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a. Introducción .................................................................................................................................... 2
b. Breve reseña a de la Terapia Cognitiva de los trastornos de personalidad .................................... 3
c. Descripción del enfoque ................................................................................................................. 5
Terapia cognitiva ................................................................................................................................. 6
El enfoque cognitivo-conductual de los trastornos de personalidad ................................................. 7
d. Base epistemológica de la Terapia Cognitiva de los trastornos de personalidad ......................... 10
e. Modos de intervención y principales técnicas o estrategias terapéuticas ................................... 13
Estrategias y Técnicas Cognitivas ...................................................................................................... 13
Técnicas Conductuales ...................................................................................................................... 15
f. Valoración grupal de la Terapia Cognitiva .................................................................................... 18
g. Bibliografía .................................................................................................................................... 20
ANEXOS ................................................................................................................................................. 21
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a. Introducción
El trabajo contiene cuatro temas principales. Comienza con una breve reseña historia
de la terapia cognitiva, continua con una descripción del enfoque cognitiva. Como siguiente,
tema se incluye las bases epistemológicas que sirve de sustento de la Terapia Cognitiva. Y,
como último, se incluye una valoración grupal de la terapia.
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b. Breve reseña a de la Terapia Cognitiva de los trastornos de personalidad
La Terapia Cognitiva es una terapia que tiene su base histórica, en la teoría del
condicionamiento iniciada por B.F. Skinner, quien realizo investigaciones sobre los reflejos
condicionados en fisiología y el conexionismo Norteamericano del siglo pasado. Por lo tanto
a través de esta nos adentramos al análisis de la terapia cognitivo conductual, la cual fue
planteada como una combinación de diferentes teorías, encontrando en ella dualidades dentro
de la postura teórica, sin embargo actualmente se considera una disciplina compartida
universalmente por los estudiosos y practicantes de la psicología como tal, ya que pone en
juego una serie de creencias, que dan una explicación relevante del objeto de estudio, y ayuda
con ello a dar solución a las problemáticas que enfrentan pacientes con desordenes de
personalidad.
Por lo tanto mediante la Terapia Cognitiva se podrán observar, percepciones y puntos de ver
su entorno, de manera que la conducta del Trastorno de Personalidad pueda mejorar.
Aportación a la Psicología
Para la terapia cognitiva, los esquemas son patrones de comportamiento que tienden a
producir sistemáticamente juicios tendenciosos y una tendencia asociada a cometer errores en
ciertos tipos de situaciones.
Es típico que este grupo de pacientes acuda a terapia no presentando como problema
el trastorno de la personalidad en sí, sino con quejas sobre depresión, ansiedad, problemas
relacionales o situaciones externas que constituyen estímulos potenciales para pedir ayuda.
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A menudo las personas con trastornos de la personalidad se ven como víctimas de los
otros o, más globalmente, «del sistema». No son conscientes de cómo han llegado a un
trastorno de la personalidad, no saben por qué funcionan como lo hacen y además
desconocen cómo modificarlo. Suelen pensar que son los otros los que deben cambiar, lo que
dificulta su propio cambio.
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c. Descripción del enfoque
El conocimiento es algo con lo que las personas viven y utilizan a cada momento,
pero esto no quiere decir que siempre sean conscientes de los propios procesos mentales. A
pesar de eso, lo cognoscitivo es fundamental para la formación de la personalidad. Por ende,
la perspectiva cognoscitiva es una de las principales en este campo. Otras situaciones, tales
como los análisis que las personas hacen para saber si sus juicios fueron certeros, muestran la
importancia de la cognición en la metodología científica y en la filosofía de la ciencia. Es un
hecho, nunca un ser humano pensará o imaginará nada que jamás haya concebido primero en
su mente, siempre manejará representaciones en su cerebro que le permitirán elaborar las
ideas.
De aquí se puede deducir que la cognición estará presente en cualquier campo en que
esté involucrada la curiosidad humana y con cada aspecto vital de su existencia, desde la
experiencia más banal hasta la más profunda y mística. Aunque la realidad no es exactamente
lo que está en los cerebros humanos, es con lo único con que cuenta.
De esa manera es que la persona representa el mundo que lo rodea, se concibe a sí
mismo, a los demás y lo que podría pasar en el futuro. Por medio de las ideas es que podemos
almacenar datos en nuestra cabeza, podemos crear muchas situaciones con ellos, escoger
algunas para analizarlos a fondo, desechar algunos por no considerarlos importantes e
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inclusive tergiversar muchos de ellos. En este último caso, podemos inferir que la grabadora
falló, ya que la mente adulteró todo lo que percibió. Si estas distorsiones cognitivas llegan a
formar un patrón coherente, se pueden considerar como un estilo cognitivo. Es conveniente
recordar que cada una las distintas personalidades procesan la realidad de forma diferente
(Millon y otros. (2006). Dicho todo lo anterior, no es raro, entonces, que los principales
representantes de la psicología cognitiva consideren que la cognición constituye un modelo
integrado de la personalidad.
Terapia cognitiva
Parecería que la psicología cognitiva es el camino natural para la teoría y la
investigación de los constructos cognitivos en los trastornos de personalidad. Esto no ha sido
así. Paradójicamente, la especulación teórica y la investigación son alimentadas en su
mayoría por la terapia cognitiva. Siempre se espera que una ciencia aplicada se base en algún
tipo de ciencia pura, tal como la ingeniería procede de la física. En cambio, la terapia
cognitiva, como el resto de las terapias, han evolucionado con total independencia de
cualquier base científica pura. Lo cual es habitual en la historia de las ciencias sociales
aplicadas.
De acuerdo con los terapeutas cognitivos la conducta se puede explicar comenzando
por el estudio de las estructuras mentales internas llamadas esquemas. Estos han sido
definidos de diferentes maneras, pero su significado está relacionado con las palabras
“esquema” y “esquemático”, que insinúan un método de respuesta general elaborado para
adaptarse a una situación determinada. Los esquemas trabajan como un filtro, por donde pasa
toda la información que el ser humano recibe a través de los diferentes canales perceptivos.
Están siempre a la orden a fin de crear un mundo interpretable. Accionan a todo nivel, desde
la sensación a los paradigmas, pasando por todos los planes de acción que el cerebro puede
recurrir para tratar de cambiar al mundo.
Los esquemas también son susceptibles de cambio, mediante nuevos aprendizajes,
pero la verdadera razón de su existencia es dar significado a los estímulos entrantes.
Trabajan automáticamente. Permiten interpretar cualquier acción con gran eficiencia. Si ya
se dispone de varios esquemas para codificar la conducta interpersonal, por ejemplo, ya no
necesita imaginar nuevas hipótesis para interactuar con cada nueva persona a la que conoce.
Como dice el dicho popular “no hay atajo sin trabajo”, el ahorro que permiten los
esquemas también tiene un costo. Como estos se sitúan entre las sensaciones y las
experiencias subjetivas, pueden introducir desviaciones de interpretación, que terminan
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contaminando a otros constructos y como resultado, puede darse una distorsión de la realidad.
Los esquemas funcionan similarmente a los paradigmas científicos, forman como una especie
de primacía conceptual que gobierna la construcción del mundo; la carga cognitiva es menor
pero disminuye el nacimiento de otros puntos de vista. Lamentablemente la tendencia es que
si lo que se recibe no cumple con las expectativas de los esquemas no puede ser percibida
para nada (Millon y otros. (2006).
Aaron Beck, y algunos de sus seguidores, han logrado desarrollar terapias cognitivas
muy efectivas para múltiples trastornos del eje I, pero su enfoque ha sido más que todo para
la depresión (Beck, (1976), citado por Millon. (2006). Teniendo en cuenta que la mayoría de
los trastornos mentales tienen que ver con síntomas cognitivos, estas terapias son sumamente
útiles para sus tratamientos. Ellos también se ocuparon de aplicar la perspectiva cognitiva a
los trastornos de la personalidad e hicieron una descripción los esquemas nucleares que
definían la experiencia y comportamiento de los que la padecían (Beck et al. (1995), citado
por Beck. (1995). Como con todas las creencias, los esquemas siempre están presentes y
listos para ordenar las sensaciones. Lo cual quiere decir que operan a nivel subliminal y
permiten que se generen los pensamientos automáticos, que a su vez influyen en las
emociones y la conducta.
Por otro lado, Beck et al. (Pretzer y Beck. 1996) se preocuparon por resaltar la
importancia de las distorsiones cognitivas. Estas se detallan como errores crónicos y
sistemáticos de razonamiento que suscitan una interpretación errónea de la realidad objetiva.
La terapia cognitiva de Beck y Freeman (1990) está basada en la evolución y
relaciona los trastornos de la personalidad con ciertas estrategias evolutivas primitivas, que
en su forma más suave ayudan a la adaptación, pero que en las patologías de la personalidad
están exageradas.
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estructura sintomática (problemas manifiestos) y en el de los esquemas subyacentes
(estructuras inferidas). La mayoría de los análisis de la practica terapéutica detallan que los
pacientes comúnmente presentan problemas básicos “nucleares” –problemas centrales tanto
para los estados disfuncionales (por ejemplo, tener un concepto negativo de sí mismo) como
para la conducta problemática (por ejemplo, tener una conducta dependiente) (Frank, 1973)-.
Dentro de la terapia cognitiva se postula la existencia de importantes estructuras cognitivas
organizadas jerárquicamente en categorías. Muchas de las dificultades de un paciente pueden
concentrarse en una sola clase y ser influenciados por los cambios de un único esquema o de
varios. Lo cual es congruente con las más importantes teorías contemporáneas sobre la
estructura cognitiva y el desarrollo cognitivo, que ponen la mayor relevancia en la función de
los esquemas como determinantes de la conducta guiada por reglas (Neisser, 1976; Piaget,
1970,1974, 1976, 1978; Schank y Abelson, 1977, citados por Beck. (1995)). A través de los
esquemas el cerebro genera una serie de instrucciones que guían el centro, la dirección y las
cualidades de la vida cotidiana, así como las contingencias que se salen de lo común. Al
comparar la terapia cognitiva con la psicoanalista, los teóricos de la primera, concluyen que
comparten la idea de que en el tratamiento de los trastorno de la personalidad lo ideal es
identificar y modificar problemas “nucleares”. Ambas difieren en la visión que tienen del
origen de dicha estructura nuclear, para la psicoanalítica, estas son inconscientes y no es tan
fácil acceder a ellas. Para la terapia cognitiva, la problemática que el paciente está viviendo
en gran medida puede ser consciente y, si el terapeuta está bien entrenado, más procesos
pueden resultar accesibles a la conciencia. Para esta teoría, los sentimientos y las conductas
patológicas se deben en gran medida a cómo funcionan los esquemas que tienen la tendencia
a producir sistemáticamente juicios con sesgos y una predisposición continuada a cometer
fallos en cierto tipo de situaciones. Para la terapia cognitiva la fuente principal del afecto y
conductas patológicas está en la distorsión atributiva, y no en la distorsión motivacional o de
respuesta (Hollon, Kendall y Lumry, 1986; Mathews y MacLeod, 1986; MacLeod, Mathews
y Tata, 1986; Zwemer y Deffenbacher, 1984. Citados por Beck. (1995). Existen muchas
investigaciones que permiten concluir que las pautas cognitivas clínicamente oportunas
tienen relación con la psicopatología del niño, en correspondencia con los modelos afectivos
y cognitivos de relación que se encuentran entre los adultos (Beardslee, Bemporad, Keller y
Klerman, 1983; Leitenberg, Yost y Carroll-Wilson, 1986; Quay, Routh y Shapiro, 1987;
Ward, Friedlander y Silverman, 1987, citados por Beck. (1995)), y que una terapia cognitiva
eficaz puede seguir una atención semejante en niños y adultos (DiGiuseppe, 1983,
1986,1989).
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Debido a que los problemas de los pacientes con trastornos de personalidad tienen un
carácter prolongado, principalmente porque evitan la psicoterapia, generalmente si logran
llegar es porque van presionados por las personas que los rodean o porque las leyes se los
exigen, unido a su resistencia al cambio por su dificultad para cambiar, estos pacientes son
los más difíciles entre los casos clínicos. Tienden a dar más trabajo en cada sesión, más
tiempo de terapia, ponen a prueba la paciencia y la energía del terapeuta para su atención. Por
eso es que cuesta avanzar con la mayoría de ellos. Generalmente acuden a la consulta por los
síntomas más evidentes tales como una depresión o ansiedad codificadas en el eje I del DSM-
III-R.
Como en todas las terapias relacionadas con los trastornos de personalidad, en la
terapia cognitiva se tienen que modificar: la duración del tratamiento, frecuencia de las
sesiones, las metas y expectativas del terapeuta y del paciente, y las técnicas y estrategias
necesarias para intervenirlos. Pese a estos inconvenientes con los trastornos de personalidad,
es sorprendente como responden los pacientes a la terapia cognitiva. A menudo ellos son
testigos de primera mano de los desórdenes con los que se enfrentan a diario en el trato con
otras personas. Frecuentemente se autodescriben como víctimas de los demás, en general, del
“sistema”. Lo curioso de estos pacientes es que no se dan cuenta de cómo llegaron a ser de
esa manera, de que ellos son los causantes de sus propios problemas, ni tienen idea de cómo
poder cambiar. Generalmente, son las personas más cercanas las que se dan cuenta de sus
problemas y los presionan para que busquen ayuda profesional. Otros son las autoridades del
sistema judicial los que los obligan a asistir, de lo contrario tendrían que ir a la cárcel (Henn,
Herjanic y VanderPearl, 1976; Moore, Zusman y Root, 1984, citados por Beck. (1995)).
El objetivo principal de la terapia es cambiar los esquemas de los pacientes, pero esto
es muy difícil de lograr. Están sumamente arraigados en su psique por elementos
conductuales, cognitivos y afectivos. Por lo tanto, la terapia debe adoptar un enfoque
tripartito. Solamente atendiendo el enfoque cognitivo que intente discutir con los pacientes
sus distorsiones, no dará resultado. Poner a los pacientes a elaborar abreaciones en las
sesiones con sus fantasías o recuerdos tampoco funcionará. Es necesario que el plan de
tratamiento contemple las tres áreas.
El surgimiento de un trastorno de la personalidad no significa automáticamente que el
paciente tenga o no esquemas desviados. Se pueden realizar predicciones sistemáticamente
distorsionadas a partir de esquemas erróneos, y sin embargo vivir de un modo congruente,
porque se restringe la asunción de riesgos y no se ensayan esquemas alternativos más exactos
(Jones, 1977, citado por Beck (1995).
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d. Base epistemológica de la Terapia Cognitiva de los trastornos de personalidad
Esto es parte de la ciencia porque a través del tiempo se ha estructurarlo como terapia
“la revolución cognitiva dio lugar a lo que se le conoce como la ciencia cognitiva; es decir
una disciplina integrativa que abarca aspectos distintos que van desde la psicología cognitiva,
hasta la inteligencia artificial, la neuroanatomía, la filosofía del conocimiento, la lingüística y
la antropología”. G. Korman (2013).
El psicoanálisis ha sido punto clave para poder utilizarlo desde varios aspectos, si lo
orientamos a la terapia cognitiva nos damos cuenta de esos elementos históricos personales
que son un pilar dentro de la construcción de la personalidad, retomando desde la cognición
muchos psicoanalistas utilizaron procesos de tratamiento direccionados por Aaron Beck
donde los aportes significativos que resultaban en un buen tratamiento daba datos curiosos a
estudiar porque los procesos de información cognitiva de un paciente se manifestaban en
tratamientos psicodinámicos “su formación inicial (terapia cognitiva) se vincula con un
psicoanálisis más pragmático y orientado a la resolución de problemas” porque los ejercicios
en terapia van a la búsqueda de cómo se construye el aparato psíquico de elementos
cognitivos propiamente dichos que no podría desligarse, siendo excelentes elementos para un
tratamientos terapéutico “Beck participó en seminarios y se ve expuesto en una gran cantidad
de enfoques respecto a la práctica psicoterapéutica; el psicoanálisis tradicional, la psicología
del yo, la higiene mental (de Adolfo Mayer), la terapia de grupo, teorías de la cognición e
investigación experimental”, pudiendo decir que para desarrollar la terapia cognitiva es de
importancia conocer otros enfoques para poder adherirla según el momento apropiado que se
dé dentro del desarrollo de las sesiones y en este caso será orientada desde la terapia
cognitiva porque los otros modelos solo son referentes y éste caso los ejercicios retoman la
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amplitud de acciones terapéuticas que estimulan los procesos cognitivos que según el
psicólogo y pedagogo Estadounidense B. Bloom para que exista un aprendizaje se activaría
“la memoria, comprensión, aplicación análisis y evaluación”. G. Korman (2013).
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tener ese respaldo de investigación que desde una visión terapéutica de sabrá cómo intervenir.
M. Ruiz, M. Díaz y A. Villalobos. (2012). Pág. 378
Hasta hoy Aaron Temkin Beck ha sido referencia de investigación y los aportes que
se han dado, que han aportado a los procesos terapéuticos “fue el primer psiquiatra
estadounidense creador de la terapia cognitiva”, “Fue profesor emérito del depto. De
psiquiatría de la Universidad de Pennsylvania”, ha sido referente para entender lo procesos
hacia el abordaje de casos, siendo una guía para diversas investigaciones, logrando mayor
explicación de resultados encontrados en procesos terapéuticos, según datos existe “un centro
llamado Beck Institute for Cogtitive Therapy and Research desde 1994 actualmente lo dirige
su hija Judith Beck. Nos damos cuenta que hay recursos para seguir investigando. M. Ruiz,
M. Díaz y A. Villalobos. (2012) Pág. 364.
Según la American Psychological Association (APA) Beck “ha sido considerado uno
de los psicoterapeutas más influyentes de todos los tiempos”, ha sido de mucha ayuda estos
cuestionarios que han sido utilizados en referencia y apoyo en diversas investigaciones
científicas entre estos instrumentos está: Beck Depression Inventory (BDI), Beck
Hopelessness Scale y Beck Anxiety Inventory (BAI). M. Ruiz, M. Díaz y A. Villalobos.
(2012) Pág. 364.
Como datos de seguir entendiendo los trastornos de personalidad “En 1981 se publicó
la primera edición inglesa de la obra Trastornos de personalidad”. “el DSM III, obtuvo una
aceptación inmediata entre los profesionales de la salud mental” “después apareció los
trastornos de personalidad como eje independiente del DSM IV” siendo de guía en la
comprensión de términos referentes a la psicopatología, hasta hoy seguimos revisando como
lo expresa el CIE 10 y el DSM 5 como una manera de hablar ese lenguaje de términos de
comprensión de la conducta humana teniendo claro como referentes de la salud mental que
no son enfermedades sino trastornos. T. Millon y R. Davis. 2006.
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de como las emociones expresan desde lo cerebral; desde las investigaciones en la segunda
guerra mundial cuando descubrimos por ejemplo la articulación área de Wernicke y área de
Broca al referirnos a la pronunciación de palabras si ejemplificamos el tema del lenguaje;
después de entender desde los fisiológico nos podemos hacer una pregunta en cómo a través
del comportamiento se manifiestan las alteraciones de conducta si vemos los trastornos de
personalidad y como terapeutas buscamos pautas para un tratamiento, en el caso del
funcionamiento cerebral de un paciente con trastornos de la personalidad límite donde es un
buen referente para entender a los pacientes con trastornos de personalidad en este caso
encontrando “la desregulación del afecto y el descontrol de los impulsos, se relacionan una
alteración de transmisión colinérgica, noradrenérgica y serotoninergica; por su parte, las
alteraciones perceptuales y estados psicóticos transitorios se correlacionaría como una
alteración en la transmisión dopaminergica” hasta hoy estos datos neurocientíficos has sido
puntuales y han ayudado en como intervenir ante este modelo cognitivo entendiendo esos
activadores de la atención donde ciertas actividades o acciones estimularían aprendizajes;
estas funciones cognitivas involucra a los mecanismos de neuroplasticidad y que cuando hay
problemas como parte del trastorno se manifiesta “alteración en la transmisión de glutamato
del receptor tipo NMDA (N-metil-D-aspartato, recpetor involucrado con los mecanismos de
neuroplasticidad relacionada con la experiencia), éste jugaría un rol central en modular la
actividad en diversas áreas del sistema límbico (hipocampo, amígdala, corteza cingulada
anterior) y corteza prefrontal pudiendo presentar alteraciones cognitivas (déficit de memoria,
atención, cognición social), perceptuales”. S. Guendelman. L. Garay, V. Miño. 2014. Pág.
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Sondeos cognitivos
Tiene como objetivo que el paciente, junto con la ayuda del terapeuta, identifique las
situaciones que padece y que le generan malestar, pero centrándose en las bases cognitivas de
las mismas. Este sondeo puede realizarse mediante la técnica de la flecha hacia abajo (Beck
et al, 1985) que consiste en explorar los significados de los pensamientos más superficiales
hasta llegar a las más profundas (i.e., esquemas nucleares) para tratar de modificarlas
mediante un razonamiento realista y lógico.
Abordar los esquemas
Su objetivo es que el paciente, con la ayuda del terapeuta pueda identificar las reglas
que rigen sus conductas disfuncionales para después trabajar en su modificación de manera
tal que permita establecer un funcionamiento más adaptativo (Beck et al, 1985). Al trabajar
con los esquemas del paciente el terapeuta puede tener varias opciones de trabajo:
1. Reestructuración esquemática
Consiste en atenuar los esquemas disfuncionales para poder desarrollar otros que sean
más adaptativos. Esto puede lograrse mediante la técnica de los “diarios de esquema”, que
tiene como objetivo establecer nuevos esquemas funcionales y poder mantenerlos a través del
procesamiento de nuevas situaciones y reformulaciones de situaciones anteriores. El paciente
podría, por ejemplo, dividir en secciones (i.e., trabajo, vida social, en soledad, etc.) y registrar
diariamente en cada una ejemplos de aptitud. Esto lo ayuda a contrarrestar su creencia
absoluta en los esquemas negativos en momentos de estrés. Otra forma de aplicar esta técnica
consiste en que el paciente prevea qué puede ocurrir en una determinada situación si actuara
en base a sus esquemas negativos, para después escribir lo que sucedió realmente y hacer una
comparación. Una tercera forma de aplicar esta técnica consiste en que el paciente, una vez
que empieza a creer en sus esquemas más adaptativos, evalúe las situaciones de la semana en
bases a sus esquemas viejos y los nuevos para ver las diferencias y beneficios que encuentra
en estos últimos.
2. Modificación esquemática
Hace referencia a lograr cambios, más atenuados que en el caso de la reestructuración, en la
manera básica de responder al mundo
Toma de decisiones
Cuando los pacientes con trastorno de la personalidad tienen problemas en la toma de
decisiones, el terapeuta debe entrar en la vida del paciente y actuar de manera colaborativa
para que este pueda ir aprendiendo a tomar ciertas decisiones importantes que ayuden a
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modificar los estilos de personalidad. Una técnica consistiría en que el paciente y el terapeuta
definan el problema, a partir del cual establecerán posibles metas y luego realizar una reunión
creativa para generar distintas alternativas y proceder a la elección de la más adecuada
(D’Zurilla & Goldfried, 1971).
Otra técnica podría ser elaborar una lista de ventajas y desventajas de cada alternativa y
asignarle un valor numérico relativo para después elegir el que más adecuado resulte al
paciente.
Técnicas Conductuales
Estas técnicas apuntan a tres metas comunes.
1) En primer lugar, a veces el terapeuta necesita trabajar directamente para modificar las
conductas autodestructivas.
2) Segundo, si el paciente posee una capacidad deficiente, la terapia debe incluir un
componente de construcción de la capacidad.
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3) Finalmente, se pueden plantear al paciente distintas tareas para que realice en su casa
a fi n de que practique y siga poniendo a prueba sus cogniciones disfuncionales.
Empleo de la dramatización
La dramatización puede utilizarse para desarrollar aptitudes y superar inhibiciones,
como en el "entrenamiento asertivo". Cuando el tema tiene carga emocional, por lo general se
suscitan cogniciones disfuncionales. Estas son susceptibles de "elaboración", lo mismo que
cualquier otro pensamiento automático. Invirtiendo los roles, el terapeuta "modela" la
conducta adecuada, y también visualiza con más facilidad la perspectiva de la otra persona.
Esa inversión de roles es un componente crucial del entrenamiento en empatía.
Plan de tratamiento
Si bien lo anteriormente expuesto hace referencia a distintas cuestiones inherentes a
los trastornos de personalidad, no debe pasarse por alto que cada trastorno se caracteriza por
una constelación propia de creencias, actitudes, afectos y estrategias o conductas específicas.
Por ello, Beck y sus colaboradores consideran que es posible dar un perfil distintivo de cada
uno de los trastornos sobre la base de sus rasgos típicos cognitivos, afectivos y conductuales.
Resulta de gran importancia tener en cuenta la tipología formulada por los autores sobre cada
trastorno y, a su vez, realizar una adecuada conceptualización de cada caso en particular,
identificando los componentes que hacen al perfil cognitivo.
Finalmente, es importante destacar que, más allá de las diferencias que existan entre
los distintos abordajes de cada trastorno, siempre existirá como objetivo común y primordial,
la construcción de una relación terapéutica basada en la cooperación. Para ello, será necesario
lograr un alto grado de acuerdo entre las expectativas del paciente y las del terapeuta acerca
de las metas y objetivos terapéuticos, así como enfocar las estrategias de modo tripartito,
atendiendo las áreas cognitiva, conductual y afectiva
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f. Valoración grupal de la Terapia Cognitiva
Interesante como lo autores pudieron deducir los principios que dirigen el accionar de
las personas en el mundo real. No es que el cerebro trabaja a lo loco, como decimos
vulgarmente, sino que está diseñado para ahorrar esfuerzo al ser humano. Como es lógico, en
la vida nada es perfecto, a veces se ahorra en algunas cosas, pero se pierde en otras. En este
caso el ser humano aprende a responder automáticamente a través de patrones preestablecido,
construidos a lo largo de la vida.
Pero luego se vuelve tan habitual que pierde su creatividad. Lo complicado es cuando
en el camino se comienza a hacer malas interpretaciones y esos patrones de vuelven en
contra. Es decir, se vuelven patológicos.
Por supuesto que no solo lo cognitivo es importante para la mente humana existe
muchas cosas más. Lo grandioso de este método es que si logramos convencer al paciente de
cuál es el mecanismo para cambiar eso alterara todo lo demás en su estructura cognoscitiva.
Otra cuestión que queda muy clara es que los pacientes que padecen trastornos de la
personalidad son de los casos más difíciles en psicoterapia. Creemos que es algo que para los
que estamos cursando al maestría ha sido un gran aprendizaje. Antes solamente pensábamos
en las patologías del eje I del DSM, y sabíamos por intuición que existen abundantes maneras
para solucionarlas, pero no éramos tan conscientes que existían patologías tan complicadas.
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Como grupo también consideramos la necesidad de crear protocolos más específicos
con relación al tratamiento de trastornos de personalidad, existen muchas técnicas y
estrategias de intervención como autores en la actualidad, sin embargo tanto la eficacia como
una protocolización adecuada deja la tarea muy alta para los trabajadores de la salud mental
para los trastornos de personalidad. Somos conscientes también de la dificultad de trabajar
con esta población y de los retos que están por delante para una intervención efectiva y
eficaz.
Hasta el día de hoy, unos de los referentes del seguimiento terapéutico es la teoría
cognitiva de Aaron Beck, siendo un planteamiento construido de elementos claves de otros
modelos como el psicodinámicos que aborda procesos de estructuras del aparato psíquico y
por ende guarda memorias que en su construcción reflejan comportamientos que en terapia
se solucionan problemas a través del enfoque cognitivo, en la administración se da ampliar
conceptos de comportamiento donde el cerebro ordena ideas y así las conductas que se
consideraban inapropiadas disminuyen generando una buena relación entre madurez
emocional y el intelecto.
Como terapeutas seguimos recreando conocimientos de los elementos encontrados hasta hoy
que serán esos enlaces de investigación que perduraran como en seguir descubriendo al ser
humano, entendiéndolo desde una referencia psicopatológica.
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g. Bibliografía
Beck, A. T. (1976). Cognitive therapy and the emotional disorders. New York:
International
Beck, A.T., Rush, A.J., Shaw, B.F. & Emery, G. (1979). Terapia cognitiva de la
depresión. Bilbao: Desclée de Brouwer
Beck, A.T., Emery, G. y Greenberg, R.L. (1985). Ansiedad Trastornos y fobias. Una
perspectiva cognitiva.Nueva York: Libros básicos.
Beck, A.T., Freeman, A., Davis, D.D. y otros (2005). Terapia cognitiva de los
trastornos de personalidad. Buenos Aires: Paidós Ibérica
Caballo Vicente E. (2008) “Manual de Técnicas de Terapia y modificación de
conducta
20
M. Pérez. 2006. La terapia de conducta de tercera generación. EduPsykhé. Revista
de psicología y psicopedagogía. Volumen 5. Nº2, 159-172.
ANEXOS
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