Por Nelson Fredy Pérez Galeano Promotor de Lectura de Comfenalco Antioquia Gracias a Comfamiliar del Atlántico por invitarme a participar de este Foro, a la señora Karen Budez Vergara por pensar que tengo algo que compartir aquí y a ustedes por querer escuchar unas experiencias como parte formativa para sus quehaceres cotidianos. Les cuento que el mejor regalo que me dio mi mamá, fue el carné de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín; en 1974 me llevó, presentó los documentos que le exigían, dos fotos, firmó como acudiente y me dieron el carné 3523 que aún poseo. Ni ella, y menos yo, podíamos imaginar que esa acción sencilla, era la puerta de entrada para recorrer un camino maravilloso que se llama La promoción de la lectura. Comencé a visitar la Sala Pedrito Botero de la Piloto y a leer a Tintín, cuando terminé con toda la colección de Hergé, pase a los pocos libros infantiles que había, pues en esa época, no había muchas editoriales interesadas en publicar libros para niños. Luego salí de la Pedrito Botero y pase a encontrar a Emilio Salgari y su Príncipe de la Malasia, a Ruyard Kipling y su Moogli, a Horacio Quiroga y su Anaconda, a Jorge Icaza con su Huasipungo, Luego llegaron Fernando Soto Aparicio y su Rebelión de las ratas, Manuel Mejía Vallejo y su Aire de tango y el Día señalado; comencé a leer libros que hablaban del abuso del hombre sobre el hombre y me fui a leer La madre de Máximo Gorki y ya no paré, leía a don Tomás Carrasquilla y muchos autores que después supe que les decían costumbristas, pero aparte de saber que uno era caratejo, que había bobos avispados, mujeres encerradas por locuras no tratadas, nunca vi, ni intuí que había personas con capacidades diferentes y menos que fueran personas con discapacidad, porque ese concepto no hacía parte de mi entorno. Me convertí en lector, luego en el bachillerato leía obras de teatro, escuchaba la Cantata de Santa María de Iquique, A tío Alberto, A Tío Caimán, veía las obras de Dalí, de Picasso, Matisse, de Magrite, de Toulouse Lautrec, llegué al cine y conocí a Orson Wells y a Serguei Eisenstein y sin darme cuenta de nuevo, me fui convirtiendo en un lector del mundo y comencé a soñar que las dictaduras eran horribles para el ser humano y que a esos dictadores había que eliminarlos y llegó el momento de escribir obras de teatro para representarlas con los compañeros del colegio y todas hablaban de enfrentar el abuso del poder, y yendo a cine todos los días me di cuenta quería ser director de cine y para serlo comprendí que tenía que comenzar estudiando lo que creí era lo más elemental, Teatro, y qué maravilla, el teatro era el máximo de todos los artes y me quise quedar ahí, dejé de soñar en ser director de cine y soñé que quería ser director de teatro y había leído en La escuela de magia de Michael Ende que para hacer realidad un sueño, un deseo, había que ser consciente de lo que realmente se quiere y que eso que se quiere tiene que pertenecer a nuestra propia historia. Como estudiante fui al Festival de teatro de Manizales y después de aplaudir durante 7 minutos al grupo Rajatabla de Venezuela por su maravillosa Celestina, deseé pararme en el teatro Fundadores y que el público me aplaudiera durante un rato largo como lo hice yo con los actores del país vecino y amigo. Allá actué e igual me aplaudieron, deseé pararme en los mejores teatros del país incluyendo el Amira de la Rosa y en todos actué y entonces creí que ya estaba mi camino definido, y de pronto, se abrió otra puerta y me invitaron a entrar y escuché una voz que me decía que caminara, que me dejara llevar y pasé a ser docente universitario y me quise quedar ahí, pero se abrió otra puerta y la voz me dijo que por qué no estudiaba historia y no me opuse y estudie historia y se abrió otra puerta y la voz me dijo que sería rico ser profesor de historia para intentar mostrar la historia como realmente es y pasé la puerta y llegó el momento en que el ego me hizo creer que era excelente en lo que hacía y que si estaba en un trabajo y no aceptaban mis opiniones, era un problema para ellos y que si renunciaba, para quienes trabajaba perderían a un gran docente. Pero otra vez, el camino se presentaba ante mi lleno de preguntas y de la necesidad que me preguntara que era lo que deseaba y comencé a narrar cuentos y me sentí complacido y el ego bajó y fusioné teatro, narración oral e historia y de todo esto surgió el Guardián de la Palabras y en la primera Fiesta del Libro en el año 2007, me vieron de Comfenalco y me propusieron trabajar en la Caja de Compensación como Promotor de lectura, iba a ser padre y cambié mis sueños por un trabajo estable. El regalo de mi madre ya tenía un sentido, el carné de la Piloto, me había llevado hasta allí, pero venía la parte de mayor confrontación, me invitaron a trabajar con personas con discapacidad, a mí que nunca las había contemplado, que no las había visto por más cerca que estuvieran; se abrió una nueva puerta y hubo miedo, pero lo enfrenté. Mi esposa había estudiado lengua de señas y me compartía lo que aprendía en cada clase y yo no le prestaba mayor cuidado, ella me hablaba con mucho amor de las personas sordas, pero yo creía que eso no era conmigo, ahora estaba en un camino que igual que los otros había que recorrer, pero no había sido mi deseo, ni mi sueño y comencé a caminar, apareció la señora Mirian Ramírez, fundadora de la escuela de Educación Especial de la Universidad de Antioquia y me dijo que cuando uno conoce la discapacidad, ya no se puede alejar, esas palabras comenzaron a marcar el ritmo de mi caminar y me pregunté, qué debo hacer desde la promoción y la animación de la lectura con personas con discapacidad, no me costó trabajo encontrar la respuesta, exactamente lo mismo que hacía con las demás personas, porque nos hemos vuelto tan mezquinos que nos tocó comenzar a hablar de discapacidad. Todo el camino recorrido, los libros leídos, las películas vistas, las pinturas observadas, las obras de teatro representadas, las historias de las diferentes culturas aprendidas en la universidad, todo eso fue la preparación para llegar a las personas con discapacidad. Aprendí nuevos lenguajes, mengüé la velocidad con la que me desplazaba, me di cuenta que tenía manos para sentir, oídos para ver, ojos para escuchar, conocí personas a los que sus vidas se les presentaron cambios y decidí que esto era lo que deseaba y descubrí que era por ellos que tenía que luchar, una lucha por sus derechos, una lucha para dejar de ser mezquinos, una lucha por entenderlos y para hacerme entender y entonces comprendí que ser promotor de lectura era fantástico y serlo de personas con discapacidad no era diferente de serlo de otras personas que consideramos regulares o completas. Aprendí a escucharlos con detenimiento para poder ofrecerles textos que respondieran a sus necesidades, a hacer mapas que pudieran ser leídos por todos de manera fácil, apliqué el principio de Constantín Stanislavski que dice, has que lo difícil se vuelva cotidiano, lo cotidiano, fácil y lo fácil, bello. Alcanzar lo bello es hacerlo con amor y ahora miro por mi retrovisor y me doy cuenta que todo ha sido un camino lógicamente planeado, que nada sobró ni fue demás y propuse acciones que sean convertido en proyectos de ciudad de caja de compensación de vidas que no eran valoradas y que poco a poco también encontraron su razón de ser en los espacios que habitan. Estoy feliz, agradecido y honrado por ser promotor de lectura para personas ciegas, sordas, sordo ciegas, con parálisis cerebral, Síndrome de Down, espina bífida, Asperger y un número de situaciones que no conocía y que estoy conociendo, Propuse Teatro en la Oscuridad, El día de la discapacidad en la Fiesta del libro, clubes de lectura integrando todas las discapacidades y a los cuidadores. Descubrí que el camino se construye con una familia que no es de sangre, si no de respeto y amor mutuo y aquí estoy caminando.
2009 Fideicomiso para La Regularización de Los Activos de Distribución y Derechos de Vía de La Red de Gas Natural de La Zona Geográfica Del Distrito Federal