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1. ¿Qué es la psicología?

La psicología o sicología es una ciencia social y una disciplina académica enfocadas


en el análisis y la comprensión de la conducta humana y de los procesos
mentales experimentados por individuos y por grupos sociales durante momentos
y situaciones determinadas.

La psicología tiene un campo de estudio vasto, ya que se centra en la mente y la


experiencia humanas, desde diversas perspectivas, corrientes y metodologías.
Algunas de ellas son más próximas a las ciencias duras y al empleo del método
científico, mientras que otras no lo consideran apropiado para el objeto de estudio,
y prefieren construir métodos y abordajes propios.

En este sentido, esta ciencia social se interesa por los procesos de la percepción,
la motivación, la atención, la inteligencia, el aprendizaje, el pensamiento,
la personalidad, el amor, la conciencia y la inconsciencia, pero también por las
relaciones interpersonales y por el funcionamiento bioquímico del cerebro.

La práctica profesional de la psicología, en cambio, suele dividirse entre la


investigación académica, la educación e innovación educativa, o el ejercicio clínico,
esto es, el trabajo terapéutico para entender y resolver diversas dolencias
de orden emocional, psicológico o afectivo en sus pacientes. Esto último se
conoce como psicoterapia.

No debe confundirse la psicología con la psiquiatría. Esta última es una


rama de la medicina que estudia el comportamiento bioquímico del cerebro, sin
ocuparse generalmente del contenido emocional o experiencial de los pacientes.
Tampoco debe hacérselo con el psicoanálisis, que es una disciplina interpretativa y
terapéutica derivada de los estudios de la mente humana de Sigmund Freud.

Ver además: Pedagogía.

2. Origen de la psicología
La psicología es una ciencia relativamente nueva, desprendida de la filosofía a
partir del siglo XVIII, a raíz de las doctrinas filosóficas del empirismo, que
empezó a comprender la conducta humana como una serie de estímulos y
respuestas determinadas por nuestra biología.
Así nace la psicofisiología, precursora del campo psicológico. Con el ingreso de
las ciencias formales al panorama del saber, se da inicio a la posibilidad de una
psicología ya no meramente teórica, sino incluso experimental.

El primer laboratorio de psicología experimental se fundó en la Universidad de


Leipzig, Alemania, en 1879. A partir de entonces surgirían diversas ramas de
exploración teórica y práctica de la mente humana, inaugurando un área del saber
muy vasta y diversa como lo es hoy.

3. Ramas de la psicología
La psicología presenta una enorme cantidad de ramas y divisiones, que pueden
agruparse en dos conjuntos de acuerdo a sus características comunes, de esta
manera:

Psicología básica. Ubicada como un campo del saber entre lo biológico del
hombre y lo social o lo humano, se centra en el entendimiento y la recopilación de
información sobre los procesos básicos del pensamiento humano. Comprende las
siguientes subramas:

 Psicología cognitiva. Estudia los procesos mentales que permiten el


conocimiento, es decir, la experiencia. La percepción, la memoria,
el lenguaje y el pensamiento son sus áreas de interés.
 Psicología del aprendizaje. Se dedica al estudio de los procesos de
adaptación y cambio más o menos permanente en el individuo, es decir, al
modo en que el ser humano aprende.
 Psicología evolutiva. Estudia las distintas etapas del crecimiento y
desarrollo de la psique humana a lo largo de su vida.
 Psicopatología. El estudio de las “anormalidades” o trastornos de la
psique, desde un método eminentemente descriptivo.
 Psicología del arte. Estudia los fenómenos de la creatividad, la creación y
la expresión artística desde el punto de vista de la mente humana.
 Psicología de la personalidad. Intenta construir modelos de
comprensión de la personalidad humana.

Psicología aplicada. También llamada psicología profesional, es el conocimiento


básico psicológico puesto al servicio de la resolución de problemas puntuales de la
sociedad. Comprende las siguientes subramas:

 Psicología clínica. Es la que lidia con pacientes, atendiendo sus


sufrimientos mentales y emocionales y permitiéndoles llevar una vida lo más
funcional posible según el caso.
 Psicología educativa. Centrada en el aprendizaje y en el crecimiento del
individuo, colabora con la construcción de hábitos y entornos escolares más
propicios para formar las generaciones venideras.
 Psicología infantil. Junto con la infanto-juvenil, se especializan en los
problemas emocionales o mentales durante las primeras etapas de la vida
humana.
 Psicología social. Se centra en los grupos humanos y en las interacciones
humanas, haciendo énfasis en la importancia del entorno en la
configuración de la psique.
 Psicología industrial. Similar a la social, pero aplicada a los diversos
ambientes laborales y a las situaciones mentales involucradas en el trabajo.
 Psicología forense. Colabora con la justicia en la comprensión mental de
criminales, homicidios y otras situaciones límite.
 Psicología del deporte. Aplica sus conocimientos al campo atlético y
deportivo, para comprender lo que allí ocurre mental y emocionalmente.

4. Objetivo de la psicología
Los objetivos generales de la psicología pueden resumirse en la comprensión de
los procesos propios de la mente del ser humano. En ello tienen cabida
numerosos enfoques y metodologías, cada uno con sus objetivos específicos, con
sus abordajes puntuales de lo que son la conciencia, el pensamiento y
el aprendizaje.

Dicha comprensión de la mente humana persigue la posibilidad de, por un lado,


ayudar a solventar las patologías emocionales y mentales que aquejan al hombre
contemporáneo, perfeccionar las herramientas que aprendizaje de las que dispone
y brindar claves respecto a la naturaleza de la conciencia y de eso que nos
distingue de los animales.

5. Psicología y educación

La educación y la psicología han marchado de la mano desde la invención de

esta última, ya que se ha podido entender mucho mejor cómo se dan

los procesos de aprendizaje, formular teorías sobre ello y tratar de

construir instituciones educativas que solventen los problemas de la sociedad


humana atendiéndolos desde su germen: las generaciones venideras que aún

son jóvenes.

Definición de Neurociencia
La neurociencia es una disciplina científica que engloba diversas áreas
y por este motivo en ocasiones se utiliza el término en plural. Los
neurocientíficos investigan los diferentes aspectos que conforman
el sistema nervioso: su estructura, sus funciones, las patologías y las
bases moleculares. Así mismo, en esta disciplina se analizan las
interacciones existentes entre las diferentes dimensiones del cerebro
humano, pues todas ellas sirven para conocer los fundamentos
biológicos de la conducta.Neurociencia deriva de la palabra
griega neurosque significa nervios. De ella también deriva el
término neurología, neuropsicología, neurosis o neurona entre otros.
Debido a lo complejo y rico que es el órgano cerebral, que no tiene que
ver nada más que con cuestiones anatómicas si no también con el
desarrollo de habilidades como el aprendizaje, el lenguaje, etc., la
neurociencia es un campo científico muy amplio y variado que se
clasifica en subciencias o campos científicos específicamente dedicados a
cada una de estas funciones o particularidades del cerebro.

La estructura y las funciones del Sistema Nervioso

Desde un punto de vista estructural, los neurocientíficos se centran en el


estudio de los lóbulos que conforman el cerebro. Existen tres lóbulos: el
prefrontal, el occipital y los lóbulos temporales. Cada uno de ellos es el
responsable de distintas funciones cerebrales.

Al margen de los lóbulos, en el sistema nervioso también se encuentran


una serie de órganos, como el hipocampo, el hipotálamo o el bulbo
olfatorio. Algunas funciones (por ejemplo, la olfativa o la cognición)
requieren de la intervención de varias estructuras cerebrales.
Las bases moleculares del cerebro

En el sistema nervioso se producen cambios neuroquímicos y


hormonales. Dichos cambios están integrados en el apartado de las
bases moleculares. De esta manera, los neurocientíficos pueden estudiar
cuáles son las reacciones químicas que se producen en relación con
la motivación o en las situaciones de depresión (las personas
deprimidas normalmente tienen algún tipo de déficit en las reacciones
químicas que afectan a los neurotransmisores).
La neurociencia es un fenómeno que el ser humano conoció y llevó
adelante desde tiempos inmemoriales, aunque obviamente de modos
mucho más precarios. La neurociencia ha logrado muchos avances en la
época moderna y esto ha permitido que el tratamiento de enfermedades
que antes eran insalvables pueda tener efectos verdaderos sobre la
calidad de vida de los pacientes que las sufren, por ejemplo en el caso
de la esclerosis múltiple, del Alzheimer, del mal de Parkinson y muchas
otras que tienen que ver con el sistema nervioso central de los
humanos.

Patologías como el Alzheimer o la esquizofrenia también son


estudiadas en las neurociencias

Ciertas alteraciones mentales solo se entienden analizando las


estructuras cerebrales y la actividad neuroquímica. En el caso de la
enfermedad del Alzheimer se produce un déficit de acetilcolina. En la
esquizofrenia hay una serie de alteraciones químicas y las más
significativas están relacionadas con la dopamina, la noradrenalina y la
serotonina, unas sustancias químicas que facilitan la conexión neuronal.

La neurociencia y otras disciplinas relacionadas

En los últimos años el conocimiento del cerebro se ha proyectado sobre


todo tipo de ámbitos. En la esfera empresarial existe el neuromarketing
y en el mundo de la relajación mental destaca una nueva técnica, el
mindfulness.

Ciencia cognitiva
Es un estudio científico de toda la mente, campo que es suficientemente interdisciplinario con
el objetivo de describir y poder entender los mecanismos ubicados detrás de la cognición y los
fenómenos psicológicos generales. Menciona las facultades del habla, de la conciencia, la
percepción y la emoción, la atención, la memoria, conducta, lenguaje, razonamientos entre otras. El
punto científico cognitivo generalmente tiene la base en términos que estén en representación y
transformación del conocimiento e información en sistemas físicos y biológicos

La naturaleza que tiene esas investigaciones cognitivas son necesariamente


transdisciplinarias, significando tanto inter multidisciplinaria, viendo que en un primer
momento para las década de 1950 a través de estas disciplinas que anteriormente eran
autónomas en la filosofía del espíritu, la lingüística, la psicología cognitiva y experimental,
inteligencia artificial colocándose en una etapa más actual de la neurociencia,
la antropología cognitiva y a la sociología cognitiva.

La heurísticas mayormente en las investigaciones cognitivas ha ido siendo sugeridas y


guiadas por las preocupaciones eminentes fisiológicas, por medio de alguna de sus ramas
como lo es la lógica, la gnoseológica, epistemológica y la filosofía de la ciencia.

Transdisciplinariedad de las Ciencias Cognitivas


Varios trabajos realizados para que se pueda ver el desarrollo tenido en la complejidad.
Uno de los primero intentos que se hizo de describir, comprender y poder explicar
integradamente la ciencia cognitivas, lo hizo Howard Gardner, y desde entonces se
comenzó producir una copiosa literatura, encargada de describir e interpretar las diferentes
etapas por las que la ciencia cognitiva ha ido pasado a través de los años, logrando citarse
como una de las más recientes obras de Margen Boden: Mind As Machine: A History of
Cognitive Sciencie.

Todas las ciencias cognitivas son las investigaciones científicas transdisciplinarias y son:

o Ciencias subjetuales: son la que cambian la forma objetiva, así como analítico y
experimental, en que se ven los procesos apelando a la validación intersubjetiva de la
modelación (énfasis ontogénico).

o Tecnologías subjetuales: técnicas y procesos que tiene la base en los modelos


tecnológicos validados intersubjetivamente, interviniendo y cambiando las condiciones
presentadas subjetivamente.
o Ciencias históricos-subjetuales: logra que se den las cuentas en los diferentes estados
mostrando en sujeto humano en sus contextos-pragmáticos y las acciones pasadas,
presentes y futuras, un énfasis filogenético.

o Ciencias objetuales: encontradas en los modelos, de las teorías y en los sistemas que son
explicativos hablando sobre los encéfalos y los sistemas nerviosos que tienen los seres
vivos incorporados, así como las simulaciones artificiales que trae.

o Tecnologías objetuales: es un refinamiento gradual de todas las tecnologías objetuales, de


un perfil ingenieril, ayudando que hayan aplicaciones de los modelos tecnológicos,
continuando a todas las teorías cognitivas, siendo referidos a la objetualidad natural o
artificial, según el comportamiento presentado por la persona.

.
El procesamiento humano de la información: en busca de
una explicación
Lic. Irilia A. Cabrera Cortés1

Resumen

El procesamiento humano de la información se explica mediante diferentes enfoques,


tanto computacionales como psicológicos. Se realiza un breve esbozo sobre la
evolución histórica de las teorías sobre el procesamiento humano de la información. Se
trata de responder a preguntas como: ¿es la información conocimiento? Y de no ser así
¿cómo se transforma la información en conocimiento? Se tratan dos dimensiones del
conocimiento: tácito e implícito, así como los cinco niveles cualitativos de la realidad
informacional, donde el primer lugar corresponde a la conciencia, sólo inherente al ser
humano. Unido a ella, su capacidad de "atender" y de aprender, confieren al hombre la
supremacía en el procesamiento de la información. Es necesaria una interrelación entre
diversas disciplinas: psicología, ciencias de la información, cibernética y otras, para
avanzar en la comprensión del procesamiento humano de la información.

El conocimiento es abordado por las ciencias cognitivas mediante


investigaciones empíricas que plantean tres niveles de acceso y José
operación sobre la información: (1) funciones como la sensación, la Luis
percepción, la emoción, el pensamiento, la imaginación, la memoria o la Díaz
voluntad, (2) representaciones del mundo y (3) características generales conoce
más del
del conocimiento derivadas de la investigación cognoscitiva. autor

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Conocer implica tener algo en mente, específicamente tener la representación de ese algo en la
mente. Esta definición de diccionario parece sencilla, pero está plagada de problemas en
referencia al sujeto, al cerebro, a la información o la naturaleza de la representación. Los enigmas
del acto de conocer han atareado a generaciones de pensadores y cabe preguntarse si podemos
agregar algo nuevo a esta bien trabajada y aun trillada discusión. Una novedad en este campo ha
sido la denominada ciencia cognitiva, un acercamiento a la mente y al conocimiento que
podríamos considerar naturalista. La ciencia cognitiva surgió desde la década de los setenta con
una analogía entre la mente y la computadora: la idea que la mente opera mediante el
procesamiento de símbolos. Con el tiempo la ciencia cognitiva irradió en disciplinas que tomaron
el apellido de filosofía cognitiva, neurociencia cognitiva, etología cognitiva, psicología cognitiva,
antropología cognitiva y otras más que se convirtieron en las ciencias cognitivas. El adjetivo
“cognitivo” vino a calificar un tipo de abordaje en el cual los procesos mentales deberían ser
claramente identificados o medidos como variables. Las ciencias cognitivas han generado una
enorme variedad de datos, resultados empíricos y modelos de interés para concebir la mente. Sin
embargo, la discusión sobre el concepto central de la mente y su operación no ha llegado al
consenso. Desde el núcleo de la ciencia cognitiva, además de la concepción simbolista inaugural,
se han agregado al menos dos tendencias más: la orientación conexionista en la década de los
ochenta y la idea de la mente como un sistema dinámico necesariamente situado en un contexto
ambiental hacia finales del siglo.

Tomar al conocimiento como objetivo de análisis parece incuestionable para una ciencia que lleva
en su propia denominación el conocimiento, pues la palabra cognoscitivo se aplica a todo aquello
relativo y relevante para conocer. Bien se puede concebir la ciencia cognitiva como una disciplina
que tiene entre sus objetos centrales elucidar el conocimiento. Desde luego que una materia con
ese objeto ha existido con el nombre de epistemología desde los albores de la filosofía, y es su
rama encargada de argumentar sobre la naturaleza del conocimiento, las reglas para obtenerlo o
la posibilidad de lograrlo. A diferencia de ella, la ciencia cognitiva se aboca a estudiar metódica y
empíricamente los procesos cognoscitivos para llegar a formulaciones teóricas y modelos
generales sobre ellos.

La aproximación más definitiva que aporta la ciencia cognitiva a la epistemología es una teoría
naturalista del conocimiento. Las representaciones mentales son concebidas como estructuras o
procesos que se encuentran en relaciones naturales con los objetos que suponen representar,
porque surgen en un sistema de un alto grado de evolución, desarrollo, complejidad y
maleabilidad, a saber: el sistema mente-cerebro. Estas relaciones se dan porque en el
conocimiento intervienen canales naturales de información, como son los sentidos, la percepción,
la memoria o el comportamiento. De esta forma la ciencia cognitiva mantendría que las leyes
naturales garantizan la veracidad del conocimiento.
Información, conocimiento y conciencia

Si bien el conocimiento requiere necesariamente de información, no toda información es conoci-


miento, sino sólo aquella organizada de tal forma que es o puede ser deliberadamente útil. La
palabra información viene del latín informare, dar forma, poner en forma. Un material
desorganizado o entrópico carece de forma y así el grado de la entropía negativa o neguentropía
es precisamente la medida de la información en la teoría de Shannon y Weaver de 1949. Esta
doctrina se restringe a los aspectos cuantitativos y físicos de la información, sin tocar los
contenidos, la semántica o la cualidad de la experiencia, atributos indispensables del
conocimiento. El notable matemático inglés Alan Mathison Turing se interesó durante la primera
mitad del siglo XX en las operaciones de selección, transformación y uso de la información; a
partir de las cuales la ciencia cognitiva estableció dos nociones fundamentales. La primera fue
explicar los mecanismos mentales en términos de información; la otra considerar al cerebro, en
analogía con la computadora, como un órgano especializado en operar información sobre la
representación de un conjunto de símbolos. Según este concepto parecería posible unificar o
avenir la mente y el cuerpo al postular que la función del sistema mente-cerebro es captar,
almacenar, transformar, recrear y emitir información, pues la definición es aplicable
indistintamente a la conciencia y al cerebro.

La información debe fluir entre los sistemas mediante un proceso activo, es decir enérgico y
costoso, que se llama propiamente comunicación, y tiene tres partes esenciales: la codificación, el
mensaje y la decodificación. La acción de situar información en señales constituye la codificación
y al productor de la señal le llamamos emisor, que de maneras muy variadas se engarza en actos
de comunicación. A los productos de la codificación les damos el nombre de señales, en tanto
elementos físicos, o mensajes en tanto significados. Una vez emitida, la señal deberá ser
decodificada, es decir, recogida por un sistema receptor dotado de un receptáculo apto que desen-
cadene su absorción, procesamiento y comprensión. Los sistemas vivos son exquisitamente
sensibles a las señales que les son importantes y las discriminan sobre un fondo vasto de
información menos relevante, al cual se llama ruido.

Es necesario establecer una distinción entre comunicación y lenguaje, pues este es un sector
restringido aunque culminante de aquella. La palabra lenguaje identifica señales cuyo contenido
de información no está en relación directa con su constitución física, por lo que es una
comunicación simbólica. La importancia del lenguaje para el conocimiento es de tal magnitud
que algunos cognitivistas, como Jerry Fodor, consideran que el conocimiento se almacena y
expresa fundamentalmente en forma de proposiciones del lenguaje. Según los cálculos de Devitt y
Sterenly, la capacidad lingüística aumenta en varios órdenes de magnitud la información que es
posible procesar y transmitir. Los niveles que separan a la información de la comunicación y a
ésta del lenguaje están marcados por la creciente densidad de mensajes y, concomitantemente, de
conocimiento y de conciencia.

No todo conocimiento es consciente, sólo aquél que se encuentra en uso de manera tal que el
sistema sea capaz de sentir y modular el procesamiento de información; es decir, de tener
experiencia, el hecho de vivir y pasar por algo, de conocer ese algo de forma que contribuya al
adiestramiento y desarrollo. La propia palabra conciencia (del latín scientia: saber, es decir, saber
que sabe de sí) implica el advertir algo que ocurre en la mente. Sin embargo, según lo ha
demostrado Fred Dretske, no es necesario estar consciente de algo para que ese algo sea
consciente, es decir no es necesario tener conceptos o percatarse de poseer un contenido mental,
para que ese estado sea consciente. Muchos estados conscientes consisten sencillamente en que
un organismo adquiere información y simplemente reacciona a ella de manera alerta y atenta.
Dretske plantea además que el conocimiento puede ser identificado como el contenido de la
información de la siguiente manera: una señal r acarrea la información que s es F(k).
Donde s denota un elemento demostrativo situado en la fuente u objeto de información, es decir
un elemento de re o de hecho, lo que llamamos un dato. F denota un concepto, es decir, un
elemento de dicto o de discurso. Finalmente k denota la base de conocimiento sobre la que opera
el acarreo de información, lo cual modifica crucialmente el contenido. Si digo “mi abuela está
sonriendo”, una serie de elementos o estímulos situados en la fuente de información s, en este
caso una mujer haciendo un gesto determinado, factura la información necesaria para justificar
en mí la creencia de que esa mujer no es otra que mi abuela y su gesto es precisamente una
sonrisa (F ). El conocimiento previo de mi abuela, de los gestos que llamamos sonrisa y otros
elementos del conocimiento aprendido (k) son necesarios para que se establezca la creencia
dicha.

El umbral más definitivo para definir al conocimiento se ubica en el momento en que podemos
hablar de representación, es decir la ocasión en la cual un organismo es capaz de establecer una
suplencia mental de su mundo, o mejor aún, de sectores específicos de este mundo. Del enlace
funcional de una vasta red de codificaciones nerviosas en el cerebro emerge la representación
cognitiva que tendría así un aspecto neurofisiológico y otro mental, el contenido mismo del acto
psicológico que constituye uno de los meollos del conocimiento.

Ahora bien, los procesos mentales globales que constituyen el conocimiento están integrados por
procesos más simples y discretos que se pueden estudiar y modelar como elementos asociados en
un sistema dinámico, a saber, la propia mente o el sistema mente-cerebro, que puede ser
abordado con herramientas cognoscitivas o neurobiológicas que inciden separadamente sobre el
mismo proceso ontológico que, suponemos, es de naturaleza psicofísica.

Los operadores básicos del conocimiento

La mente es un proceso complejo de información y representación en constante movimiento


compuesto por facultades o funciones distintas que se traslapan para  posibilitar la experiencia y
el conocimiento. Las modalidades o contenidos mentales genéricos, como son la sensación, la
percepción, la emoción, el pensamiento, la imagen, el recuerdo y la intención son muy distintos
entre sí, pero tienen zonas de enlace y superposición en las que precisamente operan la
conciencia y el conocimiento. En un conocido texto de 1983, Fodor ha sostenido que la
modularidad de la mente se sustenta en el hecho de que la información parece estar parcial o
inicialmente encapsulada, es específica para cada dominio, es compulsiva e innata y se procesa en
sectores restringidos del cerebro.

Muchos de los módulos operativos del sistema mente-cerebro contribuyen de manera particular a
la fabricación del conocimiento y constituyen mecanismos peculiares de adquisición y operación
de la información cognoscitiva. Conviene hacer un breve repaso de las características
cognoscitivas de las funciones mentales particulares para poder examinar luego las formas en que
éstas se acoplan para constituir diversos modos de conocimiento.
La atención

La atención es la focalización de la mente sobre alguna pieza de información. Incluye capacidades


como la localización, la manutención, la concentración o el ocultamiento. La atención es entonces
un requisito para el aprendizaje, la reflexión, la decisión y la inteligencia. Más aún, al permitir la
selección de aquella información que demanda o requiere procesamiento ulterior, la atención es
un operador básico del conocimiento. En efecto, el poder evadir la distracción y enfocar
selectivamente los recursos mentales en un objeto, problema o tarea es requisito necesario para
lograr la comprensión, la memoria y la solución.

La sensación

La experiencia que surge de (o corresponde a) la activación fisiológica de un sistema sensorial o


de un “sentido” iniciada por un estímulo constituye un sistema elemental de conocimiento. Así, el
color, timbre, olor, sabor, textura, calor o peso constituyen atributos intrínsecos de información
pues acarrean o contienen detalles particulares sobre el estímulo y constituyen formas
elementales de conocimiento. Se trate de sensaciones específicas que surgen cuando se activa un
sistema delimitado como son los cinco sentidos clásicos o sensaciones no específicas como el
hambre, la sed, la náusea, la postura, el orgasmo o las cosquillas; las sensaciones proporcionan
información o elementos y datos de conocimiento básicos sobre el cuerpo y el entorno.

La percepción

La percepción es más que el registro consciente e intuitivo de sensaciones y no se explica sólo por
la naturaleza del estímulo. La percepción consiste en percatarse de (y darle significado a) lo que
se presenta a los órganos sensoriales mediante un proceso de reconocimiento. En la percepción
están involucrados procesos cognoscitivos como la memoria, los conceptos, las creencias o los
afectos. La percepción es en cierto sentido ecológica, como lo propuso James Jerome Gibson, por
involucrar al medio ambiente desde un punto de vista privado, circunscrito y exclusivo. La
percepción no es solamente una recepción de información, es una construcción activa que
finalmente se puede considerar una acción, como el acto de mirar que involucra el despliegue
armónico de múltiples facultades sensorio-motrices.

La emoción

La emoción es una experiencia híbrida de movimiento y agitación del ánimo, similar a las
sensaciones por estar dotada de cualidad e intensidad, a la percepción por tener un objeto o
contenido reconocible y al juicio por constituir una valoración de apetencia. La emoción tiene un
claro componente cognitivo que la define como juicio fáctico que resulta de (y en) creencias o
conocimientos y otro componente de apetencia o repudio que implica la apreciación del objeto.
Ambos componentes dan lugar a acciones y conductas útiles o no al sujeto. En todo caso la
emoción es una actividad mental representativa cuyo contenido se desencadena usualmente por
un estímulo y tiende a conductas de adaptación. Así, el sentimiento subjetivo constituye no sólo
un movimiento del ánimo, sino al mismo tiempo una información valiosa para la adaptación del
organismo al estímulo emocionante.
El pensamiento

El pensamiento es aquella asimilación de la información que elabora, transforma, combina y


recrea el material del conocimiento, particularmente (aunque no sólo) en forma de lenguaje
interior. Desde este último punto de vista se pueden distinguir tres niveles progresivos del
pensamiento: los conceptos, los juicios y los razonamientos.

La imaginación

La imagen mental es una experiencia de tipo sensorial similar a la percepción pero que se genera
sin un estímulo sincrónico a los receptores sensoriales. A diferencia de las percepciones, las
imágenes mentales son menos estables, intensas, vívidas y ricas en información; sin embargo, son
más plásticas, inventivas y creativas. Las imágenes se suelen organizar en tramas narrativas que
incluyen la creación de escenarios perceptibles (imaginación), el desarrollo de tramas escénicas o
“soñar despierto” (fantasía), las imágenes oníricas durante el dormir (ensueño) y las imágenes
generadas en estrecha alianza con la manipulación de materiales y objetos externos (juego). La
imaginación constituye un recurso cognoscitivo particular para representar al mundo pues, a
diferencia del pensamiento, conserva la topografía y el punto de vista.
La memoria

La captación, el depósito y la evocación espontánea o voluntaria de experiencias o conocimientos


pasados son ingredientes íntimamente involucrados en el conocimiento y el saber pues en ambos
casos se adquiere información mediante el aprendizaje; ésta se almacena en algún tipo de huella y
con el tiempo se recupera con el recuerdo. El aprendizaje y el recuerdo son posibles gracias a la
activación de una “memoria de trabajo” de capacidad limitada pero de fácil acceso, que acciona la
información en referencia a una “memoria de almacenaje” de inmensa capacidad y organización
compleja. El recuerdo implica una búsqueda en rutas de conexiones establecidas durante el
proceso de aprendizaje en referencia al significado de los hechos.

Existen recuerdos autobiográficos que reconstituyen experiencias pasadas del sujeto (memoria
episódica) y recuerdos genéricos que hacen referencia al conocimiento que el sujeto tiene del
mundo y se manifiestan en forma de conceptos, datos y creencias (memoria semántica) mediante
el ordenamiento de los significados.
En ambos casos se trata de memoria explícita o declarativa, a diferencia de la memoria implícita o
de procedimiento que Polanyi ha denominado conocimiento tácito.

La intención y la voluntad

El conjunto de actividades mentales deliberadas, resolutivas y decisivas que tienden hacia el


cumplimiento de una finalidad u objetivo implica una habilidad para elegir entre disyuntivas
haciendo uso patente del conocimiento. Hay una referencia a algo valioso y ausente tanto en la
formulación de la intención como en el esfuerzo hacia su cumplimiento. El apremio y el querer la
realización del valor son intrínsecos a la voluntad, que de esta manera se enlaza fuertemente al
sistema afectivo. La vida mental propositiva incluye la operación de varios sistemas que incluyen
la motivación, el deseo y la voluntad. En su manifestación más elaborada y humana la voluntad
implica la elección de una conducta a partir de la representación y cotejo de posibles cursos de
acción.

La solución de problemas, la inteligencia y la creatividad

La solución de un problema es el procedimiento cognitivo que opera para obtener ciertas metas y
objetivos a partir de no tenerlos. Involucra el conocimiento previo, la representación del
problema y la puesta en práctica de ciertas estrategias y consiste en la búsqueda y el empleo de
estrategias heurísticas en un mapa de decisiones sucesivas. Las estrategias más heurísticas se
conforman mediante la eliminación de opciones ineficaces, una operación que es característica de
la inteligencia.

La inteligencia constituye el conjunto de aptitudes innatas y adquiridas para razonar, ajustarse y


adaptarse al medio, adquirir nuevas capacidades y resolver problemas desconocidos. Así, en tanto
el conocimiento implica la construcción de una representación dinámica, la inteligencia involucra
las habilidades en la ejecución y aplicación práctica de tal representación. La creatividad en la
solución de problemas significa la habilidad en cambiar la representación y evadir la rigidez. La
solución de un problema a veces surge como la repentina visualización de una estrategia
alternativa y eficaz (insight, eureka), lo cual implica tanto una operación inconsciente como el
acceso consciente al resultado. La propuesta de Gardner sobre ocho formas de inteligencia, cada
una de ellas asociada a una forma particular de expresión, sugiere que existen habilidades
mentales muy distintas y aun discordantes entre los seres humanos.

Las formas generales de conocimiento

Lejos de operar en aislamiento, las capacidades mentales elementales enunciadas conforman una
red de interacciones que dan por resultado un segundo nivel de organización cognoscitiva: las
formas genéricas de conocimiento relativamente distintas en el manejo de información,
usualmente basadas o centradas en alguna o varias de las capacidades cognitivas básicas. Para
Timo Airaksinen esto quiere decir que hay diversos tipos de conocimiento, lo cual es relevante
para entender las formas de conocer y determinar su validez. Se trata entonces de un nivel
superior de abstracción que el previo, en el cual esbozamos las operaciones cognoscitivas
elementales en tanto actividades mentales genéricas y modulares sólo en apariencia.

El conocimiento perceptivo

Si yo veo un río puedo afirmar con gran convicción que existe y tiene ciertas características. En
este tipo de conocimiento interviene bastante más que la percepción. Hay elementos de la
memoria que me permiten reconocer un río, taxonómicos que me permiten clasificarlo, estéticos
que me emocionan, o de la voluntad según los cuales ese río me es significativo porque me quiero
bañar en él, lo deseo pintar o lo debo cruzar. El conocimiento perceptivo es una integración a
partir de la percepción y no es totalmente certero. La ciencia cognitiva ha mostrado que aun el
conocimiento perceptivo no es directo, como la foto de un objeto, sino que es constructivo o
descriptivo, aunque no sea lingüístico. Zeki, un destacado neurofisiólogo de la visión, ha dicho
que la percepción es una construcción del sistema mente-cerebro, el cual se las arregla para
mantener la identidad de los objetos eliminando las inconsistencias para categorizar sus
contenidos.
La observación es una forma notoriamente constructiva y vivaz de percepción, en el sentido de
que constituye un acto intencional (dirigido conscientemente) y selectivo (restringido a un
aspecto de la naturaleza). Llamamos dato a “lo dado” en la observación, es decir, a una
información sistematizada, sea por descripción, clasificación, medición o cualquier intervención
controlada. Los resultados de este tipo de observación, que la ciencia ha llevado lejos, son datos
objetivos en el sentido que cualquier observador podrá obtenerlos si reproduce el procedimiento.
De esta manera la percepción se enlaza con las demás facultades cognoscitivas para engendrar
una verdadera experiencia.

El conocimiento consensual

Si la percepción se confirma en otros sujetos, el conocimiento adquiere mayor fuerza pues


constituye un consenso, una conformidad de percepciones. La ciencia se basa en el acuerdo entre
observadores para certificar la existencia de un objeto o de un fenómeno y toda la información
científica se puede considerar un conocimiento por consenso constantemente sujeto a
confirmación o refutación independiente. La construcción de muchos conocimientos es el
resultado de un consenso entre una comunidad de personas o incluso de animales como sucede
con los panales o las bandadas de pájaros. La cultura implica una serie de creencias creada
cooperativamente y compartida por una comunidad. De esta forma, el conocimiento por consenso
no se limita a compartir ciertas experiencias, sino también al proceso social de discutir, planear,
realizar estrategias y derivar nociones en grupo.
Cuando se habla del sentido común se apela a algo más fundamental que la comunidad de las
percepciones o de la cultura, se apela a un conocimiento de tipo intuitivo o axiomático común a
los seres humanos. En tales supuestas verdades, sean innatas, adquiridas o reveladas, se han
sustentado los derechos humanos, las políticas públicas y aun los principios filosóficos.

El conocimiento admisible

El conocimiento que nos parece aceptable tiene que ver con la verosimilitud que le otorguemos a
nuestras fuentes de información. Sé que existen y dónde están muchos países que no he visitado o
personajes históricos que no he conocido porque hay múltiples evidencias confiables que lo
indican. Abrigo por la misma razón dudas sobre los fantasmas, los ovnis o la existencia histórica
del indio Juan Diego porque preciso datos más firmes para convencerme de su existencia.

El conocimiento verosímil es entonces aquel que se encuentra apuntalado por conocimientos


previos y puede serlo en diversos grados que van desde la sospecha hasta la certeza absoluta.
Utilizamos continuamente juicios de verosimilitud al considerar un argumento, la respuesta a una
indagación y para juzgar qué tanto un nuevo escenario se ajusta a los ya sabidos.

El conocimiento operacional

El conocimiento constituido por las habilidades y las experiencias particulares de un sujeto


adquiridas en el transcurso de sus vivencias puede tener tres formas diferentes: el operacional, el
almacenado y la sabiduría. El primer tipo de conocimiento aprendido es el conocimiento
operacional que mediante entrenamiento deviene en pericia o virtuosismo. Se refiere al “saber
hacer”, como saber abrocharse las agujetas, manejar un auto, tocar un piano, operar una
computadora o una nave espacial. Es en cierta medida inconsciente y anida no sólo en nuestro
cerebro sino en todo nuestro cuerpo al ser aplicado en la resolución de múltiples tareas para
sobrevivir y operar sobre el medio. El desarrollo de la mano, de las habilidades motoras y la
adquisición de destreza son sus características visibles más distintivas. Este tipo de conocimiento
es general para las actividades humanas y constituye, según Piaget, la primera de las etapas de
desarrollo intelectual en el niño que empieza a aprender manipulando cosas. El conocimiento
operacional llega a su expresión más acabada en quienes llamamos peritos para las técnicas o
virtuosos para las artes. A pesar de su necesario componente adquirido, hay un factor que no es
conquista-do mediante el esfuerzo, es decir, la inclinación, disposición o facultad natural que
predispone favorablemente al individuo para desarrollarlas: el llamado talento. A veces se llama
genio a quien posee talento en gran escala, pero el genio no es sólo eso, sino el resultado de una
extraordinaria aptitud en combinación con un entrenamiento igualmente excepcional.
El conocimiento almacenado y racional

Otro tipo de conocimiento aprendido es el conocimiento almacenado que deviene erudición. Más
que con la percepción o la conducta, tiene que ver con la capacidad de memoria de largo plazo.
Un erudito es alguien quien mediante el estudio prolongado y la investigación sagaz construye
una base de datos cada vez más amplia sobre temas específicos y desarrolla habilidades para
recrearla, para usarla en su tratamiento o enseñanza y en la resolución de los enigmas que el
asunto le depara. Usualmente denominamos intelectual al erudito que utiliza creativamente sus
capacidades mentales, en especial aquellas derivadas de la razón, es decir del intelecto. Los datos
de la memoria son, en efecto, material esencial para las operaciones intelectuales que se
identifican con el razonamiento o el raciocinio. La Razón, con mayúscula, fue subrayada con
entusiasmo por los clásicos como aquello que distingue a los seres humanos de los instintos
irracionales de los animales, como la función intelectual por excelencia. Hoy
ya no se habla de la razón en las ciencias cognitivas como se hacia en la epistemología clásica; en
todo caso, se la estudia en términos del razonamiento, el cual, sin duda, conserva su importancia
en la génesis, manipulación y aplicación de conocimiento. También se toma como cierto que el
conocimiento intelectual no está encapsulado y que se coordina con la emoción, la
imaginación o la voluntad para ejercer adecuadamente sus funciones. La lógica sigue situada en la
base de los procedimientos intelectuales y el carácter discursivo de la cognición humana sigue
siendo un importante eje de su análisis, aunque no el único.

El conocimiento sapiente

El tercer tipo de conoci-miento aprendido es el co-nocimiento vivencial y disposicional que


deviene sabiduría. Este tipo es el más personal en el sentido que deriva de la experiencia única de
cada uno en su relación con el mundo. Villoro nos aclara que ciertas vivencias de nuestras
relaciones personales o de la naturaleza, algunas experiencias de la actividad laboral, profesional
o de la cultura, ciertos episodios de dificultades, enmienda de errores o periodos de
descubrimiento nos dejan una enseñanza fundamental para vivir, para discernir lo valioso,
discriminar entre opciones diversas y elegir lo más adecuado. Éste es un conocimiento que llega a
su máxima expresión en los ancianos y, particularmente, en las personas que llamamos sabios. La
sabiduría es fundamentalmente práctica pues, aunque desde antiguo se expresa en aforismos,
poemas, mitos o proverbios, éstos de nada sirven si su enseñanza no es aplicada por cada uno en
su propia vida. La sabiduría está más allá de las palabras, en una apertura directa de la
experiencia; es el conocimiento más individual, el polo opuesto del conocimiento universal que es
la ciencia.

El conocimiento intuitivo

Dos voces griegas designan al conocimiento, la primera es episteme, que podemos entender como
la información congregada y ordenada racionalmente, la segunda es gnosis, la percepción, el
saber y la comprensión intuitivos que no sólo involucran inicialmente al intelecto, sino que, a
partir de una penetración directa, en ellas se funde una amplia constelación de facultades
cognoscitivas, emotivas y volitivas en una intensa certidumbre. Este tipo de conocimiento se liga
con el anterior aunque el primero es fruto de experiencias vividas y profundizadas con atención,
determinación y esclarecimiento creciente, en tanto que el segundo es producto de una forma de
intuición o captación directa.
El conocimiento intuitivo parece ser fruto de un estado amplificado o elevado de conciencia que
William James identificaba como éxtasis y que Laski caracteriza como la experiencia de contacto
con el objeto mediante una facultad que parece fundir diversos contenidos mentales en una pauta
intensamente significativa que la autora denomina supra-creencia (overbelief ). El psicólogo
Abraham Maslow ha argumentado que este tipo de experiencias “cumbre” desemboca en un
substancial desarrollo de la personalidad.

Las características generales del conocimiento

A pesar de lo diferentes que parecen los diversos tipos de conocimiento, hay elementos comunes
que mantienen la noción general de conocer. Podemos reafirmar por lo expuesto, y en
conformidad con la epistemología clásica, que el conocimiento es una relación que se establece
entre un sujeto y un objeto por medio de la cual el sujeto desarrolla esquemas de representación-
acción y, en consecuencia, una capacidad adecuada sobre el objeto que modifica su acción y es
modificada por ésta de manera adaptativa. En esa relación intervienen de manera central un
conjunto de datos por los cuales el sujeto considera que su saber es válido y una creencia, o un
conjunto de ellas, que sustenta sus conclusiones como certeras. Una persona adquiere certeza de
algo por medios tan diversos como la percepción, el razonamiento, la imaginación, la
confirmación de otros, las fuentes de información humana, la manipulación de un objeto, la
afinación de un movimiento o la vivencia de una situación. Es decir, el conocimiento se da
siempre en un contexto, en una relación de circunstancias, y es este contexto la clave para que
ocurra.

A la luz de la ciencia cognitiva es necesario acotar y aun cuestionar la tajante distinción que ha
establecido la epistemología clásica entre sujeto y objeto. Para empezar, el conocimiento dista de
ser una imagen o representación pasiva de un objeto como lo sugiere la idea del conocimiento
como el aprehender o capturar un objeto,lo cual requiere plantear un objeto trascendente, como
sería una manzana, y un sujeto igualmente trascendente, como si fuera una cámara fotográfica,
con la representación como la foto de la manzana. Para que el conocimiento pueda surgir, la
criatura debe comportarse activamente hacia el objeto y la relación entre ambos consiste en una
serie de operaciones gnoseológicas particulares como son percibir, atender, valorar, razonar,
imaginar o manipular información referente al objeto. La representación que surge como
resultado de la concatenación de estas operaciones desemboca en una modificación del
comportamiento y la acción producida también manifiesta claramente el papel activo del sujeto,
ya que el conocimiento se traduce en un cambio conductual del individuo que refleja el proceso
mismo de adquisición de información que llamamos aprendizaje. Sólo en un proceso activo y
constructivo de interacción de objeto y sujeto puede surgir el conocimiento; de hecho podría
decirse que el conocimiento es un esquema dinámico de tal interacción.

La relación entre sujeto y objeto que denominamos conocimiento es una unidad dinámica con dos
polos. Por un lado, el objeto determina la representación y, por otro, la conciencia y las
propiedades mentales, que antaño se llamaban razón o entendimiento, también establecen la
representación del objeto. Si bien una clave fundamental del conocimiento está en la
representación, no son los procesos mentales particulares ligados a ella los que mejor definen el
conocimiento, sino una resultante de operaciones mentales, comportamientos particulares e
interacciones del organismo y el objeto en los cuales la representación opera, se desenvuelve y se
acomoda. La epistemología de Francisco Varela, derivada de Merleau-Ponty, llega al punto de
sustituir la representación por la enacción, es decir por una pauta sensorio-motriz de índole
cognoscitiva.
El objeto, como algo concreto que ocurre en el espacio-tiempo en oposición al sujeto y este como
algo abstracto fuera de estos parámetros, son nociones que se disuelven en la práctica y en el
tiempo real. Ambos, sujeto y objeto, pueden tomarse tanto como entidades concretas en el
sentido de cosas, elementos o procesos existentes en el mundo o bien como entidades abstractas
en el sentido de que se trata de términos o conceptos fabricados por el sistema mente-cerebro.
Todo lo que percibimos, pensamos, inferimos, incluido el lenguaje común y el matemático, es
producto de la función cerebral o la función misma que los científicos cognitivos consideran
constituye la mente. Sin embargo, si queremos ser insidiosos, podremos agregar que también el
cerebro es un objeto más de ese mundo de la mente, lo cual dibuja un tipo de paradoja como los
que gusta plantear el epistemólogo cognitivista Douglas Hofstadter para provocar el
aturdimiento.
Un decálogo gnoseológico

El conocimiento es representativo y simbólico

La información propia de las actividades mentales es de tipo representativo o representacional;


tiene contenido, es acerca de algo.

Elucidar la naturaleza de las representaciones mentales es problema central de la ciencia


cognitiva.
Hipótesis de la ciencia cognitiva clásica: el sistema mente-cerebro es un órgano computacional
capaz de incorporar, almacenar, manipular y expresar información automáticamente en virtud de
que realiza transformaciones en la representación de tal información de acuerdo a una serie finita
de reglas sintácticas (Fodor).
La representación mental es plástica y se manifiesta en el uso y manipulación de los objetos; es
una reconstrucción variable en constante demanda de mayor certidumbre.

El conocimiento es adquisitivo y constructivo

Los empiristas han planteado que el conocimiento surge de los sentidos y la experiencia; los
racionalistas del pensamiento y la razón.

Tomás de Aquino propuso que el conocimiento surge de la experiencia sensorial y del


pensamiento al trabajar ambos en conjunto. Kant afirmó que el conocimiento tiene elementos
previos a la experiencia (el contenido procede de la experiencia, la forma de la razón).

Piaget muestra que el desarrollo intelectual de los niños está regido por cambios activos e
impetuosos de adquisición y periodos relativamente largos de asimilación y equilibrio.
Los procesos cognitivos que constituyen el conocimiento se vislumbran como transiciones de
unidades estructurales que generan formas nuevas y mapas inéditos que vienen a constituir las
representaciones mentales.

El conocimiento es relativo y progresivo

Ningún organismo reconstruye el mundo de manera absoluta. Lo que aprehendemos de los


objetos son fracciones o aspectos y no esencias o integridades. Todo conocimiento individual es
limitado y no puede haber conocimiento verdadero en forma absoluta y permanente.

La relatividad del conocimiento no debe conducir a un escepticismo sombrío pues tiene validez
condicional y circunscrita, pero potencial y progresiva.

La validez del conocimiento depende del nivel de habilidad del aparato representativo, del
sistema mente-cerebro.
El aparato cognoscitivo es limitado y deficiente, pero también es considerablemente perfectible.
El conocimiento es metódico y normativo

El método para conocer es utilizado en etapas sucesivas desde las especies inferiores hasta el
desarrollo tecnológico de la especie humana.

El método es el conjunto de procedimientos de observación, asimilación y operativos


desarrollados en la especie humana que han sido particularmente sistematizados, probados,
pulidos y depurados por la ciencia.

Para conocer todo método se vale. El método es dúctil y puede ser modificado y reinventado, pero
en el conocer siempre hay un procedimiento sujeto a estimación.
Idea de la inteligencia artificial: un sistema experto procede mediante la identificación de
dominios y detalles técnicos o herramientas para establecer un diagnóstico de la situación.

El conocimiento es activo y productivo


El organismo reconstruye el mundo y está predestinado por esquemas para recobrarlo. El
esquema de representación-acción es un procedimiento para examinar y utilizar el objeto.
Lo que mejor expresa si un conocimiento es verdadero o falso es el éxito o fracaso de los actos
asociados con él.
La conducta no sólo es el efecto de la cognición sobre el medio, sino un intermediario del
organismo y su entorno. El comportamiento es clave para evaluar lo que el organismo sabe de ese
mundo.

El conocimiento consiste en la posesión de una técnica para la comprobación, descripción, cálculo


y previsión de un objeto. Tal técnica es una propiedad cognoscitiva ligada a la inteligencia: el
conocimiento viene a ser identificado como una competencia o capacidad para actuar
adecuadamente (Abbagnano).

El conocimiento es aplicado y mañoso

El conocimiento no sólo es una acumulación de representaciones, esquemas y conceptos, sino


también la generación de modelos y teorías, sistemas explicativos que interpelan, interpretan y
predicen la realidad.

Las hipótesis científicas son conjeturas precisas, verosímiles y contrastables, es decir probables o
refutables.

El aspecto pragmático del conocimiento queda plasmado en la producción de artefactos y en la


generación de tecnología. La representación establece con los artefactos una relación de
enriquecimiento recíproco.

El conocimiento es adaptativo y creciente

La evolución de la vida es un proceso de ganancia de conocimiento y la cognición debe de haber


sido seleccionada y depurada durante la evolución por su valor adaptativo (Wuketits). El deseo de
saber y su satisfacción, el conocer, son el teatro de la vida misma.
El conocimiento supone una figuración del mundo, la cual permite al organismo actuar sobre el
medio de forma eficiente. La función del conocimiento es la adaptación y su consecuencia la
evolución.

Debe de existir una correspondencia entre los objetos del entorno y las representaciones.
El aprendizaje es un proceso de adaptación a nuevos contextos. Ocurre por la evolución de los
recursos cognitivos necesarios para resolver los requerimientos planteados por cada situación
desconocida.

El conocimiento es difuso y ecológico

El conocimiento se manifiesta como una interacción del sujeto y su medio que implica la totalidad
del organismo.
Aunque el cerebro es determinante en el conocimiento, no se puede delimitar a un estado mental
o nervioso concreto; éste sería un componente necesario pero no suficiente.

En el organismo íntegro, con sus órganos, flujos de información y mecanismos conductuales


reside y opera el conocimiento. Mediante la conducta el conocimiento se imprime en el medio
ambiente y lo modifica.

La urdimbre de los ecosistemas determina que cada organismo se constituya como un elemento
acoplado con otros mediante cadenas de energía y señales. Entre ellos se establece una red
pulsátil que exhibe propiedades que se adjudican a la vida y la inteligencia.
Los ecosistemas, con sus complejos nichos ambientales y la intrincada red de información en la
que están inmersos son la definición de inteligencia o parecen inteligentes (Bateson).

El conocimiento es válido y adecuado

La verdad se ha tomado en la epistemología como la adecuación entre el conocimiento y el objeto.


La adecuación se define como una “correspondencia”. La verdad como correspondencia exacta
entre la mente y el objeto es elusiva pues aun la descripción más exhaustiva no puede constituirse
en una verdad absoluta.

La idea pragmática: la verdad enuncia la validez o la eficacia de los procesos cognoscitivos, la


cualidad por la cual un procedimiento cognoscitivo resulta eficaz. La ciencia cognitiva moderna
considera que la cognición está situada en un mundo de forma tal que se aboca a resolver
problemas prácticos.

El organismo poseería una cierta verdad en la medida en que, al contener una dosis necesaria de
adecuación, su representación le es útil para sobrevivir.

El aprender de los errores y corregirlos es un recurso relevante de la inteligencia. El conocer


implica la formación de esquemas continuamente perfectibles en la búsqueda de acciones más
eficientes y mejores respuestas a los enigmas.

El conocimiento es convincente y manifiesto

La verdad de un conocimiento adquiere un atributo de convicción en la conciencia humana.


Cuando la convicción es subjetiva es llamada certidumbre, cuando objetiva, certeza o garantía que
llamamos saber.

Una seguridad subjetiva no garantizada por criterios objetivos o públicamente demostrables


sucede con la fe religiosa.

El conocimiento explícito en la conciencia implica que puede ser declarado de varias maneras y
así volverse manifiesto también en la cultura.

Los conocimientos se enlazan, se apoyan, se contrastan, se defienden y se derrotan en relación a


los demás, pues son cosa pública.

El conocimiento socialmente sancionado posee un intenso poder de convicción y éste es un


fenómeno central de la cultura que constituye el ingrediente central de la cosmovisión.
La sanción pública tampoco es garantía de veracidad y el individuo utiliza sus recursos de
reflexión y crítica para deslindar el conocimiento que le parezca verdadero del falso.

O R G A N I Z A C I Ó N D E L S I S T E M A
N E R V I O S O

EL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL (SNC) está formado por el cerebro y la


médula espinal. Se denomina central en relación con el sistema
nervioso autónomo (SNA), periférico o vegetativo, formado por los
ganglios raquídeos y los nervios que salen y llegan de la médula y de
los ganglios por una parte, y por la otra del sistema nervioso motor,
que incluye los nervios que controlan los músculos esqueléticos. A los
nervios que llegan al sistema nervioso central, o sea, los centrípetos,
se les llama nervios aferentes, y los que salen del sistema nervioso se
denominan nervios eferentes.

EL SISTEMA NERVIOSO AUTÓNOMO

El SNA se encarga de la regulación del corazón, los vasos sanguíneos,


las glándulas, las vísceras y el músculo liso vascular. El SNA se
subdivide a su vez, en una porción simpática y otra parasimpática, las
cuales se distinguen por su distribución anatómica y tipo de
neurotransmisores.

El sistema simpático, distribuido por todo el cuerpo, se ramifica


ampliamente, mientras que el parasimpático lo hace en forma más
limitada y su influencia es más circunscrita (aunque hay excepciones).

Una adecuada comprensión de las respuestas del órgano efector (aquel


adonde llegan las terminales de los nervios), producidas por la
estimulación de los nervios, en este caso los del SNA, nos permite
entender las acciones de ciertos fármacos que imitan o antagonizan
dichos nervios. En muchos casos, los sistemas simpático y
parasimpático se comportan como antagonistas fisiológicos; es decir,
cuando un sistema estimula un órgano, el otro lo inhibe.

Las funciones generales del SNA son controlar funciones inconscientes


de vital importancia para el organismo, como el control de la
temperatura, la presión arterial, el nivel de azúcar en la sangre, los
procesos digestivos, la actividad glandular, etc. En una palabra, la
regulación del medio interno, su equilibrio y constancia. Esta
regulación está sujeta continuamente al control de estructuras
superiores (como el hipotálamo).
Las sustancias neuropsicoactivas tienen efectos tanto en el SNC como
en el SNA.

FIGURA II.I. El sistema nervioso autónomo. Sus dos grandes subdivisiones: el


simpático y el parasimpático. Como puede apreciarse, el simpático se origina
fundamentalmente de las regiones torácica y lumbar, mientras que el
parasimpático proviene del tallo cerebral y la región sacra. La distribución
anatómica de los ganglios también es diferente: los ganglios simpáticos del
tórax y abdomen se encuentran cerca de la médula espinal.

EL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL (SNC)

En el embrión, el cerebro se origina a partir de las protuberancias


localizadas en la extremidad anterior del tubo neural (estructura
proveniente del pliegue de la placa neural, cuyas paredes forman
el SNC), visibles alrededor de la cuarta semana de gestación. Estas
protuberancias dan lugar, en todos los vertebrados, a las estructuras
que forman el cerebro anterior, el cerebro medio (mesencéfalo) y el
cerebro posterior (véase la figura II.2). El canal interior del tubo neural
del ser humano forma, de abajo hacia arriba (y de atrás hacia adelante
en los animales) el canal medular, los ventrículos cerebrales, cuarto y
tercero (situados en la línea media) y los ventrículos laterales, uno por
cada hemisferio cerebral. Al interior de éstos se forma, circula y
elimina el líquido cefalorraquídeo (LCR) (véase la figura VI.2, p. 107).
Cuando existe algún tipo de bloqueo de la circulación del LCR, en los
niños pequeños, se presenta la hidrocefalia.
FIGURA II.2. Las principales subdivisiones del sistema nervioso central. El
cerebro o encéfalo puede dividirse en tres porciones: anterior, que incluye los
hemisferios cerebrales, media (mesencéfalo), y posterior; esta última
comprende también al cerebelo. La médula espinal se divide en regiones:
cervical, torácica, lumbar y sacra (como se señalan también en la figura
II.I.).

La médula espinal

Esta estructura, encerrada dentro del canal espinal formado por las
vértebras, está organizada en una región central, compuesta por
sustancia gris (cuerpos celulares) y rodeada de sustancia blanca
(constituida por fibras nerviosas mielinizadas). La sustancia gris está
ordenada por niveles o segmentos de acuerdo con las diferentes partes
del cuerpo. Allí se encuentran las neuronas que provocan la
contracción de las fibras musculares (motoneuronas). La sustancia
blanca contiene los nervios que conectan entre sí los diferentes niveles
superiores e inferiores así como las estructuras cerebrales.

El sistema motor incluye a las neuronas motoras (motoneuronas) que


se encuentran en las raíces ventrales (en el ser humano, por delante
de la porción central de la médula espinal), y que inervan las fibras
musculares. Una sola motoneurona puede controlar varias fibras
musculares (llamada unidad motora).
El cerebro posterior: tallo cerebral y mesencéfalo

El cerebro posterior contiene estructuras que regulan las funciones


autónomas, y es donde se origina buena parte del SNA parasimpático.
El tallo cerebral, localizado en la parte más alta de la médula espinal,
contiene los centros que regulan la respiración, la temperatura y la
frecuencia cardiaca. De allí proceden los pares craneales, nervios que
intervienen en la deglución, la salivación, los sentidos del gusto y el
olfato, los movimientos oculares, faciales, de la cabeza, cuello y los
hombros. También por el tallo (o tronco) cerebral pasan los nervios
que provienen de las porciones más altas del SNC y que conectan el
cerebro con la médula espinal. Los nervios que se originan en la
corteza cerebral pasan por el tallo cerebral, se cruzan al lado opuesto
(o sea que nuestro hemisferio cerebral derecho controla la mitad
izquierda de nuestro organismo y viceversa) y llegan a las
motoneuronas espinales para mediar el control voluntario del músculo
esquelético.

En la parte más alta del tallo cerebral se encuentra el mesencéfalo o


cerebro medio, que sirve de puente entre el tallo cerebral y el cerebro.
Además de contener parte de los centros vitales que enumeramos
anteriormente (pues éstos se distribuyen a lo largo del cerebro
posterior y medio), el mesencéfalo contiene la formación reticular;
estructura responsable de los estados de vigilia y sueño. Este sistema
participa en fenómenos relacionados con la atención, esto es, cuando
se selecciona información, o inversamente, cuando se inhiben señales
consideradas irrelevantes (hablaremos acerca de la atención selectiva
más adelante).

Esto quiere decir que aquellas sustancias que deprimen la formación


reticular (p. ejem., anestésicos generales, hipnóticos) producirán
sueño o inconsciencia, mientras que aquellos que la estimulen (como
café, anfetaminas) producirán estados de despierto o de agitación.

Las intoxicaciones con drogas depresoras de la formación reticular (p.


ejem., barbitúricos) pueden producir estados de coma, en ocasiones
fatales.
FIGURA II.3. El tallo cerebral y la formación reticular. Localización del tallo
cerebral, región cerebral que constituye la continuación, ya dentro del cráneo,
de la médula espinal. Esta región incluye la médula oblongada, el puente y el
mesencéfalo; allí se encuentran estructuras relacionadas con funciones
primarias como la regulación de la temperatura, de la presión arterial, del
sueño y la vigilia, etc. Al microscopio, el seno de esta región aparece como
una red de donde proviene la denominada formación reticular.

El diencéfalo (tálamo e hipotálamo)

El diencéfalo es el área cerebral situada por arriba del mesencéfalo


donde se encuentran estructuras tan importantes como el tálamo y
el hipotálamo.

El tálamo consiste de dos masas ovales (una a cada lado de la línea


media) encerradas en la parte más profunda de cada hemisferio
cerebral. Estas masas son agrupaciones de varios núcleos celulares en
los cuales se distribuyen diferentes funciones.

En esta estructura se procesa la información sensorial. Todas las


modalidades sensoriales —excepto el olfato, el cual envía señales
directamente a las áreas corticales sin pasar por el tálamo—, incluida
la visión, audición, gusto y tacto, además del dolor, temperatura y
presión, pasan por aquí. Es en el tálamo donde las señales sensoriales
se integran y pasan a la corteza cerebral para un análisis ulterior. Es
también en el tálamo donde se integran las señales corticales,
sensitivas y motoras, que constituyen la conducta.
El hipotálamo, a pesar de su pequeño tamaño (como el de un frijol),
regula y controla funciones tan importantes como las de la frecuencia
cardiaca, el paso de comida a través del estómago e intestino, además
de recibir información de esas áreas. El hipotálamo es también el
encargado de regular uno de los más importantes órganos endocrinos:
la hipófisis. El hipotálamo elabora sustancias que estimulan o inhiben
las células de la hipófisis, para que éstas liberen hormonas, las cuales
actúan, al verterse en la sangre, en las glándulas endocrinas de la
periferia. El hipotálamo es el órgano que responde primero a cambios
corporales para iniciar respuestas hormonales. Reacciones emocionales
como el miedo, la ira, el placer o la excitación, estimulan las
estructuras hipotalámicas (el hipotálamo está formado, a su vez, por
una docena de "núcleos" diferentes, esto es, acúmulos de cuerpos
celulares) para producir los cambios fisiológicos ligados a estas
emociones, a través del SNA y de la secreción hormonal. El hipotálamo
contiene también los centros del hambre y de la sed. Si en animales de
experimentación se lesiona el primero de ellos, éstos pueden morir
(por falta de hambre) aunque tengan la comida al alcance. La lesión
del centro de la saciedad producirá animales extremadamente obesos.

FIGURA II.4. El eje hipotálamo-hipófisis. Vista lateral del tallo cerebral y el


mesencéfalo, donde se localiza el tálamo y abajo, el hipotálamo. Éste se
relaciona estrechamente con la hipófisis, que regula la secreción de las
hormonas de sus dos porciones o lóbulos: la adenohipófisis (o hipófisis
anterior) y la neurohipófisis (o hipófisis posterior).

En esta región del cerebro se localiza también un grupo de fibras


nerviosas que participa en funciones relacionadas con el placer y la
recompensa: el haz del cerebro medio anterior. En ratas a las que se
les permite autoestimular esta región por medio de electrodos
implantados y conectados a un estimulador y a una palanca, se
observa que el animal se fija al pedal para autoestimularse hasta caer
exhausto (véase la figura I en la Quinta Parte). Las drogas que
inducen dependencia y adicción probablemente actúan, al menos en
parte, en esta región hipotalámica.

En seres humanos con tumores o focos epilépticos en los que se han


insertado electrodos para destruir eléctricamente la lesión se han
observado reacciones parecidas. Las posibilidades de encontrar un
tratamiento para la depresión endógena (véase el capítulo XVII, p.p.
191 y ss.) mediante sustancias que actúen a este nivel se vuelve una
posibilidad terapéutica, así como la de entender el potencial adictivo de
ciertas drogas.

El hipotálamo recibe un rico suplemento de sangre, de manera que


cuando un fármaco llega a la sangre, esta región puede recibir
rápidamente una alta concentración del mismo. En muchas ocasiones,
los primeros efectos de una droga se aprecian en el SNA, como
respuesta hipotalámica a la droga. Los efectos posteriores aparecen
cuando las concentraciones del fármaco alcanzan niveles suficientes en
otras áreas del cerebro.

La hipófisis (o pituitaria) y la pineal (o epífisis) son un par de glándulas


localizadas en la línea media (o sea que sólo hay una de cada una),
que funcionan estrechamente con el hipotálamo. La hipófisis responde
a señales provenientes del hipotálamo para producir una serie de
hormonas que regulan la actividad de otras glándulas: la hormona
estimulante de la tiroides, la hormona adrenocorticotrópica (que
estimula la secreción de adrenalina en casos de estrés), la prolactina
(relacionada con la producción y secreción de leche), hormonas
sexuales como la hormona estimulante del folículo y la luteinizante
(que regulan el desarrollo del huevo y de esperma, así como la
ovulación). La hipófisis también produce hormonas con efectos más
generalizados: la hormona del crecimiento, la hormona estimulante de
los melanocitos (las células que producen el pigmento de la piel, ojos y
cabello) y la dopamina (neurotransmisor del que hablaremos en detalle
más adelante).

La pineal es el sitio donde se produce la melatonina, otra hormona que


se relaciona con funciones hipotalámicas y cíclicas. En efecto, esta
glándula, considerada por Descartes como el asiento del alma por su
localización central y por su forma esférica, muestra niveles elevados
de melatonina en la noche y niveles bajos durante el día. Este ritmo
circadiano, es decir, cercano a un día, a nivel hormonal se relaciona
con el ciclo luz-oscuridad.

El cerebelo
Este órgano (en latín quiere decir el pequeño cerebro) se encuentra
por detrás del tallo cerebral, y separado de éste por el cuarto
ventrículo. Es la segunda estructura, en tamaño, después de la corteza
cerebral, y está formado por dos hemisferios y una parte central, el
vermis cerebeloso. Cada hemisferio se conecta con la médula espinal
del mismo lado y con el hemisferio cerebral del lado opuesto del
organismo.

La función del cerebelo consiste en seleccionar y procesar las señales


necesarias para mantener el equilibrio y la postura (a través de
mecanismos vestibulares) y llevar a cabo movimientos coordinados. El
cerebelo recibe continuamente las señales de los músculos y las
articulaciones, así como de la corteza cerebral para realizar
movimientos controlados. Esta estructura es capaz de almacenar
secuencias de instrucciones frecuentemente utilizadas y de
movimientos finos que se repiten y contribuyen a la automatización del
movimiento. El cerebelo recibe y envía señales de la formación
reticular, para integrar señales sensoriales y motoras inconscientes.

Frecuentemente, el cerebelo se ve afectado por fármacos que alteran


su función. En esos casos, se pueden observar trastornos del equilibrio
y la coordinación.

El sistema límbico

Hasta ahora hemos tratado de estructuras anatómicas bien definidas.


En el caso del sistema límbico es un sistema funcional, compuesto de
diferentes núcleos distribuidos en varias partes de cerebro, bastante
antiguo en la escala filogenética, pues se identifica aun en los reptiles
(en lo que se denomina rinencéfalo).

El sistema límbico es responsable de la mayoría de los impulsos


básicos, de las emociones y los movimientos asociados que son
importantes para la sobrevivencia del animal: miedo, furia,
sensaciones ligadas al sexo, al placer pero también al dolor y la
angustia. En todos los animales, el olfato es un potente activador del
sistema límbico.

Los principales componentes del sistema límbico incluyen estructuras


corticales (amígdala, hipocampo, cíngulo), el hipotálamo, algunos
núcleos talámicos, los cuerpos mamilares y el septo pelúcido, entre
otras.
FIGURA II.5. El sistema límbico. Incluye varias estructuras: el hipocampo, la
amígdala, el cíngulo, el hipotálamo, y las áreas vecinas con las que se
interconectan. Este sistema interviene en la expresión de las emociones y en
funciones vinculadas con la memoria.

En casos de epilepsia del lóbulo temporal es relativamente frecuente


oír al paciente reportar olores extraños justo antes del inicio de la
crisis. Estos síntomas se deben a la invasión, por la actividad neuronal
excesiva característica de la epilepsia, de estructuras límbicas,
básicamente la amígdala y el hipocampo.

Esta última estructura ofrece, en nuestros días, un interés particular.


El hipocampo debe su nombre a su semejanza con un caballito de mar.
Se encuentra en la base del lóbulo temporal y se conecta
profusamente con otras estructuras corticales. Se ha visto que el
hipocampo participa en funciones relacionadas con la memoria reciente
(p. ejem., información recién adquirida). Así, en pacientes en los que
se ha lesionado el hipocampo para disminuir las crisis epilépticas que
no podían controlarse con medicamentos, se han observado
deficiencias de esta función. Son pacientes que pueden leer el mismo
periódico todos los días, puesto que no recuerdan lo que acaban de
leer.

Aquellos fármacos que producen alteraciones de la memoria, como el


alcohol o la mariguana, deben su efecto, en parte, a acciones sobre el
sistema límbico.

Los ganglios basales


Son centros primarios para el control motor involuntario relacionado,
entre otras funciones, con la postura y el tono muscular.

Es un grupo de núcleos localizado en las partes profundas de los


hemisferios cerebrales (entre la corteza y el tálamo), que incluyen el
núcleo caudado, el putamen, el globo pálido, el núcleo lentiforme, y la
sustancia negra, entre otros. Las alteraciones de los ganglios basales
dan lugar a patologías del movimiento, como la enfermedad de
Parkinson (caracterizada por temblor, rigidez y lentitud de
movimientos) o la de Huntington (que se manifiesta por movimientos
involuntarios progresivos de tipo danzístico y demencia).

Varios fármacos del grupo de los tranquilizantes mayores (o


antipsicóticos), ejercen su acción a este nivel.

FIGURA II.6. Los ganglios basales. Este sistema está constituido por el núcleo
caudado, el núcleo lenticular o lentiforme, a su vez formado por el putamen y
el globo pálido, la sustancia negra y una pequeña porción del tálamo, el
núcleo subtalámico. Además participa en la forma importante en funciones
relacionadas con el movimiento.

La corteza cerebral

Ocupa el área más grande del cerebro y representa la estructura


evolutivamente más reciente y más compleja. También
llamada neocorteza, está conformada por una capa de células
nerviosas que rodea completamente al resto del cerebro (excluido el
cerebelo que tiene su propia corteza) y que diferencia al ser humano
de los animales. La corteza cerebral es responsable de la
interpretación de la información que llega del mundo exterior y del
medio interno, así como de la iniciación de movimientos voluntarios.
Los centros del lenguaje y las áreas de percepción de las sensaciones
de todas partes del cuerpo se encuentran en la corteza cerebral.

Esta área del cerebro se ha desarrollado de tal manera que, para poder
acomodarse en el reducido espacio intracraneal, ha ido plegándose
sobre sí misma formando las circunvoluciones. Estos pliegues, a pesar
de ser variables entre cerebro y cerebro, tienen ciertos elementos
comunes. Por ejemplo, todos tienen una cisura interhemisférica (el
canal que divide el cerebro en dos hemisferios y que va de adelante
hacia atrás, por la línea media) y todos muestran una cisura
(hendidura) central y otra lateral, que divide a cada hemisferio en
lóbulos: frontal, parietal, temporal (este último incluye, por dentro, la
ínsula) y el occipital.

FIGURAII.7A. La corteza cerebral: anatomía. Aspecto lateral del hemisferio


cerebral izquierdo, ilustrando las principales regiones corticales: frontal,
parietal, temporal y occipital. La corteza cerebral es la parte más superficial
de los hemisferios, representando los últimos 6 a 8 mm de tejido nervioso. En
la sección coronal (parte superior de la figura) se puede apreciar el grosor del
tejido cortical.
Otra división posible de la corteza cerebral es por sus funciones. Así
podemos considerar las áreas de recepción, de salida y de asociación.
Por delante de la cisura o surco central se encuentra la circunvolución
precentral, donde se localizan los centros responsables del control
voluntario y consciente de los movimientos (área de salida). Todas las
áreas del organismo desde los pequeños músculos de la cara que
permiten expresar emociones, hasta los de la mano del violinista, por
mencionar un ejemplo, tienen una representación en esta área de la
corteza. Grupos de neuronas se encargan de dirigir estos movimientos
en forma precisa y cambiante. En conjunción con la corteza
somatosensorial (localizada por atrás del giro central), las neuronas
corticales hacen mapas de movimientos y sensaciones que generan los
patrones conductuales. Estos mapas varían con la edad y el uso. Así, el
área cortical donde se halla representada la mano ocupa una superficie
desproporcionada en relación con otras partes del cuerpo (a excepción,
quiza de la boca). Su tamaño corresponde a los complejos circuitos
neuronales necesarios para efectuar movimientos finos (o para el
canto). En la corteza auditiva, los sonidos se descomponen en
diferentes frecuencias para ser mejor interpretados, de acuerdo con la
experiencia anterior del sujeto. En la corteza visual, las formas, los
colores, los movimientos de las imágenes y la memoria de ellos se
componen, para informar a las áreas de asociación (las más
desarrolladas del ser humano), que integran la información para dar a
la conciencia los datos necesarios que le permiten planificar y
organizar la ideas (funciones de áreas prefrontales y parietales). Estas
funciones son, quiza, las de más reciente aparición evolutiva del reino
animal.

Pensemos por un momento lo que hace un pianista al interpretar la


música junto con una orquesta: al leer las notas, primero informa a su
corteza visual, luego a las áreas auditivas que, a su vez, enviarán
señales a la corteza motora para mover alguno de sus dedos. Al mismo
tiempo, el músico debe oírse a sí mismo, oír a la orquesta que lo está
acompañando y, además, tratar de imprimirle "personalidad" a su
música (lo que significa sentirse e interpretarse a sí mismo, utilizando
en este caso el lenguaje de la música). Un músico puede realizar más
de 10 movimientos por segundo, al tiempo que se oye, que escucha a
los demás, y que toma decisiones. Ante tal complejidad, se puede uno
imaginar el porqué una droga puede alterar fácilmente estos complejos
patrones de actividad.

Las áreas de asociación no reciben información directamente ni la


envían a algún músculo o glándula. Son áreas que pueden almacenar
recuerdos o control de conductas complejas. Por lo demás, son las
áreas corticales que más se han desarrollado en el ser humano.

La barrera hematoencefálica (BHE)


Este término es más bien funcional que anatómico, y se refiere a la
filtración selectiva de compuestos que pasan de la sangre al SNC. En
otras palabras, no todo lo que llega a la sangre puede pasar hacia el
sistema nervioso. La BHE bien podría representar un órgano, con una
maduración y funciones específicas, aunque sin una localización, por el
momento, definida. En efecto, la barrera hematoencefálica en el feto y
en el niño pequeño es mucho más permeable a sustancias
provenientes de la sangre que en el adulto. Tanto sustancias como
algunos virus pueden atravesar la BHE del feto, y provocar
malformaciones congénitas. Y en contraste, cuando deseamos que
la BHE deje pasar algún medicamento cuyo sitio de acción es el
cerebro, y así ejercer un efecto terapéutico, nos vemos obligados a
aumentar la dosis o buscar cómo hacer más permeable la BHE. Tal es el
caso de la L-DOPA, útil en la enfermedad de Parkinson, como veremos
más adelante (capítulo XIV Antiparkinsonianos).

El análisis anatómico de los pequeños vasos sanguíneos cerebrales ha


mostrado diferencias importantes con los del resto del organismo.
Básicamente están formados por células (endoteliales) unidas por sus
paredes en forma muy estrecha. Este endotelio es un órgano en sí,
capaz de seleccionar sustancias y secretar hormonas. Otros capilares
del cuerpo tienen poros en sus membranas que dejan pasar
nutrimentos y otras sustancias. Además, estas células tienen gran
cantidad de mitocondrias, organelos celulares que participan en las
reacciones energéticas. En otras palabras, si las sustancias no pueden
pasar de un lado a otro de la pared celular libremente, entonces debe
existir un sistema que las transporte activamente. Por supuesto, estos
transportadores o acarreadores necesitan energía para funcionar, y
son las mitocondrias las que la proporcionan.
FIGURA II.7B. La corteza cerebral: función. Esta estructura también puede
dividirse de acuerdo con la representación funcional. En la porción superior
de la figura se ilustra el área de Broca, relacionada con el lenguaje hablado, el
área de Wernicke, concerniente a la comprensión del lenguaje, la corteza
motora, la sensitiva, la visual y la auditiva. En la porción inferior de la figura
se muestra un corte del hemisferio cerebral a dos niveles: la corteza motora
(porción derecha) y la sensorial (mitad izquierda), los cuales corresponden a
las áreas anterior y posterior de la cisura central. Se ilustran los homúnculos
(las representaciones del cuerpo en la corteza cerebral) motor y sensorial,
respectivamente.

Además, estas células tienen gran cantidad de mitocondrias, organelos


celulares que participan en las reacciones energéticas. En otras
palabras, si las sustancias no pueden pasar de un lado a otro de la
pared celular libremente, entonces debe existir un sistema que las
transporte activamente. Por supuesto, estos transportadores o
acarreadores necesitan energía para funcionar, y son las mitocondrias
las que la proporcionan.

Lo mismo puede suceder con las drogas. Como veremos, todas las
sustancias que son moléculas pequeñas y que se disuelven fácilmente
en los lípidos (grasas), atraviesan fácilmente barreras membranales,
como la bhe. Y cuando existe una ruptura de la bhe, en caso de
lesiones o tumores, las sustancias que se encuentran en la sangre
pueden tener mayor acceso al sistema nervioso, con la posibilidad de
que aparezcan signos de toxicidad con fármacos utilizados a dosis
"terapéuticas".

FIGURA II.8. La barrera hematoencefálica. Es una separación funcional entre


el cerebro y el resto del organismo; y uno de los componentes de esta barrera
se encuentra en los capilares sanguíneos cerebrales, los cuales son menos
permeables, que los del resto del cuerpo, a sustancias que circulan en la
sangre. Los pies gliales, extensiones astrocíticas que rodean los vasos
capilares, también son parte de la barrera hematoencefálica. A la izquierda se
muestra un capilar cerebral y a la derecha un capilar no cerebral. Nótese que
la unión entre las células endoteliales de este último muestran aberturas
(fenestraciones) que los capilares cerebrales no poseen; éstos, por lo
contrario, contienen más mitocondrias, proveedoras de energía de los
sistemas de transportación, que acarrean sustancias a uno y a otro lado de la
pared capilar.

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