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Universidad Antonio Nariño

Vanessa Valentina Ortiz Castiblanco

10081715919

Teatro Colombiano

Maestro Carlos Cárdenas

Detrás del Rostro / Manuel Zapata Olivella

16 - Febrero – 2020
Índice:

 Biografía Manuel Zapata Olivella.


 Introducción de la obra.
 Argumentos.
 Conclusiones
Detrás Del Rostro

Este libro inicia con el relato del GAMIN, el día comienza a articular sus movimientos, de
nuevo empieza la manía de la fenomenología, en cuanto ve el periódico su mundo se reduce
a una página donde encuentra la historia, el tiempo y el espacio envejecida del día anterior,
donde se cuestiona sobre sí las noticias de la primera página no tendrían ningún valor, el
universo seguía su curso normal pero en el interior las informaciones eran menos
destacadas. Las noticias de crímenes, robos, accidentes y violaciones le producían nauseas,
el hombre rebajado a su más primitiva edad tribal, aunque fuese parte normal de la vida
contemporánea, buscaba con interés las informaciones periodísticas para leer sus propios
diagnósticos interpretados por los cronistas. Las investigaciones más serias se convertían en
titulares que hacían enrojecer de vergüenza hasta un imbécil.

Una fotografía del periódico llamo por completo su atención, precisamente allí en la
crónica roja, no era una foto que le causara nauseas, era la foto de un Gamín (niño), yacido
tirado en la calle, encogido como si durmiera. Su rostro le era conocido, rememoro a los
niños recluidos de la alcaldía de menores, no era ninguno de los atendidos por el en esos
días, tampoco de los que salían y regresaban habitualmente, hasta que recordó el caso de
Arturo Varona, ya lo había recordado pues habían pasado 4 años, pero al momento de leer
el periódico encontró su fotografía con una sonrisa sínica, el nombre le revivió un difuso
pasado. Era de las primeras observaciones cuando recién salido de la facultad empezó a
internarse por la criminología. Arturo Varona en su niñez fue detenido por una nimiedad,
puesto que rompió el cristal con una piedra. Un adolecente haraposo, tirado en el suelo, le
recordaba a alguien uno de tantos.

La policía lo encontró febril, el caso empezaba a complicarse y volverse noticia pues tenía
un proyectil en la cabeza que llevaba alrededor de 5 días. En seguida se puso en búsqueda
de su nombre en sus historias médicas, donde las archivaba como casos particulares aunque
no lo fueran, varias veces expuso al Departamento Científico de la División de Menores la
necesidad de llevar un archivo fotográfico de ellos con fines exclusivos médicos; aunque
hizo intentos de hacer registro fotográfico por su cuenta, el alcalde le expreso que tenía
prohibición de las tomas en el interior del plantel. Fue un caso de extraordinario interés
científico.

El único caso conocido era que no había sangre derramada en el lugar que lo habían
recogido y tampoco en su cabeza era como si un experto cirujano hubiera realizado
meticulosamente para alojar la bala en su cerebro, a juzgar por la cicatriz infectada, la
perforación debió efectuarse un par de días atrás, su vestimenta tampoco tenía manchas de
sangre. Tuvo perdida de razón, fiebre que dificultaba la exploración de los datos clínicos,
permanecía inerme y descoyuntado. Deseaba la recuperación de su conocimiento para
despejar la gran incógnita y era la identificación de el con alguna de su fichero, había en
ellos un abominable interés egoísta, debía permanecer en guardia con esa monstruosa
desviación de la ciencia, aunque siempre le molestaba que los profesores de medicina
tomaran la enfermedad como un pretexto de erudición ajeno a los problemas sociales del
enfermo, aunque esperanzado porque apareciera algún pariente apareciera al ver la
fotografía. Otilia impulsiva se levanta en medio de la clase e interrumpe excusándose
puesto que debe salir urgente para casa debido a que ve el periódico y ve una fotografía
donde le parece ver a Estanislao.

Se redacta una carta dirigida a Susana donde dice que el doctor Jáuregui le ha solicitado un
recuento por escrito de cómo lo conoció. “me resulta embarazoso iniciar este relato.
Comprendo el interés del doctor al solicitarme que sea prolijo. Pero no es lo mismo
redactar demandas y memoriales, a los que estoy acostumbrado, que escribir historias. Una
historia cualquiera, imaginada, tampoco me sería tan difícil. Allá en mi juventud, cuando
estudiaba abogacía, escribí cuentos. Otra cosa es relatar la vida real, dolorosa de Estanislao.
No pensé en ello cuando prometí al médico redactar cuanto sabia de su pasado. El cerebro
es maravilloso, todo lo había olvidado, deseosos de no acordarme de lo sucedido aquel día,
pude sepultar los recuerdos como si nunca los hubiera vivido. Han transcurrido seis años, al
fugarse Estanislao de nuestra casa, su desaparición, que tanto me inquietó, fue una especie
de auxilio a mi propósito de olvidar, en este instante, sin embargo, un hora después de verlo
agónico, reviven los sucesos y el tiempo transcurrido parece no haber existido nunca, siento
los olores, el zumbido de las moscas sobre los ataúdes…

No sé si pueda narrar los hechos como quiere el médico, otro día será. Ahora mujer quiero
decirte que el niño esta moribundo, nunca creí tenerle tanto afecto es como si realmente
fuera mi hijo, nuestro hijo, no dejes leer esta carta a Otilia, nuestra nena enloquecería.
Bastante tiene ya con sus remordimientos e ignora que es tan inocente como tú o yo, de lo
que estaba predestinado a Estanislao, los verdaderamente culpables son otros, pero ella, con
más valor que nosotros, más consiente de cuantos integramos la sociedad, quiere
responsabilizarse de lo sucedido a su hermano… Te informare ampliamente del proceso de
su enfermad, hasta el momento los médicos estudian la manera de salvarlo.”

Cuando el doctor le dejo a las enfermeras un numero para esperar razón de que apareciera
un familiar, una señor marcó nerviosamente los seis números 3…4…56…0…8, el impulso
ajeno a si misma le movía el indicie, se abrigaba a la esperanza de haberse equivocado
sentía de cierta forma que debía inmiscuirse en aquella tragedia puesto que lo había
conocido y pretendía tenerlo como su hijo y así hubiese sido si no hubiese sido tan terco.
Su separación se debió a una demostración de afecto filial. Estanislao no estaría tendido en
la cama inconsciente, ni delirante si él se hubiera abstenido de hacer aquel regalo. Su
aislamiento constituía una muralla protectora contra las desilusiones de las amistades,
aunque siempre deseo manifestar amor, compresión y solidaridad, pero la respuesta
inmediata o tardía era el desagradecimiento, aunque al niño no podía referirse de la misma
manera porque el si le demostraba afecto; por un instante evoco el frasco de perfume que el
intentaba regalarle, No! El alma de él abandonada, sola y aislada se diferenciaba de la suya.
Mientras que en amplio hospital rodeado de enfermeros, con su cara de ángel sucio. Le
habían lavado el rostro, pero el agua mezquina no le quitó todo el tizne, quiso pedir un poco
de agua tibia para limpiar bien su rostro, en seguida la enfermera le pasa la hoja con el
número del doctor para saber algunos datos del niño, pero le responde que si ella, le dice yo
porque yo solo se su nombre y es Jesús, se extrañan un poco y se cuestionan ya que aquel
señor dijo que se llamaba Estanislao, pero la dama de negro reafirmo que se llama Jesús.
Hubo un gran interrogatorio donde aclaran los datos del niño, pero resulta que los nombres
Jesús y Estanislao no correspondían a ninguno de los números de las historias clínicas.

Figura a José Estanislao con 12 años de edad detenido por tres entradas a la alcaldía de
menores como Hurto, Vagancia y Robo, estuvo detenido 6 meses, recibió un carta donde
daba noticias de que se encontraba preso en la alcaldía y venia de Medellín a llevárselo bajo
custodia. Pero desafortunadamente al cabo de tres meses nuevamente fue detenido en
Bogotá junto a otros dos muchachos. Con 12 años de edad y tres detenciones lo convierten
en un hampón experimentado, José Estanislao sonríe y habla orgullosamente de su silencio
argumentando que será un famoso estafador. Tres días después de haber sido hospitalizado,
los profesores y médicos no lograban coincidir en sus diagnósticos. La visitadora social
cuenta que el niño manifiesta problemas de ansiedad por carencia de afecto maternal, sus
padres murieron por casos diferentes cuando él era apenas empezaba a crecer, en cuanto
esto sucedió estuvo en custodia de su tío por el que era agredido brutalmente. Siempre está
a la defensiva y su capacidad mitómana le ayuda a encubrir una doble actitud de
desconfianza y rebeldía, aunque lucha contra al ansiedad e intenta superarla imaginando
situaciones irreales. Exterioriza algunos sentimientos de culpabilidad, pero acusa
obcecadamente al tío, el padre es para él una imagen borrosa pero de admirar dice que era
muy fuerte, con largos bigotes y manos callosas, “mi madre decía que era muy berraco”.

Comenta que ha tenido experiencias con prostitutas, sirvientas y una niña virgen, la
visitadora social le interroga que si ha conocido en la Alcaldía de menores a algún recluso
con su mismo nombre, el afirma que tiene muchos tocayos José. Los estudiantes querían
quitarle la máscara de sueño para interrogarlo, preguntas que convergían sobre si mismos
ahondando su paciencia. Los enfermos de su alrededor observaban el trajín de las
enfermeras con la curiosidad del espectáculo, pero el enfermo de la cama número 23, el
único que podía deambular aprovecho un el momento en que dejaron solo al niño para
intentar despertarlo con bruscas sacudidas. El jefe de la Clínica de sala, el Doctor Ramírez
Dacosta comenzó a hablar con los estudiantes, pero en cuanto comenzó a hablar su colega,
el neurocirujano, doctor Vence, bajo la cabeza sintiéndose aludido dijo… “¿se acuerdan del
caso similar que tuvimos hace unos meses? Una mujer fue abandonada en la puerta del
hospital en estado de coma. Yo personalmente me incliné por sentar diagnóstico de fiebre
tifoidea, pero reclamaba un mayor estudio de los síntomas clínicos. El cirujano sentó el
suyo sobre la sospecha de una apendicitis supurada y se interrogaban si debía ser operada
de emergencia, aunque se exigían los exámenes para descartar la fiebre tifoidea. La
enferma expiro antes de conocerse el resultado, la autopsia arrojo lo que ninguno de ellos
habían sospechado “una bala alojada en el cerebro”, afortunadamente saben que el niño
tiene una bala en la cabeza aunque de nuevo se interrogan si el estado general es debido a la
presencia del proyectil o a la complicación de una hemorragia cerebral, dicen que la bala
alojada en el cerebro es apenas el factor que ha desencadenado la hemorragia, cuya
compresión acarrea la parálisis de los centros nerviosos. Las radiografías revelan una
contusión intracraneana. Extraída la bala, el cuadro de la parálisis general se reduciría a las
lesiones locales, se inclina por una trepanación inmediata para desalojar el proyectil y
drenar la posible colección purulenta, con lo que se generaría una discusión clínica.

No sé porque le di mu dirección por teléfono, siempre me sucede igual “trato de huir de las
personas y cuando menos lo pienso ya estoy enredada con ellas”, fue lo que me paso con
Jesús no es mucho lo que puedo decirle de ese niño. Llego un día aquí con muchos niños
que vienen a pedirme migajas de comida, aunque desde el primer momento comprendí que
no era igual a los otros niños, él no me pidió nada apenas me miraba comer, yo le di la
espalda, pues no me gusta que se planten en la puerta mirar y aunque muchos no tienen
hambre se plantan a mirar que pueden robar en cuanto uno se descuida, pero… volviendo a
Jesús siendo para mi distinto a los demás no me equivoque, nunca me pedía nada y se iba,
sentí lastima, sabía que tenía hambre, entonces lo llamé y lo hice seguir el asombrado de
escucharme hablar, le repetí que entrara.

Le ofrecí un poco de comida y aunque un poco temeroso quería salir corriendo, se contuvo
y agradecido me miraba aunque sin una sola palabra, lo podía sentir. Ella preocupada no
para de interrogar al doctor si ¿Jesús morirá?, angustiosa llega la señora Ana con un
sacerdote, el doctor Vence, ya con su bata esterilizada manifestó por aquella contrariedad a
última hora. “Quiero que lo confiese antes de la operación, pero el doctor Jáuregui le
responde cortésmente que no habrá tal confesión pues no ha recobrado la consciencia. El
sacerdote interviene diciendo que no importa porque le administrara los santos oleos.

Octavio sorprendido por el interés de la mujer hacia Estanislao y sin esconder su


perplejidad el abogado la interrogo “¿decía usted que el niño se llama Jesús? Ella
respondiendo a cada interrogante le aclara que Jesús es un buen nombre para el niño puesto
que es diferente al resto y es como si fuera el mismo Jesús devuelto a la tierra, interrumpe
el doctor Ramírez Dacosta diciéndole a la señora que se aparte porque van a entrar el
enfermo a sala. En la pequeña sala quirúrgica, el cirujano llamaba la atención a los colegas
“miren las radiografías, la bala está alojada en el lóbulo parietal derecho. Se advierte un
proceso de cicatrización en el hueso, los desgarros del pericráneo indican que algún profano
intentó extraer el proyectil con un instrumento punzante como tijeras o ganchos.” Se hacen
interrogaciones clínicas que entablan una discusión para llegar a aclarar la realidad del
caso. Octavio se inquietaba por la inmovilidad de todos, el neurocirujano sale de la sala aun
con los guantes puestos, despojándose de la bata con manchas de sangre y se dispuso a
marchar, Octavio lo llama y el doctor se detiene sin levantar cabeza diciéndole que todo
salió bien que cree que se va a salvar, una enfermera saca al recién operado de la sala
cubierto con una sábana, pasaron de largo sin detenerse en su cama. Octavio tuvo un aciago
presentimiento, le habían mentido, Estanislao estaba muerto… interroga “¿señorita donde
lo llevan?, responde que a la sala de aislamiento, nuevamente suspira con una esperanza.
Los médicos empiezan a aparecer después de tres horas de silencio en la sala de espera.
Esperaba con ansias el resultado de aquella intervención, el Psicoanalista se acerca
diciéndole que fue sacado el proyectil con un mínimo de traumatismo y que hay que
esperar su recuperación, usted estaba esperanzado de que hablara bajo la acción de la
anestesia. Si, deliró un poco, balbuceó un nombre… Otilia. Octavio extrañado pregunta de
nuevo ¿Otilia? Es el nombre de mi hija.

La mañana siguiente Octavio, Anselmo Piedrahita, secretario de Gobierno y su cuñado,


Ricardo Bueno, iban en camino a la finca Gualanday que heredó de su padre, vieron en el
camino que los gallinazos revoloteaban, Octavio se adelantó un poco, que aunque no era un
deseo, era que su bestia era más rápida que la de sus amigos y tomo ventaja. Sus amigos
empezaron llamarlo e intentar detenerlo pues al parecer los gallinazos estaban alterados
por mortecina pero Octavio no era de temer, pues tenía bastante experiencia después de
haber estado fuera de Colombia por veinte años. Susana le escribe una carta a Octavio
explicándole que debía devolverse con urgencia puesto que Otilia estaba muy grave y tuvo
que llevarla al médico, pues vio la fotografía de Estanislao en el periódico, no duerme, su
crisis nerviosa en vez de mejorar, empeora, le dije que podíamos irnos contigo a Bogotá
pero ella no quiere verte, pensé que la cosa era más grave pero me sentí más tranquila
cuando el medico la examino y dijo que no había de que preocuparse, estos roeos son
peores, mejor te escribo la verdad. “Otilia nuestra hija, fue violada por Estanislao. Ahora
comprenderás mi ansiedad, tu por allá averiguando por la vida de ese infeliz, cuando se
merece la muerte más horrorosa como la de sus padres.

Dios santo, perdóname, abrazos y besos.” He venido sola como me lo pidió usted doctor,
deje a Otilia en casa encerrada en su cuarto, desde que usted la examino a la fuerza, se
niega a comer y no quiere verme, no es de ahora su resentimiento, recuerdo que cuando
empezó a mudar sus dientes de leche empezó a ser agresiva y violenta. Me sentía
aborrecida porque siempre oí decir que las mujeres eran más apegadas a sus padres y lo
hombres a sus madres, deseaba compartir mi cariño con un hijo nuevo ya que era muy
entregada a su padre, luego de la violación empezó a ser esquiva tanto con su padre como
conmigo, se encerraba en el baño por un largo tiempo, nunca nos dio nada tal vez la tenía
amenazada, de noche la sorprendía despierta y se me perdía de vista encontrándola en
lugares más extraños como en la biblioteca de mi marido o debajo de nuestra cama, eran
muy pocas las cosas que le importaban. En seguida llego Octavio junto con Susana y Otilia
a la hora fijada con el Doctor Jáuregui, había enflaquecido notoriamente, no era la misma
colegiala que aquella mañana descubrió la fotografía de Estanislao en el periódico, el
psicoanalista los hace pasar pero Otilia sintió pánico, los uniformes blancos la aterrorizaban
desde que se dejó revisar por el doctor, no quería acceder a ninguna indicación y gritaba
horrorizada, lo que conllevo a no realizar los exámenes. Se entabla una discusión donde
Octavio le pide que por favor continúe haciendo los relatos de Estanislao a lo que el
psicoanalista responde que si lo considera necesario lo hará y no solo por Estanislao, si no
por Otilia, Octavio no quiere saber nada del niño, el doctor dice que es su hijo y Susana
exaltada e indignada responde que no lo es; por el relato del Doctor Guzmán explicando
cómo fueron las condiciones que llego al hogar de ustedes se arroja en los resultados
arrojen que son hermanos de un mismo padre y una misma madre. Octavio interrogo por la
salud Estanislao y la respuesta que recibe no es positiva puesto que desde que dejo de
visitarlo no ha tenido mucha mejora. He intentado iniciar las sesiones psicoanalíticas con
Otilia sin lograr vencer su resistencia.

Al insinuarle que se acueste sobre el diván para una exploración analítica, me rechazaba
con una crisis de llanto, experimenta terror de estarse conmigo en la habitación y llama a su
padre aunque sabe que no se halla en el consultorio, dice que no quiere ver a su madre, el
psicoanalista se aprovecha de la situación para obligarla quedarse allí sin ninguna
transferencia, la interroga pero ella calla y es atenta a los movimientos que realiza. El
irresistible impulso de Otilia hacia el jinete de porcelana le permite al doctor ganarse un
poco de su transferencia, pues la figura de porcelana guardaba alguna relación con su
pasado infantil, “las mujeres pueden desarrollarse muy bien si practican la equitación.”
Como única respuesta le sonríe al doctor y ella con indiferencia le responde “usted dice las
mismas frases que mi maestra de aritmética.” Una frase que aparte de ser su primera
confesión envolvía un impulso liberado.

De repente las manecillas de los relojes empujábanse unas con otras, compulsadas por el
tiempo. El chofer del bus insultaba al pagársele con un billete o si el pasajero intentaba
oprimir el timbre para anunciar la parada, la lluvia de repente baña los rostros con puñados
de menudas gotas, agua escurridiza y pegajosa. Las calles mojadas transpiraron y la gente
aglomerada en las esquinas comenzó a reír, el tiempo elástico se distendió, la lluvia era un
pretexto para llegar tarde a todas las citas, los relojes apuntados apuntaban horas
disparatadas. El inspector penetro el pequeño local de la tienda de medias, la dueña sonrió,
no era acogedora y tampoco cortes, pero la lluvia refrescaba su mal humor de solterona, las
personas que permanecían en este lugar a parte de Octavio y sus amigos, fueron retirándose
poco a poco.

La duela se resintió nuevamente con sus palpitaciones y calores, miro recelosa al inspector
y quiso echarlo, para lograrlo opto por limpiar el suelo, restregaba el suelo con un trapo
rezongona y furiosa. Mientras rezongaba de la gente descortés al venir a su tienda el
inspector saco su libreta y lápiz empezando a interrogarla “si no estoy mal usted es la
señora Ana Peñaranda. Ella un poco extrañada y sorprendida, pregunta que como sabe su
nombre, a lo que el inspector responde que ya se conocían, le dice que viene a saber más
acerca del caso del niño con la bala alojada en la cabeza, pero Ana dice un poco pensativa y
asustada que no sabe nada que por favor no la meta en problemas, pregunta por el nombre
del niño pero Ana dice que no sabe cuál es el verdadero nombre que a lo mejor ni bautizado
esta. Le pregunta hace cuanto lo conoce y como lo conoció, que ella tiene buena memoria
así podría recordar más detalles del pequeño, “¿recuerda usted la denuncia del droguista
cuando el robo de los frascos de perfumes?, no fueron varios frascos si no uno dice Ana,
tampoco venga a hacerle cargos infundidos al muchacho.

El inspector le recuerda que ella hizo una denuncia de que el muchacho le robaba las
medias, a lo que ella se defiende con que no se quejó, ella explico lo del frasco de perfume
y las medias y ustedes no lo creyeron, lo juzgan y llevan a la cárcel, ahora lo encuentran en
la calle con un tiro en la cabeza, son ustedes los que deberían saber porque no estaba preso
y quien le dio el tiro. Le dice a Ana que ese niño debía morir en un charco de su propia
sangre, pues la perversidad corría por sus venas, por eso procedió de tal forma a lo que la
señora Ana lo acusa de canalla, dice que el otro muchacho no era una palomita muerta;
pero sin la incitación de ese malvado no se hubiera atrevido a tanto! Yo desde luego, no me
enteré si no demasiado tarde, como no dispongo de un empleado para la contabilidad, no
me es posible darme cuenta exacta de los productos que se venden cada día, y el escogió
precisamente el artículo que se mueve mucho “los perfumes” y tomaba los más caros para
venderlos como contrabando en las calles públicas, el truco empleado para el robo
demuestra su experiencia. Mientras tanto el niño continuaba en el hospital con la mirada
perdida, con el pulso lento y dificultad de respiración, la acentuación de la parálisis hace
pensar que puede haber un posible hematoma postoperatorio.

El doctor Vence permanecía frente a la cama del enfermo, alto, su cabeza por encima de
los estudiantes, más en su interior, pequeño, reducido él ocupaba ahora la silla donde el día
anterior estuvo sentado el jefe de Clínica, lo miraba y oía contrito, sentía que su voz se
cortaba y escindía, “la trepanación, realizada habilidosamente por el doctor vence…” la
ironía, le había agradecido la crítica directa, destructiva e implacable, que le acusaría ante
los estudiantes de haber lesionado un núcleo vital. La señora peñaranda con una bolsa de
manzanas ocultas bajo su mantón negro, se decía a si misma que deseaba huir del inspector,
cuando solo quería especular los sentimientos maternos que le inspiraba el huérfano, se
creía sin derecho a sentir como una madre, a exigir la sociedad de un niño que ella no tuvo
el valor de engendrar. El enfermo de la cama numero 23 le asegura a la señora Ana que
Estanislao bebe agua y ella supone que se puede comer las manzanas que le trajo a lo que la
enfermera sulfurada le reprocha que el señor no es un médico y debe atender a las órdenes
del doctor Vence, en seguida entra el doctor Jáuregui con apresurados pasos y se encuentra
con la señora peñaranda, habla acerca de Jesús, ella entusiasmada por darle las manzanas y
al ver que no le permiten hacerlo impaciente la enfermera interrumpe diciéndole al doctor
Jáuregui que el doctor Vence lo necesita y le quita las manzanas para llevarlas al cuarto de
aislamiento.

La conciencia vacía de Estanislao empieza a llenarse de contenidos fragmentarios, procesos


mentales sin conexiones entre sí, en su mente afloraban fogonazos provenientes del
inconsciente y se esfumaban sin dejar huellas, sus órganos superiores de los sentidos
acusaban hipersensibilidad, lo que causaba que los ruidos de las puertas al cerrarse le
excitaran, era evidente y positivo el ver que la zona cerebral afectada recobrara sus sentidos
y funciones. El Doctor Jáuregui deseoso por separar de su memoria los hechos buenos y
malos, posteriores y anteriores a su traumatismo había pedido que lo mantuvieran alejado
de toda conversación o sugerencia que pudiera falsear su proceso mental; insistente lo
empieza a interrogar “¿ cómo te llamas?, ¿ quién te amenaza? ¿Por qué tienes miedo?, lo
que ocasionaba que Estanislao le corrieran lagrimas por su rostro y de una crisis que
acompañaba de eyecciones y expulsión de orina l parecer involuntarias, pues en otras
ocasiones intentaba bajarse de la cama. Octavio sabía que el niño seguía allí y fuera de
peligro, jamás temió enfrentarse a nadie y ahora la sola idea de saber que Estanislao era su
hijo le ahogaba.

Para dar inicio al interrogatorio, el jefe de la clínica no acertaba a ordenar sus ideas. Otras
veces debió disertar en ausencia del enfermo, pero de la misma manera disponía del
resultados que confirmaban o negaban el diagnostico, pues las fotografías hablaban de un
proyectil incrustado en el cerebro. Ni siquiera esa bala estaba en su poder, reclamada por el
inspector de la policía; seguían sin respuesta sus primeros interrogantes. “¿hubo o no
hemorragia cerebral? ¿Estuvo o no bajo el impacto de la conmoción cerebral o se trataba de
un simulador?” se había dejado llevar por su orgullo profesional, pretendía que los síntomas
se desencadenaran de acuerdo con su criterio, aunque significaran la muerte. La sala
hospitalaria presentaba un aspecto de mercado de feria, el enfermo de la cama 17 y un
asmático se rodeaba por médicos y estudiantes donde repetía su extraña historia de los
médicos enmascarados y es aquí donde el inspector vuelve a interrogar con una serie de
preguntas acerca de los sospechosos que entraron al lugar disfrazados de médicos.

Doctor guzmán fue citado por el abogado, le informa que debe cumplir con su deber de
investigación, como usted sabe estoy encargado de esclarecer el intento de homicidio
contra el muchacho a quien le dieron un tiro en la cabeza, sé que lo ha reclamado como hijo
suyo. Es posible que se trate Estanislao, pero tengo mis dudas; afirma que hace un año
escapo de su casa, de acuerdo con lo que usted me comento el otro día en el hospital, los
datos que yo he recogido están en contradicción con sus afirmaciones. Ante todo quiero
decirle que el caso de ese gamín está relacionado con la muerte de un detective, podría
decirse que es la clave del asunto. La bala encontrada en su cabeza pertenece al mismo
revolver con el que fue ultimado el agente secreto, siento que pudieron haber disparado
contra el gamín y por accidente matar al detective o viceversa, el doctor Jáuregui se
estrujaba las manos después de una conversación tan larga y un interrogatorio muy denso,
se contuvo no quiso obstaculizar el procedimiento de la autoridad que tanto lo sofocaba.

Las campanas del viejo reloj zumbonas, excitaron al anciano de la cama 17, despierto por
pertinaz insomnio. Se tapó las orejas y hundió la cabeza bajo la almohada, oyó el quejido
lastimero de su vecino de enfrente; de momento esperaban a las trapeadoras con sus baldes
y escobas que despiertan a todos, lo que haría que sacara su cabeza debajo de la almohada
y hablara con sus vecinos que de seguro tenían algo por contarle, pero de repente el grito
agudo alarmo a los enfermos a pesar de haber sido lanzado por el extremo de la sala. Desde
sus camas querían enterarse de lo ocurrido, la enfermera cruzo el pasillo con pasos
apresurados; la del grito explico azarosa lo deje acostado allí anoche, estaba perfectamente
dormido a consecuencia del electroshock y no amaneció en su cama.

El interno las tranquilizo, no hay de que alarmarse en esto de sonambulismo se ha puesto a


caminar por los corredores, buscándolo por todos los pasillos y viendo que no Estanislao
interrogan a los porteros quienes aseguran haber vigilado toda la noche sin que nadie haya
intentado escaparse, interrumpe el anciano de la cama 17 diciendo que anoche el vio a dos
sujetos con bata blanca y sus mascarillas puestas.

El juez de menores, citado por el inspector permanecía silencioso a la espera de su


oportunidad para ampliar la indagatoria. Se esclarecían detalles como “Eran unos hombres
altos, delgados, dirigían sus ojos a todas partes.” El doctor y profesor Ramírez le hablo al
oído al inspector diciéndole que no se confié demasiado en lo que dice, puesto que los
enfermos del hospital son propensos a confabular historias. Desconcertado el funcionario se
rasca la cabeza y se dirige a la habitación, la cama daba apariencia de que alguien dormía
entre las sabanas. Saco su lupa del chaleco y a través de ella miro los vidrios, el cerrojo; la
guarda de nuevo en su bolsillo y reparo desconfiadamente en los estudiantes que habían
inundado la pequeña habitación. El jefe de la clínica hablaba en voz baja con el doctor
Vence, sus movimientos reflejaban inquietud, disgustado porque algunas enfermeras se
negaban a declarar acerca de lo sucedido. Sin inmutarse el psicoanalista se limitó a confesar
si mal no recuerdo, también es deber la justicia sancionar a sus empleados cuando se
extralimitan en sus funciones, de repente en la puerta del establecimiento aparece la señora
vestida de negro con un sombrero de flores, se encogió cuanto pudo y pretendió pasar
inadvertida. El detective se volvió sobre sus pasos y le pregunto suspicaz “¿quién le aviso
de la huida? A lo que ella reacciona y dice ¿Cuál huida? Vengo a ver a mi hijo Jesús. Bien
enterada esta de su escapada, usted sabe dónde y como esta.

En su vida jamás supo protestar, pero ahora la docilidad acumulada en su alma se le


rebelaba. Las palabras del padre confesor vinieron en su apoyo. “su miedo a las buenas
acciones le hacen repugnante ante Dios.” A lo que ella grito “no me dejare robar a mi hijo,
si vuelven a meterlo en la cárcel, reclamare justicia, le nombrare un abogado que lo
defienda, no se crea que lo dejare pudrir como a los otros en la cárcel sin madre. Ya sé que
ustedes dos y el droguista no han cesado en perseguirlo y de alquilar a otras personas para
que lo maten, pero hay un Dios en el cielo que no abandonara a esta madre dispuesta a
salvar a su hijo.” Luego de dar sus buenos argumentos le indican que debe probar esos
cargos con la autoridad, usted salir juez sirva de testigo, aquí en nuestras propias narices,
nos acusa de raptores y asesinos, una calumnia que no puede quedar sin castigo dicen los
médicos. Ella muy segura de volver a repetir sus argumentos, dice que abogan por la
justicia sin conocerla. Estanislao, Jesús, Gil era su nombre en la cárcel o Ponciano son las 4
identidades del niño las cuales eran puestas a raíz de que escapo de su casa y transcurría por
un lugar diferente.

Octavio, Susana y Otilia llegan al hospital y se encuentran de nuevo con el doctor Guzmán,
doña Susana veo que está muy nerviosa ya se habrán enterado, ¿Qué ha sucedido?
Acabamos de llegar. El analista pretendió reprimir sus palabras, miro a su alrededor, los
alumnos callaban, pero Otilia alcanzo a ver la cama vacía y estuvo a punto de gritar. No, no
le ha pasado nada grave, anoche escapó del hospital, pero lo encontramos la policía esta
advertida.

De nuevo Octavio interroga que le ha pasado al niño, el doctor afirma que nada grave, está
diciendo la verdad de que en la noche anterior escapo, preocupados por la herida de su
cabeza, el doctor dice que no hay de qué preocuparse pues esta cicatrizada del todo, Otilia
oculto su rostro a los ojos expectantes, agresivos. Dice ¡mama! Y su madre consolándola le
responde aquí esto hija, aquí estoy e interroga a su padre de si algo le paso a su hermanito,
su padre le dice que cuando lleguen al hotel le contara todo, ella rompe en llanto
sintiéndose culpable por lo sucedido de su hermano puesto que monto la gran mentira de
que Estanislao la había violado solo porque no podía manipularlo como hacía con la gente
de su alrededor, entonces causo de esta manera la huida del niño haciendo que no volviera.
Solo que ella pretendía tratar a Estanislao como su padre trataba a su madre.

Le habla el inspector, doctor Guzmán, aquí en mi oficina hay un hombre campesino con
dos hijos. Dice que la pequeña tiene unos siete años llamada Otilia, el mayor se llama
angelino es idéntico a Estanislao. El padre dice que son mellizos, está en busca del otro
porque su cadáver no apareció después de que mataron al resto de su familia en el Tolima,
traen la fotografía del periódico, afirmando que él es su hijo extraviado. ¿Usted cree que
esto sea posible?
Manuel Zapata Olivella

(Lorica, 1920 - Bogotá, 2004) Un escritor colombiano, quien fue el primer autor que exaltó
en sus obras la identidad negra colombiana. Su madre fue una mestiza hija de una india y
de un catalán y su padre un liberal convencido y muy culto. Cuando su familia se trasladó a
Cartagena siendo él todavía muy niño, entró en contacto con la cultura negra. Desde muy
joven comenzó a escribir periódicos como El Fígaro, en las revistas Estampa de Bogotá,
Cromos, sábado y Suplemento Literario de El Tiempo. Realizó investigaciones de
etnomusicología y dio conferencias en varias universidades de Colombia y de Canadá,
junto a su hermana Delia, también destacada folclorista y bailarina, fundó un conjunto de
danzas folclóricas con el cual hizo giras por Colombia y el exterior. Fue cónsul de
Colombia en Trinidad y Tobago. En el transcurso de sus viajes por Centroamérica, México
y Estados Unidos, observaba e investigaba sobre la cultura negra y el trato que los negros
recibían en el país del norte. En 2002 recibió el premio a la Vida y Obra del Ministerio de
Cultura de su país.

En la década de 1970, Manuel sigue impulsando la creación de comunidades de


investigación y organizando espacios de encuentro y discusión sobre la cultura
afrocolombiana y los movimientos de negritudes en África, América Latina y Estados
Unidos, en el año 1973 realiza la creación de la Fundación Colombiana de Investigaciones
Folclóricas, bajo la idea de orientar de una área de la cultura colombiana, que por lo general
va por fuera del interés de las entidades académicas del país, se basa en la creatividad de las
capas analfabetas y semianalfabetas que constituyen una gran parte de nuestra población, se
da un segundo Congreso de la cultura negra de las Américas tuvo lugar en Panamá, el 17 de
marzo de 1980, y el tercero, en San Pablo, Brasil, en agosto de 1982.

Entre sus acercamientos a la política, por esos años Manuel fue elegido concejal de Lorica,
Córdoba, en 1974, fruto de lo cual recibió el apodo de "Gallo tapa'o". Durante los años 80,
en el mismo pueblo impulsó la organización de la emisora Radio Foro Popular, con el
propósito de visibilizar las causas de los habitantes de la región. Sus obras hablan
fundamentalmente sobre la opresión y la violencia.

Frente a su larga trayectoria como narrador se dan a conocer dos tendencias: una de
carácter realista y de denuncia social, y otra de carácter mitológico, en la que priva la visión
mágica del negro. Donde mejor se revela su creatividad literaria es en las novelas, entre las
que cabe destacar:
 Tierra mojada (1947).
 Calle 10 (1960), de carácter positivista y objetivo.
 Chambacú, corral de negros (1963, obra laureada por la Casa de las Américas)
aborda una problemática mitificada de los negros de América.
 En Chimá nace un santo (1963, llevada al cine con el título Santo en rebelión).
 Changó, el gran putas (1983).
 Pasión vagabunda (1948).
 Detrás del rostro (Premio Esso, 1962).
 Los pasos del indio (1960).
 Caronte liberado (1961).
 Hotel de vagabundos (1954).
 El retorno de Caín (196
 Detrás del Rostro novela merecida por el premio ESSO 1962, se basa en señalar
de forma indirecta recursos reivindicatorios acerca de la niñez indefensa y que en
ocasiones parte del fruto de la violencia, tal como lo acontece la historia de aquel
niño campesino Estanislao, que fue recogido por el doctor Guzmán quien lo
rescato de la violencia para llevarlo a su hogar e intentar el olvido del terrorífico y
traumático asesinato de sus padres, de la misma manera haciendo un sepelio para
los cadáveres donde se encuentra con la oposición, autoridad y religión de la
familia.
Web- Grafías:

 https://enciclopedia.banrepcultural.org/index.php/Manuel_Zapata_Olivella#Biograf.C3.
ADa
 https://enciclopedia.banrepcultural.org/index.php/Manuel_Zapata_Olivella
 https://www.biografiasyvidas.com/biografia/z/zapata_olivella.htm

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