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Números 5:5 - 6:8

Continuamos hoy estudiando el capítulo 5 de este libro de


Números. Leamos los versículos 5 al 7 de este capítulo 5, que
hablan sobre

La restitución
"El Señor habló a Moisés y le dijo: Di a los hijos de Israel: El
hombre o la mujer que cometa cualquiera de los pecados con que
los hombres son infieles contra el Señor, se hace culpable. Aquella
persona confesará el pecado que cometió, compensará
enteramente el daño, añadirá sobre ello la quinta parte y lo dará
a aquel contra quien pecó."
Esto es lo que Zaqueo, el recaudador de impuestos, ofreció
devolver después de su encuentro con Jesús. Recordemos lo que
él dijo en el Evangelio de Lucas 19:8: "He aquí, Señor, la mitad
de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a
alguno, se lo devuelvo cuadruplicado". En realidad, Zaqueo
estaba ofreciendo más de lo que la ley mosaica requería.
Vemos pues, aquí, que debía haber una restitución. Por tal
motivo, el arrepentimiento es mucho más que el simplemente
decir: "lo siento". La relación entre Dios y el individuo no se
normalizará hasta que lo que estorbe en las relaciones entre
personas sea eliminado. Como dice el Apóstol Pablo, en su
segunda carta a los Corintios, capítulo 7, versículo 10: "Porque la
tristeza que es según Dios, produce arrepentimiento para
salvación, de lo cual no hay que arrepentirse; pero la tristeza del
mundo produce muerte".
Hoy en día muchas personas creen que el arrepentimiento
significa derramar unas pocas lágrimas, para luego seguir
alegremente en el mismo camino. Pero, es mucho más que eso,
amigo oyente. Se trata de rectificar lo que estuvo mal hecho y de
efectuar una restitución al individuo que ha sido ofendido.
Tenemos que confesar nuestros pecados a Dios, eso sí es verdad.
Pero debemos recordar que nuestro Señor también dijo en el
capítulo 5 de Mateo: "Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí
te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu
ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu
hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda".
Algunos tienen la idea de que uno puede expresar exteriormente
su pena por un rato y que luego ya ha quedado todo
perfectamente solucionado. Eso es lo que Pablo llama "la tristeza
del mundo", en la Epístola a los Corintios; y ese tipo de
arrepentimiento no tiene ningún valor.
Se cuenta que había un pequeño buque a vapor en el río
Mississippi, en los Estados Unidos, que tenía una caldera muy
pequeña y hacía sonar una bocina estridente. Cuando aquel
buque iba río arriba y emitía una señal sonora, entonces todo el
vapor se escapaba por la bocina, de modo que al barco se lo
llevaba la corriente. No podía ir río arriba y a la vez, hacer sonar
su bocina. Y hay muchas personas hoy en día, como ese buque a
vapor. Su arrepentimiento no va más allá de emitir un sonido.
Derraman lágrimas en profusión y por un tiempo adoptan una
actitud de humildad, pero eso es todo. No hay ningún alejamiento
del pecado, ningún volverse a Dios, ninguna restitución hacia la
persona ofendida, y por lo tanto no puede haber ningún
compañerismo real y verdadero con el Señor ni progreso
espiritual en sus vidas.
Y ahora leamos los versículos 11 hasta el 15, de este capítulo 5
de Números, que tratan sobre

La ofrenda de celos
"Jehová habló a Moisés y le dijo: Habla a los hijos de Israel y
diles: Si la mujer de alguien se descarría y le es infiel, y alguien
tiene relaciones con ella sin que su marido lo haya visto, por
haberse realizado el acto ocultamente, ni haya ningún testigo
contra ella ni ella haya sido sorprendida en el acto; si viene sobre
él un espíritu de celos y siente celos de su mujer, habiendo ella
sido infiel; o bien, si viene sobre él un espíritu de celos y siente
celos de su mujer, aunque ella sea inocente, entonces el marido
llevará su mujer al sacerdote, y con ella presentará su ofrenda,
dos kilos de harina de cebada. No derramará sobre ella aceite ni
pondrá sobre ella incienso, porque es ofrenda de celos, ofrenda
recordativa, que trae a la memoria el pecado."
Creemos que no hay necesidad de explicar este pasaje, porque
es bastante claro. Veamos entonces en los versículos siguientes,
el proceso que debía seguirse para resolver las dudas que pudiese
haber en cuanto a la conducta de la esposa y sobre su posible
culpabilidad. Leamos los versículos 16 al 19:
"El sacerdote hará que ella se acerque y se ponga delante del
Señor. Luego echará el sacerdote un poco de agua sagrada en un
vaso de barro, y tomando del polvo que haya en el suelo del
Tabernáculo, lo mezclará con el agua. Asimismo el sacerdote hará
que la mujer se mantenga en pie delante del Señor, descubrirá la
cabeza de la mujer y pondrá sobre sus manos la ofrenda
recordativa, que es la ofrenda de celos. El sacerdote sostendrá en
sus manos las aguas amargas que acarrean maldición. Entonces
el sacerdote le tomará juramento y le dirá: Si no has tenido
relaciones con otro hombre, y si no te has apartado de tu marido
ni le has sido infiel, libre seas de estas aguas amargas que traen
maldición"
Bueno, creemos que con estos versículos, hemos captado ya lo
esencial de la situación; así es que no vamos a leer todos los
versículos siguientes. La mujer debía beber las aguas amargas y
si esto causaba que su vientre se hinchara y que su muslo
languideciera, sería una maldición en medio del pueblo. Ahora, si
no estaba contaminada, sino pura, entonces sería declarada
exenta de toda culpa. Esta prueba tendría un efecto psicológico
muy grande sobre cualquier persona y mayormente si era
culpable.
Ahora, ¿por qué no se menciona aquí al hombre? En este caso no
se trata de una sospecha en cuanto al hombre, sino en cuanto a
la esposa. Y quisiéramos aclarar que la Biblia no enseña una doble
moral que permita más libertad al hombre que a la mujer. En este
caso, es el esposo quien sospechaba de la esposa. ¿Podría ser
culpable un esposo? Claro que sí. Vimos ya en el libro de Levítico
y lo veremos de nuevo en el libro de Deuteronomio, que si un
hombre y una mujer eran sorprendidos en adulterio, los dos
debían de ser lapidados. No hay, pues, ningún criterio moral en
la Biblia que permita más libertad al hombre que a la mujer.
Este cuadro que tenemos aquí, habla de la ofrenda de celos.
¿Cree usted amigo oyente que Dios es un Dios celoso? Eso es lo
que El dice: "Soy el Señor, Dios celoso," en Exodo 20:5 Pero,
¿realmente quiere decir que Dios es celoso? Sí, es celoso. Pero
éste no es el tipo de celo pasional bajo y egoísta, como son los
celos obsesivos de una persona que esta irritada hasta la
exasperación. Aquí se trata de los celos de la persona que ama.
Así también, desde el punto de vista divino, ¡El nos ama! ¡Es
celoso con nosotros! El no quiere que dediquemos nuestro tiempo
y nuestro amor a las cosas de este mundo. Desea tener la
prioridad en nuestros sentimientos.
En esta prueba de celos, si la esposa resultaba inocente, era
exonerada. En realidad, esta ley también protegía a la mujer, de
un hombre celoso. Estas normas la beneficiaban mucho a ella.
Ciertamente, esto acentúa una vez más, que la Palabra de Dios,
pone en claro el asunto de la fidelidad al voto del matrimonio.
Hoy en día vemos una gran depravación en cuanto a esto, hasta
el punto que para muchos ya está resultando aceptable que el
voto del matrimonio no sea tomado en serio. Pero amigo oyente,
Dios le hará responsable por sus promesas. Eso es seguro.
Muchos de los problemas del mundo actual, comienzan en el
hogar. Los conflictos son causados por aquellos que hacen poco
o ningún caso del voto del matrimonio. Dios no puede bendecir,
ni bendecirá a una nación que no tome en serio lo que El ha
instituido y prevalezcan estas situaciones. Y así amigo oyente,
concluimos nuestro estudio del capítulo 5 de Números. Y
entramos ahora al capítulo 6. En este capítulo encontramos el
voto de los nazareos y la bendición trina.
En primer lugar no se debe confundir la palabra "nazareno" que
significa procedente de Nazaret, con la palabra "nazareo" que
significa alguien que ha hecho un voto especial. El voto de los
nazareos, era un voto voluntario, también podía ser un voto por
cierto período de tiempo o por toda la vida si era su deseo.
Cualquier israelita que quisiera ser nazareo, podía hacer el voto.
Pero Dios no mandó que se hiciera este voto. Era algo
completamente voluntario. Leamos pues, los primeros 3
versículos de este capítulo 6:
"Habló Jehová a Moisés y le dijo: Habla a los hijos de Israel y
diles: El hombre o la mujer que se aparte haciendo voto de
nazareo, para dedicarse a Jehová, se abstendrá de vino y de
sidra. No beberá vinagre de vino ni vinagre de sidra, ni beberá
ningún licor de uvas, ni tampoco comerá uvas frescas ni secas."
Cuando una persona hacía este voto voluntario de nazareo, había
tres cosas que le estaban prohibidas:
1. Primero, no debía beber vino ni sidra. El nazareo no podía
comer ni tomar ninguna cosa que la vid produjera.
En cuanto a la aplicación de este asunto, la norma cristiana no
plantea la cuestión de que el beber vino sea algo bueno o malo.
La pregunta importante en este asunto se refiere a la motivación
de beberlo o de no beberlo, teniendo en cuenta que nuestro deseo
es agradar a Cristo en todo lo que hacemos. El vino, en las
Escrituras, es símbolo del gozo terrenal. Sirve para alegrar el
corazón. En las bodas de Caná, vimos que, cuando se terminó el
vino, Cristo transformó el agua en vino, y al probarlo le dijeron
que Su vino era mejor que el que se había ofrecido en primer
lugar en aquel banquete. La verdad sobresaliente en este pasaje
del libro de Números, es que el nazareo debía encontrar su alegría
en el Señor. Y en las cartas apostólicas, es interesante el consejo
que San Pablo le dio a su discípulo Timoteo, ocupado ya en la
obra pastoral, cuando le dijo en su primera carta 5:23: Ya no
bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu
estómago y de tus frecuentes enfermedades.
Todos somos conscientes de los graves problemas que causa el
alcoholismo en nuestra sociedad, y su impacto físico y espiritual
negativo, destructivo, comenzando por el individuo mismo, y
afectando a la familia y a la convivencia social. Sería bueno
recordar aquí el consejo de San Pablo en su carta a los Efesios
5:18, No os embriaguéis con vino, en lo cual hay desenfreno;
antes bien sed llenos del Espíritu. Pero el vino es simplemente
uno de los factores que conducen a cometer excesos que separan
al ser humano de Dios y de sus semejantes. Hay tantos hoy en
día, que no encuentran su alegría y satisfacción en los asuntos
del reino de Dios, en la Palabra de Dios y en la persona de Cristo
y tienen que recurrir a las cosas efímeras de este mundo. Desde
un punto de vista espiritual, lo importante es no permitir que ni
la bebida ni ninguna otra cosa ejerzan sobre nuestra mente y
cuerpo un control que anule el control que Dios debe tener sobre
nuestra vida. Y hay que admitir que los excesos conducen a las
personas a esa situación de incapacidad física y mental,
produciendo daños muchas veces irreparables.
Amigo oyente, ¿dónde halla usted su alegría? ¿Necesita usted los
estimulantes de este mundo para disfrutar de la vida u obtener
su satisfacción personal? En realidad, ¿recibe Ud. con agrado el
estudio de la Palabra de Dios? ¿Le gusta a usted orar?
2. Bueno, la segunda prohibición para los nazareos, era la de no
cortarse el cabello. Leamos el versículo 5:
"En todo el tiempo del voto de su nazareato no pasará navaja por
su cabeza: hasta que se cumplan los días de su consagración al
Señor, será santo, consagrado al Señor y se dejará crecer el
cabello."
Como vemos, debían mantener su cabello creciendo, en su estado
natural, mientras durase el tiempo de su consagración. Se
consideraba el cabello como el asiento de la vida así como, por
ejemplo, en al mundo de la naturaleza, la melena del león era
una señal de su propia fortaleza vital.
3. Y en tercero y último lugar, un nazareo no podía tocar un
cuerpo muerto. Leamos los versículos 6 al 8, de este capítulo 6
de Números:
"Durante todo el tiempo que se aparte para el Señor, no se
acercará a persona muerta. Ni aun por su padre ni por su madre,
ni por su hermano ni por su hermana, podrá contaminarse cuando
mueran, pues la consagración de su Dios lleva sobre su cabeza.
Todo el tiempo de su nazareato estará consagrado al Señor."
Leímos en el capítulo 5, que un leproso tenía que ser echado fuera
del campamento y así también, el que fuera contaminado al
acercarse a una persona muerta. Ahora, la verdad que esto nos
enseña, es que el mundo es el lugar donde reina la muerte. Se
puede decir que la muerte es la marca más profunda infligida
sobre este mundo. La muerte es el sello de identificación de una
tierra maldita por el pecado. Es el juicio que Dios pronunció. Fue
a causa del pecado que la muerte vino al mundo. Y para poder
tratar el problema de la muerte, amigo oyente, hay que tratar
primero la realidad del pecado, porque el pago que da el pecado
es la muerte.
El nazareo, pues, no debía acercarse a una persona muerta. Tenía
que vivir separado del mundo. Dios debía ser lo primero en su
vida. Recuerde que el Señor Jesús dijo en San Lucas 14:33: "Así,
pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee,
no puede ser mi discípulo." Hizo mención del padre, y de la
madre, y de la familia, en el versículo 26 del mismo capítulo. En
otras palabras, Cristo, siempre debe ser primero. El merece tener
la más alta prioridad en nuestras vidas.
Claro que no debemos perder de vista el carácter voluntario de
este voto. Dios no manda a nadie que haga el voto de nazareo.
Se trata aquí de que un creyente se presente ante El con sus
manos vacías, sin nada más que poder ofrecerle que la propia
vida, su devoción, su adoración, su amor, su tiempo y su servicio.
Pero si usted, amigo oyente, quiere hacer una promesa y
dedicarle su vida, tenga la certeza de que le costará el renunciar
a algo. Y estas son las preguntas que debiera responder:
¿Halla su alegría y satisfacción en el Señor?
¿Está dispuesto a sufrir deshonra por seguirle a El? ¿A asumir una
posición humilde por El?
¿Está dispuesto a poner a Jesucristo en el primer lugar, sobre
todo lo demás, en esta vida?
Si no está dispuesto a hacer esto, amigo oyente, sería mejor que
no se dedique a El. Porque si se dedica a Cristo, usted tiene que
seguirle fielmente. Ahora, si usted le sigue con fidelidad, Dios ha
prometido que le bendecirá en gran manera y su vida se
convertirá en una maravillosa experiencia.
El creyente, hoy en día, tiene a Jesucristo, quien le ofrece la
oportunidad para andar íntimamente con El. Es una opción
voluntaria. Es preciso que usted lo desee. Pero, este andar íntimo
con Jesucristo, está a su entera disposición. Y es necesario que
usted, amigo oyente, viva cerca del Señor para poder servirle.
Muchísimas personas, hombres y mujeres, han estado dispuestos
a hacer el sacrificio por El y por eso han disfrutado de una
comunión íntima con Cristo Jesús.
Pero la invitación de Jesucristo en la actualidad se extiende a
todas las personas, porque El es el único ser del universo que
tiene algo que ofrecer de efectos reales y duraderos. Todos los
que han aceptado y acepten Su invitación jamás quedarán
defraudados, y con ella, estimado oyente, finalizamos nuestro
programa de hoy, confiando que esta actitud de Jesús,
ofreciéndose para transformar la vida, encuentre en Ud., un
corazón sensible y una actitud receptiva. Estas son, pues, Sus
palabras, registradas en el Evangelio de Mateo 11:28 y 29: Venid
a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que
soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para
vuestras almas.

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