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HAMBRE

No puedo sacarla yo de mi mente A mi amiga le pegaban


palos fierrazos La cortaron la quemaron se la violaron
.

Harto de la noche
que llueve sobre nosotros
mientras esperamos
la siguiente y la siguiente
I
PRIMERA NOCHE
Falta espacio para tanta
dislocación.

Chantal Maillard
Contando los días que pasan, que pasan, que pasan.
Alistándome a la descomposición, al margen de la propia
vida. Miro sobre el humo, diviso la ciudad, toda escombros
vestí de calles como el ángel que embarazó a mi madre. Uno
espera, -tos-, lo puedo decir, ahogarse en el frenesí. Me dices:
siempre estuve enamorado de ti, desde que era chico y tú aún
no nacías. Esta noche la ciénega, la ciega desvestida, lupanar
carmesí que me comiste ayer mi chico. Tocaste, me alistaste
con tu glande, el glande de Dios, oculta con mi mirada neutra,
gritos o aullidos de loba, rodillas raspadas, marcadas.

Me sobrecojo.

PASABA FRÍO
Mi papá escribe poesía y dice: SOY LA MÁS FEMENINA
DE CHILE LA MÁS BESADA LA MANOSEADA. Mi papá
es Mi Ángel, lo acaricio, lo beso en noches hasta el torso, en
noches roto el torso. Mi papá antes hablaba con las aves; con
los avestruces. Ahora viste de planta de flor en las noches en
que corro porque estoy asustado y con frío.

PASO FRÍO
“Cosita rica, tírame” me decía el amigo de mi papá. Una vez
me puse una corona de espinas, quise construir las nubes. El
amigo de mi papá me ayudó, me puso a cuatro patas y me dijo:
“cierra los ojos huachito”. Ahí grité, sentí que venías, papá.
Las rocas gritaban allá, donde te tiraste, allá donde te
encontraron las Flamencas que se paran todas las noches en
busca de las caras que alguna vez amaron.

AMÉ EL FRÍO DE TU CUERPO


Estoy en alta mar; le acabé el rímel a mamá, le rompí los
tacones, le rajé el vestido, pero es que esos perros llegaron.
Estaba lunático por esos dulces que me dio el niñito lindo.
Aparecieron cuatro, me gritaron “maricón”; me pegaron.
Estoy llorando en alta mar. Mamá, tú me dijiste que los
hombres no lloraban, pero yo no soy hombre, soy tu flamenca,
tu huachita. Los perros ladraron, no corrí.

ME CORRÍ

¿Dónde estás? Cómo decírtelo y que me escuches en esta


vastedad llamada noche. Me arrastraré porque te amo y este
lagrimeo sobre la falda rota es la necesidad de que te agaches
y me beses la frente como cuando era tu niñito.

Todo mi corazón es un secreto


ya no te quiero papá
II
SEGUNDA NOCHE O PRIMERA
NOCHE DE ESTA NOCHE
Partí a la playa. Seguramente me encontrarás ya que dejé un
camino de llanto y retazos de tela. Han pasado 2 días y la
noche es como una piscina muy honda. “Acaríciame” quise
decirte, se oyó el silencio. Estaba nervioso y el mar frente a
mí con tu rostro enojado mirándome. Lloré desnudo y no
escribí un poema.
Disminuye el movimiento del cuerpo. Cosida la piel a la piel.
Me sustento con estas ganas de convertirme en roca. Roca y
arena. Los reflejos de las estrellas como charcos del paraíso.
Tenso. Bostezo. Me miro. Todo el sucio amor, ese de tu mano
fantasma en la llaga de mis genitales.
Van saliendo estos profundos trazos, estos profundos cortes.
Las ciudades como mapas se leen, se dicen de muchas formas.
Degusto el aire. Me embarco al ensayo de la visión de una
palabra:

A___________A

Cuando yo comienzo las terminaciones de mi miseria.


Cuando yo nado en el sueño del barro.
Cuando estas avenidas son nuestra reconciliación
y el mar se aleja.
Cuando estoy expuesto al tiro al blanco en los extremos,
con los ojos cerrados, vivir es mejor,
con los ojos cerrados desnudo o vestido vivir es mejor.
Con tu llanto, mamá. Con tu vestido, mamá.
Con tus abrazos, mamá, vivir es mejor.
Yazgo recluido bajo los incisivos. Veo tus estrías. Cesárea.
Alguien me cuenta del huacho que se cree mujer. Del maricón
de la esquina. No me lo pude sacar de la cabeza. Empecé a
hablar con ella. La Niña -le decía- y me regalaba 2 puchos
cada noche. La pena es mucha. La pena maquillada. Le cuento
sobre el miedo que le tengo a la oscuridad y de tu muerte,
mamá.
¿Qué digo? ¿Cómo digo que me moviliza eso que hiere?
¿Entiendes? El vacío y la rotura del lazo es como una gran
sonrisa. Insisto en intentar escribir esto. Me obligo a escribir
esto al tomar una quetiapina. El mar, el vestido, la muerte,
mamá. El travesti amigo, el odio a mí mismo. Yo no merezco
esto, diría algunos años atrás. Antenoche, anoche y esta
mañana siento canta a La Niña, mi niña que canta acurrucada
con las olas del mar. Me resulta inevitable el brillo con que
me arropa la mano que nunca quise olvidar en este frío. Estoy
sentada a la orilla, viéndome en el espejo roto. Tu cara mamá,
tu cuerpo dentro del vestido que te robé apenas lo compraste,
el vestido que buscabas siempre y creías que nunca te lo
pasaron en la tienda, vestido ahora roto como yo mismo, roto
como tu vida, mamá.
Se visibiliza el espejismo de la calle y me miro
ultracontaminado, ya no importa. Estoy dispuesto a cortar mis
pieles, exigirme la sinuosidad del jadeo. La noche se adelanta,
se abre, baila como la sombra frágil de alguien que cubre el
frío con los brazos. La voz calla. Mi rotura dibujada en el
corazón de un perro reventado. Busco refugio. Corto. Pedazos
de carne forman un cuerpo con la boca manchada de desiertos.
Días antes me catalogaron de maricón y de residuo. La luz
atravesó mis pupilas y volví a ver a La Niña, mi amiga. Habré
de permanecer quebrada, cortada, quemada y con frío como
polilla, esperando la voz mutilada de mi madre diciendo “yo
lo cuido”. Ulceras. La verdad es que no quiero pensar en eso.

CALLADA DERRÚMBATE
Y DEJA QUE TUS POEMAS
TE TEJAN
III
ÉL VESTIDO
HASTA POR LA NOCHE
Me quiero romper el hocico. No te diré adiós, mamá, porque
soy un perro. Tendré que tragarme el silencio, como el vómito
que me tuve que tragar cuando papá me dejó solo con su
amigo. No es mi culpa estar en el centro de este círculo ni la
tensión de la piel con el frío. En la noche un animal nos miró
llorando como niñitas. Quise salir corriendo, pero me caí y me
quebraron entera a patadas. Fue el mismo animal con sus ojos
de mancha y mandíbulas como espejos. Yo le amé de veras,
le amé en silencio, con sangre y dolor. Yo le amé, amé a ese
niño lindo de ojos como espejos y mandíbulas manchadas.
Mamá, ahora te copio, ordeno y coincido. Esta vez con ganas
de ser, pero llevo sangrando tantas calles de tu vestido, mamá.
Las cosas caen y yo digo del dolor. Friego las alas del Ángel
bostezante. Mira -me dice- y veo su traslucidez, sus ojos que
se hunden como las bocas muertas del mar. Es inmenso el
sonido de la caída, abre zanjas trenzadas. Resisto el saborear
la piedra tardía del paraíso. Repito, pero pierdo los detalles y
el jadeo del Ángel y el sonido del agua y mi boca salada
cargando la pequeña posibilidad de aire o alumbramiento. El
tiempo se excede y contemplo el mapa del amor en sus alas
ahora vueltas ovillo. Violentado y desarmándose, sus fibras
caminan a mi cuerpo de hoja rudimentaria y mi vestido color
ocre. Silencio… Silencio. Raspo el cielo afiebrando la
mutilación que se derrama como la saliva vaciada, la gotera
de un pecho roto. Revolcándome ahora en el mar vienes a
consolarme porque danzo hecha eterna soledad. La infinita
belleza se recuesta pedazo a pedazo sobre mí y me espanta las
moscas del rostro. Mi piel insulta su color. “Amorcito lindo,
este es nuestro secreto” dijo el Divino antes de barrerse y
lanzarse al florero, al florero de mi mamá.
IV

Ayer me vino a ver el señor


Supe que era él por su silencio
me tomó fuerte y me crucificó
de una forma extraña
no grité porque lo quiero mucho
No le contaré a la VirgenMaría que vino
ni que oré mirando hacia abajo.
No sabes cuánto te extraño. No sabes cuánto extraño el
quejido del mar a través de nuestros cuerpos. ¿Dónde estás
ahora refugiado? ¿Dónde está la casa de la saliva con sus
formas y animales desconocidas? Tú sabes que nadie más se
ha diluido tanto conmigo como tú lo hiciste. Pensé todo el día
en escribirte. He partido a la playa, al mar, al igual que ese
poema que una vez me leíste, que no recuerdo el título ni el
nombre del autor, solo la palabra mar repitiéndose y vibrando
con sus huellas en mi cuerpo desnudo. Estoy esperando el
continuo ladrido de los perros a medianoche para irme con el
Ángel, espero me perdones, pero es invierno y el frío me trata
mal, luego la gente, luego la palabra silencio zumbando en mi
oído como abejas agonizantes. Me quedo. La niebla es otra
noche más. Te he extrañado tanto.

TODO EL DÍA
TODO EL DÍA
TODO
todo el
maldito
Estoy harta de sangrar y echarme y llorar. Ninguna noche se
ha quedado pegada a mi rostro, pero estoy destrozada. El
asunto es que ayer noté a mis ojos en la corteza de la misma
noche, vi el dibujo de la violencia en el camino silenciado de
la voz que me duele.

Comienzo a decir
Quiero comenzar a decir
El sueño del Ángel
tocando
mis lugares verdes
y azules

Partí corriendo
Las alas tocaron
tocaron mis lugares
y pude decir.
Te pedí muy poco, mamá, pero siento que no me escuchaste.
Esta ciudad es inalterable como el brazo de la lujuria
dejó sus huellas en tu vestido ahora arrancado por mí.

Yo sé que no te importa.

Ya sé que no te importa que me duerma esperando tu arrullo.

Yo sé que no te importa.

Ya sé que no te importa que duerma con otros,


con tus amigos y los de Papá,
con el sonido y el silencio,
con mi cabeza rota de pensamientos.

Yo sé que no te importa que me toque


con tu vestido puesto, ni que piense
todo el día en lo sola que me siento.

Mamá:
¿Por qué te fuiste con ese maldito
ángel silencioso y cubierto de flores?
POR QUÉ
HAMBRE
NO VEO NADA
LUZ
LA LUZ PROYECTADA
DESDE EL ASFALTO
TU ESPERMA
TODO RESPLANDECE
LUZ
TENIA TODO PARA SER
FELIZ

CUERVOS
CUERVOS
CUERVOS
IV
LA FAUNA YA NO ME DEJA
No podía orar
No podría dormir
La habitación se llenaba de polillas
Entonces hice la promesa
la pared se adornó
el tiempo y la humedad
reclamaron el derecho a contradecir
mi silencio
Creo abrazar un cuerpo esta noche, no habla, es como un
espacio vacío/frío. Me pregunto porqué nos han dejado tan
solas, a la deriva y en vigilia junto al alma bondadosa de un
perro y el mar.

Amanece. Estoy terriblemente triste


Aparecen rostros en los pequeños cristales
de la arena
¿Y si me miran?
¿Y si me gritan?

Todo lo que ya no puedo decir


está reflejado en esos rostros
Por la noche pensé en tus cuencas
en tus cielos negros rodeados
de ese líquido]
Cógeme –grité–
Murmuré un beso
Sentí el bichito / la flor
Había pájaros comiendo piedrecillas

Ahí estaba yo
Vi eso
Solo vi eso
y el agua
y el agua.
Ahora no puedo mirarte. Pienso en el porqué de todo esto.
Dices mi nombre. No recuerdo tu voz. No hay amigos, no hay
silbidos ni cielos limpios. Pregunto desde el fondo, desde el
fondo de la arqueología sobre los peces ensangrentados,
pregunto sobre los cielos ensangrentados de tus lágrimas. Me
cubro todo el cabello con la túnica de la más absoluta soledad.
Custodio el nombre que susurra breve y dejo caer las manos
mancebas del paisaje ¿Cuál será el sonido? NO QUIERO
SEGUIR ARANDO ESTO QUE SE LLAMA VIVIR A
ESCONDIDAS –mi boca cae– para decir, para decir el gesto
indiferente del descenso sobre mi cuerpo, el quejido de las
olas, el rubor tan distinto cuando oigo llorar a otra, otra con el
vestido rajado, otra con los dedos rotos, otra que no conoce su
nombre ni el recuerdo de la voz de Mamá. Ahora no puedo
mirarte, solo no puedo mirar la limpieza de un cielo. La arena
es fétida, hay peces que me cubren. Lloro.
TRÁGAME

TÓCAME ÁMAME

VÍSTEME
Terminaré lamiéndome la herida como los perros lo hacían.
Arrastraré mis manos por el piso deseando ver tu cara de nuevo
Lloraré porque tu cara son todas las caras, pero tengo la cabeza herida
y no puedo salir de aquí
Intenté sacarte de la cabeza con violencia
Ha anochecido y no hay razón alguna para dejar de intentarlo
No guardo marcas, es solo mi cuerpo rebanado por las manos
Resisto, pero no soporto verme caer aquí en la distancia.
Este lugar de caminos gastados
Este lugar que ha sido mi soledad
Este lugar en que toqué cuerpos porque estuve hambrienta de amor.
Este lugar en que espero días, ciclos, noches por ti
una y otra vez
Este lugar que abraza mi pecho con el silencio de tus ojos
y el único aliento es el de estas palabras
Este lugar que me enmudeció, que me dejó frágil
recordando tu voz entrecortada.
Este lugar que no es más que el halo negro de mi corazón.
Está sola.
Es vaga.
Sueña que es Dios
y en su desespero
decora la muerte
con anzuelos.

Ocupa el espacio
con un escándalo de rosas
y maquillaje.

La lluvia se agolpa
en el escape.
En el centro claros cielos
En el centro la cáscara
consumida
por el recuerdo
de una CIUDAD.
19 de oct. ¿Y si me muero?

¿Y si me muero? Ahora que lo escucho, escucho


el silencio en partes iguales. Soñé que era un
pájaro, en realidad era una flor que volaba como
pájaro. Soné que compartíamos el mismo
oxígeno, el mismo silencio, el mismo mar. Soñé
que soñaba. Soñé que soñaba contigo. Soñé que
soñaba que soñaba en silencio y me ahogaba en
el mar de tus ojos.

Y entonces estamos llorando a través del mar


Ahora me voy a morir

Sueño con el hilo incandescente que me une con el tiempo.


Recuerdo la piedra a lo lejos, me asustan sus curvas. Se me
sobrevienen los colores y sus sombras: Dilato el iris. Deseos
de expansión o la extraña sensación de no existir. Es la
pérdida, irregularidad en la unión. Deposito palabras aquí para
volverlo un lugar idéntico, pero más hospitalario. Hube de
habitarme por la ansiedad de la visión, la tragedia, ahora toca
olvidar y poner en movimiento. Lo siguiente es la imagen del
amor. Los siguientes cuerpos son reflejos del amor
delimitando una tragedia. Lo siguiente, el amor, el amor con
fármacos, lo siguiente es la mirada del amor aceptado como
tragedia.
Invertido mi rostro
cuando supe que era
una con el invierno
V
LA FALTA
PERO HUBO SILENCIO

Ya está condenado, el silencio está condenado, el silencio


siempre estuvo condenado a ser el poema del cielo, el poema
de tu rostro, pero, esa condena es infinita y yo sólo recito mi
muerte hasta
que mis ojos se hinchan de ceguera
y aguas
que
caen.
Esa imposibilidad de colisionar con el tiempo, como quien se
abandona y abandona su pueblo. Oír la figura que brota en el
inicio de la garganta, ese ay que, al acoplarse al nombre
desconocido, se hace un lugar por un instante. Ese instante
que no demanda más entendimiento que la belleza
estrellándose con el agua de nuestras bocas. La cama, ese
acantilado de heridas rojas y nombres que ocupan un espacio
enorme y en su eje la tormenta, o el gesto ilusorio de una
geografía cercana al mar.
Domingo 11 de noviembre.

Miro a lo lejos
hacia una ventana buscándote
y sólo logro ver mi reflejo
el sucio reflejo de mis ojos llorosos
¿Qué hago con este buscar
como perro moribundo?
¿Qué hago?

Miro al cielo y parece aplastarme


El cielo es un desierto en que veo
todo lo que deseo.
Balbuceo queriendo decir tu nombre
al aire

Palpo mi propia piel


buscando una señal de vida
un calorcito un color

El vidrio tiene muchas caras


y ninguna de ellas eres tú.
Aquí nadie nos conoce. Cuando nos vayamos nadie nos
dirá adiós, pero sabemos desnudarnos con brillantina.

Son casi las 3 de la mañana y estoy sola o quizás tú estabas,


pero te olvidé

Necesito olfatearte, tragarte, sorprenderte como el cazador


que sorprende al lobo.
Recorro a cuatro patas husmeando la cama y las cerraduras,
gruño al viento perdida porque tus huelas dicen nube o mar
al tocar mi cuerpo.

Ya no importa cuán anclada estuve al ritmo que simulaba


tu silencio.
Ya no importa esta noche violeta que se desarma
por el sentido de quiebre dentro mío.
Éntrame te diría.
Métemela.

Estoy en celo buscando el origen del puerco,


el origen abandonado del que solo queda rastro llagado.

Querido.
Niñito lindo,
todos los sueños me regresan
al despertar del miembro.
Me regalaste unas pantys
y las rompí despacito, despacito
como me decías: chúpalo rico mi amor.
Te extraño tanto.
Deberías estar aquí
besándome estas alas embarradas
mientras la luz complica el habla.
Solamente he estado escribiendo por las calles,
buscándote en otros cuerpos, en otros rostros,
buscándote en la noche,
hambrienta,
vomitando en bares.
Estoy llorando porque se corrieron
y no eras tú.
Estoy llorando escondida
bajo esas drogas que tanto te gustaban.
Ríos de sangre son mis brazos y piernas,
el rímel se me está lavando,
estoy engordando
y visto de negro todo el día
mientras guardo debajo de mis piernas
una fotografía tuya.
Toda la noche he hilado un nosotros que nunca existió.
Estoy perdida la mitad del día que es todo el día
y los bosques oscuros me desnudan mirando para arriba.
Abro las piernas.
Papi me satisface solo una vez más
pero no eres tú, nunca volverás a ser tú.
Si te dijera que para poder escribirte te tuviste que ir.
¿Qué me dirías?

Mientras duermo
el tiempo
ladra.

Estoy tan triste


y hurgo mis pieles bajas
buscando el dolor
que compartía contigo.
He sido escrito. Me he escrito como perro o perra. Veo que en
los rincones solo hay silencio y lo langüeteo. Atrás también.

Soy el silencio que lamo.


Soy el perra que lame su inexistencia.
A veces tu indiferencia traza esa ciudad que alguna vez
escribí sin dejar registro

La imagen de un cuerpo que se deja arrastrar por las olas.


La imagen de un rostro ya ajeno,
envuelto por las miradas aterciopeladas
de las Flamencas del puerto.
Sólo sucedió, la fiesta se acaba y llega la idea del vacío,
no importa el maquillaje ni cuan traslúcido es el vestido.
Papá siempre me decía de su pobre corazón
enterrado en su cuello.
Siempre me lo decía con ojos resecos de tanto llorar,
pero yo no entendía,
no entendía el porqué de la tristeza de papá,
no entendía que se entristeciera al usar ese vestido tan lindo,
no entendía cual era su herida carmesí
al rozar su rostro con polvos de colores.
Papá aún se retuerce, triste,
arrastrado por el mar
al saber que mamá
es esa picazón
en la invisible herida de su corazón.
Alguna vez escribí: “está vació, todo está vacío
pero estás tú”
pero todo sigue vació y ya no estás
ya no estás más
y sólo
escribo
A modo de epílogo

Mejor que todo acabe. No más besos en las piernas. No más


amores pegándome. No más mamá. No más papá. No más
vestido amanecido con retazos de antiguas Flamencas. No
más. Sólo no más. No es que intente callarme, pero este
vestido se alimenta de mi carne.

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