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No se debe confundir con Gran Recesión.
Madre migrante, imagen de la fotógrafa Dorothea Lange que muestra a los desposeídos cosechadores de California y se centra
en Florence Owens Thompson, de 32 años y madre de 7 hijos, en Nipomo, condado de San Luis Obispo, California (marzo de 1936).
La Gran Depresión, también conocida como Crisis del 29, fue una gran crisis financiera mundial que se prolongó
durante la década de 1930, en los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial. Su duración depende de los países
que se analicen, pero en la mayoría comenzó alrededor de 1929 y se extendió hasta finales de la década de los años
treinta o principios de los cuarenta. Fue la depresión más larga en el tiempo, de mayor profundidad y la que afectó a
mayor número de países en el siglo XX. En el siglo XXI ha sido utilizada como paradigma de hasta qué punto se puede
producir un grave deterioro de la economía a escala mundial.
La llamada Gran Depresión se originó en Estados Unidos, a partir de la caída de la bolsa de valores de Nueva York el
martes 29 de octubre de 1929 (conocido como Crac del 29 o Martes Negro, aunque cinco días antes, el 24 de octubre,
ya se había producido el Jueves Negro), y rápidamente se extendió a casi todos los países del mundo.
La depresión tuvo efectos devastadores en casi todos los países, ricos y pobres, donde la inseguridad y la miseria se
transmitieron como una epidemia, de modo que cayeron: la renta nacional, los ingresos fiscales, los beneficios
empresariales y los precios. El comercio internacional descendió entre un 50% y un 66%. El desempleo en los Estados
Unidos aumentó al 25%, y en algunos países alcanzó el 33%. 1 Ciudades de todo el mundo se vieron gravemente
afectadas, especialmente las que dependían de la industria pesada, y la industria de la construcción se detuvo
prácticamente en muchas áreas. La agricultura y las zonas rurales sufrieron la caída de los precios de las cosechas,
que alcanzó aproximadamente un 60%.234 Ante la caída de la demanda, las zonas dependientes de las industrias
del sector primario, con pocas fuentes alternativas de empleo, fueron las más perjudicadas. 5
Los países comenzaron a recuperarse progresivamente a mediados de la década de 1930, pero sus efectos negativos
en muchas zonas duraron hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.6 La elección de Franklin D.
Roosevelt como presidente y el establecimiento del New Deal en 1932, marcó el inicio del final de la Gran Depresión en
los Estados Unidos. Sin embargo, en Alemania, la desaparición de la financiación exterior a principios de la década de
1930 y el aumento de las dificultades económicas, propiciaron la aparición del nacional-socialismo y la llegada de Adolf
Hitler al poder.
Índice
1Antecedentes
o 1.1Consecuencias económicas de la Primera Guerra Mundial
o 1.2Crecimiento de Estados Unidos
2Causas
o 2.1Plan Dawes y Plan Young
3Desarrollo de la crisis
o 3.1El crac bursátil
o 3.2La quiebra del sistema bancario
4Efectos de la crisis
5La difusión de la crisis
o 5.1El hundimiento del comercio internacional
6La recuperación en los Estados Unidos
o 6.1El primer New Deal
o 6.2El segundo New Deal
o 6.3La Segunda Guerra Mundial
7La recuperación europea
o 7.1La recuperación en el Reino Unido
o 7.2La recuperación en Francia
o 7.3La recuperación en Alemania y el nacimiento del Nazismo
8Véase también
9Referencias
10Bibliografía recomendada
11Enlaces externos
Antecedentes[editar]
Consecuencias económicas de la Primera Guerra Mundial[editar]
Artículo principal: Consecuencias económicas de la Primera Guerra Mundial
La Primera Guerra Mundial tuvo consecuencias económicas profundas y duraderas al poner fin al orden económico
internacional existente desde la segunda mitad del siglo XIX. Supuso un descenso demográfico directo e indirecto de
alrededor del 10% de la población europea y de un 3,5% del capital existente.7 Desde el punto de vista financiero, el
conflicto bélico conllevó un gasto público descomunal en Europa financiado por deuda pública tanto interna como
externa que supuso la multiplicación por seis de la deuda ya existente; también generó la creación de dinero, lo que
supuso una fuerte presión inflacionista.
En el transcurso de la guerra, diversas naciones no participantes en el conflicto como Estados Unidos y Japón se
apoderaron de algunos mercados internacionales, tradicionalmente dominados por los europeos, que en ese momento
centraban sus esfuerzos industriales en la producción militar. En el sector agrícola, la demanda exterior de productos
alimenticios de los países participantes creció durante la guerra, lo que estimuló la producción agrícola de los países
neutrales, que al acabar la guerra y volver a la situación anterior vieron cómo contaban con una oferta excesiva de
productos agrícolas, lo que forzó una reducción de los precios en este sector, que sufrió grandes pérdidas.
La guerra también estableció un nuevo mapa político de Europa con nuevas fronteras que trastocó la estructura
económica y comercial del continente, al romper mercados y perder eficiencia económica, con lo que fueron necesarias
nuevas inversiones.
Las reparaciones económicas impuestas por los vencedores de la guerra a los derrotados fueron astronómicas. La
cantidad fijada para Alemania por el Comité de Reparaciones, en 1921, fue de 132.000 millones de marcos oro,8 lo que
significaba, en su momento inicial, el pago anual del 6% del producto interno bruto (PIB) de ese país. Los acreedores
cobraron solo una pequeña parte de las deudas, a costa de que la economía internacional perdiese oportunidades de
fortalecimiento y crecimiento.7
Véanse también: Ocupación del Ruhr, Plan Dawes, Plan Young e Hiperinflación en la República de Weimar.
Tras el final de la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos experimentó un fuerte crecimiento económico, y desplazó
a Gran Bretaña del liderazgo económico mundial. Durante los años previos a la Gran Depresión se incrementó en
aquel país la producción y la demanda de sus productos, con una profunda transformación productiva dominada por la
innovación tecnológica. Del optimismo y de la bonanza económica también participó la Bolsa, que vivió un prolongado
incremento de las cotizaciones, lo que permitió la formación de una burbuja especulativa, financiada por el crédito.
Desde antes del verano de 1929, varios indicadores macroeconómicos habían empezado a sufrir un suave descenso,
sin que los economistas de la época lo detectaran y se tomaran las medidas preventivas adecuadas.
Causas[editar]
En 1925, la economía mundial se hallaba bastante equilibrada: la producción había vuelto al nivel de antes de
la Primera Guerra Mundial, la cotización de las materias primas parecía estabilizada y los países que atravesaban un
periodo de alta coyuntura eran numerosos. Sin embargo, no era un retorno a la belle époque. Una serie de equilibrios
tradicionales quedaban alterados: la producción y el bienestar progresaban de manera espectacular en unas partes
(Estados Unidos, Japón), mientras que en otras (en particular, en el Reino Unido), perdida la prosperidad anterior a la
guerra, la población vivía abrumada por el desempleo y las crisis endémicas.[cita requerida]
Al mismo tiempo, los estadounidenses complicaban de singular manera la posición de los europeos. La deuda
internacional no podía pagarse sino con oro o mercancías, y los estadounidenses frenaban sus importaciones de
Europa con los nuevos derechos de aduana, cada vez más elevados, al tiempo que utilizaban su superioridad para
imponer sus exportaciones a Europa.
Desarrollo de la crisis[editar]
El crac bursátil[editar]
Multitud reunida en la intersección de Wall Street con Broad Street, al enterarse de la quiebra de la bolsa en 1929.
La crisis se originó en los Estados Unidos, a partir de la caída de la bolsa de Wall Street de 1929 (conocido como
Martes Negro, aunque cinco días antes, el 24 de octubre, ya se había producido el Jueves Negro), y rápidamente se
extendió a casi todos los países del mundo.
La coyuntura del alza, denominada allí Big Bull Market, descansaba así sobre una base sumamente frágil. Todo el
sistema se derrumbó en octubre de 1929, y en pocos días —en cuestión de horas, incluso— las cotizaciones perdieron
todo cuanto habían ganado durante meses o, mejor dicho, durante años. Los pequeños especuladores quedaron
arruinados y tuvieron que vender con enormes pérdidas, y al cundir el pánico los grandes capitalistas se encontraron
también con dificultades.
El 23 de octubre de 1929 las cotizaciones registraron una pérdida media de 18 a 20 puntos, y pasaron de mano en
mano unos seis millones de títulos; al día siguiente, nueva caída de las cotizaciones, entre 20 y 30 puntos, e incluso de
30 a 40 para las grandes empresas.
En tan crítico momento, los primeros bancos del país y los corredores de bolsa más destacados intentaron salvar los
negocios y reunieron 240 millones de dólares para sostener las cotizaciones mediante compras masivas, y en aquella
sola jornada cambiaron de mano trece millones de acciones.
Tan desesperada tentativa produjo sólo resultados de carácter momentáneo; el lunes 28 de octubre, se produjo un
nuevo descenso de 30 a 50 puntos, y al día siguiente -que pasó a la historia con el nombre de "Martes Negro"- fue la
jornada más sombría de Wall Street. El pánico fue absoluto: en pocas horas, dieciséis millones y medio de acciones se
vendieron con pérdidas a un promedio del 40 por ciento.
Más tarde, en noviembre, cuando se habían calmado un poco los ánimos, las cotizaciones habían descendido a la
mitad desde el comienzo de la crisis de la bolsa, y no menos de 50.000 millones de dólares se habían desvanecido
como el humo, con lo que quedaron en evidencia la inseguridad y fragilidad de los sistemas financieros.
La quiebra de la Bolsa de Nueva York fue el momento más dramático de una crisis sin precedentes; de todos modos, el
derrumbamiento de Wall Street no fue el prólogo ni la causa de la crisis económica mundial: fue sólo su más
espectacular síntoma.
Los primeros indicios de recesión se dejaban sentir ya en los países productores de materias primas, mientras Wall
Street vivía aún en plena euforia, primer síntoma de la falta de vigilancia y prevención de las situaciones cambiantes,
por exceso de confianza. La depresión tenía causas múltiples: tras un periodo de fuerte expansión, sobrevino una crisis
de coyuntura y adaptación, que podría decirse "normal", pero que estalló con violencia inaudita. De todas formas
aquella crisis "normal" hasta cierto punto, era asimismo estructural, resultado de la guerra y sus funestas
consecuencias, tales como la presión fiscal, las deudas de guerra y las reparaciones alemanas.[cita requerida]
La racionalización y las nuevas técnicas industriales y agrícolas contribuían igualmente a la crisis. El aumento de
producción por hora trabajada, sin aumentar la mano de obra, es beneficioso para la industria, pero no en todas las
circunstancias. Un ritmo de expansión demasiado rápido acarrea dificultades de transición y adaptación. La
racionalización del trabajo suprime empleos, y los trabajos disponibles para otros sectores de la producción, al haber
desempleo, no pueden adaptarse siempre con suficiente rapidez; por tanto, este problema de readaptación provoca, en
la mayoría de los países, un bache importante apenas transcurre el periodo de alta coyuntura. Aparte de ello, las
dificultades internas y la inestabilidad de la política mundial impedían entonces la elaboración de cualquier planificación
a largo plazo.
La quiebra estadounidense no fue en sus comienzos sino una quiebra de índole bolsística, el brusco estallido y
desmoronamiento de un mito creado por los especuladores; no obstante, sus consecuencias fueron hondas y
duraderas. Las personas arruinadas a causa del derrumbamiento de la bolsa de valores limitaron sus gastos, los
afortunados que todavía disponían de algún capital quedaron atemorizados y se negaban a invertirlo de nuevo, y las
fuentes de crédito se agotaron. Las consecuencias de todo ello fueron fatales en general para Europa y en particular
para la economía alemana, que dependía casi por entero de los préstamos de los Estados Unidos a corto plazo.
Efectos de la crisis[editar]
PIB estadounidense en el período 1910–1960. La franja rosa resalta los años de la Gran Depresión (1929–1939).
Desempleo en los Estados Unidos en el período 1910–1960. La franja rosa resalta los años de la Gran Depresión (1929–1939).
La depresión subsiguiente fue la peor de la historia estadounidense. Durante al menos tres años y medio todos
los indicadores sociales y económicos reflejaron un progresivo deterioro de la situación. En 1932 el producto interno
bruto (PIB) había disminuido un 27 por ciento, y la producción industrial, un 50 por ciento. La inversión ni siquiera
alcanzaba para el mantenimiento de las instalaciones existentes. Bajo estas presiones, el sistema bancario acabó por
derrumbarse. En 1933, el desempleo llegó al 25 por ciento. Solo en 1940 se recobró el nivel de producción previo a
1929, y esto se debió al estallido de la II Guerra Mundial. Durante los primeros años de la depresión, entre 1929 y
1932, el índice general de precios en los Estados Unidos disminuyó el 35,6 por ciento.9 Muchos economistas piensan
que este proceso de deflación fue responsable de la profundidad y duración de la depresión, y también parece probable
que esta prolongada deflación sólo fue posible por la política del Sistema de Reserva Federal de disminuir la oferta
monetaria.10
1930 9,9
1931 7,7
1932 14,9
Los sectores más gravemente afectados por la depresión fueron la agricultura, la producción de bienes de consumo y
la industria pesada. Esto provocó que ciudades como Detroit y Chicago, que dependían de la industria pesada,
sufrieran la crisis con más intensidad. A su vez, hubo ciudades dependientes de una sola industria que terminaron
totalmente arruinadas. En 1932, el nivel de actividad al que estaba funcionando la industria era tan bajo que incluso
una eventual demanda del mercado podía ser satisfecha sin necesidad de inversión y sin recurrir a más mano de obra.
De modo semejante, el sector de la vivienda estaba también saturado de casas vacías cuyos propietarios no habían
podido hacer frente a las hipotecas. Sin embargo, lo que más se resintió fue la confianza de los empresarios, quienes
tenían grandes dudas sobre la utilidad de nuevas inversiones. El hundimiento de la bolsa fue además una causa directa
de la reducción de los beneficios empresariales y destruyó el incentivo individual al ahorro, y se redujo así el volumen
de los recursos destinados a la inversión. El nivel extraordinariamente bajo de los ingresos agrícolas fue decisivo y
retardó considerablemente la recuperación. La agricultura fue el sector más deprimido de la economía, y los
productores habían disminuido sus ingresos en un 70 por ciento. Gran parte de las cosechas no se vendían, y
comenzaron a disminuir la producción demasiado tarde. A su vez, como la gran mayoría de los
pequeños agricultores estaban endeudados, se veían forzados a vender sus productos o a perder sus propiedades.
El funcionamiento del sistema bancario estadounidense fue el factor individual que mayor influencia tuvo sobre la
profundidad alcanzada por la depresión. Los bancos se apoyaban en unas pocas industrias locales y eran muy
susceptibles a las retiradas de fondos. Al producirse una corrida bancaria masiva, los ahorros se tornaron menores que
los ingresos y los bancos no podían prestar dinero. A su vez, las garantías, como las casas, contra las cuales se
habían vendido los préstamos eran invendibles. A pesar de la debilidad del sistema bancario, su derrumbamiento pudo
haberse evitado, pero el gobierno no hizo nada para rescatar a los bancos. Es más, lo que se pensaba en ese
entonces era que la depresión suponía una purga que desembarazaría a la economía de sus aspectos menos
eficientes, y que las bancarrotas y los despidos eran parte necesaria de este proceso de retorno al equilibrio.
La difusión de la crisis[editar]
La depresión estadounidense de la actividad económica fue acompañada por una reducción adicional del préstamo
hacia el extranjero y una fuerte contracción de la demanda de importaciones. Esto produjo una gran reducción del flujo
de dólares hacia Europa y el resto del mundo. Dada la importancia de Estados Unidos en la economía mundial, el
impacto de su crisis sobre el resto del mundo fue fuerte; por eso se dice que Estados Unidos exportó su crisis.
Prácticamente todos los países padecieron declives tanto en la producción industrial como en el PIB, y la URSS fue la
principal excepción al estar aislada del capitalismo moderno. El siguiente cuadro muestra la caída de la renta y la
producción industrial entre el comienzo de la crisis en 1929 y 1932, año que marcó el momento de mayor profundidad
en el descenso de los indicadores económicos.
Austria 80 62
Francia 86 74
Alemania 77 61
Japón 101 -
Reino Unido 95 89
Italia 98 86
Países Bajos 93 84
España 97 84
Estados Unidos 73 62
Fuente:12
A principios de 1931, si bien persistía la deflación y la desocupación era alta, los países más afectados eran los
exportadores de materias primas, y varios de ellos debieron abandonar el patrón oro. Sin embargo, con la quiebra
del Credit Anstalt, el principal banco de Austria, se produjo una fuga de capitales en Alemania, Gran Bretaña y en los
Estados Unidos, quien decidió terminar con el patrón oro. Hacia finales de 1932, casi todos los países del mundo lo
habían hecho.
Alemania, logró una moratoria en el pago de las reparaciones de la deuda pero igual decidió aumentar las tasas de
interés. Esto provocó una profundización en la caída de la actividad económica y un incremento de la desocupación. La
devaluación del marco fue descartada por temor a la inflación. La alta desocupación creó un clima de conflictividad
social y política que allanó el camino a la llegada de Hitler al poder. Gran Bretaña, por su parte, abandonó el sistema
monetario tradicional dejando flotar la libra, esto produjo su depreciación. Esto fue la demostración del liderazgo
británico y permitió que la economía británica se recuperara de forma razonable librada de las condiciones impuestas
por una moneda sobrevaluada y altas tasas de interés.
En poco tiempo se produjo la desorganización y la destrucción parcial de la maquinaria que movía la economía
internacional. Los países buscaron una salida individual a la crisis al desaparecer la cooperación financiera. Esto
produjo un deterioro de los términos de intercambio y significó el descenso de los precios de las materias primas
respecto a los productos manufacturados. En un contexto de escasez de crédito, el resultado para los países
periféricos fue la pérdida de reservas y la depreciación del tipo de cambio. Los países periféricos adoptaron dos tipos
de políticas: las pasivas y las activas. La pasividad fue el mantenimiento de la ortodoxia monetaria y cambiaría con
respecto a los países centrales, y fue realizado por países pequeños con alta dependencia del mercado como Haití,
Honduras y Panamá. Las políticas activas fueron modificar el tipo de cambio, controlar las importaciones,
intervencionismo estatal e industrialización por sustitución de importación. Estos fueron el caso de Argentina, Brasil y
Uruguay.
Este artículo o sección necesita referencias que aparezcan en una publicación acreditada.
Este aviso fue puesto el 6 de febrero de 2014.
En los albores del ingreso de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, doce años después del fatídico 24 de
octubre de 1929, el gasto federal equivalía al 10% del PIB de los Estados Unidos. De una fuerza laboral de 56 millones
de trabajadores, el gobierno federal empleaba a cerca de 1,3 millones, el 2,2% en trabajos civiles y militares regulares y
a otros 3,3 millones (5,9%) en programas de emergencia de alivio laboral. Otros 10 millones, que representaban el 20%
de la población activa, aún estaban desempleados. La deuda nacional había crecido a casi 40 mil millones de
dólares.[cita requerida]
Las medidas restrictivas que la administración Franklin D. Roosevelt realizó sobre el comercio, la propiedad y la libre
empresa provocaron que el capital necesario para reactivar la economía fuera gravado con impuestos y forzado a
pasar a la economía sumergida.[cita requerida] Cuando los Estados Unidos entraron en la Segunda Guerra Mundial,
en 1941, Roosevelt intentó cambiar la agenda económica con el resultado de que gran parte de esos capitales se
canalizaron a través de la industria bélica en lugar de destinarse a la producción de bienes de consumo. Desde 1940 la
2ª guerra mundial ya producía un gran demanda de los productos estadounidenses. En un principio, Estados Unidos
sólo iba a intervenir en la guerra como proveedor de productos de guerra a los países aliados (especialmente Gran
Bretaña y Francia). Esto hizo que el desempleo se redujera porque se revitalizó la industria. Dado que Estados Unidos
no había sido atacado no podía intervenir de manera activa en la guerra, pero con el ataque Japonés a la base
de Pearl Harbor entra de lleno en todos los frentes.
En tiempos de guerra, al presidente Roosevelt se le conceden poderes extraordinarios. Esto le dio poder para organizar
un nuevo aparato administrativo y movilizar a la comunidad científica para la guerra. Se fue construyendo lo que va a
ser la economía de la pos-guerra.
La recuperación europea[editar]
La recuperación en el Reino Unido[editar]
La política económica británica en los años 1930 estuvo marcada por la trascendente decisión de abandonar el patrón
oro en 1931. La flotación de la Libra no fue acompañada de una mayor intervención estatal como en los otros países.
La nueva política británica se sustentó en el crédito barato y en el proteccionismo. Las posibilidades de acceso a
préstamos a bajo costo fue uno de los factores que contribuyó a impulsar el mercado de la construcción. Por otro lado,
el establecimiento de una política arancelaria dio por finalizado un período de casi noventa años de libre comercio, con
la importante consecuencia de colocar al mercado interno como motor del crecimiento. Este rasgo se vinculaba con la
pérdida de competitividad de los productos ingleses y con las posibilidades de expansión del consumo de masas que
se desarrollaría plenamente en la posguerra.
Si bien la economía británica experimentó una recuperación más prolongada y sostenida que la del resto de los países
industriales, hubo dos aspectos negativos importantes: el alto desempleo y la concentración empresarial producto del
proteccionismo y la preferencia imperial. Gran Bretaña, la potencia industrial menos concentrada en 1914.
La recuperación en Francia[editar]
La economía francesa, de buen comportamiento en la posguerra, se vio enfrentada a la crisis, cuando en 1931, Gran
Bretaña y otros numerosos países decidieron abandonar el patrón oro. Hasta ese momento, la devaluación del franco y
el proteccionismo hicieron que Francia fuera alcanzada débilmente por la crisis. El problema se presentó ante la
disyuntiva de mantener el patrón oro, favorecido por su gran cantidad de reservas de este material, o devaluar. La
decisión de mantener el patrón oro, por el temor a la inflación, impuso una línea de acción deflacionaria para adecuar
los precios franceses a los niveles mundiales en un marco de devaluación general. Así, se promovió la deflación
mediante la reducción de gastos, una baja en los salarios y el mantenimiento de altas tasas de interés. Esto provocó
tensión social, caída de las inversiones y ningún resultado positivo.
Sin embargo, en 1936, un nuevo gobierno de carácter socialista produjo un viraje de significación. Se abandonó el
patrón oro con la consecuente devaluación del franco, se realizó un moderado plan de obras públicas, se regularon los
precios agrícolas y se aumentaron los salarios. El traslado inmediato de los incrementos salariales a los precios relanzó
la inflación y reapareció la tensión social. A principios de 1939 la economía francesa pareció despegar debido al
aumento de los gastos militares, pero la entrada en la guerra y la ocupación por parte de Alemania al año siguiente
cambiaron el rumbo de la historia de Francia.
Hacia 1933, la economía alemana no había superado aún el impacto negativo de la política económica implementada
por un gobierno que había apostado por la deflación para salir de la crisis. Como la economía alemana dependía
fundamentalmente de los préstamos estadounidenses, la reducción de los mismos a partir del 1929, tuvo efectos
directos en la economía. La decisión del gobierno de mantenerse en la ortodoxia generó más desempleo, la caída
del producto interno bruto y el colapso del sistema bancario. La mala situación social, más el temor del avance del
comunismo son claves para entender la llegada de Hitler y el partido Nacional Socialista al poder (que 6 años más
tarde daría comienzo a la Segunda Guerra Mundial). Los comunistas alemanes fueron acusados del incendio del
Reichstag, y en un clima de terror e inseguridad, se le otorgó el poder absoluto de una forma legal y constitucional.
El nazismo se caracterizaba por un ultranacionalismo totalitarista y expansionista, anticomunismo, antiliberalismo,
antisemitismo y por la idea de supremacía racial del pueblo alemán. La política nazi en relación a lo económico estuvo
caracterizada por el alto grado de intervención estatal. Los objetivos finales de esta política económica eran el control
totalitario de la sociedad, los planes bélicos y la idea de superioridad racial. El sistema económico fue parte del sistema
político de dominación.
La recuperación alemana comenzada en 1933, estuvo caracterizada por la creación de empleo y en una serie de
disposiciones fiscales con el objetivo de favorecer a las grandes empresas. El gasto militar subió del 3% del PIB en
1933 al 23% en 1939. El sector estatal fue el mayor inversor y el mayor consumidor en la economía alemana
disminuyendo el papel de la economía de mercado por las regulaciones impuestas por el Estado. A su vez, se
profundizó la concentración en las distintas áreas de la economía, rasgo característico de la estructura productiva
alemana.
Véase también[editar]
Década Infame
Economía y Gran Depresión en Checoslovaquia
Historia económica
Ley Glass-Steagall
TACE
Las uvas de la ira (novela)
Hooverville
Ley Hawley-Smoot
Gran Recesión o Crisis económica de 2008
Periodo de entreguerras
Edad Contemporánea
Crisis (desambiguación)
Crisis económica
Crisis financiera de 2008
Crisis económica de 2008-2012
Gran depresión en México
Gran Depresión en Chile
Referencias[editar]
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Macroeconomics (3rd edición). Boston: McGraw-Hill/Irwin.
p. 98. ISBN 0073193976.
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noviembre de 2008.
3. ↑ Cochrane, Willard W. (1958). Farm Prices, Myth and Reality. p. 15.
4. ↑ «World Economic Survey 1932–33». League of Nations: 43.
5. ↑ Mitchell, Depression Decade
6. ↑ Great Depression and World War II. The Library of Congress.
7. ↑ Saltar a:a b ReferenciaTafunell, Xavier; Comín, Francisco. «La economía
internacional en los años de entreguerras (1914-1945)». Historia económica
mundial siglos X-XX. Crítica. ISBN 84-8432-648-9.
8. ↑ Kindleberger, Charles P. (1985). Historia económica mundial del siglo XX, La
crisis económica 1929-1939. Crítica. ISBN 84-7423-278-3.
9. ↑ Kindleberger, Charles P. The world in depression 1929-1930.
10. ↑ Mankiw, N. Gregory. Macroeconomía. Antoni Bosch Editor S.A. ISBN 84-
95348-12-8.
11. ↑ Torrero Mañas, Antonio. La crisis financiera y sus efectos sobre la economía
española. Instituto Universitario de Análisis Económico y Social. ISSN 1139-
6348 |issn= incorrecto (ayuda). Archivado desde el original el 20 de
septiembre de 2011. Consultado el 15 de abril de 2012.
12. ↑ Ocampo Suárez-Valdés, Javier; Peribañez Caveda, Daniel. Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Oviedo, ed. Historia econonómica mundial y
de España. ISBN 978-84-8317-595-8.
13. ↑ Un Intercambio Espléndido, pág. 408, William J. Berntein, 2010, ISBN 978-84-
344-6902-0
Bibliografía recomendada[editar]
Aldcroft, Derek H., "Historia económica mundial del siglo XX, De Versalles a
Wall Street". 1919-1929, Barcelona 1985.
Galbraith J., "El crack del 29", Barcelona 1975.
Hayek, Friedrich A. von. Contra Keynes y Cambridge. Unión, Madrid,
1996. ISBN 84-7209-308-5
Kennedy, David M. Entre el miedo y la libertad. Los EE.UU.: de la Gran
Depresión al final de la Segunda Guerra Mundial (1929-1945). Ed. Edhasa.
Barcelona, marzo 2005. ISBN 8435026469
Keynes, John M. (Lord Tilton) La Teoría General del Empleo, el Interés y el
Dinero. Aosta, Madrid, 1998. ISBN 84-88203-05-5
Maddison, A. "La política económica y sus recultados en Europa" en C. M.
Cipolla: "Historia económica de Europa, 5.2: El siglo XX", Barcelona, 1981.
Rothbard, M. "La Gran Depresión"
Sennholz, Hans F. (1969). «LA GRAN DEPRESIÓN». The Freeman 19 (10):
585-596.
Steven McFred "Banco Popular de América" (A.B.P)
Enlaces externos[editar]
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Gran Depresión
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