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La generación del 80.

Se denomina "generación del ’80" al conjunto de hombres que condujeron los destinos de la
Argentina a fines del siglo XIX. La inmigración y el intento alfabetizador fueron dos claves de este
período de nuestra historia.

Esta generación es la única que traza un proyecto de país y que dura mucho tiempo.
Argentina acepto ser productor de materias primas, por lo que era necesario sembrar pero no
había suficiente gente que pudiera hacerlo.

Lo que Argentina necesita son Brazos (gente necesaria para trabajar), por lo tanto la generación
del 80 crea un proyecto de ley, que es la actual ley de inmigración. Esa ley dice que en Argentina
puede venir toda gente de bien que quiera habitar el suelo argentino.

Ese proyecto dio resultado porque vienen muchos inmigrantes sobre todo españoles e italianos. A
esta acción se lo llamo abrir las puertas de la Argentina.

Colonización de los escoceses

El primer movimiento migratorio organizado en 1835 es el celebrado mediante un convenio entre


el estado de Argentina y Escocia, hecho por el cónsul escoses Guillermo Parish Robertson, en el
convenio Argentina se compromete a dejarlos ingresar libremente, también a sus herramientas, a
prestarles tierras y darles por 5 años gratuitamente semillas y les facilitarían crédito y comprarían
la producción. Los escoses llegan y se radica en la zona de lo que es la actual Monte Grande, ellos
se quedaron y trabajaron. La situación estuvo bien durante un tiempo, pero luego comenzaron los
problemas ya que Argentina no era un país pacífico en ese momento. Entonces todo lo que estaba
prometido en el decreto no se cumplió y aunque la mayoría se quedo en el país, algunos se fueron
a San Pablo.

Colonización de los galeses

Cuando los galeses fueron sometidos por los ingleses, un grupo muy radicalizado decidió emigrar
hacia nuevas tierras para fundar una nueva vida en libertad. Fue así que en una pequeña goleta,
llamada La Mimosa emprendieron la marcha a través del océano. Llegaron a Puerto Madryn y
fueron estableciendo colonias mientras marchaban en busca de un lugar que se asemejara más a
aquel que habían dejado en su lugar de origen. Fue así que atravesaron la Patagonia hasta llegar a
Trevelin (Tres Molinos), ubicada a pocos kilómetros de Esquel.

Una sociedad para la emigración galesa, creada por Jones en el Reino Unido en 1850, fue la que
impulsó el desembarco en Puerto Madryn de 153 personas en 1865. La Patagonia era, por
entonces, un territorio semidesértico, sin autoridades administrativas estables y carencia total de
atención sanitaria y escolar. Allí habitaban los indígenas tehuelches, que ya comerciaban
pacíficamente con quienes llegaban a sus costas, o bien viajaban hasta la lejana Carmen de
Patagones para colocar su producción de pieles y quillangos de guanaco o plumas de ñandú.

En las nuevas colonias, europeos e indígenas establecieron provechosas relaciones. Los tehuelches
enseñaron a los galeses a cazar y pescar cuando las primeras cosechas no fueron suficientes para
mantenerlos. Los proveyeron de caballos, indispensables para la zona, y los instruyeron en su
manejo. Encontraban mucho más conveniente comerciar con los recién llegados, mucho más
honestos que los aprovechados bolicheros de Patagones. Los galeses les proveyeron los artículos
que necesitaban y, a su vez, comercializaron los que les vendían los indígenas.

Colonización de los judíos

La embarcación ancló en las costas bonaerenses el 14 de agosto de 1889, proveniente de Europa,


con 120 familias conducidos por el rabino Aarón Goldman. La mayoría de ellos ni siquiera sabía de
la existencia de la Argentina hasta que puso un pie en esta tierra. Pese a ello, la incertidumbre y el
desarraigo eran superados por las esperanzas de dejar atrás una fatídica época caracterizada por
la pobreza y los pogromos.

Sin embargo, la primera decepción llegó en forma casi inmediata para estos inmigrantes judíos: las
tierras que habían adquirido a la distancia ya no estaban vacantes. De ahí en más se inició un
periplo de varias semanas en tren, en busca de una tierra donde fuera posible cosechar, pese a
que no tenían conocimientos de agricultura.

Después de varias idas y venidas, el pequeño gran sueño de estos inmigrantes se vio hecho
realidad de mano del terrateniente Palacios, quien poseía miles de hectáreas en la provincia de
Santa Fe. Con la esperanza de asentarse en esas tierras, poco menos de dos semanas más tarde
sellaron los contratos entre ambas partes, adquiriendo así el territorio que hasta la actualidad
ocupa Moisés Ville, un pueblo declarado histórico nacional que con los años se constituyó en el
poblado pionero de la comunidad judía en el país. Allí, entre otras instituciones y museos, se erige
la Sinagoga Brener.

Unos años más tarde, después de algunas divisiones entre los judíos pioneros en la Argentina a
causa del trabajo y las aspiraciones propias de cada uno, llegó la incondicional ayuda del Barón
Hirsch, quien compró una gran extensión de tierras para formar nuevas colonias en la región,
muchas de las cuales sobreviven en la actualidad.

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