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Schönberg, el gran modernista austriaco, ha afirmado que su técnica procede de los últimos
cuartetos, y no tenemos entre los demás compositores actuales uno solo, que se declare el
heredero o continuador de las sonatas o las sinfonías. (11)
Debemos comprender (11) el fondo épico de su personalidad, exaltado por las ideas de su
tiempo y aislarnos de la técnica de nuestra época, para sentir su arquitectura y la fuerza que
se desprende del tonalismo absoluto que fundamenta su armonía. (12)
Beethoven es ante todo un hombre de la revolución francesa en el más alto sentido que
puede darse a este calificativo, lleno de ideales democráticos, prendado de los héroes
antiguos que habían engrandecido los pueblos. (12)
No es necesario repetir aquí la larga serie de contradicciones de todo género que habrían
aniquilado la vida a cualquier naturaleza vulgar, y que de Beethoven hicieron un hombre
superior: soledad perpetua de un alma, como él decía, inclinada al afecto y a la sociabilidad;
privaciones materiales increíbles, males físicos que no sólo arruinaron su salud sino que lo
hirieron en el órgano esencial de su arte, el oído, y lo enmurallaron en el silencio de sí
mismo. (12)
Inspiración épica del alma que, cuando las desdichas la acosan, canta la alegría de la vida;
arquitectura de grandes líneas, que exige (13) para su apreciación cierta distancia del
detalle; sentido tonal robusto y lógico, son las tres características con que debemos
comulgar para tener de la obra de Beethoven una comprensión exacta. (14)
En lo que difiere la «imitación» de un genio, que adquiere primero la técnica de los que han
precedido antes de sobrepasarlos, de la imitación vulgar del estudiante mediocre destinado
a seguir perpetuamente la rutina de las recetas y los tratadistas. (16)
Se puede decir con toda propiedad que en la segunda época el cuarteto de Beethoven
crece, ya sea en extensión, (op. 59) o en riqueza concentrada, (op. 95). Anotando
rápidamente sus características tenemos: el primer movimiento se hace más complejo, los
temas principales se subdividen aun en dos o tres elementos que contrastan entre sí, los
«puentes» (transiciones que unen los cuerpos del edificio), se individualizan en verdaderos
temas; el desarrollo no contiene sólo pequeños fragmentos modulantes de los motivos
principales sino que introduce contracantos nuevos, episodios imprevistos. El tiempo lento,
ya muy interesantes en el op. 18 (cuarteto III), toma caracteres de una expresión tal, que los
instrumentos, (cuarteto op. 59 N.1) parecen cada uno concentrar en sí mismos la razón de
ser de la composición. El scherzo a partir del op. 74 se ensancha y las tres antiguas
divisiones del minué las lleva a cinco. El rondo final propiamente dicho desaparece y se
transforma en un rondo-sonata o en un verdadero tiempo sonata. El plan de las
modulaciones también se agande, (op. 59 N.1 y 95) y los ritmos de Mozart se vuelven
inquietantes y novedosos, (scherzo del op. 59 N.2). (18)
Los grandes maestros sintieron luego que no podían prescindir de lo que, hasta pocos años
antes, había sido la base misma del arte musical, y así vemos a Mozart ir en muchas
ocasiones hacia un desarrollo propio del estilo fugado. Beethoven, sin ser un hombre que
pretendiese volver al pasado, consuma en su obra la alianza que más tarde Wagner lleva al
más alto grado, de la concepción melódica, con el estilo y prácticas de la época de Bach. (18)
Quien quiera dedicarse al arte, deberá comprender que tiene mucho de sacerdocio, y que,
como en las ordenes religiosas ascéticas y abstinentes, no convencen los franciscanos
gordos. (36)