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Signo y Pensamiento

ISSN: 0120-4823
revistascientificasjaveriana@gmail.com
Pontificia Universidad Javeriana
Colombia

Cimadevilla, Gustavo
Sociedad digital, sociedad dual
Signo y Pensamiento, vol. XXVIII, núm. 54, enero-junio, 2009, pp. 68-81
Pontificia Universidad Javeriana
Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=86011409005

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Digital Society, Dual Society
Far from working-class and peasant struggles against Lejos de las luchas obreras y campesinas contra el
machines and closer to the worries and never-ending maquinismo, más cerca de las preocupaciones y
debates of the late 80’s in the 20th century, herein we debates interminables de los años ochenta del siglo
focus on the microelectronic and telematic revolu- xx, centrados en la revolución microelectrónica y la
tions in the midst of a society that purports to seduce telemática; pero dentro de una sociedad que procura
itself and us with the development and growth of seducirse y seducirnos por el crecimiento de las tec-
digital technologies and intelligent devises; we find nologías digitales y los dispositivos inteligentes, es
it timely to review the pros and cons of what we can oportuno repasar las caras y contracaras de lo que
call digital dualism, a state of affairs loaded with puede denominarse dualismo digital, un estado de
innovations, statistics, and tendencies that underwrite realidad altamente cargado de novedades, estadísticas
some sort of technological optimism. This paper raises y tendencias que auguran cierto optimismo tecnoló-
questions and explores lines of debate which attempt gico. El trabajo plantea interrogantes y explora líneas
to stray from the techno-phobia and/or the techno- de discusión que procuran apartarse de la tecnofobia
philia which has characterized so many debates on y la tecnofilia, que han caracterizado a muchos de los
the field. debates del campo.

Keywords: Digital society, information, communica- Palabras Clave: Sociedad digital, información, comu-
tion nicación
Submission date: September 29, 2008 Recibido: Septiembre 29 de 2008
Acceptance date: October 27, 2008 Aceptado: Octubre 27 de 2008

Origen del artículo


El texto recupera y actualiza las principales ideas presentadas y discutidas en los congresos de Intercom, xxix
edición (Brasilia, setiembre de 2006), y de la Universidad Javeriana (sede Cali), Congreso de Tecnocultura y
Comunicación (mayo de 2007). El autor agradece los comentarios y sugerencias recibidas.

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Gustavo Cimadevilla*

Sociedad digital,
sociedad dual

Introducción

Cuando en la segunda mitad del siglo xix las


transformaciones del industrialismo y la menta-
lidad moderna avizoraban un futuro de progreso
y prosperidad, el político y escritor inglés John
Morley (1838-1923) acuñó una frase que llegó a
incomodar: “Allí donde es un deber adorar al
sol, probablemente sea un delito examinar las

* Gustavo Cimadevilla. Argentino. Licenciado y doctor en Ciencias de la Comunicación; magíster en Extensión y Desa-
rrollo, Universidad Federal de Santa Maria, Brasil. Coordinador en la Asociación Latinoamericana de Investigadores de
Comunicación (Alaic), del Grupo de Trabajo de Comunicación, Tecnología y Desarrollo. Docente investigador y profesor
asociado del Departamento de Ciencias de la Comunicación, Universidad Nacional de Río Cuarto, Argentina. Correo
electrónico: gcimadevilla@hum.unrc.edu.ar.

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leyes del calor” (1872) 1. La sentencia, por cierto tenía aproximadamente 60 millones de usuarios
provocadora, para pensar las transformaciones de la red con tendencia creciente4. ¿No es acaso
de su época, no deja de tener vigencia, toda vez una buena noticia? ¿No habrá sólo que esperar a
que al pensar el mundo compartido observamos que el proceso se amplíe y consolide?
cuáles son las configuraciones y dinámicas que se La preocupación, en todo caso, aparece
imponen y sus implicancias socioculturales. Pues cuando frente al espejo se insinúa otra cara. Y
bien, si la sociedad tecnológica en su versión digital es que las estadísticas también muestran que “la
llegó para quedarse y su seducción, belleza y magia brecha digital interna” no decrece. El 70% de
nos cautiva, no olvidemos, entonces, examinar la población latinoamericana y caribeña de más
sus leyes. O para plantearlo con un término más altos ingresos (que representan el 15% del total)
amigable para las ciencias sociales, no olvidemos tenía acceso a Internet en el 2004, mientras, por
examinar sus condicionantes sustantivos. contraste, la conectividad regional era estimada en
Como a diario podemos constatar, los datos un 10%, apuntó el titular de la cepal, José Anto-
que nos hablan acerca de la penetración de los nio Ocampo5. La brecha, confirma Carlos Razo
dispositivos digitales en nuestras sociedades se ±oficial de Asuntos Económicos de la Comisión
vuelven viejos ni bien los terminamos de receptar. Económica para América Latina y el Caribe
Las cifras, los relatos y las cuotas de optimismo (cepal) ±, “se extiende” (2008). Hoy la conecti-
tecnológico son, por cierto, crecientes. En los últi- vidad se calcula con cierto optimismo en un 18%,
mos años, por ejemplo, la tasa de incorporación de pero las proporciones de crecimiento no alcanzan,
telefonía móvil en cualquiera de nuestros países de igual manera, lo que en algún momento se
ha seguido tendencias nunca vistas anteriormente denominó “inforricos” e “infopobres”6 . Ni los
para ese tipo de dispositivos de contacto, lo que
sobrepasa de manera clara la tradicional telefonía
fija y atraviesa todas las clases sociales. Casi lo 1. John Morley (1838-1923), biografía disponible en:
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/morley_
mismo podemos decir de Internet y su versión de_blackburn.htm, recuperado: 11 de agosto de 2008.
última de banda ancha y/o de acceso inalámbrico, 2. Véase http://www.tendenciasdigitales.com/index_esp.
pero acotada a cierto segmento social. asp, recuperado: 12 de agosto de 2008.
3. Diversos sitios permiten consultar indicadores sobre la
Las secciones de “economía” y/o “sociedad” de incorporación de tecnologías digitales y las políticas de
los diarios, las publicaciones y los sitios especializa- los Estados latinoamericanos. Entre otros, puede seña-
dos, como www.tendenciasdigitales.com2 ±entre larse a: Monitor de Políticas TIC en América Latina y el
Caribe (ALC); America Latina SI-AMSI; Revista del Sur;
tantos otros±, ofrecen múltiples evidencias de Red del Tercer Mundo; Sitio oficial de la CEPAL; o el sitio
las transformaciones del paradigma tecnoeco- oficial del gobierno de Venezuela dedicado a las tele-
nómico instalado, a decir de Carlota Pérez comunicaciones (http://www.cnti.gob.ve/cnti_docm-
gr/noticias.html). Todos dan cuenta inmediata de una
(1986). Pero esa realidad y tendencias no sólo tendencia general que se resume en una sentencia: el
se vinculan al mercado, también incluyen crecimiento constante de las innovaciones tecnológicas
las políticas públicas. En mayor o en menor de base digital. Lo que también puede constatarse en el
sitio oficial de Argentina (Programa Sociedad de la Infor-
medida, los estados se ven obligados a acompa- mación), disponible en http://www.psi.gov.ar.
ñar y, en algunos casos, proyectar sus políticas 4. Empresa de Nueva York especializada en Internet y dis-
para ajustarse a los nuevos tiempos3. positivos digitales. Los informes de eMarketer reúnen,
filtran, organizan las estadísticas, las noticias y toda la
De modo que si los indicadores, las información que los negocios necesitan para tener suce-
políticas y los escenarios son tan auspicio- so en la Internet. Disponible en http://www.emarketer.
sos, ¿vale preocuparse? Según la firma com/articles, recuperado: 12 de agosto de 2008.
eMarketer, con sede en Nueva York y 5. El sitio web de la CEPAL está disponible en http://www.
cepal.org.
especializada en estadísticas relacionadas 6. La caracterización de los países en términos de inforricos
con Internet, la región, a fines del 2006, e infopobres ±expresa Cabello (2008)± se apoya en

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segundos parecen usufructuar de los avances de
los primeros.
Esa brecha interna, según lo explica el experto
venezolano Víctor Suárez:

Se caracteriza por la ausencia de acceso efectivo


a Internet por parte de la población de menores
recursos y con asiento geográfico remoto, pero
también está asociada a la creciente imposibilidad de
gozar de otros servicios provistos por las tecnologías
de información.

En México, menos del 10% de la población


sabe usar una computadora. En el otro extremo,
hay 10% de analfabetos y un porcentaje similar de el supuesto de la vigencia de una denominada socie-
dad de la información. La constatación de este supuesto
la población sin acceso a un teléfono, aunque el plan descansa en la identificación de tres factores (Moore,
del gobierno es llevar los internautas de seis a treinta 1997): las organizaciones dependen cada vez más del
millones. Los críticos del plan ‘Comunidades digita- uso inteligente de la información y de las tecnologías
de la información para ser competitivas, y se van con-
les’ destacan que en las zonas pobres hay prioridades virtiendo en organizaciones intensivas en información;
más urgentes, y el especialista mexicano en mercado los ciudadanos se “informacionalizan”, ya que usan las
de tecnología Javier Matuk se pregunta: “¿Qué va a tecnologías de la información en múltiples dimensiones
de la vida cotidiana y consumen grandes cantidades de
hacer una comunidad pobre con las computadoras?, información; y, finalmente, está emergiendo un sector
¿consultar su saldo en el banco, leer su correo?”7. En de la información con grandes potencialidades en la
una barriada humilde de Buenos Aires, en tanto, economía. En ese contexto, los países se posicionan de
diferente manera, de acuerdo con el grado de acceso
la organización no gubernamental La Lechería que tiene la población a la información y a las tecnolo-
consiguió dos computadoras para un programa de gías que viabilizan este acceso. Algunos rankings e ín-
ayuda a niños y adolescentes. Hace año y medio se las dices miden y caracterizan la situación de los distintos
países como el Índice de la Sociedad de la Información
robaron habitantes del mismo barrio. Consiguieron o la batería de veintitrés Indicadores de Seguimiento
otra, y también se la robaron... reza una de las tantas Comparado del programa e-Europe. Este tipo de medi-
crónicas que publica el matutino Clarín8. ciones construye la categorización inforricos refiriéndose
a países que tienen: 0,3 Servidores de Internet cada 100
“La brecha digital es, en esencia, un subpro- habitantes; más de 10 PC cada 100 habitantes; más de
ducto de brechas socioeconómicas preexistentes”, 20 usuarios de Internet cada 1.000 habitantes; alto por-
advirtió la cepal en un informe analizado en la centaje de usuarios de Internet; acceso de bajo costo
a la red Internet; alto desarrollo de las infraestructuras
Conferencia Ministerial de América Latina y el básicas de telecomunicaciones (líneas telefónicas, radio,
Caribe para la Cumbre Mundial de la Sociedad de televisión, etc.); apoyo gubernamental en políticas de
la Información (2007), que se llevó a cabo en Bávaro, información y desarrollo de programas docentes (prima-
rios, secundarios, universitarios, etc.); elevada inversión
al este de República Dominicana9. Y ese, en todo del PIB en desarrollo tecnológico; dominio del mercado
caso, es el punto principal de la inflexión. Quizá una tecnológico; preponderancia del mercado tecnológico;
de las “leyes” que John Morley invita a revisar. elevada participación empresarial en el desarrollo de
De ese modo, cuando se advierten esos núme- nuevas infraestructuras de telecomunicaciones y prácti-
cas de vanguardia en el desarrollo de las nuevas tecno-
ros y esas realidades, cobran total sentido algunas logías de la información (Cabello, 2008).
preguntas básicas que merecen nuestra atención: 7. Matuk es especialista en nuevas tecnologías. Véase
¿sabemos cuán digitalizados estamos? ¿Cuán cerca http://www.matuk.com.
8. Véase http://www.clarin.com.ar.
de la sociedad de la información nos colocamos y 9. Véase http://www.eclac.cl/prensa/noticias/noticias/9/11719/
sentimos? ¿Cuán ciberciudadanos somos? Bavarofinalesp.pdf, recuperado: 20 de julio de 2008.

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Sociedad digital de pensar política y estratégicamente los caminos


más razonables para seguir. O, como expresa
Jesús Martín Barbero afirma: “La sociedad de la Habermas, “para el buen vivir” que la modernidad
información no es sólo aquella en la que la materia prometía (Habermas, 1986).
prima más costosa es el conocimiento sino también Responder a ese desafío no implica quedarnos
aquella en la que el desarrollo económico, social y con largos listados estadísticos, sino, sobre todo,
político, se hallan estrechamente ligados a la inno- observar el marco sociocultural en el que esos
vación que es el nuevo nombre de la creatividad números y propiedades toman su sentido. Importa,
sociocultural”. Luego agrega: por ejemplo, abordar las razones que explican el
modo como nuestras sociedades se acoplan tan
Frente a esa constatación sociológica se acu- rápidamente a esta “revolución digital”, para lo cual
mulan ±sin embargo± los relatos del desencanto repasar otros capítulos igualmente significativos de
que ven en la cultura no el espacio de la producción nuestra historia de debates no sólo resulta necesario,
y la creatividad sino el escenario de la degradación sino, también, impostergable. La discusión sobre los
más profunda de lo humano, erosionado justamente impactos que la tecnología tiene en los escenarios
por aquellas mutaciones tecnológicas que llevarán sociales no es nueva. Más bien, apenas aparece la
a su extremo el fracaso de la creencia secular en el existencia de dispositivos comienza a transformar
progreso moral y político; esto es, en el paso natural las relaciones sociales. Lo que conocemos como
del cultivo de la inteligencia a un comportamiento movimiento luddista a inicios del siglo xix, por
social constructivo. ¿Adónde nos llevan hoy esos ejemplo, es un antecedente clásico de aquélla10.
relatos del desencanto? ±se pregunta±; ¿puede ¿Qué consideraciones nos merecen los plan-
su lúcido pesimismo ayudarnos a afrontar las con- teos de resistencia de esas épocas? ¿Qué cuestiones
tradicciones que la globalización envuelve, o sus centrales abordaba Marx, por caso, para entender
argumentos son la legitimación de un nihilismo los periodos de cambios y prefiguración y proyec-
escapista? (Martín-Barbero, 2008) ción del industrialismo que transformó Europa y
luego heredamos? ¿Qué diferencias sustanciales
La cuestión no es menor si es que pretendemos encontramos entre aquellos procesos y los que
que una problematización de esos ejes trate de vivimos en la actualidad, donde el factor común es
situarnos con una mirada que tome distancia de la incorporación de la tecnología y el conocimiento
la tecnofilia y tecnofobia recurrente en los planteos a la dinámica de nuestras sociedades?
radicales. Esto es, en creer que lo tecnológico por Por otro lado, y en el marco de esa historio-
sí mismo merece defenderse sin reparos o, por el grafía de discusiones, no podemos soslayar lo que
contrario, que todo lo vinculado a lo tecnológico no en el siglo pasado atravesamos en las décadas de
hace otra cosa que profundizar los setenta y ochenta. Me refiero a los atrapantes y
las desigualdades de este ricos debates en torno al estudio y análisis de lo
mundo y, por tanto, nos que se presentaba como una “revolución micro-
invita a rechazar cual- electrónica”. ¿Qué concluimos, aprendimos
quiera de sus innovacio- y redireccionamos luego de esos grandes
nes. En ese sentido, la planteos? ¿Qué cambió, en definitiva, en el
propuesta de observar panorama de nuestros horizontes que ahora
las caras y contra-
caras de los procesos
de tecnodigitalización
10. El término “luddismo” remite a la figura de Ned Ludd,
de nuestras sociedades como líder de un movimiento antimáquina que actuó
resulta vital en vistas en Inglaterra a inicios del siglo XIX.

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todo se resume a la adopción? ¿A la incorporación de identificación con esos dispositivos, pese a que
simple y llana de todo lo nuevo que llega al mer- el mundo de dirección única empuja cada vez más
cado, cualquiera sea su promesa de ponernos más a hacerse socio del club digital.
cerca y feliz del mundo digital? ¿Ya no hay resisten- Desde la comunicación, desde su cultivo
cias? ¿Ya no hay alternatividad? ¿Nada nos puede como disciplina y desde su cultivo como campo
enseñar esa historia? ¿Qué caras, por ejemplo, se de investigación, ¿podemos aportar en algo a esas
manifiestan hoy verdaderamente promisorias y qué caras y contracaras? Un camino que conocemos
“contracaras” denuncian el dualismo digital y sus es tratar de darle visibilidad al fenómeno; darle
consecuencias no siempre buscadas? entidad y carácter de problema. Y, en ese marco,
¿Son los números de las estadísticas que se mostrar las alternativas que desde los diversos
divulgan suficientes para imaginar que vivimos de ámbitos ±políticos, económicos, educativos, entre
pleno en eso que se presenta como “sociedad de la otros± se consideran o deberían considerarse.
información”, “sociedad del conocimiento”...? Son ¿Lo hacemos?
esos números significativos para contrastar enfá- Así pensemos, por ejemplo, en algunos dis-
tica y optimistamente otros contornos de nuestros positivos cotidianos que nutren la administración
escenarios como los que nos develan los vinculados de nuestras vidas. Pensemos, por caso, en los dis-
a los ámbitos de pobreza e indigencia (en Argen- positivos de interacción virtual para interaccionar
tina, por citar mi país, hoy esas cifras son mayores con los bancos11; pensemos en los jubilados que
a las que teníamos cinco décadas atrás); los cuadros precisan manipular esos dispositivos para acceder
de drogadicción crecientes y los Estados paralelos a sus magros ingresos de pasivos; o pensemos en
promovidos por quienes controlan ese mercado; la todo lo que implique reclamar a entidades públi-
marginalidad en sus diversos tipos; las realidades cas, reclamar a empresas de servicios, etc. Esto es,
paralelas sin tolerancia; los escenarios de otras pensemos en lo que supone acceder y usar esos
modernidades presentes y a riesgo de exclusión; y dispositivos. En general, dispositivos de interacción
las otras no modernidades igualmente en riesgo mediados por tecnologías de respuesta automática
de marginalizarse.
En general, realidades afectadas ±para
la alta modernidad vigente± por carecer de
vínculos con esos dispositivos. Carencias no sólo 11. Las aplicaciones alcanzan, incluso, sectores muy care-
de infraestructuras, de condiciones de consumo cientes de nuestra economía. Por ejemplo, los subven-
o de condiciones y habilidades tecnológicas para cionados con planes sociales de emergencia como el
‘Plan Trabajar’ o el ‘Plan Familia’, que reciben sus pagos
sumarse a los usos y adopciones, sino, también, mediante dispositivos electrónicos (únicamente dispo-
carencias de sentido, carencias de significación y nibles por tarjetas débito).

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(por ejemplo, los 0800 ó los sitios web). ¿Son ellos aun cuando para ello fueron asignados; las ins-
lo eficiente que se pregona? tituciones los destinaban, básicamente, a tareas
En discusiones anteriores (Cimadevilla, 2007, administrativas. La misma autora, en ese sentido,
pp. 105-118) pretendí mostrar cómo muchos de revela en una investigación reciente (Cabello, 2008)
los supuestos que se sostienen en torno a esas que las políticas de difusión de tecnologías de la
tecnologías resultan falaces; y, por tanto, implican información y la comunicación (tic) en la educa-
políticas no siempre consecuentes con el bienestar ción se han dado, hasta el momento, de manera
colectivo. Veamos brevemente a qué me refiero: asistemática, sobre todo apoyada en la distribución
a. Primera falacia: la existencia supone dispo- de equipamiento tecnológico. Esas políticas:
nibilidad. En muchos casos, las políticas públicas o
privadas ±por ejemplo, vinculadas a servicios± No han logrado siquiera promover un proceso
parten de suponer que al existir determinados de afluencia hacia abajo ... y a pesar de la presencia
dispositivos, con ello va implícita su disponibilidad. sostenida de las tic en la vida cotidiana, los profeso-
Esto es, su acceso libre de condicionamientos. res de los futuros docentes no se relacionan con los
Algunos ejemplos ±que nos deben seguramente medios informáticos y suponen que sus alumnos los
recordar otros± los proporciona la investigación manejan por el sólo hecho de ser jóvenes. (Cabello,
de Monge (2004), cuando observa que en la política 2008, p. 68)
de instalación de “telecentros” en Argentina se
llegó al extremo de asignar computadoras a zonas
sin disponibilidad de líneas telefónicas; y en plena
época, vale aclararlo, en que esos dispositivos no
tenían la alternativa inalámbrica.
b. Segunda falacia: la disponibilidad lleva al c. Tercera falacia: el uso permite alcanzar reso-
acceso. Como es dable suponer, no necesariamente luciones. Conviene recordar que el desarrollo de
la disponibilidad de infraestructuras y dispositivos infraestructuras de vínculo tecnológico necesitan
tecnológicos sugieren que los públicos tengan la algo más que la instalación de los mecanismos
posibilidad de su acceso. Buena parte de la llamada necesarios. Si un dispositivo 0800, por ejemplo,
“brecha tecnológica” se liga a esa circunstancia. no está acompañado de un buen equipo ±con
Cuestiones económicas, generacionales, de género, capacidad de recepción suficiente± de atención,
de educación y de desarrollo de habilidades tec- canalización y seguimiento de los casos de contacto
nológicas (Becerra, 2005), y también ±podemos difícilmente puede resultar, en la perspectiva del
agregarle± de actitud o afinidad con los nuevos usuario, eficiente... (un ejemplo extremo lo regis-
lenguajes inciden, aun cuando los argumentos tramos en nuestra región, donde un candidato a
sobre los beneficios de la sociedad digital no los jubilarse ocupó más de 600 horas para conseguir
incorpore. Una prueba de esa el contacto telefónico de un servicio 0800 que
distinción (que en muchos casos supuestamente iba a agilizarle sus trámites).
discrimina) se vuelve concreta d. Cuarta falacia: la resolución más con-
toda vez que se reconocen per- veniente se alcanza desde la virtualidad. ¿Qué
files de usuarios y, por tanto, necesita, por ejemplo, un jubilado de su órgano
perfiles característicos de quie- previsional?, ¿qué necesita un contribuyente de
nes operan los dispositivos. La su municipio?, ¿qué necesita un usuario de su
investigación de Cabello (2006), empresa de telefonía? Lo primero que necesitan
por ejemplo, revela que sólo el es ser escuchados. Su problema o inquietud tiene,
12% de las escuelas bonaerenses necesariamente, una primera condición, y es poder
tenían pc para usos pedagógicos, compartirla con quien tiene responsabilidades de

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provisión o servicio... Muchos de los dispositivos ciones con el ambiente, los planteos de minorías,
son preprogramados. Pueden registrar, pero no los foros de diálogo y encuentros ±entre muchos
escuchar, contemplar y ofrecer respuestas ad hoc. otros± ganen visibilidad, presencia y capacidad
e. Quinta falacia: la virtualidad, en cuanto de emisión y reclamo. Esos mismos dispositivos
información, suplanta a la comunicación y se consti- son, por ejemplo, los que han colaborado para
tuye en su equivalente. Finalmente, cabe insistir en que personas desconocidas entre sí puedan hacer
que el registro, el envío de información automática, circular mensajes de textos en repudio a la muerte
el aviso, etc., no se constituyen ±en la mayoría de del docente Carlos Fuentealba en la provincia de
los casos± en otra cosa que modos artificiales de Neuquén, hace poco más de un año, víctima de la
administrar reclamos, inquietudes y solicitudes. represión policial conducida por un gobernador
Si la eficiencia está atenta al número posible de amigo de la fuerza disuasiva de las armas, al son
registros administrados y en eso resulta plausible, del “gatillo fácil”. “Las tizas no se manchan con
por oposición anula toda calidad de consideración sangre”, visualizaban las pantallas en un unísono
ciudadana. Las personas desaparecen tras los vertiginoso que se leía en miles de celulares activos
números y juegos binarios. No hay reciprocidad a lo largo del país.
posible, tampoco esfuerzos de interpretación o Esos mismos dispo-
comprensión. Hay, en una versión clásica, un inter- sitivos (por caso, Internet)

cambio de informaciones; no hay, sin embargo, son los que permitieron tras-
cosa común, entendimiento, comunicación, para cender al Comandante Marcos o
decirlo en términos de Pasquali (1980). a las reivindicaciones de justicia
Y las falacias, sin duda, colaboran y conducen de un montón de actores que,
±en muchos casos± a políticas equivocadas, a hasta entonces, combatían su
enmascarar las bases estructurales de la desigual- anonimato alzando una voz
dad, a desresponsabilizar al Estado y a las empresas, escasamente escuchada. O, incluso, a identificar a
y a colaborar en reafirmar una cultura binaria de hijos de desaparecidos (perseguidos por la dicta-
incluidos y excluidos, o, para parafrasear a Néstor dura 1976/1983), como ha ocurrido recientemente
García Canclini (2004), de conectados y desconec- en Argentina. Esos mismos dispositivos son los
tados, de diferentes y desiguales que quedan al que enlazan solidaridades, organizan columnas
margen de la tecnodigitalización. de manifestantes o, como lo relata Salett Tauk
Pero bien dijimos que no hay cara sin con- Santos (2006) de Pernambuco, permiten que
tracara, y viceversa. Esos mismos dispositivos son, jóvenes casi en situación de riesgo personal y social
también, los que han colaborado a experiencias participen de un programa municipal destinado
antes impensables y a apropiaciones antes impo- a capacitar en informática para favorecer su for-
sibles. Tan sólo por citar algunas, pienso en un mación orientada al trabajo. Como uno de ellos
pequeño texto que bajo el título de Internet y lucha mismos lo relata: “la computación me da de vivir,
política, los movimientos sociales en la red nos ofrecen grabo cd piratas y con eso lo resuelvo todo”. Lejos
los colegas Martínez, Marotias y Movia (2006), de las preocupaciones de Sony y las principales
quienes analizan cómo la red ha servido y de hecho grabadoras de la industria cultural ±podríamos
sirve para que diversos movimientos sociales en el agregar nosotros±, que también viven de esa
campo de la política reivindicatoria, las preocupa- extraordinaria tecnología.

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Esos mismos dispositivos son los que permi- en las décadas de los setenta y ochenta del siglo
tieron al gobierno de la ciudad de Buenos Aires xx marcaron significativamente el conjunto de
organizar cibers para los chicos de la calle, en una las ciencias sociales, en la medida que el cambio
apuesta que, lejos de ser una ficción, es ya una paradigmático de la “revolución microelectrónica”
alternativa concreta, aun cuando no se sepa quiénes movilizó políticas e intelectos.
en realidad serán los verdaderos usuarios de esa ¿Qué concluimos, aprendimos y redireccio-
infraestructura y para qué. namos luego de esos grandes planteamientos?
Pero si de caras y contracaras se trata, en ¿Qué cambió, en definitiva, en el panorama de
realidad vale decir que la tecnología nunca ha nuestros horizontes que ahora todo se resume a
conseguido escapar a esa función de consecuencias la adopción?
múltiples, quizá porque una vez lanzada, no tiene
caminos fijos, determinados o excluyentes,
y mucho menos en sociedades donde los En una obra ya clásica como
intercambios son parte de su “naturaleza El capital (tomo I, 1867), Karl Marx
social” de mercado y donde las (1986) analiza el papel de la maqui-
apropiaciones no se rigen por naria en la gran industria. Para Marx,
una sola lógica ni tampoco la incorporación de la tecnología en las
por un solo marco de industrias se vincula, básicamente, a
legalidad. Pero si ese su función potenciadora de la fuerza
ámbito de apropiacio- del trabajo y a las posibilidades que
nes no resulta necesa- ofrece para emplear obreros carentes
riamente novedoso, lo de fuerza muscular, como mujeres
que a nuestro entender y niños. Pero si su incorporación a
impacta sí es el nivel la gran industria era el resultado de
con el que esas innova- diversos factores que se articulaban
ciones circulan, se meten mediante la secuencia de innovaciones
y entrometen en los diversos que se lograban y de los cambios que
rincones de la vida cotidiana: socialmente se operaban en la conformación
en la producción, en el consumo, en social, ello no se había producido sin tensiones. En
el tiempo ocupado y en el tiempo libre. pleno proceso de gestación de lo que conocemos
como Revolución Industrial, diversos eventos
¿Puede la historia revelarnos revelaron cómo, para muchos, la introducción
algo al respecto? de máquinas era un modo de aniquilación
de la supervivencia de masivos contingentes
Planteaba en un inicio que abordar las razones de operarios. Entre esos capítulos, por ejemplo,
que explican el modo como nuestras sociedades Marx observa cómo en “el transcurso del siglo xvii
se acoplan tan rápidamente a esta “revolución (Europa) presenció una serie de revueltas obreras
digital” sugiere repasar la historia de debates contra el llamado ‘molino de cintas’, máquina des-
que registraron las preocupaciones sociales por la tinada a tejer cintas y galones”; que ya en 1579 y,
tecnología, toda vez que ésta se ha concebido como posteriormente, en 1629 había llevado a los consejos
revolucionaria para su época. Y, en ese sentido, municipales a intervenir ±en un caso atentando
creo que al menos tenemos dos capítulos clave. contra su inventor y, en el otro, prohibiendo su
Me refiero, por ejemplo, a la discusión del impacto uso± para evitar que la masa de obreros terminase
del maquinismo en las sociedades europeas de los en masa de limosneros (Marx, 1986, p. 354). Pero
siglos xviii y xix. Y me refiero a los debates que los registros documentales son muchos.

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La destrucción en masa de máquinas en dis- Pero, en general, ese grado de preocupaciones


tritos manufactureros ingleses durante los primeros no se trasladó a las esferas de los Estados. Salvo
quince años del siglo xix ±dice Marx± sobre todo Brasil, que pergeñó su ley de “Reserva de mercado”
a raíz de la implantación del telar a vapor, brindó, para la industria informática, el resto del conti-
bajo el nombre de movimiento luddita un magnífico nente no tuvo mayores proyecciones. Seguramente,
pretexto al gobierno antijacobino de los Sidmouth, las inestabilidades políticas, los gobiernos de facto
Castlereagh, etc., para proceder a las más reacciona-
rias medidas de violencia. (Marx, 1986, p. 355)

Más cercanos en el tiempo, allá por las déca-


das de los setenta y ochenta del siglo pasado, otro
capítulo significativo se escribió en torno a las pre-
ocupaciones por los impactos de la tecnología de la
información y la comunicación en la sociedad. En
ese entonces, intelectuales muy respetados, como
Armand Mattelart y Hector Schmucler (1983),
observaron como:

La complejidad y profunda unidad de las


redes globales de información y las nuevas formas
de organización y relaciones sociales que pro-
mueven, colocan ante un doble desafío a quienes
cuestionan la fatalidad de una lógica que sirve
a la reformulación de los modos de dominación
existentes. Por una parte, exige asumir y revaluar y la falta de las instancias institucionales necesarias
los análisis efectuados en el pasado y las soluciones para la discusión de los destinos de las naciones
que las fuerzas sociales han dado hasta ahora. Por tuvieron que ver con esa fase de denuncia, pero de
otra, y como necesario complemento de la primera, muy poca acción estratégica. Fase de preocupación,
requiere de una fuerte imaginación en el campo pero no de ocupación política frente a los nuevos
de lo político que permita producir respuestas escenarios en los que se avizoraban amenazas para
históricamente adecuadas a la polisemia tentacular el empleo, para garantizar los derechos personales
de la información, concebida como materia prima a la intimidad, para garantizar los derechos a las
estructurante del nuevo esquema de ordenamiento libertades políticas, para suponer las tendencias a la
planetario. (1983, p. 16) gestación de monopolios y oligopolios informativos
y comunicacionales, etc.
Durante ese periodo, autores como Juan Ahora bien, ¿qué nos dejan los recorridos
Rada, Enrique Rattner, Rabah Benakouche, Jorge por los escenarios nacionales latinoamericanos y
Katz, entre muchos otros, dedicaron estudios de la constatación de los crecientes ritmos de incor-
envergadura para analizar las relaciones entre la poración de tic? ¿Qué nos deja la experiencia
informática y la sociedad, los impactos en la eco- histórica sobre los periodos en que la incorpo-
nomía, el empleo y la vida cotidiana, y, sobre todo, ración de tecnologías se percibía y vivenciaba
los impactos como punto de partida para pensar como revolucionaria para sus épocas? ¿Qué cosas
las estrategias que los países debían seguir frente deben preocuparnos luego de las lecturas de esas
a esos cambios de carácter revolucionario. realidades?

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Gustavo Cimadevilla | Signo y Pensamiento 54 · volumen XXVIII · enero - junio 2009

Sociedad dual: ¿qué hacer desde


el hacer comunicacional?

Si los grandes cambios vinculados a la incorpora-


ción de tecnologías en los siglos xvii, xviii y xix
incluyeron la violencia como reacción a las inno-
vaciones que amenazaban la propia supervivencia
de los trabajadores y una consecuente represión
inusitada; si las grandes mudanzas avizoradas
hace treinta años igualmente vinculadas al cambio
técnico y la configuración de un nuevo paradigma tores residentes
tecnoeconómico despertaron los análisis profun- vinculados a las
dos, las denuncias y cierto temor por un futuro etnias de Europa
incierto, y ello no derivó más que en cierto inmo- y/o a los pueblos
vilismo y escasa atención estratégica; entonces, originarios o criollos
la violencia/represión y el temor/inmovilismo no diferenciados de aqué-
parecen conducirnos a soluciones de fondo. llos por su color, condición
La historia, en ese sentido, parece sugerirnos y cultura12 ; se utilizó, también, por la sociología de
que son otros los capítulos que deben escribirse mediados del siglo xx para referirse a las regiones
para los tiempos que se viven. Si violencia y repre- y/o poblaciones tradicionales por oposición a las
sión, si denuncia y temor sólo nos conducen a la modernas13 ; y/o a las divisiones entre aquéllos
epidermis de la problemática, a su cáscara emocio- partícipes de las estructuras urbanas e industriales
nal, tal vez sea hora de encarar razonablemente las ligadas a la producción y el consumo ±propio de
nuevas circunstancias. Deber que por cierto, como las sociedades capitalistas± y aquéllos vinculados
intelectuales, no podemos desconsiderar, incluso a la producción primaria y a las lógicas de la
por encima de cualquier cosmovisión sobre el supervivencia14.
papel de las tecnologías en nuestras sociedades. Así, la sociedad dual es la sociedad en la
Desde esa lectura vale preguntarnos acerca de que coexisten sectores que parecen evidenciarse
¿cuáles son las preocupaciones principales que hoy asincrónicos, asimétricos y diferenciados. Sectores
se desatan en esta nueva realidad y se constituyen que se asocian al dominio de la lógica económica
en un punto de partida inexorable? Y en ese y sociocultural vigente, y sectores que sólo se reco-
marco, ¿qué caras se manifiestan promisorias y nocen por su “actuar en y para” la supervivencia. Si
qué “contracaras” denuncian el dualismo digital y en versiones anteriores esas asimetrías y asincronías
sus consecuencias no siempre buscadas? Creo que remitían a las categorías de la sociología, la econo-
esos interrogantes y nuestros análisis nos permiten mía y la antropología con conceptos como los de
arribar a tres planos de reflexión ±y, espero, de clase social, desarrollo-subdesarrollo, etnia, raza y
acción± fundamentales. folclore, hoy nos remite al dualismo digital como un
Desde el título de esta presentación utilicé la modo de enfocar a los conectados y desconectados,
expresión dualismo digital y me referiré a ella como los incluidos y los excluidos de la red en los campos
primera preocupación. El concepto de sociedad
dual se utilizó en las ciencias sociales y humanas
desde un inicio para describir y evidenciar los 12. Por ejemplo, en la obra de Jacques Lambert (1974) y
fragmentos que se constituían en característicos de tantos otros estudiosos del subcontinente.
13. Por ejemplo, en la obra de Gino Germani (1971).
nuestras sociedades latinoamericanas. Se utilizó, 14. Por ejemplo, en los planteamientos de la CEPAL, entre
entonces, para referenciar en el siglo xix a los sec- otros.

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Signo y Pensamiento 54 · pp 68-81 · enero - junio 2009 | Sociedad digital, sociedad dual

ahora la mutación de los soportes y sus for-


mas vuelven irrelevantes los contenidos y
ponen todo su énfasis en los formatos y en
los escurridizos mecanismos que los rigen,
los comandan y direccionan. Ahora no
basta con manejar el teclado, a no ser a costa
de depender de quienes se “ciberculturizan”
en las actualizaciones últimas.
Pero hay un segundo plano en el que, creo,
debemos también centrar nuestra atención. Les
d
de la comunicación y la política; y los diversos decía que si ante las revoluciones tecnológicas de
cruces interdisciplinarios y multidisciplinarios que los siglos anteriores se evidenció cómo la resistencia
convoca su irreducible complejidad. condujo a la negación y la violencia, y recibió por
Pero no es la dualización por sí misma la fuerza la represión, y si en las décadas anteriores
que preocupa (como si lo que importara fuera la denuncia y el temor sólo nos dejó cierto inmo-
la homogeneización), sino lo que ella supone en vilismo de actuación, hoy el rasgo fundamental
términos de la configuración social existente. Si ante la tremenda circulación y adopción acrítica
ante la dualización de las asimetrías del siglo xix, de las tecnologías parece regirse por otra actitud:
intelectuales como Sarmiento (como presidente en todos los ámbitos y sin dudas, creo que es la del
de Argentina en la década del setenta) pensaron encanto. Esto es, y tal como lo plantea el valor de
la división de la sociedad entre letrados e iletrados las palabras que me importa destacar, el encanto
y, para ello, movilizaron la creación y multipli- remitiendo a la belleza, la magia y la seducción,
cación de bibliotecas y escuelas públicas; hoy el según rezan los significados con los que en nuestra
enfrentamiento de las brechas digitales mediante lengua tratamos el concepto.
la configuración de centros tecnológicos parece no Las tic son bellas, mágicas y seductoras.
alcanzar a imitar aquellos gestos del estadista. Siempre activas, siempre conectadas. Y es que las
La sociedad dual en lo digital se vive y se tecnologías de esta sociedad digitalmente dual nos
proyecta hoy agregando a aquel primer nivel de conducen quizá al camino preferido que preanun-
separación entre alfabetizados y no otro nivel, ciaba la modernidad. Al camino de la libertad
mucho más exigente y veloz, por encima de las absoluta sostenida en el dominio tecnológico que
diferencias y asimetrías, pero agregando una vence los espacios y el tiempo. Que vence, incluso,
complejidad. Mientras entre alfabetizados y no la realidad, sobreponiéndose a ella con la infinita
alfabetizados la diferencia de dominio era la del capacidad de la imaginación sobre lo virtual.
código, en la dualización entre conectados y no, Si la técnica, como nos recuerda Luhmann
ese dominio no sólo se vincula a un código, sino a (1998), es una simplificación operativa, es una
su constante mutación de hardware y software, que reducción de la complejidad, esta técnica que cul-
conduce a necesidades continuas de actualización tivamos ofrece el encanto insuperable de reducirlo
e incorporación tecnológica. todo a su acto predilecto: la conexión. Nos exime,
Si los centros tecnológicos de hoy pueden ser por tanto, casi de todo esfuerzo por incluir en
las bibliotecas populares del siglo xix, ¿cuáles esa agenda las preguntas del para qué y con
son las escuelas digitales del siglo xxi? Si qué destino. No hay otra teleología que
antes leer y escribir remitían a soportes y la de la conexión. El medio, entonces, se
dispositivos invariables como el papel, la transforma en fin. Y, por tanto, ya no hay
pizarra, la tiza o la tinta, donde el valor lo a dónde llegar si lo que importa es el andar
tenía el lenguaje y, por tanto, los contenidos, por el camino.

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Gustavo Cimadevilla | Signo y Pensamiento 54

Y, finalmente, esa consideración me García Canclini, N. (2004), Diferentes, desi-


lleva a un último plano. Esa inflexión en gguales y desconectados, Barcelona, Gedisa.
nuestra cultura no puede ser tan fuerte Germani, G. (1971), Política y sociedad
como para desdibujar lo que nos toca como en una época de transición, Buenos Aires,
intelectuales, como actores cuya materia Paidós.
prima es el pensamiento cultivado, la Habermas, J. (1986), “La modernidad un
acción para conocer y comprender, y la proyecto incompleto”, en: VV. AA., La
búsqueda de pensar y actuar para hacer de pposmodernidad, Barcelona, Kairós.
este mundo una aldea realmente vivible. Lambert, J. (1974), América Latina, Barce-
Nosotros sí somos responsables por hacer lona, Ariel.
las preguntas y por buscar las respuestas; o Luhmann, N. (1998), Complejidad y moder-
al menos intentarlo. nidad, Madrid, Trotta.
La provocación de Morley sigue vigente. Martín Barbero, J. (2008), “Figuras del
Que repasar las leyes de estas transforma- desencanto”, en: Número, núm. 36, dispo-
ciones no sea delito, tampoco irreverencia. nible en http://www.revistanumero.com/
Que más bien sea la rutina necesaria para index.htm.
asegurar que la libertad que nos ofrece la Martínez, S.; Marotias, A., y Movia, G.
conexión tenga costos civilizatorios razona- (2006), Internet y lucha política, los movi-
bles. Apostemos a que nuestra inteligencia mientos sociales en la red, Buenos Aires,
pueda pagarlo sin cancelar nuestro destino. Capital Intelectual.
Condición necesaria, aunque no suficiente; Marx, K. (1986), El capital, México, fce.
condición vital para ser realmente libres por Mattelart, A. y Schmucler, H. (1983),
nosotros mismos. América Latina en la encrucijada telemática,
Buenos Aires, Paidós.
Referencias Monge, D. (2004), Políticas de telecomunicaciones
aplicadas en la República Argentina durante
Becerra, M. (2005), “La pobreza de las tecnologías la década del noventa. El caso de los centros
de la información y la comunicación (tic). tecnológicos comunitarios tesis de maestría
Acceso limitado a la información en América inédito, Córdoba, cea-unc. .
Latina”, en: Mata, M. (coord.), Democracia y Pasquali, A. (1980), Comprender la comunicación,
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Córdoba, eci-unc. Pérez, C. (1986), “Las nuevas tecnologías: una visión
Cabello, R. (2006). Yo con la computadora nada que de conjunto”, en: Ominami, C., La tercera revo-
ver..., Buenos Aires, Prometeo-ungs. lución industrial. Impactos internacionales del
± (2008), “tic, educación y desarrollo. El papel actual viraje tecnológico, Buenos Aires, rial.
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Signo y Pensamiento 54 · pp 68-81 · enero - junio 2009 | Sociedad digital, sociedad dual

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