuando había
comenzado a vender, levanté mis manos, pidiendo una
explicación.
- Usted no vende los libros porque usted no está convencido del
producto. Si usted estuviera convencido, lo primero que hubiera
hecho con su dinero sería comprar la colección de libros.No,
usted no está convencido, y así nunca usted va a convencer a
nadie. Retírese y busque otro trabajo con el que se identifique.
Usted va a triunfar, pero va a triunfar en el campo donde usted
tenga fe que el producto que ofrece vale la pena.
- LOGOTERAPIA CON LA PALABRA DE DIOS
La Palabra es lámpara para nuestros pasos (Sal 119,105); una espada que
penetra hasta las profundidades del alma (Ef 6,17b); un martillo que destruye
los ídolos (Jer 23,29); agua que da vida (Is 55,11); miel que endulza
amarguras (Sal 119,103); semilla que crece por sí misma (Lc 8,11) y alimento
que vivifica (Mc 4,4).
- Oración
Por eso, hemos de exclamar con el profeta Jeremías:
Conviérteme, Señor, y me convertiré:
Jer 31,18.
Cambia mi vida y mis valores, apetitos y prioridades,
para que ya no viva yo, sino que seas tú,
Señor Jesús, que vivas tú en mí,
para que yo me atreva a proclamar con sencillez:
“Sean mis imitadores, como yo soy de Cristo”.
Amén.

F. CUÁNDO NO EVANGELIZAMOS

Ahora vamos a considerar cinco situaciones en las que tratamos de


evangelizar pero falta algo para logarlo.
1º. Cuando dudamos del amor gratuito de Dios
- Diagnóstico
No nos sentimos amados apasionadamente por Dios, que hasta envió a su Hijo
único cuando todavía éramos pecadores; no para condenarnos, sino para
hacernos creaturas nuevas que implantan la civilización del amor.
Cuando no sentimos el amor de Dios, presentamos mil excusas, como Moisés
en el desierto de Madián. Pero una vez que hemos sido incendiados por la
zarza ardiente, en ese momento tomamos el bastón para ser agentes de
liberación de los oprimidos.
Al profeta Jeremías le tocó predicar en uno de los momentos más
críticos de Judá. Tuvo mil enemigos, innumerables traiciones, y
todo estaba en su contra. Incluso estuvo tentado varias veces a
abandonar el ministerio profético, pero confiesa que no podía
apagar aquel fuego prendido en la médula de los huesos:
Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir:
Jer 20,7a.

Quien ha tenido una experiencia del amor de Dios, no puede dejar de


proclamar la Buena Nueva en medio de cualquier dificultad o adversidad.
¿Cómo ser testigos del apasionado amor divino, si antes no estamos
convencidos?
El endemoniado de Gerasa moraba desnudo en los sepulcros y se
hería continuamente con piedras, pero cuando fue liberado de
aquella legión de demonios, se dedicó a proclamar en la
Decápolis que Dios había tenido misericordia de él (Mc 5,1-20).

El primer color que brilla en una persona evangelizada, es que está tan llena
del amor de Dios, que lo derrama. Quien no se siente amado, aún no está
evangelizado; y, por lo tanto, no debería evangelizar.
- Logoterapia con la Palabra de Dios
Si nuestra realidad es que no hemos experimentado en nuestra vida ser
amados de tal forma que Dios nos ha enviado a su Hijo único, el cual ha dado
la prueba máxima del amor, la vida por sus amigos. Debemos leer
continuamente los siguientes textos:
He aquí que días vienen - oráculo de YHWH
en que yo pactaré con la casa de Israel,
y con la casa de Judá, una nueva alianza:
Esta será la alianza que yo pacte
con la casa de Israel,
después de aquellos días - oráculo de YHWH -: pondré mi
Ley en su interior
y sobre sus corazones la escribiré,
y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo:
Jer 31,31-33.
La prueba de que Dios nos ama es que Cristo,
siendo nosotros todavía pecadores,
murió por nosotros:
Rom 5,8.
Tanto amó Dios al mundo
que dio a su Hijo único,
para que todo el que crea en él, no perezca,
sino que tenga vida eterna: Jn 3,16.
- Oración
Señor, envíame una nueva efusión de tu Espíritu
que me revele que eres Abbá, papá.
Necesito esa luz sobrenatural
que me muestre la verdad completa sobre Jesús,
tu Hijo amado; para que me apasione por él;
y anunciar su Evangelio sea mi delicia y alegría.
Quiero experimentar tu amor, personal,
incondicional y gratuito,
para ser testigo en este mundo.
2º. Cuando nos falta Espíritu Santo
- Diagnóstico
Cuando comparamos nuestra evangelización con la de la Iglesia primitiva,
encontramos una gran diferencia con aquellos hombres ungidos por el Espíritu
Santo:
Los Apóstoles daban testimonio de la resurrección del
Señor con gran poder: Hech 4,33a.

El padre Emiliano Tardif afirmaba con cierta ironía: “Bastaba una


predicación de tres minutos para convertir a tres mil personas.
En cambio, nosotros, con tres mil predicaciones no convertimos a
uno”.

Si la primera evangelización es cosecha de Pentecostés, la Nueva


Evangelización no podrá ser sino fruto de un Nuevo Pentecostés, porque nos
hace falta una nueva efusión del Espíritu con Dynamis y Parresia para
evangelizar con gran poder.
En los momentos cumbres, como para elegir un Papa, apertura del Concilio o
inicio de año académico, se canta el “Veni Creator”, sin que nadie argumente
que es superfluo porque ya tenemos al Espíritu Santo desde el bautismo.
Si Dios nos ha confiado la misión imposible de instaurar su Reino de luz en
medio de las tinieblas, yendo como ovejas en medio de lobos ¿nos puede
imponer una tarea si no nos da los carismas para realizarla?
Cuando carecemos de Espíritu Santo, se evidencia que todavía no hemos sido
verdaderamente evangelizados.

- LOGOTERAPIA CON LA PALABRA DE DIOS


Pedir una efusión tan abundante de Espíritu Santo que le podamos llamar
“Bautismo en el Espíritu Santo”, como lo nombra la Escritura (Hech 1,5).
No se trata de argumentar que ya lo tenemos desde el bautismo, sino si
necesitamos más. Si ya lo recibimos en el bautismo, entonces ¿por qué se
recibe también en la confirmación y se pide en cada fiesta de Pentecostés?
Pedro y Juan ya habían recibido el Espíritu Santo en Pentecostés.
Pero cuando arreciaron los vientos de la persecución, en vez de
quejarse o lamentarse, pidieron más poder para seguir adelante
en medio de las dificultades:

Y ahora, Señor, ten en cuenta sus amenazas


y concede a tus siervos que puedan
predicar tu Palabra con toda valentía,
extendiendo tu mano para realizar
curaciones, señales y prodigios
por el nombre de tu santo siervo Jesús.
Acabada su oración, retembló el lugar
donde estaban reunidos,
y todos quedaron llenos del Espíritu Santo
y predicaban la Palabra de Dios con valentía:
Hech 4,29-31.

Una buena terapia sería recitar y orar todos los días, la secuencia del Espíritu
Santo, que resume su ser y su quehacer.
- Oración
Ven, Espíritu Santo,
y envía desde el cielo un rayo de tu luz.
Ven, Padre de los pobres,
ven a darnos tus dones, ven a darnos tu luz.
Consolador lleno de bondad,
dulce huésped del alma,
suave alivio para el hombre.
Descanso en el trabajo, templanza en las pasiones,
alegría en nuestro llanto.
Penetra con tu santa luz
en lo más íntimo del corazón de tus fieles.
Sin tu ayuda divina
no hay nada en el hombre, nada que sea inocente.
Lava nuestras manchas,
riega nuestra aridez, cura nuestras heridas.
Suaviza nuestra dureza,
enciende nuestra frialdad, corrige nuestros desvíos.
Concede a tus fieles, que en ti confían,
tus siete sagrados dones.
Premia nuestra virtud,
salva nuestras almas, danos la eterna alegría.
¡Amén. Aleluya!

3º. Cuando carecemos de comunidad


- Diagnóstico
A veces tomamos el arado de la predicación, pero muy pronto volvemos la
vista atrás porque no contamos quien nos respalde ni nos apoye, nos corrija o
nos acompañe en el campo del apostolado. Sobre todo los dirigentes precisan
de una comunidad, porque son quienes sufren más los dardos del enemigo y
precisan la protección de los hermanos en la fe.

Una de las principales causas del estrepitoso fracaso de Pablo en


el Areópago ateniense, consistió en que abandonó a sus
compañeros en Berea y pretendió conquistar la cumbre de la
sabiduría de forma personal e individual. Pero cuando los
atenienses lo vieron solo, no pudieron comprobar que había una
nueva forma de relacionarse con las personas; y por eso lo
catalogaron de charlatán (Hech 17,18b).
Pero el Apóstol aprende muy bien la lección y nos deja una rica herencia para
la historia:

El celoso misionero siempre procuraba oportunidades para


evangelizar. Él mismo cuenta que cuando llega a Tróada, se le
abrió una gran puerta. Pero…
Mi espíritu no tuvo punto de reposo,
pues no encontré a mi hermano Tito,
y despidiéndome de ellos, salí para Macedonia:
2Cor 2,12-13.

No puede evangelizar porque su espíritu está inquieto por no


hallar a su hermano Tito (2Cor 2,11-13). Y parte acongojado a
Macedonia en busca de una comunidad de amigos y misioneros.
Generalmente nos referimos a “las cartas de San Pablo”, pero no todas fueron
escritas por él. En algunas ocasiones los redactó a través de un secretario
(Tercio), pero Silas y Timoteo fueron también coautores en varias de ellas.
Son cartas comunitarias.
Qué diferente es la experiencia del solitario Pablo en Atenas, que
lo acontecido en Filipos, donde llegó con Silas:
Juntos predicaron a las mujeres y ambos liberaron a la joven
poseída de un espíritu adivino. Tanto uno como el otro son
perseguidos, les arrancan sus vestidos y son azotados. Los dos
son hechos prisioneros y cantan himnos y salmos al unísono. Los
dos predican al carcelero y son lavadas y curadas las heridas de
ambos esa misma noche.
Qué diferente es la prisión en compañía de un amigo, que vivirla
en la soledad.

Por eso, cuando era encarcelado, hasta sus discípulos lo acompañaban. En su


última cautividad romana, está escoltado por Lucas y manda llamar a Timoteo
para que también le traiga a Marcos a la cárcel Mamertina. No quiere
permanecer solo en la prisión. Desea morir arropado por su comunidad.

Cuenta el evangelio de Lucas que una mañana, Jesús vio dos


barcas atracadas, mientras los pescadores lavaban las redes. El
Maestro aborda la barca de Simón Pedro (Lc 5,1-7).
Cuando se encuentra en medio del mar de Tiberíades, les ordena
echar las redes donde la noche anterior nada habían capturado.
Al tratar de sacarlas, hay tal cantidad de peces, que las redes
amenazan romperse. Entonces, hacen señas a los compañeros
de la otra barca para que vengan en su ayuda. Al final, se llenan
ambas barcas de tantos peces, que hasta peligra la navegación.

Queremos subrayar dos detalles que interfieren directamente en la


evangelización. Los pescadores que quedaron en la orilla no eran
competidores, sino μέτοχος - métojos: compañeros.
Por otro lado, la obra de la evangelización no la puede realizar una persona
aislada, como tampoco una comunidad o un movimiento apostólico. Ni
siquiera una Iglesia. Hay otra barca, que no es la de Pedro, esperando nuestras
señas para colaborar en la pesca más maravillosa de la historia. Se trata de la
dimensión ecuménica: Sólo juntos y unidos somos capaces de conquistar este
mundo para Cristo Jesús.

Para ello, hay que tener un amor mayor por Jesucristo que por nuestras redes.
A algunas personas les importa más su embarcación o su comunidad, que los
peces. Hay que reconocer que para una pesca milagrosa necesitamos otros
compañeros de campaña. La pesca milagrosa no depende de nuestras redes ni
de nuestra barca, sino si pedimos ayuda a otros compañeros.

Para comenzar la Escuela de Evangelización San Andrés en 1980,


yo tenía los conocimientos teóricos del contenido de la
evangelización, pero no poseía la experiencia pragmática de
cómo evangelizar.
Entonces recurrí a un “compañero”, un pastor pentecostal
llamado Bill Finke para solicitar su ayuda práctica. Yo solamente
solicité que el perfil de la Escuela fuera católica y en consonancia
con el Magisterio de la Iglesia. Él me dijo:
- Sí, me comprometo, pero a cambio sólo te pido que los
pescados no sean tuyos ni míos; sino de Jesús.
- Sí, serán sólo de Jesús, le respondí.
Así comenzó esta Escuela que forma Nuevos Evangelizadores en
63 países de los cinco continentes.
Por eso, hoy día cobra plusvalía la oración de Jesús:
Padre, que sean uno, para que el mundo crea:
Jn 17,21.

El éxito pastoral depende de la unidad, tanto de los evangelizadores como


también de los cristianos. El escándalo de la división repercute negativamente
en la evangelización. La abundancia de peces es fruto de la unión de los
pescadores. Sólo juntos es posible lograr una gran pesca. No habrá pesca
milagrosa si antes no existe el milagro de la unión de los pescadores. 2
Si nos falta comunidad es porque no estamos todavía convertidos, ya que el
evangelizado se integra a la comunidad de salvados (Hech 2,47b), la Iglesia,
por medio del bautismo y vive como Cuerpo de Cristo. Si estamos solos o
aislados, eso significa que aún no ha culminado nuestro proceso de
transformación, y necesitamos cerrar el círculo para poder compartir la misión
que Cristo Jesús confió a sus apóstoles y discípulos.
Sin comunidad no es posible anunciar con eficacia la Buena Nueva, ya que “la
evangelización es un acto profundamente eclesial” (Pablo VI: Evangelii
Nuntiandi 60).

- LOGOTERAPIA CON LA PALABRA DE DIOS


La Palabra de Dios es luz que ilumina y alimento que fortifica, porque es viva
y eficaz, espíritu y vida (Heb 4,12; Jn 6,63b). Por eso, hay que leer el
siguiente pasaje hasta que permee todos los poros de la piel y sea nuestra
bandera pastoral:
Aunque hablara las lenguas de los hombres
y de los ángeles, si no tengo caridad,
soy como bronce que suena
o címbalo que retiñe.
Aunque tuviera el don de profecía,
y conociera todos los misterios y toda la ciencia;
aunque tuviera plenitud de fe
como para trasladar montañas,
si no tengo caridad, nada soy.
Aunque repartiera todos mis bienes,
y entregara mi cuerpo a las llamas,
si no tengo caridad, nada me aprovecha.
La caridad es paciente, es servicial;
la caridad no es envidiosa,
no es jactanciosa, no se engríe;
es decorosa; no busca su interés; no se irrita;
no toma en cuenta el mal;
no se alegra de la injusticia;
se alegra con la verdad.
Todo lo excusa. Todo lo cree.
Todo lo espera. Todo lo soporta.
La caridad no acaba nunca.
Desaparecerán las profecías.
Cesarán las lenguas. Desaparecerá la ciencia.
Ahora subsisten la fe,
la esperanza y la caridad, estas tres,
pero la mayor de todas ellas es la caridad:
1Cor 13,1-8.13.

- Oración
Dios Trino y Uno,
que eres y vives en comunidad de amor,
te pido la gracia de una comunidad
donde vivamos tu amor,
unidos por un solo Espíritu,
un solo Dios y un solo Señor;
con una misión que nos apasione y nos motive:
¡Que venga tu Reino a este mundo!
Que la Iglesia sea la gran comunidad
de comunidades,
donde viva el amor y que tenga la humildad
para reconocer que la gran pesca
no depende de nuestra barca,
sino de la unión con otros pescadores.
Señor, dame la sabiduría para aceptar
que la pesca milagrosa depende de la otra barca.
Y al final, que me alegre,
porque las redes de la otra barca, rebozan de peces.
Sin envidias ni competencia, Señor,
porque los peces son tuyos, amado Señor Jesús.

4º. CUANDO NUESTRO CORAZÓN TODAVÍA NO ARDE


CON EL FUEGO DE LA PALABRA DE DIOS
- Diagnóstico
Tratando de evangelizar citamos teólogos y nos referimos a nuestros escritos
personales. Si repetimos frases, párrafos y hasta páginas completas de lo que
otros han escrito o enseñado, olvidando hacer referencia a las Sagradas
Escrituras, es porque todavía no estamos incendiados con el fuego de la
Palabra; y así no es posible evangelizar.
Cuando imitamos la conducta de Pablo en el Areópago ateniense, que cita a
los poetas, pero no a los profetas, ni hace alusión a las Escrituras,
manifestamos que no estamos convencidos del poder intrínseco del Evangelio
y que todavía no hemos sido seducidos por el poder salvífico de la
Predicación (Cf. 1Cor, 21).

Los discípulos de Emaús:


Ellos sólo repetían lo que otros afirmaban que otros habían dicho.
Pero durante el camino, Jesús explica las Escrituras y las
Escrituras explican a Jesús. Su corazón arde y este fuego será su
colirio para reconocer a Jesús en la Fracción del Pan. La Palabra
los preparó.
A pesar que era más noche, regresan a Jerusalén con el corazón
inflamado para dar testimonio de que en verdad Jesús había
resucitado.
¿Cómo vamos a transmitir la Buena Nueva de la salvación si no usamos la
espada del Espíritu que es la Palabra de Dios?
Sin la Escritura no vamos a traspasar los corazones. Pero lo más grave, es que
evidencia que nosotros como predicadores no hemos sido seducidos por la
Palabra. Tal vez estudiamos la Biblia, pero aún no estamos fascinados por la
voz del amado cuando toca la puerta por la noche (Cf. Cant 5,4).

Yo conocía las Sagradas Escrituras y hasta daba cursos de Biblia


a los 22 años. Pero la Palabra era sólo una materia de estudio.
Todavía no estaba enamorado de ella. La espada aún no había
traspasado mi corazón. Mi enseñanza era fría; sólo repitiendo lo
que otros habían escrito. Hasta el día en que el Espíritu Santo me
encendió con el fuego de la Palabra. Habiendo tenido un
encuentro personal con Jesús-Palabra, todo cambió en mi vida en
relación con la Biblia.
La recomendación final del apóstol Pablo a Timoteo resume su experiencia y
se convierte en un desafío para quienes confían más en sus raciocinios,
silogismos y tesis de teología, que en la Palabra de Dios:
Predica la Palabra:
2Tim 4,2.
La fe viene de la Predicación,
y la Predicación, por la Palabra de Cristo:
Rom 10,17.
- Logoterapia con la Palabra de Dios
La terapia consiste en un contacto diario con la Palabra; pero no para
estudiarla. Para eso debe haber otros momentos, sino para saborearla en
una Lectio Divina.
- Oración
Señor Jesús, Palabra de Dios, Jesús-Palabra:
Incendia mi corazón con el fuego de tu Palabra,
para reconocer tu voz de Buen Pastor
cuando me llames por mi nombre.
Purifica mis labios con un carbón encendido
para que pueda proclamar tu palabra
con la valentía de los profetas.
Enamórame de tu Palabra, Señor,
de ti, que eres la Palabra de Dios,
la Palabra del Padre.
Y tú, que no proclamaste tus palabras
sino las palabras de tu Padre,
concédeme que no hable mis palabras
sino que te proclama a ti, única palabra viva y eficaz,
que te has hecho carne
en el vientre virginal de María.

5º. CUANDO TRANSMITIMOS DOCTRINA Y CATEQUESIS,


SUPONIENDO QUE ES LA BUENA NUEVA
- Diagnóstico
Este último punto está revestido de un sutil engaño, avalado por una tradición
secular, pues pensamos que estamos transmitiendo la Buena Nueva cuando en
realidad estamos catequizando. Estamos centrados en la sana doctrina y somos
fieles al Depósito de la fe, según el Magisterio de la Iglesia, lo cual no es
malo; ni jamás será negativo; siempre y cuando se ubique en su lugar
adecuado, que es después del Primer Anuncio.

Pablo en el Areópago ateniense ni siquiera se refirió a Jesús; y


cuando habló de su resurrección, lo presentó como un tema
doctrinal o filosófico. Tampoco ofreció su testimonio de cambio
de vida, gracias a la Pascua de Jesús. Teniendo la oportunidad de
evangelizar, no lo hizo. ¿Será que por eso lo tacharon de
charlatán? (Hech 17,18).

Lo que nos pasa es que no distinguimos entre Kerygma y Catequesis, y


creemos que estamos evangelizando cuando estamos dando alimento sólido a
quienes no han nacido de nuevo.
Fuimos catequizados, pero no evangelizados. Como nadie da lo que no tiene;
ofrecemos lo que recibimos, suponiendo que eso es evangelizar. Pero
olvidamos los cimientos del edificio de la fe, que están resumidos en los
discursos kerygmáticos, los cuales no debemos confundir con una enseñanza
sistemática; la cual ha de venir siempre después, pero sólo después.
Tú, ¿cuándo asimilaste y valoraste la rica doctrina de la fe, así como los
sacramentos y la dimensión eclesial, antes o después de haber sido
evangelizado? ¿Entonces por qué invertir este orden pedagógico?
Es obvio que quien no habla de Jesús, es porque no lo tiene en su corazón. Si
no lo presenta como su Salvador personal ni el Señor de toda su vida, es
porque todavía no está evangelizado.
El Cardenal Joseph Ratzinger hizo una observación muy atrevida: ¿Por qué
hablamos más de la Iglesia de Jesús que del Jesús de la Iglesia?
- Logoterapia con la Palabra de Dios

Leer los seis discursos kerygmáticos del libro de los Hechos de los Apóstoles:
Hech 2,14-29; 3,12-26; 4,8-12; 5,29-32 y 10,34-43; Hech 13,16-41.

En el verano del 2011 le hicieron una entrevista a mi querido


amigo, el Arzobispo de Quebec, Canadá.
- ¿No le sorprendió que el Papa lo hubiera nombrado Obispo
siendo usted tan joven?
- Sí, sí, todavía no me repongo. Pero el tiempo va solucionando
esa situación.
- Y ahora que ha sido nombrado Arzobispo de Quebec, ¿cómo va
a enfrentar el desafío de llevar a la Iglesia a jóvenes
indiferentes, en un mundo que no quiere saber nada de la
Iglesia?
- No, mi plan no es llevar a la gente a la Iglesia. Yo los llevo a
Jesús y Jesús siempre los lleva a su Iglesia.
Los que se convirtieron con la predicación de Pedro en Pentecostés, se
integraron automáticamente a la Iglesia.
- Oración
Señor Jesús, tú eres la Palabra de Dios,
la Palabra del Padre, que recibiste el Espíritu de Dios
para anunciar la Buena Nueva a los pobres,
la liberación a los oprimidos,
dar vista a los ciegos y libertad a los encarcelados.
Te pido derrames una nueva efusión
de tu espíritu para proclamar
la Buena Nueva que eres tú mismo, Señor Jesús.
Ya vimos que Dios nos ha confiado una Gran Comisión que desgraciadamente
se ha convertido en La Gran Omisión para muchos. También hemos
diagnosticado por qué no cumplimos el mandato del Maestro, resumiéndolo
en una frase: Si no evangelizamos, es porque aún no hemos sido
evangelizados con el poder de la Proclamación.
La frase del Papa Pablo VI: “Una Iglesia evangelizada y evangelizadora”,
supone lógicamente que para evangelizar, antes se debe estar evangelizado.
Por eso, el Papa concluye:

La Iglesia comienza por evangelizarse a sí misma: Evangelii


Nuntiandi 15.
Por eso, el Papa Benedicto XVI dijo el 28 de noviembre de 2011 a los
Obispos de Estados Unidos: “Nosotros somos los primeros que necesitamos
ser re-evangelizados”.
Al principio presentamos la parábola de Jesús, del hijo que dijo que no iría a
la viña y al final sí fue; así como el que aseguró que sí acudiría pero no se
presentó. Jesús les preguntaba a sus ayudantes: “¿Qué les parece?” Hoy, Jesús
se dirige a nosotros mismos: “¿Qué les parece si yo les confié la Gran
Comisión y ustedes la han convertido en la Gran Omisión? ¿Qué les parece?”
Hay una logoterapia para esta enfermedad: la Palabra de Dios que todo lo sana
(Sab 16,12).
(1) El término “logoterapia” acuñada por el psiquiatra austriaco Viktor Frankl
(1905-1997), se centra en el significado de la existencia humana. Cuando
nosotros nos referimos a “logoterapia” lo hacemos de acuerdo a su
etimología: logos y terapia: la curación a través del logos, la palabra, que
identificamos con la Palabra de Dios, la cual tiene un nombre y un perfil:
Jesús de Nazaret, evangelizador y Evangelio al mismo tiempo.
(2) Pienso que el sueño de Jesús, “Padre, que sean uno para que el mundo
crea” no va a ser producto de discusiones -teológicas ni acuerdos
doctrinales; ni siquiera de orar juntos, sino de pescar juntos, aunque sea
desde barcas diferentes.

SIETE PROBLEMAS
V
DEL KERYGMA
Un día, el viejo asno de un aldeano se cayó en un pozo seco. El
animal lloró amargamente, mientras el campesino procuraba mil
formas para rescatarlo, hasta que se dio por vencido. Agotado y
cansado, se consoló a sí mismo, pensando: El burro ya está viejo,
el pozo se ha secado y necesito taparlo de todas formas. Así que
no vale la pena intentar sacar este asno del pozo.
Invitó a sus vecinos para que vinieran a ayudarle. Cada uno tomó
una pala y empezaron a tirar tierra al pozo.
El animal se dio cuenta de que estaba a punto de ser enterrado
en vida y rebuznó, despidiéndose de este mundo cruel.
Luego, para sorpresa de todos, se aquietó.
El campesino miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que
miraba: El sabio jumento se sacudía la tierra que le caía en su
lomo y daba un paso encima de ella.
Muy pronto, el animal llegó hasta la boca del pozo, pasó por
encima del brocal y salió trotando.
Los Apóstoles daban testimonio
de la resurrección de Jesús con gran poder:
Hech 4,33.
La Palabra crecía y se multiplicaba:
Hech 12,24.

En los primeros siglos, se consideraba el Kerygma como “fuerza de Dios para


la salvación de todo el que cree” (Rom 1,16). Pero, a partir de la
Contrarreforma, se guardó como pieza de museo, pensando que era asunto del
pasado y se compensó su ausencia con otros aspectos religiosos y
devocionales. Como reacción a la importancia que Lutero y sus seguidores
daban del Primer Anuncio, la Iglesia Católica se replegó en la Catequesis,
relegando la Proclamación de la Buena Noticia resumida en el Kerygma. Les
dejamos el balón en su campo y nosotros nos encastillamos en el dogma, el
culto y los sacramentos.
Así, tanto nuestros hermanos Evangélicos como los Pentecostales en el siglo
pasado, tomaron el Kerygma como el timón y motor de su predicación 1,
proliferando así las iglesias evangélicas, especialmente en tierras de misión.

Así como la tierra que se tiraba sobre el burro sirvió para que pudiera salir del
pozo, así también, gracias al alto precio que hemos tenido que pagar, estamos
reaccionando para colocar la lámpara sobre el candelabro. Polvo y tierra que
cubren al Kerygma nos van a servir, como al burro de la historia, para
establecer la plataforma que nos haga salir, porque la luz no se puede esconder
dentro de un pozo, sino que debe brillar en lo alto, a fin de que ilumine a los
de dentro y a los de afuera de la casa.

Por eso, aprovecharemos la tierra con la que se ha cubierto el Primer Anuncio


para recuperar con entusiasmo el grito evangelizador de la Iglesia primitiva.
La Iglesia del siglo XXI ha llegado a la valiente decisión de que se precisa con
urgencia una Nueva Evangelización, porque el amor de Cristo nos apremia y
debemos recuperar el tiempo perdido. En esta carrera contra reloj ha habido
valientes pasos adelante, así como titubeos y ensayos, sin omitir errores.
Nosotros nos vamos a centrar ahora en esas caídas; no para acusar a nadie,
sino para elaborar un diagnóstico que nos ayude a encontrar la medicina que
nos haga recuperar el vigor de la Iglesia primitiva.
Dos presupuestos iniciales:
 • El problema no estriba en el Kerygma mismo, sino la forma
en que nosotros lo transmitimos.
 • Cada una de las dificultades que presentaremos es como la
tierra de la historieta del burro, que nos va a permitir salir del
pozo.
1ER PROBLEMA:
LA GENTE PIADOSA Y APOSTÓLICA
LO DA POR SUPERADO
a. Problema
Hay gente piadosa que trabaja en la viña del Señor que creen que han
adquirido el boleto de su salvación por ellos mismos. Otros, intentan
comprarlo con trabajo apostólico. Pretenden merecer con activismo pastoral o
cumplimiento formal de las leyes y mandamientos lo que es un don gratuito.
Como ejemplo de esta actitud, la Escritura nos relata la historia de Samuel:
Desde pequeño, Samuel fue llevado a la casa de Dios. Crecía con
cánticos religiosos y con el olor a incienso. Cada año su madre,
Ana, le traía sus atuendos de acuerdo a las funciones que
realizaba en la Tienda de Reunión, que era el centro religioso en
aquellos tiempos.
(Samuel) servía al Señor desde pequeño:
1Sam 3,1.

Además, era guiado por uno de los grandes maestros: el sabio


sacerdote Elí.
Pero una noche, Dios quiso comunicarse directamente con
Samuel y lo llamó por su nombre: “Samuel, Samuel”. El joven
pensó que era el sacerdote Elí quien lo buscaba y fue a ver lo
que precisaba. Pero no era Elí, sino el mismo Dios. Esto se repitió
por una segunda ocasión y hasta por tercera vez.
Elí sabiamente le advirtió: “No soy yo quien te habla. Es el Señor
quien te está buscando”.
La Biblia explica por qué aquella noche Samuel no reconoció la
voz del Señor:
Samuel no conocía al Señor,
porque no le había sido revelada
la Palabra del Señor: 1Sam 3,7.

Cuando el texto hebreo se refiere a que Samuel “aun no conocía”


al Señor, usa el verbo ‫ עדי‬- yadáh, que no se reduce a una
actividad intelectual, sino a una experiencia profunda de amor.
Por eso, la vida eterna consiste en “conocer” al Padre, el único
Dios verdadero y a su enviado Jesucristo (Jn 17,3).
A pesar de vivir en el ambiente de la liturgia, con sacrificios y
cantos sagrados, Samuel servía a alguien que no conocía. Era un
mero funcionario, acostumbrado a lo sacro, de tal manera que ya
no esperaba nada extraordinario, pues era un experto religioso.
Su servicio no lo capacitaba para reconocer la voz del Pastor
cuando le llamara por su nombre.

Hay personas que suponen que gracias a sus prácticas de piedad o atuendos
religiosos no precisan del Kerygma.
La parábola de la oveja perdida nos relata la historia de una
oveja que se escapa del rebaño y va hacía un desierto en donde
no hay caminos, y pierde la capacidad de regresar (Lc 15,4-7).
Sin embargo, la parábola de la moneda perdida es más trágica,
pues la moneda de la mujer se extravía en la casa; sí, en su
misma casa (Lc 15,8-10).
En la casa de Dios también se pierde la gente.
Es factible estar consagrados al servicio del Señor como un
funcionario, pero sin una relación personal con el Él.

Estos celosos apóstoles están fotografiados en la parábola del hijo pródigo:


Trabajan fielmente cumpliendo todas las órdenes y tornan con puntualidad a la
casa; sí, regresan a la casa, pero no vuelven al padre. Es muy distinto.
Además, se enojan y se niegan a entrar a la fiesta. No gozan ni muestran esa
alegría contagiosa de haber encontrado el tesoro escondido.

Una cosa es conocer a Dios de oídas, como Job (Job 42,5); y otra es recibir el
Evangelio por revelación de Jesucristo, como Pablo de Tarso (Gal 1,12). Es
posible estar en las cosas santas, los ritos litúrgicos y hasta tocar con las
manos los misterios de nuestra fe, pero no ser capturado ni seducido por el
exagerado amor divino.
Este peligro de suponer haber sido permeado por el Kerygma prolifera en
personas religiosas y cultas, pues imaginan que la Buena Nueva de Jesús está
incluida en sus prácticas religiosas, aunque algunas veces éstas carezcan de
sustento bíblico. Otros piensan que sus conocimientos teológicos ya han
cumplido y superado los objetivos del Primer Anuncio. Sin embargo, el caso
de Samuel nos demuestra que no es automático.

Tanto el Kerygma como la Catequesis tienen su propio tiempo y espacio


particular y nada ni nadie lo puede ni sustituir ni menos suplantar. Es más, el
Primer Anuncio va antes que todo lo demás. Es lo primero.

b. Pista de solución y desafíos pastorales


Los pecadores y prostitutas aceptaban a Jesús más fácilmente que la gente
buena que pensaba que no necesitaba la Buena Noticia. Quienes se oponían
rotundamente al mensaje evangélico era la casta religiosa, como los fariseos,
que eran los más difíciles de convencer, porque se consideran ya salvados y
justificados por su riguroso cumplimiento de la Ley, las tradiciones y
preceptos. No es lo mismo ser justo que ser justificado por Jesús. Hay quienes
se afanan más por autojustificarse, gracias a sus propios méritos, que por ser
justificados gratuitamente. El justo se gloría de sus virtudes y méritos. El
justificado glorifica a Dios por las maravillas hechas en él.

La aceptación de Jesús como único Salvador y su proclamación como Señor,


son obra del Espíritu Santo (1Cor 12,3). Se precisa de una revelación del
Espíritu para confesar a Jesús como único mediador y que no hay otro
Nombre dado a los hombres para ser salvado (Hech 4,12). Así pues, la
alborada para esta situación es recibir una revelación del Espíritu que nos
testifique la resurrección de Jesús, para creer y entregar nuestra vida bajo su
señorío.
El fariseo de Tarso de Cilicia imaginaba contar con
pasaporte y visa para salvarse. Era irreprochable y suponía
haberse ganado el cielo. Sin embargo, un día fue
sorprendido, y hubo necesidad de volver a comenzar todo
otra vez. Con razón, reconoce:
Ahora que alcancé a Cristo Jesús;
o mejor, que fui “alcanzado” por él,
todo lo tengo por pérdida y estiércol,
en comparación con la sublimidad
del conocimiento del Señor Jesucristo:
Flp 3,7.8.12.

Cuando Pablo se refiere a “ser alcanzado” usa el verbo χαταλαμβανω -


katalambano, que significa “agarrado, empuñado” con fuerza.
Haber sido apresado y capturado por Jesús fue la fuente de su conversión 2 y el
detonador de su misión apostólica: Él, el perseguidor, fue aprisionado en las
afueras de Damasco.
En la obra de la conversión, es Dios quien toma la iniciativa. Por eso, el
profeta pide:
Conviérteme, Señor, y me convertiré.
Hazme volver y volveré,
pues tú, YHWH, eres mi Dios: Jer 31,18a.

Pablo de Tarso nos habla de que era un perseguidor insolente


que maldecía el Nombre de Jesús. Pero, añade: “Encontré
misericordia y Dios tuvo a bien revelarme a su Hijo” (1Tim 1,13;
Gal 1,15-16).

Allí está la clave: Que Dios tenga misericordia y nos revele a su Hijo.
Desde los siete años, yo procuraba alcanzar a Dios y trataba de
servirlo. En mi juventud, llevé una vida religiosa muy esmerada,
con estudios de teología y Biblia. Hasta impartía cursos de
Sagradas Escrituras y lenguas bíblicas. Pero conocía al Señor
Jesús sólo por lo que mis maestros me habían enseñado; por lo
que yo leía o estudiaba, pero nunca había tenido un encuentro
personal con El Resucitado. Sabía citas y textos bíblicos de
memoria, hasta en griego, pero el Agua Viva de la Palabra no
había permeado mi corazón. Yo no había experimentado que el
Espíritu Santo revela la verdad completa y da testimonio de
Jesús.
Viví muchos años suponiendo vivir lo que no vivía. Pero como
desconocía lo que me faltaba, no tenía idea de qué se trataba.

A fines del año 1971, mientras vivía en la rutina espiritual, unas


personas me anunciaron por primera vez la Buena Noticia de la
salvación. Se notaba que eran testigos. Ellos me aseguraron que
se podía experimentar todo lo que está escrito en la Biblia, en
cuanto la vida en abundancia.
Esto suscitó una sed mezclada con curiosidad dentro de mí, pero
me parecía demasiado. Me dijeron que orarían para recibir una
nueva efusión de Espíritu Santo, para que el Paráclito me
revelara lo que sabios y prudentes de este mundo ignoran, pero
que Dios revela a los sencillos de corazón.
Yo me resistía, argumentando que ya había recibido Espíritu
Santo en mi bautismo y en mi confirmación. Pero entonces surgía
una duda: Si ya lo tengo, ¿entonces por qué comienzo mi día
cantando “Veni Creator Spiritus”? ¿El Señor no puede darme
más? ¿Necesito y quiero más Espíritu Santo?
Me oponía, pero al mismo tiempo no quería perder la
oportunidad. Yo puse a prueba a Dios: Si esto es para mí,
muéstramelo. Si fuera sólo vana ilusión, entonces no quiero
nada. Pero si es cierto que tienes preparado mi Pentecostés
personal, yo reconozco que lo necesito. Abro la puerta, Señor.
Aprovecha la oportunidad de probar que tienes poder para
transformar la vida de un fariseo.
Entonces, decidí arriesgarme y me dije a mí mismo: “Yo voy a
pedir el Espíritu Santo, y si después no me gusta, me regreso a
mis esquemas tradicionales”. Así, abrí mis brazos para que dos
personas oraran sobre mí para recibir conscientemente la
Promesa del Padre.
Yo no encontré a Dios cuando lo buscaba. Él salió al mi encuentro
de una forma sorpresiva y fuera de todo programa. Yo no lo
alcancé. Yo fui alcanzado. Él tomó la iniciativa. Creo que yo
también puedo decir que fue una revelación.
Mi conversión no fue de un gran pecador a justo. No. Fue más
radical y profunda: De justo a hijo; de “justo” a justificado; de
fariseo a pecador perdonado. Y comencé a vivir como hijo; y si
hijo, por lo tanto, también heredero de Dios y coheredero de
Cristo Jesús (Rom 8,17).

El problema de dar por supuesto el Kerygma está muy generalizado entre la


gente buena, con funciones eclesiales o títulos académicos.

El primer día de la semana, Jesús resucitado se apareció a sus


discípulos que estaban recluidos con las puertas cerradas por
miedo a los judíos. Sin embargo, aquella tarde, Tomás no estaba
presente. Cuando sus compañeros le comunicaron que el Señor
Jesús había resucitado y se les había aparecido a todos ellos,
este discípulo apodado “el gemelo”, no les creyó. Es más, desafió
al mismo Maestro: “Si yo no te veo y te toco, no voy a creer”.
No le bastaba el testimonio de los otros apóstoles. Necesitaba su
propia experiencia personal de Jesús resucitado.
Tomás era un apóstol, uno de los doce privilegiados, pero le hacía
falta un encuentro personal con Jesús resucitado.

A todos los que tratan de alcanzar a Jesús, trabajan en su viña y se empeñan en


servir al Maestro de Galilea, yo los invito a arriesgarse a pedir una nueva
efusión del Espíritu, que los lleve a una revelación de Jesús como Salvador y
Señor.
Los atuendos religiosos o cargos ministeriales no garantizan el haber
experimentado un encuentro personal con Jesús resucitado. Ninguna práctica
de piedad, artículo religioso, ni tampoco un título académico o función
jerárquica suplen el Primer Anuncio.
No sólo el pueblo de Dios precisa ser evangelizado con el Kerygma. También
los ministros y pastores, sacerdotes y profesionistas de la fe, predicadores y
catequistas. Muchos de ellos son apóstoles que todavía no han vivido su
Pentecostés personal que les revele lo que nadie puede conocer por sí mismo.

c. Resumen
Nada suple ni supera la Buena Nueva del Kerygma, porque el Evangelio es
una persona, Jesús, único y suficiente Salvador. No basta trabajar en la viña;
hay que conocer al Viñador.
2º PROBLEMA:
NO VALORAR LA FUERZA INTRÍNSECA
DE LA PREDICACIÓN
Y SATURARLA CON CATEQUESIS
a. Problema
εὐδόκησεν ὁ ϑεοις διαι τῆς µωρίας τοῦ κηρύγµατος σῶσαι τουις
πιστεύοντας
A Dios le pareció bien salvar a los creyentes
mediante la necedad (locura)
de la Proclamación (del Kerygma):
1Cor 1,21b.

No negamos que el Kerygma tiene una apariencia tan sencilla (μωρία - moría)
que los sabios catalogarían de simplista, así como ciertos teólogos pueden
considerarlo incompleto. Como su esencia no radica en tesis teológicas ni
disertaciones filosóficas, sino que se reduce a la presentación de una Persona
que viene a salvar; muchos caen en la tentación de “completar y mejorar
doctrinalmente” el Kerygma con catecismo y teología. Si esta sabia actitud
tuviera razón, se debería también aplicar a la predicación de Jesús, hecha con
parábolas y curaciones.
Ya desde hace veinte siglos, San Pablo reporta que a los eruditos griegos les
parecía demasiado pobre la Predicación Apostólica y exigían σοφία - sofía:
sabiduría de parte de los predicadores:
Los griegos buscan sabiduría:
1Cor 1,22b.

El error medular que explica el fiasco de Pablo en el areópago de


Atenas, es que tal vez, presionado por encontrarse en la cumbre
de la cultura helénica, cambia el contenido que antes le había
dado buenos resultados en la plaza de la ciudad. A lo largo de su
exposición, adornó tanto su discurso que diluyó la esencia del
Evangelio.
También perdió el objetivo: en vez de punzar los corazones para
que se volvieran a Dios, trató de agradar a los oyentes con frases
de los poetas de su tiempo.
Pablo rasuró y maquilló el Mensaje; y lo quiso compensar con
retórica y oratoria. Mutiló tanto el Anuncio, que ni siquiera
nombra a Jesús; ni menos hace alusión a su muerte en la cruz.
Toca el tema de la resurrección pero no se refiere a El
Resucitado. También omite que él es un testigo que ha
experimentado la nueva vida en Jesús.
Por otro lado, se apoya en filósofos estoicos y sabios de la
rotonda de los hombres ilustres de Atenas. En vez de citar a los
profetas inspirados por el Espíritu, alude a Epiménides de Cnosos
y Arato.
Lo curioso es que a pesar de que este discurso es una joya
literaria, los atenienses le echaron tierra para sepultarlo y lo
catalogaron como καταγγελεῦς εῖναι - katangueleus eínai: ser
charlatán (Hech 17,18)3.

Por eso sale rápidamente de Atenas afectado tal vez con una profunda
depresión que él mismo describe: débil, tímido y tembloroso (1Cor 2,3).
Algunos, sobre todo por la preocupación de la sana doctrina, piensan que el
Kerygma debe ser completado. Por eso, mucha gente erudita y con títulos
académicos que no ha experimentado el poder intrínseco de El Evangelio,
trata de mejorar la Buena Nueva con elementos doctrinales o hasta cancela
aspectos esenciales.

Así, como Pablo suprimió algunos puntos imprescindibles del Kerygma en el


Areópago ateniense, muchas veces nosotros no presentamos “El Evangelio de
la Gracia” (Hech 20,24); es decir, la Buena Noticia de que la salvación es
gratuita. Se omite el proclamar la Buena Noticia que los méritos de Cristo
Jesús han cubierto suficientemente la deuda completa y que ya estamos en paz
con Dios (Col 2,14; Rom 5,1).

Por otro lado, añadiendo tantos temas doctrinales o aspectos del Dogma
Católico, causamos una indigestión mental. Tratar de insertar toda la doctrina
de la fe en el Anuncio Kerygmático, resulta antipedagógico; pues, se diluye la
fuerza intrínseca del Evangelio. Entonces, la estrella del Kerygma queda
reducida al siguiente dibujo:

Una fría noche de invierno, se celebraba el bautizo de un bebé de uno de los


políticos más prominentes del país. Por razones de seguridad ante tantos
secuestros, la ceremonia se celebró en una rica finca, en las afueras de la
ciudad.

Los invitados llegaban en carros de lujo. Al entrar, dejaban sus


abrigos y pieles en las manos de la servidumbre, y luego
pasaban a la casa que estaba ricamente adornada e iluminada.
A las ocho de la noche en punto, se apareció el obispo y pidió
que se celebrara inmediatamente la ceremonia. Todos corrieron,
trajeron los ornamentos y el agua. Los padrinos ya estaban al
frente. La mamá fue por el bebé, pero no lo encontraba. La
servidumbre buscaba dónde estaría la criatura.
Entre los invitados se corría un rumor: ¿habrá sido secuestrado?
Después de un tiempo razonable, el obispo se excusó y salió.
Ante la zozobra de familiares y amigos, los invitados comenzaron
a solicitar sus atuendos para despedirse.
Pero cuando quitaron el último abrigo de mink, allí, abajo, estaba
el bebé asfixiándose.

Eso mismo acontece cuando añadimos tanta riqueza catequética en el Anuncio


Kerygmático; ya no sabemos dónde quedó Jesús. Se cargan tantos elementos
de doctrina y dogma, que al final es difícil encontrar a Jesús debajo de tantas
pieles de doctrina y abrigos de teología.
Integramos tanta doctrina en el Kerygma que se pierde lo esencial. De aquella
Buena Noticia de Jesús muerto, resucitado y glorificado por nosotros, como
Salvador, Señor y Mesías para nosotros, sólo queda “MUERTO”.
Esto se debe a que no se ha valorado el poder intrínseco del Evangelio; “que
es fuerza de salvación para todo el que cree” (Rom 1,16), y en el
fondo, porque no se han experimentado en carne propia los frutos de una
evangelización kerygmática.

No podemos creer o usar la fuerza de la Proclamación si antes nosotros


mismos no hemos experimentado que el Evangelio es Dynamis, fuerza de
Dios para la conversión.

El recolector de impuestos, Mateo, escuchó la Palabra del


Maestro que le ordena: ἀκολούθει μοί -akoluthei moí: “Sígueme”
(Mt 9,1). Este llamado lo deja tan marcado, que va a enfocar su
escrito en las palabras y discursos de Jesús. Valora la Palabra
porque antes él fue tocado y tatuado por ella.
Si no hemos escuchado la Palabra, ¿cómo es posible transmitirla;
y aun más, impactar con ella a los demás?

b. Pista de solución y desafíos pastorales


Cuando el Apóstol escapa de la capital de la ciencia y la cultura, Atenas, se
encamina a la capital del pecado, Corinto. Él mismo nos cuenta:

Yo, hermanos, cuando fui (a Corinto),


no confié en el prestigio de la palabra
o la sabiduría para anunciarles
el misterio de Dios,
pues no quise saber entre ustedes
sino a Jesucristo, y éste crucificado.
Y me presenté ante ustedes débil,
tímido y tembloroso.
Y mi palabra y mi predicación no tuvieron nada
de los persuasivos discursos de la sabiduría,
sino que fueron una demostración
del Espíritu y del poder para que su fe
no se fundase en sabiduría de hombres,
sino en el poder de Dios:
1Cor 2,1-5.

Así como el burro aprovechó la tierra que le caía encima y, después de


sacudírsela, formaba una plataforma que le ayudara a salir del pozo, también
Pablo transformó el fracaso de Atenas en aprendizaje de cómo no hacer las
cosas. Gracias a que supo redimensionar sus omisiones, logró establecer con
claridad diferentes aspectos de la evangelización. Como el burro de la
historieta, la tierra de la ironía y el desprecio de los cultos atenienses le
sirvieron para no caer más en el mismo error. Gracias a su fracaso, reacciona,
y declara que “Dios quiso salvar a los hombres mediante la
μωρία - moría: locura de la Proclamación Kerygmática” (1Cor
1,21).
También define la esencia de la Proclamación:
Les transmití, en primer lugar,
lo que a mi vez recibí:
Cristo murió por nuestros pecados,
según las Escrituras;
que fue sepultado y que resucitó al tercer día,
según las Escrituras:
1Cor 15,3-4.

En su testimonio a los líderes de Éfeso, establece el contenido del Primer


Anuncio: “El evangelio de la Gracia” (Hech 20,24b): La salvación es gratuita.
Luego define el objetivo de la Predicación: “Que se conviertan a Dios y
crean en el Señor Jesús” (Hech 20,21).

Muchos miembros y hasta jerarcas de la Santa Iglesia Católica no han


escuchado ni aceptado el Evangelio de la Gracia; y por eso no han
experimentado la conversión evangélica, la cual no se limita a un cambio de
moral sino de esquema: Lo que importa y vale no es lo que nosotros hacemos
por Dios, sino lo que Él ha hecho por nosotros.

Los gálatas habían sido evangelizados con gran poder, con signos, prodigios y
milagros. Pero muy pronto, seducidos por los cristianos judaizantes, vuelven a
la Ley como medio de salvación. Entonces, Pablo reacciona con fuerza y les
reta con claridad:
¡Estúpidos gálatas!
¿Quién los fascinó a ustedes, a cuyos ojos
fue presentado Jesucristo crucificado?
Quiero saber de ustedes una sola cosa,
¿recibieron el Espíritu por las obras de la ley
o por la fe en la Predicación?
Me maravillo de que abandonando
al que los llamó por la gracia de Cristo,
se pasen tan pronto a otro evangelio.
No que haya otro,
sino que hay algunos que los perturban
y quieren deformar el Evangelio de Cristo.
Pero aun cuando nosotros mismos
o un ángel del cielo les anunciara
un Evangelio distinto
del que les hemos anunciado,
¡sea anatema!
Como lo tenemos dicho, también ahora lo repito,
si alguno les anuncia un Evangelio distinto
del que han recibido, ¡sea anatema!:
Gal 3,1-2; 1,6-9.

El Apóstol ha aprendido la dura lección del areópago ateniense y declara que


el mensaje no puede revestirse de sabiduría.
La liturgia eucarística proclama algo que debiera ser una realidad en cada uno
de los que participamos en la Eucaristía: “Señor, yo no soy digno de que
vengas a mí, pero una Palabra tuya, bastará para sanarme”. Y esa Palabra tiene
un nombre y un perfil, se llama Jesús de Nazaret, que fue concebido por el
Espíritu Santo en el vientre de María.
El día de Pentecostés, el discurso de Pedro se concentra en una sola persona:
Jesús. Le bastaron tres minutos para convertir a 3,000 personas. ¿Qué le faltó
a su predicación aquella mañana gloriosa en la plaza? Luego, con un discurso
más breve, convierte a 2,000 personas, pues va a lo esencial del Anuncio
Kerygmático:
No hay bajo el cielo otro nombre
dado a los hombres
por el que nosotros debamos ser salvados:
Hech 4,12.

El primer evangelista en consignar por escrito la vida y mensaje de Jesús, fue


Marcos4. En su firmamento sólo brilla un sol, Jesús, el Evangelio de Dios.
Después, basado en Marcos, se redactó el evangelio de Mateo que es
catequético y el de Lucas que es misionero. El escrito de Juan, muchos años
después, está destinado para pastores. Pero todo comenzó con el de Marcos.
Tal vez encontramos un mensaje en esta cronología. En la vida cristiana
debemos iniciar con Marcos, cristocéntrico, para después ser catequistas,
misioneros y pastores. Invertir el orden traiciona la tradición e invierte la
pedagogía de la fe.
Urge valorar el Kerygma como δύναμις - Dynamis: fuerza de Dios para la
salvación. No centrarnos en los planetas de nuestra teología ni en los satélites
de nuestra fe, sino en el único sol de justicia: Cristo Jesús, porque cuando
elaboramos una constelación con tantos elementos doctrinales y catequéticos
nos perdemos en la inmensidad de los espacios.
En su madurez como Apóstol, Pablo pide a los colosenses que aprecien la
Palabra de Dios:
La Palabra de Cristo habite entre ustedes
con toda su riqueza: Col 3,16a.
También ordena a Timoteo:
Predica la Palabra:
2Tim 4,2.

En la Iglesia Católica todavía tenemos tanto camino por delante para valorar
la Palabra revelada.

A pesar de no ser teólogo, fui invitado de manera personal por el


Cardenal Marc Ouellet al Simposio Teológico del Congreso
Eucarístico Internacional, en Quebec en 2008, con la presencia
de los teólogos más connotados del planeta.
Mi participación respondía a una presentación magistral de una
gran autoridad eclesial. Después de los aplausos a tan profunda
disertación, yo reaccioné, señalando que en dicha intervención
se hicieron 37 citas del Magisterio de la Iglesia y teólogos
modernos, y sólo tres de la Palabra de Dios. Entonces cuestioné
si la teología moderna se elaboraba con reflexiones de
reflexiones de teólogos, (“refritos”, se dice en México), o se
debía recurrir al viejo método de los Padres de la Iglesia, de
partir de la Palabra de Dios. Enseguida pregunté cuántos de los
presentes en tan selecto evento, traían la Biblia. Entre tantos
cardenales, obispos y teólogos había sólo cinco, sí, cinco Biblias y
una memoria USB (pen drive) que contenía la Biblia electrónica.

Afortunadamente había una pintura del primer obispo de


Quebec, don Francisco de Laval (1623-1708), que llevaba una
Biblia en la mano. Yo aproveché la oportunidad para afirmar: “Yo
sabía que al menos un obispo debía traer la Biblia”.
Al terminar la sesión, algunas personas me agradecieron mi
valentía. Otros, me veían con sospecha y no pocos (de los que no
tenían Biblia) me reclamaron mi falta de respeto.
En los Cursos de la Escuela de Evangelización San Andrés, el centro
geográfico no es una imagen, cuadro religioso; ni siquiera el púlpito del
predicador, sino un altar con una Biblia abierta. Cada día, una comunidad se
ingenia por adornar con creatividad este espacio con motivos propios de la
cultura local.
En un Curso que impartíamos en Gyor, Hungría, en una rústica
mesa colocaron la Biblia sobre un tronco de árbol. No había
mantel, incienso, flores ni nada.
Yo cuestioné a la comunidad responsable si no les faltó
creatividad para encontrar adornos que hicieran resaltar la
importancia de la Palabra de Dios.
Después de unos segundos de tenso silencio, el responsable se
levantó, se acercó a la Palabra y dijo:
- La Biblia no precisa de decoración, porque es la Palabra de
Dios. Tampoco necesita lámparas, porque la Palabra es luz.
¿Usted le pondría unas velas al sol?
Luego, se inclinó reverente ante la Escritura, la besó y se retiró,
mientras todos abrazábamos nuestras Biblias.

La renovación litúrgica en un principio dio grandes pasos. La renovación


catequética culminó con la edición del Nuevo Catecismo de la Iglesia. Pero la
renovación bíblica aun está lejos de arraigar en la Iglesia, tanto en los
feligreses como en los ministros.

Un obispo que participó en el Sínodo de Obispos 2008, sobre la


Palabra de Dios, me confesó en voz baja:
- Me daba trabajo encontrar un participante con su Biblia.
Se hablaba de la Biblia, en vez de dejar hablar a la Palabra. Había
muchos más libros y catecismos que Biblias.

Hoy, que se refuerza la adoración eucarística y se establecen capillas


especiales con este motivo, ¿no sería más completo que frente a Jesús-
Eucaristía estuviera la presencia de Jesús-Palabra?
Primero es el Kerygma, después, siempre después y únicamente después,
viene la Catequesis. No por despreciarla; al contrario, porque esta última
cobra plusvalía por aquellos que han nacido de nuevo. La perla de la doctrina
sólo se valora por quienes han acogido en su corazón la Palabra de salvación.
De otra forma se transforma en una información que no tiene relación con la
vida. Un muerto primero necesita resucitar. Después, sólo después y siempre
después, alimentarse.

Cuando Jesús llegó a la casa de Jairo, sobre la cama yacía tendido


el cuerpo de una niña de doce años que acababa de morir. Jesús
la resucita con su Palabra poderosa y después la entrega a sus
padres para que le den alimento (Lc 8,51-55).

Nuestro error pastoral consiste en invertir el proceso, ofreciendo el rico


manjar del Depósito de la fe a quienes todavía están muertos.
Los egipcios colocaban los más exquisitos platillos en la cámara
funeraria del difunto. Pero el muerto jamás los probaba, porque
un muerto no necesita comer, sino resucitar.
Que el Kerygma sea el primer paso no significa que le falte doctrina,
simplemente que después, pero hasta después, se debe construir un sistema de
formación permanente que propicie el crecimiento hasta la estatura de Cristo a
quienes, gracias a la Proclamación de la Buena Nueva, han nacido de nuevo.

El Kerygma es tanto la fuerza de muchos hermanos evangélicos y cristianos,


como la debilidad de tantos católicos. Por eso, urge valorar el Primer Anuncio
como el alma de nuestra Iglesia.
Sin dejar de reconocer a las personas o instituciones que evangelizan con el
Kerygma, tocando los corazones y transformando las vidas, mediante un
encuentro personal con Jesús resucitado, nos debemos preguntar si en nuestra
parroquia, movimiento apostólico o predicación, la gente se agolpa para
escuchar la Palabra de Dios o se cae en la indiferencia.

Por los frutos se conoce el árbol. Si la Iglesia católica convoca multitudes que
se someten al Señorío de Jesús y transforma su vida para ser factor de
instauración del Reino de Dios, debemos continuar con nuestros esquemas
pastorales que están dando fruto abundante y permanente. Pero si nuestra
estrategia pastoral no fructifica al ciento por uno, entonces la solución es muy
sencilla: echar la red del otro lado. Si nuestros argumentos teológicos o
disertaciones doctrinales no han logrado superar el relativismo, hay que
predicar el Kerygma puro, apostando a su poder intrínseco que es capaz de
tocar los corazones más duros.

El subjetivismo religioso es hijo del dogmatismo y sólo florece en quienes no


han sometido su vida bajo el Señorío de Jesús. La indiferencia religiosa cunde
cuando faltan Cenáculos o Emaús. Es más, conozco tanta gente que ha
perdido la fe, no en el mundo secularizado, sino en cursos de teología o
escuelas de catequesis, dónde los maestros con ideas personales, al margen de
la Biblia y contrarias al Magisterio de la Iglesia, apagan el fervor de los
asistentes con teorías y conclusiones hasta contrarias a la revelación.
c. Resumen
El imperativo evangélico de anunciar la Buena Noticia a toda la creación se ha
transformado en “Id y evangelizad a los católicos” que no han recibido el
Kerygma; a quienes estudiaron catequesis, cumplen la moral cristiana; a
quienes son expertos en el dogma y la teología. Id y evangelizad a quienes aún
no han acogido en su corazón la Buena Nueva del Evangelio; que tienen una
biblioteca de conocimientos en su mente, pero que todavía no le han abierto el
corazón al Señor Jesús que está tocando (Ap 3,20).
La Proclamación ha sido y será siempre muy sencilla, porque su esencia no es
un catálogo de tesis teológicas ni un elenco de doctrina, sino simplemente “La
Buena Nueva de Jesús; el Mesías” (Hech 8,35b), o tal vez, mejor: Jesús como
la Buena Nueva.
Tanto el centurión pagano y la Iglesia, no dicen: “Señor, yo no soy digno de
que vengas a mí, pero un largo discurso o todo el catecismo bastarán para
salvarme”. No. “Una Palabra”; sí, una palabra es capaz de salvarnos y
sanarnos, porque esa Palabra tiene un perfil y un nombre: Se llama Jesús,
logos hecho carne.
La eficacia de la Catequesis depende cuándo se imparta. Nunca antes del
Kerygma ni menos en vez de. La frase de San Pablo expresada en fórmula
negativa: “No me avergüenzo del Evangelio” podría ser enunciada en forma
positiva: “Me enorgullezco del Evangelio. Me glorío del Kerygma”.

3ER PROBLEMA:
SUPONER QUE EL KERYGMA
ES PROTESTANTE, Y CATOLIZARLO
CON SACRAMENTOS Y DEVOCIONES
a. Problema

Como nuestros hermanos evangélicos, Iglesias Protestantes o Pentecostales


predican “a tiempo y a destiempo” la Buena Nueva de la salvación, algunos
han llegado a suponer que el Kerygma es protestante y, por lo tanto, le hacen
falta elementos de la fe o tradición católica.
Para compensarlo, se elabora un embutido de sacramentos, cayendo en el
sacramentalismo, que hasta devalúa a los mismos sacramentos. Las personas
que temen que se pierda el valor de los sacramentos en el Primer Anuncio, en
verdad son ellos quienes no los aprecian, pues en su esquema los sacramentos
no son valorados en su exacta dimensión: canales de la gracia de Jesús muerto
por nosotros y resucitado para nosotros. En otras palabras, resultó peor el
remedio que la enfermedad que ellos trataban de curar.
El diácono Felipe predica al eunuco etíope la única Palabra
que salva y sana:
Felipe, partiendo de la Escritura,
se puso a anunciar la Buena Nueva de Jesús:
Hech 8,35.
Felipe se centra en un solo tema: Jesús, o Jesús como la Buena
Noticia de Dios para toda la humanidad. ¿Le faltó algo para
convertir al funcionario de Candace?
Es muy probable que Felipe se haya referido al bautismo, pero no
lo propone, ni menos impone. Es el eunuco quien lo solicita. Una
buena presentación del Kerygma culmina con la experiencia
sacramental como coronación del proceso evangelizador.

¿Cuántas personas piden hoy el bautismo de forma libre y consiente? ¿No será
por falta de El Anuncio?
En contrapeso de la supuesta pertenencia protestante del Kerygma, se valoran
más algunas revelaciones privadas o devociones sin identidad evangélica. En
algunas ocasiones hasta se compite con el papel de Jesucristo como único
mediador entre Dios y los hombres (1Tim 2,5). Por desgracia, para no pocas
personas, estas devociones se han convertido en el color que los identifica
como católicos. ¿No sería ya oportuno una denuncia profética de lo que en
algunos casos aborda la frontera de la idolatría?

El Kerygma no necesita ser bautizado ni menos suplido con revelaciones


privadas; especialmente cuando éstas contienen elementos contrarios a la
revelación. Tampoco le faltan sacramentos; al contrario, es el mejor camino
para una vivencia profunda de la vida sacramental. Por el contrario, cuando se
desubica y el valor de los sacramentos en el Primer Anuncio, se cae en el
sacramentalismo que devalúa los sacramentos y diluye la fuerza de la
Predicación Apostólica.

b. Pista de solución y desafíos pastorales


La Proclamación que encontramos en los discursos kerygmáticos es el alma
de la Iglesia. Si Pedro y Pablo, el diácono Felipe y el evangelista Marcos
fueron los primeros que anunciaron esta Buena Noticia, entonces el Kerygma
es la raíz de la Iglesia apostólica. ¿Por qué suponer que es protestante? Se
pretende catolizar lo más católico que existe. El Kerygma era y es católico.
No necesita ser bautizado ni catolizado.
Como existen muchas personas que recibieron sacramentos antes de ser
evangelizados, nuestro reto pastoral es evangelizar a los bautizados, ya que no
por haber recibido sacramentos se está evangelizado.
Hay que aprovechar la oportunidad; y como el burro de la historieta, construir
una plataforma para salir del oscurantismo bíblico.

c. Resumen
El Kerygma no es protestante, sino apostólico. Si nuestra Iglesia es apostólica
debe recuperar la Predicación original de la Iglesia primitiva.
4º PROBLEMA:
HACER CATEQUESIS DEL KERYGMA
a. Problema
Ya vimos que la Proclamación de la Buena Nueva de Jesús es tan sencilla, que
se cae en la tentación de mejorarla con elementos catequéticos y hasta con
devociones poco bíblicas.
Sin embargo, existe otro peligro más sutil: Transformar el grito de la Buena
Noticia, en una lección de catequesis o teología. No se evangeliza, sino que se
hace reflexión teórica sobre la Predicación Kerygmática. El Primer Anuncio
se convierte en una elocuente aula de instrucción doctrinal.

Hacer Catequesis del Kerygma sería como si una caravana


perdida por varios días en el desierto, por fin encuentra un oasis.
Pero el guía, en vez de dejar que los exhaustos peregrinos
deshidratados tomen el agua que necesiten; antes comienza a
dar una cátedra de la diferencia de los cuerpos sólidos, líquidos y
gaseosos, para terminar tejiendo una fina elucubración sobre la
constitución química del agua y la interacción del hidrógeno con
el oxígeno.

Hace poco conocí un manual del Primer Anuncio elaborado por una
Conferencia Episcopal. El libro se llamaba: “Queremos ver a Jesús”, pero era
más bien una disertación fría sobre el Kerygma, que una Proclamación de la
Buena Noticia de que ya fuimos salvados gratuitamente y podemos vivir
como salvados, gracias a la muerte y resurrección de Jesús, el Mesías. Atacaba
más a Lutero, que presentar a Jesús. No se presentaba la Buena Noticia;
simplemente se analizaba la doctrina de los diferentes puntos de El Anuncio.

Cuando transformamos el grito en enseñanza y el testimonio en disertación


teológica, no se traspasan los corazones. Se conocen temas, pero no se tiene
un encuentro personal con Jesús vivo. Se transmite doctrina, pero no se
motiva ni desafía a los oyentes para acoger a Jesús; menos para confesarlo
Salvador y proclamarlo Señor. Se elabora una sabia tesis de pneumatología,
pero no se recibe una nueva efusión del Espíritu Santo.
Aquí presentamos un ejemplo de los seis puntos del Kerygma 5 que
generalmente son convertidos en Catequesis, o lo que también podríamos
describir como una Catequesis del Kerygma.

1 punto del Kerygma: Amor de Dios


er

La Proclamación se convierte en Catequesis cuando el tema se centra en las


etimologías de la palabra, que sólo iluminan las mentes, sin traspasar los
corazones. Se transmite instrucción, reduciéndose a una ilustración mental que
no mueve la voluntad para dejarse amar por Dios.

2º punto del Kerygma: Pecado


Este tema se convierte en Catequesis cuando no se permite que el Espíritu
Santo convenza de pecado a la persona que ha perdido el control de su vida y
que no se puede salvar por ella misma.
El maestro que no es testigo, toca aspectos morales y suscita el voluntarismo
para salir de situaciones de pecado o actitudes pecaminosas. De esta forma, no
se llega al corazón de la conversión que es obra de Dios (Cf. Jer 31,18).

3 punto del Kerygma: Salvación gratuita en Jesús


er

La salvación gratuita, gracias a la muerte y resurrección de Jesús, se convierte


en Catequesis cuando simplemente se imparte una cátedra de soteriología y se
ofrece la sana doctrina católica de la justificación, de preferencia oponiéndola
a la visión luterana. Se trata más de un ejercicio mental, pero que no mueve la
voluntad a abrir las puertas a Jesús. No se presenta el testimonio de haber sido
salvado.

4º punto del Kerygma: cómo hacer nuestro


el don gratuito de la salvación

Hay maestros y predicadores que enfocan su tema en un raciocinio


catequético del ser y significado de la fe y la conversión, pero no dan
oportunidad al evangelizado para que invite a Jesús a su corazón. Van
directamente a la renuncia del pecado; cayendo casi siempre en el moralismo.
La renuncia al pecado es consecuencia de confesar a Jesús Salvador y
proclamarlo Señor de toda la vida. Es él quien nos libera del pecado. Nosotros
no nos podemos salvar por nosotros mismos.

5º punto del Kerygma:


La Promesa del Espíritu Santo

El tema de la Promesa del Espíritu Santo se convierte en Catequesis cuando se


reduce a una presentación doctrinal de la Persona y la obra de la tercera
Divina Persona de la Trinidad en la Historia de la Salvación.
El catequista ilustra la mente dando teoría muy interesante sobre el papel del
Espíritu Santo en la vida del creyente, pero no ofrece ejemplos vitales de lo
que ha acontecido en su historia personal. La Predicación que no suscita en los
oyentes la sed del Agua Viva que salta hasta la vida eterna, es porque el
mensaje se ha transformado en aula de pneumatología.

6º punto del Kerygma: La comunidad

Este tema se transforma en Catequesis cuando se imparte una cátedra teórica


sobre la Iglesia, especialmente sobre su estructura jerárquica basada en el
Concilio Vaticano II o los últimos descubrimientos de los teólogos, pero no
nos motiva a vivir como Cuerpo de Cristo con diversidad de carismas y
ministerios.

b. Pista de solución y desafíos pastorales


Primero es lo primero. Respetar el proceso pedagógico de la fe: Primero el
Kerygma y después la Catequesis.
Mientras el crepúsculo teñía de rojo el cielo, a la orilla del lago de
Ipacaraí, un joven seducía y adulaba a su compañera con frases
románticas que hacían vibrar de emoción: Le dijo:
- Casi todo en ti es belleza y hermosura.
La joven se quedó perpleja por eso de “casi todo” y con una
mirada pidió explicación.
El joven asintió con la mano y continuó:
- Tus lindos ojos, luceros que iluminan; la pequeña boca con finos
labios, tu pelo que cae como catarata, tu nariz afilada que
pareces estatua griega… pero lo único malo es que a pesar de
que cada parte de tu rostro es bella y hermosa, todo lo tienes
mal acomodado.

Eso mismo nos puede pasar a nosotros si no ubicamos el Kerygma y la


Catequesis. Ambos son bellos, pero no basta. Tienen que estar bien
acomodadas. Primero se nace a la Nueva Vida y después se crece hasta la
estatura de Cristo Jesús.

Las personas comprenden mejor los misterios de la fe y valoran la riqueza de


la Catequesis después del Anuncio Kerygmático, por lo que es antipedagógico
hacer Catequesis del Kerygma.
Urge recuperar a cualquier precio el único centro de gravitación del
Evangelio: el sol de Jesús de Nazaret. Los planetas y los satélites catequéticos
vienen sólo después y en dependencia de él.

c. Resumen
Es tan peligroso invertir el orden pedagógico del Kerygma antes de la
Catequesis, como impartir un Kerygma catequético, porque es engañoso. Sería
como una higuera que sólo tiene follaje pero carece de frutos.
5º PROBLEMA:
SER IMPARTIDO POR CATEQUISTAS
O MAESTROS QUE NO SON TESTIGOS
a. Problema

Un problema gemelo del anterior es cuando el Kerygma es


impartido por catequistas que no son testigos de la resurrección
de Jesús. No basta ser un teólogo titulado en alguna universidad
católica. No. Es necesario antes “nacer de nuevo”. Tampoco es
suficiente ostentar un ministerio en la Iglesia, sino haber vivido
su propio Damasco. De otra forma, sería transmitido por simples
reporteros.
Los dos peregrinos de Emaús eran discípulos que pertenecían al
selecto grupo de los 72.
Aquella tarde, que regresaban tristes a su aldea, se encontraron
con un caminante misterioso que les pidió cuenta de lo que
sucedía. Fueron testigos de la predicación así como de los
milagros de Jesús. Le dieron una cátedra de Cristología al mismo
Jesús resucitado. Contaron que aquel nazareno había fomentado
la esperanza de la restauración, pero esta llama ya se había
extinguido en la cumbre del Calvario donde fue crucificado y
posteriormente sepultado.
Mas, cuando entraron al tema de la resurrección, ellos no tenían
nada qué decir, y sólo repitieron lo que las mujeres habían dicho
que los ángeles les dijeron.
Eran testigos de la muerte, pero simples reporteros de la
resurrección de Jesús.

Esto se repite más frecuentemente de lo que suponemos en los ámbitos


eclesiásticos.
Después de haber estudiado filosofía y Biblia, yo ya daba cursos
de Biblia, pero todo lo almacenaba únicamente en mi cabeza.
Había estudiado Catequesis en el Instituto Lumen Vitae de
Bruselas, Bélgica, pero aún no había recorrido el camino de
Emaús para arder mi corazón con el fuego de la Palabra. Mis
conocimientos eran simple teoría y no experiencia de vida.
Pero un día llegaron unos laicos que no poseían mi formación
académica. Especialmente había una mujer muy simple que
describió la conversión de Zaqueo como jamás nadie me la había
explicado. Me convidó a subirme al árbol para ver pasar a Jesús,
y luego para que yo lo invitara a entrar en mi casa como yo
nunca lo había hecho antes.
¿Qué tenía esta mujer que no había estudiado ni sabía todo lo
que yo conocía?

b. Pista de solución y desafíos pastorales


El Resucitado no se aparece sino sólo a los testigos que han de anunciar su
gloriosa resurrección:
A (Jesus), Dios le resucitó al tercer día
y le concedió la gracia de aparecerse,
no a todo el pueblo, sino a los testigos
que Dios había escogido de antemano;
a nosotros que comimos y bebimos con él,
después que resucitó de entre los muertos:
Hech 10,40-41.

Por lo tanto, el Kerygma sólo debe ser proclamado por quienes han tenido “un
tipo de aparición” de Jesús vivo. Los maestros enseñan, el testigo contagia su
experiencia, mostrando que lo que le ha sucedido a él, puede acontecer a todos
los que lo escuchan.
Si Jesús se apareció a quienes irían a predicar el Evangelio, esto significa que
son testigos que han tenido un encuentro personal con El Resucitado, más que
con un volumen de catecismo; y no porque la doctrina no sea buena, sino
simplemente porque no es su momento.
No basta ser reportero que trasmite con exactitud lo que los corresponsales le
informaron. Hay que ser testigos que confiesen: “Me sedujiste, Señor; y me
dejé seducir, porque me amaste tanto que enviaste a tu Hijo, no para
condenarme por mis pecados, sino para salvarme”*.
San Pablo distingue diversos ministerios en la Iglesia:

(Dios) dio a unos el ser apóstoles;


a otros, profetas; a otros, evangelizadores;
a otros, pastores y maestros:
Ef 4,11.

El ministerio del evangelizador es diferente del ministerio del maestro. Ambos


son necesarios, pero cada uno tiene su campo de competencia y su momento.
Al maestro no le corresponde anunciar el Kerygma (a no ser que también sea
testigo), sino transmitir la enseñanza sistemática de la fe por medio de la
Catequesis. Al evangelizador no le concierne entrar en el campo de la doctrina
mientras anuncia el Kerygma.

La principal característica de quien proclama el Kerygma es que es un testigo


ungido por el Espíritu Santo para traspasar los corazones.
El objetivo del Primer Anuncio no es iluminar el entendimiento, sino retar la
voluntad para que acepte o rechace la salvación gratuita. No se trata de una
enseñanza sistemática, sino de motivar mediante un testimonio de cómo fue su
encuentro con Jesús y qué pasó después de que confesó a Jesús como su
Salvador personal y lo proclamó Señor de toda su vida. El compartir lo que
Dios hizo en el predicador motiva a los participantes para que dentro de ellos
se suscite una sed, que los haga cuestionar: “Y yo, ¿por qué no?”.

Por eso, primero el evangelizador anuncia el Kerygma, avalado con su


testimonio de vida; posteriormente el maestro enseña la doctrina. La
pedagogía de la fe comienza con el grito que despierta y se continúa con la
enseñanza que ilumina la mente. Si el Kerygma en el golpe de la campana, la
Catequesis es el resonar de ese sonido.
Por último, quiero subrayar la característica que identifica a un buen
evangelizador. Si el color de un catequista o maestro es la sabiduría y solidez
de los argumentos, el rostro de un evangelizador es la alegría; la alegría de
haber encontrado el tesoro escondido. Así lo ha repetido varias veces el Papa
Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi.

c. Resumen
El evangelizador tiene su campo y momento de trabajo. Ni el evangelizador
debe invadir la obra del maestro que enseña, ni menos el maestro o catequista
ha de enseñar y transmitir doctrina durante el Kerygma.

6º PROBLEMA:
CARECER DE COMUNIDAD QUE
RESPALDE Y ACOJA AL EVANGELIZADO
b. Problema

Cuando se cumple el objetivo de nacer de nuevo, gracias a una nueva efusión


del Espíritu, la cosecha es tan abundante que se ha de prever cómo y dónde
almacenarla para que no se pierda, ya que Jesús nos pide no sólo producir un
fruto abundante, sino que permanezca (Jn 15,8.16).
Si pescamos una gran cantidad de peces grandes pero no contamos con la
infraestructura para mantenerlos en la barca de nuestra Iglesia, estamos
actuando con paternidad irresponsable.

Cuando no poseemos los medios para que aquellos que han nacido de nuevo
crezcan hasta la estatura de Cristo, entonces en el mejor de los casos, ellos
emigran a otros grupos religiosos, como evangélicos, protestantes o
pentecostales; pues no encuentran en nuestras parroquias la ayuda y medios
para crecer y perseverar. Es como si llegaran las aves del cielo a llevarse lo
que nosotros habíamos sembrado.

Pero lo peor es cuando los recién evangelizados regresan a su vida del hombre
viejo, porque nosotros no tenemos nada más que ofrecerles. Es como si los
abrojos y espinos ahogaran la semilla que ha fecundado.
Algunas veces hasta se puede hacer la pregunta: ¿Vale la pena evangelizar a
quienes después han de volver a la vida de antes o se integran a otras iglesias
cristianas en búsqueda de alimento? ¿Estamos sembrando nuevos cristianos
que van a ser cosechados por otras iglesias evangélicas? ¿Nosotros cargamos
con el peso y la fatiga de llevar la semilla y ellos vuelven contentos trayendo
las gavillas?
b. Pista de solución y desafíos pastorales
Para que la pesca no se pierda, necesitamos las redes que acojan al recién
evangelizado para que tenga un clima favorable para su crecimiento.
Un convertido exige alimento sólido, basado en la Palabra de Dios. Precisa
caminar por el mismo camino con otras personas que vivan las mismas
esperanzas y tengan los mismos obstáculos, para ayudarse mutuamente a
perseverar, porque si es verdad que Jesús ya pagó por nuestros pecados, es
también cierto que sólo el que persevere hasta el fin, ese es el que se ha de
salvar (Mt 10,22b). Se trata de comunidades evangelizadas y comunidades
evangelizadoras al mismo tiempo:

- Comunidades evangelizadas
La esencia de estas comunidades es que quienes las integran sean discípulos
que tratan de vivir juntos y unidos el Evangelio en todas las dimensiones de la
vida humana.
En estas comunidades cristianas se encuentra el alimento de la Catequesis
para crecer en la fe, pero no como fría doctrina desencarnada, sino una
Catequesis kerygmática; es decir, donde la enseñanza se aplica a la vida y no
sólo con un contenido dogmático. No basta iluminar la mente con la sana
doctrina, sino formar a la persona para que continúe su crecimiento.
Se trata de comunidades donde la Palabra de Dios es el centro de la vida y el
apostolado, más que cualquier devoción o espiritualidad. Verdaderas
comunidades cristianas que acojan al neo-evangelizado. Comunidades que
tengan un solo corazón y una sola alma, donde se pueda mostrar que el amor
de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que
nos ha sido dado y el mundo pueda exclamar: “Miren cómo se aman”.
- Comunidades evangelizadoras
El recién convertido necesita una comunidad evangelizadora que comparta la
misión de anunciar la Buena Nueva de la salvación en Cristo Jesús. Al
proclamar el Evangelio, se tiene la motivación para crecer hasta la estatura de
Cristo Jesús.
Estas comunidades evangelizadoras tienen variedad de ministerios para que
cada uno encuentre su lugar en el Cuerpo de Cristo, formando una
construcción bien trabada y unida, la casa de Dios, que es la Iglesia, columna
y fundamento de la verdad.

c. Resumen
Anunciar el Kerygma sin estar respaldados por una comunidad, evangelizada
y evangelizadora que acoja al neo-evangelizado y le proporcione los medios
de crecimiento y perseverancia, es muy riesgoso. Hay qué actuar con una
paternidad responsable en la que no conviene traer hijos al mundo de la fe de
forma irresponsable, sino sólo aquellos que podemos ayudar a madurar y
llegar a vivir como Cuerpo de Cristo.
Jesús nos advierte que cuando vayamos a construir una torre, antes calculemos
el presupuesto necesario para terminarla:
¿Quién de ustedes,
que quiere edificar una torre,
no se sienta primero a calcular los gastos,
y ver si tiene para acabarla?
No sea que, habiendo puesto los cimientos
y no pudiendo terminar, todos los que lo vean
se pongan a burlarse de él, diciendo:
“Éste comenzó a edificar y no pudo terminar:
Lc 14,28-30.

De no hacerlo así, tendremos la vergüenza pública de dejar inconcluso el


sueño de Dios. Lo importante no es iniciar la carrera, sino terminarla. La
carrera la comienzan muchos, la terminan pocos y sólo uno recibe la corona
(1Cor 9,24). En este proyecto evangelizador hay qué prever si contamos con
los recursos para ayudar a que las personas crezcan hasta la estatura de Cristo
Jesús.
La meta de una evangelización con visión no se reduce a conversiones, sino a
que el neo convertido se transforme en un evangelizador. Por lo tanto, se
precisa del invernadero donde la semilla de la Palabra crezca en la fe y se
reproduzca hasta llegar a ser un árbol donde las aves del cielo hagan sus nidos
(Cf. Mt 13,32).
Personalmente, no creo que el mandato de Jesús de ir y evangelizar a toda la
creación se pueda tomar de forma material. La paternidad responsable nos
exige anunciar el Evangelio sólo a quienes podamos darles el crecimiento y
formación permanente, progresiva e integral sin omitir la visión de que un día
dqeben llegar a ser evangelizadores y hasta formadores de evangelizadores.

7º PROBLEMA:
ÚNICO PROBLEMA SIN SOLUCIÓN:
NO ANUNCIARLO

A pesar de que Pablo de Tarso cometió varios errores en el Areópago


ateniense, Dionisio el areopagita y Damaris, entre otros, creen en el Mensaje y
se adhieren a la comunidad, porque la Palabra es eficaz por sí misma.
La Palabra es como una semilla que mientras durmamos o nos levantemos,
sea día o noche, brota y crece sin que sepamos cómo (Cf. Mc 4,26-29), porque
es viva y eficaz (Heb 4,12), espíritu y vida (Jn 6,63). La Palabra no está
encadenada (2Tim 9,2b); es tan soberana que puede actuar con nosotros y a
través de nosotros, pero también sin nosotros y hasta a pesar de nosotros.
La única forma como la luz no ilumina, es si la escondemos debajo de la
cama, ya que la Palabra tiene capacidad de superar todos los problemas antes
enunciados; menos uno: Si no se usa, no funciona.
El Kerygma en sí no es problema, sino la forma como lo presentamos, pues lo
podemos devaluar o desviar. Estos siete problemas, como el burro de la
historia, son una oportunidad para salir del pozo.

(1) Por Predicación o Proclamación entendemos el Anuncio explícito de la


Buena Nueva, a la que San Pablo se refiere cuando afirma: εὐδόκησεν ὁ ϑεοις
διαι τῆς µωρίας τοῦ κηρύγµατος σῶσαι τουις πιστεύοντας. A Dios le pareció bien salvar
a los creyentes por medio de la locura del kerygma.
(2) Más que una conversión, fue una iluminación o revelación.
(3) Pablo fue criticado en todos los flancos. Los judíos lo catalogaban como
traidor (1Tes 2, 14); los cristianos como impostor (2Cor 6, 8); Tértulo lo
cataloga como una peste que debe morir (Hech 24, 5); en Malta lo juzgan
asesino (Hech 28, 4) y Festo lo declara loco (Hech 26, 24). Sin embargo, lo
peor se lo dijeron los Atenienses del Areópago: “Es una charlatán” (Hechos
17, 18).
(4) No ignoramos que pudo existir un Mateo arameo o hebreo; pero nos
referimos a los textos que hoy tenemos.
(5) Estos seis pasos son el modelo evangelizador propuesto por la Escuela
de Evangelización San Andrés, que es seguido por lo menos en 70 países.
Consultar nuestro libro “Id y evangelizad a los bautizados” y el Esquema
del curso “Nueva Vida”.
VI
IGLESIA EVANGELIZADA
Y EVANGELIZADORA

La evangelización depende de los evangelizadores. El Papa Pablo


VI soñó con “una Iglesia evangelizada y evangelizadora”, lo cual supone que
para evangelizar se debe estar evangelizado previamente. No puede haber una
Nueva Evangelización sin Nuevos Evangelizadores que hayan vivido su
Jordán, su Damasco, su Pentecostés y su Emaús. Evangelizar, sin antes ser
evangelizado, sería construir sobre la arena.
Si la salvación depende de la Proclamación, la evangelización depende de los
evangelizadores.
A. PARA EVANGELIZAR CON GRAN PODER, HAY QUE SER EVANGELIZADOS
CON GRAN PODER
Si la Iglesia primitiva daba testimonio δυναμει μεγαλη - dynamei megale: con
gran poder (Hech 4,33), era porque había sido evangelizada con la fuerza del
Espíritu. Por lo tanto, si hoy queremos vivir la experiencia evangelizadora de
la Iglesia primitiva, antes necesitamos haber sido evangelizados con la
Dynamis del Espíritu, pues “el Evangelio es fuerza de Dios para la
salvación de todo el que cree” (Rom 1,16). Para evangelizar con
poder, hay que haber sido evangelizado con poder. Pero para evangelizar con
gran poder, necesitamos haber sido evangelizados con gran poder.

B. EL ATRIO DE LOS GENTILES


HA INVADIDO EL ATRIO
DE LOS SACERDOTES

Los “Lineamenta” del Sínodo de Obispos del 2012 sobre la Nueva


Evangelización, nos invitan a atrevernos a incursionar “el Atrio de los
Gentiles” para hacer llegar el Evangelio a quienes no conocen a Jesús. Pero,
con temor y temblor creo que el Atrio de los Gentiles; es decir, el Atrio de los
paganos, ha ampliado sus muros y ha invadido ya “el Atrio de los sacerdotes”.
Hay ministros y predicadores que trabajan en la viña, pero no conocen al
Viñador. Han sido catequizados y hasta catequizan, pero no han vivido su
Damasco, ni su Pentecostés personal.

Hace 35 años escribí un libro, titulado “Id y evangelizad a los


bautizados”, que se ha vuelto clásico porque en nuestra Iglesia existen
muchas personas que han recibido el bautismo, pero no han sido previamente
evangelizadas. El mandato de Jesús de proclamar la Buena Nueva a toda la
creación, se ha trasformado hoy en “Id y evangelizad a los
bautizados”.

En 1997 impartimos un retiro para 150 sacerdotes en Kielce, Polonia. La


víspera, me sorprendió una joven y rubia periodista de ojos claros, que
abruptamente me retó:
- ¿Qué va a enseñar un laico mexicano a los sacerdotes polacos?
Yo respiré profundo y pensé: “tan linda y tan agresiva”. Pero le respondí con
claridad:
- Yo no vengo a enseñar nada; yo sólo soy testigo de lo que he visto y oído.
El tema del retiro sacerdotal versó sobre “El poder de la Palabra que
convierte, salva y cura”.
Al final, se me acercó un sacerdote de casi dos metros de altura, que me
sugirió con autoridad:
- José Prado, tú debes escribir otro libro. Es urgente.
- ¿Cuál libro?, le pregunté.
- Si tú ya escribiste “Id y evangelizad a los bautizados”, ahora tienes que
escribir: “Id y evangelizad a los Ordenados”, porque hay muchos ministros
consagrados que conocen a Jesús sólo por referencias, pero no de forma
personal.
- Ah, no, le contesté. Eso lo debe hacer un sacerdote, porque yo no quiero
que me corten la cabeza todavía.
La realidad es que “el Atrio de los Gentiles”, para no llamarlo Atrio de los
paganos, ha invadido “el Atrio de los Sacerdotes”, pero también tiene
sucursales en seminarios y centros de catequesis.
Benedicto XVI sorprendió a los obispos de Estados Unidos el 28 de
noviembre de 2011 cuando les dijo: “Evangelization thus appears not simply a
task to be undertaken ad extra; we ourselves are the first to need re-
evangelization” (La evangelización no es simplemente una tarea externa.
Somos nosotros mismos los primeros que necesitamos ser re-evangelizados).
El Papa lo expresa en primera persona, del plural “nosotros”, incluyéndose a
sí mismo, para que nadie intente decir: “No, yo no. Yo no entro en ese grupo
de los que deben ser evangelizados, porque yo ostento una alta
responsabilidad eclesial o un título académico”.
Una persona ya evangelizada tiene más y más sed del Evangelio y no se
ofende cuando se le señala que precisa ser evangelizada, porque sabe que
todavía le falta camino para ser identificado con Jesús, evangelizador y
Evangelio.
C. SI NO ESTÁS EVANGELIZADO,
NO EVANGELICES

Con este presupuesto voy a desentonar con quienes aseguran que todos
tenemos el derecho y la obligación de evangelizar, porque en nuestro
bautismo nos identificamos con Cristo profeta y luego en la confirmación
recibimos el Espíritu Santo para ser testigos.
El principal problema pastoral en la Iglesia no es que no se evangelice, no;
sino que evangelizan personas que no están evangelizadas. Por eso, me atrevo
a aplicar el grito paulino: “Ay de mí si no evangelizara”, en “Ay de aquél que
evangelice sin antes estar evangelizado” porque no sólo está reduciendo la
Buena Nueva a propaganda, sino que pone en juego la credibilidad de la
Iglesia.
Por eso, en vez de motivarlos a evangelizar, pido: Si su corazón aún no arde
como el de los discípulos en su camino a Emaús, por favor, no evangelicen,
porque las personas van a quedar vacunadas para recibir el Mensaje de un
verdadero testigo. Si no han tenido un encuentro personal con Jesús
resucitado, mejor dejen las barcas en la orilla y abandonen las redes, porque
no es el tiempo de ustedes para proclamar la Buena Nueva todavía.
Quien no haya vivido su Damasco y sólo conozca las verdades de la fe por
estudio académico, es preferible que no evangelice porque no trasmitirá vida,
sino doctrina; que es buena, sí, con la condición que sea impartida después del
Anuncio Kerygmático.
Para evangelizar, se precisa antes tanto un Damasco como un Pentecostés
personal, que nos hagan experimentar el poder del Espíritu que da testimonio
de Jesús resucitado.
Cuando presentamos la moral cristiana sin Cristo, caemos en el moralismo.
Cuando celebramos la liturgia antes de haber experimentado lo que
conmemoramos, se transforma en ritualismo. Cuando presentamos la doctrina
de la fe a quienes no han nacido de nuevo, es lavado de cerebro o
dogmatismo.
Quien no haya experimentado antes en carne propia que la Predicación o
Kerygma es “fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree”, es mejor
que no evangelice, porque únicamente los convencidos convencen y sólo los
motivados, motivan.
Sólo si estamos convencidos por experiencia, vamos a ser testigos que
convencen. Sólo los motivados motivan.

Andrés era discípulo de Juan Bautista, pero nunca intentó ni logró que su
hermano Simón siguiera los pasos del agreste predicador del Jordán.
¿Andrés nunca lo invitó? ¿No lo convenció? Pero en cuanto encontró al
alegre mensajero de Buenas Noticias, inmediatamente fue a buscar a su
hermano y lo trajo a Jesús (Jn 1,40-42). Estaba convencido.

Lo confirmo con mi experiencia personal:

Durante mucho tiempo intenté evangelizar sin estar evangelizado.


Presumía ser maestro de Biblia sin antes ser “siervo de la Palabra” (Lc
1,2). Mi conversión no fue de escandaloso pecador a cumplidor de una
moral. No. La mía fue la más difícil transformación de este mundo: pasar
de ser siervo que cumple los mandatos divinos a vivir como hijo, con
derecho a una herencia.
Yo había acumulado amplios conocimientos de Biblia. Hasta era profesor
de lenguas bíblicas, pero no había bajado a mi corazón lo que yo tenía en
mi cabeza. Si Dios ha podido convertir un fariseo como yo, es capaz de
transformar a cualquier otro.
D. SI ERES CATEQUISTA,
DEJA QUE LOS EVANGELIZADORES
ACTÚEN PRIMERO

Si comparamos la pedagogía de la fe a la construcción de una casa, el


evangelizador coloca los cimientos; los catequistas y maestros, todo lo demás.
Conforme a la gracia de Dios que me fue dada,
yo, como buen arquitecto, puse el cimiento,
y otro construye encima.
¡Mire cada cual cómo construye!: 1Cor 3,10.

La recomendación del Apóstol para ver cada uno cómo está construyendo,
sigue siendo vigente, pues se debe construir sobre la roca que se llama Jesús.
Primero es lo primero: el trabajo del evangelizador que debe ser continuado
después, pero sólo hasta después, por el catequista o maestro. Son dos
momentos sucesivos y complementarios.

Si comparamos el proceso de la pedagogía de la fe con un partido de fútbol


que tiene dos tiempos consecutivos, a todos los catequistas y maestros les
pido: Por favor no entren al campo de juego en el primer tiempo. Esperen el
segundo, cuando ya se hayan cumplido las metas de una verdadera
evangelización kerygmática.

Para evangelizar se precisa estar evangelizado, de otra manera sólo se hace


propaganda.
El principal problema de la Iglesia Católica no es que no se evangelice, sino
que “lo hacen” quienes no están evangelizados.

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