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Efecto del ejercicio físico en el control metabólico y en factores de riesgo de

pacientes con diabetes mellitus tipo 2: estudio cuasi experimental

Palabras clave: diabetes mellitus type 2, exercise, diabetes mellitus type 2


treatment, therapeutics

Resumen

Fundamento: la práctica de ejercicio físico está asociada a evidencia de


disminución del descontrol metabólico en personas con diabetes mellitus 2
(DM2). Objetivo: conocer los efectos del ejercicio físico en el control de la
DM2. Método: se realizó un estudio cuasi experimental con pre y post tratamiento
de enero a mayo del 2011. Se evaluaron 40 personas con DM2, en dos subgrupos:
uno con 20 pacientes (grupo experimental) y otro con los 20 restantes (grupo
control). Las variables analizadas fueron edad, sexo, índice de masa corporal,
circunferencia de la cintura, cifras de glucemia de ayunas, colesterol, triglicéridos y
tensión arterial sistólica/diastólica. Se diseñó un programa de ejercicios físicos
aeróbicos que se aplicó al grupo experimental. Se realizó la medición de las
variables a ambos grupos al inicio, en la semana 6 y 12. Resultados: predominaron
las personas obesas en ambos grupos, con una edad promedio de 49 años en el
grupo experimental y de 48 años en el grupo control. Se aprecia una disminución
de los valores de glucemia, colesterol y triglicéridos a las 6 y las 12 semanas con
respecto a la determinación inicial en el grupo experimental y una reducción
significativa de la tensión arterial sistólica y diastólica en el grupo experimental.
Asimismo, los valores medios del resto de las variables analizadas en el grupo
experimental también presentaron descensos. Conclusiones: el programa de
ejercicio físico aplicado en las personas diabéticas favorece el control metabólico y
de los factores de riesgo existentes.

Introducción y objetivos

La diabetes es una de las cuatro enfermedades no transmisibles (ENT) prioritarias


según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), junto con las
enfermedades cardiovasculares, el cáncer y las enfermedades respiratorias
crónicas. Es una ENT crónica, incurable, costosa y que va en aumento, aunque en
gran medida se puede prevenir, y que es responsable cada año de millones de
muertes, complicaciones debilitadoras e incalculable miseria humana.

Más de 300 millones de personas repartidas por todo el mundo tienen hoy diabetes.
A menos que hagamos algo para evitarlo, esta cifra aumentará hasta alcanzar los
500 millones en una generación. La falta de acción en el presente condenará a
nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos a un futuro de mala salud y pobreza.
Sin embargo, no parece existir una sensación de urgencia ni de escándalo. Las
generaciones futuras nos exigirán una explicación sobre por qué hemos ignorado
esta catástrofe mundial1.

Sea cual fuere la causa de la epidemia de diabetes mellitus tipo 2 (DM2), la solución
a nivel poblacional se encuentra en el cambio en el estilo de vida.

La educación, la dieta y el ejercicio ajustado a la edad y complicaciones de cada


cual, son la base del esquema terapéutico de los pacientes diabéticos, sobre todo
de tipo 2. Se mantiene la terapia medicamentosa cuando el control se torna difícil y
los síntomas se acentúan. La educación al paciente acerca de cambios del estilo de
vida, medicamentos y complicaciones potenciales por el descontrol metabólico,
debe ser individualizada y de acuerdo con su capacidad para entender la
información y su nivel de interés, para que pueda coadyuvar al tratamiento y control,
y evitar complicaciones desagradables o mutilantes que afecten su calidad de
vida2,3.

El ejercicio regular ha sido indicado para mejorar el control de la glucosa sanguínea,


reducir los factores de riesgo cardiovascular, contribuir a la pérdida de peso,
aumentar la sensibilidad a la insulina y proporcionar una sensación de bienestar
general. Además, el ejercicio regular puede impedir la aparición de la DM2 en
personas con riesgo de padecerla.

El ejercicio físico debe ser aerobio en las personas con DM2, este incrementa la
sensibilidad a la insulina y el consumo de glucosa muscular y hepática, influye
favorablemente sobre el control metabólico. Se debe tener presente, que la
indicación del tipo de ejercicio, la intensidad y la duración debe ser personalizada,
con el propósito de evitar posibles riesgos. Además, a la ejercitación activa se debe
agregar un enfoque recreativo, lo que la hace más atractiva y aumenta la adhesión
a esta actividad4.

Las intervenciones estructuradas de la práctica de ejercicio, al menos durante


semanas, evidencia una disminución promedio del descontrol metabólico en
personas con DM2, aun sin cambios significativos del índice de masa corporal
(IMC). Los niveles más altos de intensidad del ejercicio físico se asocian con
mejoras mayores en los niveles de glucemia sanguínea y en la adaptabilidad a este.
Los elementos antes señalados se han tratado de explicar por varios mecanismos,
entre los que se destacan el desplazamiento de los receptores de la insulina hacia
la superficie celular y la disminución de los lípidos en el músculo esquelético. Tanto
el ejercicio de resistencia como el aerobio son capaces de mejorar la sensibilidad a
la insulina, así como otros aspectos de vital importancia para el individuo con
diabetes5.

Tomando en consideración los elementos planteados anteriormente se realiza esta


investigación con el objetivo de conocer los efectos del ejercicio físico en el control
de la DM2.
Métodos

Se realizó un estudio cuasi experimental con pre y post tratamiento, recolectando


datos a través del tiempo para hacer inferencias respecto al cambio (3 meses) de
acuerdo con las fluctuaciones de los sujetos sometidos a los ejercicios físicos
propuestos para las personas con DM2; en el período comprendido de enero a mayo
del 2011.

Pacientes
Se evaluaron 40 personas con DM2 pertenecientes al Consejo Popular “La Barrera”
del municipio Cienfuegos; previo consentimiento informado.

Los criterios de inclusión en el estudio fueron: ser diabético tipo 2, edad


comprendida entre 30 y 60 años, no estar descompensado en el momento de la
investigación, poseer cifras de tensión arterial ≤ 130/80 mmHg, tener como máximo
5 años de habérsele diagnosticado la DM2, encontrarse aptos física y mentalmente
al momento de la investigación, no padecer alguna enfermedad cardiovascular que
limite a la realización del ejercicio físico (menor de 1 año de aparición).

La disposición definitiva de los grupos se realizó a partir de un muestreo simple


aleatorio mediante el generador de números aleatorios de Excel. Esto se efectuó
con el objetivo fundamental de que todas las posibles variables contaminantes
tengan la misma probabilidad de ocurrencia en ambos grupos de sujetos
(experimental y control).

El procedimiento utilizado (partiendo de que los sujetos integraron grupos


previamente establecidos se conformaron los grupos experimental y de
control) consistió en caracterizar ambos grupos, incluyendo los parámetros clínicos
y humorales seleccionados para la investigación. Las variables analizadas fueron:
edad, sexo, IMC, circunferencia de la cintura (CC), cifras de glucemia de ayunas,
colesterol y triglicéridos y tensión arterial sistólica y diastólica; luego se comparó el
puntaje medio obtenido en esta medición y se calculó la desviación estándar y de
los grupos t de Student para verificar su similitud y/o diferencia.

Después se sometió el grupo experimental a la acción del programa de ejercicios


manteniendo al de control bajo las mismas condiciones, pero sin la aplicación del
mismo; al finalizar la semana seis se procedió a realizar una medición de las
variables y al finalizar a ambos grupos se les aplicó una última medición y se
constató si existe diferencia entre ambos resultados mediante la aplicación de
prueba de significación estadística para medias repetitivas (Ver Tabla I).

La representación de este diseño es la siguiente:

Tabla I. Aplicación de prueba de significación estadística.

Análisis estadístico
Se procedió a realizar la medición de los parámetros clínicos a ambos grupos para
determinar las variaciones en las mismas en la semana 6 y 12 (3 meses). Se aplicó
la prueba de t de Student, así como el análisis del modelo lineal general de las
medidas repetidas.

Los resultados fueron registrados en protocolos elaborados para esos efectos. Se


trabajó con un intervalo de confianza de un 95%.

Programa de ejercicios físicos

Posteriormente se diseñó un programa de ejercicios físicos aeróbicos, partiendo de


las características físicas y clínicas de las personas y el grupo experimental se
sometió a la acción del mismo, manteniendo al grupo control bajo las mismas
condiciones, pero sin la aplicación del programa de ejercicios.

Los que integraron el grupo experimental recibieron una conferencia, en la que se


presentó el programa, así como los beneficios, los riesgos y las recomendaciones
que se debían seguir para la realización del ejercicio físico seguro.

El programa de ejercicios físicos se dividió en dos etapas, una de adaptación y otra


de desarrollo. Las mismas se estructuraron atendiendo al estado físico en que se
encontraban los pacientes.

Etapa I
Adaptación: en esta etapa se tuvieron en cuenta las particularidades del paciente,
el tiempo que llevaba sin realizar actividad física y las características clínicas al
momento de iniciar el programa. El objetivo fundamental fue adaptar el organismo
de los pacientes a las cargas de trabajo a que serían sometidos.

En esta etapa se realizaron las sesiones con las características siguientes, aunque
de acuerdo al tiempo disponible puede emplearse mayor número de sesiones.

Componentes de la Dosificación pacientes adultos


carga
Duración 4 semanas
Intensidad 50 - 60%
Frecuencia 3 F/semanales
Volumen 25 a 50 minutos
Actividades Ejercicios de amplitud articular, coordinación y
resistencia aeróbica

Tabla II. Etapa I de adaptación.

Etapa II
Desarrollo: en esta etapa los pacientes debieron lograr la estabilidad de su
enfermedad, el mejoramiento de su nivel de independencia, además de adquirir una
condición física que elevase su calidad de vida. El objetivo fundamental fue
recuperar y mantener de forma sistemática las capacidades físicas en los pacientes
con esta enfermedad.

Componentes de la Dosificación pacientes adultos


carga
Duración 8 semanas
Intensidad 60 - 80%
Frecuencia 3 F/ semanales
Volumen 45 - 60 minutos
Actividades Ejercicios de amplitud articular, coordinación,
resistencia aeróbica y fuerza a la resistencia.

Tabla III. Etapa II de desarrollo.

Resultados

Al analizar las características de los grupos creados para la investigación no se


aprecian diferencias significativas. Cabe destacar el predominio de las personas
obesas en ambos, con una edad promedio de 49 años en el grupo experimental y
de 48 años en el grupo control. Con relación a los valores de glucemia en ayunas,
colesterol y triglicéridos se muestran muy similares en los dos grupos. Al aplicar la
prueba de t de Student se demuestra que no existen diferencias significativas entre
ambos grupos en cuanto a las variables clínicas analizadas. (Tabla IV).

Características Inicio
“Experimental” “Control” p*
(x̄± S) (x̄± S)
n 20 20
Edad (años) 49,40 ±7,19 48,65 ± 7,40 0,636
IMC 2
(kg/m ) 30,96 ± 5,62 31,20 ± 5,06 0,888

Cintura (cm) 96,95 ±10,08 97,67 ± 7,50 0,543


TAS (mmHg) 125,00 ± 16,70 130,00 ± 16,22 0,343
TAD (mmHg) 83,50 ± 24,76 83,75 ± 9,15 0,966
Glucemia en ayunas 7,28 ±2,10 7,37 ± 2,18 0,893

Colesterol total 5,95 ± 1,15 6,08 ± 1,20 0,207


Triglicéridos 1,83 ± 0,94 1,90 ± 0,93 0,653

Tabla IV. Los datos se presentan en media y desviación estándar. IMC: índice de
masa corporal, TAS: tensión arterial sistólica, TAD: tensión arterial diastólica. * t
de Student
Durante el desarrollo de la investigación se realizaron tres determinaciones
sanguíneas de glucemia, colesterol y triglicéridos; una primera al inicio de la misma,
la segunda a las 6 semanas de comenzado el programa de ejercicios y la última al
finalizar el mismo. Se aprecia una disminución de los valores de los tres parámetros
a las 6 y las 12 semanas con respecto a la determinación inicial en el grupo
experimental, alcanzando valores considerados normales a pesar de tratarse de
personas con DM2; Glucemia en ayunas: inicio 7,28 mmol/l, a las 6 semanas 6,01
mmol/l y a las 12 semanas 4,98 mmol/l (p=0,258); Colesterol: inicio 5,95 mmol/l, a
las 6 semanas 5, 02 mmol/l y a las 12 semanas 4, 95 mmol/l (p=0,024) y los valores
de triglicéridos se comportaron de la siguiente forma: inicio 1,83 mmol/l, a las 6
semanas 1, 40 mmol/l y a las 12 semanas 1,03 mmol/l (p=0,355). El grupo control
experimentó disminución igualmente aunque no de forma significativa. Por lo tanto
las variaciones no fueron significativas al comparar los valores entre ambos grupos.

Con relación al índice de masa corporal (IMC) en el grupo sometido al programa de


ejercicios diseñado se muestra una disminución del mismo partiendo de la medición
inicial (30,96 kg/m2), en la semana seis se obtuvo una media de 30,58 kg/m2 y en
la semana doce una media de 29,97 kg/m2; el grupo control reflejó medias que no
fueron muy diferentes al grupo experimental estadísticamente (p=0,831). Con
respecto a la circunferencia de la cintura se obtuvo una disminución de los valores
en las diferentes mediciones realizadas al grupo incorporado al programa de
ejercicios, aunque las diferencias no son significativas al compararlo con el grupo
control (p=0,916).

Por otra parte al analizar los valores de la tensión arterial sistólica y diastólica se
apreció una caída de sus valores en el grupo experimental de forma relevante en
cada una de las mediciones realizadas. Al comparar las diferencias obtenidas entre
cada uno de los grupos, estas no son tan significativas según las pruebas de
medidas repetidas (PAS: p= 0,019 y PAD: p= 0,076 respectivamente).

Al comparar los valores promedios de ambos grupos al concluir el programa de


ejercicios se evidenció la disminución de los mismos en las variables estudiadas en
el grupo “Experimental” con respecto al grupo “Control”; aunque las mismas no
fueron altamente significativas; a excepción de la PAS y la PAD las que sufrieron
variaciones altamente significativas al aplicar la prueba de t de Student (p=0,000)
(Tabla V).
12 semanas
“Experimental” “Control” p
Características
(x̄± S) (x̄± S)
IMC (kg/m2) 29,97±5,63 30,36±4,93 0,788
Cintura (cm) 94,00±8,65 95,20±6,49 0,652
TAS (mmHg) 111,50±8,75 126,25±10,62 0,000*
TAD (mmHg) 70,25±6,93 79,25±5,44 0,000*
Glucemia en ayunas 4,98±1,16 5,89±1,29 0,025
(mmol/l)
Colesterol total 4,85±,71 5,23±,82 0,026
(mmol/l)
Triglicéridos 1,03±,38 1,30±,46 0,042
(mmol/l)

Tabla V. Características de los pacientes con diabetes mellitus tipo 2 al finalizar la


investigación.

Discusión/Conclusiones

Existe un aumento explosivo de la DM2. La OMS relaciona este hecho con el


envejecimiento de la población, el incremento de la obesidad, los hábitos erróneos
en la alimentación y el sedentarismo. Todo esto lleva a que la DM represente un
problema de salud pública de enormes proporciones. Además se asocia con mucha
frecuencia a otros factores de riesgo como la obesidad, la hipertensión arterial o la
dislipemia6,7. Lo antes planteado coincide con los resultados obtenidos en la
investigación, aunque los pacientes incluidos en la misma no presentaron cifras de
tensión arterial elevadas.

La acción beneficiosa de la actividad física ocurre sobre todo el cuerpo, actúa


modificando la fisiología y la bioquímica celular, pero es más evidente en las partes
del cuerpo que se activan durante la práctica física, como los músculos, los huesos,
las articulaciones, el sistema circulatorio o el metabolismo. Para que los efectos
beneficiosos perduren en el tiempo, el ejercicio físico debe ser regular en la
intensidad, la frecuencia y la duración (en este orden). La práctica del ejercicio es la
mejor manera para mantener la capacidad funcional de la persona y para prevenir
la incapacidad como consecuencia del envejecimiento y las enfermedades crónicas,
sobre todo de la DM28.

El objetivo de esta investigación fue conocer el efecto del programa de ejercicios


físicos en el control de los pacientes seleccionados durante 12 semanas, en los que
se logró una disminución en las concentraciones de glucosa y en el peso, lo cual ya
se esperaba debido a los conocidos efectos fisiológicos y clínicos que el ejercicio
tiene sobre el organismo en las personas en general y en particular en las personas
con diabetes al asociarlo a la educación terapéutica y el tratamiento
farmacológico9,10. El ejercicio físico incrementa la masa muscular y con ello la
superficie de almacenamiento de glucosa; aumenta el flujo sanguíneo a los
músculos, lo que favorece el consumo y transporte de glucosa a la fibra muscular,
como consecuencia, disminuye la cantidad de glucosa en sangre, aspecto que
también se ve favorecido porque el ejercicio condiciona incremento en el número de
receptores de la insulina y la concentración de GLUT4, lo cual mejora la sensibilidad
y capacidad de respuesta a la insulina.

Este aumento de la sensibilidad permite que la entrada de la glucosa en las células


musculares sea más efectiva, mejora la homeostasis de la glucosa y reduce la
necesidad de medicación. Los pacientes con DM en buena condición física tienen
también una sensibilidad a la insulina elevada, de forma aguda y crónica, que
permite a la glucosa entrar en las células más eficientemente durante el ejercicio.
Sin embargo, el aumento de la sensibilidad a la insulina que proporciona la sesión
de ejercicio (efecto agudo) comienza a disminuir al cabo de uno o dos días sin hacer
ejercicio y se pierde a los pocos das. La sensibilidad a la insulina parece estar
relacionada con la capilarización del musculo, y este aumento de la densidad capilar
también conlleva cambios positivos en pacientes diabéticos6. En las personas objeto
de la investigación se apreció una disminución de los valores de glucemia
sanguínea aunque no de forma significativa.

Existen suficientes pruebas en la literatura que justifican la indicación del ejercicio


físico, como una herramienta terapéutica efectiva en la prevención y el tratamiento
de la DM2. Diferentes estudios de intervención han demostrado que en los
pacientes con tolerancia alterada a la glucosa, los programas de dieta y ejercicio
disminuyen en 60% el riesgo de desarrollar DM2.

En el ejercicio físico, aun sin pérdida significativa del peso corporal, se mejora el
perfil metabólico y se ejerce efectos antiinflamatorios en los pacientes con DM2.
Esto explica porque las personas diabéticas pierden grasa visceral aunque no
pierda peso corporal, justificando, de esta manera, la reducción de la cintura. Se
sabe que la reducción de la cintura es un fuerte indicativo para la reducción de
riesgos cardiovasculares4. Aunque en esta investigación no se obtiene una variación
significativa del IMC y de la circunferencia de la cintura debido al tiempo de duración
de la intervención. Sabemos que una reducción en esta variable es muy importante
en pacientes con diabetes porque hay una relación positiva entre la circunferencia
de la cintura, la obesidad central, la resistencia a la insulina, el síndrome metabólico
y las enfermedades cardiovasculares5.

La relación positiva entre la circunferencia abdominal, la obesidad central, la


resistencia a la insulina, el síndrome metabólico y las enfermedades
cardiovasculares convierte la reducción de esa variable en uno de los objetivos
importantes en el tratamiento de la DM2. Los pacientes que integraron el grupo
denominado experimental mostraron una reducción no significativa de la CC y del
IMC de forma indirecta al lograr perder peso durante la realización del programa de
ejercicios físicos, hecho este que se lograría de forma significativa con una
exposición más prolongada al programa de ejercicios. Sin embargo con las cifras
tensionales no ocurrió lo mismo en este grupo, cabría destacar que estas personas
no mostraron cifras elevadas en la valoración inicial de la investigación, pero si se
logró una disminución significativa de las mismas al finalizar el programa aplicado y
comparar los valores con el grupo control.

La dislipidemia se asocia a un aumento en el riesgo de enfermedad coronaria


cardíaca; y en los individuos de la investigación las cifras demostraron la presencia
de esta, principalmente a expensas de las cifras de colesterol total, las que
disminuyeron al concluir el programa de ejercicios aplicado; por consiguiente, la
actividad física regular trae como beneficio la mejora en el perfil lipídico a largo
plazo; siendo el ejercicio aeróbico el que actúa en el metabolismo de lipoproteínas,
ampliando la habilidad del tejido muscular de consumir ácidos grasos y aumentando
la actividad de la enzima lipasa lipoptroteíca en el músculo11,12.

La combinación de ejercicio físico regular y dieta es más efectiva que cualquiera de


los dos por separado para conseguir pérdidas moderadas del peso y mejorar así el
control metabólico en pacientes con DM2. El ejercicio aumenta el gasto calórico y
facilita el metabolismo del tejido adiposo. También se producen beneficios
psicológicos, como reducción del estrés, mejora en el bienestar psicológico y
aumento de la calidad de vida, que pueden traducirse en un mejor control
glucémico6.

El consejo sanitario sobre el ejercicio físico debería estar dentro de los consejos
médicos y formar parte de la receta médica, indicando la forma de hacerlo y las
contraindicaciones, debiendo formar parte del plan global de promoción de otros
estilos de vida saludables. Las orientaciones terapéuticas brindadas por los
profesionales de la atención primaria deben provocar un incremento de la actividad
física a corto plazo durante, al menos doce meses, tanto en la población general
como en la reconocida como sedentaria es decir la que clasifica como obesa o
sobrepeso; aunque debe en todo momento incentivar la práctica de ejercicio físico
como un modo de vida que favorece el bienestar y la salud de la población.

El programa de ejercicio físico aplicado en las personas diabéticas favorece el


control metabólico y de los factores de riesgo existentes, eleva la calidad de vida ya
que influye sobre la esfera física, emocional y social mejorando significativamente
su estado de salud. Los resultados muestran una vez más que el ejercicio físico
forma parte de la piedra angular en el tratamiento de la DM2.

Se sugiere prolongar el tiempo del programa de ejercicios físicos y continuar la


medición de las variables analizadas para determinar su impacto en la salud de las
personas con DM2.
Aspectos éticos

El Comité de Ética del Policlínico Docente Universitario Área V Manuel Piti Fajardo,
Municipio Cienfuegos de Cuba, declara que esta investigación fue presentada,
discutida y aprobada por ellos en sus diferentes etapas.

Declaración de conflictos de intereses

Los autores han completado el formulario de declaración de conflictos de intereses


del ICMJE traducido al castellano por Medwave, y declaran no haber recibido
financiamiento para la realización del artículo/investigación; no tener relaciones
financieras con organizaciones que podrían tener intereses en el artículo publicado,
en los últimos tres años; y no tener otras relaciones o actividades que podrían influir
sobre el artículo publicado. Los formularios pueden ser solicitados contactando a la
autora responsable.

Diagnóstico
Para diagnosticar la obesidad, tu médico típicamente te hará un examen físico y te
recomendará algunas pruebas.

Por lo general, estos exámenes y pruebas son los siguientes:

Detallar tus antecedentes médicos. Tu médico puede revisar tu historial de peso,


tus esfuerzos para bajar de peso, tus hábitos de actividad física y ejercicio, tus
patrones de alimentación y control del apetito, cuáles otras afecciones has tenido,
tus medicamentos, tus niveles de estrés y otros asuntos relacionados con tu salud.
Tu médico también podría revisar los antecedentes médicos de tu familia para saber
si tienes una predisposición a determinadas afecciones.
Un examen físico general. Esto incluye medir tu estatura, verificar signos vitales
como la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la temperatura; escuchar tu
corazón y pulmones; y examinar tu abdomen.
Calcular tu IMC. El médico revisará tu índice de masa corporal (IMC). Un IMC de 30
o más se considera obesidad. Los números superiores a 30 aumentan aún más los
riesgos para la salud. Tu IMC debe ser revisado por lo menos una vez al año porque
puede ayudar a determinar los riesgos generales para tu salud y qué tratamientos
pueden ser apropiados.
Medir la circunferencia de la cintura. La grasa almacenada alrededor de la cintura,
a veces llamada grasa visceral o grasa abdominal, puede aumentar aún más tu
riesgo de enfermedad cardíaca y diabetes. Las mujeres con una medida de cintura
(circunferencia) mayor de 35 pulgadas (89 cm) y los hombres con una medida de
cintura mayor de 40 pulgadas (102 cm) podrían tener más riesgos para la salud que
las personas con medidas de cintura más pequeñas. Al igual que con la medición
del IMC, la circunferencia de la cintura debe revisarse al menos una vez al año.
Controlar otros problemas de salud. Si tienes problemas de salud conocidos, tu
médico los evaluará. Tu médico también verificará otros problemas de salud
posibles, como presión arterial alta y diabetes. El médico también puede
recomendar que te realices algunos exámenes del corazón, como un
electrocardiograma.
Análisis de sangre. Las pruebas que te realices dependerán de tu salud, tus factores
de riesgo y los síntomas actuales que estés teniendo. Los exámenes de sangre
pueden incluir una prueba de colesterol, pruebas de función hepática, glucosa en
ayunas, una prueba de tiroides y otras.
Reunir toda esta información los ayudará a ti y a tu médico a determinar cuánto
peso debes perder y qué problemas de salud o riesgos tienes actualmente. Esto
servirá para guiar las decisiones del tratamiento.

Tratamiento
El objetivo del tratamiento contra la obesidad es alcanzar y mantener un peso
saludable. Esto mejora la salud en general y reduce el riesgo de desarrollar
complicaciones relacionadas con la obesidad. Es posible que necesites trabajar con
un equipo de profesionales de la salud, incluido un dietista, un consejero de
comportamiento o un especialista en obesidad, para ayudarte a entender y hacer
cambios en tus hábitos alimenticios y de actividad.

El objetivo inicial del tratamiento suele ser una pérdida de peso modesta: entre el 5
% y el 10 % de tu peso total. Esto significa que si pesas 200 libras (91 kg) y tienes
obesidad según los estándares del IMC, solo tendrías que bajar alrededor de 10 a
20 libras (de 4,5 kg a 9 kg) para que tu salud empiece a mejorar. Sin embargo,
cuanto más peso pierdas, mayores serán los beneficios.

Todos los programas para la pérdida de peso requieren cambios en tus hábitos
alimentarios y un aumento de la actividad física. Los métodos de tratamiento
adecuados para ti dependen de la gravedad de tu obesidad, de tu estado general
de salud y de tu voluntad de participar en el plan de pérdida de peso.

Cambios en la dieta
Reducir las calorías y adoptar hábitos de alimentación más saludables es
fundamental para superar la obesidad. Aunque puedes perder peso rápidamente al
principio, la pérdida de peso constante a largo plazo se considera la forma más
segura de perder peso y la mejor manera de mantenerlo de forma permanente.

Evita las dietas drásticas y poco realistas, como las dietas "relámpago", porque es
poco probable que te ayuden a no volver a aumentar de peso a largo plazo.

Prepárate para participar en un programa integral de pérdida de peso durante, al


menos, seis meses y, en una etapa de mantenimiento de un programa, durante, al
menos, un año para aumentar tus posibilidades de éxito de bajar de peso.

No existe una dieta perfecta para bajar de peso. Elige una que incluya alimentos
saludables y que creas que te resultará. Los cambios en la dieta para tratar la
obesidad consisten en lo siguiente:

Reducir las calorías. La clave para perder peso es reducir la cantidad de calorías
que ingieres, y el primer paso es revisar los hábitos alimenticios y de bebida típicos
para ver cuántas calorías consumes normalmente y dónde puedes reducir el
consumo. El médico y tú pueden decidir cuántas calorías tienes que ingerir por día
para bajar de peso, pero la cantidad normal es de 1200 a 1500 calorías para las
mujeres y entre 1500 y 1800 para los hombres.
Sentirte satisfecho comiendo menos. Algunos alimentos, como los postres, los
caramelos, las grasas y los alimentos procesados, contienen una gran cantidad de
calorías en una pequeña porción. En contraste, las frutas y verduras proporcionan
una porción más grande con menos calorías. Al comer porciones más grandes de
alimentos que tienen menos calorías, reduces la sensación de hambre, consumes
menos calorías y te sientes mejor con la comida, lo que aumenta la sensación de
bienestar general.
Elegir opciones más saludables. Para que tu dieta sea más saludable, come más
alimentos vegetales, como frutas, verduras e hidratos de carbono provenientes de
cereales integrales. Además, elige fuentes magras de proteínas —como frijoles,
lentejas y soja— y carnes magras. Si te gusta el pescado, trata de comerlo dos
veces por semana. Limita la sal y el azúcar agregada. Come pequeñas cantidades
de grasa y asegúrate de que provengan de fuentes saludables para el corazón,
como los aceites de oliva, la canola y los frutos secos.
Restringe ciertos alimentos. Determinadas dietas limitan la cantidad de un grupo de
alimentos en particular, como los alimentos que tienen un contenido alto de hidratos
de carbono o de grasa. Pregúntale a tu médico qué planes dietéticos han resultado
efectivos y cuáles podrían resultarte útiles. Las bebidas endulzadas con azúcar son
una manera segura de consumir más calorías que lo deseado, por lo que limitarlas
o eliminarlas por completo es una buena idea para empezar a reducir el consumo
de calorías.
Reemplazos alimentarios. Estos planes sugieren que reemplaces una o dos
comidas por sus productos —por ejemplo, batidos o barritas de bajas calorías—,
así como que comas tentempiés saludables y que hagas una tercera comida
equilibrada, con un contenido bajo de grasas y de calorías. Este tipo de dieta puede
ayudarte a perder peso a corto plazo. Sin embargo, ten en cuenta que estas dietas
probablemente no te enseñen a cambiar tu estilo de vida general, por lo que es
posible que tengas que mantenerlas durante más tiempo para no volver a aumentar
de peso.
Desconfía de las soluciones rápidas. Las dietas de moda que prometen una pérdida
de peso rápida y fácil pueden ser tentadoras. Pero la realidad es que no existen
alimentos mágicos ni soluciones rápidas. Las dietas de moda pueden ayudar a corto
plazo, pero los resultados a largo plazo no parecen ser mejores que los de otras
dietas.

De manera similar, puedes adelgazar con una dieta relámpago, pero es probable
que recuperes el peso perdido cuando termines la dieta. Para perder peso y no
recuperarlo, tienes que adoptar hábitos de alimentación saludables que puedas
mantener con el tiempo.

Ejercicio y actividad física


Aumentar la actividad física o el ejercicio es una parte fundamental del tratamiento
contra la obesidad. La mayoría de las personas que bajan de peso y logran
mantenerlo durante más de un año hacen ejercicio regularmente, aunque solo sea
caminar.

Para aumentar tu nivel de actividad:

Haz ejercicio. Las personas con obesidad necesitan realizar al menos 150 minutos
a la semana de actividad física de intensidad moderada para prevenir un mayor
aumento de peso o para mantener la pérdida de una cantidad modesta de peso.
Para lograr una pérdida de peso más significativa, es posible que tengas que hacer
300 minutos o más de ejercicio por semana. Es probable que necesites aumentar
gradualmente la cantidad de ejercicio a medida que mejoran tu resistencia y estado
físico.
Mantente en movimiento. Aunque el ejercicio aeróbico es la manera más eficiente
de quemar calorías y perder el exceso de peso, todo movimiento adicional ayuda a
quemar calorías. Hacer cambios simples en tu día puede traer aparejados grandes
beneficios. Estaciona más lejos de la entrada a las tiendas, acelera las tareas
domésticas, ocúpate del jardín, levántate y muévete periódicamente, y usa un
podómetro para saber cuántos pasos realmente das en el transcurso del día. Una
buena meta recomendada es tratar de alcanzar los 10.000 pasos todos los días.
Aumenta gradualmente la cantidad de pasos para alcanzar esa meta.
Cambios de conducta
Un programa de modificación del comportamiento puede ayudarte a hacer cambios
en tu estilo de vida para adelgazar y no recuperar el peso perdido. Entre los pasos
para seguir, tendrás que analizar tus hábitos actuales para entender qué factores,
tensiones o situaciones pueden haber contribuido a tu obesidad.

Todas las personas son distintas y tienen obstáculos diferentes para controlar su
peso, como la falta de tiempo para hacer ejercicio o las comidas tarde por la noche.
Adapta tus cambios de comportamiento a tus circunstancias personales.

La modificación del comportamiento, a veces llamada "terapia conductual", puede


abarcar:
Asesoramiento psicológico. Hablar con un profesional de la salud mental puede
ayudarte a abordar los problemas emocionales y de comportamiento relacionados
con la alimentación. La terapia puede ayudarte a comprender por qué comes de
más y a aprender formas saludables de enfrentar la ansiedad. Además, puedes
aprender a supervisar tu dieta y actividad física, a comprender los desencadenantes
que te llevan a comer y a afrontar los antojos. El asesoramiento puede ser individual
o grupal. Los programas más intensivos (que tienen de 12 a 26 sesiones al año)
pueden ser más útiles para alcanzar tus metas de pérdida de peso.
Grupos de apoyo. Encontrarás camaradería y comprensión en los grupos de apoyo
donde otras personas comparten dificultades similares con la obesidad. Consulta a
tu médico, hospitales locales o programas comerciales para la pérdida de peso
sobre los grupos de apoyo de tu área.
Medicamentos con receta para adelgazar
Para bajar de peso, hace falta una dieta saludable y ejercicio regular. Pero en
algunas situaciones, los medicamentos con receta para adelgazar pueden ayudar.

Ten en cuenta que estos medicamentos están pensados para usarse junto con
dieta, ejercicio y cambios en el comportamiento, no para reemplazarlos. El propósito
principal de los medicamentos para bajar de peso, también conocidos como
medicamentos contra la obesidad, es ayudarte a seguir una dieta baja en calorías
al detener el hambre y la falta de señales de saciedad que aparecen al tratar de
bajar de peso.

El médico puede recomendar medicamentos para bajar de peso si otros programas


de dieta y ejercicio no han funcionado y cumples con uno de estos criterios:

Tu índice de masa corporal (IMC) es de 30 o más


Tu IMC es de más de 27 y además tienes complicaciones médicas debidas a la
obesidad, como diabetes, presión arterial alta o apnea del sueño
Antes de elegir un medicamento para ti, el médico analizará tus antecedentes de
salud y los posibles efectos secundarios del medicamento. Las mujeres
embarazadas, personas que toman determinados medicamentos o que tienen
enfermedades crónicas no pueden tomar algunos medicamentos para adelgazar.

Los medicamentos contra la obesidad aprobados por la Administración de


Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) incluyen los siguientes:

Orlistat (Alli, Xenical)


Lorcaserina (Belviq)
Fentermina y topiramato (Qsymia)
Bupropión y naltrexona (Contrave)
Liraglutida (Saxenda, Victoza)
Tendrás que tener supervisión médica minuciosa mientras tomes un medicamento
con receta para adelgazar. Además, ten en cuenta que un medicamento para
adelgazar puede no funcionar para todas las personas, y que sus efectos pueden
disminuir con el tiempo. Cuando dejas de tomar un medicamento para adelgazar,
puedes recuperar una gran parte del peso que perdiste o todo.
Procedimientos endoscópicos para la pérdida de peso
Estos tipos de procedimientos no requieren ninguna incisión en la piel. Después de
recibir anestesia, se insertan tubos flexibles y herramientas a través de la boca y la
garganta hasta el estómago.

Existen varios tipos diferentes de procedimientos endoscópicos utilizados para bajar


de peso. Un procedimiento consiste en colocar puntos de sutura en el estómago
para reducir su tamaño y la cantidad de alimentos que puedes consumir
cómodamente. En otro procedimiento endoscópico, los médicos insertan un
pequeño globo en el estómago. El globo se llena de agua para reducir la cantidad
de espacio disponible en tu estómago. Esto te ayuda a sentirte lleno más rápido.

Estos procedimientos generalmente están aprobados para personas con un índice


de masa corporal de 30 o superior cuando la dieta y el ejercicio por sí solos no han
tenido éxito. La pérdida de peso esperada varía entre los procedimientos del 5 % al
20 % de la pérdida total de peso corporal.

Cirugía para bajar de peso


En algunas personas, la cirugía para bajar de peso, también llamada cirugía
bariátrica, puede ser una opción. La cirugía para bajar de peso limita la cantidad de
comida que puedes ingerir cómodamente, disminuye la incorporación de alimentos
y calorías, o ambas opciones. Aunque la cirugía para bajar de peso ofrece la mejor
oportunidad de perder una mayor cantidad de peso, puede implicar riesgos graves.

La cirugía para bajar de peso en caso de obesidad puede considerarse si ya has


probado otros métodos para adelgazar que no han funcionado y si se cumplen las
siguientes condiciones:

Sufres de obesidad extrema (IMC de 40 o más)


Tu IMC está entre 35 y 39,9 y también padeces un problema de salud grave
relacionado con el peso, como diabetes o presión arterial alta
Asumes el compromiso de hacer los cambios de estilo de vida necesarios para que
funcione la cirugía
La cirugía para bajar de peso ayuda a algunas personas a perder hasta un 35 % o
más de su sobrepeso. Pero la cirugía para bajar de peso no es una cura milagrosa
para la obesidad.

La cirugía no garantiza que vayas a perder todo el exceso de peso ni que mantengas
tu nuevo peso a largo plazo. El éxito de la pérdida de peso después de la cirugía
depende de tu compromiso para hacer cambios en tus hábitos de alimentación y
ejercicio.

Estas son algunas de las cirugías frecuentes para bajar de peso:

Cirugía de bypass gástrico. En el bypass gástrico (bypass gástrico en Y de Roux),


el cirujano crea un pequeño saco en la parte superior del estómago. Luego, corta el
intestino delgado a poca distancia por debajo de la parte principal del estómago y lo
conecta al nuevo saco. La comida y los líquidos fluyen directamente del saco a esta
parte del intestino, y omiten así la mayor parte del estómago.
Colocación de banda gástrica ajustable. En este procedimiento, se separa el
estómago en dos sacos con una banda inflable. Al ajustar la banda como un
cinturón, el cirujano crea un pequeño canal entre los dos sacos. La banda evita que
la abertura se expanda y, por lo general, está diseñada para quedar colocada en
forma permanente.
Derivación biliopancreática con cruce duodenal. En el comienzo del procedimiento,
el cirujano retira gran parte del estómago. Deja la válvula que permite el paso de la
comida hacia el intestino delgado, y también conserva la primera parte del intestino
delgado (duodeno). Luego, el cirujano cierra la sección media del intestino y conecta
la última parte directamente al duodeno. La sección de intestino separada vuelve a
conectarse al final del intestino para permitir que la bilis y los jugos digestivos fluyan
a esta parte del intestino.
Manga gástrica. En este procedimiento, se retira parte del estómago y se crea un
reservorio más pequeño para la comida. Es una cirugía menos complicada que el
bypass gástrico o la derivación biliopancreática con cruce duodenal.
Otros tratamientos
El bloqueo del nervio vago es otro tratamiento para la obesidad. Consiste en
implantar un dispositivo debajo de la piel del abdomen que envía impulsos eléctricos
intermitentes al nervio vago abdominal, que indica al cerebro cuándo el estómago
se siente vacío o lleno. Esta nueva tecnología fue aprobada por la FDA en 2014
para su uso en adultos que no han podido adelgazar con un programa de pérdida
de peso y que tienen un IMC de entre 35 y 45 y al menos una afección relacionada
con la obesidad, como diabetes tipo 2.

Cómo evitar volver a engordar después de un tratamiento para la obesidad


Por desgracia, es frecuente volver a aumentar de peso independientemente de los
métodos de tratamiento para la obesidad que pruebes. Si tomas medicamentos para
adelgazar, es probable que vuelvas a aumentar de peso al dejar de tomarlos.
Incluso podrías recuperar peso después de la cirugía para bajar de peso si
continúas comiendo en exceso o consintiéndote excesivamente con alimentos o
bebidas altos en calorías.

Una de las mejores maneras de no volver a aumentar el peso que has perdido es
hacer actividad física regularmente. Intenta hacer ejercicio de 45 a 60 minutos al
día.

Realiza un seguimiento de tu actividad física si esto te ayuda a seguir motivado y


por buen camino. A medida que adelgazas y mejora tu salud, habla con tu médico
sobre qué otras actividades puedes realizar y, si corresponde, cómo dar nuevo
impulso a tu actividad y ejercicio.

Es posible que siempre tengas que mantenerte atento a tu peso. Combinar una
dieta más saludable y más actividad de una manera práctica y sostenible es la mejor
manera de mantener el peso que perdiste a largo plazo.

Tómate el proceso de pérdida y mantenimiento de peso un día a la vez y usa


recursos de apoyo que te ayuden a garantizar el éxito. Encuentra una manera
saludable de vivir que puedas mantener a largo plazo.

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