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3.

TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.
También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.
El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de
forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).
Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.
Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.
Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos
Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de
conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.
Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de
cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.
El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se
redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.
Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.
Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.
Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos
Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de
conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.
Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de
cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.
El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se
redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.
Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.
Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.
Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos
Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de
conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.
Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de
cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.
El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se
redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.
Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.
Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.
Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos
Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de
conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.
Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de
cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.
El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se
redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.
Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.
Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.
Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos
Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de
conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.
Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de
cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.
El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se
redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.
Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.

Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.
Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.
3. TRABAJOS EXTENSOS
Recomendaciones para redactar trabajos extensos

Estas sugerencias responden a la necesidad que algunos universitarios tienen de


conocer la forma adecuada de presentar un trabajo. Para ello, han de seguir unas
pautas formales básicas, como titular el trabajo, identificar su autoría, paginar,
hacer un índice, estructurar el trabajo (con introducción, nudo y conclusiones) y
citar las fuentes utilizadas. Además, cabe seguir los pasos comentados con
anterioridad, consistentes en reflexionar, hacer después un esquema y luego
desarrollar las ideas con claridad.

El trabajo se puede presentar encuadernado con canutillo, método que se realiza de


forma económica en cualquier reprografía, recordando colocar al final del trabajo
una hoja en blanco de cortesía. El título general constará en letras destacadas; por
ejemplo, en negritas, cursivas y mayúsculas (que se acentuarán con normalidad) de
tamaño 20. Si se hace así, sobra subrayarlo, pues es redundante y no es necesario
(salvo que se use máquina de escribir). El título ha de condensar de forma sintética
el trabajo que se presenta. Si se pone en letras mayúsculas.

Debajo del título, en menor tamaño, ha de constar la autoría del trabajo: nombre y
apellidos de quien haya participado en él. Además se puede añadir otros datos
complementarios del autor, como el correo electrónico, el curso académico o el
grupo donde está matriculado. Ello facilitará localizar la atribución del trabajo en
caso de que se traspapele por accidente. También es aconsejable añadir una hoja de
salva, que es una hoja en blanco entre el título y el índice.

El índice se coloca delante del trabajo, aunque normalmente es lo último que se


redacta al acabar la investigación. Un índice requiere que consten los capítulos con
sus correspondientes números de página, y las imágenes, gráficos o figuras que
tenga. Un índice puede seguir el propio esquema previo para después estructurar el
escrito; es decir, en él han de constar los puntos estructurales de la obra.
Sobre la presentación del trabajo en sí, remito a las sugerencias ya propuestas en las
recomendaciones para presentar textos breves, con las correspondientes
adecuaciones que se consideren convenientes para presentar un texto extenso.
Como imprimir en folios blancos por las dos caras. En este caso, cabe ubicar la
paginación centrada en la parte inferior, para evitar desequilibrios en el aspecto
general de la obra. El título ha de carecer de paginación.

También se puede colocar en la parte superior de todas las páginas del trabajo el
nombre del autor y el título del trabajo, o el título de cada capítulo. Es una pauta
que siguen numerosas ediciones actualmente.

Al comenzar cada capítulo se han de incluir varios espacios en blanco, a modo de


cortesía, antes de escribir el título. Del mismo modo, cabe separar un espacio entre
dicho título y el texto. Es recomendable, por motivos de claridad, numerar cada
capítulo, así como numerar cada uno de los apartados y subapartados de cada
capítulo. Cada epígrafe se destacará de una forma sencilla, por ejemplo en cursivas
y negritas (no hace falta subrayar ni poner punto final).

Para exponer un texto poco extenso, por ejemplo de unos veinte folios, sería
suficiente con ofrecer una estructura sencilla, que conste de introducción, desarrollo
del tema y conclusiones. Dicha estructura básica es indispensable para que quien lo
lea entienda de qué trata. La introducción resumirá el tema del trabajo -contando el
orden en que se van a exponer los temas-, incluirá la metodología que se ha seguido,
el propósito del estudio, sus aportaciones e incluso puede mencionar un breve
anticipo de las conclusiones. Cuando se llegue a las mismas, se podrá dar más rienda
suelta a la imaginación que en el resto del trabajo.

Un trabajo extenso, por ejemplo de ochenta folios, requerirá aumentar los apartados
mencionados. Entre ellos podría sumarse una metodología, un estado de la cuestión,
unos antecedentes y unas consecuencias…, y se cerrará siempre con la bibliografía.
Esta se compilará siguiendo el orden alfabético de los apellidos, como se explica al
final de esta guía. También, la bibliografía se puede presentar dividiéndola por
temas, como estilan algunos libros. Pero este sistema tiende a ser poco frecuente,
acaso porque sea poco práctico al no reunir por el mismo orden los títulos.

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