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Due Dilligence para Antilavado
Due Dilligence para Antilavado
El due dilligence o debida diligencia es una figura que engloba todos los actos que implican
llevar a cabo una investigación de una empresa o persona, con antelación a la celebración de
un contrato o inicio de un negocio, es decir, un deber de cuidado.
Si se revisa la operatividad del sector financiero, se podrá apreciar que el hecho de que las
áreas de compliance investiguen a un cliente antes de establecer una relación contractual o
de liberación de recursos económicos no es un capricho. Es más, dichos sondeos están
regulados por las diversas Disposiciones de Carácter General en materia de prevención de
lavado de dinero (existe una específica para cada sector, es decir, las hay para bancos,
sociedades financieras de objeto múltiple, casas de bolsa, etc.), las que contienen una serie
de reglas operativas “mínimas-máximas” para desarrollar procesos de análisis de riesgos, y
conocer con quién se está buscando hacer negocios, o en su caso, contar con los argumentos
pertinentes para no iniciar una relación.
Prácticas internacionales
Las mejores prácticas internacionales plantean que si bien la columna vertebral de un sistema
de prevención de lavado de dinero es el manual interno redactado con base en las necesidades
de cada entidad, serán los expedientes de identificación de los clientes, junto con el proceso
que permita su elaboración, los que harán una verdadera diferencia.
Una investigación superficial de los antecedentes de un cliente potencial, aun cuando cumpla
con los requisitos mínimos-máximos, no garantizará que una persona o empresa con la cual
no se desea realizar un negocio se mantenga alejada. Es menester señalar que las prácticas
internacionales detallan claramente que el enhaced due dilligence (debida diligencia forzada)
no es un lujo, sino una necesidad.
Lo anterior se motiva al decir que si una entidad financiera omite realizar una investigación
detallada de su cliente, y este resulta ligado a un grupo criminal incluido en cualquiera de las
listas negras de los Estados Unidos de América, aquella enfrentará sanciones que van desde
multas, congelamiento de bienes y cuentas bancarias hasta acusaciones criminales,
sumándose el correspondiente impacto en su reputación, que aunque resulta difícil de medir,
es innegable reconocer que es capaz de afectar a cualquier empresa, sobre todo si cotiza en
la bolsa.
Estas políticas son aplicables en todos los negocios de la mencionada compañía, sin
menoscabo de que no sean parte del sistema financiero. Adicionalmente, ambas comparten
un elemento esencial de investigación: know your customer o KYC por sus siglas. Esta
práctica es un ejemplo de due dilligence, y se aplica no solo a sus posibles clientes sino
también a sus proveedores o intermediarios.
En algunos casos se llenarán los formatos atinentes a la información del primer y segundo
círculo familiar, junto con la de sus asociados de negocios.
Una vez que el área de ventas ha obtenido todos esos datos, estos serán introducidos a los
“sistemas de originación” conectados con los “sistemas de búsqueda” en listas negras y de
personas políticamente expuestas, así como en metabuscadores, para que en una instancia
final el departamento de compliance revise la información y emita una opinión sobre el
cliente.
No obstante, también es posible efectuar una investigación de segundo nivel sobre el cliente
si se estima que los resultados obtenidos no son satisfactorios, o en su caso, este es
considerado como de alto riesgo.
Ante esa disyuntiva, las empresas esperarían que como asesor externo respalde la postura del
personal jurídico: realizar un due dilligence conlleva una violación de la protección de los
datos personales.
Aunado a ello, el artículo 63 de la LFPIORPI prevé que quien revele o divulgue por cualquier
medio información vinculada con cualquier aviso o requerimiento de información
relacionado con las actividades vulnerables será sancionado con prisión de cuatro a 10 años
y con 500 días de multa conforme al Código Penal Federal.
Lo único a destacar como obligación adicional a cumplir es que el estar sometidos al imperio
de la ley antilavado no es obstáculo para que también satisfagan las obligaciones de
protección de privacidad de datos personales y autodeterminación informativa cuando la
recopilación de dicha información se haga de forma directa con sus titulares. El principal
cometido será darle a conocer al titular de los datos (con quien se esté celebrando una
actividad vulnerable) la información que se está recabando y con qué fines, a través del aviso
de privacidad.
No obstante, el hecho de que el requisito del consentimiento expreso esté exceptuado por la
LFPDPPP, no es razón suficiente para dejar de cumplir con el principio de información y,
por ende, presentar el aviso de privacidad respectivo.
Comentarios finales
Con base en todas las razones vertidas no resulta difícil aceptar que una debida diligencia es
un mecanismo insustituible para proteger a las empresas en una época caracterizada por los
capitales provenientes de la delincuencia financiera y su búsqueda para dar una apariencia de
legalidad, y así lograr infiltrarse a los negocios legítimos, dejando atrás un gran problema
para el empresariado.
Que una corporación opte por un due dilligence, sin menoscabo de que por su objeto social
u operatividad, no esté obligada a ello, representa una forma ideal para blindar su capital y
reputación comercial, toda vez que la mayor parte de los escándalos regulatorios del sector
económico y financiero han tenido su epicentro en la ausencia o debilidad de los expedientes
de identificación de sus clientes.