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INTERCULTURALIDAD

Quiero que nos cuestionemos cómo se dan en un escenario de multiculturalidad los conflictos1 y
cuál es el papel del sujeto en ellos. Al sujeto lo veremos en su doble faceta como ser capaz
siempre de un punto de vista único, propio, diferente; y como portador de un sistema de valores y
hábitos a veces en tensión con un sistema normativo. Esta doble faceta que se puede
experimentar en uno mismo, se exterioriza en la tensión entre el yo y el grupo, la cual
expresaremos más apropiadamente como la tensión entre el sujeto y la comunidad-sociedad.
Entonces el conflicto que daré a pensar es el conflicto ético, que es el de un individuo que tiende a
ser normalizado por un sistema que da un valor a sus acciones y las direcciona convirtiéndolas en
conductas apropiadas al grupo del que forma parte, pero al mismo tiempo le ofrece las
herramientas para pensarse y producir algo nuevo. Es esta nueva producción la que puede ser
constitutiva de una nueva subjetividad que es vista como extraña por el resto de la comunidad-
sociedad, como una singularidad subjetiva (la aparición de la alteridad)

Para pensar el sujeto en un contexto multicultural es interesante abordar el conflicto ético desde
el punto de vista de que te sitúa como otro frente a la norma, y así luego abordar el
multiculturalismo como realidad da cuenta de la variedad de contextos multiculturales que
atraviesan al sujeto. En la reducida escala de la comunidad familiar, todos tenemos la experiencia
de este conflicto, que es vivida con fuerza en la adolescencia. Es muy frecuente que los
adolescentes cuestionen las normas morales, las tradiciones, incluso las leyes, pues forma parte
del choque generacional. Reconocer lo novedoso que hay en los jóvenes, su contacto con otros
sistemas normativos culturales, y el conflicto que genera en su entorno de la comunidad familiar
es un primer paso. El segundo paso es nombrar esta experiencia como conflicto ético, pues hace
posible nombrarlo y reconocerlo en los demás. Darle un nombre y reconocerlo, es fundamental,
porque de no hacerlo sería posible incluso haberlo vivido y sentido pero ser incapaz de reconocer
que se trata de la misma experiencia cuando se ve en el otro. Es el conflicto estructural del sujeto
frente al orden normativo de la comunidad de la que forma parte.

Para entenderlo así es necesario introducir algunos conceptos como herramientas de análisis y
algunas situaciones que deben ser analizadas.

Las situaciones deben venir por un lado de las experiencias que estén viviendo los miembros el
grupo con el que trabajemos o de las que se puedan generar con ellos a través de dinámicas, y por
otro lado de casos más o menos alejados del tipo de experiencias a las que el grupo está
acostumbrado.

El marco conceptual que ordena los conceptos que vamos a introducir para analizar el conflicto
entre el yo y el grupo, es la dialéctica entre la conducta normalizada y la acción novedosa (y a
veces disruptiva). Esta dialéctica la expresa Hannah Arendt muy bien en su libro “La condición
humana”. Realmente todo está ahí: esfera pública / esfera privada, acción / actuación, discurso,
normalización. En el esquema de Arendt nos interesa además introducir otras distinciones que ya
anticipamos.

1
Conflicto como lo usa Galtung, en un sentido positivo
De un lado vinculamos la esfera privada con la ética, con el momento en el que el sujeto se ocupa
de sí mismo. Y resaltamos la importancia que da Arendt al papel de este espacio para que exista la
posibilidad de que el sujeto produzca algo novedoso. Asociamos ética como hace Foucault con el
individuo, lo ubicamos en el momento privado de la dialéctica, y reconocemos con Sartre la
experiencia de la angustia que se da cuando uno vive dentro de sí mismo una negación del orden
de la comunidad-sociedad que conforma las circunstancias que le definen. Ponemos varios
ejemplos principalmente el de la cuestión de la experiencia de la sexualidad cuando no coincide
con la norma de género impuesta por la comunidad o la cultura de la que se forma parte (aunque
este ejemplo suele ponerlo el grupo mismo sin necesidad de introducirlo).

De otro lado vinculamos la esfera pública con la comunidad-sociedad, y ahí diferenciamos los
órdenes que establecen normas para nuestros cuerpos, nuestras conductas, o nuestros juicios. Así
relacionamos la esfera pública con el orden normativo de las costumbres, el legal y el moral.

Distinguir estos órdenes normativos nos permite a su vez un paso más que es clave para poder
tomar posición entre un enfoque intercultural o un enfoque multicultural: diferenciar la
comunidad de la sociedad.

La comunidad vendría regida por un sistema de valores morales y de prácticas del orden de
costumbres y tradiciones; ambos sistemas son normativos. La sociedad la distinguiremos por su
carácter legal e institucional2. Identificar a la comunidad como distinto de la sociedad, nos permite
comprender la situación multicultural como el encuentro entre diferentes comunidades que
conviven en una sociedad. De un lado sociedad tiene por objeto la regulación de los
comportamientos a través de sus instituciones y sistemas normativos tomados a nivel individual,
del otro lado la comunidad vincula los miembros de un grupo a través de un orden normativo
moral y de costumbres.3

Este esquema es dinámico. El sujeto al escapar de la normalización entra en la angustia del


momento ético, ya sea de una forma racional al cuestionarse las normas, o a través de un
sentimiento moral interno. Así el sujeto mismo puede superar su crisis volviendo a la comunidad y
asumiendo las normas como algo propio, o puede trasladar su propia crisis a la esfera pública en
forma de acción o de discurso. Puede así generar un cambio en su comunidad-sociedad, o incluso
alejarse y generar su propia comunidad dentro de la sociedad.

Es un esquema que muestra cómo en una sociedad conviven diferentes comunidades culturales
que son las que permiten al sujeto constituirse como tal. Permite por lo tanto entender al sujeto
como miembro de una comunidad. Permite entender cómo un conflicto entre individuos puede
ser la expresión un conflicto de valores entre dos comunidades. Permite además entender que la
relación del estado con la sociedad y las comunidades e individuos que la conforman, el cual
puede optar por un enfoque multicultural o uno intercultural.

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2
George Mead
3
Es a través del proceso de institucionalización de la sociedad que podemos hablar del estado, mientras que
el proceso de abstracción de la comunidad (con sus mitos, sus tradiciones y moralidad propia) la que
permite hablar de nación o pueblo.
¿Cómo podemos saber que hemos actuado de manera justa cuando accionamos a partir de esta
situación? Para evitar responder desde una concepción particular de la justicia desarrollaremos el
problema de los distintos sentidos del término justicia. Esto nos mostrará que un conflicto, ya sea
conflicto social entre diferentes comunidades que conviven en la sociedad o un conflicto al interior
de una comunidad, puede adoptar perspectivas diferentes de lo que sería una solución justa
impidiendo así llegar a una solución.

Veremos que podemos entender la justicia al menos de seis maneras distintas tal como las analiza
Chaim Perelman en su libro “La justicia”. Trataremos de identificarlas en situaciones vividas y en
casos que se presenten. Pero sobre todo, veremos que para poder ver la multivocidad del
concepto es necesaria la existencia de una esfera pública que permita el intercambio de
perspectivas para llegar a algún tipo de acuerdo y al mismo tiempo la existencia de las condiciones
necesarias de privacidad para que un sujeto pueda pensar su situación y tomar una decisión ética
sin ser determinado por los órdenes normativos.

¿Cómo es posible llegar a la existencia de esta esfera de interés común? Veremos entonces cuatro
teorías sobre el papel del estado: la de Hobbes, la de Locke, la de Rousseau, y Adam Smith.

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Si bien la sociedad y el estado permiten el conjunto de estructuras que posibilitan

Pero ¿hay algún tipo de norma para esta esfera pública que pueda servir para la mediación en
todo conflicto, o en última instancia solo podemos remitirnos a la fuerza valorativa que nos da la
comunidad a la que pertenecemos? A día de hoy contamos con los derechos humanos, por eso
analizaremos los mismos como un instrumento de mediación universal, y nos cuestionaremos
como lo hace Adela Cortina respondiendo a Macintyre si los derechos humanos pertenecen al
orden normativo moral o al legal.4 Si los derechos humanos pertenecen al primero habrá que
encontrar su fuerza en la existencia de una comunidad de valores y deberá considerarse su
cumplimiento no como una mera formalidad de conducta externa sino a través de la exigencia
interna de quien está constituido en su propia subjetividad por ellos, por la contra, si los derechos
humanos pertenecen más bien al orden normativo legal entonces tendremos que encontrar su
capacidad de obligación en alguna institución externa. ¿Puede considerarse la humanidad como
una comunidad? O bien ¿hay algún tipo de valor superior que sea esencial para la humanidad
como sujeto?

Para responder a estas preguntas introduciremos el concepto de ser humano como animal
simbólico, y su esencia gregaria fundamentada en el concepto de desamparo originario a través
del cual se comprende que el ser humano nace necesitado de otro que por un lado satisfaga sus
necesidades y por otro de significado a sus llamados de amparo. Este otro (del que nos habla
Lacan) es el otro de la cultura, en principio el de la cultura de mi comunidad, justo la que nos
constituye como sujetos, pero también nos permite (siguiendo a Cassirer) acceder al lenguaje

4
Adela Cortina, ética mínima. Lo plantea en términos de la fundamentación y la fuente de la obligación
proposicional que a través de la abstracción hará posible el análisis crítico y el cuestionamiento
ético.

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En otro sentido veremos la formalización del orden normativo legal a partir de la principal de sus
instituciones: el estado. Hemos visto el recorrido del orden normativo moral y su
institucionalización en el legal; ahora veremos cómo surge la mediación del estado del encuentro
de comunidades en una misma sociedad. Veremos con Rousseau cómo surge la idea de ser
humano. Partiendo de la situación ideal que plantean los teóricos clásicos sobre el origen del
estado, veremos la situación actual de la composición plural de nuestras sociedades a través de
Canclinni.

Volveremos de nuevo al concepto de valor con la distinción de Baudrillard lo cual nos dará nuevas
herramientas para analizar los conflictos interculturales. Estableceremos que valor de cambio y
valor de uso son más propios de la sociedad entendida como espacio de encuentro que hace
posible los intercambios etc; mientras que valor de signo y valor de símbolo necesitan para su
funcionamiento de un orden normativo moral y un orden normativo de costumbres que lo
posibiliten.

Sobre esta idea de que cada comunidad establece un sistema de valoraciones propio, que se
puede aplicar a través de la distinción que hace Baudrillar considerada como herramienta de
análisis, podemos introducir el triángulo de Galtung como herramienta para el análisis de los
conflictos en concreto. Una vez más la distinción entre comunidad y sociedad, nos ayudará a
configurar un marco conceptual para el análisis, esta vez la violencia estructural caerá del lado de
la sociedad, serán por tanto disposiciones institucionales y legales las que la posibiliten, mientras
que la violencia cultural será analizada gracias a los conceptos de valor de signo y simbólico, y será
posible a través de los sujetos que conviven en una sociedad por su pertenencia a una comunidad
marcada por el orden normativo moral y de costumbres.

La solución a la pregunta sobre cómo valorar dentro de un conflicto las diferentes opciones sin
favorecer a una cultura nos puede llevar al relativismo. Cabe asumir el seguimiento de los
derechos humanos como un ordeno normativo legal, pero también es posible considerar el valor
para la sociedad de los encuentros con el Otro como miebro de una comunidad de valores distinta.

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Surge entonces la pregunta por el Otro desde un punto de vista distinto no solo como el Otro de la
cultura a través del cual entendíamos con Lacan el marco que permite dar significado al
desamparo originario, sino también el Otro como el miembro de una cultura distinta.
Estas distinciones permiten apreciar la diferencia entre el enfoque intercultural y el enfoque
multicultural en el esque. El primero centrado en la esfera pública y en el fortalecimiento de la
sociedad, el otro

Introducimos otros conceptos que pretendemos que funcionen como conceptos vinculándolos al
esquema de Arendt: ética (en la relación de uno consigo mismo) frente a moral (como sistema
normativo que establece los juicios de valor de una comunidad)

Elijo el concepto de valor y no el de ideología o el de cultura porque es operativo y cercano, me


permite hablar de juicios, de consumo, de necesidades, de rutinas y rituales simbólicos5. Es un
concepto que en una primera instancia me permite remitirme a el marco dentro del cual algo se
valora como aceptable o no

5
De conceptos de “valor” que introduce Baudrillard y que luego utiliza Canclini para establecer el concepto
de cultura

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