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Universidad Antonio Nariño

Geografía de Colombia II
Julián David Fuentes
Ensayo: El revés de la nación

El siguiente documento pretende hacer una síntesis del capítulo I del libro El revés de la
nación de Margarita Serje (2005). Para esto, se recogerán los conceptos clave que permitirán
comprender la idea global del apartado, de tal manera que se logre crear un hilo conductor
entre cada subtema y/o categoría de análisis. A continuación, se pueden apreciar: El concepto
de Nación y su relación con las llamadas “periferias”; el discurso colonial que legitima el
proyecto modernizador; la noción histórica geográfica de la raza y el progreso a través del
“Efecto Montesquieu”; y la efervescencia de una dinámica de resistencia concentrada en
estas zonas “periféricas”. Cada uno de estos subtemas toma su forma desde el ámbito teórico
y contextual, que es el que nos llama a la reflexión cotidiana de nuestra cultura,
encaminándose ciertamente a entender procesos históricos, discursos hegemónicos y, por
supuesto, una nueva interpretación de la realidad colombiana.

En primera medida, creo necesario hacer una breve conexión de las ideas principales del
texto haciendo alusión a su definición y posteriormente poder entender sus conjugaciones
más adelante. Lo primero que se plantea son los llamados “confines”. Estos se pueden
entender como los territorios de refugio poblacional que presentan condiciones marginales,
donde pueden ejemplificarse los mulatos, zambos, colones pobres, entre otros que se
adjudican a las zonas limítrofes de un territorio nacional. En este caso, para Colombia, se
clarifican las costas del Caribe, el litoral Pacífico, y, como tal, los territorios nacionales que
no cuentan con presencia directa del Estado y han sido controlados por la misma gente
desplazada, a esto la autora lo ha denominado como “fronteras agrícolas” o “vastas
soledades”. ¿Por qué hablar de confines? Porque han significado la legitimación de un
discurso modernizador, y, agregado, porque son el resultado de un desinterés colonial durante
el período de la conquista, puesto que no se percibían como territorios explotables, o,
también, nunca llegaron a esos lugares; aun así, esta idea colonialista no se verá de igual
manera para los siglos posteriores a la independencia, pues cobra una nueva concepción que
soporta el discurso del desarrollo. Sumado a esto, también aparecen conflictos armados y
espacios de resistencia indígena con otras razas que configuran una nueva interpretación –y
construcción- del contexto. Lo anterior se puede integrar desde dos focos que expone la
autora: uno de la riqueza, y el otro de la violencia. El primero será la imagen que se tiene de
los paisajes, imagen extractiva y de posesión ambiciosa de sus recursos. El segundo, se
referirá a la violencia como una historia de crímenes, donde entra de igual manera la
hostilidad por dominar los territorios vírgenes. Ambos focos se presentan en las “fronteras
internas”, donde hay inexistencia del Estado, ya que éste necesita de esa condición
“periférica” y fragmentaria para vender (o anhelar, si se quiere) el proyecto modernizador
eurocentrista a la nación.

Al otro lado de la modernidad

Pasando por esta síntesis de los conceptos clave, algunos no explícitamente, lo siguiente es
entender el término de nación y sus implicaciones espaciales para con los habitantes y el
Estado.
La autora afirma que las llamadas periferias son condición necesaria para gestionar el
discurso moderno del desarrollo, que es auspiciado por el Estado; ya que implica: garantizar
seguridad, orden social y estético, ente otros. Siendo así, estas periferias o márgenes son
creadas para darle sentido a la nación. Sin embargo, la nación se ha constituido en contra de
estos confines, es decir, en contra del discurso estatal. Se habla de que esta nación no se le
atribuye el concepto habitual por definición (recuérdese el proyecto unificador del siglo XX),
sino que, más bien, es el producto que emerge de las políticas hegemónicas eurocéntricas,
donde se establece el ideal occidental para “civilizar” la “barbarie”; y son esta mismas
periferias o confines que se les concibe como barbaries. Valga decir que debe entonces existir
un orden y un desorden público, el centro y el perímetro, respectivamente. Y ya es por sentido
común, que el centro es quien gobierna y administra el resto del territorio, por lo cual debe
legitimar su intervención a nivel nacional, y esto lo hace específicamente adhiriéndose a la
economía-mundo moderna de Wallerstein. Según esta lógica, al adherirse a esta economía
global, requiere de fronteras por las cuales puedan explotar sus recursos, estas fronteras serán
los territorios olvidados, las periferias, los confines.
Pero ¿bajo qué medio epistemológico se valen para esa adhesión? Recuérdese a Maquiavelo
con su célebre frase esbozada: “El fin justifica los medios”, aquí entonces entrará la Razón
como el medio que permitirá llegar a ese sistema económico moderno. Es la razón el
concepto ilustrador del humano (occidental) que confiere su evolución por antonomasia. Es
esta un arma de doble filo: mientras unos progresan, otros se encuentran en la regresión, el
centro “progresa” y la periferia “retrocede”. Por eso mismo es que se concibe la razón como
la herramienta civilizadora.
Entonces ¿Cómo se imagina la sociedad estas geografías? Me permitiré citar a Foucault para
comprender la ideología dominante que se tiene sobre estas comunidades fronterizas: “Estas
geografías son imaginadas y conceptualizadas como un contexto que se ve configurado a
partir de un conjunto específico de imágenes, nociones y relatos entre los que se teje una
relación de intertextualidad. Se han visto convertidos en espacios virtuales habitados por los
mitos, los sueños y las pesadillas del mundo moderno; en lo que se ha llamado heterotopías”
(Foucault, 1984). Estas geografías también las podemos entender desde tres hitos de
imaginación que expone la autora (soportada por comentarios de Eduardo Subirats). La
metafórica, la que ve estos lugares como algo incógnito y peligroso. La romántica, que las
ve como algo mítico y que erotizado. Y la violenta, que es más una dimensión estratégica (o
teatro de la guerra) como mencioné anteriormente sobre la dinámica de conflictos armados.

Sobre el colonialismo como pilar modernizador

Ahora, lo que interesa en esta parte es ver cómo el colonialismo se ha visto dinamizado por
nuevas prácticas de dominio, tanto social como culturalmente. Este colonialismo, como se
mencionó anteriormente, no será el asociado a la época de la conquista, sino que, ahora, se
muestra configurado por un sistema “colonial-moderno”, el cual responde a unos patrones
eurocentristas para crear sociedades basadas en la esclavitud, pobreza y encomienda. Este
tipo de sociedades serán ciertamente el eje articulador para el debido desarrollo moderno. La
cuestión gira en torno a los “dispositivos” en que se fundamenta este sistema sobre el Estado
y la Nación, pues estos expresarán ahora, a través de sus instituciones, la expansión del
comercio metropolitano y la potestad de su idea civilizatoria sobre la sociedad.

Así sucede hoy para el contexto colombiano, en que se implanta –o se vende- un discurso
del desarrollo para los países tercer mundistas (asóciese al país en esta categoría), pero lo que
está detrás de esa cortina de humo, de ese discurso, es un gran aparato de control que no solo
entraña en el anhelo político estatal, sino que, también, acaece en las formas de vida humanas,
desde su carácter social hasta el mismo cultural. De esto se puede dar ejemplo, y bien se
puede deducir de la autora, acá en Colombia no puede haber un sistema de gestión que
solucione los problemas de orden social y económico, porque entraría en contradicción a los
verdaderos intereses del Estado, pues se necesita de una condición marginal (que se ubica en
las periferias) para establecer un tipo de equilibrio entre lo subdesarrollado y lo que está
encaminado al desarrollo, de esta manera se sigue reproduciendo el discurso de las
maquinarias políticas y elitistas para conservar la ideología global de modernización.

Efecto Montesquieu desde la noción histórica geográfica

Se parte de la premisa de que la historia (implícitamente también la geografía) es únicamente


la que se da en el occidente, y que, a su vez, constata un fenómeno unitario sobre las “figuras
fantasmagóricas”, que en otras serían las razas irreales, ilusorias, que solo existen desde una
condición natural. Es decir, una condición de apego hacia su medio natural, por eso la
necesidad occidental de integrar estas comunidades al proceso civilizatorio. Aparece
entonces una categoría interesante, el paradigma de orden de la nación, que por definición,
se trata de una legitimidad o superposición de la ciencia sobre otras condiciones y formas de
vida distintas a la cultura “razonable”. Un ejemplo claro es la noción Darwinista, las especies
más fuertes reinan y se constituyen sobre las más débiles. Así, pues, la superposición
científica entra en oposición a la condición natural de estas razas y/o culturas que se vieron
dominadas bajo el discurso de la razón occidental con su tesoro de la naciente ciencia
moderna. Así mismo, lo anterior se representa como una dicotomía entre lo civilizado y lo
salvaje, entre la razón y la barbarie. De esto trata el efecto Montesquieu, del advenimiento
“progresista” que equipara una serie de domesticaciones sobre las geografías tropicales, la
negación de otras formas de mercado y una fuerte hegemonía de orden discriminatorio de
razas.

Como último, ya para dar por finalizado el ensayo, es menester contrastar las dinámicas
salientes de esa ausencia estatal sobre los territorios de nadie. Esas “zonas rojas”, donde están
los renegados, son las que protagonizan la consolidación de un propio contexto, que
interpretan y construyen desde su realidad y actúan de acuerdo a las posibilidades de acción
sobre ella. Es ahí donde se reflejan escenarios de resistencia y alianzas entre razas y etnias
distintas. Resistencia precisamente contra esa representación hegemónica y que permite
“historizar el proceso de producción del contexto” (p. 39). A partir de aquí es que también
se fluctúan (o se reproducen) nuevos estudios sociales, antropológicos, etnográficos y de
otras ramas del pensamiento científico que solventan nuevos sentidos o lógicas sobre las
prácticas colonialistas actuales.

Referencia Bibliográfica

 S. Margarita (2005). El revés de la nación. Territorios salvajes, fronteras y tierras de


nadie. Capítulo I. Ediciones Uniandes. Universidad de los Andes Facultad de
Ciencias Sociales, Departamento de Antropología, Centro de Estudios
Socioculturales e Internacionales (CESO).
 M. Foucault (1984). “Of Other Spaces: Utopías and Heterotopías”.

 I. Wallesrtein (1974). El moderno sistema mundo.

 N. Maquiavelo (1532). El príncipe.

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