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Es cierto que el ser humano tiene una tendencia natural hacia la cooperación,

pero también es verdad que, en ocasiones, podemos llegar a ser muy crueles
los unos con los otros. La frecuencia con la que se producen las agresiones
verbales es un ejemplo de eso. A fin de cuentas, por mucho que para
sobrevivir debamos vivir en sociedad, eso no significa que debamos llevarnos
siempre bien, en todos los contextos.

En este artículo veremos cómo responder ante una agresión verbal, así como
estrategias de gestión de las emociones asociadas a este proceso.

 Artículo relacionado: "Los 11 tipos de violencia (y las distintas clases de


agresión)"

¿Cómo reaccionar ante las agresiones


verbales?
Aunque normalmente asociemos la violencia únicamente a los ataques
dirigidos contra los cuerpos o contra las propiedades de las personas, no hay
que olvidar que como seres sintientes que somos, las palabras y los símbolos
también nos pueden herir. Por eso, la agresión verbal es una realidad, y hay
que saber cómo posicionarse ante ella.

Por supuesto, una de las facetas del comportamiento responsable al respecto


pasa por no utilizar esta clase de ataques contra otros, pero la cosa no termina
ahí. ¿Cómo responder ante una agresión verbal cuando está dirigida hacia uno
mismo?

En una situación de abierta hostilidad en la que nos ataquen mediante


agresiones verbales, recuerda las siguientes pautas de actuación para saber no
ya cómo actuar, sino cómo actuar. A continuación veremos las pautas
principales a seguir, dando por supuesto que las agresiones verbales se dan en
un contexto en el que no existe riesgo de recibir daños físicos ni económicos,
en cuyo caso se estaría hablando de una forma mucho más grave de
dominación.

1. Ten claro el objetivo


Es necesario tener en mente desde el principio que aquello a lo que aspiramos
es, fundamentalmente, proteger nuestra dignidad y, en segundo término, evitar
que este clase de ataques se vuelvan a repetir. Eso significa que no buscamos ni
vengarnos, ni humillar al otro, metas que son incompatibles con las anteriores.

 Artículo relacionado: "Agresión verbal: claves para entender esta actitud


violenta"

2. Adopta una perspectiva distanciada


Ante situaciones comprometedoras como esta, es necesario adoptar una cierta
distancia crítica con respecto a lo que nos ocurre, para no dejarnos llevar.
Parte de la gestión exitosa de esos momentos en los que se nos ataca
verbalmente consiste simplemente en no perder los nervios y en saber
controlarse.

De hecho, en ocasiones el único propósito de estas agresiones se basa en el


efecto esperado de ponernos nerviosos, para que no podamos pensar
racionalmente, con lo cual se crea una asimetría en la dinámica de poder que
se establece en el diálogo. Si mantenemos la calma no solo evitamos esto, sino
que además demostramos nuestra fortaleza y seguridad en nosotros mismos, algo
que hace que ganemos poder tanto ante los ojos de la persona agresora como
ante los de los posibles observadores que no estén directamente involucrados
en lo que ocurre. No hay que dar señales de que la autoestima se ve
comprometida, ya que esto puede dar más motivos para seguir obrando igual.

3. Llamar la atención sobre la ofensa


No se puede actuar como si las agresiones verbales fuesen algo normal, así
que lo primero es señalar el hecho de que la otra persona ya parte desde una
situación de desventaja.

En estos casos es bueno no centrarse en cómo nos hace sentir el ataque, ya que
esto puede alentar a la otra persona. En vez de esto, es mejor hablar sobre estos
ataques como un recurso fácil al que solo recurren quienes son menos capaces
de defender sus posiciones de manera coherente y fundamentada. Todo el
mundo puede usar insultos o alusiones personales que lo único que aportan es
entorpecer el diálogo.

4. Deconstruir los ataques del otro


A veces nos olvidamos que las agresiones verbales se basan en acciones y en
afirmaciones totalmente cuestionables, y simplemente nos centramos en el
malestar que generan. Pero lo cierto es que mediante estos ataques, la persona
que emite estos mensajes agresivos se está exponiendo, y corre el riesgo de
que lo que hace se gire en su contra. Esto es lo que hay que aprovechar. A fin
de cuentas, en muchas ocasiones estos ataques son una manera de enmascarar
la pobreza de los argumentos utilizados.

Así, es bueno que, al menos en un principio, actuemos como si dentro de esas


agresiones verbales hubiese un contenido que merece la pena tomarse en
serio, de modo que no se muestre una actitud rígida y dogmática que sea
comparable a la de la otra persona. De este modo, podemos explicar,
brevemente, los motivos por los cuales los ataques recibidos son absurdos y
no tienen ningún fundamento.

Eso sí, es imprescindible que este paso se dé siempre después del anterior, que
consiste en llamar la atención sobre el contenido denigrante de los mensajes
del otro.

5. Mostrar poca paciencia


Es bueno dejar claro que nuestra actitud no es la misma que la del atacante,
pero tampoco hay que actuar como si la otra persona estuviese poniendo de su
parte para generar un diálogo provechoso. Es por eso que no hay que crear
elaboradas respuestas ante cada nuevo ataque por parte del otro.

Si se produce una agresión verbal por segunda vez, lo mejor es dejar de ver a
esta persona como un interlocutor válido, y dejar de prestar atención a lo que
tenga que decir, explicando brevemente nuestros motivos para hacer esto. Este
es un paso que hay que dar justo después de que se produzca la agresión
verbal, para enfatizar el hecho de que eso es inaceptable, y es ese, y no otro, el
motivo de que dejemos de hablar con esa persona.
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